martes, 5 de mayo de 2020

PREGUNTAS DE LECTORES - LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO



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Pregunta del lector:

La blasfemia contra el Espíritu Santo bíblicamente está relacionada con la situación relatada en Marcos, 3:29, pero rechazar sistemáticamente a Dios ¿no es tambien una forma de blasfemar contra el Espíritu Santo?.

Yo no estoy casado con una doctrina. Porque no quiero caer en el error de poner límites en el conocimiento sobre Dios, sin embargo creo en la biblia y lo que en ella está escrito. Mientras más apegados estemos a la biblia y no a una corriente, más cerca podremos estar de la verdad.  Al menos esa es mi filosofía.  

Respuesta:

Los seres humanos (sin excepción) solemos tener problemas para aceptar, en este caso, lo que la Biblia dice en forma simple y sin dobleces. Lo mismo nos ocurre a menudo cuando alguien nos dice algo (estamos viendo siempre si detrás de lo que nos dijeron hay alguna “segunda intención”). Nos ha pasado y nos pasa a todos.

La Biblia dice que TODA BLASFEMIA será perdonada a los hombres, excepto la BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO:

Mateo, 12:31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 12:32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

Y la BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO está íntimamente relacionada a una situación puntual:

Marcos, 3:29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. 3:30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo.

Cualquier otra BLASFEMIA no es un pecado imperdonable. Es más, la marca de la bestia de Apocalipsis (una forma de adorar al diablo) por comodidad la tratamos como una forma de blasfemia contra el Espíritu Santo pero, en realidad, no encuadra en la BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO bíblica. Adorar al diablo, durante el Apocalipsis, no será perdonado porque la iglesia habrá sido arrebatada y ya no estará en la tierra, es decir, se habrá acabado la era de la gracia. De hecho, ahora, mientras la iglesia está en la tierra, adorar al diablo no es un pecado imperdonable (sobran los testimonios de satanistas convertidos). Pero esto se debe a que la iglesia todavía está en la tierra (a que todavía hay gracia).

Ni siquiera blasfemar contra Cristo (la Segunda Persona de la Trinidad) es un pecado imperdonable (Mateo, 12:32).

En cuanto a lo que manifiestas de estar “casado con una doctrina” estoy de acuerdo.

No debemos acercarnos a la Biblia a buscar los pasajes (casi siempre sacados de contexto) que justifiquen nuestras creencias previas, normalmente heredadas de las iglesias en la que nos hemos congregado y nos congregamos y de pastores que nos han pastoreado y nos pastorean. Esto es un error. Quienes así proceden no accederán jamás a la revelación de la Palabra escrita, porque no se acercan a las Escrituras en busca de la verdad, en oración, sino (lo repito) simplemente a buscar aquellos pasajes (casi siempre sacados de contexto) que justifiquen sus posiciones doctrinales previamente adquiridas. Jesús acuso a los fariseos de enseñar “mandamientos de hombres” como si fueran doctrinas de Dios (Mateo, 15:9, Marcos, 7:3, Marcos, 7:13).

Ahora bien, a la hora de estudiar la Biblia, el manejo doctrinal es indispensable. Somos protestantes y no católicos. Los protestantes adherimos a los principios de La Reforma de Martin Lutero. Eso (quieras o no) ya te coloca en una vereda doctrinal.

Estudiar la Biblia sin un enfoque doctrinal es infructuoso, además de peligroso.

Como escribe Pablo:

Efesios, 4:14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 

Pablo manejaba una doctrina:

1 Timoteo, 6:3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 6:4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 

Pablo se refiere a la sana doctrina (doctrina al fin).

Las doctrinas, incluso, estaban admitidas por el propio Jesús:

Mateo, 15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 15:8   Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. 15:9  Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

La Biblia está llena de principios sobre cada tema, los cuales configuran una doctrina: la doctrina de la salvación por gracia, la doctrina de la justificación por la fe, la doctrina sobre el divorcio, la doctrina sobre la resurrección de los muertos, la doctrina del rapto o arrebatamiento de la iglesia, etc., etc., etc. Es imposible estudiar la Biblia sin conocer las doctrinas que subyacen en ella. El manejo doctrinal, además, te ayuda a detectar las herejías (las falsas doctrinas).

No quiero mezclar temas sagrados con temas seculares o profanos, pero del mismo modo que un discurso político no está desprovisto de ideología, ningún discurso (llamémosle sermón o predica) basado en la Biblia esta desprovisto de doctrina. Todos predican el Evangelio desde alguna “vereda doctrinal” (pensar lo contrario es una actitud por lo menos ingenua).

La Reforma de Martin Lutero separo a protestantes de católicos. Dentro del protestantismo, a su vez, surgió el calvinismo (Juan Calvino) y el arminianismo (Jacobo Arminio), lo cual separo a los protestantes entre bautistas (influidos por el calvinismo) y pentecostales (influidos por el arminianismo). En mi caso, yo soy calvinista y puedo demostrar bíblicamente porque lo soy.

Manejar doctrina no es poner límites al conocimiento de Dios sino ponerle un cauce, para que la adquisición de ese conocimiento no sea caótica.

Si bien es cierto que la Biblia no necesita nada fuera de ella misma para ser interpretada (2 Pedro, 1:19-21) y que el Espíritu Santo nos guía hacia toda verdad (Juan, 16:13), esto no nos exime de estudiar la Biblia en forma sistemática y con rigor y echando mano a la mejor herramienta conocida para interpretar correctamente las Escrituras: la hermenéutica.


DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra