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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Existe bastante controversia sobre este tema. Digo esto porque hay un gran número de predicadores, muchos de ellos de renombre, que tienen, sin embargo, opiniones disimiles al respecto. Es raro que cueste tanto ponerse de acuerdo sobre un tema que, a primera vista, pareciera no revestir mayor complejidad. Por mi parte, con la excusa de expedirme sobre este tema puntual (hace rato quiero hacerlo), intentare ir un poco más profundo con el fin de analizar si existe algún procedimiento general que permita determinar cuando estamos en presencia de un pecado y cuando no, bíblicamente hablando, es decir, tomando como punto de referencia la Biblia, que es la Palabra de Dios.
El procedimiento general
Para analizar si algo es pecado o no en la Biblia lo mejor es aplicar el siguiente procedimiento:
[1] ver
si la Biblia incluye alguna norma específica sobre el tema, tanto en el AT como
en el NT; o
[2]
ante la inexistencia de una norma bíblica en concreto, ver si puede aplicarse algún
principio rector emanado de la Biblia, tanto del AT como del NT; o
[3]
aplicar los principios espirituales emanados de Romanos, 14 escritos por Pablo
de Tarso;
Como es lógico, de verificarse alguno de los dos (o los dos) primeros apartados, es inútil aplicar Romanos, 14 (ya lo veremos).
Nota 1: estamos hablando de personas que ya son cristianas y no de inconversos;
Nota 2: para que el procedimiento quede claro en cuanto a su aplicación, se verifiquen o no los dos primeros, vamos a aplicar los tres pasos;
[1] Una norma específica emanada de la Biblia
Veamos primero si existe, tanto en el AT como en el NT, alguna norma específica en la Biblia sobre el tema que nos ocupa. Y podemos ver que si existe y la podemos encontrar en el AT en:
Levítico, 19:28 Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová.
Este pasaje es citado normalmente en oposición a la posibilidad de que un cristiano se practique un tatuaje (el tatuaje sería, entonces, un pecado).
Sin embargo, aun existiendo una norma específica (Levítico, 19:28), podría prevalecer una de dos interpretaciones posibles:
[1] algunos podrían decir que la prohibición de
Levítico, 19:28 no se refiere al hecho en sí (la marca o señal en el cuerpo)
sino al motivo: “por un muerto”, de donde se desprendería que no estaría
prohibido si fuera por otra causa (no importa cuál); u
[2]
otros podrían sostener que, la forma en la que concluye el pasaje (“señal
alguna”), daría a entender que la prohibición alcanza a cualquier tipo de señal
(sin importar el motivo);
Nota 3: nosotros adherimos a la interpretación del apartado [2];
Por último, alguien podría esgrimir que, por tratarse de un pasaje del AT, existiendo el Nuevo Pacto que reemplazó al Antiguo, este último ya no resulta aplicable a la iglesia. Este argumento es falso porque, si bien es cierto que el Nuevo Pacto reemplazo al Antiguo, es falso que el Antiguo Pacto sea el AT, de la misma forma que es falso que el Nuevo Pacto sea el NT. Si quieres profundizar sobre esto, te recomiendo dos estudios que puedes encontrar en mi blog, pinchando en los siguientes títulos:
Diezmos y ofrendas. La vigencia de la ley de Moisés
Las siete dispensaciones de Dios - # 5 La ley de Moisés
[2] Algún principio rector consagrado en la Biblia
Como pudimos ver, en efecto existe una norma específica emanada de la Biblia que prohíbe los tatuajes. No obstante, vamos a suponer que dicha norma no existe, motivo por el cual debemos ver si, a falta de una norma específica, hay algún principio general emanado de las Escrituras susceptible de ser aplicado, para lo cual debemos aprender a diferenciar la “letra fría” del “espíritu de las Escrituras”.
Esta discusión, por ejemplo, es muy popular en el Derecho. Lo que se pretende, al interpretar una ley (humana), es no solo ver lo que está escrito en ella (la “letra fría”), sino el “valor supremo” que los legisladores pretendieron proteger al sancionar esa norma (el “espíritu de la ley”) y es en esto en lo que debe hacer especial hincapié un juez a la hora de aplicar la ley.
Y, en términos espirituales, no es demasiado distinto. Por ejemplo, mientras la borrachera esta mencionada en la Biblia como un pecado (1 Corintios, 6:10), el fumar no lo está. ¿Significa esto que el emborracharse es un pecado y el fumar no lo es?. En lugar de quedarnos “dando vueltas” en la “letra fría de las Escrituras” (discutiendo si la Biblia dice o no dice), debemos escudriñarlas para ver cuáles son los “principios rectores” que subyacen en ellas y analizar toda situación a la luz de estos últimos. Esto significa aplicar “el espíritu de las Escrituras”.
Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo:
1 Corintios, 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Si destruimos nuestro cuerpo (sea de la manera que fuere), destruimos el “templo de Dios” y por eso, dice Pablo, seremos destruidos (1 Corintios, 3:17). Este es el “principio rector” que hay que aplicar, en lugar de hurgar en las Escrituras para ver si estas mencionan el beber, el fumar, el drogarse u otra cosa. Aunque, a diferencia de la borrachera, la Biblia no hace mención respecto del fumar o el drogarse, se trata de actos que, en definitiva, destruyen nuestro cuerpo (que es “templo de Dios”), por lo que, en ausencia de toda norma específica al respecto, corresponde aplicar el “principio rector” consagrado en 1 Corintios, 3:17. El “valor supremo” que pretenden proteger las Escrituras, en este caso, es el “templo de Dios” (nuestro cuerpo).
Por ende, todo lo que destruya el “templo de Dios”, aunque no esté mencionado en las Escrituras, entra en colisión directa con ellas, no por una norma específica sino por aplicación del “principio rector” consagrado en 1 Corintios, 3:17 (el “espíritu de las Escrituras”).
Alguien podría objetar, sin embargo, que tatuarse, a diferencia de fumar, emborracharse o drogarse, no destruye nuestro cuerpo y, por ende, no destruye el templo de Dios, motivo por el cual no correspondería aplicar 1 Corintios, 3:17. Lo recordamos:
1 Corintios, 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Sin embargo, si yo te preguntara: ¿harías un grafiti, con una pintura en aerosol, en las paredes de tu iglesia?. Seguramente responderías que no. Si te preguntara ¿por qué?, seguramente responderías “porque es el templo donde me congrego todos los domingos”. Está bien. Si la Biblia dice que nuestro cuerpo es templo de Dios (1 Corintios, 3:16, 6:19), ¿por qué, entonces, harías con tu cuerpo lo que no harías en el templo físico donde te congregas, al que llamas “iglesia”?. ¿Se entiende el punto?. No se trata solamente de “destruir” el templo sino, también, de “mancillarlo” con inscripciones inadecuadas.
Como podemos ver, además de una norma específica (Levítico, 19:28), también resulta de aplicación el principio general consagrado en 1 Corintios, 3:17. Tatuarse, para un cristiano, por lo tanto, es un pecado.
Pero hay más. Pablo dice que nosotros ya no somos nuestros (1 Corintios, 6:19), porque fuimos comprados por precio (1 Corintios, 6:20). Y Pedro aclara cual fue el precio pagado: la sangre de Cristo (1 Pedro, 1:18-19).
Sin embargo, si yo te preguntara: ¿harías un grafiti, con una pintura en aerosol, en la casa de tu vecino?. Seguramente responderías que no. Si te preguntara ¿por qué?, seguramente responderías “porque la casa de mi vecino es de él y no mía”. Está bien. Si la Biblia dice que nosotros ya no somos nuestros dueños (1 Corintios, 6:19), porque fuimos comprados por precio (1 Corintios, 6:20, 1 Pedro, 1:18-19) ¿por qué, entonces, harías en tu cuerpo – que no es tuyo – lo que no harías en la casa de tu vecino, que tampoco es tuya?. ¿Se entiende el punto?.
[3] Los principios espirituales emanados de Romanos, 14
Pero supongamos que no existe nada en las Escrituras que podamos aplicar para discernir si tatuarse es o no un pecado. En este caso (como en tantos otros), estamos en presencia de una cuestión ambigua. Debemos aplicar, entonces, los principios espirituales a los que hace referencia Pablo en Romanos, 14.
Al respecto, te recomiendo que leas un estudio sobre el tema que puedes encontrar en mi blog, pinchando en el siguiente titulo:
Como no es la intención reproducir aquí nuevamente todo el estudio sobre Romanos, 14 recomendado más arriba, solo diré que, cuando la Biblia no nos permite discernir si estamos o no en presencia de un pecado, la cuestión (en este caso, tatuarse o no) queda librada a nuestra propia conciencia influida por el Espíritu Santo.
Esto es así porque no todos pensamos de igual forma, debido a que no todos tenemos el mismo entendimiento del Evangelio. No es que haya más de un Evangelio (lo cual es una herejía). Lo que hay es un único Evangelio, pero sobre el que existen diferentes niveles o grados de entendimiento y esto es establecido por Dios (1 Corintios, 3:6). Por ejemplo, la Biblia condena el pecado de borrachera (1 Corintios, 6:10), pero tomar alcohol no significa ser un borracho. Sin embargo, algunos piensan que tomar alcohol está bien y otros, en cambio, piensan que está mal.
De esta manera, es posible que cristianos, verdaderos y devotos, sostengan diferentes puntos de vista en asuntos que resultan bíblicamente ambiguos y sin embargo que ambos estén dentro de la voluntad de Dios.
Por ejemplo, Pablo dice:
[+] bienaventurado el que no
se condena a sí mismo en lo que aprueba (Romanos, 14:22);
[+] nada es inmundo en sí
mismo, más el que piensa que algo es inmundo, para él lo es (Romanos, 14:14);
[+] pero el que duda sobre lo
que come (o bebe, o hace), es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que
no proviene de fe, es pecado (Romanos, 14:23).
Aquí la expresión “es
condenado”, no se refiere a la pérdida de la salvación, sino a la pérdida de la
paz debido a la violación de la convicción personal que el Espíritu Santo ha
producido en nosotros.
La expresión de Pablo “todo lo
que no proviene de fe, es pecado” significa que, en ambiguas cuestiones, todo
lo que no proviene de la convicción personal (y la fe es una convicción
personal, según Hebreos, 11:1), es pecado, como si se violara la ley misma.
Recodemos que no estamos
hablando de pecados bíblicos sino de cuestiones sobre las que la Biblia no se
expide o no lo hace de manera contundente. En áreas bíblicas ambiguas, entonces,
el pecado es una violación de nuestra propia conciencia (convicción), más que
una violación de la ley.
Por ejemplo, si yo creo que
tomar alcohol (sin emborracharse) no es un pecado y, otra persona cristiana,
que piensa que si lo es, al verme tomar alcohol, también toma, está violando su
propia convicción y es como si violara la ley misma (está pecando, aun cuando
la ley de Dios no prohíba tomar alcohol). En este caso, yo me tengo que
abstener de tomar alcohol (aunque piense que está bien) para que mi hermano no
tropiece (Romanos, 14:20-21).
Si
reemplazamos la expresión “tomar alcohol” por “tatuarse”, en el párrafo
anterior, el mismo quedaría de la siguiente manera:
Por ejemplo, si yo creo que tatuarse no es un pecado y, otra persona cristiana, que piensa que si lo es, al ver un tatuaje que me hice, luego va y se tatúa, está violando su propia convicción y es como si violara la ley misma (está pecando, aun cuando la ley de Dios no prohíba tatuarse). En este caso, yo me tengo que abstener de exhibir mi tatuaje (aunque piense que tatuarse no es un pecado) para que mi hermano no tropiece (Romanos, 14:20-21).
Sabemos (otro ejemplo) que
Dios prohibió a los israelitas comer carne de cerdo (Levítico, 11:7). Pero también
sabemos que el Señor abolió esta prohibición y ya no resulta aplicable para la
iglesia (Mateo, 15:11, 17-20, Hechos, 10:9-16). Sin embargo, si un cristiano,
verdadero y devoto, piensa que comer carne de cerdo está mal, entonces no debe
hacerlo y, si lo hace (al ver a otro cristiano hacerlo) y sigue pensando que está
mal, entonces está pecando porque, aunque la ley de Dios no lo prohíba, él está
violando su propia convicción, es decir, el entendimiento que Dios le dio sobre
el asunto.
Conclusión
Tatuarse, entonces, si es un
pecado por aplicación de:
[1] una norma bíblica
específica (Levítico, 19:28); y
[2] principios generales
consagrados en las Escrituras (1 Corintios, 3:17, 1 Corintios, 6:19-20, 1
Pedro, 1:18-19).
Si tatuarse fuera una cuestión no definida en las Escrituras (supusimos esto para hacer el ejercicio de ver como se aplican los principios emanados de Romanos, 14), entonces todo queda librado a la diferente luz que Dios, por medio del Espíritu Santo, le dio a cada cristiano en cuanto el entendimiento del Evangelio.
Incluso si estamos mal
informados sobre un asunto, debemos actuar siempre de acuerdo a la convicción
que tenemos, porque, según Pablo, violar nuestra convicción (nuestra
conciencia) es como violar la ley de Dios.
DIOS LOS BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra
Ministerio
REY DE GLORIA