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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Cada Semana Santa conmemoramos
la muerte en la cruz y posterior resurrección de nuestro Señor Jesucristo. También
recordamos la Ultima Cena, no solo en Semana Santa sino cada vez que celebramos
el sacramento de la Santa Cena del Señor, una vez al mes, en nuestras
congregaciones, participando del cuerpo y de la sangre de Cristo a través de
las especies del pan y del vino. Sin embargo, solemos pasar por alto uno de los
eventos más importantes (creo yo) de toda la historia de la redención: la noche
que Jesús pasó en el Huerto de Getsemaní, en víspera de la cruz. Por supuesto
que la cruz es el punto culminante de la obra redentora de nuestro Señor
Jesucristo, el lugar donde la iglesia fue redimida, purificada y salvada del
infierno. Pero quiero referirme, más bien, a lo que sucedió, luego de la Ultima
Cena y antes de la cruz, en el Huerto de Getsemaní.
El Huerto de Getsemaní es una pequeña arboleda que consta de ocho olivos centenarios ubicados al pie del Monte de los Olivos, a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Su nombre deriva de la expresión aramea “gat semãnê”, que significa "prensa de aceitunas” (donde se extrae el aceite de oliva).
De acuerdo al libro de Mateo, luego de la (ultima) cena pascual y antes del arresto y de la cruz, Jesús llega con sus discípulos a un lugar (que solía visitar) llamado Getsemaní, toma a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y, apartándose del resto, les pide que velen mientras El, triste y angustiado, ora al Padre.
Nuestro Señor repite la misma
oración tres veces:
[1]
Mateo, 26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y
diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como
yo quiero, sino como tú;
[2]
Mateo, 26:42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si
no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad; y
[3]
Mateo, 26:44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las
mismas palabras;
Al finalizar cada una de estas
tres oraciones, el Señor vuelve al lugar donde estaban sus discípulos y los encuentra
durmiendo. La primera vez los reprende (Mateo, 26:40-41), la segunda vez no les
dice nada (Mateo, 26:43) y la tercera los libera y los exime de toda carga
(Mateo, 26:45).
Esa noche, el Señor tuvo
miedo:
Mateo, 26:41 Velad y
orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil.
Porque fue crucificado en
debilidad:
2 Corintios, 13:4 Porque
aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues
también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de
Dios para con vosotros.
Como hombre y no como Dios:
Filipenses, 2:6 el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; 2:8 y estando en la condición de hombre,
se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz.
Los
dos huertos
Lo que se había corrompido en
un huerto (Edén), a causa de la desobediencia de (el primer) Adán, debía restaurarse
en un huerto (Getsemaní) a causa de la obediencia de (el segundo Adán) Jesucristo
(1 Corintios, 15:45).
Romanos, 5:19 Porque así como
por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos
justos.
Getsemaní:
un lugar de presión, tristeza y angustia, pero también de victoria
Dijimos más arriba que el
nombre Getsemaní deriva de la expresión aramea “gat semãnê”, que
significa "prensa de aceitunas” (donde se extrae el aceite de oliva).
En dicha prensa, la aceitunas son presionadas de tal manera que liberan casi
todo el aceite que poseen. Getsemaní es un lugar de presión, de tristeza y de
angustia extremas.
Esa noche, en el Huerto de Getsemaní,
nuestro Señor:
[+] estuvo muy triste y angustiado
(Mateo, 26:37-38); y
[+] fue “presionado” de tal
manera que sufrió una condición muy rara en la que se suda (transpira) sangre; bajo
mucha presión, los pequeños vasos capilares de las glándulas sudoríparas pueden
romperse y mezclarse, de esta manera, la sangre con el sudor;
Lucas, 22:44 Y estando en
agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que
caían hasta la tierra.
En esta condición, nuestro
Señor oro al Padre y dice la epístola a los Hebreos:
Hebreos, 5:7 Y Cristo, en los
días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
El “temor reverente” de Cristo
se manifestó en que, luego de los “ruegos y de las suplicas”, sometió su
voluntad a la voluntad del Padre: “más hágase tu voluntad y no la mía” (Mateo,
26:39, 42, 44).
¿Qué habrá hecho el Padre?. La
Biblia dice que le mostro algo. ¿Qué le mostro?. Yo creo que le mostro el
futuro:
Hebreos, 12:2 puestos los ojos
en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante
de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra
del trono de Dios.
El Padre le mostro nuestro
gozo de ser salvos por su muerte en la cruz, situación que, en ese momento,
todavía estaba en el futuro.
En la cruz fue consumada
(Juan, 19:30) la victoria de Jesucristo sobre satanás y sus demonios
(Colosenses, 2:15). Pero esa victoria se inició en Getsemaní cuando Jesucristo,
a solas y en oración, sometió su propia voluntad a la voluntad del Padre
(“hágase tu voluntad y no la mía”) y es aquí donde Jesucristo aplasto la cabeza
de satanás:
Génesis, 3:15 Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Como nota de color, si viste
la película “La pasión de Cristo” (“The passion of the Crist”), de Mel Gibson,
recordaras que es en la escena del Huerto de Getsemaní donde Jesucristo le
aplasta la cabeza a una serpiente que aparece de la nada.
Nuestro
propio Getsemaní
Todos nosotros debemos llevar
una cruz en esta vida:
Mateo, 16:24 Entonces Jesús
dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame.
Si todos tenemos que pasar por
una cruz, es lógico que debamos pasar, previamente, también por un Getsemaní,
ese lugar de presión, angustia y tristeza donde, a solas y en oración, debemos someter
nuestra propia voluntad a la voluntad del Padre, repitiendo las palabras Cristo:
Padre, si fuera posible, pasa de mí esta copa, PERO SEA HECHA TU VOLUNTAD Y NO
LA MIA.
Si subimos a la cruz sin haber
pasado por Getsemaní (sin haber sometido nuestra voluntad a la voluntad del
Padre), lo único que vamos a hacer es agonizar, sin consumar absolutamente nada.
La “cruz sin Getsemaní” es una cruz totalmente estéril (sin propósito), por lo
tanto no es la cruz de Cristo sino la cruz de satanás. Y lo peor que nos puede
suceder es estar llevando la cruz de satanás y creer que es la cruz de Cristo.
Lo único que engendra la cruz de satanás es resentimiento para con Dios, porque
no entendemos por qué, si estamos llevando una cruz, nunca terminamos de obtener
la victoria. Te preguntaras entonces ¿cómo saber si estamos llevando la cruz de
Cristo?. Para contestar esta pregunta, debieras preguntarte si, antes de subir
a la cruz, pasaste por Getsemaní, es decir, si sometiste tu voluntad a la
voluntad del Padre. Si pasaste por Getsemaní (si ya sometiste tu voluntad a la
voluntad del Padre), entonces estas llevando la cruz de Cristo y, tarde o
temprano, obtendrás la victoria. Si no pasaste por Getsemaní, yo te sugiero que
bajes de la cruz y vayas a encontrarte con el Padre en Getsemaní y allí sometas
tu voluntad a la voluntad del Padre y el Padre, como hizo con su Hijo, te
entregara la victoria allí mismo. Luego, cuando camines hacia la cruz, ya no te
parecerá tan pesada, ni tan dolorosa.
Dos
tipos de cruces
Como sabemos, Jesús fue
crucificado junto con dos ladrones:
Lucas, 23:32 Llevaban también
con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 23:33 Y
cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Con esto se cumplió la
siguiente profecía de Isaías:
Isaías, 53:12 Por tanto, yo le
daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto
derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
Si alguien observaba el cuadro
podía “contar” tres cruces: la de Jesucristo y las dos de los malhechores.
Los dos ladrones murieron en
la cruz, junto con Cristo, pero:
[+] mientras uno, blasfemó:
Lucas, 23:39 Y uno de los malhechores
que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti
mismo y a nosotros.
[+] el otro creyó:
Lucas, 23:40 Respondiendo el
otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma
condenación? 23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque
recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal
hizo. 23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu
reino. 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso.
Los dos ladrones pasaron por
la cruz y murieron. Pero, mientras el que blasfemo y no se arrepintió murió y
se fue el infierno, el otro, que se arrepintió y creyó, entro con Cristo en el
paraíso. Hay, entonces, dos tipos de cruces: la cruz maldita y la cruz bendita.
La cruz maldita es la cruz de
satanás y es la cruz de los rebeldes.
Palabras
finales
Es absolutamente imposible
crucificar la carne y morir a ella si, al igual que Cristo, previamente no
sometemos nuestra voluntad a la voluntad del Padre en Getsemaní.
Porque:
Mateo, 7:21 No todo el
que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
QUE DIOS LOS BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra –
Ministerio REY DE GLORIA