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Pregunta del lector:
La blasfemia contra el Espíritu Santo bíblicamente está relacionada con la situación relatada en Marcos, 3:29, pero rechazar sistemáticamente a Dios ¿no es tambien una forma de blasfemar contra el Espíritu Santo?.
Yo
no estoy casado con una doctrina. Porque no quiero caer en el error de poner
límites en el conocimiento sobre Dios, sin embargo creo en la biblia y lo que
en ella está escrito. Mientras más apegados estemos a la biblia y no a una
corriente, más cerca podremos estar de la verdad. Al menos esa es mi
filosofía.
Respuesta:
Los
seres humanos (sin excepción) solemos tener problemas para aceptar, en este
caso, lo que la Biblia dice en forma simple y sin dobleces. Lo mismo nos ocurre
a menudo cuando alguien nos dice algo (estamos viendo siempre si detrás de lo
que nos dijeron hay alguna “segunda intención”). Nos ha pasado y nos pasa a
todos.
La
Biblia dice que TODA BLASFEMIA será perdonada a los hombres, excepto la
BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO:
Mateo,
12:31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los
hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
12:32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre,
le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será
perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Y
la BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO está íntimamente relacionada a una
situación puntual:
Marcos,
3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás
perdón, sino que es reo de juicio eterno. 3:30 Porque ellos habían
dicho: Tiene espíritu inmundo.
Cualquier
otra BLASFEMIA no es un pecado imperdonable. Es más, la marca de la bestia de
Apocalipsis (una forma de adorar al diablo) por comodidad la tratamos como una
forma de blasfemia contra el Espíritu Santo pero, en realidad, no encuadra en
la BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO bíblica. Adorar al diablo, durante el
Apocalipsis, no será perdonado porque la iglesia habrá sido arrebatada y ya no
estará en la tierra, es decir, se habrá acabado la era de la gracia. De hecho,
ahora, mientras la iglesia está en la tierra, adorar al diablo no es un pecado
imperdonable (sobran los testimonios de satanistas convertidos). Pero esto se
debe a que la iglesia todavía está en la tierra (a que todavía hay gracia).
Ni
siquiera blasfemar contra Cristo (la Segunda Persona de la Trinidad) es un
pecado imperdonable (Mateo, 12:32).
En
cuanto a lo que manifiestas de estar “casado con una doctrina” estoy de
acuerdo.
No
debemos acercarnos a la Biblia a buscar los pasajes (casi siempre sacados de
contexto) que justifiquen nuestras creencias previas, normalmente heredadas de
las iglesias en la que nos hemos congregado y nos congregamos y de pastores que
nos han pastoreado y nos pastorean. Esto es un error. Quienes así proceden no
accederán jamás a la revelación de la Palabra escrita, porque no se acercan a
las Escrituras en busca de la verdad, en oración, sino (lo repito) simplemente
a buscar aquellos pasajes (casi siempre sacados de contexto) que justifiquen
sus posiciones doctrinales previamente adquiridas. Jesús acuso a los fariseos
de enseñar “mandamientos de hombres” como si fueran doctrinas de Dios (Mateo,
15:9, Marcos, 7:3, Marcos, 7:13).
Ahora
bien, a la hora de estudiar la Biblia, el manejo doctrinal es indispensable.
Somos protestantes y no católicos. Los protestantes adherimos a los principios
de La Reforma de Martin Lutero. Eso (quieras o no) ya te coloca en una vereda
doctrinal.
Estudiar
la Biblia sin un enfoque doctrinal es infructuoso, además de peligroso.
Como
escribe Pablo:
Efesios,
4:14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo
viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con
astucia las artimañas del error,
Pablo
manejaba una doctrina:
1
Timoteo, 6:3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras
de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 6:4
está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de
palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas
sospechas,
Pablo
se refiere a la sana doctrina (doctrina al fin).
Las
doctrinas, incluso, estaban admitidas por el propio Jesús:
Mateo,
15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando
dijo: 15:8 Este pueblo de labios me honra; Mas su
corazón está lejos de mí. 15:9 Pues en vano me honran, Enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres.
La
Biblia está llena de principios sobre cada tema, los cuales configuran una
doctrina: la doctrina de la salvación por gracia, la doctrina de la
justificación por la fe, la doctrina sobre el divorcio, la doctrina sobre la
resurrección de los muertos, la doctrina del rapto o arrebatamiento de la
iglesia, etc., etc., etc. Es imposible estudiar la Biblia sin conocer las
doctrinas que subyacen en ella. El manejo doctrinal, además, te ayuda a
detectar las herejías (las falsas doctrinas).
No
quiero mezclar temas sagrados con temas seculares o profanos, pero del mismo
modo que un discurso político no está desprovisto de ideología, ningún discurso
(llamémosle sermón o predica) basado en la Biblia esta desprovisto de doctrina.
Todos predican el Evangelio desde alguna “vereda doctrinal” (pensar lo
contrario es una actitud por lo menos ingenua).
La
Reforma de Martin Lutero separo a protestantes de católicos. Dentro del
protestantismo, a su vez, surgió el calvinismo (Juan Calvino) y el arminianismo
(Jacobo Arminio), lo cual separo a los protestantes entre bautistas (influidos
por el calvinismo) y pentecostales (influidos por el arminianismo). En mi caso,
yo soy calvinista y puedo demostrar bíblicamente porque lo soy.
Manejar
doctrina no es poner límites al conocimiento de Dios sino ponerle un cauce,
para que la adquisición de ese conocimiento no sea caótica.
Si
bien es cierto que la Biblia no necesita nada fuera de ella misma para ser
interpretada (2 Pedro, 1:19-21) y que el Espíritu Santo nos guía hacia toda
verdad (Juan, 16:13), esto no nos exime de estudiar la Biblia en forma
sistemática y con rigor y echando mano a la mejor herramienta conocida para
interpretar correctamente las Escrituras: la hermenéutica.
DIOS
TE BENDIGA!
Marcelo
D. D’Amico
Maestro
de la Palabra