martes, 24 de septiembre de 2019

PROFETA LILIANA JAITA: DOS CIEGOS RECIBEN LA VISTA EN JERICO

Te dejo el video de una predica de la Profeta Liliana Jaita:




QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!

Marcelo D. D'Amico
Maestro de la Palabra - Ministerio REY DE GLORIA

domingo, 22 de septiembre de 2019

MI UNGIMIENTO

Te dejo el video de mi ungimiento como Maestro de la Palabra, acontecido el dia 28/07/2019. Quiero compartirlo con todos ustedes, porque, despues de haber conocido a Dios, este fue el segundo acontecimiento mas importante ocurrido en mi vida.





QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!

Marcelo D. D'Amico
Maestro de la Palabra -  Ministerio REY DE GLORIA

jueves, 12 de septiembre de 2019

JESÚS Y LAS RIQUEZAS



Puedes bajar este post como archivo de Word pinchando Aqui o como archivo de Powerpoint pinchando Aqui

Te dejo el video donde predico sobre este tema (el contenido es el mismo que aparece mas abajo):




Introducción

En estos tiempos en los que el “evangelio de la prosperidad” ha conquistado los pulpitos de muchas iglesias, se hace necesario repasar lo que el Señor opino, cuando estuvo en la Tierra, sobre las riquezas.

Veremos:

[+] que las riquezas, en el AT, eran una prueba de que el favor de Dios estaba con alguien;

[+] que, no obstante lo anterior, cuando estuvo en la Tierra, Jesús critico abiertamente las riquezas y a los que ponían su confianza en ellas, lo cual le valió la burla de los fariseos; y

[+] que no deben confundirse las riquezas con la prosperidad ya que mientras las riquezas corrompen el corazón del hombre, la prosperidad es fundamentalmente para bendecir a otros y está regida por una ley espiritual establecida por Pablo en 2 Corintios, 9:6;

Las riquezas en el AT

En el AT, las riquezas eran la señal de que el favor de Dios estaba con alguien. Esto lo podemos ver claramente en las figuras de los cuatro grandes patriarcas de Israel: Abraham, Isaac, Jacob y José. Estos hombres llegaron a ser enormemente ricos y prominentes en la sociedad de su tiempo.

Abraham fue un hombre muy rico:

Génesis, 13:2 Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro. 

Génesis, 13:5 También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. 13:6 Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. 

Isaac (hijo de Abraham), también fue un hombre extraordinariamente rico:

Génesis, 26:12 Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. 26:13 El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 26:14 Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. 26:15 Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra. 26:16 Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho

Jacob (hijo de Isaac) también fue un hombre enormemente rico lo cual puede verse en el relato que hace Génesis, 30:37-43 acerca del aumento sobrenatural del ganado de Jacob mientras servía a Laban. El relato termina de la siguiente manera:

Génesis, 30:43 Y se enriqueció el varón [Jacob] muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos.

José (hijo de Jacob) no solamente llego a ser rico sino muy poderoso en Egipto. Las palabras con las que Faraón se dirigió a José, luego de que este interpretara el sueño sobre los siete años de hambre, dan cuenta de esto:

Génesis, 41:38 y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? 41:39 Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 41:40 Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41:41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 41:42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 41:43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. 41:44 Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

El caso de Job (contemporáneo de Abraham) es similar al de los patriarcas:

Job, 1:1 Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. 1:2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas. 1:3 Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. 

Luego, cuando Dios restaura a Job, aumento al doble sus posesiones:

Job, 42:10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

Si el favor de Dios estaba con alguien, una de las pruebas de ese favor eran las riquezas y las posesiones. Esta es la visión que predomino en el AT y también en la época de Jesús y que los fariseos encarnaron como nadie. Por eso, cuando Jesús criticaba las riquezas (ya lo veremos), los fariseos se burlaban de Él.

Jesús y las riquezas

[+] Tesoros en el cielo

Mateo, 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

En Lucas 12:32-34 se relata lo mismo.

El corazón de una persona (los sentimientos, los pensamientos, los deseos, los valores, la voluntad y las decisiones) es atraído por las cosas que son más importantes para ella. Si uno atesora cosas terrenales, entonces su corazón estará esclavizado a tales cosas. Si, en cambio, el reino de Dios, las cosas celestiales, su Palabra, su presencia, su santidad y la relación de uno con El son su tesoro, entonces su corazón será atraído por las cosas del reino de Dios y la vida de uno será dirigida hacia el cielo, esperando el retorno del Señor.

[+] Dios y las riquezas

Mateo, 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Servir a las riquezas es darle tanto valor al dinero que [a] se ponga en el la confianza y la fe, [b] se considere como la máxima seguridad y felicidad, [c] se espere que garantice el futuro y [d] se le desee más que la justicia y el reino de Dios. La acumulación de riquezas pronto domina la mente y la vida de uno de manera que la gloria de Dios ya no es primordial. Las riquezas del mundo hacen que sea muy difícil mantener a Dios como el centro de la vida.

Salomón fue el que hablo del equilibrio entre estos extremos:

Proverbios, 30:8 No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; 30:9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.

Ni mucho para que nos olvidemos de Dios, ni poco tal que nos veamos obligados, por estar desesperados, a robar y deshonrar el nombre de Dios.

Jesús reconocía no tener posesiones:

Mateo, 8:20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

El evangelio de Lucas completa el cuadro de situación  al mencionar cual fue la reacción de los fariseos cuando Jesús critico las riquezas:

Lucas, 16:13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 16:14 Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él

Por estas cosas los fariseos se burlaban de Jesús, es decir, porque era pobre (no tenía posesiones) y hablaba contra las riquezas. Por esto (pensaban ellos) Jesús no podía ser el Mesías. Ellos esperaban un Mesías político y militar, rico y poderoso, que los librara del yugo de Roma y lo que Dios envió fue un Mesías libertador espiritual, pobre, manso y humilde (Mateo, 11:29). Ellos pensaban: si los grandes patriarcas habían sido ricos y poderosos, cuanto más debería serlo el Mesías enviado por Dios.

Fueron los fariseos los que sentaron las bases del “evangelio de la prosperidad”: si eres hijo de Dios, no puedes ser pobre o, dicho al revés, si eres pobre, entonces no puedes ser hijo de Dios.

[+] El joven rico:

Mateo, 19:16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 19:17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 19:18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19:19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 19:20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 19:21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 19:22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 19:23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 19:24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

En Marcos, 10:17-25 y en Lucas, 18:18-25 se relata lo mismo.

Jesús puso a prueba al joven rico en su punto más débil: su riqueza. Él no estaba dispuesto a poner a Cristo por encima de sus posesiones. ¿Lo que dijo Cristo significa que  todos los creyentes deben vender sus posesiones?. No, porque deben suplir para las necesidades de su familia. Sin embargo, deben estar dispuestos a abandonar cualquier cosa que pida el Señor.

[+] El rico insensato

Lucas, 12:13 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 12:14 Más él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

Hacer de las ganancias o riquezas terrenales el deseo de la vida es un error fatal que conduce a la perdición eterna. La palabra griega para “avaricia” es “pleonexia” y literalmente significa “la sed por tener más”.

Si bien es una verdad bíblica que todo cristiano debe trabajar para satisfacer sus necesidades y las de su familia, también es cierto que, mientras trabaja para cubrir esas necesidades, debe ser “rico para con Dios”, al buscar, ante todo, su reino y su justicia.

Pablo y la avaricia

Pablo define la avaricia como “el amor al dinero”:

1 Timoteo, 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Y dice que la avaricia es una forma de “idolatría”:

Colosenses, 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

Y aclara que ni los idolatras ni los avaros heredaran el reino de Dios:

1 Corintios, 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 6:10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. .

La prosperidad

La prosperidad está regulada por la siguiente ley espiritual establecida por Pablo:

2 Corintios, 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

Hay que trabajar para solventar el pan en nuestra casa, pero no hay que trabajar por la prosperidad, la cual solo opera por este principio espiritual de correspondencia o correlación entre la siembra y la cosecha: a una siembra escasa le corresponde una cosecha escasa, mientras que a una siembra generosa le corresponde una cosecha generosa.

Pablo complementa la idea con el siguiente pasaje:

Efesios, 4:28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

La prosperidad a la que debe aspirar todo cristiano es a la bendición económica y material que le permita no solo pagar sus cuentas sino fundamentalmente:

[1] abundar en toda buena obra (2 Corintios, 9:8); y
[2] compartir con el que padece necesidad (Efesios, 4:28);

Se trata de una prosperidad “sobrenatural”, suficiente como para mandar misioneros al África, pagarle un suelo al pastor o predicador, hacer alguna obra de caridad o bendecir a alguien. Toda prosperidad que se desee que no tenga estas motivaciones cae inexorablemente en el terreno de avaricia.

Esta ley de siembra y cosecha que rige la prosperidad, se cumple para todos, sean creyentes o incrédulos:

Mateo, 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Hay ateos multimillonarios que se convierten en filántropos y crean fundaciones de beneficencia, porque ellos han descubierto que el dar es un principio bíblico que tiene recompensa. Muchos libros escritos por “gurúes” del marketing y las finanzas están basados en principios bíblicos (aunque no lo reconozcan). La contracara de esto es que hay cristianos que son reticentes a (les cuesta) dar.

La consecuencia de esto es una triste paradoja: por un lado, hay ateos multimillonarios bendecidos por dar y, por el otro, hay cristianos que no pueden despegar financieramente por su reticencia a dar (el destino eterno del alma - a donde irá cada uno una vez muerto - es otra cuestión).

Palabras finales

La prosperidad bíblica de la que habla el NT, como hemos visto, es la abundancia de bienes económicos y materiales que no solo permite proveer para las necesidades personales sino, fundamentalmente, “abundar en toda buena obra”, lo cual va desde expandir la obra de Dios en la Tierra hasta compartir con aquellos que pasan necesidad.

Cualquier deseo de prosperidad que no se enfoque en estas cosas se enrola necesariamente en las filas de la avaricia (el amor al dinero), para la satisfacción de los deleites personales.

Muchos cristianos piensan que la expresión “Jehová proveerá” o “Jehova-Jireh” (uno de los 12 nombres de Dios), alude a un Dios proveedor de nuestros deseos, al mejor estilo de un “genio” que habita en una lámpara que podemos frotar cada vez que deseamos algo.

La expresión “Jehová proveerá” o “Jehova-Jireh” se origina en el siguiente versículo:

Génesis, 22:14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.

Y se refiere a la situación en la que Dios mando a Abraham que sacrifique a Isaac. Cuando Abraham estaba a punto de degollar al niño, un ángel lo detuvo y le mostro a sus espaldas “un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos, el cual tomo Abraham y ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis, 22:13).

En esta escena, Isaac representa al hombre mientras que el carnero es el sacrificio que Dios proveyó como sustituto, el cual es símbolo de Cristo.

A esta provisión (de un sacrificio sustituto) alude la expresión “Jehova-Jireh” y no a la provisión de nuestros deseos personales.


QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA