domingo, 7 de julio de 2019

NUESTRA DOCTRINA



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Los siguientes son los principios que configuran el marco doctrinal de este sitio:

[+] Que el Dios de la Biblia, cuyo nombre es Jehová, es uno, es decir, la fe cristiana es monoteísta (Deuteronomio, 6:4);

[+] Que, además del Dios de la Biblia, cuyo nombre es Jehová, no hay ningún otro dios (Deuteronomio, 4:39, Isaías, 43:10, Isaías, 45:18);

[+] Que el Dios de la Biblia, cuyo nombre es Jehová, a pesar de ser un único Dios, se manifiesta en una Trinidad Divina, compuesta por Tres Personas distintas: el Padre (1 Corintios, 8:6, Juan, 6:27, 1 Pedro, 1:2), el Hijo (Juan, 1:1, Juan, 20:28, Filipenses, 2:6, Tito, 2:13, Romanos, 9:5, Colosenses, 1:15, Colosenses, 2:9, Hebreos, 1:8) y el Espíritu Santo (Hechos, 5:3-4, 1 Corintios, 3:16, 6:19, Romanos, 8:9);

[+] Que, si bien la palabra “Trinidad” no aparece textualmente en la Biblia, si aparece claramente su doctrina o enseñanza (Mateo, 28:19, 2 Corintios, 13:14, 1 Corintios, 12:4-6, Efesios, 4:4-6, 1 Pedro, 1:2, Marcos, 1:10-11, Juan, 14:16-17);

[+] En virtud de lo anterior:

[a] Que el Hijo de Dios (Jesucristo), es también Dios; y

[b] Que Dios Padre y el Espíritu Santo son uno (1 Corintios, 3:16, 6:19), Dios Hijo y el Espíritu Santo son uno (Romanos, 8:9) y Dios Padre y Dios Hijo son uno (Juan, 10:30);

[+] Que el Dios de la Biblia, a pesar de ser Espíritu (Juan, 4:24) e Invisible (Hebreos, 11:27, 1 Timoteo, 1:17, 1 Timoteo, 6:16), se ha dado a conocer a través de su Hijo, el cual es su imagen (Juan, 6:46, Juan, 1:18, Colosenses, 1:15, Juan, 14:8-9);

[+] Que, en la antigüedad, Dios ha hablado por los profetas y que, en el NT y hasta nuestros días, Dios ha hablado por intermedio de su Hijo Jesucristo (Hebreos, 1:1-2) y de los Apóstoles (Romanos, 11:13, Gálatas, 2:7-8);

[+] Que, como Dios no puede morar en presencia del pecado (1 Juan, 2), a lo largo de toda la historia de la Redención, siempre fue necesario el derramamiento de sangre para expiar (quitar de en medio) el pecado (Hebreos, 9:22), que se levanta como una barrera entre Dios y los hombres;

[+] Que, en virtud de lo anterior y según Hebreos, 9:24-26 y Hebreos, 10:1-4, el Antiguo Pacto (la sangre de animales derramada - una y otra vez - en los sacrificios del Templo), ha quedado obsoleto y  reemplazado por el Nuevo Pacto (la sangre de Cristo derramada - una sola vez - en la cruz), pero de ninguna manera ha quedado obsoleto el AT como Palabra de Dios (Lucas, 16:17, Mateo, 5:18);

[+] Que, en virtud de lo anterior, la obligación de diezmar (Malaquías, 3:10-11) sigue vigente de modo que quien, teniendo empleo o alguna fuente proveedora de ingresos, no diezma, cae bajo la maldición directa de Dios (Malaquías, 3:9);

[+] Que, la única forma de matrimonio que Dios acepta es aquella donde la monogamia (dos personas) y la heterosexualidad (un hombre y una mujer) están presentes (Génesis, 2:24);

[+] Que, al principio de la iglesia, la salvación y la recepción del Espíritu Santo solo eran para los judíos (Mateo, 15:24) y tenían lugar únicamente por el “bautismo en agua” (Hechos, 2:38) pero que, al ser rechazado Jesús como Mesías por los judíos (Mateo, 3:7-8, Mateo, 27:22-25, Hechos, 7:58-8:1), Dios cambio el paradigma levantando a Pablo (Hechos, 9) como apóstol a los gentiles (Romanos, 11:13) y revelándole (Gálatas, 1:11-12, 2:1-2) el misterio del Evangelio (Romanos, 16:25-26, 1 Corintios, 15:1-4) consistente en que la salvación y la recepción del Espíritu Santo tendrían lugar, de aquí en más, por gracia, por medio de la fe (Efesios, 2:8-9, Efesios, 1:13-14, Gálatas, 3:2), siendo reemplazada el agua (Hechos, 2:38) por “la gracia del Señor Jesús” (Hechos, 15:11) y por la sangre de Cristo (1 Corintios, 6:20, 1 Pedro, 1:18-19);

[+] Que, a diferencia de lo que ocurría en el AT, donde el Espíritu Santo solo venia sobre una persona (1 Samuel, 10:10, Jueces, 14:6, 19), en el NT, después de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo (Juan, 16:7), el Espíritu Santo no solo viene sino que mora y, además, es sellado en el creyente (1 Corintios, 3:16, 6:19, Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22);

[+] Que, en virtud de lo expuesto anteriormente, aunque es un sacramento que sigue siendo practicado en la mayoría de las iglesias evangélicas actuales, el bautismo en agua no es necesario para la salvación del alma;

[+] Que, en efecto, nuestra salvación es por gracia, por medio de la fe (Efesios, 2:8-9), es decir, la causa (el por qué) de nuestra salvación es la gracia y el medio para acceder (entrar) a esa gracia es la fe (Romanos, 5:1-2);

[+] Que la salvación es un don (regalo) de Dios y que no es por obras, para que nadie pueda jactarse de haberse salvado por sus propios méritos (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5);

[+] Que la salvación, una vez consumada, no puede perderse (Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22, Juan, 10:27-29, Filipenses, 1:6; Hebreos, 10:14);

[+] Que la salvación no solo es un regalo de Dios (que El jamás nos quitaría) sino que, además, es un regalo que nosotros no podemos devolver ya que, una vez salvos, ya no estamos en control de nuestro destino eterno porque, como bien lo expresa Pablo, ya no somos nuestros dueños debido a que hemos sido comprados por precio (1 Corintios, 6:20), que es la sangre de Cristo (1 Pedro 1:18-19), con lo cual la apostasía (el abandono de la fe) es impracticable para alguien que es verdaderamente salvo;

[+] Que Dios ha predestinado a ciertas personas para vida eterna (Romanos, 8:29-30, Romanos, 9:21-24, Efesios, 1:4-5, 1 Pedro, 2:8, Judas, 1:4, Jeremías, 1:5, Gálatas, 1:15-16) en base al conocimiento anticipado que Él tiene del futuro (1 Pedro, 1:1-2, Hechos, 2:22-23);

[+] Que, en la eternidad, hay dos tipos de beneficios: el regalo (la salvación), respecto del cual no tenemos que hacer nada - solo tener fe - para recibirlo (Efesios, 2:8) y el premio, que si depende de nuestra conducta aquí en la Tierra y que, si nos descuidamos, podemos dejar de ganar y son las “coronas” que se nos prometen en la Biblia:

[a] la corona Incorruptible [de la Victoria] (1 Corintios, 9:25);
[b] la corona del que gana almas (Filipenses, 4:1 y 1 Tesalonicenses, 2:19);
[c] la Corona de Justicia (2 Timoteo, 4:8);
[d] la Corona de Vida (Santiago, 1:12 y Apocalipsis 2:10); y
[e] la Corona de Gloria (1 Pedro, 5:4);

[+] Que todos los cristianos salvos enfrentaremos el Tribunal de Cristo (2 Corintios, 5:10) donde, si bien nuestra salvación no estará en discusión aquí, nuestra obra en la Tierra será probada por el fuego y, aunque la misma termine siendo destruida, aun así conservaremos nuestra salvación, porque es un regalo (1 Corintios, 3:10-15);

[+] Que la denominada Segunda Venida de Cristo tiene dos fases: el Rapto de la iglesia (1 Corintios, 15:51-52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17) y la Segunda Venida de Cristo propiamente dicha, siete años después;

[+] Que, si bien el día y la hora del retorno del Señor (en sus dos fases) no lo sabe nadie (Mateo, 24:36), las señales indican que estamos en los últimos tiempos (Mateo, 24:32-34);

[+] Que, en virtud de lo anterior, en un futuro cercano la iglesia será arrebatada, es decir, tanto los muertos en Cristo (resucitaran) como los que estemos vivos (seremos transformados), seremos trasladados al cielo “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios, 15:51-52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17), con lo cual la iglesia no sufrirá la ira de Dios (1 Tesalonicenses, 1:10, 1 Tesalonicenses, 5:9, Apocalipsis, 3:10);

[+] Que la iglesia, de ninguna manera, sustituyo a Israel como “pueblo escogido de Dios” (Romanos, 11:25-26) sino que, en la relación de Dios con Israel, la iglesia solo representa un gap o paréntesis en el eje de tiempo;

[+] Que, con el Rapto de la iglesia, inician los últimos siete años de la historia del gobierno del hombre, periodo conocido como la “semana setenta de Daniel” (Daniel, 9:24-27) o Tribulación, en el cual Dios volverá su rostro a Israel y retomara la relación con ellos donde había quedado antes de la cruz de Cristo, que es en los sacrificios del Templo, motivo por el cual un Tercer Templo deberá ser construido, ya que el Primer Templo (el de Salomón) fue destruido por Nabucodonosor en 586 a.C. y el Segundo Templo (cuya re edificación lidero Esdras después de los 70 años de exilio en Babilonia) fue destruido por los romanos en 70 d.C., cuyas ruinas son lo que hoy se conoce en Israel como “El Muro de los Lamentos”;

[+] Que, a mitad de los últimos siete años conocidos como Tribulación, se manifestara la “abominación desoladora” (el anticristo) de la que hablo el profeta Daniel (Daniel, 9:27, Mateo, 24:15) y Pablo (2 Tesalonicenses, 2:5-12), quien utilizara el Tercer Templo que se construya como centro de sus pronunciamientos contra Dios;

[+] Que, al final de los siete años de la Tribulación, Cristo retornara junto con la iglesia (raptada al inicio de la misma), para establecer su reino en la Tierra, lo que dará comienzo el Reinado Milenial (de 1.000 años) de Cristo (Apocalipsis, 20:4);

[+] Que hay dos tipos de resurrección: una para vida eterna y otra para condenación eterna (Juan, 5:29, Hechos, 24:15);

[+] Que mientras la resurrección para condenación tiene lugar en un solo evento (Apocalipsis, 20:13), la resurrección para vida eterna tiene lugar en más de un evento:

[1] la iglesia (1 Corintios, 15:51-52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17);

[2] los “santos de la Tribulación” que fueron "decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios", que no participaron del Rapto (porque no eran salvos) pero se convirtieron (a precio de muerte) durante la Tribulación y que resucitaran al final de la Tribulación, en la Segunda Venida de Cristo (Apocalipsis, 20:4);

[3] los “santos del AT”, que también resucitaran al final de la Tribulación, en la Segunda Venida de Cristo (Daniel, 12:1-2); y

[4] los “santos muertos durante el Reinado Milenial de Cristo”, que resucitaran al final del reinado de 1.000 años, junto con los impíos muertos a lo largo de toda la historia (Apocalipsis, 20:5, 15);

[+] Que somos seres tripartitos, es decir, con un espíritu, un alma y un cuerpo (1 Tesalonicenses, 5:23);

[+] Que nuestra redención aún no está completa motivo por el cual, mientras nuestro espíritu y nuestra alma no pueden pecar (1 Juan, 3:8-9), nuestro cuerpo continua haciéndolo (1 Juan, 1:8), hasta que el mismo sea restaurado en el Rapto de la iglesia (1 Corintios, 15:51-54, 1 Tesalonicenses, 4:15-17);

[+] Que, en virtud de lo anterior, la “nueva criatura” a la que hace referencia Pablo (2 Corintios, 5:17) está compuesta por el espíritu y el alma (1 Juan, 3:8-9) pero no incluye el cuerpo (1 Juan, 1:8), el cual solo es “echado fuera” (aislado) cuando aceptamos a Cristo (Colosenses, 2:11);

[+] Que, en virtud de lo anterior, todos los cristianos, aun después de ser salvos, continuamos pecando (1 Juan, 1:8),  con lo cual no perdemos nuestra salvación pero si podemos perder la comunión con Dios y detener, de esta forma, las bendiciones que El tiene para nosotros;

[+] Que, no obstante lo anterior, todos los cristianos tenemos en la confesión de nuestros pecados (1 Juan, 1:9), la posibilidad de que la sangre de Cristo, cuyo poder redentor es eterno (Hebreos, 10:14), nos vuelva a limpiar y así recuperar la comunión perdida con Dios a causa del pecado;

Finalmente, el Protestantismo luterano, el Calvinismo y el Dispensacionalismo, terminan de configurar el marco doctrinal que ha servido y sirve de base para la confección de todos los estudios bíblicos presentados en este sitio.


QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra