sábado, 27 de febrero de 2021

SERIE BOSQUEJOS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA: # 10 - 2 SAMUEL

 


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2 SAMUEL

Autor: Anónimo

Tema: reinado de David

Fecha: fines del siglo X a.C.

Propósito

2 Samuel continúa la historia profética del carácter teocrático de la monarquía de Israel. Ilustra de modo profundo, a través del reinado y la vida de David, las condiciones del pacto para Israel como las expuso Moisés en Deuteronomio: la obediencia del pacto da como resultado las bendiciones de Dios y el descuido de la ley de Dios produce maldiciones y juicio (Deuteronomio, 27 al 30).

Trasfondo

Como 1 y 2 Samuel fueron al principio un solo libro en el AT hebreo, el trasfondo de 2 Samuel ya se expuso en 1 Samuel. No obstante, se puede anotar que, mientras los sucesos de 1 Samuel (que van desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de Saúl) cubren casi un siglo (1105 – 1010 a.C.), 2 Samuel registra solo el reinado de David, o sea, un periodo de cuarenta años (1010 – 970 a.C.).

Autoría

Vale lo mismo que lo dicho para 1 Samuel:

El tema de la paternidad literaria incluye a 1 y 2 Samuel como una sola unidad literaria. Como parte de 1 Samuel y todo el libro de 2 Samuel fueron escritos después de la muerte de Samuel, este sirvió solo como un autor contribuyente (1 Samuel, 10:25).

La composición final fue escrita por un historiador profético inspirado que uso varias fuentes, inclusive las crónicas de Samuel (2 Samuel, 1:18, 1 Crónicas,  27:24, 29:29). Se desconoce la identidad de ese historiador inspirado. El libro se terminó probablemente poco después de 930 a.C., pues 1 Samuel parece que supone la división del reino (1 Samuel, 27:6) y 2 Samuel termina con los últimos días de David.

Estructura

La historia completa de la vida de David se extiende desde 1 Samuel, 16:1 hasta 1 Reyes, 2:11. 2 Samuel comienza con la muerte de Saúl y la unción de David en Hebrón como rey de Judá por siete años y medio (2 Samuel, 1 al 4). El resto del libro se enfoca en los treinta y tres años siguientes de David como rey de todo Israel en Jerusalén (2 Samuel, 5 al 24).

La parte divisoria del libro y de la vida de David es su adulterio con Betsabé y el asesinato de Urías (2 Samuel, 11). Antes de este capítulo oscuro, David representaba muchos de los ideales de un rey teocrático.

Con el favor, la sabiduría y la unción de Dios, David:

[1] capturo Jerusalén de los jebuseos y la hizo su capital (2 Samuel, 5);

 

[2] devolvió el Arca del Pacto a Jerusalén, en medio de mucho regocijo y celebración (2 Samuel, 6); y

 

[3] sometió a los enemigos de Israel, comenzando con los filisteos (2 Samuel, 8 al 10);

Su fuerte liderazgo atraía a “hombre valientes” e inspiraba una lealtad intensa. David comprendía que Dios lo había establecido por rey de Israel y reconocía abiertamente la autoridad de Dios sobre él y la nación. Dios prometió proféticamente que un descendiente de David se sentaría en su trono y cumpliría a la perfección el papel de rey teocrático (2 Samuel, 7:12-17, Isaías, 9:6-7, 11:1-5, Jeremías, 23:5-6, 33:14-16).

Sin embargo, después de los pecados trágicos de adulterio y homicidio de David, la desintegración moral y la rebeldía plagaron a su familia (2 Samuel, 12 al 17) y a toda la nación (2 Samuel, 18 al 20). La gran bendición nacional se cambió a juicio nacional. Aunque David sinceramente se arrepintió y experimento la misericordia del perdón de Dios (2 Samuel, 12:13, Salmos, 51), las consecuencias de su transgresión continuaron hasta el fin de su vida y aun después (2 Samuel, 12:7-12). No obstante, Dios no repudio el rey David como había repudiado a Saúl (1 Samuel, 15:23). En realidad, al amor de David a Dios (véanse tan solo sus Salmos) y su aborrecimiento de toda clase de idolatría, lo convirtieron en el ejemplo y la medida para todos los reyes siguientes de Israel (2 Reyes, 18:3, 22:2). 2 Samuel, termina cuando David compra la era de Arauna, que llego a ser el sitio futuro del (primer) templo (2 Samuel, 24:18-25), que finalmente construiría Salomón (1 Crónicas, 22:8-9, 2 Samuel, 7:12-13).

Características especiales

Cinco aspectos o énfasis principales caracterizan 2 Samuel:

 

[1] registra sucesos clave del reinado de cuarenta años del rey David, inclusive su captura de Jerusalén de los jebuseos y su conversión de ella en el centro político y religioso de Israel; su vida cae exactamente en el medio entre Abraham y Jesucristo;


[2] el eje del libro (2 Samuel, 11) registra los trágicos pecados de David, que involucran a Betsabé y a su esposo Urías: 

En 2 Samuel, 11 se nos relata lo siguiente:

 

Betsabé era la esposa de un soldado (Urías, heteo) del ejército de David. Mientras Urías estaba de campaña (en la guerra), David cometió adulterio con su esposa Betsabé. Betsabé queda embarazada y se lo comunica a David, quien hace volver a Urías de la guerra (aunque la guerra todavía continuaba) y lo alienta a que vaya y “duerma” con su esposa (para “tapar” el embarazo). Urías se niega argumentando que él no podía ir alegremente a dormir con su esposa mientras “sus hermanos estaban en el fragor de la batalla”.

 

Ante tamaño acto de dignidad de Urías, David lo envía nuevamente a la guerra con una carta que debía entregar a Joab (el general de los ejércitos de David), en la que David sugería a Joab que ponga a Urías en lo más álgido de la batalla, donde seguramente moriría. Este fue casi un asesinato por encargo de parte de David, para quedarse definitivamente con Betsabé.

 

David cometió un doble pecado: adulterio (se acostó con la mujer de otro), seguido de homicidio. Dios saco a la luz el pecado de David por medio del profeta Natán (2 Samuel, 12). Aun así, Dios lo perdono, pero el niño que fue engendrado en adulterio murió. No obstante, este no fue el único castigo que tuvo que soportar David. Aunque luego engendro con Betsabé a Salomón (a quien amo Dios), la vida familiar de David estuvo, hasta su muerte, signada por asesinatos, violencia, intrigas, violaciones y tragedias de todo tipo, lo cual indica que ningún pecado queda sin castigo, se trate de quien se trate.

 

Mateo, 1:6 Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.

 

En el libro de Mateo queda registrada la afrenta del pecado cometido por David al aclarar (y recordar) que David engendro a Salomón “de la que fue mujer de Urías”, cumpliéndose, una vez más, la Palabra de Dios:

 

Proverbios, 6:32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. 6:33 Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada.

 

El historiador profético autor de 2 Samuel pone énfasis en que, aunque David cometió el adulterio y el homicidio en secreto, Dios juzgo el pecado abiertamente en todos los planos de la vida de David, su familia y la nación.

 

[3] revela un principio importante y perdurable en cuanto al liderazgo en el reino de Dios: mientras mayores sean el favor y la unción de Dios sobre la vida de un líder, tanto mayor será el juicio de Dios si ese líder viola la confianza de Dios al cometer una transgresión moral o ética;

 

[4] los capítulos que describen los efectos progresivos de la transgresión de David sobre su familia y la nación toda (2 Samuel, 12 al 21), revelan que el bienestar de todo un pueblo está ligado inexorablemente a la condición espiritual y moral de su líder;

 

[5] destaca la constante lección moral de que el éxito y la prosperidad a menudo llevan a la flaqueza moral y al fracaso moral:

 

2 Samuel, 11:1 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. 11:2 Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. 11:3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.

 

El anterior pasaje relata que, “en el tiempo que salen los reyes a la guerra” (2 Samuel, 11:1) David se había quedado en Jerusalén, en el palacio y fue ahí donde vio a Betsabé y cometió el adulterio, lo cual da a entender que, cuando la vida es lo suficientemente ociosa y relajada es cuando aparecen las mayores tentaciones.

Cumplimiento en el NT

El reinado de David hasta el pecado con Betsabé (2 Samuel, 1 al 10) es un tipo o símbolo del reinado del Rey mesiánico. Su establecimiento de Jerusalén como ciudad santa, el don de Dios para el en el pacto davídico (2 Samuel, 7) y su recepción de la promesa profética de un reino eterno, señalan hacia el final “Hijo de David”, Jesucristo y a su reino presente y futuro reino como se revela en el NT (Isaías, 9:7, Mateo, 21:9, 22:45, Lucas, 1:32-33).

Cristo en 2 Samuel

Cristo es “nuestro profeta fiel”:

1 Samuel, 2:35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 

1 Samuel, 3:20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.

 

DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA

SERIE BOSQUEJOS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA: # 9 - 1 SAMUEL

 


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1 SAMUEL

Autor: Anónimo

Tema: reinado teocrático

Fecha: fines del siglo X a.C.

 

Propósito

1 Samuel describe el momento crucial de la historia de Israel cuando pasa del gobierno de los Jueces al de un rey. El libro presenta la tensión entre la expectación del pueblo de un rey (un gobernante déspota “como tienen todas las naciones”, 1 Samuel, 8:5) y el modelo de Dios de una “teocracia” (del griego “theos” = Dios + “kratos” = poder o gobierno = gobierno de Dios), en la que El fuera su rey.

Trasfondo

1 y 2 Samuel son un solo libro en el AT hebreo. Llevan el nombre del profeta Samuel, a quien se tenía en mucha estima como líder espiritual de Israel, que Dios uso para poner en orden la monarquía teocrática. 1 Samuel cubre casi un siglo de la historia de Israel, desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de Saúl (1105 – 1010 a.C.) y constituye el enlace histórico principal entre el tiempo de los Jueces y el primero de los reyes de Israel (Saúl). Mientras que 2 Samuel trata únicamente del rey David, 1 Samuel cubre tres transiciones principales del liderazgo nacional:

[1] de Eli a Samuel;

[2] de Samuel a Saúl; y

[3] de Saúl a David;

Autoría

El tema de la paternidad literaria incluye a 1 y 2 Samuel como una sola unidad literaria. Como parte de 1 Samuel y todo el libro de 2 Samuel fueron escritos después de la muerte de Samuel, este sirvió solo como un autor contribuyente (1 Samuel, 10:25).

La composición final fue escrita por un historiador profético inspirado que uso varias fuentes, inclusive las crónicas de Samuel (2 Samuel, 1:18, 1 Crónicas,  27:24, 29:29). Se desconoce la identidad de ese historiador inspirado. El libro se terminó probablemente poco después de 930 a.C., pues 1 Samuel parece que supone la división del reino (1 Samuel, 27:6) y 2 Samuel termina con los últimos días de David.

Estructura

El contenido de 1 Samuel se enfoca en tres líderes nacionales: Samuel, Saúl y David.

 

[1] Samuel fue el último de los Jueces y el primero en ocupar el oficio profético (aunque no fue el primer profeta, Deuteronomio, 34:10, Jueces, 4:4). Por ser hombre de gran piedad y dones proféticos, Samuel:

 

[a] dirigió sabiamente a Israel en un avivamiento del culto verdadero (1 Samuel, 7);

[b] puso el fundamento que les dio a los profetas su debido lugar en Israel (1 Samuel, 19:20, Hechos, 3:24, 13:20, Hebreos, 11:32); y

[c] estableció la monarquía como reino teocrático (1 Samuel, 15:1, 12, 28, 16:1);

 

La importancia de Samuel como líder espiritual del pueblo de Dios durante un periodo de grandes cambios en la historia de Israel, la supera solo la de Moisés en el tiempo del Éxodo.

 

[2] Saúl llego a ser el primer rey de Israel debido a la exigencia del pueblo de un rey humano “como tienen todas las naciones” (1 Samuel, 8:5, 20). Saúl demostró pronto que no tenía aptitud espiritual para desempeñar el cargo teocrático y por eso Dios lo rechazo después (1 Samuel, 13 y 15);

 

[3] David, el siguiente elegido por Dios para ser su representante como rey, fue ungido por Samuel (1 Samuel, 16). David no quiso usurpar el trono de Saúl por la fuerza ni la subversión, por lo que dejo su promoción en las manos de Dios. 1 Samuel, 19 al 30 principalmente describen la huida de David cuando Saúl estaba demente y celoso y la paciencia con que David espero a que Dios actuara a su tiempo. El libro concluye con la trágica muerte de Saúl (1 Samuel, 31);

 

Características especiales

Seis aspectos o énfasis principales caracterizan 1 Samuel:

 

[1] expone con claridad las santas normas de Dios para el rey de Israel; los reyes de Israel debían ser líderes que se sometieran a Dios, el verdadero Rey de Israel, obedecieran su ley y se dejaran guiar y corregir por su revelación, por medio de los profetas;

 

[2] registra el comienzo fundamental de la prominencia del oficio profético en Israel como equivalente espiritual del sacerdocio; el libro contiene las primeras referencias del AT a una “compañía de profetas” (1 Samuel, 10:5, 19:18-24);


[3] resalta la importancia y el poder de la oración (1 Samuel, 1:10-28, 2:1-10, 7:5-10, 8:5-6, 9:15, 12:19-23), la Palabra de Dios (1 Samuel, 1:23, 9:27, 15:1, 10, 23) y el Espíritu de la profecía (1 Samuel, 2:27-36, 3:20, 10:6, 10; 19:20-24, 28:6);


[4] contiene abundante información biográfica acerca de la vida de tres líderes destacados de Israel: Samuel (1 Samuel, 1 al 7), Saúl (1 Samuel, 8 al 31) y David (1 Samuel, 16 al 31);


[5] está repleto de historias bíblicas famosas, tales como cuando Dios le hablo al joven Samuel (1 Samuel, 3), David y Goliat (1 Samuel, 17), David y Jonatán (1 Samuel, 18 al 20), los celos y el temor de Saúl (1 Samuel, 18 al 30) y Saúl y la adivina de Endor (1 Samuel, 28);


[6] es la fuente de algunas palabras citadas con frecuencia: “Icabod”, que significa “sin gloria”, pues “traspasada es la gloria” (1 Samuel, 4:21), “Eben-ezer”, que significa “piedra de ayuda”, pues “hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Samuel, 7:12) y “viva el rey” (1 Samuel, 10:24); es también el primer libro del AT que usa la frase “Jehová de los ejércitos” (1 Samuel, 1:3);

Cumplimiento en el NT

1 Samuel registra dos tipos proféticos del ministerio de Jesús como profeta, sacerdote y rey:

 

[1] Samuel, el principal representante profético y sacerdotal de Dios en Israel, prefiguro el ministerio de Jesucristo, quien sería el supremo representante profético y sacerdotal de Dios en Israel; y


[2] David, nacido en Belén, pastor y rey ungido de Dios, que cumplió los propósitos de Dios para su generación (Hechos, 13:36), llego a ser el principal tipo y precursor en el AT del Rey mesiánico de Israel;

El NT habla de Jesucristo como el “hijo de David” (Mateo, 1:1, 9:27, 21:9), “que era del linaje de David según la carne” (Romanos, 1:3) y “la raíz y el linaje de David” (Apocalipsis, 22:16).

Cristo en 1 Samuel

Cristo es “nuestro profeta fiel”:

1 Samuel, 2:35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 

1 Samuel, 3:20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.

 

DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA

SERIE BOSQUEJOS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA: # 8 - RUT

 


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RUT

Autor: incierto (probablemente Samuel)

Tema: amor redentor

Fecha: siglo X a.C.

Propósito

El libro de Rut fue escrito para describir como, por medio del amor abnegado, una joven moabita, devota y virtuosa, llego a ser la bisabuela del rey David. El libro también fue escrito para conservar una historia admirable del tiempo de los Jueces acerca de una familia piadosa, cuya fidelidad en la adversidad contrastaba mucho con la decadencia espiritual y moral generalizada en Israel en aquella época.

Trasfondo

Desde el punto de vista histórico, el libro de Rut describe sucesos de la vida de una familia israelita durante el tiempo de los Jueces (Rut, 1:1). En el aspecto geográfico, el lugar de los primeros dieciocho versículos es la tierra de Moab (al este del Mar Muerto). El resto del libro está situado en Belén de Judá o cerca de ahí. En lo litúrgico, el libro de Rut llego a ser uno de los cinco rollos de la tercera parte de la Biblia hebrea, los hagiógrafos (“Escritos Santos”), cada uno de los cuales se leía en público en una de las fiestas judías anuales. Como el drama central de Rut ocurrió durante la cosecha, el libro se leía por costumbre en la Fiesta de la Cosecha o Pentecostés.

Autoría

Por cuanto el libro menciona a los descendientes de Rut, sin pasar por el rey David (Rut, 4:21-22), es muy probable que el libro se haya escrito durante el reinado de David. El autor del libro no se identifica en ninguna parte de las Escrituras, aunque la tradición judía (el Talmud: reflexiones rabínicas sobre las Escrituras), atribuye su paternidad literaria a Samuel.

Estructura

Esta historia de amor redentor comienza cuando Elimelec sale de Judá y se establece con su familia en Moab debido al hambre (Rut, 1:1-2). La adversidad siguió a Elimelec, pues él y sus dos hijos murieron en Moab (Rut, 1:3-5). Y dejaron tres viudas.

Siguen, entonces, cuatro episodios principales:

 

[1] Noemí (la viuda de Elimelec) y su devota nuera moabita, Rut, regresaron a Belén de Judá (Rut, 1:6-22);

 

[2] por la providencia de Dios, Rut encontró a Booz, un pariente rico de Elimelec (Rut, 2);

 

[3] animada por Noemí, Rut le manifestó a Booz su interés en la posibilidad de un matrimonio según la ley del pariente-redentor (Rut, 3); y

 

[4] en su calidad de pariente-redentor, Booz compro la propiedad de Noemí, se casó con Rut y tuvieron un hijo llamado Obed, el abuelo del rey David (Rut, 4);

A pesar de que el libro comienza con una adversidad terrible, concluye con una realización gloriosa para Noemí, Rut, Booz e Israel.

Características especiales

Seis aspectos o énfasis principales caracterizan el libro de Rut:

 

[1] es uno de dos libros de la Biblia cuyo título es el nombre de una mujer (el otro libro es Ester);

 

[2] el libro describe las alegrías y tristezas de una familia piadosa en Belén durante el tiempo caótico de los Jueces;

 

[3] ilustra el hecho de que el plan de redención de Dios incluía gentiles (no judíos) que, durante la época del AT, se injertaban en la comunidad de Israel al mostrar arrepentimiento y fe en el Señor;

 

[4] la redención es un tema central a través del libro, siendo el papel de pariente-redentor de Booz uno de los símbolos más claros del ministerio de Jesucristo;

 

[5] el versículo más reconocido del libro es el de las palabras de Rut a Noemí, mientras estaban todavía en Moab, donde Noemí le aconseja a Rut que vuelva con su pueblo:

 

Rut, 1:16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 1:17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.

 

[6] muestra una imagen realista de la vida, con sus luchas y tragedias, pero también describe como la fe y la fidelidad de personas piadosas le permitieron a Dios cambiar la tragedia en triunfo y la derrota en redención;

Cumplimiento en el NT

Cuatro verdades del NT se ilustran en este libro:

 

[1] la adversidad humana se vuelve la oportunidad de Dios para fomentar sus grandes propósitos redentores (Filipenses, 1:12);

 

[2] la inclusión de Rut en la redención demuestra que la participación en el reino de Dios no es por linaje físico, sino por la conformación de la vida personal a la voluntad de Dios, mediante la fe (Romanos, 16:26, Romanos, 1:5, 16);

 

[3] el lugar de Rut en el linaje de David y Jesucristo (Mateo, 1:5), significa que habrá gente de todas las naciones en el reino del “Hijo de David” (Apocalipsis, 5:9, 7:9); y

 

[4] Booz, como pariente-redentor, es un símbolo de Jesucristo (Mateo, 20:28);

Cristo en Rut

Cristo es nuestro “pariente redentor”:

Rut, 2:1 Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. 

Rut, 2:20 Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos. 

Rut, 4:14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; 4:15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. 

 

DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA

SERIE BOSQUEJOS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA: # 7 - JUECES

 


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JUECES

Autor: incierto (probablemente Samuel)

Tema: la desobediencia y la liberación

Fecha: 1050 - 1000 a.C.

Propósito

Desde el punto de vista histórico, Jueces provee la crónica principal de la historia de Israel en la tierra prometida, desde la muerte de Josué hasta el tiempo de Samuel. En lo teológico, revela la decadencia espiritual y moral de las tribus después que se establecieron en la tierra prometida, mostrando con claridad las consecuencias negativas que siempre ocurrían cuando Israel olvidaba su pacto con el Señor y se iba, más bien, en la dirección de la idolatría y la inmoralidad.

Trasfondo

El libro de Jueces es el enlace histórico principal entre Josué y la época de los reyes de Israel. El periodo de los Jueces va desde cerca de 1375 a.C. a 1050 a.C., cuando Israel fue una confederación de tribus. El libro deriva su nombre de los individuos a quienes Dios levanto periódicamente para guiar y liberar a los israelitas después de que ellos se habían descarriado y habían caído bajo la opresión de sus vecinos extranjeros. Los jueces (se mencionan trece en este libro) provinieron de diferentes tribus y se desempeñaron como líderes militares y magistrados civiles. Muchos tuvieron influencia solo dentro de su propia tribu, mientras que algunos sirvieron en todo el territorio de Israel. Samuel, considerado por lo general como el último de los jueces y el primero de los profetas, no se incluye en este libro.

Autoría

La paternidad literaria del libro de Jueces es incierta. El libro indica el siguiente marco cronológico para su composición:

 

[1] se escribió después que se sacó el arca de Silo, en tiempos del sacerdote Eli y el profeta Samuel (Jueces, 18:31, 20:27, 1 Samuel, 4:3-11);

 

[2] la referencia frecuente del autor al tiempo de los jueces mediante la declaración de que “en aquellos días no había rey en Israel” (Jueces, 17:6, 18:1, 19:1, 21:25), sugiere que la monarquía de Israel ya existía cuando se escribió el libro;

 

[3] todavía no se les había quitado Jerusalén a los jebuseos (Jueces, 1:21, 2 Samuel, 5:7);

Estas tres pistas indican que se completó el libro en algún momento después del comienzo del reinado de Saúl (1050 a.C.). El Talmud judío (reflexiones rabínicas sobre el AT hebreo) asocia el origen del libro con Samuel, lo que es una verdadera posibilidad.

Pero una cosa si es cierta. El libro registra y evalúa el periodo de los jueces desde la perspectiva del pacto (Jueces, 2:1-5). Moisés había profetizado que la opresión de las naciones extranjeras les sobrevendría a los israelitas como una de las maldiciones de Dios si se apartaban del pacto (Deuteronomio, 28:25, 33, 48). El libro de Jueces subraya la realidad histórica de esa profecía.

Estructura

Jueces se divide en tres secciones principales:

[1] La primera sección (Jueces, 1:1 – 3:6) registra la negligencia de Israel al no completar toda la conquista y describe su decadencia después de la muerte de Josué;

Josué, 17:13 Pero cuando los hijos de Israel fueron lo suficientemente fuertes, hicieron tributario al cananeo, mas no lo arrojaron.

Israel no tuvo cuidado de destruir a todos los cananeos, ya que los convirtieron en tributarios. Los israelitas querían el beneficio y la riqueza obtenida del trabajo forzado y del tributo de los cananeos. Ellos comprometieron la voluntad de Dios por dinero y comodidad. Haber dejado con vida a los cananeos fue la semilla de la desobediencia (por idolatría) profetizada por Moisés antes de morir y que se concretó durante el periodo de los “jueces” (individuos a quienes Dios levanto periódicamente, luego de la muerte de Josué, para guiar y liberar a los israelitas después de que ellos se habían descarriado y habían caído bajo la opresión de las naciones enemigas no exterminadas durante las guerras por la conquista de la tierra prometida):

Jueces, 2:1 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, 2:2 con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? 2:3 Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero.

Fue cuando Dios decidió dejar a las naciones no exterminadas para probar a Israel:

Jueces, 3:1 Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas la guerras de Canaán; 3:2 solamente para que el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a los que antes no la habían conocido: 3:3 los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta llegar a Hamat.

[2] La segunda sección (Jueces, 3:7 – 16:31), comprende la parte principal del libro al registrar seis ejemplos de la experiencia recurrente de Israel durante el tiempo de los jueces que involucra ciclos de desobediencia, opresión extranjera, servidumbre, clamor a Dios en la angustia y la liberación de Dios a los israelitas por medio de líderes ungidos por su Espíritu;

Ejemplo:

[+] Desobediencia:

Jueces, 3:7 Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.

[+] Opresión y servidumbre:

Jueces, 3:8 Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.

[+] Clamor a Dios en la angustia:

Jueces, 3:9 Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová;

[+] Liberación por medio de un líder ungido:

Jueces, 3:9 y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. 3:10 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim. 3:11 Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz.

Los trece jueces fueron:

[ 1 ] Otoniel (Jueces, 3:7-11);                

[ 2 ] Aod (Jueces, 3:12-30);

[ 3 ] Samgar (Jueces, 3:31);

[ 4 ] Débora y [5] Barac, en equipo (Jueces, 4:1 al 5:31);

[ 6 ] Gedeón (6:1 al 8:35);

[ 7 ] Tola (Jueces, 10:1-2);

[ 8 ] Jair (Jueces, 10:3-5);

[ 9 ] Jefté (Jueces, 10:6 al 12:7);

[10] Ibzan (Jueces, 12:8-10);

[11] Elón (Jueces, 12:11-12);

[12] Abdón (Jueces,12:13-15); y

[13] Sansón (Jueces, 13:1 al 16:31);




[3] La tercera sección (Jueces, 17:1 – 21:25) concluye con historias vívidas del tiempo de los jueces que ilustran la profundidad de la corrupción moral y social que resultaban de la desobediencia de Israel. Una lección que se recalca en el libro es que los seres humanos nunca aprenden bien las lecciones que da la historia;

Características especiales

Cuatro aspectos o énfasis principales caracterizan el libro de Jueces:

 

[1] registra sucesos de la historia turbulenta de Israel entre la conquista de Palestina y el comienzo de la monarquía; 

[2] subraya tres verdades sencillas pero profundas:

 

[a] ser pueblo de Dios significa que Dios debe ser rey y Señor de su pueblo;

[b] el pecado es siempre destructivo del pueblo de Dios; y

[c] cuando el pueblo de Dios se humilla, ora y se vuelve de sus malos caminos, El oirá desde el cielo y sanara su tierra (2 Crónicas, 7:14);

 

[3] pone énfasis en que, cada vez que Israel perdía de vista su identidad como el pueblo del pacto bajo el reinado de Dios, la nación se hundía en ciclos repetidos de caos espiritual, moral y social y “cada uno hacia lo que bien le parecía” (Jueces, 21:25, 17:6);

 

[4] el libro de Jueces revela que Dios uso a las naciones extranjeras, mas malvadas que su pueblo, para juzgar a este por sus pecados y causar su arrepentimiento y avivamiento (solo esta intervención de Dios impidió que el paganismo que rodeaba a Israel lo absorbiera por completo);

Cumplimiento en el NT

Tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto, el método de Dios para vencer al enemigo y hacer progresar su reino es mediante la energía, las fuerzas y el poder del Espíritu Santo obrando por medio de seres humanos rendidos a Dios y obedientes.

Cristo en Jueces

Cristo es “nuestro juez y dador de la ley”:

Jueces, 2:18 Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían.

Jueces, 11:27 Así que, yo nada he pecado contra ti, más tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón. 

Observaciones adicionales

Existe una diferencia entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto, en materia de cómo opera el Espíritu Santo por medio de las personas, que muchos hoy en día no pueden comprender. De tal suerte, algunos suelen afirmar que, de la misma forma que el Espíritu Santo abandono a Sansón, también puede abandonar, hoy en día, a un creyente de la iglesia neo testamentaria. (*)

(*) Aunque parezca una broma, esta es la postura doctrinal de una importante Biblia de estudio que circula en las iglesias, utilizada por pastores y ministros.

Quienes esto afirman, se basan en el siguiente pasaje del libro de Jueces:

Jueces, 16:20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

Pero el libro de Jueces también dice:

Jueces, 14:6 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.

Jueces, 14:19 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre. 

Estos pasajes dicen claramente que el Espíritu Santo “venia” sobre Sansón (y sobre cada juez) y, cada vez que lo hacía, ahí se manifestaba su fuerza sobrenatural. Pero el Espíritu Santo no moraba en Sansón, que es un personaje bíblico del AT y que, por lo tanto, estaba bajo la ley y no bajo la gracia.

En la época de Sansón “nadie” tenía al Espíritu Santo “morando consigo”, porque todavía no había venido Cristo, ni había muerto y resucitado, ni había venido el segundo Consolador que es el Espíritu Santo. Por lo tanto, el Espíritu Santo nunca se fue de Sansón sencillamente porque jamás moro en él. Solo venia sobre Sansón, circunstancialmente, hasta que no vino más, que fue lo que realmente sucedió.


Una cosa es que alguien que moraba en tu casa te abandone y otra, muy distinta, es que alguien que solía visitarte, deje de hacerlo.

En la era de la iglesia, a diferencia del AT, el Espíritu Santo viene a morar con el creyente y es “sellado” en él, como lo dice Pablo:

1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 

Efesios, 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

2 Corintios, 1:21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, 1:22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.

El Espíritu Santo es sellado en nosotros, dice Pablo. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta que pecamos la primera vez?. No, hasta la redención de la posesión adquirida, es decir, hasta el rapto de la iglesia, que es cuando se va a completar nuestra redención.

Nadie en el Antiguo Pacto (la ley de Moisés) tuvo jamás al Espíritu Santo morando consigo de la forma en que mora en un creyente de la iglesia.

Jesucristo dijo:

Lucas, 16:16 La ley y los profetas eran hasta Juan;

El Juan que Jesús menciona aquí es “el Bautista” (el precursor de Jesús). Es decir, el AT (Antiguo Testamento) no termina en Malaquías sino en Juan el Bautista. Como Juan el Bautista murió primero que Jesús, jamás paso por la experiencia de que el Espíritu Santo morara en él, por la sencilla razón de que esto solo ocurrió después de la muerte de Jesús: el Padre envió el Segundo Consolador (el Espíritu Santo) una vez que el Primer Consolador (Jesucristo) murió, resucito y ascendió.

Juan, 16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. 

Como Juan el Bautista pertenece al AT y el Espíritu Santo jamás moro en él, pueden comprenderse ahora estas palabras de Jesús:

Mateo, 11:11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.

El más pequeño de la iglesia (NT) es mayor que Juan el Bautista (AT).


DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA