martes, 28 de abril de 2020

LAS TRES HEREJÍAS MAS PELIGROSAS


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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):




Algunos conceptos incluidos en este estudio fueron tomados del siguiente sitio:

Fuente: https://www.gotquestions.org/Espanol/falsa-doctrina.html

¿Qué es una herejía?

Una doctrina bíblica se refiere a las enseñanzas que se alinean con la Palabra de Dios (la Biblia). Una herejía es una doctrina no bíblica o falsa doctrina basada en una idea que:

[1] contradice la Biblia; o
[2] distorsiona la Biblia:

[a] añadiendo ideas o conceptos a la Biblia;
[b] quitando ideas o conceptos de la Biblia; o
[c] manipulando la Biblia, editándola al poner énfasis en algunas cuestiones y velar otras;

Para los que somos cristianos, la Biblia es “la verdad”:

Juan, 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

Satanás es mentiroso y padre de mentira (Juan, 8:44), es decir, es el creador de todo argumento que se levanta contra la Palabra de Dios (que es la Verdad). El diablo es el autor intelectual de todas las ideologías y corrientes de pensamiento (que conducen inevitablemente al ateísmo) y religiones falsas (que fomentan una fe que no salva).

Cuando Satanás no puede lograr que los hombres se distraigan con sus mentiras (ideologías y corrientes de pensamiento [que conducen al ateísmo] y religiones falsas [que fomentan una fe que no salva]) entonces tratara de infiltrar el verdadero Evangelio de Cristo, creando "doctrinas no bíblicas o falsas doctrinas".

Pablo escribe:

1 Timoteo, 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;

Según el versículo anterior, los demonios pueden crear doctrinas, es decir, doctrinas contrarias a la Palabra de Dios y esto llegara a su “clímax” conforme se vaya acercando el fin de los tiempos.

Pablo mismo advirtió a Tito y a Timoteo que se protegieran de las herejías:

Tito, 1:10 Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión [judíos], 1:11 a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. 

1 Timoteo, 6:3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 6:4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 

Una herejía puede ser desenmascarada:

[1] porque contradice el sentido común;
[2] porque contradice o distorsiona (añadiendo, quitando o manipulando) las Escrituras; o
[3] por ambas cosas.

Un ejemplo muy habitual de ello es la herejía (la falsa doctrina) de la reencarnación. Ana Méndez lo expone en su muy buen libro sobre la masonería "El oscuro secreto de G.A.D.U." y dice: Esta doctrina – la reencarnación – dice que los hombres mueren y reencarnan una y otra vez, hasta que su alma se perfeccione y no reencarne más, al haber ido abandonando, vida tras vida, las pasiones carnales.

[1] En primer lugar, si esto fuera cierto, teniendo en cuenta que los hombres han venido reencarnado desde el principio, una y otra vez, debiéramos estar viviendo hoy en un mundo sublime.

Pero la realidad muestra que el mundo hoy, como nunca, está dominado por las pasiones carnales, la avaricia y la insolidaridad (entre otras tragedias). O sea, que esta doctrina se cae sola por aplicación del sentido común.

[2] En segundo lugar, la Biblia expone la mentira de la doctrina de la reencarnación al decir:

Hebreos, 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.

El principio que rige lo falso

Pero no siempre resulta tan sencillo (con un solo versículo) desenmascarar una herejía. Para Ana Méndez hay un principio que rige lo falso y es el siguiente: usar la verdad hasta donde sea posible para atraer a aquellos que más o menos creen conocerla; una vez teniendo su confianza, es fácil introducir sutilmente un concepto falso que desvirtúe y cambie la esencia del mensaje (obra citada, pp. 46 y 47).

Ana Méndez explica muy bien este proceso de envilecimiento de la verdad: "Es importante recalcar – escribe Ana Méndez - que lo falso no es lo visiblemente opuesto a la verdad, sino una copia lo más parecida a ella, pero cuya esencia es la mentira y conduce inevitablemente al error.

Por ejemplo, tomemos un billete falsificado. Si el que lo fabrico hiciese una reproducción totalmente diferente al verdadero – una burda copia - jamás podría engañar a nadie. Si, en cambio, logra robar el papel moneda, las tintas y los moldes originales, lo único por lo que se descubriría su falsedad seria por el número de serie y por las marcas especiales sensibles a ciertos rayos, con que los marca el banco emisor de billetes.

Las herejías más conocidas

Una herejía es toda falsa doctrina que contradice o distorsiona (añadiendo, quitando o manipulando) una verdad fundamental de la Biblia o una verdad que es necesaria para la salvación.

Las siguientes constituyen las “falsas doctrinas” más comunes:

[+] Constituye una herejía la enseñanza que añade obras humanas a la fe, como requisitos necesarios para la salvación. De tal suerte, el verdadero evangelio de “gracia + fe” predicado por Pablo (Efesios, 2:8-9) degenera en un falso evangelio de “fe + obras”, según el cual la salvación se obtendría no solo por la fe en lo que Cristo hizo en la cruz (1 Corintios, 15:3-4) sino, también, por cumplir con toda una serie de requisitos: bautismo en agua, + congregarse + tomar la Santa Cena + evangelizar + diezmar + vestirse de determinada manera + etc.. De este modo, se mantiene la fe pero se suman las obras humanas que disminuyen o directamente reemplazan a la gracia divina.

Refutación bíblica:

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Tito, 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 

[+] Constituye una herejía cualquier enseñanza que redefina la persona de Jesucristo: negar su deidad (divinidad), su nacimiento virginal, su vida sin pecado, su resurrección física.

Refutación bíblica:

1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre;

1 Juan, 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. 

1 Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios;

1 Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él;

[+] Constituye una herejía (llamada “antinomianismo”) la enseñanza que presenta la gracia como una licencia para pecar.

Refutación bíblica:

Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

Romanos, 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 

[+] Constituye una herejía cualquier idea que proponga un camino “alternativo” a Jesucristo y/o superador de la cruz para llegar al cielo, existiendo los siguientes pasajes en las Escrituras:

Refutación bíblica:

Juan, 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Hechos, 4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 

[+] Constituye una herejía predicar mensajes que afirman una verdad negando otra u otras o enfatizan una verdad más que otra u otras, es decir, cuando se instala una idea incorrecta manipulando (editando) la Palabra de Dios.

Ejemplo:

Cuando se predica un evangelio admonitorio, de amenazas y advertencias y nunca se predica sobre la gracia.

[+] Constituyen herejías las que dominan la teología del catolicismo romano (algún día hablaremos de ellas), a saber:

[a] el purgatorio;
[b] colocar a un hombre (el apostol Pedro) como fundamento de la iglesia, en lugar del Mesias, solo para justificar el origen bíblico del pontificado de Roma;
[c] la pretension del Papa de usurpar el lugar de la Trinidad Divina al hacerse llamar Santo Padre, Sumo Pontifice y Vicarius Figle Dei;
[d] el falso evangelio de obras;
[e] la exaltacion de Maria hasta la condición de “semidiosa”;
[f] la idolatría en general;
[g] el ritual retorcido de sacrificar a Cristo en cada misa, dado por la “transustanciación” del pan y del vino en el sacramento de la Santa Cena o Eucaristía;
[h] la “tradición y el magisterio” como fuente de revelación;

Distorsionar las Escrituras (añadiendo, quitando o manipulando) trae maldición

Las Escrituras advierten sobre “añadir” o “quitar” de ellas:

Deuteronomio, 4:2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene. 

Gálatas, 1:8 Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 1:9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Apocalipsis, 22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. 

Los meros desacuerdos denominacionales

Es importante señalar la diferencia entre una falsa doctrina y los meros desacuerdos denominacionales. Diferentes grupos congregacionales ven temas secundarios en las Escrituras de manera diferente. Estas diferencias no son siempre debido a la falsa doctrina por parte de alguien. Las políticas de la iglesia, decisiones de los líderes, el estilo de la adoración, etc., todos están abiertos a discusión, ya que no se tratan directamente en las Escrituras. Incluso aquellos temas que se abordan en las Escrituras a menudo son debatidos por discípulos de Cristo igualmente sinceros.

Las diferencias en la interpretación o en la práctica, no califican necesariamente como una falsa doctrina, ni tampoco deben dividir el cuerpo de Cristo:

1 Corintios, 1:10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.

Las tres herejías más peligrosas

Sin perjuicio de que toda herejía es peligrosa, hay tres que merecen un cuidadoso estudio:

[1] el gnosticismo;
[2] el antinomianismo; y
[3] el (falso) evangelio de obras;

La mayoría de las cartas apostólicas (1 Juan, 2 Juan y 3 Juan, 1 Pedro y 2 Pedro, Santiago, Judas, Hebreos y casi todas las Epístolas de Pablo), están escritas para combatir alguna o algunas de estas tres herejías, que no son nuevas sino que, por el contrario,  se expandieron junto con el Evangelio Verdadero recibido de Jesucristo por los apóstoles (incluido Pablo, claro).

[1] El gnosticismo

La palabra “gnosticismo” proviene de la palabra griega “gnosis” (que significa “conocimiento”) y surge de la mezcla de corrientes filosóficas y religiosas que llegaron a fusionarse con el cristianismo primitivo, en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético después de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos.

Puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un gnosticismo cristiano, aunque se desarrolló preponderantemente dentro del cristianismo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe, ni la muerte de Cristo bastan para salvarse. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo.

El gnosticismo es una mística secreta de la salvación. Se mezclan creencias orientales e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al “Demiurgo”, el espíritu frente al cuerpo y el alma.

En la filosofía gnóstica, el “Demiurgo” es la entidad que, sin ser necesariamente creadora, es impulsora del universo. En la filosofía idealista de Platón y en la mística de los neoplatónicos, es considerado un dios creador del mundo y autor del universo. Demiurgo significa, literalmente, “maestro, supremo artesano, hacedor”.

Refutación bíblica del gnosticismo:

[+] su carácter iniciático, por el cual ciertas doctrinas secretas de Cristo estaban destinadas a ser reveladas a una élite de iniciados; la gnosis era, pues, la forma suprema de conocimiento, solamente al alcance de los iniciados;

La salvación no es solo para una “elite de iluminados” sino para todo aquel que crea:

Juan, 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Dios no es un Dios que permanezca oculto a los hombres. El apóstol Juan, en su primera carta, escribe contra el “gnosticismo”:

1 Juan, 1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él;

Cuando la Biblia dice aquí que Dios es luz, bueno, sí, significa que no tiene pecado, que es Santo pero Juan está hablando, más que nada, de la revelación de Dios. Lo que Juan está enseñando es que Dios no es un Dios “esotérico”, oscuro, escondido sino que, por el contrario, Dios nos ha revelado quien es y lo que El espera de nosotros, es decir, Dios no ha revelado su voluntad.

Esta es una clara enseñanza contra el “gnosticismo” (una herejía que infiltro el cristianismo primitivo), que afirma que el conocimiento de Dios solo está reservado a una élite de “iniciados”, siendo la “gnosis” (del griego “conocimiento”), la forma suprema de conocimiento solamente al alcance de los “iniciados”.

Además de la Nueva Era, la masonería (institución de neto corte iniciático) está ampliamente basada en el gnosticismo, de ahí que solo un grupo de iniciados, miembros de una logia u orden secreta, pueden ser “iluminados” con un “conocimiento superior” totalmente inaccesible al “mundo profano” (no masónico), el cual se encuentra en tinieblas. Quienes ingresan a la masonería, lo hacen para recibir la “luz de la masonería”, la cual se refiere al conocimiento iniciático que los masones pretenden adquirir y que les permite acceder al conocimiento y a la verdad y los ilumina en el camino que deben recorrer para poder salir de las tinieblas.

Por ser Inglaterra el origen de la masonería actual, muchos creen que la letra “G” se refiere a Dios (“God”, en inglés). También se relaciona la letra “G” con Gnosis, Genio y Geómetra.:




Las tres grandes luces de la masonería son:

[1] la ley sagrada (Biblia, Torah, Corán);

[2] el compás, que representa la imagen del pensamiento y del espíritu relacionado con la justicia, prudencia y la veracidad; y

[3] la escuadra, que es símbolo de la materialidad, de la Creación y representa el ángulo recto que forma el principio de toda construcción, rectitud moral y la conciencia del hombre.

[+] los iniciados no se salvan por la fe en el sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, que es un conocimiento superior a la fe; ni la sola fe, ni la muerte de Cristo bastan para salvarse; el mismo conocimiento de las verdades trascendentes producía la salvación; según las diversas corrientes, la importancia de practicar una vida cristiana podía variar, siendo en cualquier caso algo secundario (puede verse que el gnosticismo es una de las fuentes del antinomianismo);

El “conocimiento sin Dios” (como medio de acceder a Él) entenebrece el corazón y provoca necedad:

Romanos, 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 1:22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, 
No somos salvos por obras (incluido el conocimiento) sino solo por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), es decir, en lo que Cristo hizo en la cruz:

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 

Tito, 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,

Romanos, 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Hechos, 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.

1 Pedro, 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 

[+] su carácter dualista, por el cual se hacía una división tajante entre la materia y el espíritu; el mal y la perdición estaban ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación pertenecían a lo espiritual; por esa razón no podía existir salvación alguna en la materia, ni en el cuerpo; el ser humano solo podía acceder a la salvación a través de la “gnosis” (conocimiento);

Somos seres tripartitos:

1 Tesalonicenses, 5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 

Somos salvos en espíritu, alma y cuerpo, ya que el cuerpo va a ser restaurado en un cuerpo de gloria en el rapto o arrebatamiento de la iglesia:

1 Corintios, 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

[+] siendo la materia el anclaje y origen del mal, no es concebible que Jesucristo pudiera ser un ser divino y asociarse a un cuerpo material a la vez, puesto que la materia es contaminadora; por esa razón surge la doctrina del “cuerpo aparente de Cristo”, según la cual la Divinidad no pudo venir en carne, sino que vino en espíritu mostrando a los hombres un cuerpo aparentemente material (docetismo); otras corrientes sostienen que Jesucristo fue un hombre vulgar que en la época de su ministerio fue levantado y adoptado por una fuerza divina (adopcionismo); otras doctrinas afirman que la verdadera misión de Cristo era transmitir a los espíritus humanos el principio del autoconocimiento que permitía que las almas se salvaran por sí mismas al liberarse de la materia; otras enseñanzas proponían incluso que Jesús no era un ser divino;

El apóstol Juan vuelve a escribir contra las enseñanzas heréticas del gnosticismo en cuanto a la persona de Cristo:

1 Juan, 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

Juan también habla del anticristo en:

1 Juan, 2:18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros;

El apóstol Juan dice “ya es el último tiempo”, es decir, Juan creía que en su época ya se vivían los “últimos tiempos”. Muchos de nosotros, a su vez, creemos que los últimos tiempos son estos que estamos viviendo ahora. Pero ¿cuáles son los últimos tiempos?. Los “últimos tiempos” comenzaron a vivirse inmediatamente después de la cruz de Cristo. Ahí “se dio vuelta el reloj de arena” e inicio la cuenta regresiva, hasta el rapto de la iglesia, en primer lugar, y hasta la segunda venida de Cristo, en segundo lugar. Con la cruz de Cristo el reloj profético de Dios (que es Israel) se detuvo en la “semana 69”. Queda por cumplirse aún una última semana de años (7 años), que es la Tribulación, para que se termine de cumplir la profecía de “las 70 semanas de Daniel” (Daniel, 9:24-27).

El apóstol Juan habla aquí de los “anticristos”, es decir, de una actitud de muchos. Cuando escuchamos la palabra “anticristo” la relacionamos de inmediato con un personaje que aparece en Apocalipsis, 13:1 que vendrá a liderar la última rebelión contra Dios en los últimos siete años de las historia del gobierno humano (la semana 70 de Daniel). Este personaje, que aparecerá en los últimos días, también es mencionado por Daniel (Daniel, 9:27) y por Pablo (2 Tesalonicenses, 2:3-10). Esto es cierto, pero también es cierto que “anticristo” es una actitud contra Cristo, su obra en la cruz y su reino. De hecho, los que tienen esa actitud son dominados por uno de los espíritus inmundos o demonios desencadenados por satanás contra de la iglesia llamado, precisamente, el “espíritu de anticristo”.

Pero lo más importante es lo que dice Juan respecto de los anticristos. Él dice “salieron de nosotros para que se manifestase que no todos son de nosotros”. No se pierdan este detalle. Los anticristos están dentro de la iglesia, no fuera. Tenemos la tendencia a pensar que los anticristos son los ateos, los científicos, los que profesan otras religiones, es decir, solemos pensar que los anticristos están afuera de la iglesia, pero Juan dice que están adentro, cuando dice “no todos son de nosotros”. Juan no se está refiriendo a los que están fuera de la iglesia, que ya sabemos que no son de nosotros. Se está refiriendo a los que están dentro de la iglesia.

¿Y quién es anticristo?.

1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre;

Es anticristo el que niega que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios.

Otros pasajes similares contra esta enseñanza herética (también de Juan) son:

1 Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios;

1 Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él;

Todo aquel que niegue la divinidad de Jesucristo es anticristo:

Tito, 2:13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

Colosenses, 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 

[+] siguiendo la idea de la condenación de la materia, algunas corrientes afirmaban que era necesario el castigo y el martirio del cuerpo para, a través del padecimiento de la carne, contribuir a la liberación del espíritu, propugnando un modo de vida ascético; sin embargo, otras corrientes afirmaban que, siendo la salvación dependiente únicamente de la gnosis del alma, el comportamiento del cuerpo era irrelevante, disculpándolo de toda atadura moral y librándolo a toda clase de goces (nuevamente puede verse aquí que el antinomianismo se origina en el gnosticismo); otras enseñanzas reprobaban la multiplicación de la materia, siendo así la procreación (Génesis, 1:28) un acto condenable; también existían corrientes que, al igual que el platonismo y las filosofías orientales, creían en el retorno cíclico de las almas a la prisión de la materia a través de la reencarnación (Hebreos, 9:27); el iniciado, igualmente, buscaba romper este ciclo a través de la gnosis (a través de la iluminación, en las religiones orientales);

Ni el ascetismo ni el martirio de la carne conducen a Dios. No hay ninguna obra humana superadora de la obra de Cristo en la cruz. El castigo que merecíamos por nuestra rebeldía lo recibió Cristo en la cruz del calvario:

Isaías, 53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 

1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

La condenación de la procreación es anti bíblica:

Génesis, 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla;

La doctrina de la reencarnación es anti bíblica:

Hebreos, 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

[+] en la cima de los seres existe un Dios, un ser perfecto e inmanente cuya propia perfección hace que no tenga relación alguna con el resto de seres imperfectos;  es inmutable e inaccesible;  descendiendo en una escala de seres emanados de aquel llegamos al “Demiurgo”, antítesis y culmen de la degeneración progresiva de los seres espirituales y origen del mal; en su maldad, el “Demiurgo” crea el mundo, la materia, encadenando la esencia espiritual de los hombres a la prisión de la carne; en este escenario se libra una batalla entre los principios del bien y el mal, la materia (apariencia) y el espíritu (sustancia); podemos ver paralelismos claros con el “zoroastrismo”;

La materia no fue creada por ningún “Demiurgo” sino solo por Dios:

Génesis, 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Génesis, 1:16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 

Génesis, 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. 

No es verdad que Dios sea inaccesible y que no se relacione con “seres imperfectos”.

Podemos ver a Dios hablar con Adán y Eva luego de la caída:

Génesis, 3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.

Podemos ver a Dios hablar con Abraham:

Génesis, 12:1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Génesis, 17:1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.   

Podemos ver a Dios hablar con Isaac:

Génesis, 26:1 Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. 26:2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. 

Podemos ver a Dios hablar con David:

1 Crónicas, 14:10 Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. 

[+] en la cima de la jerarquía humana estaban los iniciados, en los que es predominante el espíritu;  ellos pueden experimentar la gnosis y acceder así a la salvación; por debajo está el resto de los cristianos, en los que predomina el alma sensible y que se pueden salvar siguiendo la guía de los primeros; en la parte más baja están aquellos en que predomina el cuerpo y que, por tanto, no alcanzarán la salvación;

Para Dios no existe ninguna jerarquía entre los humanos:

Romanos, 2:11 porque no hay acepción de personas para con Dios.

Finalmente el obispo Irineo de Lyon declaró herejía el gnosticismo en el año 180 d. C., parecer que comparte la iglesia católica.

[2] El antinomianismo

La palabra “antinomianismo” viene de la palabra griega “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos” significa “ley”, con lo cual la palabra “antinomianismo” significa “sin ley”. El antinomianismo es la doctrina que sostiene que la ley moral no es obligatoria para los cristianos como regla de vida. El antinomianismo fue llamado así por Lutero, cuando su viejo amigo Juan Agrícola (1492–1566) enseñó que los cristianos están totalmente libres de la ley, esto es, de la ley moral tal como Moisés la estableció. Sin embargo, el antinomianismo como doctrina apareció entre los siglos I y II y, como vimos, está asociado al gnosticismo.

El antinomianismo se refiere, en suma, a la práctica (herética) de vivir sin la debida consideración de la rectitud de Dios, a emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y confiar en ella para ser limpio del pecado sin condiciones. En otras palabras, ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces podemos pecar cuanto queramos y, aun así, seguir siendo salvos.

Refutación bíblica del antinomianismo:

Pablo escribe:

Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Pablo explico la razón por la cual fue dada la ley:

Romanos, 4:15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

Romanos, 5:13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 

Antes de la ley de Moisés, como es lógico, había pecado, pero no se podía inculpar a nadie. Al no estar establecido que estaba bien y que estaba mal, no había transgresión punible (castigable).

Acto seguido, Pablo agrega:

Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

Romano, 6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

Los que creen en esta herejía no son salvos y es muy fácil de comprobar.

Somos salvos por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).

La gracia es el favor inmerecido de Dios por medio del cual podemos ser salvos, podemos obedecer (aunque no de manera perfecta) los mandamientos de Dios y podemos llevar una vida con la santidad que Dios exige. La gracia es la actividad unilateral llevada a cabo por Dios por medio de la cual Él está atrayendo todo el tiempo las almas hacia sí mismo.

Siendo la gracia la causa de la salvación, accedemos a ella por medio de la fe (Romanos, 5:2). La fe debe estar puesta en lo que hizo Cristo en la cruz, es decir, en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Cuando oímos el Evangelio con fe (cuando lo creemos), junto con la salvación recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual no solo viene a morar (1 Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado en nosotros (Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Una vez que el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, comienza su obra, siendo una de ellas la convicción de pecado (Juan, 16:8), lo cual significa que, cada vez que pecamos (aun siendo salvos), el Espíritu Santo nos convencerá de que hemos pecado y nos guiara primero al arrepentimiento y luego a la confesión (1 Juan, 1:9). Pablo dice que, aquel que comenzó en nosotros la buena obra (el Espíritu Santo), la perfeccionara (la hará cada vez mejor), hasta el día de Jesucristo, es decir, hasta el día del rapto de la iglesia (Filipenses, 1:6). Es Dios morando en nosotros el que produce en nosotros tanto el querer (dejar de pecar) como el hacer (el que podamos lograrlo) por su buena voluntad (Filipenses, 2:13).

Como puede apreciarse, aquel que, malinterpretando la gracia, confiesa a Cristo y vuelve, una y otra vez, en forma continua, a revolcarse en el barro cenagoso del pecado, no tiene al Espíritu Santo morando consigo, es decir, no es salvo, el Espíritu Santo jamás comenzó en el obra alguna motivo por el cual mucho menos podrá perfeccionarla (Filipenses, 1:6).

El Espíritu Santo se recibe por el oír el Evangelio con fe:

Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 

Es decir, sin fe el Espíritu Santo no puede recibirse (Juan, 14:17).

Esto sucede con una innumerable cantidad de personas que han confesado a Cristo pero lo han hecho sin fe (sin creer) en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Por más gracia que haya (y vaya si la hay) sin fe la salvación no acontece porque:

[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia (Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8); y

[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos, 11:6);

Jesucristo mismo hablo contra esta herejía:

Mateo, 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

La frase “hacedores de maldad” proviene del griego, de la palabra “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos” significa “ley”, es decir, “sin ley” (antinomianismo). Lo que Cristo está diciendo es: “apártense de mi los de ustedes que, confesando mi nombre como Señor, vivieron en la Tierra como si yo nunca les hubiera dado una ley para obedecer”.

Muchos dicen “soy cristiano”, pero ni saben lo que son las leyes de Cristo. No les importa. Cristo está diciendo: “tú dices que eres mi discípulo pero vives tu vida como si nunca te hubiera dado una ley para obedecer, tú vives como quieres y haces todo conforme a tus pensamientos, todo conforme a la carne y a lo que el mundo está haciendo y dices que yo soy tu Señor, eso es mentira, apártate de mí”.

Por último, muchos confunden el Antiguo Pacto con la ley de Moisés y, en general, con el AT. Como sabemos, el Antiguo Pacto fue reemplazado por el Nuevo Pacto.

Si bien esto es cierto, mucho hacen el siguiente razonamiento equivocado:

Como:

[1] la LEY DE MOISES y, en general, el AT constituyen el ANTIGUO PACTO; y

Y siendo que:

[2] el ANTIGUO PACTO fue reemplazado por el NUEVO PACTO (que es el NT);

Entonces:

[3] el NUEVO PACTO nos libera de la obligación de cumplir la LEY DE MOISES (y, en general, el AT);

Mientras las afirmaciones de los apartados [1] y [3] directamente son falsas, la afirmación del apartado [2] es parcialmente falsa, ya que, si bien es cierto que el Nuevo Pacto reemplazo al Antiguo Pacto, es falso que el Nuevo Pacto sea el NT.

Vamos a demostrar que este razonamiento es equivocado, sobre todo definiendo correctamente lo que es el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto.

Comencemos por decir que el pecado siempre se levantó como una barrera (un muro) entre Dios y los hombres. Para restablecer la comunión con Dios interrumpida a causa del pecado, era necesario expiar (cubrir) el pecado.

Y la expiación solo se lograba derramando sangre:

Hebreos, 9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

La salvación en el AT se lograba intentando cumplir las obras de la ley de Moisés y, al ser esta incumplible (Gálatas, 5:3, Santiago, 2:10-11), expiando (cubriendo) las transgresiones a la misma con la sangre de los animales que se sacrificaban continuamente en el templo. Esta era la esencia del pacto que Dios hizo con Israel por medio de la ley de Moisés.

En el ANTIGUO PACTO, la que se derramaba era la sangre de animales en los sacrificios del templo (una y otra vez). En el NUEVO PACTO, la que se derramo fue la sangre de Cristo en la cruz (una sola vez).

La palabra “expiar” tiene connotaciones diferentes según estemos en el Antiguo Pacto o en el Nuevo Pacto. En el Antiguo Pacto, significaba “cubrir el pecado temporalmente” porque la sangre de los animales no podían “quitar de en medio” el pecado:

Hebreos, 10:1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 10:2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. 10:3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

En el Nuevo Pacto, la palabra “expiar” adquiere un nuevo significado y es el de “quitar de en medio el pecado definitivamente”, porque la sangre de Cristo es superior a la de los animales:

Hebreos, 9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 9:25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena [de animales]. 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

Hebreos, 10:14 porque con una sola ofrenda hizo [Cristo] perfectos para siempre a los santificados.

El ANTIGUO PACTO no es el AT, sino que consiste en el derramamiento de la sangre de animales (una y otra vez) en el sistema de sacrificios del templo descripto en la LEY DE MOISES. El NUEVO PACTO no es el NT, sino que consiste en el derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz (una sola vez), descripto en la Epístola a los Hebreos.

La Epístola a los Hebreos (NT) fue escrita para demostrar la obsolescencia del ANTIGUO PACTO, ahora reemplazado por el NUEVO PACTO, establecido a partir de la muerte expiatoria de Cristo en la cruz.

Lo que fue derogado y reemplazado es el ANTIGUO PACTO por el NUEVO PACTO: ya no es la sangre de los animales, derramada una y otra vez en el templo, sino la sangre de Jesucristo, derramada una sola vez en la cruz, la que expía (quita de en medio) el pecado.

Cuando se dice que el ANTIGUO PACTO quedo obsoleto (que no se usa en la actualidad, que ha quedado claramente anticuado), lo que se quiere decir es que lo que quedo obsoleto es el sistema levítico de sacrificios de animales inserto en la ley de Moisés y no la propia LEY DE MOISÉS o los libros del AT, todo lo cual es Palabra de Dios, que jamás quedara obsoleta. ¿A quién se le puede ocurrir que los diez mandamientos, insertos en Éxodo, 20 ya no están vigentes?. No mataras, no robaras, no adoraras a dioses ajenos, no cometerás adulterio ¿quedo, acaso, todo esto sin vigencia?. Claro que no!.

Al respecto, Jesús dijo:

Lucas, 16:17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.

Y luego agregó:

Mateo, 5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

Pero el cielo y la tierra todavía “no han pasado”. Esto está todavía en el futuro y es mencionado en el libro de Apocalipsis:

Apocalipsis, 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

Y esto que ve Juan (un cielo nuevo y una tierra nueva) ocurre al finalizar el reinado milenial de Cristo (la séptima y última dispensación), es decir, mil años después del retorno de Cristo a la tierra. Fíjense ustedes cuanto tiempo todavía seguirá vigente la Ley de Moisés.

De esta forma los que afirman que la ley de Moisés ya no resulta aplicable a nuestras vidas se equivocan porque hemos demostrado ampliamente su vigencia.

Lo único que ya no está vigente de la LEY DE MOISES para la iglesia son:

[1] disposiciones de orden civil;

[a] la “ley de levirato” (Deuteronomio, 25:5-10); y
[b] las leyes sobre esclavitud (Éxodo, 21:1-11, Deuteronomio, 15:12-18, Levítico, 25:39-40);

[2] disposiciones de orden alimentario (Levítico, 11:7), lo cual fue abolido por el Señor en el NT (Mateo, 15:11, Hechos, 10:9-16);

La salvación ya no se alcanza por obedecer la ley de Moisés sino por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5), pero la ley de Moisés y todo el AT es palabra de Dios que sigue vigente y que sigue siendo aplicable a nuestras vidas y por eso el antinomianismo es anti bíblico.

[3] El (falso) evangelio de obras

La carta apostólica por excelencia que combate esta herejía es Gálatas, escrita por el apóstol Pablo.

El Evangelio que Pablo predicó no lo aprendió de ningún hombre sino que le fue revelado por Jesucristo (Gálatas, 1:11-12). Y lo que Pablo predico es que la salvación es por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).

La gracia puede ser definida como el favor inmerecido de Dios por medio del cual los hombres pueden ser salvos, vivir en santidad y obedecer sus mandamientos. La gracia es la actividad unilateral de Dios por medio de la cual Él está continuamente atrayendo las almas hacia sí mismo.

Siendo la gracia la causa de la salvación, el modo de acceder a ella es por medio de la fe (Romanos, 5:2) en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Nada más, según Pablo, se requiere para ser salvo. Este Evangelio predicado por Pablo claramente es un Evangelio de “gracia + fe”.

Desde ya este evangelio predicado por Pablo tuvo sus enemigos, no tanto en griegos y romanos sino, más bien, en los falsos maestros judaizantes, a los cuales podemos ver en acción en el Libro de los Hechos, escrito por Lucas como complemento de su Evangelio:

Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.

Estos judíos, si bien había tenido fe (“habían creído” dice el pasaje), rápidamente añadieron obras: circuncidarse y guardar la ley de Moisés. Es decir, si bien reconocían la fe como elemento necesario para alcanzar la salvación, estos falsos maestros desecharon la gracia predicada por Pablo, añadiendo obras a la fe necesaria para la salvación.

Estos (falsos) maestros judaizantes, decían a los nuevos convertidos al cristianismo:

[a] si eran judíos, que no debían abandonar el judaísmo, es decir, que debían seguir guardando la ley de Moisés; y

[b] si eran gentiles (no judíos), que, antes de convertirse al cristianismo, primero tenían que convertirse al judaísmo y circuncidarse;

Este falso evangelio puede ser llamado de “fe + obras”.

Algunos de estos falsos maestros ya se habían infiltrado en la iglesia de Galacia. Por esto Pablo escribe la carta a los Gálatas, para combatir este problema. Primero, Pablo les dice a los gálatas que esta maravillado por la rapidez con que se dejaron influenciar por “un evangelio diferente”:

Gálatas, 1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

Luego les dice:

Gálatas, 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

En el lenguaje de Pablo, la ley es sinónimo de obras y la palabra justicia significa salvación. Lo que Pablo está diciendo es que si la salvación fuese por nuestras obras entonces Cristo murió en vano. Es decir, si bastara con nuestras obras para salvarnos ¿no hubiese sido más fácil – y menos doloroso – que Cristo hubiese igualmente descendido del cielo a entregarnos su evangelio y el que creía se salvaba y el que no se condenaba?. ¿Cuál es el verdadero peso de la cruz en la ecuación de la salvación?. ¿Sera que necesitamos inicialmente 100% de la cruz para salvarnos y luego son nuestras obras las que nos “mantienen” salvos?. ¿Fue la cruz el “anticipo pagado” por nuestra salvación y luego quedamos pagando el “resto de las cuotas” con nuestras propias obras?. En suma ¿será que somos participes de nuestra salvación junto con Cristo?.

Visto y considerando que nadie, en su sano juicio, puede pensar que es salvo en un 100% por sus obras, quitando totalmente la cruz de Cristo, la herejía radica, básicamente, en pensar que participamos de nuestra salvación con nuestras obras. El slogan de esta herejía seria el siguiente: “somos salvos por la cruz de Cristo, pero nosotros ayudamos con nuestras obras”. Este pequeño giro alcanza y sobra para pervertir la fe y dejar de alcanzar la salvación.

La Biblia define la fe de la siguiente manera:

Hebreos, 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 

Y esa fe debe estar puesta 100% en el Evangelio, es decir, en lo que Cristo hizo en la cruz:

1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

Si parte de nuestra fe esta puesta en nuestras obras, la fe puesta en la cruz de Cristo en inferior al 100%. Esta fe parcial en la cruz de Cristo no salva, es decir, no permite entrar en la gracia (Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8).

El 100% de la gloria por nuestra salvación corresponde a Dios, por dos razones:

[1] Dios no comparte su gloria con nadie:

Isaías, 42:8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.

[2] las mejores obras, de los mejores hombres son, delante de Dios, trapos sucios:

Isaías, 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia;

En la época de Isaías, los “trapos de inmundicia” eran los trapos que contenían la menstruación de las mujeres. Así son nuestras obras (nuestra propia justicia) delante de Dios.

Pablo continúa inquiriendo a los Gálatas al preguntarles, no sin cierta ironía, si habían recibido al Espíritu Santo por las obras de la ley o por el haber oído con fe el Evangelio:

Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

Luego Pablo les explica que la ley fue un medio y no un fin:

Gálatas, 3:23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 

La palabra “ayo” significa “guía” o “tutor”, es decir, para Pablo la ley fue una especie de guía o tutor para llevarnos a Cristo “a fin de que fuésemos salvos por la fe”. Consumado esto (venida la fe), la ley perdió su eficacia.

Y, finalmente, Pablo les advierte acerca de las consecuencias de abandonar el Evangelio de “gracia + fe” que él les había predicado, para volver a buscar la salvación  por medio de obedecer la ley de Moisés:

Gálatas, 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 5:2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 5:3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

Pablo les dice a los gálatas que la ley era un yugo del cual Cristo los había hecho libres y al que no debían volver. Para Pedro, al igual que para Pablo, la ley también era un yugo:

Hechos, 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 

Pretender volver a la ley de Moisés para buscar la salvación por medio de la obras implicaba, lisa y llanamente, “desligarse de Cristo” y “caer de la gracia” (Gálatas, 5:4). Caer de la gracia es salirnos de ella y es cuando empezamos a confiar en nuestras propias obras para justificarnos delante de Dios. Por el contrario, renunciar a justificarse delante de Dios por nuestras obras es la puerta de entrada a la gracia.

Para los que confían en sus obras, el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4), es decir, lo que Cristo hizo en la cruz, no fue suficiente para alcanzar la salvación, motivo por el cual la obra redentora de Cristo en la cruz se completaría con nuestras propias obras (vendríamos a ser algo así como “corredentores” junto con Cristo). De nuevo. Esta clase de fe (mal direccionada) no permite entrar en la gracia (Romanos, 5.2), siendo que la gracia es la causa de la salvación (Efesios, 2:8). Debemos dejar de poner la fe en nuestras propias obras y direccionarla 100% a lo que hizo Cristo en la cruz (1 Corintios, 15:3-4). Esta fe es la única que salva.

La salvación en el AT se lograba intentando cumplir las obras de la ley de Moisés y, al ser esta incumplible, expiando las transgresiones a la misma derramando sangre de animales en el templo. Esta era la esencia del pacto que Dios hizo con Israel por medio de la ley de Moisés. Pero la salvación por obedecer y cumplir las obras de la ley (que era la esencia del Antiguo Pacto), se transformó en una herejía en el Nuevo Pacto.

Pablo les aclara además a los gálatas que, aquellos que estaban rechazando la gracia y pretendían salvarse por las obras de la ley, tendrían que “guardar toda la ley”.

¿Por qué Pablo dice esto?. Por lo que dice Santiago en:

Santiago, 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se hace culpable de todos.

El evangelio que predico Pablo es un evangelio de “gracia + fe”. El (falso) evangelio que se levantó contra el (verdadero) evangelio de Pablo es un evangelio de “fe + obras”. Satanás es astuto y sabe que no puede eliminar la fe de la ecuación de la salvación, ya que todo el mundo desconfiaría de semejante doctrina. Por eso trata de reemplazar la gracia divina por las obras humanas.

Pablo dice que somos salvos por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5). Pero muchos piensan que somos salvos, además, por nuestras obras. Y he aquí la disputa:


Si la Biblia es tan contundente en cuanto a que la salvación no es por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5) ¿por qué este falso evangelio de obras ha logrado penetrar en la iglesia?.

[+] En la iglesia católica, este falso evangelio de obras no solo ha penetrado sino que domina totalmente su teología en materia de salvación. Para los católicos, las obras tienen tanto peso que directamente creen que participan de su salvación con sus propias obras, a punto tal que las buenas obras son vistas como una “moneda de pago” para comprar la salvación. No de otra concepción deriva la importante obra caritativa llevada a cabo por el catolicismo romano (el fin es loable, pero la motivación es equivocada).

[+] En la iglesia protestante, este falso evangelio de obras también ha penetrado pero, a diferencia de la iglesia católica, domina parcialmente su doctrina en materia de salvación y es aquí donde este falso evangelio se viste de herejía porque, mientras el catolicismo romano es un cristianismo totalmente infiltrado y prostituido, el protestantismo fue fundado por Martin Lutero (y sus precursores) para preservar la verdadera iglesia de Jesucristo.

Este falso evangelio de obras fue rechazado por los principios fundacionales de la Reforma Protestante, que pueden resumirse en las famosas “cinco solas”:

[1] sola scriptura (solo la Escritura);
[2] sola fide (solo la fe);
[3] sola gratia (solo la gracia);
[4] solus Christus (solo Cristo); y
[5] soli Deo gloria (la gloria solo para Dios);

Afirmar que la salvación es por gracia (sola gratia), por medio de la fe (sola fide)  y no por obras, como lo afirma la Biblia en Efesios, 2:8-9 y Tito, 3:5 (sola scriptura), implica reconocer que la salvación es solo por Jesucristo (solus Christus) y que toda la gloria por nuestra salvación es solo para Dios (soli Deo gloria).

Podemos ver, entonces, que la teología protestante pura rechaza de plano este falso evangelio de obras (esta herejía).

Pero ¿qué lugar ocupan las obras en la teología protestante?.

Los protestantes no afirmamos que un cristiano no tenga que tener obras. Las obras, en definitiva, son la manifestación externa (el fruto) de la fe que decimos tener. Lo que intentamos decir es que, esas obras, no nos salvan por la sencilla razón de que no son nuestras sino de Dios. Y es ahora cuando todos los pasajes de Efesios, 2 escritos por Pablo cobran sentido:

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Las buenas obras en las que se manifiesta nuestra fe, como dice Pablo, fueron preparadas por Dios de antemano, es decir, están totalmente inspiradas por el Espíritu Santo (Efesios, 2:10). No son nuestras. No somos salvos por nuestras obras sino que somos capaces de hacer buenas obras porque somos salvos, es decir, porque el Espíritu Santo mora en nosotros.

Al respecto, Jack Kelley (el reconocido ensayista bíblico norteamericano), observa:

A algunas personas les encanta señalar el aparente conflicto entre la doctrina de Pablo (de salvación solo por la fe) y los pasajes de Santiago, 2:14-17, 26 en los cuales Santiago afirma que “la fe sin obras es muerta”, pero los contextos son totalmente diferentes. Pablo estaba hablando acerca de la raíz de nuestra salvación y Santiago estaba hablando acerca de su fruto. Ambas posiciones son correctas. Cuando Pablo dijo que por gracia somos salvos, por medio de la fe y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5), él estaba hablando acerca de la raíz de nuestra salvación, la cual es la fe solamente. Santiago estaba hablando sobre lo que sucede después que somos salvos, que es el fruto de nuestra salvación, el cual es nuestra fe que se manifiesta a sí misma en la manera cómo vivimos nuestra vida. Santiago está diciendo lo mismo que Jesús, es decir, que “por sus frutos los conoceréis” (Mateo, 7:16).

Santiago no estaba hablando de lo que se necesita para ser salvos ni de combinar la obediencia a la Ley con nuestra fe para completar nuestra salvación (el discurso de Santiago de Hechos, 15:24-29 confirma esta idea). Santiago estaba hablando acerca de cómo podemos saber si somos salvos. Si nuestra fe se manifiesta a sí misma en buenas obras hacia los demás, entonces podemos estar seguros que la misma es genuina. Si no es así, entonces es meramente teórica o especulativa, una posición intelectual que hemos tomado. Las personas creyentes no tienen que hacer por ellas mismas esas obras buenas. De hecho tienen que proponerse no hacerlas. El Espíritu Santo es quien va a impulsar a cada persona creyente a hacer actos de caridad y amor según las circunstancias (Efesios, 2:10).

Pablo estaba hablando sobre lograr la salvación y Santiago estaba hablando sobre demostrar nuestra salvación por nuestras acciones.

Cuando oímos con fe el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), junto con la salvación, recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual no solo se queda morando (1 Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado en nosotros (Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Es cuando el Espíritu Santo comienza su obra en nosotros convenciéndonos de pecado, de justicia y de juicio (Juan, 16:8).

O sea:

[1] El Espíritu Santo nos convence de pecado, es decir, cada vez que pecamos Él nos va a hablar y nos va a guiar al arrepentimiento y, finalmente, a la confesión (1 Juan, 1:9);

[2] El Espíritu Santo nos convence de justicia, es decir, nos hace ver que nuestra propia justicia (nuestras propias obras) no alcanza para justificarnos delante de Dios sino que Jesucristo es nuestra justicia ante los ojos de Dios (Romanos, 3:22); y

[3] El Espíritu Santo nos convence de juicio, es decir, nos hace ver que o merecemos el cielo por creer en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) o merecemos el infierno por rechazarlo, en otras palabras, el Espíritu Santo nos hace entender el plan de Dios;

Quienes, además de la obra de Cristo en la cruz (1 Corintios, 15:3-4), confían en sus propias obras para alcanzar la salvación, en cuanto a la obra del Espíritu Santo en ellos, tienen problemas con el apartado [2], es decir, el Espíritu Santo aún no ha logrado “convencerlos” de que su propia justicia (sus propias obras) no alcanza para justificarse delante de Dios y es en esta obra donde el Espíritu Santo tiene que seguir trabajando en ellos.

Conclusión:

Hay muchas herejías (es cierto) pero también hay una Verdad, que es la Palabra de Dios (Juan, 17:17). La única manera de detectar, combatir y ser libre de las herejías es conociendo la verdad (Juan, 8:32).

¿Cómo podemos conocer la Verdad?:

[1] a través del estudio sistemático de (ya no alcanza con leer) las Escrituras, con la guía del Espíritu Santo (Juan, 16:13); y

[2] aplicando correctamente los principios de la hermenéutica bíblica (la técnica de interpretación de la Biblia);

El tema central de las Escrituras es la salvación. Es imperioso, entonces, que alcancemos a comprender la doctrina de la salvación por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Hechos, 15:10-11, Efesios, 2:8-9, Efesios, 1:13-14, 1 Corintios, 3:16, 6:19-20, 2 Corintios, 1:21-22, Tito, 3:5, Gálatas, 1:6-7, Gálatas, 2:21, Gálatas, 3:2-5, Gálatas, 3:23-25, Gálatas, 5:1-4).

¿Por qué?. Porque el Evangelio de la gracia, en general, es enemigo de casi todas las herejías que existen y, en particular, es enemigo de las tres herejías que estudiamos: el gnosticismo, el antinomianismo y el falso evangelio de obras.

Todas las herejías tienen un origen demoniaco (1 Timoteo, 4:1) y todas tienen por objetivo trastornar alguna verdad fundamental de la Biblia, en especial aquellas que resultan necesarias para alcanzar la salvación.


DIOS LOS BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra