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Introducción:
En
las iglesias hablamos mucho del Padre y del Hijo, pero casi no se enseña nada
respecto del Espíritu Santo y es por esto que muchas iglesias están muriendo
espiritualmente, porque no han entendido que el Espíritu Santo no es algo sino
un alguien.
Si
hoy hay tanto predicador y pastor desviado de la sana doctrina y tantas ovejas
(creyentes) sin entendimiento, es porque le han dado la espalda al Espíritu
Santo y este es el grave pecado de la iglesia de estos últimos tiempos.
El Espíritu Santo es
trascendental en la vida y, más aun, en el ministerio de todas aquellas
personas que aman y sirven a Dios. Es imposible hacer la voluntad de Dios y,
mucho menos, desarrollar un ministerio, sin el Espíritu Santo. Desgraciadamente,
el Concepto de “Espíritu Santo” ha sido tan descontextualizado a lo largo de la
historia, que la misma iglesia, tal vez, ha perdido “el norte”, ha perdido la
claridad y la convicción doctrinal sobre esa maravillosa “persona” llamada Espíritu
Santo.
Las sectas, por ejemplo, han
corrompido y contaminado estos conceptos. En el último tiempo, se ha levantado
una doctrina herética, que habla acerca del “dios madre”. Están predicando que
el Espíritu Santo es mujer y le rinden culto como a una “señora”.
Otros, salieron con otra
herejía, con otra barbaridad: dicen que hay que orarle al Espíritu Santo. La
secta “Iglesia Universal del Reino de Dios” (mas conocida como “pare de
sufrir”) en principio se llamo “Oración Fuerte al Espíritu Santo”. Ellos
hicieron creer a mucha gente que hay que orarle al Espíritu Santo y la Biblia
no enseña eso. La Biblia dice que oremos “en el Espíritu” y no “al Espíritu”. A
los que hablan “al espíritu” se les llama “espiritistas”, porque invocan
espíritus (demonios), haciéndolos venir del más allá. Nosotros, al Espíritu
Santo lo tenemos con nosotros porque El está aquí. El Espíritu Santo es la
tercera persona de la Trinidad Divina de Dios.
Otra secta diabólica que se
encargo de desvirtuar al Espíritu Santo es la de los “testigos de Jehová”
(deberían llamarse “testigos contra Jehová”, por todas las barbaridades que
predican). Ellos enseñan que el Espíritu Santo es una fuerza, una energía, casi
como la luz eléctrica (herejía total).
La iglesia católica ha
buscado suplantar al Espíritu Santo poniendo a la Virgen en el medio. El
católico común, está convencido de que la Virgen María intercede por el
pecador: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores …”. Y
esto, desde ya, es falso porque el que intercede por el pecador es el Espíritu
Santo. El Apóstol Pablo dice que “el mismo Espíritu [Santo] intercede por
nosotros con gemidos indecibles”. Es el Espíritu Santo el que se coloca en la
brecha, a favor del creyente, en defensa y como consuelo del creyente. Por eso
la Biblia lo llama “Consolador” (“paracletos”, en griego), porque esta para
consolar, apoyar y respaldar al creyente en sus luchas.
Podemos entender que estas
sectas no comprendan lo que significa el Espíritu Santo. Lo que no puede
entenderse es que aun dentro de la iglesia evangélica protestante no se
comprenda con claridad lo que significa el Espíritu Santo. Es más, la iglesia
evangélica protestante es, hoy día, la que más está desvirtuando el concepto,
persona y obra del Espíritu Santo.
Juan, 14:26 Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Queda claro, entonces, que
el Espíritu Santo no es una fuerza sino una persona y que, ademas, sabe
enseñar. Y para enseñar hay que pensar. El Espíritu Santo es un ser pensante,
capaz de enseñar y transmitir verdades.
Juan, 14:17 el Espíritu
de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.
Si hay una Espíritu de
Verdad, también hay un “espíritu de mentira”, padre de mentira, un ladrón que
viene a hurtar, matar y destruir (Satanás).
El mundo no puede recibir el
Espíritu Santo. El mundano no conoce lo que es el Espíritu Santo. Por eso los
católicos, los mormones, los testigos de Jehová, los predicadores, teólogos y apóstoles
de la prosperidad no pueden recibir y conocer al Espíritu Santo. No lo pueden
recibir, porque no lo ven ni lo conocen. Pero nosotros si le conocemos, porque
lo hemos recibido.
El Espíritu Santo mora con y
vive dentro de nosotros. ¿Qué quiere decir morar?. Significa “permanece en”. El
Espíritu Santo esta todo el tiempo con nosotros. Pero el mundo eso no lo ve, no
lo conoce. No lo entiende ni lo puede recibir, a menos que se arrepienta. No
hay otra forma. No todos somos hijos de Dios. Solo somos hijos de Dios los que
tenemos al Espíritu Santo. La Biblia dice claramente que “los que son guiados
por el Espíritu Santo, estos son hijos de Dios”. Los que no tienen al Espíritu
Santo no son hijos de Dios, sino hijos del Diablo. No tienen al Espíritu de
Verdad, por lo tanto tienen al “espíritu de mentira”, que es Satanás.
El Espíritu Santo no es una
fuerza sino una persona y fue, ademas, el que hizo la obra del nacimiento de Jesús
en María. El Espíritu Santo también levanto de entre los muertos a Jesucristo
al tercer día. El Espíritu Santo es también el que levantara a la iglesia en el
día del arrebatamiento o rapto de la iglesia.
¿Por qué la gente no
entiende al Espíritu Santo?. ¿Por qué la gente no obedece al Espíritu Santo?. Y
no estamos hablando solo de los inconversos sino de muchos que se autoproclaman
cristianos.
2º Corintios, 3:16 Pero
cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. 3:17 Porque el Señor es
el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Hay un velo espiritual, que
no les deja ver quien es Dios, no les deja ver la voluntad de Dios y el
propósito divino para sus vidas. El Espíritu Santo obra cuando la persona se
convierte. La Biblia dice que “cuando se conviertan al Señor, el velo se les
quitara” y no al revés, es decir, que “se les quitara el velo para que se
conviertan”. No. Primero se arrepiente y luego el velo es quitado. “El Señor es
el Espíritu” significa que Dios es Espíritu (espíritu = aire/aliento, proviene
del griego “pneuma”: de aquí viene la
palabra “neumático”). Y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad, no
libertinaje. Muchos, en la iglesia donde se predican mensajes fuertes (el
verdadero Evangelio), dicen no sentir nada. Y está claro el por qué: los
muertos no sienten nada.
Características
del Espíritu Santo:
El
Espíritu Santo es creador de la vida:
El Espíritu Santo participó
activamente de la Creación. El Padre viene a ser casi como el “ser
pensante”, el Hijo es el Verbo, es
decir, la “palabra creadora” y el Espíritu Santo es la “mano ejecutora” de la Creación.
Los tres trabajan en coordinación perfecta. El Padre piensa, diseña, arma, el
Hijo ordena con la boca, porque Él es el Verbo, la Palabra y el que ejecuta la Creación
es el Espíritu Santo.
Génesis, 1:2 Y la tierra
estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
O sea, el Espíritu Santo ya
estaba trabajando en la Creación. De entrada, el Espíritu Santo está poniendo
orden en la Creación, a tal grado que el libro de Job dice:
Job, 26:13 Su espíritu
adornó los cielos; Su mano creó la serpiente tortuosa.
Y, por si lo anterior fuera
poco:
Job, 33:4 El espíritu de
Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Si sustituimos la palabra
“soplo” por “aliento” o, mejor aún, por “espíritu”, queda: “El Espíritu del
Omnipotente me dio vida”, o sea: el Espíritu Santo. ¿Quién nos hizo a nosotros
dentro del vientre de nuestra madre?. El Espíritu Santo.
¿Cómo operan Jesucristo y el
Espíritu Santo en la Creación?.
Salmos, 33:6 Por la palabra
de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento
de su boca.
La Palabra de Jehová es el
Verbo, es decir, Jesucristo. O sea: por Jesucristo fueron hechos los cielos. Y
todo el ejercito de ellos (ángeles, astros) por el aliento (espíritu) de su
boca, es decir, por su Espíritu Santo. Total coordinación: el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo trabajando en conjunto. Y esto rebate la doctrina diabólica y
herética de la secta los “testigos de Jehová”, que dice que Cristo es la
primera criatura que Dios Padre hizo. Cristo no es criatura sino co-creador y
co-eterno con el Padre y con el Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo es el encargado de revelar los misterios de Dios al creyente:
Jeremías, 33:3 Clama a mí, y
yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
¿Y cómo nos lo va a
revelar?.
1º Corintios, 2:10 Pero Dios
nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. 2:11 Porque ¿quién de los hombres sabe
las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco
nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 2:12 Y nosotros
no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios,
para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
El versículo 10 dice
textualmente que Dios nos las revelo [sus cosas] por el Espíritu [Santo].
El ser humano tiene 3
maneras para comprender la realidad:
[1]
O entiende por los 5 sentidos;
[2]
O por la razón;
[3]
O por la revelación de Dios;
El
Espíritu Santo hizo la obra en nosotros que nos permitió comprender las cosas
de Dios, saber quién es Dios. Podemos concluir, entonces, que, quienes no
conocen al Espíritu Santo, no conocen a Dios. Sin la ayuda del Espíritu Santo
es imposible conocer, escuchar, entender y obedecer a Dios. Es imposible hacer
la voluntad de Dios sin el Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo no solo nos revela los misterios de Dios Padre sino que también
nos revela los misterios de Cristo, el Mesías. No solamente nos habla del
Padre. Nos explica quien en el Mesías, a lo que vino y lo que hace ahora en la
gloria. El Espíritu Santo se paso hablando del Hijo, del Mesías. A través de
los profetas, el Espíritu Santo enseño a la humanidad quien sería el Mesías, a
que vendría, como reconocerlo, lo que haría a favor de la humanidad, su
nacimiento, su vida, su muerte, previo rechazo y sufrimiento, su resurrección,
su ascensión a los cielos, su gloria celestial, su aparición en el
arrebatamiento, su regreso (2ª venida), su reino milenial (1000 años) y su
eternidad. ¿Cómo conocemos todo esto del Mesías?. Por el Espíritu Santo. Es el Espíritu
Santo el que revelo la persona y obra del Mesías.
Juan,
16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda
la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir 16:14 El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
El
Espíritu Santo nos guía a toda verdad y la verdad es el Mesías: Jesucristo dijo
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. La palabra “guiar” implica “agarrarte
de la mano - como un niño - y hacerte cruzar una calle”. El Espíritu Santo no
hablara por su propia cuenta (no puede inventar doctrina) sino que tiene que
hablar lo que Jesucristo ya dijo. No habla por su propia cuenta sino a nombre
del Padre y del Mesías. El Espíritu Santo habla lo que oye. El escucha y habla.
Y hablara las cosas que han de venir. El Espíritu Santo habla del futuro en la
Biblia. El Espíritu Santo les revelo a los profetas y a los Apóstoles lo que
vendrá en el futuro. El Espíritu Santo no se glorifica a sí mismo. Jesucristo
dijo: El me glorificara. Jesucristo dijo: el Espíritu Santo tomara de lo mío.
¿Y que tiene el Hijo?. Lo que el Padre le dio. Y el Espíritu Santo nos lo hará
saber.
1º
Corintios, 12:3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de
Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu
Santo.
Nadie
que tenga el Espíritu Santo llamaría jamás maldito a Jesús, ni lo insultaría,
ni lo degradaría. Los ateos, cuando insultan a Jesús o se burlan de Él, no
hablan por el Espíritu Santo. La contracara de esto es que nadie puede llamar a
Jesús Señor sino es por el Espíritu Santo.
Mateo,
16:13 Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre? 16:14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. 16:15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién
decís que soy yo? 16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente. 16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi
Padre que está en los cielos.
El
hecho de que Jesús era el Cristo no se lo revelo a Pedro ni medico, ni filósofo,
ni artista, historiador o poeta (carne y sangre). Se lo revelo el Padre que está
en los cielos. O sea: entender que Jesús es el Cristo (el Mesías) es una obra
del Padre y del Espíritu Santo.
En
síntesis: nadie puede llamar Señor a Jesucristo si no es por el Espíritu Santo
y los que se atrevan a llamarlo Señor sin tener al Espíritu Santo, son los de
Mateo, 7:21: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de
los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad.
Solo
el Espíritu Santo nos hace confesar genuinamente el señorío de Jesucristo. El
resto, es alabanza de la boca para afuera. Jesucristo, citando a Isaías, hizo
referencia a esto:
Mateo,
15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando
dijo: 15:8 Este pueblo de labios me honra; Mas su
corazón está lejos de mí.
Por
ejemplo, los “testigos de Jehová”, por una parte, llaman a Jesús “Señor” y, por
la otra, niegan su deidad (divinidad). Le llaman Señor pero no por obra del
Espíritu Santo (sino creerían que Jesús es Hijo de Dios y Dios mismo).
Por
eso Jesús repetía: ¿Por qué me llamáis Señor pero no hacéis lo que yo os
mando?.
Otro
caso es el de los católicos: reconocen, por un lado, el señorío de Jesucristo
pero, por el otro, idolatran a la Virgen María, teniéndola por intercesora
(“María, madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ….”), olvidando que
solo hay un mediador entre Dios y los hombres, un único intercesor, que es sumo
sacerdote: Jesucristo. La Virgen María no puede rogar ni interceder por nadie
porque esa función la cumple únicamente Jesucristo. Llamar Señor a Jesús e
idolatrar a la Virgen María, desde ya, no es una obra del Espíritu Santo. Solo
se puede llamar Señor a Jesucristo haciendo su voluntad, obedeciéndolo y la
voluntad de Dios es que lo idolatras se arrepientan (ningún idolatra entrara en
el Reino de Dios).
El Espíritu Santo da
testimonio del Mesías:
¿Quién
nos dice que Jesús es el Hijo de Dios y el Mesías?. Es el Espíritu Santo.
Juan,
14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.
No
es que el Espíritu Santo va a venir al corazón de una persona porque invoque a María,
Pedro o Juan. Es en el nombre de Jesucristo, invocado por un corazón
arrepentido, lo que hace que el Espíritu Santo llegue a la vida de una persona.
El Espíritu Santo nos recuerda a los creyentes lo que Jesús dijo. El Espíritu
Santo trae a la memoria las palabras de Jesús.
Juan,
15:26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí.
¿Tú
quieres saber quién es Jesús?. Pregúntale al Espíritu Santo. Es el que mejor va
a explicarte.
1º
Juan, 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
El
que no crea que Jesucristo es Dios hecho hombre no tiene al Espíritu Santo sino
al espíritu del diablo. Es por eso que, detrás de toda doctrina que presente a Jesús
solo como una gran profeta, un maestro ascendido o un avatar, despojándolo de
su deidad y vaciando de propósito su sacrificio en la cruz, esta siempre Satanás.
Jesucristo no quiere tus homenajes. El quiere tu adoración y tu arrepentimiento.
1º
Juan, 5:6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua
solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio;
porque el Espíritu es la verdad.
¿Qué
cosa paso cuando a Jesús, estando en la cruz, le traspasaron el costado con la
lanza?. Agua y sangre. ¿Y qué es lo que compone el cuerpo humano?. Agua y
sangre.
El Espíritu Santo habla
acerca del futuro:
El
Espíritu Santo conoce lo que va a pasar más adelante en la historia humana y lo
ha revelado a través de los profetas. Había un hombre anciano que se llamaba Simeón.
Este anciano venerable y respetable, era un hombre que amaba a Dios y Dios le
había hecho una promesa: tú no te vas a morir sin conocer al Mesías.
Lucas,
2:25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre,
justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba
sobre él. 2:26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no
vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 2:27 Y movido por el
Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al
templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 2:28 él le tomó en
sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 2:29 Ahora,
Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu
palabra; 2:30 Porque han visto mis ojos tu
salvación, 2:31 La cual has preparado en presencia de
todos los pueblos; 2:32 Luz para revelación a los
gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.
Lucas
2:25 dice, por un lado, que “el Espíritu Santo estaba sobre el [Simeón]” y, por
el otro, que Simeón “esperaba la consolación
de Israel”. Simeón (que ya tenía el Espíritu Santo) esperaba al primer
consolador: el Mesías. El Mesías es uno de los consoladores (el primero). El
otro es el Espíritu Santo. Consolar es aplacar el dolor y el llanto.
Jesús
mismo promete que el Padre dará “otro consolador” (el Espíritu Santo).
Juan,
14:16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que
esté con vosotros para siempre: 14:17 el Espíritu de verdad, al cual
el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Juan,
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no
me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
Juan,
16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
El
Espíritu Santo también habla de los tiempos finales:
1º
Timoteo, 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros
tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y
a doctrinas de demonios;
En
el versículo anterior, no está hablando el Padre, no está hablando el Hijo. Está
hablando el Espíritu Santo. Y lo que dice el Espíritu es que en el final de los
tiempos, algunos apostataran de la fe (van a abandonar el camino de la verdad).
¿Por qué?. Porque escucharan a espíritus engañadores (el diablo, que es padre
de mentira) y a doctrinas de demonios (los demonios crean doctrinas). Dentro de
los espíritus inmundos o demonios que Satanás ha desencadenado contra la
iglesia, está el llamado espíritu de religión o religioso o espíritu de error
(doctrinal). El diablo es un ser pensante. Puede crear perfectamente doctrinas.
Satanás es el padre de todas las filosofías, religiones falsas y de todas las
ideologías por las cuales los hombres se han matado unos a otros. Y esto ha
sido revelado por el Espíritu Santo: que algunos apostataran y que, antes de
hacerlo, escucharan voces y no del Espíritu Santo sino de espíritus engañadores
y atenderán a doctrinas de demonios.
El Espíritu Santo inspira a
los profetas de Dios:
2º
Pedro, 1:21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que
los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
A
aquellos que menosprecian la Biblia argumentando que la misma “fue escrita por
hombres”, primero hay que aclararles que no fueron hombres comunes sino, como
bien lo expresa el versículo anterior, “santos hombres de Dios” y, segundo,
cabria preguntarles si acaso esperaban que la Biblia la hubiese escrito un
tigre. Inspirados quiere decir “influenciados directamente por” o “tomado bajo
el control de”, “poseído por el Espíritu Santo” y no por un demonio. Gente
santa, con el Espíritu Santo. No viene por voluntad humana la profecía sino que
es Dios el que inspira al predicador.
Hechos,
19:6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu
Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Profetizar
no siempre es visualizar el futuro, aunque puede ser porque los profetas de la
Biblia vieron el futuro y lo escribieron. Pero no siempre es así. Profetizar,
ante todo, significa hablar palabra de Dios. Cuando se predica un mensaje
basado en la Escritura y bajo la dirección del Espíritu Santo, se está
profetizando, porque no se está hablando la propia palabra sino la palabra de
Dios. Profetizar significa proclamar la Palabra de Dios.
El
versículo anterior dice que, cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo e hicieron 2 cosas:
[1]
Hablaron en lenguas; y
[2]
Profetizaron (o sea: predicaron);
Con
respecto al don de lenguas, hay:
[a]
lenguas humanas (idiomas y dialectos humanos);
[b]
lenguas espirituales (las que se hablan por el Espíritu Santo); y
[c]
lenguas angelicales (las que hablan los ángeles);
El
Espíritu Santo inspira a los profetas:
Hechos,
1:16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el
Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de
los que prendieron a Jesús,
David
no solo era rey de Israel sino que era un profeta.
El Espíritu Santo habla por
medio de los profetas:
Pablo
termina de dar una predica y se pusieron a pelear entre la gente que estaba
escuchando el mensaje
Hechos,
28:25 Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo
esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a
nuestros padres, diciendo: 28:26 Ve a este pueblo, y diles: De
oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis;
¿Quién
habla?. El Espíritu Santo.
1º
Pedro, 1:10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros,
inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 1:11
escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba
en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las
glorias que vendrían tras ellos.
Esto
se aplica a Isaías 53 y al Salmo 22, donde, tanto Isaías como David, anuncian
el sufrimiento de Cristo en la cruz. Los profetas que profetizaron de la
“gracia destinada a vosotros”, es decir, de la salvación gratuita e inmerecida
por medio del sacrificio de Jesucristo, inquirieron, es decir, buscaron. Estos profetas
querían saber como Dios iba a salvar a los gentiles, como Dios iba a salvar a
Israel, como Dios iba a rescatar a esta humanidad perdida y pecadora. “Escudriñando
que persona” significa que ellos (los profetas) querían saber quién era el Mesías.
Recordemos
el versículo 1º Pedro, 1:11 … el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,
el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que
vendrían tras ellos.
Acá
no se lo llama el “Espíritu del Padre” sino el “Espíritu de Cristo” y es el
mismo. Antes de que el Mesías nazca, el Espíritu del Mesías (que es el Espíritu
Santo) ya estaba obrando en e inspirando
a esos predicadores y profetas (entre otros, Isaías y David) para que,
inspirados por El, profetizaran lo que El vendría a hacer y para que, cuando
todo ello se cumpliera, se le pudiera reconocer. De antemano, el Espíritu Santo
dijo: el Mesías tiene que sufrir. El Espíritu Santo les dijo a los profetas que
el Mesías salvaría a la humanidad muriendo atrozmente. Pero el Espíritu Santo
también revelo las glorias que vendrían tras ese sufrimiento. No solo los
profetas profetizaron el sufrimiento, el rechazo, el desprecio, el odio
injustificado, la tortura, la golpiza, la crucifixión y muerte dolorosa del Mesías,
sino que profetizaron también que el reinaría por los siglos de los siglos. El
fue el Cordero Inmolado desde antes de la fundación del mundo.
El Espíritu Santo habilita
predicadores para la obra del ministerio:
Miqueas,
3:8 Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de
fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.
Para
denunciar el pecado de un pueblo, para enfrentarse a un pueblo rebelde, a un
pueblo desobediente, a un pueblo que no quiere arrepentirse, a un pueblo que no
quiere humillarse ante Dios, para enfrentarse a un pueblo así hay que estar
lleno del Espíritu Santo, si no es preferible no meterse. Esto no es cosa de
“machos” o de “tener agallas” sino de “hombres (y mujeres) llenos del Espíritu
Santo”. Para enfrentarse a los apostatas y a los falsos predicadores no se
necesita tener carácter ni intelecto sino estar lleno del Espíritu Santo.
Ya
lo dice Pablo en 2º Timoteo, 1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Dios
nos dio (a sus hijos) un Espíritu de Valentía (que es su Espíritu Santo) para
poder hacer lo que otros seres humanos no podrían hacer jamás.
Lucas,
24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos
de poder desde lo alto.
¿Quién
prometió, desde la antigüedad, enviar al Espíritu Santo?. El Padre. Investir
quiere decir “dotar de”. Un policía sin uniforme y sin el arma no es nada. ¿En
que se reconoce su autoridad y su poder?. Su autoridad se reconoce en su
uniforme y su poder en su arma. ¿En que reconoce el mundo quienes somos?. En
que estamos investidos de algo que ellos no tienen (porque no todos andan
vestidos de policía en la calle). El versículo anterior dice “investidos de
poder” desde lo alto. El Evangelio es poder de Dios. La palabra poder viene de
la palabra griega “dynamos”, de donde, a su vez, viene la palabra dinamita (la
palabra “dinámica” = movimiento, también viene de esta palabra griega).
Investidos de poder desde lo alto significa capacidad sobrenatural de hacer
cosas que otros no pueden.
¿Y
para que viene este poder desde lo alto?. La confusión más grande y más común
que hay sobre esto es creer que este poder únicamente es para hacer milagros,
señales, prodigios y portentos. Dios no busca ministerios increíbles sino
ministerios creíbles. Muchos creen ademas (también equivocadamente) que, quien
no cae al piso riendo o llorando descontroladamente, o quien no habla en
lenguas, no tiene al Espíritu Santo.
¿Para
qué viene, entonces, el poder desde lo alto?.
Hechos,
1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra.
Para
ser testigos. ¿Y cómo testificamos nosotros, como damos testimonio?. Con la
vida, con las palabras y las acciones.
La
palabra testigo viene de la palabra griega “martureo” de donde, a su vez,
vienen la palabra “mártir”. Y “mártir” es el que testifica con la vida y no con
la lengua. Los mártires morían por lo que creían.
Otra
prueba de que se recibe poder de lo alto para testificar (dar testimonio) es el
siguiente versículo:
Hechos,
4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos
fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Se
recibe poder de lo alto para predicar con denuedo la Palabra de Dios. Por
supuesto que esto no descalifica que Dios, ademas, respalde con milagros,
prodigios y portentos. Lo que se quiso resaltar es que el poder de Dios no solo
se recibe y se manifiesta en esto último sino, fundamentalmente, en dar
testimonio y predicar su Palabra. Por el contrario y aun dentro de la iglesia evangélica
protestante actual, muchos creen que el Espíritu Santo obro con los Apóstoles y
que, una vez que estos murieron, ya no hay (hoy en día) don de lenguas, don de
profecía, don de sanidad, etc. Esto, por supuesto, es incorrecto. El Dios que
abrió el Mar Rojo es el Dios que hoy mismo puede salvarte. No se puede predicar
un Dios histórico, que hizo milagros en la antigüedad y que hoy esta
“durmiendo”. Dios puede sacar a tu hijo de la droga, Dios puede sacarte de tu
depresión. Porque nadie cae más abajo de donde está la mano de Dios.
El
más grande milagro que puede recibirse es la salvación. ¿De qué sirve que un
paralitico vuelva a caminar o que un ciego recupere la vista si no se ha
arrepentido?. Vuelve a caminar (o a ver) en esta vida, pero su alma sigue
estando perdida. Dios quiere bendecirte en esta vida (esto es real) pero quiere
fundamentalmente bendecirte en la venidera, que es la vida eterna, la vida del
alma. Nadie mejor que Santiago explica en la Biblia lo que es esta vida:
Santiago,
4:14 Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un
poco de tiempo, y luego se desvanece.
Esta
vida es corta y ninguna de las aflicciones que podamos sufrir ahora puede
compararse con la gloria venidera (Romanos, 8:18).
El Espíritu Santo impulsa el
crecimiento de la Palabra de Dios para salvación:
Hechos,
6:5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno
de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a
Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6:6 a los cuales presentaron
ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. 6:7 Y
crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.
Antes
que los milagros, a Dios lo que le interesa es que Su Palabra entre en el
corazón de las personas (el crecimiento de Su Palabra). Porque la Palabra de
Dios salva.
Hebreos,
4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hay
gente que es sanada y luego le da la espalda a Dios (nunca más vuelve a la
iglesia). Cuando esta gente muere, se va al infierno. ¿Y el milagro que
recibieron en vida?. ¿De qué sirvió si ahora están en el infierno?. ¿Cuál era
el verdadero milagro, entonces?. La salvación del alma, claro está.
Esto
es bíblico y la historia, relatada en Lucas, de los 10 leprosos que curo
Jesucristo lo ejemplifica:
Lucas,
17:11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 17:12 Y al
entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales
se pararon de lejos 17:13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros! 17:14 Cuando él los vio, les dijo: Id,
mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron
limpiados. 17:15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado,
volvió, glorificando a Dios a gran voz, 17:16 y se postró rostro en tierra
a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17:17 Respondiendo
Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde
están? 17:18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este
extranjero? 17:19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Fueron
curados 10 leprosos, pero solo uno fue salvo: el que, por la fe, volvió a
gradecer y dar la gloria a Jesucristo. El milagro de la sanidad física lo
recibieron 10, pero el milagro de la salvación del alma lo recibió uno solo
(que, ademas, había recibido la sanidad física).
Tú
puedes recibir un milagro, pero si no recibes la Palabra de Dios en tu corazón estás
muerto. Véase, entonces, que el primer y verdadero milagro es la salvación.
Hechos,
6:8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales
entre el pueblo.
¿Qué
es “gracia”?. Favor inmerecido de Dios.
Hechos,
6:9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de
los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con
Esteban. 6:10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que
hablaba.
La
actitud natural de los que no pueden resistir la Palabra y al Espíritu de Dios
es la violencia, la agresión. A Esteban, hasta que no lo apedrearon, no
pararon. Esta es la actitud de aquellos que no reciben la Palabra y pelean contra
el Espíritu.
El Espíritu Santo escoge y
envía predicadores:
Hechos,
16:6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 16:7 y cuando llegaron a Misia,
intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
Cuando
el Espíritu Santo le dice que no a un predicador (sea por la razón que fuere,
por ejemplo, porque todavía no es el tiempo), más vale obedecer. Todo
predicador que es dirigido por el Espíritu Santo dice: así dice el Señor o el
Señor manda esto.
Pero
el Espíritu Santo no solo prohíbe sino que envía a:
Hechos,
13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme
a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
No
hablo el Padre y no hablo el Hijo. Hablo el Espíritu Santo. El Espíritu Santo
llama.
Hechos,
13:3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron. 13:4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo,
descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
Hechos,
20:28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre.
El
versículo anterior dice “apacentar” y no “pastorear”. Hay una gran diferencia.
¿Qué es apacentar?. El corderito, cuando recién nace, en medio tontito. No sabe,
no conoce. No tiene dientes (solamente tiene la encía). Entonces ¿que tiene que
hacer el pastor?. Tiene que agacharse, levantar con las manos el pasto y
ponérselo en la boca. Esto es apacentar. No es que la oveja sale y busca el
pasto. El pastor le pone el agua en la mano y la hace beber. Esto es apacentar.
El Espíritu Santo da
testimonio a la iglesia si un pastor o predicador habla de parte de Él:
Cuando
tu oyes a un predicador en la internet tú tienes que saber quién es su pastor,
en que iglesia se congrega, que testimonio tiene, que formación espiritual y
doctrinal lo respalda y tener testimonio en el Espíritu de que ese hombre
está hablando de parte de Dios. Tener testimonio en el Espíritu significa
que el Espíritu Santo testifica a la iglesia de que ese hombre esta puesto para
edificar, consolar y exhortar. Si tu eres un verdadero hijo de Dios, Dios mismo
te va a mostrar y a guiar en cuanto a quien puedes escuchar y ver y a quien no,
porque Dios no te dejara caer en las garras de un falso profeta o predicador.
El Espíritu Santo nos hace sentir cuando alguien habla de parte de Dios, aun
cuando nos diga las cosas que no nos agrada escuchar y nos sacuda tremendamente
como a trapo viejo (así y todo, estaremos agradecidos). El problema no es que
el predicador predique duro sino que tú estás viviendo muy suave. Es el
Espíritu Santo el que le da testimonio a la iglesia cuando un hombre habla de
parte de Dios. Pero si la iglesia no ora, no lee la Palabra y no hace caso del
testimonio del Espíritu Santo, muy probablemente será victima de los falsos
predicadores y profetas.
El Espíritu Santo dirige a
los ministros y les dice a donde ir:
Hechos,
8:29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
El
Espíritu Santo puede decirte “ve y háblale a esa persona”. Y tú debes hacerlo
porque si esa persona muere ese mismo día y se va al infierno, su sangre será
contra ti. No debes avergonzarte del Evangelio, porque Jesucristo dijo:
Mateo,
10:32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 10:33 Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos.
Hechos,
10:19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres
hombres te buscan. 10:20 Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con
ellos, porque yo los he enviado.
Hechos,
11:12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar.
Estos
versículos muestran como el Espíritu Santo dirige al predicador.
Dios
respalda a los predicadores que envía, no a los que no envía. Cuando Dios llama
a una persona al ministerio, El suplirá también todas las necesidades
económicas. Pero ¿de qué sirve que Dios solo respalde en lo económico?. Muchos
predicadores viven como magnates. Ellos no son pastores sino gerentes de
empresas privadas de “carácter religioso”. Pero Dios no solo respalda a los
predicadores que envía en lo económico sino en lo más importante:
espiritualmente.
1º
Corintios, 2:4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 2:5 para
que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios.
Muchos
predicadores ya no predican Biblia sino diversas filosofías (palabras
persuasivas de “humana sabiduría”). Si se va a citar una frase de algún famoso
que concuerde con la Biblia, fantástico, pero no se puede tomar eso como
“doctrina”. Se puede tomar una frase como una “ilustración” pero no como centro
del mensaje, el cual debe ser siempre la Palabra de Dios, las Escrituras (la Biblia).
Debe
predicarse la Palabra de Dios y no doctrinas de hombres. ¿Para qué?. Como dicen
los versículos anteriores: “para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría
de los hombres, sino en el poder de Dios”.
1º
Tesalonicenses, 1:5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras
solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre,
como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.
O
como estas palabras de Isaías que cito el Mesías, que reflejan en qué consiste
el poder de Dios:
Isaías,
61:1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me
ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados
de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la
cárcel;
Primero
predicar y luego los prodigios y milagros: restaurar, libertar a los cautivos
de la cárcel espiritual, etc.
La
visión de un predicador no debe ser hacerse rico o tener una mega iglesia sino
ganar almas para Cristo y “llenar el cielo”.
El
Espíritu Santo viene para dotar de sabiduría al predicador:
Nehemías,
9:20 Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su
boca, y agua les diste para su sed.
Lucas,
12:11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué
habréis de decir; 12:12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma
hora lo que debáis decir.
Cuando
te juzguen por predicar la verdad, no debes preocuparte. Hace poco, a un
predicador en EEUU lo demandaron por U$S 50000 y corre el riesgo de ir preso
porque no quiso casar a dos homosexuales. El dijo: los homosexuales entran a mi
iglesia, pero para arrepentirse. ¿Qué tiene que hacer?. ¿Contratar un abogado
del mejor bufet?. No. Lo que debe hacer es no preocuparse por lo que ha de
hablar. ¿Por qué?. Porque el Espíritu Santo le enseñara lo que daba decir. El Espíritu
Santo se defiende solo. Tu solo abre la boca y Dios la llenara.
1º
Corintios, 2:12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, 2:13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual
a lo espiritual.
Acomodando
lo espiritual a lo espiritual: no podemos aplicar lo carnal (la sabiduría
humana) a lo espiritual.
1º
Corintios, 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han
de discernir espiritualmente. 2:15 En cambio el espiritual juzga todas las
cosas; pero él no es juzgado de nadie. 2:16 Porque ¿quién conoció la mente
del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.
El
hombre natural esta muerto espiritualmente y no percibe las cosas del Espíritu
Santo (un muerto, está muerto por lo que no percibe nada). Para el hombre
natural (puramente biológico), las cosas espirituales son locura (no las puede
entender). Si a un ciego le levantan los parpados, seguirá sin ver, porque es
ciego (a menos que Dios lo sane de la ceguera: le corra el velo). Y el hombre
natural, biológico, carnal, no puede entender las cosas espirituales porque las
mismas, dicen los versículos anteriores, se han de discernir (analizar, juzgar
y evaluar) espiritualmente. Y a Dios le agrado salvar al mundo por medio de la
locura de la fe y la predicación. Los incrédulos no pueden entender como el
Hijo de Dios, abandonando su trono en el cielo junto a su Padre, descendió a la
tierra, como un hombre y, despojándose de su divinidad, se hizo siervo y siervo
hasta la muerte, soportando el rechazo, el odio, la persecución, la traición,
el castigo y una muerte horrorosa en la cruz, como si fuera el peor de los
delincuentes. No entienden los incrédulos, porque no conocen a Dios, ni su
Palabra, ni la historia de su pueblo (Israel), que Dios, desde la antigüedad,
había dicho que “el alma que pecare, morirá”. La paga del pecado era la muerte.
Pero Dios amaba al hombre y quería salvarlo. Pero, para salvar al hombre, la
justicia de Dios debía ser antes satisfecha. Dios tenía que castigar el pecado
porque si no dejaría de ser un Dios santo y justo. Es por eso que la ira de
Dios que debió haber caído sobre nosotros cayó sobre su propio Hijo. Satisfecha
la ira de Dios, el hombre puede salvarse mediante la fe en Jesucristo y en la
victoria de su sacrificio. Y es este amor sin límites, infinito y eterno, lo
que no pueden comprender los hombres (nos cuesta aun a los que creemos).
El Espíritu Santo realiza
portentos y milagros:
El
predicador/pastor que se jacte de hacer milagros es un falso profeta, porque se
lleva la gloria él, pero Dios dice en la Biblia “yo no comparto mi gloria con
nadie”. El predicador que se quiere robar la gloria de Dios es un vanaglorioso
y un vanaglorioso es un hereje.
Mateo,
12:28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios,
ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
Jesucristo
mismo reconoció que echaba fuera demonios “por el Espíritu de Dios”.
Hechos,
2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
1º
Corintios, 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a
otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 12:9 a otro, fe por el
mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 12:10 A
otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus;
a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
Como
vemos, el Espíritu Santo echa fuera demonios, da el don de lenguas, da el don
de fe, el don de sanidad, el don de hacer milagros, el don de profecía, el don
de discernimiento de espíritus, etc.
El Espíritu Santo obra en el
nuevo nacimiento en la vida del creyente:
Jesús
se lo dijo a Nicodemo:
Juan,
3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 3:4 Nicodemo le dijo:
¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez
en el vientre de su madre, y nacer? 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios.
Tito,
3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo, 3:6 el cual derramó en nosotros abundantemente por
Jesucristo nuestro Salvador,
Nadie
se salva por ser buena persona, por ser caritativo o filántropo sino, como
dicen los versículos anteriores, por misericordia, por la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo. El que nos hace nacer de nuevo, a la vida
eterna, es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el que da la vida
espiritual. Uno está muerto en sus delitos y pecados pero, cuando se arrepiente,
es el Espíritu Santo el que da vida.
Ezequiel,
37:14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar
sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
Romanos,
8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
¿Quien
va a obrar en la resurrección de muertos en Cristo?. El Espíritu Santo. ¿Quién
va a dotar de cuerpo de gloria al creyente, cuando suene la trompeta, en el
arrebatamiento de la iglesia?. El Espíritu Santo.
El Espíritu Santo escudriña
todas las cosas:
Bien
lo dijo el rey David en el Salmo 139: donde huiré de tu Espíritu. El Espíritu
Santo todo lo revisa, todo lo conoce, hasta lo más profundo de nuestro
pensamiento y corazón. El Espíritu Santo es Dios, por lo tanto tiene sus
atributos: es omnipresente (está en todas partes) y es omnisciente (todo lo
sabe y todo lo conoce).
1º
Corintios, 2:10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 2:11 Porque ¿quién de
los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en
él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
La unción del Espíritu
Santo:
La
unción del Espíritu Santo no es la capacidad de hacer caer a la gente al piso.
La unción no solamente involucra milagros. La unción es la capacidad para
conocer a Dios.
Oseas,
4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto
desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la
ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Por
eso Jesucristo dijo:
Juan,
8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Jeremías,
9:23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía
se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 9:24 Más
alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que
yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque
estas cosas quiero, dice Jehová.
La
más grande aspiración que debiera tener todo hombre en la vida es conocer a
Dios y entender la voluntad de Dios para su vida. Si no, está viviendo en vano.
¿Y cómo vamos a conocerlo, si no hay nadie que nos haga conocerlo?. Por medio
del Espíritu Santo.
1º
Juan, 2:20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas
las cosas.
No
es teología, no es conocimiento teórico. Es vida y comunicación con Dios. Estad
quietos y conoced que yo soy Dios, dice la Biblia. El que hace que conozcamos a
Dios tal cual El es, es el Espíritu Santo por medio de la unción y la unción no
es patrimonio solo de unos pocos (como quieren hacer creer algunos). La unción es la presencia del Espíritu
Santo abriendo tu corazón, tus ojos y tus oídos espirituales para conocer a Dios.
Esto es verdadera unción.
Es
por eso que Juan (1º Juan, 2:20) dice: ustedes tienen la unción. ¿En qué
momento adquirimos la capacidad para conocer a Dios?. En el momento en que nos
arrepentimos de corazón, pedimos perdón a Dios y el Espíritu Santo viene a
nosotros. Es cuando el Espíritu Santo nos empieza a dar entendimiento sobre las
Escrituras y nos permite descubrir un universo espiritual que no conocíamos,
donde Dios se convierte en el centro de nuestra vida y aprendemos a escucharlo,
a conocerlo, a servirlo pero, ante todo, a amarlo. Esta es la obra del Espíritu
Santo. Que tú puedas decir: yo conozco a Dios y se quien es El, yo tengo
comunión con El, soy su oveja y escucho y reconozco su voz porque sus ovejas
escuchan y reconocen su voz. Esto no es teología sino una “experiencia con
Dios”. Es un proceso de madurez espiritual, en el cual tú eres barro en las
manos del alfarero (que es Dios). Dios, en definitiva, va formando en ti el
carácter del Mesías. Esta es la obra de Dios en una vida.
Hoy
en la iglesia, lamentablemente, muchas veces se enseña que unción es tener
poder sobre los demás (muchos, dentro de la iglesia, quieren tener poder para
tener seguidores). La autoridad no está en manejar gente y hacer que todos te
sirvan. Jesús dijo: el que quiera ser grande entre ustedes, sirva a su hermano,
sirva a los demás, porque los que se exaltan a sí mismos serán humillados, pero
los que se humillan serán enaltecidos, porque Dios resiste a los soberbios y da
gracia a los humildes.
La
unción no es tener poder para hacer milagros, ni tener poder sobre los demás o
tener poder para tirar a la gente al piso. La unción es CONOCER A DIOS y
conocer su Palabra (la Biblia) no por literatura (porque los Fariseos que
condenaron a Jesús conocían la Ley de Dios al dedillo) sino con base en el
entendimiento guiado por el Espíritu Santo.
Le
paso a Job. El conocía algo de Dios, pero cuando vino la circunstancia adversa
vinieron la zozobra y las dudas. Finalmente, Job le dice a Dios: Job, 42:5 De
oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. 42:6 Por tanto me
aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza. Y tú, tal vez, estas ahora
mismo como Job: de oídas has oído de Dios, lo que te predicaron y te hablaron,
lo que te hicieron creer que es Dios, lo que te dijeron que supuestamente dice
la Biblia, pero no conoces a Dios.
Otro
pasaje que hay en el Libro de Job referente al desconocimiento que muchas veces
tenemos respecto de Dios es el siguiente: Job, 6:14 He aquí, estas cosas son
sólo los bordes de sus caminos; ¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído
de él! Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?.
La
unción es algo que se recibe del Espíritu Santo y es esa unción la que “nos
enseña todas las cosas” por lo que “no tenemos necesidad de que nadie nos
enseñe”:
1
Juan, 2:27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros,
y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os
enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha
enseñado, permaneced en él.
Lo
anterior no quiere decir que no podamos aprender cosas de los demás, sino que
la unción solo se recibe de Dios y no se recibe de ningún hombre (predicador,
pastor, profeta, etc.).
El
único que nos puede guiar rectamente es el Espíritu Santo:
Salmos,
143:10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen
espíritu me guíe a tierra de rectitud.
En
ningún seminario teológico, por más bueno que sea (y hay muy buenos) se enseña
a hacer la voluntad de Dios. Solo el Espíritu Santo te enseñara esto. El hacer
la voluntad de Dios solo es producto de tu relación directa con tu Rabino, tu
Maestro, que no es otro que el Mesías, el Hijo de Dios, Jesucristo, quien es la
Palabra de Dios, el Verbo Sagrado.
Mateo,
7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 7:22 Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y
entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Tú
puedes predicar, sanar enfermos, echar fuera demonios y no estar haciendo la
voluntad de Dios. Y el primer paso para hacer la voluntad de Dios es el primer
mandamiento: amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas
y con toda tu mente. Tu, como a muchos les pasa, les ha pasado y les pasara,
puedes perder momentáneamente la fe. Le paso a Pedro cuando se lanzo a caminar
por el agua para ir al encuentro de Jesús y termino hundiéndose, le paso a los apóstoles
cuando vieron a su Maestro muerto y pensaron que no volvería. Pero perder el
amor a Dios es perderlo todo. Pero
¿cómo puedes amar y servir a alguien a quien no conoces?. Es por esto que el
conocimiento de Dios (la unción) es vital.
El
que no es guiado por el Espíritu Santo, sea cual fuere el titulo que detente
dentro de la iglesia (apóstol, profeta, etc.), no puede ser llamado hijo de
Dios.
Zacarías,
4:6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a
Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos.
Romanos,
8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios.
Cuando
alguien no se deja guiar por el Espíritu Santo, Dios lo va a combatir. Hay un
Salmo que literalmente dice “todos los que se apartan de mi [de Dios] serán
despedazados”.
Génesis,
6:3 Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque
ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.
Si
tú no quieres escuchar a Dios por las buenas ni por las malas, finalmente te
dejara y se apartara de ti como se aparto [aparto su misericordia] de Saúl. El Espíritu
Santo a quien una vez le diste la bienvenida con el bautismo se apartara de ti
como se aparto de Sansón sin que este se diera cuenta siquiera. El Espíritu
Santo, en su momento (cuando fue ungido rey por Samuel) vino sobre Saúl, llenándolo
de poder (hasta profetizo). Pero Saúl hizo lo que Dios no le mando, con lo cual
Dios se convirtió en su enemigo, permitiendo que Saúl fuera atormentado por
demonios (que solo se iban cuando David tocaba su lira, porque el Espíritu
Santo estaba presente en la música de David). Y hoy en día, muchos están como Saúl:
fueron ungidos un día, levantados y respaldados por Dios, exaltados dentro de
su pueblo, predicaron y enseñaron en todos los lugares donde Dios les abrió
puertas y hoy están llenos de demonios, porque hicieron lo que quisieron (lo
que Dios no les mando), apostatando de la sana doctrina.
Dios
no va a pelear para siempre con el hombre. Dios va a tratar contigo. Pero si tú
dices “ya basta”, entonces Dios también dirá “ok, ya basta contigo, no voy a
pasarme la eternidad luchando contigo” (Génesis, 6:3 Y dijo Jehová: No
contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es
carne).
Nehemías,
9:30 Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por
medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano
de los pueblos de la tierra [en manos de sus enemigos].
Si
no te dejas guiar por el Espíritu Santo, Dios, finalmente, te entregara a la
calamidad.
Romanos,
1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una
mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
Cuando
tu caes en las garras del diablo, Dios te rescata, pero cuando Dios te deshecha
o caes en las manos de El “horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”
(Hebreos, 10:31), porque no habrá otro dios que te libere. Dios es amor, pero
también es “fuego consumidor”.
Cuando
predicadores de sana doctrina se levantan para decir verdades y la iglesia los
rechaza, no están peleando contra ellos sino contra el Espíritu Santo de Dios.
Cuando no te dejas guiar, cuando no te dejas moldear, eres un rebelde.
Isaías,
63:10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo
cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.
La
palabra “enojar” en el hebreo, significa “encender ira desmedida”. El Espíritu
Santo se les volvió no guía, no consolador, no ayudador, no defensor, sino que
se les volvió ENEMIGO. Y El mismo (el Espíritu Santo) peleo contra ellos.
Abraham era AMIGO de Dios, pero hoy en día Dios es enemigo de muchos [falsos]
predicadores y profetas que se han desviado.
El
Espíritu Santo mismo va a pelear contra los predicadores apostatas y contra los
creyentes que dividen la iglesia con doctrinas de hombres (no bíblicas) y con
ridiculeces y estupideces.
Si
tú estás con tu novia y viene alguien y la quiere violar ¿tú lo vas a permitir?.
¿Tú crees que Jesucristo permitirá que estos malversadores ultrajen a su
iglesia [su novia] por la que murió en la cruz?. Dios juzgara a su pueblo
conforme a sus obras. El problema de Dios no son los inconversos sino su propio
pueblo.
El
problema más grande de la humanidad no es el diablo, sino el pecado. El diablo
- a quien le espera el lago de fuego -
ya esta frenado, pisoteado y derrotado por nuestro Señor Jesucristo. El
problema del hombre es el pecado, su deseo de desobedecer a Dios, su rebelión
contra Dios.
Detengámonos
ahora en las últimas palabras de Esteban en la tierra:
Hechos,
7:51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
Hebreos,
3:7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su
voz, 3:8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación,
en el día de la tentación en el desierto,
Cuando
un predicador te predica la verdad tal cual es (sana doctrina) y tú la rechazas
una y otra vez, endureciendo tu corazón, Dios toma esto como una declaración de
guerra.
Por
eso el libro de Ezequiel dice:
Ezequiel,
3:16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de
Jehová, diciendo: 3:17 Hijo de
hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la
palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 3:18 Cuando yo dijere
al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el
impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por
su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 3:19 Pero si tú
amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino,
él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.
Cuando
a ti te llega la Palabra de Dios y tú la rechazas una y otra vez, le están
declarando la guerra a Dios y, lamentablemente, hay malas noticias para ti. En
las Escrituras a Dios se le conoce como “Varón de guerra, temible en batalla”. Cuando
el hombre pelea contra Dios, está perdido. ¿Quién eres tú para pleitear con tu
Hacedor?.
Job,
40:2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios,
responda a esto.
Isaías,
45:9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la
tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?;
Romanos,
9:20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá
el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 9:21 ¿O no tiene
potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para
honra y otro para deshonra?.
Hebreos,
3:8 No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el
día de la tentación en el desierto, 3:9 Donde me tentaron vuestros
padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. 3:10 A causa de lo cual me disgusté
contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis
caminos. 3:11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.
Jesús
le dijo al diablo: Mateo, 4:7 Jesús le dijo: Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios. ¿Qué significa “tentar” a Dios?. Significa
“desafiarlo”. Rebelarte contra Dios provocara que andes “vagando en tu
corazón”, dando vueltas en un desierto espiritual que parece no tener fin, por
haber desechado la dirección del Espíritu Santo, rechazado su Palabra e
ignorado a sus predicadores. Dios dice “por tanto jure en mi ira”. Y cuando
Dios jura ¿quién podrá hacerlo retractar?. No habiendo otro mayor que El, Dios
jura por sí mismo. ¿Qué significa “no entraran en mi reposo”?. Es gente que está
dentro de la iglesia pero que no tienen paz. Están en la iglesia, tienen años
de congregación, pero no tienen paz. No han logrado entrar en el “reposo de
Dios” porque en su corazón siguen pleiteando con El.
Jesús
dijo: Mateo, 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar.
¿Por
qué, entonces, muchos no descansan?. Porque no van a Él y si se acercan a Él es
para pleitear y no para humillarse.
El Espíritu Santo convence
de pecado, de justicia y de juicio:
Es
el Espíritu Santo el que hace la obra de la salvación en el corazón del hombre.
Juan,
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no
me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo
enviaré. 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio.
El
Espíritu Santo, entonces, vino a convencernos de pecado, de justicia y de
juicio:
[a]
De pecado, porque todos hemos pecado. Pablo dice en Romanos, 3:23 por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Y la paga del pecado
es muerte. El Espíritu Santo nos convence a nosotros que somos pecadores, que
somos depravados y rebeldes, que le hemos dado la espalda a Dios. La mayoría de
los seres humanos no admiten que son pecadores. Si tu le dices a alguien que es
un pecador creerá que lo estas insultando. El Espíritu Santo es el que te
convence de que eres un pecador, de que tu estas perdido y necesitas de Dios.
Convencer de pecado significa que tú te tienes que dar cuenta (tienes que
llegar a la conclusión) de que eres un pecador, un pervertido y rebelde. Cuando
tu reconoces esto te das cuenta que no fue solo que los romanos golpearon a
Jesús y lo clavaron en una cruz, sino que ese castigo era el que tu merecías.
La ira de Dios que cayó sobre Cristo tendría que haber caído sobre ti y sobre
mí. Tú y yo merecíamos eso y no El. Y de esto no te convence ningún filósofo,
ni ningún erudito en la Biblia, sino solo el Espíritu Santo. Todo el mundo
desea la bendición y la prosperidad de Dios, pero los hombres realmente benditos
y prosperados por Dios fueron hombres que primero se reconocieron pecadores, se
arrepintieron, se humillaron ante Dios y cambiaron completamente de vida.
[b]
De justicia, por cuanto el hombre está parado sobre su propia justicia. Muchos
dicen yo no mato, yo no robo, yo no violo ¿Por qué me tienen que decir que soy
un pecador?. Después de todo soy una buena persona. Pero Dios te dice: todas
“tus justicias”, delante de mí, son nada más que trapos sucios (Isaías, 64:6 Si
bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo
de inmundicia). Lo mejor que puede hacer el hombre delante de los ojos de Dios
es basura. Nadie alcanza el cielo por merito personal sino solamente por los
meritos de Cristo. La salvación no es por obras sino por gracia, por medio de
la fe (Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se
gloríe). Convencernos de justicia, en suma, es comprender que con nuestra
propia justicia, con nuestro propio esfuerzo, no alcanza para cumplir con lo
que Dios demanda. Jesucristo es la justicia del hombre ante los ojos de Dios.
Solo somos justos y santos ante los ojos de Dios, cuando el Padre nos mira a
través de la sangre de su Hijo derramada en la cruz del calvario. Al morir en
la cruz, Jesucristo nos absuelve de pecado. Fuimos justificados. Al declarar y
reconocer que Jesucristo murió en nuestro lugar somos declarados justos.
[c]
De juicio, por cuanto el Espíritu Santo nos convence de que o merecemos el
infierno por nuestras maldades o merecemos el cielo por nuestra fe. El Espíritu
Santo nos convence, nos hace entender el plan de Dios.
El Espíritu Santo no solo
convence de pecado sino que, ademas, hace que te arrepientas:
Esto
significa que de nada sirve confesar y reconocer que eres un pecador si continúas
llevando la misma vida de siempre. Un verdadero indicio de arrepentimiento es “un
cambio [no tajante, pero si paulatino y
gradual] de conducta”. Unos de los casos más emblemáticos de toda la Biblia a
través del cual puede explicarse en qué consiste verdaderamente el
arrepentimiento es la “conversión de Saulo” (luego llamado Pablo, el apóstol).
Hasta que Dios lo llamo, Pablo había sido perseguidor de la iglesia (Gálatas, 1:13
Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que
perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba).
Antes
de su conversión Pablo estaba convencido de que Jesús era un blasfemo y de que
sus seguidores eran una secta a la que había que exterminar. Según el Libro de
los Hechos de los apóstoles, Pablo aprobó la muerte por lapidación de Esteban:
Hechos,
7:59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús,
recibe mi espíritu. 7:60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no
les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Hechos, 8:1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén;
Hechos, 8:1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén;
Pero
después de que el Señor se le rebelara camino a Damasco (a donde Pablo se
dirigía para perseguir a los cristianos de esa ciudad), Pablo cambio
completamente su manera de actuar, porque había cambiado su mente: Ahora Pablo
pensaba que Jesucristo era, en efecto, el Hijo de Dios y también Dios y que su
iglesia era el verdadero pueblo de Dios, ajustando su conducta a este nuevo
pensamiento hasta el punto de morir [fue decapitado en Roma] por el mismo
Nombre que antes había perseguido.
Es
el Espíritu Santo el que hace que tú llores de dolor por tu pecado. Y como no
vas a llorar de dolor por haber ofendido al Espíritu Santo.
Zacarías,
12:10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose
por él como quien se aflige por el primogénito.
El
llanto, cuando te predican el Evangelio, es señal de que estas reconociendo la
gravedad de tus pecados, cuando empiezas a tomar conciencia de a quien has ofendido.
Y es cuando dices, como dijo Pablo en Romanos, 7:18 Y yo sé que en mí, esto es,
en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el
hacerlo. 7:19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. 7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo
de muerte?.
Si
tu no llegas a esto, no has nacido de nuevo, no te puedes llamar “hijo de
Dios”.
Pero
el Espíritu Santo no te deja tirado en el piso. Hay perdón. Tal vez tú robaste,
mataste, abortaste, traicionaste, estuviste preso, fuiste un drogadicto o alcohólico.
Si tu vida es un laberinto, Jesucristo es la salida. El te va a sacar de los
lugares más tenebrosos. Dios te muestra un espejo y dice este monstruo eres tú.
Y cuando tú lloras de dolor al ver tu propia condición Dios te dice: ahora mírame
a mí. Porque cuando tú te miras a ti mismo, te frustras, cuando miras a los
demás, te decepcionas, pero cuando miras a Dios el te transforma.
¿Quién
es el que le da fe al creyente para creer?. El Espíritu Santo, claro.
Romanos,
10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
1º
Corintios, 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades
por el mismo Espíritu
Una
vez que te convence de pecado y te da la fe para salvarte y tú te arrepentiste
de tus pecados, El Espíritu Santo ya no te declara miserable, ya no te declara
pecador. Su siguiente declaración es: eres santo. Por eso el Espíritu Santo
también es llamado Espíritu de Santidad, porque cuando el Espíritu Santo viene
a morar en un creyente, lo santifica y lo aparta para Dios.
Romanos,
15:16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio
de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el
Espíritu Santo.
1º
Pedro, 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del
Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia
y paz os sean multiplicadas.
El Espíritu Santo habita en
los creyentes:
Juan,
14:17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no
le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros.
Romanos,
8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
1º
Corintios, 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?.
1º
Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,
el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues,
a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Fuiste
comprado y le perteneces a Dios.
Ezequiel,
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros;
y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de
carne. 36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
El Espíritu Santo sustenta y
da consuelo al creyente en los momentos de adversidad:
El
Espíritu Santo es llamado Consolador. ¿Qué hace el Consolador?. Consolar. ¿Y
que es consolar?. Aplacar el dolor, ante la adversidad y el sufrimiento. Te
acompaña y te da fuerzas para que puedas sobrellevar el sufrimiento. Esto
significa que no siempre Dios te va a evitar el dolor, pero si te va a
respaldar para que sobrelleves el dolor. Porque si tu sobrellevas tu dolor, al
final lo vencerás y estarás mas preparado. Sino ¿de qué puedes testificar tú si
nunca viviste nada, si nunca venciste una adversidad?.
Cuando
David peco contra Dios, mandando prácticamente a matar a Urias heteo (un solado
suyo), ordenando ponerlo en lo más álgido de la batalla (donde seguramente
moriría, como termino ocurriendo) solo para quedarse con su mujer Betsabé (que
termino siendo luego la madre de Salomón), lo que mas temió fue que Dios
retirara su Espíritu Santo de él (lo que hoy debiera temer más de un creyente).
Salmos,
51:11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Sansón
ni siquiera se dio cuenta que el Espíritu Santo se había retirado de él:
Jueces,
16:20 Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
Lo
peor que le puede pasar a un creyente es que, después de haber pecado y no
arrepentirse, el Espíritu Santo lo abandone. No hay mayor tragedia que esta, en
este mundo, para una persona.
Salmos,
51:12 Vuélveme el gozo de tu salvación.
Aquí
David le pidió a Dios que lo “salve de nuevo”.
El Espíritu Santo comunica
el amor de Dios:
¿Cómo
nos enteramos nosotros que Dios nos ama?. Por el Espíritu Santo.
Romanos,
5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
¿Quién
nos da a nosotros la capacidad de amar a Dios, amarnos a nosotros mismos y a
nuestro prójimo?. El Espíritu Santo. Por eso la Biblia dice que “el que no ama
a su hermano, no ha conocido a Dios”. Porque no puedo amar a un Dios que no
veo, cuando aborrezco a un prójimo que si puedo ver.
El Espíritu Santo ayuda a
orar al creyente:
El
problema del católico es que se siente indigno de Dios y en eso podemos llegar
a estar de acuerdo. ¿Cuál es la actitud del hombre cuando quiere acercarse a
una autoridad y sabe que no es digno de llegar a ella?. Llama a otro (una
autoridad inferior) y le pide que haga gestiones para que esa autoridad superior
le reciba. Pero nosotros ¿qué somos de Dios?. Somos hijos. Por eso la Palabra
de Dios dice que tenemos entrada libre hasta el Trono de la gracia, para
acercarnos confiadamente. Solo hay un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo,
que es Sumo Sacerdote:
Hebreos,
4:14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús
el Hijo de Dios 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia,
para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
No
necesitamos, por tanto, ni de la Virgen María, ni de Pedro o Pablo ni de ningún
otro.
Y
mientras el católico cree en lo que la Virgen puede hacer por él, nosotros
creemos en el Espíritu Santo:
Romanos,
8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. 8:27 Más el que
escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme
a la voluntad de Dios intercede por los santos.
El Espíritu Santo da
testimonio [nos da la seguridad] a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios:
Romanos,
8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios.
Gálatas,
4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su
Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! .
Dios
no solamente es nuestro Dios, sino que es nuestro Papá.
El Espíritu Santo sella a
los fieles para la redención:
Dice
la Biblia que el Señor conoce a los que son suyos. Al cielo, nadie se va a
meter de contrabando.
Efesios,
1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa,
Efesios,
4:30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.
“Contristar”
significa “provocar llanto amargo e impotencia”. El Espíritu Santo llora y se
entristece cuando el hombre le da la espalda y no se deja guiar por El.
El gozo es el fruto del Espíritu
Santo:
Romanos,
14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo
en el Espíritu Santo.
Alegría
no es gozo. Alegría puede sentir cualquiera y siempre es momentánea. El gozo y
la felicidad, en cambio, solo pueden ser
experimentados por aquellos que tienen a Dios en su corazón. El gozo y la
felicidad están por encima de cualquier circunstancia adversa. Por eso
Filipenses, 3:1 dice: “Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor”.
Después
de que Felipe evangelizo y bautizo a ese judío de raza negra (el eunuco), fue
arrebatado por el Espíritu Santo y el eunuco, dice la Palabra, siguió gozoso su
camino:
Hechos,
8:39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el
eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
Este
hombre había subido a Jerusalén para el Shavu’ot o Pentecostés o Fiesta de las
Semanas. Era un judío practicante. Sabía que 3 veces al año tenía que
presentarse en Jerusalén delante de Dios, para Pesaj (Pascua), Shavu’ot (Pentecostés)
y Sucot (Fiesta de los Tabernáculos o de la Cosecha).
Este
eunuco había subido a Jerusalén y volvía de la fiesta. Estaba leyendo el libro
de Isaías y no entendía nada. El Espíritu Santo le hablo a Felipe diciéndolo “acércate
a ese carro y explícale a ese hombre”. Después de que Felipe lo evangeliza y lo
bautiza, el Espíritu Santo arrebata a Felipe (no lo traslada al cielo sino a
otro lugar en la tierra) y la vida de este eunuco etíope cambio: la Biblia dice
que siguió gozoso su camino. El gozo está por encima del dolor. Es un
gozo (como lo fue para los apóstoles, que sufrieron persecución y hasta
martirio) sufrir y padecer por causa del Evangelio.
1º
Tesalonicenses, 1:6 Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del
Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del
Espíritu Santo,
En
el versículo anterior, Pablo habla de “gran tribulación” porque la iglesia
estaba siendo perseguida y masacrada. Aun así, Pablo los invita a atravesar esa
tribulación (persecución y muerte) con gozo en el Espíritu Santo.
El
gozo y la felicidad no son cosas que se puedan encontrar en la tierra. El gozo,
la felicidad y la paz (que sobrepasa todo entendimiento) solo puede venir de lo
Alto, por medio del Espíritu Santo.
Gálatas,
5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley.
El
“fruto” es “el resultado de” el Espíritu Santo en nuestra vida.
El Espíritu Santo vino para
hacer una obra en el corazón del creyente:
1º
Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues,
a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Nuestro
cuerpo de carne, hueso y sangre, no es otra cosa que un recipiente, lleno del Espíritu
Santo. El rey David lo dijo: “mi copa esta rebosando” (Salmos, 23:5). El estaba
lleno del Espíritu Santo. Nosotros somos vasos. Seamos, pues, vasos de honra,
para que Dios los use. Que nuestro cuerpo no sea para el adulterio, la
fornicación, la homosexualidad y demás. Este cuerpo no es nuestro. Fue
prestado, en principio al pecado y luego comprado a precio de sangre, que no es
otra sangre que la sangre del Señor Jesucristo derramada en la cruz del
calvario.
1º
Corintios, 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, 6:10 ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el
reino de Dios. 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados,
ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Todos
nosotros estábamos muertos en todos estos pecados. Pero hemos sido lavados y
santificados, es decir, limpios y declarados sagrados y hemos sido
también justificados, es decir, declarados inocentes. Éramos
culpables, ante Dios, de todos estos pecados pero, cuando nosotros aceptamos a
Jesucristo, quedamos absueltos porque la culpa recayó sobre El (el Justo
pagando por los pecadores). El es el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo.
Todo
esto fue hecho, como dice 1º Corintios, 6:11 “en el nombre del Señor Jesús, y
por el Espíritu de nuestro Dios.
El Espíritu Santo intervino
en el nacimiento del Mesías y también obro en su vida y ministerio:
El
mismísimo nacimiento de Jesús estuvo precedido de una obra del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo creo la vida. Dice la Biblia que el Espíritu Santo adorno los
cielos (Job, 26:13 Su espíritu adornó los cielos). Job también dice “tu Espíritu
me formo en el vientre de mi madre”.
Queda
claro que el Espíritu Santo no es una energía (una cosa) sino una persona (un alguien).
Los católicos han reemplazado al Espíritu Santo por la Virgen María. Ellos
creen que María intercede por los pecadores (“María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, los pecadores”). Pero esto es una barbaridad: el que realmente
intercede por nosotros, ante el Padre, es el Espíritu Santo, como dice Pablo,
con “gemidos indecibles”.
Jesucristo
dijo “el que pidiere algo al Padre en mi nombre será hecho”. Pero no se puede
pedir “cualquier cosa”. Tú no puedes pedir que le caiga una piedra a tu enemigo
en la cabeza y que lo mate. Es el Espíritu Santo el que nos ayuda a orar, el
que hace que perdonemos o que oremos por nuestros enemigos.
¿Quién
crees que te formo a ti en el vientre de tu madre?. El que nos formo a todos
nosotros, en lo profundo del vientre de nuestra madre, fue el Espíritu Santo.
Cada nacimiento es un milagro, por eso el aborto es un crimen.
Isaías,
66:9 Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar,
¿impediré el nacimiento? dice tu Dios.
Mateo,
1:18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con
José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 1:19
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla
secretamente.
Antes
que María y José tuvieran relaciones sexuales (antes que se juntasen), María
concibió del Espíritu Santo. José, que era un hombre justo, lo primero que
pensó fue que María había fornicado con otro hombre, antes de casarse con él.
Como no quiso difamarla, intento dejarla en secreto. Y no fue solo que no quiso
difamarla sino que, José tenía claro que, en cuanto denunciara el hecho, María
debía morir, dentro de las 24 horas de conocido el mismo, con “muerte por
lapidación” (apedreada). Esta era la pena para la mujer fornicaria y adultera. Pongámonos,
solo por un momento, en los “zapatos” de María. La tremenda presión que tuvo
que llevar. ¿Cómo iba a explicar, ella, ante sus padres y ante la sociedad,
esta situación?. Y este no era un hijo no deseado sino que era el “deseado por
la naciones y ampliamente profetizado por reyes y profetas”. María no tomo, por
suerte, la actitud que toman hoy muchas chicas, de ir a practicarse un aborto.
Si María hubiera tomado una decisión así hubiera abortado nada menos que al Mesías
y quedábamos todos absolutamente “fregados”.
Mateo,
1:20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y
le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo
que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
En
Lucas, vemos lo que el ángel Gabriel le anuncia a María:
Lucas,
1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser
que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
El
Espíritu Santo no solo obro en el nacimiento del Mesías. También obro en el
nacimiento de la mayoría de los patriarcas de Israel. Isaac, hijo de Abraham,
nació no solo de una mujer estéril (Sara) sino, ademas, de edad más que
avanzada. Jacob y Esaú, los hijos de Isaac, nacieron de una mujer estéril. Ana,
que también era estéril, dio a luz a Samuel. ¿Que le impide, entonces, a Dios
hacer nacer de una mujer virgen?. ¿Por qué iba a ser raro?. El es Dios y para
El no hay nada imposible. Si el nacimiento de los patriarcas fue sorprendente
¿cuanto más sorprendente tenía que ser el del Mesías?. Mucho más, sin dudas.
Y,
ademas, el AT ya había hablado de esto:
Isaías,
7:14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá,
y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
El Espíritu Santo obro en la
resurrección del Mesías:
Romanos,
1:3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David
según la carne, 1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
El
Espíritu Santo levanto a Jesucristo de entre los muertos.
Romanos,
8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora
en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
El Espíritu Santo tiene la
capacidad de trasladar los cuerpos de las personas:
Marcos,
1:12 Y luego el Espíritu le impulsó [a Jesús] al desierto.
Lucas,
4:1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el
Espíritu al desierto.
Hechos,
8:39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el
eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. 8:40 Pero Felipe se
encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades,
hasta que llegó a Cesárea.
1º
Reyes, 18:12 Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová
te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no
hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud.
A
los profetas los traslado en el tiempo. En el libro de Apocalipsis, llevo a
Juan al futuro. Juan dice: “vi un cielo y una tierra nuevas y el mar no existía
mas”. O sea: el Espíritu Santo no solo puede trasladar a una persona en el
espacio sino también en el tiempo. Por su parte y a diferencia del libro de
Apocalipsis, el libro de Génesis es un viaje el pasado. Moisés no estuvo
presente durante la Creación, pero la describe. Moisés viajo al pasado y Juan
viajo al futuro.
El Espíritu Santo levantara
a la iglesia en el arrebatamiento:
En
concordancia con lo anterior, será el Espíritu Santo el que levante a la
iglesia durante el rapto.
1º
Corintios, 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos
seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,
a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
1º
Tesalonicenses, 4:15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron. 4:16 Porque el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero. 4:17 Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor.
El Espíritu Santo es el
encargado de abrir los ojos de los siervos de Dios (para comprender la profecía
y el carácter sobrenatural de Dios):
Esteban,
antes de morir lapidado, vio como se abrían los cielos:
Hechos,
7:55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio
la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 7:56 y dijo:
He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de
Dios.
Otro
caso es el de la escalera de Jacob, cuando iba camino a reencontrarse con su
hermano Esaú:
Génesis,
28:11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había
puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó
en aquel lugar. 28:12 Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en
tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y
descendían por ella. 28:13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el
cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la
tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.
1º
Corintios, 2:9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni
oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha
preparado para los que le aman.
Dios
les revela cosas a sus siervos:
Jeremías,
33:2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para
afirmarla; Jehová es su nombre: 33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Y
lo hace por medio del Espíritu Santo:
1º
Corintios, 2:10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
Apocalipsis,
4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la
primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te
mostraré las cosas que sucederán después de estas.
El Espíritu Santo respalda
la predicación:
Efesios,
6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios;
El
Espíritu Santo combate contra los espíritus malignos, contra las doctrinas de
demonios. ¿Cómo vas a enfrentar tú la doctrina de los testigos de Jehová?. ¿O cómo
vas a enfrentar la doctrina falsa de los mormones?. ¿Cómo vas a enfrentar las
barbaridades y herejías que predican muchos falsos maestros y profetas?. La
Palabra de Dios es la espada. Cuando tú pronuncias la Palabra de Dios,
viviendo, claro está, rectamente ante los ojos de Dios, los poderes del mal
retroceden. Es el Espíritu Santo que, a través de la Palabra que tú pronuncias,
hace pedazos todo. Para combatir las doctrinas de demonios y a los apostatas,
el Espíritu Santo no utiliza ni tu intelecto ni tus conocimientos humanos, sino
la Palabra de Dios.
Hebreos,
4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 4:13
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas
las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta.
No
existen predicas “duras” sino que lo que abundan son formas de vivir “suaves”.
Juan,
6:59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. 6:60 Al oírlas,
muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede
oír? 6:61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de
esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 6:62 ¿Pues qué, si viereis al
Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 6:63 El espíritu es el
que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida. 6:64 Pero hay algunos de vosotros que no
creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían,
y quién le había de entregar. 6:65 Y dijo: Por eso os he dicho que
ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 6:66 Desde
entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con
él. 6:67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también
vosotros? 6:68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna.
Muchos
predicadores y pastores hoy se autoproclaman “apóstoles”. Del mismo modo que
hoy no hay “profetas” sino “personas con el don de profecía”, en la actualidad
tampoco hay “apóstoles”. Apóstoles fueron Pedro, Pablo, Juan. Hoy no hay apóstoles.
Hoy en día, muchos predicadores y pastores (aunque no todos) casi como que se
sienten ofendidos que le digan “simplemente pastor”. Pero Dios dijo de si mismo
que El era un pastor:
Juan,
10:11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas.
Salmos,
23:1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
No
obstante, queremos ser bien interpretados. No estamos diciendo, en absoluto,
que los dones de los apóstoles fueron sepultados con ellos. Esto no es así,
porque tales dones los otorga el Espíritu Santo (como quiere y a quien quiere)
y son para la iglesia “en todos los tiempos”. Lo mismo ocurre con el don de
profecía, como uno de los 9 dones del espíritu. Continúa y continuara habiendo
personas con el don de profecía, pero no profetas.
El
Espíritu Santo sigue hablando en estos tiempos:
Joel,
2:28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne [judíos y
gentiles], y profetizarán [predicaran] vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 2:29
Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en
aquellos días.
Isaías,
59:21 Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está
sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la
boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde
ahora y para siempre.
Si
tú amas y sirves a Dios, Dios te garantiza que tu familia también lo amara y lo
servirá, por generaciones, predicando la Palabra, hasta que suene la trompeta.
Este es el plan de Dios para ti y tu familia, tus hijos y los hijos de tus
hijos. Por otra parte, el versículo anterior, arranca con la frase “y este será
mi pacto”. Esto quiere decir que es Dios el que pacta con el hombre y no al
revés. Hoy en día se estila hacer pactos con Dios, poniendo plata, normalmente
a cambio de prosperidad. El hombre no puede pactar con Dios por la sencilla
razón de que no se encuentra en igualdad de condiciones. El que pacta es Dios y
el último pacto que hizo con el hombre es el Nuevo Pacto a través de
Jesucristo, su Hijo, en el NT. El hombre nada puede darle a Dios, porque todo
es de Él:
Salmos,
50:12 Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y
su plenitud.
El Espíritu Santo une a las
personas para servir a Dios en el ministerio:
Isaías,
34:16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno
faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo
Espíritu.
Esto
también sirve para los casados. El Espíritu Santo te unirá con la/el que será
tu esposa/o.
Efesios,
4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
Todo
esto se refiere a la unidad siempre en torno a la verdad. Solo así la unidad
será propiciada por El Espíritu Santo. No se refiere a la unidad a “cualquier
precio”. Es mejor estar separados por la verdad que unidos por la mentira.
Si
no, Jesucristo no hubiera dicho esto:
Mateo,
10:34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido
para traer paz, sino espada. 10:35 Porque he venido para poner en disensión
al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su
suegra; 10:36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.
El Espíritu Santo espera a Jesús:
Apocalipsis,
22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.
En
el versículo anterior, la palabra “Espíritu” esta con mayúscula y se refiere al
Espíritu Santo. La palabra Esposa se refiere a la iglesia. El Espíritu Santo
espera el arrebatamiento de la iglesia. Así como Rebeca fue preparada por Eliezer
(criado de Abraham, por encargo de este) para ser presentada a Isaac (hijo de
Abraham), el Espíritu Santo está ansioso por presentarle la iglesia (la Esposa)
al Cordero. Lo que paso con Isaac y Rebeca fue “una sombra de lo que había de
venir”: Abraham representa a Dios Padre e Isaac a Dios Hijo (Jesucristo).
Eliezer es el Espíritu Santo que prepara la novia Rebeca (la iglesia) para ser
presentada a Isaac (Jesucristo). Es el Espíritu Santo el que prepara a la
iglesia. Es el Espíritu Santo el que le dice al Hijo de Dios: Ven. Y toda
persona que tenga al Espíritu Santo (en versículo anterior es “el que oye”),
también dirá: Ven. En cambio, el que no tiene la llenura del Espíritu Santo no
quiere que Jesucristo venga.
El Espíritu Santo guía al
pueblo de Dios en la adoración perfecta:
El
Espíritu Santo dirige la alabanza y la adoración y une los corazones para
adorar al Rey.
Juan,
4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren.
La
verdadera adoración es producto del Espíritu Santo que lleva a todo un pueblo,
como un rio, a un objetivo común: acercarse al Trono de la Gracia, para
cantarle, bendecirlo, adorarle y magnificarle, para reconocer su grandeza, señorío
y poderío absoluto.
El bautismo del Espíritu
Santo:
La
mayoría de los cristianos ha recibido el bautismo en agua. Paso con los
discípulos de la ciudad de Corinto. Ellos se habían bautizado en agua (en el
“bautismo de Juan”), pero no habían oído hablar del Espíritu Santo:
Hechos,
19:1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de
recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos
discípulos, 19:2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando
creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu
Santo. 19:3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos
dijeron: En el bautismo de Juan. 19:4 Dijo Pablo: Juan bautizó con
bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que
vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. 19:5 Cuando oyeron esto,
fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 19:6 Y habiéndoles
impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en
lenguas, y profetizaban.
Esto
también pasa en nuestros días y es producto del desconocimiento que hay
respecto al Espíritu Santo de Dios.
Los profetas anunciaron que
el Espíritu Santo vendría al ser humano:
Proverbios,
1:23 Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre
vosotros, Y os haré saber mis palabras.
¿Por
qué muchos abren la Biblia y no entienden nada y les da sueño?. Porque no
tienen al Espíritu Santo. Debe orarse a Dios para que, a través de su
Santo Espíritu, nos de entendimiento y
la capacidad para entender su voluntad que está en su Palabra.
Isaías,
44:2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual
te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo
escogí. 44:3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre
la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición
sobre tus renuevos;
El
sequedal y la tierra árida somos nosotros, porque venimos de la tierra, del
polvo. El Espíritu Santo iba a venir al ser humano. Estaba escrito.
Ezequiel,
11:19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos;
y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón
de carne,
Ezequiel,
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de
carne. 36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra.
Jesucristo
mismo anuncio, antes de ser glorificado (de morir en la cruz y resucitar) que
en el corazón de los que creyesen en El vendría el Espíritu Santo corriendo
como ríos de agua viva:
Juan,
7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán
ríos de agua viva. 7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado.
El Espíritu Santo vino para
darle poder a la iglesia:
Marcos,
1:4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento
para perdón de pecados. 1:5 Y salían a él toda la provincia de Judea, y
todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando
sus pecados. 1:6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un
cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel
silvestre. 1:7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso
que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su
calzado. 1:8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os
bautizará con Espíritu Santo.
La
palabra “bautismo” viene del hebreo “mitzvaeh” y significa “purificar mediante
sumersión”. Juan el Bautista era “Juan el Purificador”. El bautismo no debe ser
arrojando agua sobre la cabeza, como hacen los católicos con los bebes. Dicho
sea de paso, tales bebes están más puros que cualquiera de nosotros. De los
niños es el reino de los cielos. ¿Cómo, entonces, pueden bautizar niños?. El
bautismo tiene que ser por inmersión y a una edad en la que pueda detectarse
“convicción de pecado”, es decir, que la persona que está siendo bautizada
conozca la diferencia entre el bien y el mal y reconozca que es un pecador.
Juan, dijo “yo los he bautizado con agua, pero El (el Mesías, claro) los
bautizara con Espíritu Santo”.
En
Lucas se agrega el “fuego” (Espíritu Santo y fuego):
Lucas,
3:16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero
viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su
calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Tú
tienes que anhelar el bautismo en el Espíritu Santo. Y una de las razones de la
tibieza que hoy encontramos en la iglesia es esa. Podemos entender a los
testigos de Jehová, que creen que el Espíritu Santo es una fuerza (dicho sea de
paso, los testigos de Jehová son solamente “testigos”: ellos “miran pero no
heredan”; los que heredamos somos nosotros, que somos “hijos y herederos”).
Podemos entender a los católicos que creen que la Virgen María intercede por
ellos, suplantando, de este modo, al Espíritu Santo. Pero lo más terrible y
triste es que, aun dentro de la iglesia protestante evangélica, hay mucha gente
que no conoce al Espíritu Santo.
Tenemos
que volver a darle al Espíritu Santo el lugar que Dios le dio. Y Dios puso al
Espíritu Santo para dirigir la iglesia. El que manda dentro de la iglesia es el
Espíritu Santo y no el pastor o predicador. Es el Espíritu Santo el que manda,
el que decide “tocar” a una persona a través de los predicadores y pastores y no
estos cuando dicen “Señor toca a tal o a cual”.
Juan,
20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el
Padre, así también yo os envío. 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Esto
nos recuerda cuando, en Génesis, Dios crea al hombre y le da vida:
Génesis,
2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en
su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Jesús
hizo lo mismo que el Padre cuando creo a Adán y Eva.
Hechos,
1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Tito,
3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo, 3:6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo
nuestro Salvador.
El Mesías recibió el Espíritu
Santo:
Isaías,
61:1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me
ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados
de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la
cárcel; 61:2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día
de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;
Jesucristo
se aplico a si mismo esta profecía de Isaías, 61:1:
Lucas,
4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se le dio
el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde
estaba escrito: 4:18 El Espíritu del Señor está sobre
mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 4:19 A predicar el año agradable del Señor. 4:20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 4:21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Isaías,
42:1 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene
contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.
Cuando
Jesús fue bautizado por el Juan el Bautista, el Padre hablo desde los cielos:
Mateo,
3:17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia [o contentamiento, que es lo mismo, cumpliendo la profecía
de Isaías, 42:1].
Mateo,
3:16 Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos
le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él.
El
propio Juan el Bautista dios testimonio de lo ocurrido:
Juan,
1:32 También dio Juan [el Bautista] testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que
descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 1:33 Y yo no le
conocía; pero el que me envió a bautizar con agua [el Padre], aquél me dijo:
Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo. 1:34 Y yo le vi, y he dado testimonio de
que éste es el Hijo de Dios.
Jesús
mando bautizar en el Espíritu Santo:
Mateo,
28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo;
El
versículo anterior habla de “hacer discípulos” (no de llenar edificios). Hoy
hay mega iglesias con miles de miembros, pero la gente no es discipulada por la
Palabra. Se trata de llenar el cielo (no los edificios) y el cielo se llena con
discípulos. Y los discípulos saben quién es su Señor, quieren ser como Él y
hacer lo que El dice. Imitarlo. El discípulo es el que deja de hacer lo que
antes hacía para empezar a hacer lo que debe hacer. El que quiere, en
definitiva, hacer lo que su Maestro le enseña. No es llenar el templo. No se
trata de cantidad, porque si fuera por multitudes entonces los musulmanes (el
Islam es la religión que más crece en el mundo) deberían ser el verdadero
pueblo de Dios (y no lo son). Se trata de llenar el cielo y el cielo se llena
con santos.
Romanos,
8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de él.
2º
Corintios, 3:17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad.
Pero
¿cómo recibir el Espíritu Santo?. La respuesta está en la carta a los Gálatas:
Gálatas,
3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras
de la ley, o por el oír con fe?.
Se
recibe por la fe, claro.
2º
Corintios, 3:16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
Lo
anterior es de importancia capital, porque solo cuando se conviertan al Señor
[se arrepientan y pidan perdón a Dios] el velo se les quitara y no al revés (el
velo se les quitara para que puedan creer). Los que no creen en Jesucristo
tienen un velo espiritual que los mantiene ciegos. Pablo lo explica en 2º
Corintios, 4:3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden está encubierto; 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Nadie puede llamar “Señor” a
Jesús si no es por el Espíritu Santo:
1º
Corintios, 12:3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de
Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el
Espíritu Santo.
Este
versículo se divide en dos partes:
[1]
Nadie, que realmente tenga al Espíritu Santo, puede maldecir a Jesús; y
[2]
nadie puede decirle “Señor” a Jesús si no es por el Espiritu Santo;
La
primera parte casi no admite discusiones. En cuanto a la segunda, no significa
que si no se tiene al Espíritu Santo no se le pueda llamar Señor sino que, si
no se tiene al Espíritu Santo, llamar Señor a Jesús queda en mera palabrería
que no será tenida en cuenta.
Por
eso Jesucristo dijo:
Mateo,
7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
De
donde se desprende que solo tienen al Espíritu Santo los que hacen la voluntad
del Padre.
El Espíritu Santo fue
prometido a la iglesia:
Lucas,
24:49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder
desde lo alto.
Juan,
14:26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.
Juan,
15:26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de
mí.
El
Consolador es el que aplaca el dolor en medio del sufrimiento.
Hechos,
2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo. 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros
hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare.
Jesucristo
murió para salvarnos de 3 cosas:
[1]
De la paga del pecado, que es la muerte;
[2]
Del poder del pecado, que es destruir a la persona en esta vida y en la
venidera (en el infierno primero y en el lago de fuego después); y
[3]
De la presencia del pecado (cuando seamos arrebatados, seremos liberados de la
presencia del pecado);
1º
Corintios, 12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu.
Efesios,
4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz; 4:4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una
misma esperanza de vuestra vocación; 4:5 un Señor, una fe, un
bautismo, 4:6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos, y en todos.
Gálatas,
3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 3:27 porque
todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
¿Cómo
se puede recibir el Espíritu Santo?.
Lucas,
11:13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se
lo pidan?.
El
Espíritu Santo también se recibe por la oración de los siervos de Dios a favor
de alguien:
Hechos,
8:15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el
Espíritu Santo; 8:16 porque aún no había descendido sobre ninguno de
ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de
Jesús. 8:17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu
Santo.
Necesitamos
el Espíritu Santo, porque sin El nada podemos hacer:
Zacarías,
4:6 No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos.
El
Espíritu Santo va a descender y se va a manifestar en las 7 formas bíblicas en
que tiene que hacerlo:
Isaías,
11:1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.
11:2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de
temor de Jehová.
La
“vara del tronco de Isaí [padre del rey David]” es el Mesías. El Mesías
desciende del linaje de David y sobre el reposan 7 espíritus:
[1]
El Espíritu de Jehová (el Espíritu Santo);
[2]
Espíritu de sabiduría;
[3]
Espíritu de inteligencia;
[4]
Espíritu de consejo;
[5]
Espíritu de poder;
[6]
Espíritu de conocimiento; y
[7]
Espíritu de temor de Jehová;
El
libro de Apocalipsis también habla de los 7 espíritus de Dios:
Apocalipsis,
4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían
siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.
El
versículo anterior habla del candelabro de oro de 7 brazos: la Menorah.
La gravedad de pecar contra
le Espíritu Santo:
Hay
12 maneras o formas de pecar contra el Espíritu Santo:
[1] La blasfemia contra el Espíritu
Santo:
Mateo,
12:31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los
hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 12:32 A
cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni
en este siglo ni en el venidero.
Marcos,
3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás
perdón, sino que es reo de juicio eterno. 3:30 Porque ellos habían dicho:
Tiene espíritu inmundo.
¿Qué
es blasfemar contra el Espíritu Santo?.
1ª forma de blasfemia: Jesús había terminado de
expulsar demonios de un hombre y vienen los Fariseos, llenos de envidia, y le
dicen: “en el nombre (por el poder) del diablo (Belcebú) has echado fuera los
demonios”. Y esta es la primera manera
de blasfemar contra el Espíritu Santo: atribuirle al diablo la gloria que le
pertenece a Dios. Atribuirle el poder de Dios al diablo es un pecado terrible e
imperdonable (Marcos, 3:30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo).
2ª Forma de blasfemia: Se va a dar luego del
arrebatamiento de la iglesia, durante la gran tribulación, en pleno gobierno
del anticristo y es dejarse colocar la “marca de la bestia”.
Apocalipsis,
13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y
esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la
frente; 13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese
la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. 13:18 Aquí
hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues
es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
Apocalipsis,
14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la
bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 14:10
él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el
cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos
ángeles y del Cordero; 14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos
de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia
y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
Apocalipsis,
16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y
derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. 16:2 Fue el
primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y
pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban
su imagen.
En
resumen, adorar al diablo, al anticristo (dejarse marcar con la marca de la
bestia es una forma de adorarlo), no tendrá perdón de Dios. Pero ¿cómo
conciliamos esto con muchos testimonios actuales de siervos de Satanás
(adoradores, en suma) arrepentidos que se han volcado a Dios?. Porque hoy, aparentemente,
estos ex satanistas son perdonados y los que adoren al diablo durante el
periodo del Apocalipsis no lo serán?. Muy sencillo. Hoy son perdonados porque
todavía estamos bajo la gracia. La gracia nació con la iglesia (en la cruz) y
terminara con el rapto. Luego de este evento, la iglesia ya no estará presente
en la tierra, ni tampoco la gracia. Beneficios como la salvación por gracia por
medio de la fe (Efesios, 2:8-9) o el rapto (1 Corintios, 15:51-52, 2
Tesalonicenses, 4:15-17) son exclusivos de la iglesia. No estuvieron
disponibles (tales beneficios) ni en el AT ni tampoco lo estarán después de que
la iglesia sea raptada.
[2] Desafiar, tentar o
mentir al Espíritu Santo:
Hechos,
5:1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una
heredad, 5:2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y
trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 5:3 Y dijo
Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 5:4
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por
qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5:5
Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos
los que lo oyeron. 5:6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y
sacándolo, lo sepultaron. 5:7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió
que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 5:8 Entonces
Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en
tanto. 5:9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu
del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu
marido, y te sacarán a ti. 5:10 Al instante ella cayó a los pies de él, y
expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la
sepultaron junto a su marido.
Ananías
y Safira era un matrimonio dentro de la iglesia y se habían comprometido a vender
una heredad y a entregar todo su precio a la iglesia. Pero luego
decidieron sustraer una parte. Pedro los puso en evidencia y ambos cayeron
muertos, porque desafiaron (tentaron) al Espíritu Santo.
[3] Contristar al Espíritu
Santo:
Efesios,
4:30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención. 4:31 Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
El
Espíritu Santo esta triste porque ha sido menospreciado, abandonado, relegado y
desobedecido. El verdadero significado de la palabra “contristar” es “provocar
llanto e impotencia”. El Espíritu Santo se entristece cuando la iglesia rechaza
su guía. La tristeza del Espíritu Santo es ver a un pueblo que lo ignora y que
le da la espalda.
[4] Enojar al Espíritu
Santo:
Isaías,
63:10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu;
por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.
¿El
Espíritu Santo, en lugar de ser el Consolador, el Amigo, el Consejero, el
Ayudador y la Guía, peleando contra la iglesia?. Si. De Consolador, el Espíritu
Santo puede transformarse en nuestro peor enemigo, si lo provocamos, lo
desafiamos y los desobedecemos. El libro de Apocalipsis contiene un buen número
de veces la frase “el que tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice a la
iglesia”. El Espíritu Santo nos habla. ¿Lo estamos escuchando?.
[5] Comercializar con los
dones del Espíritu Santo:
Hechos,
8:17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. 8:18
Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el
Espíritu Santo, les ofreció dinero, 8:19 diciendo: Dadme también a mí este
poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu
Santo. 8:20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has
pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. 8:21 No tienes tú parte
ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 8:22
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea
perdonado el pensamiento de tu corazón; 8:23 porque en hiel de amargura y
en prisión de maldad veo que estás. 8:24 Respondiendo entonces Simón,
dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho
venga sobre mí.
Simón
el mago les ofreció plata a los apóstoles, diciendo “yo también quiero ese
poder”. En respuesta, el apóstol Pedro se lleno de ira, la misma ira de
Jesucristo cuando echo a latigazos a los mercaderes y cambistas de la puerta
del templo. La respuesta de Pedro es magnífica: tu dinero perezca contigo,
porque has pensado que el don de Dios (que en realidad es un regalo) se puede
comprar con dinero, como si fuera una mercancía.
[6] Ofender al Espíritu
Santo:
Hebreos,
10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 10:30 Pues conocemos al que
dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor
juzgará a su pueblo. 10:31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!.
[7] Despreciar los avisos del
Espíritu Santo es provocarlo:
Nehemías,
9:30 Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por
medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano
de los pueblos de la tierra.
[8] Resistir al Espíritu
Santo:
Hechos,
7:51 ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.
[9] Endurecer el corazón:
Zacarías,
7:12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras
que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas
primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.
[10] Apagar al Espíritu
Santo:
La
Biblia compara al Espíritu Santo con viento, con agua y con aceite. Pero
también con fuego.
1º
Tesalonicenses, 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios
para con vosotros en Cristo Jesús. 5:19 No apaguéis al Espíritu. 5:20
No menospreciéis las profecías. 5:21 Examinadlo todo; retened lo
bueno. 5:22 Absteneos de toda especie de mal.
La
primera recomendación de Pablo es “dar gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios”, es decir, mas allá de la circunstancias, de cómo te vaya
(bien o mal), debes dar gracias a Dios en todo, porque así lo quiere Dios y
porque “a los hijos de Dios todas las cosas les ayudan a bien”, es decir, Dios
va a transformar las cosas malas que te pasen en una bendición. Recuerda a Balaán,
cuando fue contratado para maldecir a Israel pero lo termino bendiciendo. O
recuerda a José, a quien sus hermanos vendieron como esclavo a Egipto y luego
eso termino siendo la posibilidad para Israel de seguir existiendo como nación.
El diablo va a atacar todas las dimensiones de tu vida. Incluso atacara tu
reputación. Pero tú no debes preocuparte por tu reputación sino por tu
testimonio. Tu reputación es lo que los hombres piensan de ti, pero tu
testimonio es lo que Dios piensa acerca de ti, que es lo que, en definitiva,
debe importarte.
Recuerda:
Mateo, 5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Lo
importante es que lo mal que hablen de ti sea mentira.
Lo
segundo que recomienda Pablo es no apagar el Espíritu, con mayúscula, de
modo que se refiere al Espíritu Santo.
Jeremías
intento apagar ese fuego y no pudo:
Jeremías,
20:7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me
venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 20:8
Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la
palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 20:9 Y
dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había
en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y
no pude.
[11] No oír lo que el Espíritu
Santo dice a la iglesia:
Apocalipsis,
2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Salmos,
46:10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios;
[12] Olvidar que el Espíritu
Santo siempre está a nuestro lado:
El
Espíritu Santo es nuestra sombra a nuestra mano derecha.
Salmos,
139:7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 139:8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol [infierno]
hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Los dones del Espíritu
Santo:
La
palabra “don” significa “regalo” u “obsequio” y es precisamente lo que el
Espíritu Santo vino a hacer a nuestra vida. Dios, conocedor de las dificultades
que acarrea servirle y de las luchas espirituales que con ello se desatan
(Jesucristo no dijo “seguidme y os mostrare lo bien que os va” sino que dijo
“en el mundo tendréis aflicción”), calculo que la iglesia necesitaría el
respaldo de un Consolador.
Jesucristo
dijo: les conviene que yo me vaya, porque si no me fuere el otro Consolador no
vendría (la promesa del Padre). Y la promesa se cumplió 50 días después de su
ascensión a los cielos en la fiesta de Shavu’ot o de las Semanas o Pentecostés:
el Espíritu Santo descendió “como un viento recio” y los discípulos comenzaron
a hablar en lenguas y a partir de ahí, los dones del Espíritu Santo empezaron a
trabajar en la madurez y el enriquecimiento doctrinal de los creyentes.
Muchos
eruditos sostienen que los dones del Espíritu “murieron” con los apóstoles, es
decir, que solo estuvieron “activados” durante el tiempo en que estuvieron los
apóstoles en la tierra y, a lo sumo, durante la iglesia primitiva. Pero esto es
una falsedad. El Espíritu Santo ha sido enviado para guiar a la iglesia “en
todo tiempo”.
Por
otra parte, quienes creen que los dones del Espíritu Santo “murieron con los
apóstoles”, tienen problemas para explicar estas palabras de Jesucristo:
Marcos,
16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán.
Jesucristo
dijo “esta señales seguirán a los que creen” y no solamente a los
apóstoles. Y dos de estas señales son dones del Espíritu Santo: hablar nuevas
lenguas (don de lenguas) y sanar enfermos (don de sanidad).
Los
dones del Espíritu Santo son, como se dijo, un regalo de Dios y la iglesia que
los rechaza se condena a una muerte espiritual prematura. Un predicador o
pastor que no tiene los dones del Espíritu Santo, que no tiene el fuego del
Espíritu Santo, es una momia predicando.
Muchas
iglesias ultra conservadoras (aun siendo evangélico-protestantes) miran con
desconfianza a la iglesia pentecostal, diciendo que los dones que se observan
en estas no provienen de Dios. Los creyentes de esas iglesias conservadoras
entran, entonces, en una lucha espiritual.
Los
dones del Espíritu Santo no deben ser descuidados:
1º
Timoteo, 4:14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado
mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.
2º
Timoteo, 1:6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que
está en ti por la imposición de mis manos. 1:7 Porque no nos ha dado
Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Una
persona que no deja fluir los dones del Espíritu Santo, empieza a languidecer
espiritualmente y comienza a vivir una vida en la carne, acarreándose la muerte
espiritual. Y los que viven conforme a la carne, no pueden agradar a Dios.
Estamos en una guerra sin cuartel no solo contra Satanás y sus demonios sino
contra nuestra propia naturaleza pecaminosa y si no dejamos obrar el Espíritu
Santo perderemos la batalla. Sin el Espíritu Santo es imposible que hagamos la
voluntad de Dios.
1º
Corintios, 12:1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones
espirituales.
Los
dones del Espíritu Santo están descriptos en:
1º
Corintios, 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a
otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 12:9 a otro, fe por el mismo
Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 12:10 A
otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus;
a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de
lenguas. 12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
La
Biblia describe que el Espíritu Santo otorga 9 regalos, divididos en 3
categorías.
[1]
Dones de habla:
[a]
Don de lenguas;
[b]
Don de interpretación de lenguas; y
[c]
Don de profecía;
[2]
Dones de revelación o de manifestación de la voluntad de Dios:
[a]
Don de palabra de ciencia;
[b]
Don de palabra de conocimiento o sabiduría; y
[c]
Don de discernimiento de espíritus;
[3]
Dones de acción o de habilidad:
[a]
Don de fe;
[b]
Don de sanidad; y
[c]
Don de milagros;
El don de lenguas:
Antes
que nada debemos poner énfasis en lo siguiente:
1º
Corintios, 12:11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo
a cada uno en particular como él quiere.
Mucha
gente se ha apartado del Evangelio totalmente frustrada, porque han ayunado y orado
para recibir el don de lenguas, pero Dios no les dio el don de lenguas y se
enojaron con Dios, diciendo “Dios no nos escucha”. Quienes así piensan se han
olvidado que el Espíritu Santo reparte los dones como él quiere y a quien
quiere (1º Corintios, 12:11). Por ahí tú no has recibido el don de lenguas pero
si el don de sanidad y todavía no lo has descubierto. O quizás tienes el don de
la liberación (de demonios) o el don de discernimiento de espíritus (demonios).
O tal vez tienes el don de interpretación de lenguas (no el don de hablarlas pero
si de interpretarlas) o el don de hacer milagros o el don de fe, palabra de
ciencia o palabra de sabiduría y conocimiento sobrenatural de Dios. Hay 9 dones
del Espíritu Santo y no siempre tú terminaras hablando en lenguas. Mucha gente
se ha apartado del Evangelio por esto, porque les han dicho que si no hablan en
lenguas entonces no tienen al Espíritu Santo.
Dentro
del catolicismo romano, hay una corriente denominada carismática. Ellos, como
católicos, siguen sujetos al Papa de Roma y practican la idolatría a su máximo
nivel pero, a diferencia del resto de los católicos, hablan en lenguas. Pero ¿provienen
estas lenguas del Espíritu Santo?. Claro que no. Son del diablo, porque el
diablo aborrece a Dios pero lo imita en todo. Esto es así porque los demonios
conocen las lenguas angelicales. Después de todo ellos también son ángeles,
caídos, pero ángeles al fin, ángeles del mal, porque sirven a Satanás. Y esto
no solo ocurre dentro del catolicismo romano carismático sino también en la
iglesia protestante (evangélica).
Pero
el versículo anterior es claro: el Espíritu Santo “reparte a cada uno en
particular como El quiere”. Tal vez tú no hablas en lenguas pero tienes el don
de sanidad. El Espíritu Santo se manifiesta en una persona como El quiere.
1º
Corintios, 12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a
otro, interpretación de lenguas.
El
don de lenguas es un don variado. Puede tratarse de leguas humanas o
angelicales.
Hay
tres tipos de don de lenguas:
[1]
El don de lenguas terrenal (aquí la persona empieza a hablar en otro idioma);
[2]
El don de lenguas angelicales (los ángeles - incluidos los demonios - tienen sus propios idiomas); y
[3]
El don de lenguas del espíritu o espirituales;
1º
Corintios, 13:1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
El
plural para referirse a las “lenguas humanas” no llama la atención porque todos
sabemos que existen muchos idiomas hablados en el mundo. Si llama la atención
que se refiera a las “lenguas angélicas” en plural, porque esto significa,
entonces, que los ángeles se comunican en más de un idioma también. O sea: en
el cielo se habla más de un idioma (lenguas celestiales).
¿Qué
es lo que la Biblia nos aconseja hacer con el don de lenguas?.
1º
Corintios, 14:2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a
Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.
Hay
personas que, cuando hablan en lenguas, hablan un idioma que ellos no conocen
pero Dios si lo entiende. El don de lenguas puede ser dirigido a Dios pero
también hay momentos en que puede ser dirigido a la iglesia y aquí si se
entiende. Hay dones de lenguas que nos comunican directo con Dios pero hay
dones de lenguas que, como en Pentecostés, la gente si los entiende. En
Pentecostés se hablo en lenguas y la gente entendió. Pero hay momentos en que tú
estás en tu habitación orando en lenguas y ningún humano te entendería porque
estas hablándole a Dios, directamente. Clama a mi dice Dios (en Jeremías, 33).
¿Y cómo vas a clamar?. En lenguas. Si tú tienes el don de lenguas, clama a
Dios.
1º
Corintios, 14:5 Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas,
pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla
en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba
edificación.
Pablo
quería que todos hablaran en lenguas, pero eso no significaba ni significa que
se dé. Y hay gente que habla en lenguas más que otra:
1º
Corintios, 14:18 Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros;
El
don de lenguas es un don de bendición, es un don que vino a fortalecer la
comunicación entre el creyente y Dios. Pero a veces sucede que en las iglesias
20 o 30 personas comienzan un griterío descontrolado, todo el mundo hablando en
lenguas, armándose un desorden campal. Es por eso que Pablo, “en la iglesia”,
prefiere hablar con entendimiento:
1º
Corintios, 14:19 pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en
lengua desconocida.
1º
Corintios, 14:39 Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el
hablar lenguas; 14:40 pero hágase todo decentemente y con orden.
Las
lenguas del Espíritu Santo son dulces y afables al oído. Pero cuando un demonio
habla en lenguas (porque ellos también son ángeles) es un lenguaje brusco y
agresivo. Son sonidos horribles.
¿Para
qué sirven los dones de lenguas del Espíritu Santo?.
[1]
Lenguas devocionales, cuyo propósito es edificar a la persona que ora en
lenguas y comunicarla directamente con Dios; por eso Pablo dice que el que
habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios (1º Corintios, 14:2);
[2]
Lenguas usadas en complementación con el don de interpretación de lenguas, que
es para edificación de la iglesia; aquí ya no es devocional sino que, alguien
interpreta la lengua hablada (la misma persona u otra) y se transmite el
mensaje a la iglesia toda;
Pautas para usar el don de
lenguas:
[+]
Hacerlo por amor:
1º
Corintios, 13:1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe;
[+]
Debe usarse en complementación con el don de interpretación:
1º
Corintios, 14:5 Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero
más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en
lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.
14:6 Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os
aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o
con doctrina? 14:13 Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en
oración poder interpretarla;
Cuando
el don de lenguas fluye junto con el don de interpretación, la que se edifica
[alienta, fortalece] es la congregación. Los dones espirituales siempre son
para edificación de la iglesia y no para que unos hermanos sobresalgan sobre
otros o se crean más santos. Los dones espirituales no son para menospreciar a
tu hermano.
[+]
Cantidad de personas que pueden hablar en lenguas en una congregación:
¿Cuántas
personas pueden hablar en lenguas en un culto?. ¿100, 200, 300?.
1º
Corintios, 14:27 Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo
más tres, y por turno; y uno interprete;
Como
puede verse, la Biblia misma reglamenta cómo funciona el don de lenguas porque
1º Corintios, 14:33 Dios no es Dios de confusión, sino de paz.
El don de interpretación de
lenguas:
1
Corintios, 12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación
de lenguas.
¿Qué
quiere decir interpretación de lenguas?.
No
es la traducción lingüística de un idioma como haría cualquier traductor
(humano o software). Es un don que acompaña al don de hablar en lenguas y
trabaja en conjunción con él. El don de interpretación de lenguas es, más bien,
la capacitación sobrenatural, dada por el Espíritu Santo, para entender, a
“grosso modo” y no palabra por palabra, lo que está hablando quien habla en
lenguas. El don de interpretación de lenguas captura a “grosso modo” lo que
está diciendo Dios. No se traduce palabra por palabra sino que se pone énfasis
en el objetivo del mensaje. El interprete no entiende “palabra por palabra” la
lengua en la que se está hablando. Sin embargo, como es una obra del Espíritu
Santo, algo sobrenatural, es una capacitación para transmitirle al resto el
sentido del mensaje. Es algo milagroso. Por ejemplo, alguien comienza a hablar
en una lengua humana para el desconocida. Supongamos, chino. El intérprete, sin
saber chino, puede entender lo que la persona está diciendo y transmitir al
resto el mensaje diciendo, hermanos “así ha dicho el Señor” y el mensaje es tan
contundente que todo el mundo reconoce que es Dios quien está hablando.
¿Cómo
funciona el don de interpretación de lenguas?.
Hechos,
2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2:2
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba,
el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 2:3 y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos. 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 2:5 Moraban
entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el
cielo. 2:6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban
confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 2:7 Y
estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos
que hablan? 2:8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra
lengua en la que hemos nacido? 2:9 Partos, medos, elamitas, y los que
habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en
Asia, 2:10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más
allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como
prosélitos, 2:11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas
las maravillas de Dios.
¿Qué
hablaban?. Las maravillas de Dios. En Pentecostés, las lenguas fueron lenguas
humanas. Los 11 discípulos (Judas ya se había ahorcado) comenzaron a hablar en
varios idiomas al mismo tiempo. La personas que estaba afuera de la casa donde
estaban los apóstoles, estaban atónitas de cómo “estos galileos” hablaban en
sus idiomas. De acuerdo a los versículos anteriores, los discípulos hablaron,
al menos, 15 idiomas distintos.
1º
Corintios, 14:27 dice: Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a
lo más tres, y por turno; y uno interprete.
Pero
¿qué pasa si no hay interprete?.
1º
Corintios, 14:28 Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable
para sí mismo y para Dios.
Esto
significa que, si no hay interprete, quien habla en lenguas debe hablar para sí
mismo sin que nadie lo escuche.
El don de profecía:
Profetizar
no significa exclusivamente hablar sobre el futuro. Profetizar, básicamente,
significa proclamar Palabra de Dios, predicar y la prédica puede referirse al pasado,
al presente o al futuro.
Hay
predicadores que dicen “yo declaro, yo decreto, yo profetizo”. El que habla en
nombre propio, su propia gloria busca y no la de Dios. Más bien habrá que decir
“el Señor dice”.
1º
Corintios, 14:29 Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.
Hay
que juzgar, hay que analizar. No se puede decir “amén” a cualquier cosa. ¿Qué
hay que juzgar o analizar?. Si es de Dios o no.
Este
don de profecía ha fluido con fuerza en la iglesia desde los primeros siglos.
Ha sido de gran bendición y lo es todavía. Pero en este tiempo no existen
profetas. Es necesario hacer una distinción entre “profetas” y “personas con el
don de profecía”. El don de profecía sigue existiendo hoy en día como uno de
los 9 dones del Espíritu Santo, porque estos dones fueron y son para la iglesia
“en todo tiempo”. Lo que no existe hoy son profetas. Los profetas fueron
Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Elías, Eliseo. También hubo profetas
menores que estos: Zacarías, Malaquías, Habacuc, Joel, Jonás, etc. Actualmente
no se puede encontrar un profeta al nivel de Isaías, Jeremías o Ezequiel.
Jesucristo
dijo:
Lucas,
16:16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el
reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.
Hebreos,
1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro
tiempo a los padres por los profetas, 1:2 en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien
asimismo hizo el universo;
Mientras
que en el AT Dios hablo por los profetas, en el NT el Padre hablo por medio del
Hijo y de los Apóstoles. No hay profetas hoy. Es más, no los necesitamos como
tales. ¿Por qué?. Porque la Biblia contiene todas las profecías de esos
profetas que ya murieron y la profecía no necesita que el profeta este vivo
para que tenga valor. Porque lo que esos profetas escribieron y que hoy forma
parte de la Biblia no es palabra de hombre-profeta sino de Dios y la Palabra de
Dios permanece para siempre.
Y
por si esto fuera poco, Pedro dice:
2º
Pedro, 1:19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis
bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta
que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
Lo
que Pedro nos está queriendo decir aquí es que la palabra profética contenida
en la Biblia es la “más segura”, es decir, está “por encima” de cualquier
palabra profética soltada - en cualquier tiempo - por personas que no sean los
profetas de la Biblia. Los profetas de la Biblia profetizaron hasta el fin de
los tiempos, motivo por el cual no necesitamos nuevos profetas que amplíen
nuestra perspectiva del plan de Dios.
Ademas,
nada se puede añadir ni quitar de la Palabra de Dios:
Apocalipsis,
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que
están escritas en este libro.
Deuteronomio,
12:32 Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de
ello quitarás.
Hoy
no hay “profetas” sino “personas con el don de profecía”, que es muy distinto.
1º
Corintios, 12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro,
interpretación de lenguas.
¿Qué
significa profetizar?.
Significa
“articular palabras inspiradas por un ser sobrenatural”. Hay profecía que puede
venir del diablo. La propia Biblia dice claramente que hay doctrinas de
demonios:
1º
Timoteo, 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos
algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas
de demonios.
Esto
es inspiración del diablo. Pero también hay inspiración de Dios.
¿Cómo
tienen que obrar quienes tienen el don de profecía?.
1
Corintios, 14:3 Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación,
exhortación y consolación.
¿Para
qué sirve, entonces, el don de profecía?.
Para
3 cosas:
[1]
Edificación;
[2]
Exhortación; y
[3]
Consolación;
Edificar
quiere decir fortalecer, animar espiritual y emocionalmente a los creyentes. En
un tiempo de persecución, en un tiempo de odio contra la iglesia, en un tiempo
de prueba, de dificultad en tu vida personal ¿qué es lo que necesitas?: que el
Señor te fortalezca, que te de una palabra que te levante y que te impulse a
seguir.
Exhortar es
reprender, retar al creyente, confrontarlo. Imaginemos un hermano que está en
adulterio con una y otra hermana de la iglesia. El va a recibir una palabra
dura de parte de Dios.
Consolar es
sostener en medio del dolor.
El
don de profecía tiene que ser manejado con mucho cuidado.
Éxodo,
20:7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente
Jehová al que tomare su nombre en vano.
No
se puede andar hablando en nombre de Dios lo que El no ha mandado: “el Señor me
ha dicho”, “el Señor me ha mostrado”, etc.
El
don de profecía es una “articulación espontanea, hablada sin premeditación, por
inspiración del Espíritu Santo”. No se puede “provocar” la profecía. Cuando la
profecía se busca con insistencia e importa, incluso, más que la propia Palabra
de Dios, lo que se está rebelando aquí es un espíritu (demonio) de adivinación.
¿Cuál es la diferencia, en este caso, con aquel que compra el periódico para
leer el horóscopo?. Ninguna. Debe dependerse siempre de la palabra escrita y de
la dirección del Espíritu Santo. El don de profecía no es para vaticinarle el
futuro a la gente. Quien profetiza, debe hablar a los hombres, como vimos, para
edificación, exhortación y consolación y no para adivinación y/o manipulación.
Por ejemplo, que quien profetiza diga: “así dice el Señor: entrégame las llaves
de tu auto”.
El
don de profecía puede servir para que Dios hable a un inconverso:
1º
Corintios, 14:24 Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto,
por todos es convencido, por todos es juzgado; 14:25 lo oculto de su
corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios,
declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.
Por
ejemplo, una persona incrédula e indocta (no conoce nada de la Palabra de
Dios), llega a una congregación y Dios le habla, rebelándole cosas de su vida
que solo ella (y Dios) conoce. Lo más probable es que esa persona se rinda al
instante ante Dios y reconozca que “Dios está en este lugar”.
Hay
que anhelar profetizar:
1º
Corintios, 14:1 Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre
todo que profeticéis. 14:39 Así que, hermanos, procurad profetizar, y no
impidáis el hablar lenguas;
El
don de profecía debe ser analizado y evaluado:
1º
Corintios, 13:9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
Esto
es porque no existen profecías 100% prefectas (aunque la bíblicas si son
perfectas), porque quien profetiza, a veces, pone de su propia emoción y hay
que saber discernir.
Por
eso Pablo dice:
1º
Tesalonicenses, 5:20 No menospreciéis las profecías. 5:21 Examinadlo todo;
retened lo bueno.
A
una persona que está muy acostumbrada a dar profecía dentro de la congregación,
el pastor debe ponerle mucho cuidado. Esta persona tiene que ser “de limpio
corazón”, es decir, no puede llevar una vida de pecado porque sino quien la usa
es el diablo y puede causar un estrago dentro de la congregación.
Don de conocimiento o
palabra de sabiduría:
1º
Corintios, 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría;
El
don de sabiduría o don del conocimiento es una manifestación del Espíritu Santo
para hablarle a una persona sobre una situación presente que, si no fuera por
el Espíritu Santo, no la conoceríamos. O sea, el Espíritu Santo capacita a la
persona para que, en el momento, Dios hable directamente a una persona sobre
una situación que sería oculta para cualquier otra persona. Dios permite que
conozcamos algo que solo Él conoce y nos lo transmite. Esta manifestación del
Espíritu Santo nos otorga cierta información, vía Espíritu Santo, para conocer
algo desconocido en el momento. Este don de sabiduría o conocimiento no se
aprende por ir a un seminario teológico, a un congreso bíblico, un estudio
académico o una universidad. Tampoco el don de sabiduría se obtiene por
estudiar la Biblia e interpretarla. Es algo que manifiesta Dios, en el momento.
Jesucristo tenía los 9 dones.
Ejemplos:
Juan,
1:47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí
un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 1:48 Le dijo Natanael: ¿De
dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara,
cuando estabas debajo de la higuera, te vi. 1:49 Respondió Natanael y le
dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 1:50
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera,
crees? Cosas mayores que estas verás.
Jesucristo
había visto a Natanael con “ojos espirituales”, porque no se conocían entre sí.
Jesús conocía algo de la vida de Natanael que solo Natanael sabia y esto le fue
revelado a Jesucristo por Dios.
Otro
caso es el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (Juan, 4). Judíos y
samaritanos no tenían una buena relación. Hasta el día de hoy los israelitas
tienen diferencias con los “shomronim” (samaritanos). Jesús le dice a esta
mujer samaritana: hey, dame de beber. La mujer le contesta: ¿como tú, siendo
judío, me pides a mí, samaritana y encima mujer, que te de de beber?. Pues
tengo sed, le contesta Jesucristo y le vuelve a solicitar agua, en pocas
palabras. Y la samaritana, que tenía una vida inmoral, le dice: perfecto, vamos
detrás del pozo y te doy. Y Jesús le dice: anda, llama a tu marido. La mujer lo
estaba seduciendo porque ¿qué tiene que ver el agua con el marido?. La mujer le
responde, tranquilo, no tengo marido. Y aquí viene el don de sabiduría: Jesús
le contesta “bien has dicho, no tengo marido, porque cinco has tenido y el que
ahora tienes tampoco es tu marido”. Seis hombres habían pasado por la vida de
esta mujer y en ninguno hallo la felicidad. Pero llego el séptimo y cambio su
vida y fue Jesús. La samaritana le responde a Jesús: Señor, me parece que tú eres
profeta. La mujer le dijo a Jesús: sabemos que, cuando venga el Mesías, el nos
enseñara todas las cosas. Pues bien, la única persona a la que Jesús, fuera de
su círculo de apóstoles, le dijo abiertamente que El era el Mesías fue a esta
mujer. Jesús le dijo: yo no soy solo un profeta, yo soy el Mesías, el que habla
contigo. Jesús se manifestó abiertamente ante ella. ¿Y qué hizo la mujer?.
Inmediatamente dio aviso a la ciudad. Jesús supo quien era la mujer samaritana,
sin haberla visto antes.
Otro
caso es el planteado en 2 Samuel, 12 donde el profeta Natán conocía que David
había cometido un pecado (el adulterio con Betsabé) y va y confronta al rey
David sobre su pecado de adulterio. ¿Quién se lo dijo?. Dios. Natán sabia, por
el Espíritu Santo, que David había pecado.
Otro
caso es el de Ananías y Safira (Hechos, 5). ¿Qué hicieron Ananías y Safira?.
Estas personas, que eran un matrimonio, deciden vender unas tierras para, una
vez vendidas, entregar el dinero a los apóstoles como ofrenda. Vendieron la
propiedad y antes de entregarles el dinero, cuando vieron la plata en la mano,
se tentaron y sustrajeron del precio de venta y se guardaron una parte. Pero
Dios sabía que habían vendido la propiedad en más precio.
Hechos,
5:1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una
heredad, 5:2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y
trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 5:3 Y dijo
Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 5:4 Reteniéndola,
¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste
esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5:5 Al oír
Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que
lo oyeron. 5:6 Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo
sepultaron. 5:7 Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su
mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 5:8 Entonces Pedro le dijo:
Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 5:9 Y
Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a
la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a
ti. 5:10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando
entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a
su marido.
Pretender
robarle a Dios lo que es de Dios equivale a poner la vida en riesgo. Al cesar
lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Don
de conocimiento para conferir dirección en la iglesia:
Hechos,
9:10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor
dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 9:11 Y el
Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en
casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él
ora, 9:12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra
y le pone las manos encima para que recobre la vista.
Don
de conocimiento para anticipar el conocimiento de eventos futuros:
Hechos,
11:27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía. 11:28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a
entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra
habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.
¿Puede
manifestarse este don en este tiempo?. Si, por la siguiente promesa:
Jeremías,
33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que
tú no conoces.
Don de ciencia:
1º
Corintios, 12:8 a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
¿Qué
es la palabra de ciencia?. Es un poco diferente al don de sabiduría. ¿Cómo
podemos conocer lo que hay en el corazón de una persona?. El corazón solo lo ve
Dios. ¿Cómo conocer si las personas que están a nuestro alrededor son personas
confiables?. La única forma es conocer lo que hay dentro de ellos. ¿Y cómo
podemos conocerlo?. Solo por el Espíritu Santo.
Juan,
2:24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
2:25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
2:25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.
Lucas,
7:36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en
casa del fariseo, se sentó a la mesa. 7:37 Entonces una mujer de la ciudad, que
era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un
frasco de alabastro con perfume; 7:38 y estando detrás de él a sus pies,
llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos;
y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 7:39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si
fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es
pecadora.
El
don de ciencia desenmascara el corazón de una persona que trama algo contra
alguien. El don de ciencia nos capacita para hablar y actuar con la sabiduría
de Dios, no de los hombres. A menudo este don es otorgado a una persona que
esta aconsejando a alguien.
Otro
caso famoso es el planteado en 1º Reyes, 3:23. Dos mujeres llegan ante el rey
Salomón. Las dos mujeres se disputaban un niño. Las dos reclamaban que el niño
era suyo. No había análisis de ADN. ¿Cómo pudo saber el rey quien era la
verdadera madre?. Aquí viene el don de ciencia:
1º
Reyes, 3:23 El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo
es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que
vive. 3:24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una
espada. 3:25 En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad
la mitad a la una, y la otra mitad a la otra. 3:26 Entonces la mujer de
quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por
su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas
la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. 3:27 Entonces el rey respondió y
dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre. 3:28 Y
todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque
vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
La
verdadera madre prefería regalar al hijo antes que verlo muerto. A la otra poco
le importo la vida del bebe. Para esto sirve el don de ciencia: para resolver
cosas casi irresolubles por la vía del conocimiento humano. Al igual que el don
de de sabiduría, el don o palabra de ciencia no se aprende con la experiencia,
ni se adquiere estudiando al Biblia o académicamente en una universidad. Se
trata de una ciencia sobrenatural, otorgada por el Espíritu Santo para
situaciones determinadas (no es a cada rato).
Cuando
Jesús es tentado por el diablo en el desierto, las respuestas de Jesús a
Satanás en las tres tentaciones fueron ciencia de Dios. Porque el diablo vino a
poner en duda a Jesús en todo. Y las respuestas de Jesús fueron contundentes.
A
Jesús lo tentó el diablo, la mujer samaritana y los fariseos y nunca cedió.
A
Jesús lo tentaron también los fariseos:
Lucas,
20:22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 20:23 Mas él,
comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me
tentáis? 20:24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la
inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. 20:25 Entonces les
dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 20:26
Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que
maravillados de su respuesta, callaron.
Hay
gente que muchas veces te hace preguntas no para aprender sino para hacerte
caer. Quieren una respuesta tuya para luego utilizarla como arma contra alguien
y luego se escudan en que tu lo has dicho. Esto es ciencia del Espíritu Santo,
cuando tú disciernes la verdadera intención de una frase, un comentario, una
pregunta. Jesús comprendió la astucia (la malicia) de los fariseos quienes
quería hacerle decir a Jesús que no había que pagar impuestos para luego
acusarlo de rebelde contra Roma.
Marcos,
11:27 Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él
los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 11:28 y le
dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para
hacer estas cosas? 11:29 Jesús, respondiendo, les dijo: Os haré yo
también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas
cosas. 11:30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?
Respondedme. 11:31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si
decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 11:32 ¿Y si
decimos, de los hombres...? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan
como un verdadero profeta. 11:33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús:
No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os digo con
qué autoridad hago estas cosas.
Jesús
cuando era provocado, siempre daba una respuesta que los dejaba avergonzados.
Juan,
8:3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en
adulterio; y poniéndola en medio, 8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha
sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 8:5 Y en la ley nos mandó
Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 8:6 Mas esto decían
tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía
en tierra con el dedo. 8:7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó
y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la
piedra contra ella. 8:8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió
escribiendo en tierra. 8:9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 8:10
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer,
¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 8:11 Ella dijo:
Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no
peques más.
¿Qué
quiere decir la frase “sorprendida en adulterio”?. Que estaba teniendo
relaciones sexuales con un hombre que no era su marido. Fue sorprendida en el
acto mismo del adulterio. Moisés dijo que a estas mujeres había que apedrearlas
pero junto al hombre con el que está cometiendo adulterio (no sola). ¿Dónde
estaba el varón?. Desde ya la pregunta de los fariseos era con mala intención.
Los dos debían morir, pero los fariseos solo habían llevado a la más débil. A
Jesús los tientan con lo del tributo al cesar, lo tientan con lo de Juan el
bautista y ahora lo tientan con lo de la mujer adultera. Los fariseos eran
implacables. Quería hacerlo caer por todos los medios. Los fariseos, al oír la
declaración de Jesús, acusados por su conciencia, se fueron. ¿Pero qué fue lo
que acuso a la conciencia de los hipócritas?. ¿Lo que Jesús dijo o lo que Jesús
escribía en el suelo?. ¿Qué estaba escribiendo Jesús, con tanta insistencia, en
el suelo que reprendió a los fariseos?. Los fariseos tuvieron que haber leído
lo que Jesús había escrito y que los hizo escapar. No dibujo sino que la Biblia
dice que “escribía en tierra con el dedo” (Juan, 8:6). Algo paso ahí. La Biblia
no lo dice. ¿Qué fue lo que escribió Jesús?. Escribió una profecía de Jeremías que
se cumplió en ese momento.
Jeremías,
17:13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán
avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque
dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.
Lo
que Jesús escribió en el polvo fue el nombre de los fariseos. Los fariseos
conocían esta profecía de Jeremías y el hecho de que sus nombres estuvieran
escritos en el polvo implicaba que Dios los iba a destruir. Por eso se fueron
espantados. Jesús era el único en ese lugar que podía lanzar la primera piedra,
porque él estaba libre de pecado. El tenía la autoridad para lanzar la primera
piedra.
¿El
Espíritu Santo puede manifestar este don de ciencia en nosotros hoy?. Sí,
porque Jesús lo prometió:
Lucas,
12:11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué
habréis de decir; 12:12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la
misma hora lo que debáis decir.
Lucas,
21:14 Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de
responder en vuestra defensa; 21:15 porque yo os daré palabra y
sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.
Esta
es una promesa para nosotros. Pero hay una condición: que no nos preparemos
para responder.
Don de discernimiento de
espíritus:
1º
Corintios, 12:10 a otro, discernimiento de espíritus;
El
don de discernimiento de espíritus nos confiere un entendimiento sobrenatural
sobre la naturaleza y actividad de los espíritus y del mundo espiritual. Nos
capacita para reconocer entre la actividad de origen divino, satánico y humano,
revelando la naturaleza de los espíritus.
Hay
cosas que son de Dios, otras que son directamente del diablo y otras que vienen
del espíritu del predicador, es decir, no vienen ni de Dios ni del diablo
(salen de él, de lo que él piensa, de que él cree, de lo que el razona). El
apóstol Pablo, en unas de sus cartas dice “digo yo, no el Señor” y luego
también dice “dice el Señor, no yo”. Hay que reconocer cuando un predicador
habla por el Espíritu Santo o habla por el mismo. Esto es necesario porque,
quien no tiene discernimiento de espíritus, puede confundir las obras de Dios
con las obras del diablo.
Este
don nos ayuda a reconocer la naturaleza del espíritu que está trabajando en una
persona, si es influenciada por el Espíritu Santo o por un espíritu demoniaco.
En una liberación, puede ayudarnos a reconocer el nombre y genero de un
demonio. Cuando Jesús está echando fuera demonios y se topa con el endemoniado
gadareno Jesús le pregunta al demonio “¿cuál es tu nombre?”. Y el demonio
respondió “legión” (4.200 demonios dentro del endemoniado gadareno).
Don de fe:
¿Dónde
dice la Biblia que la fe es un don de Dios?.
Efesios,
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
1
Corintios, 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu.
Es
cierto que la fe, como dice Pablo, viene por el oír y el oír viene por la
Palabra de Dios. ¿Qué es lo que alimenta la fe de la gente?. Oír la (verdadera)
Palabra de Dios. Pero no estamos hablando de esta fe sino de “otro grado” (otro
nivel) de fe. Tampoco estamos hablando de la fe que salva. Nosotros creemos que
Jesucristo es el Hijo de Dios y nuestro Señor y salvador. Estamos hablando, mas
bien, de una fe sobrenatural, que viene en determinado momento sobre una
persona. Es una fe que capacita al predicador para hacer cosas imposibles. Es
una fe especial. Es una fe diferente de la que nosotros conocemos.
Ejemplo:
1
Reyes, 17:1 Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a
Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia
ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
Para
atreverse a decir esto que dijo Elías hay que tener fe. Se trata de una fe que
hace que el predicador diga algo, con tal autoridad y poder, que nadie puede
evitar que pase. Elías dijo: acá no llueve sino porque yo digo. ¿Y quién era
Elías?. ¿Un dios?. No, el era un hombre común.
Santiago,
5:17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años
y seis meses. 5:18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo
su fruto.
Este
don de fe, es un don único, que le da al predicador un grado de autoridad tan
grande que puede dar una orden que la misma naturaleza puede obedecer como, en
su momento, la naturaleza obedeció al profeta Elías. Si Elías no hubiese tenido
esa fe de la que estamos hablando no hubiese pasado nada.
Esta
fe sobrenatural funciona tanto para bendición como para juicio (cuando Elías
oro y el cielo se cerro, esto trajo pobreza y hambruna al pueblo).
Ejemplo
de cómo opero el don de fe en la vida de Josué:
Josué,
10:12 Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo
delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los
israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de
Ajalón. 10:13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se
hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser?
Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día
entero. 10:14 Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por
Israel.
La
luna se paro en sus movimientos de revolución (gira sobre su propio eje),
rotación (gira alrededor de la tierra) y traslación (gira alrededor del sol).
La N.A.S.A. ha certificado que este día ocurrió. Es más, la N.A.S.A ha dicho
que hay 2 días que le faltan al mundo. Uno, que fue este del que estamos
hablando y el otro es el día en que Job nació, porque Job dijo “maldito el día
en que nací; sea borrado de entre todos los días del año” y Dios se lo concedió
(se cree que Job nació un 29 de febrero). Los científicos saben de 2 días de la
historia no existen.
Estos
milagros no son milagros producidos por el don de milagros (que ya veremos)
sino por el don de fe. Josué, 10:14 dice que Dios “atendió” la voz de un hombre
y dice que no hubo, ni antes ni después, un día como aquel. Fue la primera y
única vez en que Dios “obedeció” (en el mejor sentido de la palabra) la voz de
un hombre. Más bien se trata de que, cuando Dios vio la fe de Josué, le dijo al
sol: detente!!.
Otro
milagro producido por el don de fe lo encontramos en el libro de los Hechos de
los Apóstoles:
Hechos,
13:6 Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago,
falso profeta, judío, llamado Barjesús, 13:7 que estaba con el procónsul
Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír
la palabra de Dios. 13:8 Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se
traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. 13:9
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él
los ojos, 13:10 dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del
diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos
del Señor? 13:11 Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y
serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre
él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la
mano. 13:12 Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó,
maravillado de la doctrina del Señor.
Podemos
ver la fe de Pablo ordenando que el que estaba saboteando el mensaje quedara
ciego. Por esto un predicador tiene que hacerse respetar cuando esta
predicando.
Don de sanidades:
1
Corintios, 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu.
Los
dones de sanidades operan sobrenaturalmente para sanar enfermedades o dolencias
sin utilizar medios naturales o químicos de ninguna índole. Es el poder del Espíritu
Santo que desciende sobre el cuerpo de la persona enferma, disuelve la
enfermedad, acaba con ella, cura los dolores y restaura físicamente a la persona
por completo. Algunos predicadores tienen el don de sanidades entre sus
ministerios y estos dones posibilitaron la conversión de miles de almas en
campañas evangelísticas, entendiéndose que no es el predicador sino Jesucristo
quien cura toda enfermedad, debilidad, plaga, deformidad o afección física.
¿Cómo
se manifiesta este don?.
1
Corintios, 12:4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu
es el mismo. 12:5 Y hay diversidad de ministerios, pero el
Señor es el mismo. 12:6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios,
que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
Los
(nueve) dones espirituales no los da Jesucristo. Los da el Espíritu Santo.
Jesucristo dijo: El (Espíritu Santo) me glorificara. El Espíritu Santo reparte
los dones para glorificar a Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Pero qué es lo que
hace Jesús?. Los dones son del Espíritu Santo pero los ministerios son de Jesús.
Jesús es el que nombro a los Apóstoles, Jesús es el que nombra a los pastores,
a los profetas, maestros y evangelistas. Jesús se le apareció a Pablo de Tarso,
no fue el Espíritu Santo. Fue Jesús quien lo nombro apóstol. Mientras Jesús
entrega los ministerios, el Espíritu Santo entrega los dones. Pero el que hace
todas las cosas es el Padre.
1
Corintios, 12:7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu
para provecho.
Esto
significa que el Espíritu Santo ya está en la persona (mora en ella). Lo que la
persona tiene que hacer es orar para que se MANIFIESTE, para provecho no
personal sino del pueblo de Dios (la iglesia). Pero el pecado es un obstáculo
para esta manifestación del Espíritu Santo. Debemos recordar que nuestro cuerpo
es templo (por fuera y por dentro) del Espíritu Santo. Si vivimos en pecado,
esta manifestación del Espíritu Santo es imposible. Dios jamás usara (con dones)
a gente que vive en pecado.
Este
don de sanidades opera para liberar a enfermos y personas sufridas. Una
enfermedad puede tener distintos orígenes:
[a]
La enfermedad es producto del pecado humano y el consecuente juicio de Dios;
[b]
Dios envía la enfermedad para trata con el corazón de la persona;
[c]
Es natural que, con la vejez, sobrevengan enfermedades; y
[d]
La enfermedad puede tener un origen demoniaco o diabólico;
1
Juan, 3:8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde
el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo.
¿Qué
hace el diablo?. Hurta, mata (primero enferma) y destruye (también enfermando).
Entonces Dios envió a su Hijo como máxima expresión de su poder.
Hechos,
10:38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él.
El
Hijo de Dios deshace las obras del diablo:
[1]
haciendo bienes; y
[2]
sanando a todos los oprimidos por el diablo
El
diablo provoco enfermedades en la Biblia. Tomemos, por ejemplo, el caso de Job:
el diablo le provoco sarna, de la cabeza a los pies.
En
el NT hubo una mujer que fue víctima directa de Satanás:
Lucas,
13:15 Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de
vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo
lleva a beber? 13:16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había
atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de
reposo?
Muchas
enfermedades son consecuencias de una maldición como, por ejemplo, la
idolatría. En la Biblia Dios dice: maldeciré hasta la tercera y cuarta
generación de los que me odian. ¿Cuándo lo dice?. Cuando está hablando del
mandamiento de no arrodillarse ante estatuas. La gran mayoría de la gente
idolatra muere gravemente enferma. La idolatría, que no es otra cosa que la
adoración del diablo, provoca enfermedades.
¿Para
qué sirven los dones de sanidades?. No es para respaldar (glorificar) al
predicador sino para respaldar la propia Palabra de Dios. Lo primero que Dios
respalda es su Palabra. Hay predicadores que, estando en pecado, predican al
Palabra y los enfermos se sanan. Aquí Dios no está respaldando (jamás podría
hacerlo) al predicador sino que lo que respalda, con la sanidad, es su propia
Palabra. Dios vio la necesidad del enfermo por sobre el pecado del predicador.
Marcos,
16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán.
Que
las señales “seguirán” a los que creen, significa que las señales vienen por
detrás, no por delante. ¿Por qué decimos esto?. Porque hoy en día primero
quieren ver el milagro y después escuchar el mensaje, pero es al revés. Primero
la Palabra, después el milagro. Las personas que basan su fe, su crecimiento y
su madurez espiritual en ver milagros, nunca terminan de creer. ¿Por qué?.
Porque siempre necesitaran un milagro más grande para seguir creyendo. Por eso
la Palabra dice a los que (primero) creen (luego) “seguirán estas señales”. Los
verdaderos hijos de Dios basamos nuestra fe en la Palabra inmutable de Dios.
¿Por qué?.
Porque:
[1]
los milagros (y por eso son milagros) no ocurren a cada rato; y
[2]
el justo debe vivir por fe más que por lo que ve (Habacuc, 2:4);
Lo
milagros son un respaldo a la verdad (la Palabra) predicada, pero no son (no
pueden ser) el fundamento de la fe. No necesitamos “ver para creer”. Los
milagros son señales que siguen a (van por detrás de) los que creen, no van por
delante. Las personas que basan su fe en los milagros son aquellas que luego,
cuando viene un problema, se apartan. Necesitamos primero creer la Palabra para
después ver el poder de Dios manifestado. Por fe andamos, no por vista. Porque
también los brujos hacen milagros y no por eso andan en la verdad sino que, por
el contrario, son siervos de Satanás.
¿Qué
le paso a Job?
[+]
Se le mueren los hijos
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Se le muere el ganado
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Se le derrumba la casa
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La mujer lo abandona
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Se enferma de sarna
¿Y
qué dijo Job?
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El bien recibimos de Dios y el mal ¿no lo recibiremos?
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Dios da, Dios quita
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Como mujer fatua has hablado (a la mujer)
[+]
Aunque El me quitare la vida, en El esperare
[+]
Yo sé que mi Redentor vive y he de verlo
Pero
Job sabia en quien había creído. Y la prueba de Job duro 7 años (no 7 días).
Marcos,
16:19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se
sentó a la diestra de Dios. 16:20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas
partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la
seguían. Amén.
Como
dice el pasaje anterior, las señales siguen a la Palabra y la confirman (no al
Predicador).
Hechos,
4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo
denuedo hablen tu palabra, 4:30 mientras extiendes tu mano para que
se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo
Hijo Jesús.
Los
milagros acompañan (y respaldan) a la Palabra.
Las
sanidades son hechas para atraer a los inconversos:
Mateo,
4:23 Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en
el pueblo. 4:24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los
que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los
endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó. 4:25 Y le siguió mucha gente
de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.
¿Para
qué Dios hace sanidades?. Dios no solamente sana para satisfacer una necesidad
legitima de la gente sino que, fundamentalmente, sana para glorificarse.
Marcos,
2:12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de
todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo:
Nunca hemos visto tal cosa.
Lucas,
13:12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu
enfermedad. 13:13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y
glorificaba a Dios.
¿Puede
una persona perder un milagro que recibió?.
La
respuesta es sí, porque:
[1]
El predicador es un apostata y el milagro fue hecho por un demonio; o
[2]
La persona, una vez recibido el milagro, no glorifico a Dios;
Juan,
5:14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido
sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.
Hay
gente que recibe sanidad y da gloria a Dios, no testifica.
Ya
sabemos lo que sucedió con los 10 leprosos que sano el Señor:
Lucas,
17:17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y
los nueve, ¿dónde están? 17:18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria
a Dios sino este extranjero? 17:19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe
te ha salvado.
Solo
uno volvió para dar las gracias.
En
una iglesia hay 3 tipos de personas:
[1]
Los conmovidos;
[2]
Los convencidos; y
[3]
Los convertidos;
Lucas,
18:38 Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de
mí! 18:39 Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él
clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 18:40 Jesús
entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le
preguntó, 18:41 diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo:
Señor, que reciba la vista. 18:42 Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te
ha salvado. 18:43 Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el
pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.
Juan,
9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 9:2 Y le
preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres,
para que haya nacido ciego? 9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste,
ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
La
voluntad de Dios es manifestar su gloria y su poder en personas que lo sepan
valorar y agradecer y testificar a un mundo que necesita entender y conocer que
Dios no ha cambiado.
Jeremías,
30:17 Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová;
porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se
acuerda.
Hechos,
5:14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres
como de mujeres; 5:15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los
ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese
sobre alguno de ellos.
Don de milagros:
1
Corintios, 12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro,
interpretación de lenguas.
Un
milagro ocurre cuando Dios interviene en el curso ordinario de la naturaleza,
la altera, la transforma. El don de milagro viene cuando Dios reviste con el
poder del Espíritu Santo a un predicador para hacer algo completamente fuera
del plano de la capacidad o la habilidad humanas. El nos otorga tal poder en un
momento específico y con un propósito especial. Todos los dones del Espíritu
Santo son milagrosos, pero este en especial en un don que supera a muchos de
los otros. No es igual que el don de sanidad, aunque puede tener relación con él.
Hechos,
9:36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir,
Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 9:37 Y
aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron
en una sala. 9:38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo
que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a
nosotros. 9:39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó,
le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando
las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 9:40
Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al
cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se
incorporó. 9:41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los
santos y a las viudas, la presentó viva. 9:42 Esto fue notorio en toda
Jope, y muchos creyeron en el Señor.
Esto
supera a la sanidad, ya que estamos hablando de resucitar muertos.
Tenemos
también el caso del hijo de la viuda que resucito Elías, el caso de Jesús y de
Lázaro.
Hechos,
19:10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que
habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor
Jesús. 19:11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,
Tenemos
también el caso del muchacho que Pablo resucito cuando Pablo predico durante
toda la noche y este muchacho, vencido por el sueño, se cayó por la ventana, se
mato y Pablo lo resucito:
Hechos,
20:7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan,
Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso
hasta la medianoche. 20:8 Y había muchas lámparas en el aposento alto
donde estaban reunidos; 20:9 y un joven llamado Eutico, que estaba sentado
en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba
largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado
muerto. 20:10 Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole,
dijo: No os alarméis, pues está vivo. 20:11 Después de haber subido, y
partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así
salió. 20:12 Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!!