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JUECES
Autor: incierto (probablemente Samuel)
Tema: la desobediencia y la liberación
Fecha: 1050 - 1000 a.C.
Propósito
Desde el punto de vista histórico, Jueces provee la crónica principal de
la historia de Israel en la tierra prometida, desde la muerte de Josué hasta el
tiempo de Samuel. En lo teológico, revela la decadencia espiritual y moral de
las tribus después que se establecieron en la tierra prometida, mostrando con
claridad las consecuencias negativas que siempre ocurrían cuando Israel
olvidaba su pacto con el Señor y se iba, más bien, en la dirección de la idolatría
y la inmoralidad.
Trasfondo
El libro de Jueces es el enlace histórico principal entre Josué y la época de los reyes de Israel. El periodo de los Jueces va desde cerca de 1375 a.C. a 1050 a.C., cuando Israel fue una confederación de tribus. El libro deriva su nombre de los individuos a quienes Dios levanto periódicamente para guiar y liberar a los israelitas después de que ellos se habían descarriado y habían caído bajo la opresión de sus vecinos extranjeros. Los jueces (se mencionan trece en este libro) provinieron de diferentes tribus y se desempeñaron como líderes militares y magistrados civiles. Muchos tuvieron influencia solo dentro de su propia tribu, mientras que algunos sirvieron en todo el territorio de Israel. Samuel, considerado por lo general como el último de los jueces y el primero de los profetas, no se incluye en este libro.
Autoría
La paternidad literaria del libro de Jueces es incierta. El libro indica el siguiente marco cronológico para su composición:
[1] se escribió después que se sacó
el arca de Silo, en tiempos del sacerdote Eli y el profeta Samuel (Jueces,
18:31, 20:27, 1 Samuel, 4:3-11);
[2] la referencia frecuente del
autor al tiempo de los jueces mediante la declaración de que “en aquellos días
no había rey en Israel” (Jueces, 17:6, 18:1, 19:1, 21:25), sugiere que la monarquía
de Israel ya existía cuando se escribió el libro;
[3] todavía no se les había
quitado Jerusalén a los jebuseos (Jueces, 1:21, 2 Samuel, 5:7);
Estas tres pistas indican que se completó el libro en algún momento después del comienzo del reinado de Saúl (1050 a.C.). El Talmud judío (reflexiones rabínicas sobre el AT hebreo) asocia el origen del libro con Samuel, lo que es una verdadera posibilidad.
Pero una cosa si es cierta. El libro registra y evalúa el periodo de los jueces desde la perspectiva del pacto (Jueces, 2:1-5). Moisés había profetizado que la opresión de las naciones extranjeras les sobrevendría a los israelitas como una de las maldiciones de Dios si se apartaban del pacto (Deuteronomio, 28:25, 33, 48). El libro de Jueces subraya la realidad histórica de esa profecía.
Estructura
Jueces se divide en tres secciones principales:
[1] La primera sección (Jueces, 1:1 – 3:6) registra la negligencia de Israel al no completar toda la conquista y describe su decadencia después de la muerte de Josué;
Josué, 17:13 Pero cuando los hijos de Israel fueron lo suficientemente fuertes, hicieron tributario al cananeo, mas no lo arrojaron.
Israel no tuvo cuidado de destruir a todos los cananeos, ya que los convirtieron en tributarios. Los israelitas querían el beneficio y la riqueza obtenida del trabajo forzado y del tributo de los cananeos. Ellos comprometieron la voluntad de Dios por dinero y comodidad. Haber dejado con vida a los cananeos fue la semilla de la desobediencia (por idolatría) profetizada por Moisés antes de morir y que se concretó durante el periodo de los “jueces” (individuos a quienes Dios levanto periódicamente, luego de la muerte de Josué, para guiar y liberar a los israelitas después de que ellos se habían descarriado y habían caído bajo la opresión de las naciones enemigas no exterminadas durante las guerras por la conquista de la tierra prometida):
Jueces, 2:1 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, 2:2 con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? 2:3 Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero.
Fue cuando Dios decidió dejar a las naciones no exterminadas para probar a Israel:
Jueces, 3:1 Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas la guerras de Canaán; 3:2 solamente para que el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a los que antes no la habían conocido: 3:3 los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta llegar a Hamat.
[2] La segunda sección (Jueces, 3:7 – 16:31), comprende la parte principal del libro al registrar seis ejemplos de la experiencia recurrente de Israel durante el tiempo de los jueces que involucra ciclos de desobediencia, opresión extranjera, servidumbre, clamor a Dios en la angustia y la liberación de Dios a los israelitas por medio de líderes ungidos por su Espíritu;
Ejemplo:
[+] Desobediencia:
Jueces, 3:7 Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.
[+] Opresión y servidumbre:
Jueces, 3:8 Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.
[+] Clamor a Dios en la angustia:
Jueces, 3:9 Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová;
[+] Liberación por medio de un líder ungido:
Jueces, 3:9 y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. 3:10 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim. 3:11 Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz.
Los trece jueces fueron:
[ 1 ] Otoniel (Jueces, 3:7-11);
[ 2 ] Aod (Jueces, 3:12-30);
[ 3 ] Samgar (Jueces, 3:31);
[ 4 ] Débora y [5] Barac, en equipo (Jueces, 4:1 al 5:31);
[ 6 ] Gedeón (6:1 al 8:35);
[ 7 ] Tola (Jueces, 10:1-2);
[ 8 ] Jair (Jueces, 10:3-5);
[ 9 ] Jefté (Jueces, 10:6 al 12:7);
[10] Ibzan (Jueces, 12:8-10);
[11] Elón (Jueces, 12:11-12);
[12] Abdón (Jueces,12:13-15); y
[13] Sansón (Jueces, 13:1 al 16:31);
[3]
La tercera sección (Jueces, 17:1 – 21:25) concluye con historias vívidas del
tiempo de los jueces que ilustran la profundidad de la corrupción moral y
social que resultaban de la desobediencia de Israel. Una lección que se recalca
en el libro es que los seres humanos nunca aprenden bien las lecciones que da
la historia;
Características especiales
Cuatro aspectos o énfasis principales caracterizan el libro de Jueces:
[1] registra sucesos de la historia turbulenta de Israel entre la conquista de Palestina y el comienzo de la monarquía;
[2] subraya tres verdades sencillas pero profundas:
[a] ser pueblo de Dios significa
que Dios debe ser rey y Señor de su pueblo;
[b] el pecado es
siempre destructivo del pueblo de Dios; y
[c] cuando el pueblo de Dios se
humilla, ora y se vuelve de sus malos caminos, El oirá desde el cielo y sanara
su tierra (2 Crónicas, 7:14);
[3] pone énfasis en que, cada vez
que Israel perdía de vista su identidad como el pueblo del pacto bajo el
reinado de Dios, la nación se hundía en ciclos repetidos de caos espiritual,
moral y social y “cada uno hacia lo que bien le parecía” (Jueces, 21:25, 17:6);
[4] el libro de Jueces revela que
Dios uso a las naciones extranjeras, mas malvadas que su pueblo, para juzgar a
este por sus pecados y causar su arrepentimiento y avivamiento (solo esta intervención
de Dios impidió que el paganismo que rodeaba a Israel lo absorbiera por
completo);
Cumplimiento en el NT
Tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto, el método de Dios para vencer al enemigo y hacer progresar su reino es mediante la energía, las fuerzas y el poder del Espíritu Santo obrando por medio de seres humanos rendidos a Dios y obedientes.
Cristo en Jueces
Cristo es “nuestro juez y dador de la ley”:
Jueces, 2:18 Y cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez, y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez; porque Jehová era movido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían.
Jueces, 11:27 Así que, yo nada he pecado contra ti, más tú haces mal conmigo peleando contra mí. Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
Observaciones adicionales
Existe una diferencia entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto, en materia de cómo opera el Espíritu Santo por medio de las personas, que muchos hoy en día no pueden comprender. De tal suerte, algunos suelen afirmar que, de la misma forma que el Espíritu Santo abandono a Sansón, también puede abandonar, hoy en día, a un creyente de la iglesia neo testamentaria. (*)
(*) Aunque parezca una broma, esta es la postura doctrinal de una importante Biblia de estudio que circula en las iglesias, utilizada por pastores y ministros.
Quienes esto afirman, se basan en el siguiente pasaje del libro de Jueces:
Jueces, 16:20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
Pero el libro de Jueces también dice:
Jueces, 14:6 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.
Jueces, 14:19 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre.
Estos pasajes dicen claramente que el Espíritu Santo “venia” sobre Sansón (y sobre cada juez) y, cada vez que lo hacía, ahí se manifestaba su fuerza sobrenatural. Pero el Espíritu Santo no moraba en Sansón, que es un personaje bíblico del AT y que, por lo tanto, estaba bajo la ley y no bajo la gracia.
En la época de Sansón “nadie” tenía al Espíritu Santo “morando consigo”, porque todavía no había venido Cristo, ni había muerto y resucitado, ni había venido el segundo Consolador que es el Espíritu Santo. Por lo tanto, el Espíritu Santo nunca se fue de Sansón sencillamente porque jamás moro en él. Solo venia sobre Sansón, circunstancialmente, hasta que no vino más, que fue lo que realmente sucedió.
Una cosa es que alguien que moraba en tu casa
te abandone y otra, muy distinta, es que alguien que solía visitarte, deje de hacerlo.
En la era de la iglesia, a diferencia del AT, el Espíritu Santo viene a morar con el creyente y es “sellado” en él, como lo dice Pablo:
1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Efesios, 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
2 Corintios, 1:21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, 1:22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
El Espíritu Santo es sellado en nosotros, dice Pablo. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta que pecamos la primera vez?. No, hasta la redención de la posesión adquirida, es decir, hasta el rapto de la iglesia, que es cuando se va a completar nuestra redención.
Nadie en el Antiguo Pacto (la ley de Moisés) tuvo jamás al Espíritu Santo morando consigo de la forma en que mora en un creyente de la iglesia.
Jesucristo dijo:
Lucas, 16:16 La ley y los profetas eran hasta Juan;
El Juan que Jesús menciona aquí es “el Bautista” (el precursor de Jesús). Es decir, el AT (Antiguo Testamento) no termina en Malaquías sino en Juan el Bautista. Como Juan el Bautista murió primero que Jesús, jamás paso por la experiencia de que el Espíritu Santo morara en él, por la sencilla razón de que esto solo ocurrió después de la muerte de Jesús: el Padre envió el Segundo Consolador (el Espíritu Santo) una vez que el Primer Consolador (Jesucristo) murió, resucito y ascendió.
Juan, 16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.
Como Juan el Bautista pertenece al AT y el Espíritu Santo jamás moro en él, pueden comprenderse ahora estas palabras de Jesús:
Mateo, 11:11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.
El más pequeño de la iglesia (NT) es mayor que Juan el Bautista (AT).
DIOS TE BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA