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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Algunos conceptos incluidos en este estudio fueron tomados del siguiente sitio:
Fuente: https://www.gotquestions.org/Espanol/falsa-doctrina.html
Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Algunos conceptos incluidos en este estudio fueron tomados del siguiente sitio:
Fuente: https://www.gotquestions.org/Espanol/falsa-doctrina.html
¿Qué es una herejía?
Una doctrina bíblica se refiere a las enseñanzas
que se alinean con la Palabra de Dios (la Biblia). Una herejía es una doctrina
no bíblica o falsa doctrina basada en una idea que:
[1] contradice la Biblia; o
[2] distorsiona la Biblia:
[a]
añadiendo ideas o conceptos a la Biblia;
[b]
quitando ideas o conceptos de la Biblia; o
[c] manipulando la Biblia,
editándola al poner énfasis en algunas cuestiones y velar otras;
Para los que somos cristianos, la
Biblia es “la verdad”:
Juan, 17:17 Santifícalos en
tu verdad; tu palabra es verdad.
Satanás es mentiroso y padre de
mentira (Juan, 8:44), es decir, es el creador de todo argumento que se levanta
contra la Palabra de Dios (que es la Verdad). El diablo es el autor intelectual
de todas las ideologías y corrientes de pensamiento (que conducen
inevitablemente al ateísmo) y religiones falsas (que fomentan una fe que no
salva).
Cuando Satanás no puede lograr que
los hombres se distraigan con sus mentiras (ideologías y corrientes de pensamiento
[que conducen al ateísmo] y religiones falsas [que fomentan una fe que no
salva]) entonces tratara de infiltrar el verdadero Evangelio de Cristo, creando
"doctrinas no bíblicas o falsas doctrinas".
Pablo escribe:
1 Timoteo, 4:1 Pero el Espíritu
dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;
Según el versículo anterior, los demonios pueden crear doctrinas, es decir, doctrinas contrarias a la Palabra de Dios y esto llegara a su “clímax” conforme se vaya acercando el fin de los tiempos.
Pablo mismo advirtió a Tito y a Timoteo que se
protegieran de las herejías:
Tito, 1:10 Porque hay aún muchos contumaces,
habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión
[judíos], 1:11 a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas
enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.
1 Timoteo, 6:3 Si alguno enseña otra cosa, y no se
conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que
es conforme a la piedad, 6:4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca
de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos,
blasfemias, malas sospechas,
Una herejía puede ser desenmascarada:
[1] porque contradice el sentido común;
[2] porque contradice o distorsiona (añadiendo,
quitando o manipulando) las Escrituras; o
[3] por ambas cosas.
Un ejemplo muy habitual de ello es la herejía (la falsa
doctrina) de la reencarnación. Ana Méndez lo expone en su muy buen libro sobre
la masonería "El oscuro secreto de G.A.D.U." y dice: Esta doctrina –
la reencarnación – dice que los hombres mueren y reencarnan una y otra vez,
hasta que su alma se perfeccione y no reencarne más, al haber ido abandonando,
vida tras vida, las pasiones carnales.
[1] En primer lugar, si esto fuera cierto, teniendo
en cuenta que los hombres han venido reencarnado desde el principio, una y otra
vez, debiéramos estar viviendo hoy en un mundo sublime.
Pero la realidad muestra que el mundo hoy, como
nunca, está dominado por las pasiones carnales, la avaricia y la insolidaridad
(entre otras tragedias). O sea, que esta doctrina se cae sola por aplicación
del sentido común.
[2] En segundo lugar, la Biblia expone la mentira
de la doctrina de la reencarnación al decir:
Hebreos, 9:27 Y de la manera que está establecido
para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.
El
principio que rige lo falso
Pero no siempre resulta tan sencillo (con un solo
versículo) desenmascarar una herejía. Para Ana Méndez hay un principio que rige
lo falso y es el siguiente: usar la verdad hasta donde sea posible para atraer
a aquellos que más o menos creen conocerla; una vez teniendo su confianza, es
fácil introducir sutilmente un concepto falso que desvirtúe y cambie la esencia
del mensaje (obra citada, pp. 46 y 47).
Ana Méndez explica muy bien este proceso de
envilecimiento de la verdad: "Es importante recalcar – escribe Ana Méndez
- que lo falso no es lo visiblemente opuesto a la verdad, sino una copia lo más
parecida a ella, pero cuya esencia es la mentira y conduce inevitablemente al
error.
Por ejemplo, tomemos un billete falsificado. Si el
que lo fabrico hiciese una reproducción totalmente diferente al verdadero – una
burda copia - jamás podría engañar a nadie. Si, en cambio, logra robar el papel
moneda, las tintas y los moldes originales, lo único por lo que se descubriría
su falsedad seria por el número de serie y por las marcas especiales sensibles
a ciertos rayos, con que los marca el banco emisor de billetes.
Las
herejías más conocidas
Una herejía es toda falsa doctrina que contradice o
distorsiona (añadiendo, quitando o manipulando) una verdad fundamental de la
Biblia o una verdad que es necesaria para la salvación.
Las siguientes constituyen las “falsas doctrinas”
más comunes:
[+] Constituye
una herejía la enseñanza que añade obras humanas a la fe, como requisitos
necesarios para la salvación. De tal suerte, el verdadero evangelio de “gracia
+ fe” predicado por Pablo (Efesios, 2:8-9) degenera en un falso evangelio de
“fe + obras”, según el cual la salvación se obtendría no solo por la fe en lo
que Cristo hizo en la cruz (1 Corintios, 15:3-4) sino, también, por cumplir con
toda una serie de requisitos: bautismo en agua, + congregarse + tomar la Santa
Cena + evangelizar + diezmar + vestirse de determinada manera + etc.. De este
modo, se mantiene la fe pero se suman las obras humanas que disminuyen o
directamente reemplazan a la gracia divina.
Refutación
bíblica:
Efesios, 2:8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Tito, 3:5
nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo,
[+] Constituye una herejía cualquier enseñanza que
redefina la persona de Jesucristo: negar su deidad (divinidad), su nacimiento
virginal, su vida sin pecado, su resurrección física.
Refutación bíblica:
1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el
que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega
al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al
Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre;
1 Juan, 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino
probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido
por el mundo. 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que
confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 4:3 y todo
espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y
este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y
que ahora ya está en el mundo.
1 Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es
el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios;
1 Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al
que ha sido engendrado por él;
[+] Constituye una herejía (llamada
“antinomianismo”) la enseñanza que presenta la gracia como una licencia para
pecar.
Refutación bíblica:
Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el
pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para
que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la
justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los
que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Romanos, 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no
estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
[+] Constituye una herejía cualquier idea que
proponga un camino “alternativo” a Jesucristo y/o superador de la cruz para
llegar al cielo, existiendo los siguientes pasajes en las Escrituras:
Refutación bíblica:
Juan, 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Hechos, 4:11 Este Jesús es la piedra reprobada por
vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 4:12 Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos.
[+] Constituye una herejía predicar mensajes que
afirman una verdad negando otra u otras o enfatizan una verdad más que otra u
otras, es decir, cuando se instala una idea incorrecta manipulando (editando)
la Palabra de Dios.
Ejemplo:
Cuando se predica un evangelio admonitorio, de
amenazas y advertencias y nunca se predica sobre la gracia.
[+] Constituyen herejías las que dominan la
teología del catolicismo romano (algún día hablaremos de ellas), a saber:
[a] el purgatorio;
[b] colocar a un hombre (el apostol
Pedro) como fundamento de la iglesia, en lugar del Mesias, solo para justificar
el origen bíblico del pontificado de Roma;
[c] la pretension del Papa de
usurpar el lugar de la Trinidad Divina al hacerse llamar Santo Padre, Sumo Pontifice y
Vicarius Figle Dei;
[d] el falso evangelio de obras;
[e] la exaltacion de Maria hasta
la condición de
“semidiosa”;
[f] la idolatría en general;
[g] el ritual retorcido de sacrificar a Cristo en
cada misa, dado por la “transustanciación” del pan y del vino en el sacramento
de la Santa Cena o Eucaristía;
[h] la “tradición y el magisterio” como fuente de
revelación;
Distorsionar
las Escrituras (añadiendo, quitando o manipulando) trae maldición
Las Escrituras advierten sobre “añadir” o “quitar”
de ellas:
Deuteronomio, 4:2 No añadiréis a la palabra que yo
os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová
vuestro Dios que yo os ordene.
Gálatas, 1:8 Más si aún nosotros, o un ángel del
cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea
anatema. 1:9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os
predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
Apocalipsis, 22:18 Yo testifico a todo aquel que
oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas
cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este
libro. 22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía,
Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas
que están escritas en este libro.
Los
meros desacuerdos denominacionales
Es importante señalar la diferencia entre una falsa
doctrina y los meros desacuerdos denominacionales. Diferentes grupos
congregacionales ven temas secundarios en las Escrituras de manera diferente.
Estas diferencias no son siempre debido a la falsa doctrina por parte de
alguien. Las políticas de la iglesia, decisiones de los líderes, el estilo de
la adoración, etc., todos están abiertos a discusión, ya que no se tratan directamente
en las Escrituras. Incluso aquellos temas que se abordan en las Escrituras a
menudo son debatidos por discípulos de Cristo igualmente sinceros.
Las diferencias en la interpretación o en la
práctica, no califican necesariamente como una falsa doctrina, ni tampoco deben
dividir el cuerpo de Cristo:
1 Corintios, 1:10 Os ruego, pues, hermanos, por el
nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no
haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer.
Las
tres herejías más peligrosas
Sin perjuicio de que toda herejía es peligrosa, hay
tres que merecen un cuidadoso estudio:
[1] el gnosticismo;
[2] el antinomianismo; y
[3] el (falso) evangelio de obras;
La mayoría de las cartas apostólicas (1 Juan, 2
Juan y 3 Juan, 1 Pedro y 2 Pedro, Santiago, Judas, Hebreos y casi todas las
Epístolas de Pablo), están escritas para combatir alguna o algunas de estas
tres herejías, que no son nuevas sino que, por el contrario, se expandieron junto con el Evangelio
Verdadero recibido de Jesucristo por los apóstoles (incluido Pablo, claro).
[1]
El gnosticismo
La palabra “gnosticismo”
proviene de la palabra griega “gnosis” (que significa “conocimiento”) y surge
de la mezcla de corrientes filosóficas y religiosas que llegaron a fusionarse
con el cristianismo primitivo, en los tres primeros siglos de nuestra era,
convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético después
de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos.
Puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un
gnosticismo cristiano, aunque se desarrolló preponderantemente dentro del
cristianismo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe en el
perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis o
conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la
fe. Ni la sola fe, ni la muerte de Cristo bastan para salvarse. El ser humano
es autónomo para salvarse a sí mismo.
El gnosticismo es una mística secreta de
la salvación. Se mezclan creencias orientales e ideas de la filosofía griega,
principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el
espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al “Demiurgo”, el espíritu
frente al cuerpo y el alma.
En la filosofía gnóstica, el “Demiurgo” es la
entidad que, sin ser necesariamente creadora, es impulsora del universo.
En la filosofía idealista de Platón y en la mística de los neoplatónicos, es
considerado un dios creador del mundo y autor del universo. Demiurgo
significa, literalmente, “maestro, supremo artesano, hacedor”.
Refutación bíblica del gnosticismo:
[+] su carácter iniciático, por el cual ciertas
doctrinas secretas de Cristo estaban destinadas a ser reveladas a una élite de
iniciados; la gnosis era, pues, la forma suprema de conocimiento, solamente
al alcance de los iniciados;
La salvación no es solo para una “elite de
iluminados” sino para todo aquel que crea:
Juan, 3:16 Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, más tenga vida eterna.
Dios no es un Dios que permanezca oculto a los
hombres. El apóstol Juan, en su primera carta, escribe contra el “gnosticismo”:
1
Juan, 1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es
luz, y no hay ningunas tinieblas en él;
Cuando
la Biblia dice aquí que Dios es luz, bueno, sí, significa que no tiene pecado,
que es Santo pero Juan está hablando, más que nada, de la revelación de Dios.
Lo que Juan está enseñando es que Dios no es un Dios “esotérico”, oscuro,
escondido sino que, por el contrario, Dios nos ha revelado quien es y lo que El
espera de nosotros, es decir, Dios no ha revelado su voluntad.
Esta
es una clara enseñanza contra el “gnosticismo” (una herejía que infiltro el
cristianismo primitivo), que afirma que el conocimiento de Dios solo está
reservado a una élite de “iniciados”,
siendo la “gnosis” (del griego “conocimiento”), la forma suprema de
conocimiento solamente al alcance de los “iniciados”.
Además de la Nueva Era, la masonería (institución
de neto corte iniciático) está ampliamente basada en el gnosticismo, de ahí que
solo un grupo de iniciados, miembros de una logia u orden secreta, pueden ser
“iluminados” con un “conocimiento superior” totalmente inaccesible al “mundo
profano” (no masónico), el cual se encuentra en tinieblas. Quienes ingresan a
la masonería, lo hacen para recibir la “luz de la masonería”, la cual se refiere
al conocimiento iniciático que los masones pretenden adquirir y que les permite
acceder al conocimiento y a la verdad y los ilumina en el camino que deben
recorrer para poder salir de las tinieblas.
Por ser Inglaterra el origen de la masonería actual,
muchos creen que la letra “G” se refiere a Dios (“God”, en inglés). También se relaciona la letra “G” con Gnosis, Genio y Geómetra.:
Las tres grandes luces de la masonería son:
[1] la ley sagrada (Biblia, Torah, Corán);
[2] el compás, que representa la imagen del
pensamiento y del espíritu relacionado con la justicia, prudencia y la
veracidad; y
[3] la escuadra, que es símbolo de la materialidad,
de la Creación y representa el ángulo recto que forma el principio de toda
construcción, rectitud moral y la conciencia del hombre.
[+] los iniciados no se salvan por la fe en el
sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, que es un
conocimiento superior a la fe; ni la sola fe, ni la muerte de Cristo bastan
para salvarse; el mismo conocimiento de las verdades trascendentes producía la
salvación; según las diversas corrientes, la importancia de practicar una vida
cristiana podía variar, siendo en cualquier caso algo secundario (puede verse
que el gnosticismo es una de las fuentes del antinomianismo);
El “conocimiento sin Dios” (como medio de acceder a
Él) entenebrece el corazón y provoca necedad:
Romanos, 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 1:22 Profesando ser
sabios, se hicieron necios,
No somos salvos por obras (incluido el
conocimiento) sino solo por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1
Corintios, 15:3-4), es decir, en lo que Cristo hizo en la cruz:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por
obras, para que nadie se gloríe.
Tito, 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
Romanos, 3:24 siendo justificados gratuitamente por
su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
Hechos, 15:11 Antes creemos que por la gracia del
Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
1 Pedro, 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de
vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con
cosas corruptibles, como oro o plata, 1:19 sino con la sangre preciosa de
Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
[+] su carácter dualista, por el cual se hacía una división
tajante entre la materia y el espíritu; el mal y la perdición estaban ligados a
la materia, mientras que lo divino y la salvación pertenecían a lo espiritual;
por esa razón no podía existir salvación alguna en la materia, ni en el cuerpo;
el ser humano solo podía acceder a la salvación a través de la “gnosis”
(conocimiento);
Somos seres tripartitos:
1 Tesalonicenses, 5:23 Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Somos salvos en espíritu, alma y cuerpo, ya que el
cuerpo va a ser restaurado en un cuerpo de gloria en el rapto o arrebatamiento
de la iglesia:
1 Corintios, 15:51 He aquí, os digo un misterio: No
todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento,
en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta,
y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
transformados. 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 15:54 Y cuando esto
corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte en victoria. 15:55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh
sepulcro, tu victoria?
[+] siendo la materia el anclaje y origen del mal,
no es concebible que Jesucristo pudiera ser un ser divino y asociarse
a un cuerpo material a la vez, puesto que la materia es contaminadora; por esa
razón surge la doctrina del “cuerpo aparente de Cristo”, según la cual la
Divinidad no pudo venir en carne, sino que vino en espíritu mostrando a los
hombres un cuerpo aparentemente material (docetismo); otras corrientes
sostienen que Jesucristo fue un hombre vulgar que en la época de su ministerio
fue levantado y adoptado por una fuerza divina (adopcionismo); otras doctrinas
afirman que la verdadera misión de Cristo era transmitir a los espíritus
humanos el principio del autoconocimiento que permitía que las almas se
salvaran por sí mismas al liberarse de la materia; otras enseñanzas proponían incluso
que Jesús no era un ser divino;
El apóstol Juan vuelve a escribir contra las
enseñanzas heréticas del gnosticismo en cuanto a la persona de Cristo:
1 Juan, 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios:
Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de
Dios; 4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros
habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
Juan también habla del anticristo en:
1 Juan, 2:18 Hijitos, ya es el último tiempo; y
según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 2:19 Salieron de
nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros;
El apóstol Juan dice “ya es el último tiempo”, es
decir, Juan creía que en su época ya se vivían los “últimos tiempos”. Muchos de
nosotros, a su vez, creemos que los últimos tiempos son estos que estamos
viviendo ahora. Pero ¿cuáles son los últimos tiempos?. Los “últimos tiempos”
comenzaron a vivirse inmediatamente después de la cruz de Cristo. Ahí “se dio
vuelta el reloj de arena” e inicio la cuenta regresiva, hasta el rapto de la
iglesia, en primer lugar, y hasta la segunda venida de Cristo, en segundo
lugar. Con la cruz de Cristo el reloj profético de Dios (que es Israel) se
detuvo en la “semana 69”. Queda por cumplirse aún una última semana de años (7
años), que es la Tribulación, para que se termine de cumplir la profecía de
“las 70 semanas de Daniel” (Daniel, 9:24-27).
El apóstol Juan habla aquí de los “anticristos”, es
decir, de una actitud de muchos. Cuando escuchamos la palabra “anticristo” la
relacionamos de inmediato con un personaje que aparece en Apocalipsis, 13:1 que
vendrá a liderar la última rebelión contra Dios en los últimos siete años de
las historia del gobierno humano (la semana 70 de Daniel). Este personaje, que
aparecerá en los últimos días, también es mencionado por Daniel (Daniel, 9:27)
y por Pablo (2 Tesalonicenses, 2:3-10). Esto es cierto, pero también es cierto
que “anticristo” es una actitud contra Cristo, su obra en la cruz y su reino.
De hecho, los que tienen esa actitud son dominados por uno de los espíritus
inmundos o demonios desencadenados por satanás contra de la iglesia llamado,
precisamente, el “espíritu de anticristo”.
Pero lo más importante es lo que dice Juan respecto
de los anticristos. Él dice “salieron de nosotros para que se manifestase
que no todos son de nosotros”. No se pierdan este detalle. Los
anticristos están dentro de la iglesia, no fuera. Tenemos la tendencia a pensar
que los anticristos son los ateos, los científicos, los que profesan otras
religiones, es decir, solemos pensar que los anticristos están afuera de la
iglesia, pero Juan dice que están adentro, cuando dice “no todos son de
nosotros”. Juan no se está refiriendo a los que están fuera de la iglesia, que
ya sabemos que no son de nosotros. Se está refiriendo a los que están dentro de
la iglesia.
¿Y quién es anticristo?.
1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el
que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega
al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al
Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre;
Es anticristo el que niega que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios.
Otros
pasajes similares contra esta enseñanza herética (también de Juan) son:
1
Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece
en él, y él en Dios;
1
Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo
aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él;
Todo aquel que niegue la divinidad de Jesucristo es
anticristo:
Tito, 2:13 aguardando la esperanza bienaventurada y
la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
Colosenses, 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio
de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres,
conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 2:9 Porque en él
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
[+] siguiendo la idea de la condenación de la
materia, algunas corrientes afirmaban que era necesario el castigo y el
martirio del cuerpo para, a través del padecimiento de la carne, contribuir a
la liberación del espíritu, propugnando un modo de vida ascético; sin embargo,
otras corrientes afirmaban que, siendo la salvación dependiente únicamente de
la gnosis del alma, el comportamiento del cuerpo era irrelevante, disculpándolo
de toda atadura moral y librándolo a toda clase de goces (nuevamente puede
verse aquí que el antinomianismo se origina en el gnosticismo); otras
enseñanzas reprobaban la multiplicación de la materia, siendo así la
procreación (Génesis, 1:28) un acto condenable; también existían corrientes
que, al igual que el platonismo y las filosofías orientales, creían en el
retorno cíclico de las almas a la prisión de la materia a través de la reencarnación
(Hebreos, 9:27); el iniciado, igualmente, buscaba romper este ciclo a través de
la gnosis (a través de la iluminación, en las religiones orientales);
Ni el ascetismo ni el martirio de la carne conducen
a Dios. No hay ninguna obra humana superadora de la obra de Cristo en la cruz.
El castigo que merecíamos por nuestra rebeldía lo recibió Cristo en la cruz del
calvario:
Isaías, 53:10 Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación
por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová
será en su mano prosperada.
1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer
día, conforme a las Escrituras;
La condenación de la procreación es anti bíblica:
Génesis, 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla;
La doctrina de la reencarnación es anti bíblica:
Hebreos, 9:27 Y de la manera que está establecido
para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
[+] en la cima de los seres existe un Dios, un ser
perfecto e inmanente cuya propia perfección hace que no tenga relación alguna
con el resto de seres imperfectos; es
inmutable e inaccesible; descendiendo en
una escala de seres emanados de aquel llegamos al “Demiurgo”, antítesis y
culmen de la degeneración progresiva de los seres espirituales y origen del mal;
en su maldad, el “Demiurgo” crea el mundo, la materia, encadenando la esencia
espiritual de los hombres a la prisión de la carne; en este escenario se libra
una batalla entre los principios del bien y el mal, la materia (apariencia) y
el espíritu (sustancia); podemos ver paralelismos claros con el “zoroastrismo”;
La materia no fue creada por ningún “Demiurgo” sino
solo por Dios:
Génesis, 1:1 En el principio creó Dios los cielos y
la tierra.
Génesis, 1:16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras;
la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que
señorease en la noche; hizo también las estrellas.
Génesis, 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre
del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un
ser viviente.
No es verdad que Dios sea inaccesible y que no se
relacione con “seres imperfectos”.
Podemos ver a Dios hablar con Adán y Eva luego de
la caída:
Génesis, 3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le
dijo: ¿Dónde estás tú? 3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve
miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te
enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no
comieses? 3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera
me dio del árbol, y yo comí. 3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer:
¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
Podemos ver a Dios hablar con Abraham:
Génesis, 12:1 Pero Jehová había dicho a Abram:
Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que
te mostraré.
Génesis, 17:1 Era Abram de edad de noventa y nueve
años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso;
anda delante de mí y sé perfecto.
Podemos ver a Dios hablar con Isaac:
Génesis, 26:1 Después hubo hambre en la tierra,
además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a
Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. 26:2 Y se le apareció Jehová,
y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te
diré.
Podemos ver a Dios hablar con David:
1 Crónicas, 14:10 Entonces David consultó a Dios,
diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová
le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos.
[+] en la cima de la jerarquía humana estaban los
iniciados, en los que es predominante el espíritu; ellos pueden experimentar la gnosis y acceder
así a la salvación; por debajo está el resto de los cristianos, en los que
predomina el alma sensible y que se pueden salvar siguiendo la guía de los
primeros; en la parte más baja están aquellos en que predomina el cuerpo y que,
por tanto, no alcanzarán la salvación;
Para Dios no existe ninguna jerarquía entre los
humanos:
Romanos, 2:11 porque no hay acepción de personas
para con Dios.
Finalmente el obispo Irineo de Lyon declaró
herejía el gnosticismo en el año 180 d. C., parecer que comparte
la iglesia católica.
[2]
El antinomianismo
La palabra “antinomianismo” viene de la palabra
griega “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos” significa “ley”, con lo cual la palabra “antinomianismo”
significa “sin ley”. El antinomianismo es la doctrina que sostiene que la ley
moral no es obligatoria para los cristianos como regla de vida. El
antinomianismo fue llamado así por Lutero, cuando su viejo amigo Juan Agrícola
(1492–1566) enseñó que los cristianos están totalmente libres de la ley, esto
es, de la ley moral tal como Moisés la estableció. Sin embargo, el antinomianismo
como doctrina apareció entre los siglos I y II y, como vimos, está asociado al gnosticismo.
El antinomianismo se refiere, en suma, a la
práctica (herética) de vivir sin la debida consideración de la rectitud de
Dios, a emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y
confiar en ella para ser limpio del pecado sin condiciones. En otras palabras,
ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces podemos pecar
cuanto queramos y, aun así, seguir siendo salvos.
Refutación bíblica del antinomianismo:
Pablo escribe:
Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el
pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por
la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Pablo
explico la razón por la cual fue dada la ley:
Romanos,
4:15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
Romanos,
5:13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no
se inculpa de pecado.
Antes de la
ley de Moisés, como es lógico, había pecado, pero no se podía inculpar a nadie.
Al no estar establecido que estaba bien y que estaba mal, no había transgresión
punible (castigable).
Acto seguido, Pablo agrega:
Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los
que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Romano, 6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos,
porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
Los que creen en esta herejía no son salvos y es
muy fácil de comprobar.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia es el favor inmerecido de Dios por medio
del cual podemos ser salvos, podemos obedecer (aunque no de manera perfecta) los
mandamientos de Dios y podemos llevar una vida con la santidad que Dios exige.
La gracia es la actividad unilateral llevada a cabo por Dios por medio de la
cual Él está atrayendo todo el tiempo las almas hacia sí mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación,
accedemos a ella por medio de la fe (Romanos, 5:2). La fe debe estar puesta en
lo que hizo Cristo en la cruz, es decir, en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4).
Cuando oímos el Evangelio con fe (cuando lo creemos), junto con la salvación
recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual no solo viene a morar (1
Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado en nosotros (Efesios,
1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Una vez que el Espíritu Santo viene a morar en
nosotros, comienza su obra, siendo una de ellas la convicción de pecado (Juan,
16:8), lo cual significa que, cada vez que pecamos (aun siendo salvos), el Espíritu
Santo nos convencerá de que hemos pecado y nos guiara primero al
arrepentimiento y luego a la confesión (1 Juan, 1:9). Pablo dice que, aquel que
comenzó en nosotros la buena obra (el Espíritu Santo), la perfeccionara (la hará
cada vez mejor), hasta el día de Jesucristo, es decir, hasta el día del rapto
de la iglesia (Filipenses, 1:6). Es Dios morando en nosotros el que produce en
nosotros tanto el querer (dejar de pecar) como el hacer (el que podamos
lograrlo) por su buena voluntad (Filipenses, 2:13).
Como puede apreciarse, aquel que, malinterpretando
la gracia, confiesa a Cristo y vuelve, una y otra vez, en forma continua, a
revolcarse en el barro cenagoso del pecado, no tiene al Espíritu Santo morando
consigo, es decir, no es salvo, el Espíritu Santo jamás comenzó en el obra
alguna motivo por el cual mucho menos podrá perfeccionarla (Filipenses, 1:6).
El Espíritu Santo se recibe por el oír el Evangelio
con fe:
Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Es decir, sin fe el Espíritu Santo no puede
recibirse (Juan, 14:17).
Esto sucede con una innumerable cantidad de
personas que han confesado a Cristo pero lo han hecho sin fe (sin creer) en el
Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Por más gracia que haya (y vaya si la hay) sin
fe la salvación no acontece porque:
[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia
(Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8); y
[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos,
11:6);
Jesucristo mismo hablo contra esta herejía:
Mateo, 7:22 Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
La frase “hacedores de maldad” proviene del griego,
de la palabra “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos” significa “ley”,
es decir, “sin ley” (antinomianismo). Lo que Cristo está diciendo es:
“apártense de mi los de ustedes que, confesando mi nombre como Señor, vivieron
en la Tierra como si yo nunca les hubiera dado una ley para obedecer”.
Muchos dicen “soy cristiano”, pero ni saben lo que
son las leyes de Cristo. No les importa. Cristo está diciendo: “tú dices que
eres mi discípulo pero vives tu vida como si nunca te hubiera dado una ley para
obedecer, tú vives como quieres y haces todo conforme a tus pensamientos, todo
conforme a la carne y a lo que el mundo está haciendo y dices que yo soy tu
Señor, eso es mentira, apártate de mí”.
Por último, muchos confunden el Antiguo Pacto con
la ley de Moisés y, en general, con el AT. Como sabemos, el Antiguo Pacto fue
reemplazado por el Nuevo Pacto.
Si bien esto es cierto, mucho hacen el siguiente
razonamiento equivocado:
Como:
[1] la LEY
DE MOISES y, en general, el AT constituyen el ANTIGUO PACTO; y
Y siendo
que:
[2] el
ANTIGUO PACTO fue reemplazado por el NUEVO PACTO (que es el NT);
Entonces:
[3] el
NUEVO PACTO nos libera de la obligación de cumplir la LEY DE MOISES (y, en
general, el AT);
Mientras
las afirmaciones de los apartados [1] y [3] directamente son falsas, la
afirmación del apartado [2] es parcialmente falsa, ya que, si bien es cierto
que el Nuevo Pacto reemplazo al Antiguo Pacto, es falso que el Nuevo Pacto sea
el NT.
Vamos a demostrar
que este razonamiento es equivocado, sobre todo definiendo correctamente lo que
es el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto.
Comencemos
por decir que el pecado siempre se levantó como una barrera (un muro) entre
Dios y los hombres. Para restablecer la comunión con Dios interrumpida a causa
del pecado, era necesario expiar (cubrir) el pecado.
Y la
expiación solo se lograba derramando sangre:
Hebreos,
9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento
de sangre no se hace remisión.
La
salvación en el AT se lograba intentando cumplir las obras de la ley de Moisés
y, al ser esta incumplible (Gálatas, 5:3, Santiago, 2:10-11), expiando
(cubriendo) las transgresiones a la misma con la sangre de los animales que se
sacrificaban continuamente en el templo. Esta era la esencia del pacto que Dios
hizo con Israel por medio de la ley de Moisés.
En el
ANTIGUO PACTO, la que se derramaba era la sangre de animales en los sacrificios
del templo (una y otra vez). En el NUEVO PACTO, la que se derramo fue la sangre
de Cristo en la cruz (una sola vez).
La palabra
“expiar” tiene connotaciones diferentes según estemos en el Antiguo Pacto o en
el Nuevo Pacto. En el Antiguo Pacto, significaba “cubrir el pecado
temporalmente” porque la sangre de los animales no podían “quitar de en medio”
el pecado:
Hebreos, 10:1
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma
de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 10:2 De otra
manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. 10:3 Pero en estos
sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; 10:4 porque la
sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
En el Nuevo
Pacto, la palabra “expiar” adquiere un nuevo significado y es el de “quitar de
en medio el pecado definitivamente”, porque la sangre de Cristo es superior a
la de los animales:
Hebreos,
9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios; 9:25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena [de
animales]. 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas
veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los
siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí
mismo para quitar de en medio el pecado.
Hebreos,
10:14 porque con una sola ofrenda hizo [Cristo] perfectos para siempre a
los santificados.
El ANTIGUO
PACTO no es el AT, sino que consiste en el derramamiento de la sangre de
animales (una y otra vez) en el sistema de sacrificios del templo descripto en
la LEY DE MOISES. El NUEVO PACTO no es el NT, sino que consiste en el
derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz (una sola vez), descripto
en la Epístola a los Hebreos.
La Epístola
a los Hebreos (NT) fue escrita para demostrar la obsolescencia del ANTIGUO
PACTO, ahora reemplazado por el NUEVO PACTO, establecido a partir de la muerte
expiatoria de Cristo en la cruz.
Lo que fue
derogado y reemplazado es el ANTIGUO PACTO por el NUEVO PACTO: ya no es la
sangre de los animales, derramada una y otra vez en el templo, sino la sangre
de Jesucristo, derramada una sola vez en la cruz, la que expía (quita de en
medio) el pecado.
Cuando se
dice que el ANTIGUO PACTO quedo obsoleto (que no se usa en la actualidad, que
ha quedado claramente anticuado), lo que se quiere decir es que lo que quedo
obsoleto es el sistema levítico de sacrificios de animales inserto en la ley de
Moisés y no la propia LEY DE MOISÉS o los libros del AT, todo lo cual es
Palabra de Dios, que jamás quedara obsoleta. ¿A quién se le puede ocurrir que
los diez mandamientos, insertos en Éxodo, 20 ya no están vigentes?. No mataras,
no robaras, no adoraras a dioses ajenos, no cometerás adulterio ¿quedo, acaso,
todo esto sin vigencia?. Claro que no!.
Al respecto,
Jesús dijo:
Lucas,
16:17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una
tilde de la ley.
Y luego
agregó:
Mateo,
5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni
una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Pero el
cielo y la tierra todavía “no han pasado”. Esto está todavía en el futuro y es
mencionado en el libro de Apocalipsis:
Apocalipsis,
21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y esto que
ve Juan (un cielo nuevo y una tierra nueva) ocurre al finalizar el reinado
milenial de Cristo (la séptima y última dispensación), es decir, mil años
después del retorno de Cristo a la tierra. Fíjense ustedes cuanto tiempo
todavía seguirá vigente la Ley de Moisés.
De esta
forma los que afirman que la ley de Moisés ya no resulta aplicable a nuestras
vidas se equivocan porque hemos demostrado ampliamente su vigencia.
Lo único
que ya no está vigente de la LEY DE MOISES para la iglesia son:
[1]
disposiciones de orden civil;
[a] la “ley de levirato” (Deuteronomio, 25:5-10); y
[b] las leyes sobre esclavitud
(Éxodo, 21:1-11, Deuteronomio, 15:12-18, Levítico, 25:39-40);
[2]
disposiciones de orden alimentario (Levítico, 11:7), lo cual fue abolido por el
Señor en el NT (Mateo, 15:11, Hechos, 10:9-16);
La
salvación ya no se alcanza por obedecer la ley de Moisés sino por gracia, por
medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios,
2:8-9, Tito, 3:5), pero la ley de Moisés y todo el AT es palabra de Dios que
sigue vigente y que sigue siendo aplicable a nuestras vidas y por eso el
antinomianismo es anti bíblico.
[3]
El (falso) evangelio de obras
La carta apostólica por excelencia que combate esta
herejía es Gálatas, escrita por el apóstol Pablo.
El Evangelio que Pablo predicó no lo aprendió de
ningún hombre sino que le fue revelado por Jesucristo (Gálatas, 1:11-12). Y lo
que Pablo predico es que la salvación es por gracia, por medio de la fe en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia puede ser definida como el favor
inmerecido de Dios por medio del cual los hombres pueden ser salvos, vivir en
santidad y obedecer sus mandamientos. La gracia es la actividad unilateral de
Dios por medio de la cual Él está continuamente atrayendo las almas hacia sí
mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación, el modo
de acceder a ella es por medio de la fe (Romanos, 5:2) en el Evangelio (1
Corintios, 15:1-4). Nada más, según Pablo, se requiere para ser salvo. Este
Evangelio predicado por Pablo claramente es un Evangelio de “gracia + fe”.
Desde ya
este evangelio predicado por Pablo tuvo sus enemigos, no tanto en griegos y
romanos sino, más bien, en los falsos maestros judaizantes, a los cuales
podemos ver en acción en el Libro de los Hechos, escrito por Lucas como
complemento de su Evangelio:
Hechos, 15:5
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron
diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de
Moisés.
Estos judíos,
si bien había tenido fe (“habían creído” dice el pasaje), rápidamente añadieron
obras: circuncidarse y guardar la ley de Moisés. Es decir, si bien reconocían
la fe como elemento necesario para alcanzar la salvación, estos falsos maestros
desecharon la gracia predicada por Pablo, añadiendo obras a la fe necesaria
para la salvación.
Estos
(falsos) maestros judaizantes, decían a los nuevos convertidos al cristianismo:
[a] si eran
judíos, que no debían abandonar el judaísmo, es decir, que debían seguir
guardando la ley de Moisés; y
[b] si eran
gentiles (no judíos), que, antes de convertirse al cristianismo, primero tenían
que convertirse al judaísmo y circuncidarse;
Este falso
evangelio puede ser llamado de “fe + obras”.
Algunos de
estos falsos maestros ya se habían infiltrado en la iglesia de Galacia. Por
esto Pablo escribe la carta a los Gálatas, para combatir este problema. Primero,
Pablo les dice a los gálatas que esta maravillado por la rapidez con que se
dejaron influenciar por “un evangelio diferente”:
Gálatas, 1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os
hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un
evangelio diferente. 1:7 No que haya otro, sino que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
Luego les dice:
Gálatas, 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si
por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
En el
lenguaje de Pablo, la ley es sinónimo de obras y la palabra justicia significa
salvación. Lo que Pablo está diciendo es que si la salvación fuese por nuestras
obras entonces Cristo murió en vano. Es decir, si bastara con nuestras obras
para salvarnos ¿no hubiese sido más fácil – y menos doloroso – que Cristo
hubiese igualmente descendido del cielo a entregarnos su evangelio y el que creía
se salvaba y el que no se condenaba?. ¿Cuál es el verdadero peso de la cruz en
la ecuación de la salvación?. ¿Sera que necesitamos inicialmente 100% de la
cruz para salvarnos y luego son nuestras obras las que nos “mantienen” salvos?.
¿Fue la cruz el “anticipo pagado” por nuestra salvación y luego quedamos
pagando el “resto de las cuotas” con nuestras propias obras?. En suma ¿será que
somos participes de nuestra salvación junto con Cristo?.
Visto y
considerando que nadie, en su sano juicio, puede pensar que es salvo en un 100%
por sus obras, quitando totalmente la cruz de Cristo, la herejía radica,
básicamente, en pensar que participamos de nuestra salvación con nuestras
obras. El slogan de esta herejía seria el siguiente: “somos salvos por la cruz
de Cristo, pero nosotros ayudamos con nuestras obras”. Este pequeño giro
alcanza y sobra para pervertir la fe y dejar de alcanzar la salvación.
La Biblia
define la fe de la siguiente manera:
Hebreos, 11:1
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve.
Y esa fe
debe estar puesta 100% en el Evangelio, es decir, en lo que Cristo hizo en la
cruz:
1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer
día, conforme a las Escrituras;
Si parte de nuestra fe esta puesta en nuestras
obras, la fe puesta en la cruz de Cristo en inferior al 100%. Esta fe parcial
en la cruz de Cristo no salva, es decir, no permite entrar en la gracia
(Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8).
El 100% de
la gloria por nuestra salvación corresponde a Dios, por dos razones:
[1] Dios no
comparte su gloria con nadie:
Isaías,
42:8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a
esculturas.
[2] las
mejores obras, de los mejores hombres son, delante de Dios, trapos sucios:
Isaías,
64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias
como trapo de inmundicia;
En la época
de Isaías, los “trapos de inmundicia” eran los trapos que contenían la
menstruación de las mujeres. Así son nuestras obras (nuestra propia justicia)
delante de Dios.
Pablo continúa inquiriendo a los Gálatas al
preguntarles, no sin cierta ironía, si habían recibido al Espíritu Santo por
las obras de la ley o por el haber oído con fe el Evangelio:
Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3
¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por
la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente
fue en vano. 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace
maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con
fe?
Luego Pablo les explica que la ley fue un medio y
no un fin:
Gálatas, 3:23 Pero antes que viniese la fe,
estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser
revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 3:25 Pero venida la
fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe
en Cristo Jesús;
La palabra “ayo” significa “guía” o “tutor”, es decir,
para Pablo la ley fue una especie de guía o tutor para llevarnos a Cristo “a
fin de que fuésemos salvos por la fe”. Consumado esto (venida la fe), la ley
perdió su eficacia.
Y, finalmente, Pablo les advierte acerca de las
consecuencias de abandonar el Evangelio de “gracia + fe” que él les había
predicado, para volver a buscar la salvación
por medio de obedecer la ley de Moisés:
Gálatas, 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con
que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 5:2
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará
Cristo. 5:3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está
obligado a guardar toda la ley. 5:4 De Cristo os desligasteis, los que por
la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Pablo les
dice a los gálatas que la ley era un yugo del cual Cristo los había hecho
libres y al que no debían volver. Para Pedro, al igual que para Pablo, la ley
también era un yugo:
Hechos, 15:10
Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido
llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos
salvos, de igual modo que ellos.
Pretender
volver a la ley de Moisés para buscar la salvación por medio de la obras
implicaba, lisa y llanamente, “desligarse de Cristo” y “caer de la gracia” (Gálatas,
5:4). Caer
de la gracia es salirnos de ella y es cuando empezamos a confiar en nuestras
propias obras para justificarnos delante de Dios. Por el contrario, renunciar a
justificarse delante de Dios por nuestras obras es la puerta de entrada a la
gracia.
Para
los que confían en sus obras, el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4), es decir, lo
que Cristo hizo en la cruz, no fue suficiente para alcanzar la salvación,
motivo por el cual la obra redentora de Cristo en la cruz se completaría con
nuestras propias obras (vendríamos a ser algo así como “corredentores” junto
con Cristo). De nuevo. Esta clase de fe (mal direccionada) no permite entrar en
la gracia (Romanos, 5.2), siendo que la gracia es la causa de la salvación
(Efesios, 2:8). Debemos dejar de poner la fe en nuestras propias obras y
direccionarla 100% a lo que hizo Cristo en la cruz (1 Corintios, 15:3-4). Esta
fe es la única que salva.
La
salvación en el AT se lograba intentando cumplir las obras de la ley de Moisés
y, al ser esta incumplible, expiando las transgresiones a la misma derramando
sangre de animales en el templo. Esta era la esencia del pacto que Dios hizo
con Israel por medio de la ley de Moisés. Pero la salvación por obedecer y
cumplir las obras de la ley (que era la esencia del Antiguo Pacto), se transformó
en una herejía en el Nuevo Pacto.
Pablo les
aclara además a los gálatas que, aquellos que estaban rechazando la gracia y
pretendían salvarse por las obras de la ley, tendrían que “guardar toda la
ley”.
¿Por qué
Pablo dice esto?. Por lo que dice Santiago en:
Santiago,
2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se
hace culpable de todos.
El
evangelio que predico Pablo es un evangelio de “gracia + fe”. El (falso)
evangelio que se levantó contra el (verdadero) evangelio de Pablo es un
evangelio de “fe + obras”. Satanás es astuto y sabe que no puede eliminar la fe
de la ecuación de la salvación, ya que todo el mundo desconfiaría de semejante
doctrina. Por eso trata de reemplazar la gracia divina por las obras humanas.
Pablo dice
que somos salvos por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios,
15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5). Pero muchos piensan que
somos salvos, además, por nuestras obras. Y
he aquí la disputa:
Si la
Biblia es tan contundente en cuanto a que la salvación no es por obras
(Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5) ¿por qué este falso evangelio de obras ha logrado
penetrar en la iglesia?.
[+] En la iglesia católica, este falso evangelio de
obras no solo ha penetrado sino que domina totalmente su teología en materia de
salvación. Para los católicos, las obras tienen tanto peso que directamente
creen que participan de su salvación con sus propias obras, a punto tal que las
buenas obras son vistas como una “moneda de pago” para comprar la salvación. No
de otra concepción deriva la importante obra caritativa llevada a cabo por el
catolicismo romano (el fin es loable, pero la motivación es equivocada).
[+] En la
iglesia protestante, este falso evangelio de obras también ha penetrado pero, a
diferencia de la iglesia católica, domina parcialmente su doctrina en materia
de salvación y es aquí donde este falso evangelio se viste de herejía porque,
mientras el catolicismo romano es un cristianismo totalmente infiltrado y
prostituido, el protestantismo fue fundado por Martin Lutero (y sus
precursores) para preservar la verdadera iglesia de Jesucristo.
Este falso
evangelio de obras fue rechazado por los principios fundacionales de la Reforma
Protestante, que pueden resumirse en las famosas “cinco solas”:
[1] sola
scriptura (solo la Escritura);
[2] sola
fide (solo la fe);
[3] sola
gratia (solo la gracia);
[4] solus
Christus (solo Cristo); y
[5] soli
Deo gloria (la gloria solo para Dios);
Afirmar que la salvación es por gracia (sola
gratia), por medio de la fe (sola fide) y no por obras, como lo
afirma la Biblia en Efesios, 2:8-9 y Tito, 3:5 (sola scriptura), implica
reconocer que la salvación es solo por Jesucristo (solus Christus) y que toda
la gloria por nuestra salvación es solo para Dios (soli Deo gloria).
Podemos
ver, entonces, que la teología protestante pura rechaza de plano este falso
evangelio de obras (esta herejía).
Pero ¿qué
lugar ocupan las obras en la teología protestante?.
Los
protestantes no afirmamos que un cristiano no tenga que tener obras. Las obras,
en definitiva, son la manifestación externa (el fruto) de la fe que decimos
tener. Lo que intentamos decir es que, esas obras, no nos salvan por la
sencilla razón de que no son nuestras sino de Dios. Y es ahora cuando todos los
pasajes de Efesios, 2 escritos por Pablo cobran sentido:
Efesios,
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Las buenas
obras en las que se manifiesta nuestra fe, como dice Pablo, fueron preparadas
por Dios de antemano, es decir, están totalmente inspiradas por el Espíritu
Santo (Efesios, 2:10). No son nuestras. No somos salvos por nuestras obras sino
que somos capaces de hacer buenas obras porque somos salvos, es decir, porque
el Espíritu Santo mora en nosotros.
Al
respecto, Jack Kelley (el reconocido ensayista bíblico norteamericano),
observa:
A algunas
personas les encanta señalar el aparente conflicto entre la doctrina de Pablo
(de salvación solo por la fe) y los pasajes de Santiago, 2:14-17, 26 en los
cuales Santiago afirma que “la fe sin obras es muerta”, pero los contextos son
totalmente diferentes. Pablo estaba hablando acerca de la raíz de nuestra
salvación y Santiago estaba hablando acerca de su fruto. Ambas posiciones son
correctas. Cuando Pablo dijo que por gracia somos salvos, por medio de la fe y no
por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5), él estaba hablando acerca de la raíz de
nuestra salvación, la cual es la fe solamente. Santiago estaba hablando sobre
lo que sucede después que somos salvos, que es el fruto de nuestra salvación,
el cual es nuestra fe que se manifiesta a sí misma en la manera cómo vivimos
nuestra vida. Santiago está diciendo lo mismo que Jesús, es decir, que “por sus
frutos los conoceréis” (Mateo, 7:16).
Santiago no
estaba hablando de lo que se necesita para ser salvos ni de combinar la
obediencia a la Ley con nuestra fe para completar nuestra salvación (el
discurso de Santiago de Hechos, 15:24-29 confirma esta idea). Santiago estaba
hablando acerca de cómo podemos saber si somos salvos. Si nuestra fe se
manifiesta a sí misma en buenas obras hacia los demás, entonces podemos estar
seguros que la misma es genuina. Si no es así, entonces es meramente teórica o
especulativa, una posición intelectual que hemos tomado. Las personas creyentes
no tienen que hacer por ellas mismas esas obras buenas. De hecho tienen que
proponerse no hacerlas. El Espíritu Santo es quien va a impulsar a cada persona
creyente a hacer actos de caridad y amor según las circunstancias (Efesios,
2:10).
Pablo
estaba hablando sobre lograr la salvación y Santiago estaba
hablando sobre demostrar nuestra salvación por nuestras
acciones.
Cuando oímos con fe el Evangelio (1 Corintios,
15:3-4), junto con la salvación, recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el
cual no solo se queda morando (1 Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es
sellado en nosotros (Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Es cuando el
Espíritu Santo comienza su obra en nosotros convenciéndonos de pecado, de
justicia y de juicio (Juan, 16:8).
O sea:
[1] El Espíritu Santo nos convence de pecado, es
decir, cada vez que pecamos Él nos va a hablar y nos va a guiar al
arrepentimiento y, finalmente, a la confesión (1 Juan, 1:9);
[2] El Espíritu Santo nos convence de justicia, es
decir, nos hace ver que nuestra propia justicia (nuestras propias obras) no
alcanza para justificarnos delante de Dios sino que Jesucristo es nuestra
justicia ante los ojos de Dios (Romanos, 3:22); y
[3] El Espíritu Santo nos convence de juicio, es
decir, nos hace ver que o merecemos el cielo por creer en el Evangelio (1
Corintios, 15:3-4) o merecemos el infierno por rechazarlo, en otras palabras,
el Espíritu Santo nos hace entender el plan de Dios;
Quienes, además de la obra de Cristo en la cruz (1
Corintios, 15:3-4), confían en sus propias obras para alcanzar la salvación, en
cuanto a la obra del Espíritu Santo en ellos, tienen problemas con el apartado
[2], es decir, el Espíritu Santo aún no ha logrado “convencerlos” de que su
propia justicia (sus propias obras) no alcanza para justificarse delante de
Dios y es en esta obra donde el Espíritu Santo tiene que seguir trabajando en
ellos.
Conclusión:
Hay muchas herejías (es cierto) pero también hay
una Verdad, que es la Palabra de Dios (Juan, 17:17). La única manera de
detectar, combatir y ser libre de las herejías es conociendo la verdad (Juan,
8:32).
¿Cómo podemos conocer la Verdad?:
[1] a través del estudio sistemático de (ya no
alcanza con leer) las Escrituras, con la guía del Espíritu Santo (Juan, 16:13);
y
[2] aplicando correctamente los principios de la
hermenéutica bíblica (la técnica de interpretación de la Biblia);
El tema central de las Escrituras es la salvación. Es
imperioso, entonces, que alcancemos a comprender la doctrina de la salvación
por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por
obras (Hechos, 15:10-11, Efesios, 2:8-9, Efesios, 1:13-14, 1 Corintios, 3:16,
6:19-20, 2 Corintios, 1:21-22, Tito, 3:5, Gálatas, 1:6-7, Gálatas, 2:21, Gálatas,
3:2-5, Gálatas, 3:23-25, Gálatas, 5:1-4).
¿Por qué?. Porque el Evangelio de la gracia, en
general, es enemigo de casi todas las herejías que existen y, en particular, es
enemigo de las tres herejías que estudiamos: el gnosticismo, el antinomianismo
y el falso evangelio de obras.
Todas las herejías tienen un origen demoniaco (1
Timoteo, 4:1) y todas tienen por objetivo trastornar alguna verdad fundamental de
la Biblia, en especial aquellas que resultan necesarias para alcanzar la
salvación.
DIOS LOS BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra