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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
El origen de las doce tribus de Israel
Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
El origen de las doce tribus de Israel
El libro de Génesis, además de explicar el origen de todo,
trata sobre la vida de los cuatro grandes patriarcas de Israel: Abraham, Isaac,
Jacob y José y es el único libro de la Biblia que explica el origen de las doce
tribus de Israel. Después del diluvio, Dios llama a Abraham quien, a su vez,
tuvo un hijo: Isaac. El primer patriarca, entonces, fue Abraham y las
bendiciones que Dios prometió a Abraham fueron traspasadas de padre a hijo, de
generación en generación. Isaac (hijo de Abraham), por su parte, tuvo dos hijos:
Esaú y Jacob. Los nombres de las tribus provienen de los nombres de los hijos
que Jacob tuvo con sus dos mujeres: Raquel y Lea. Cada uno de los hijos de
Jacob, a su vez, se transformó en un patriarca que dio origen a una casa o clan
familiar. De la tribu de Judá (uno de los hijos de Jacob), por ejemplo,
salieron los reyes davídicos (David, Salomón, etc.). El Mesías (Jesucristo)
también vendría de esta tribu, ya que sería descendiente de David.
Los hijos que Jacob tuvo con Lea (una de sus dos esposas) fueron: RUBEN, SIMEON, LEVI, JUDA, ISACAR y ZABULON. Pero Raquel (la otra esposa de Jacob) era estéril. Entonces Raquel dio su sierva (Bilha) a Jacob, de donde nacieron DAN y NEFTALI.
Los hijos que Jacob tuvo con Lea (una de sus dos esposas) fueron: RUBEN, SIMEON, LEVI, JUDA, ISACAR y ZABULON. Pero Raquel (la otra esposa de Jacob) era estéril. Entonces Raquel dio su sierva (Bilha) a Jacob, de donde nacieron DAN y NEFTALI.
Era común en la Mesopotamia de esa época que la esposa,
cuando era estéril, cuando no podía tener hijos, diera su sierva o esclava a su
esposo para tal fin. Los hijos que el esposo tenía con la esclava de su señora
se consideraban como de su señora misma. De este tipo de relación nació Ismael,
el primer hijo de Abraham que tuvo con la esclava egipcia de su esposa Sara,
llamada Agar.
Lea, por su parte, también dio su sierva (Zilpa) a Jacob,
de donde nacieron GAD y ASER. Finalmente Raquel, que era estéril, pudo darle dos
hijos a Jacob: JOSE y BENJAMIN. JOSE, quien luego fuera vendido como esclavo
por sus hermanos, tuvo, a su vez, dos hijos: EFRAIN y MANASES.
Y de aquí salen los nombres de las doce tribus de Israel:
RUBEN, SIMEON, JUDA, ISACAR, ZABULON, DAN, NEFTALI, GAD, ASER, BENJAMIN, EFRAIN
y MANASES. No están LEVI (su herencia fue el sacerdocio) ni JOSE, que se abrió
en dos tribus: EFRAIN y MANASES (sus hijos).
El libro de Génesis termina con José en el poder como
número dos de Faraón y unos pocos israelitas entrando en Egipto, donde Dios los
preservaría y los multiplicaría.
La conquista de la
tierra prometida a los patriarcas
Luego de 430 de opresión en Egipto, vino el Éxodo y las
tablas de la ley, con los diez mandamientos, en el monte Sinaí, los libros de
Levítico, Números (donde se explica el por qué Israel, en lugar de entrar de
inmediato en la tierra prometida, tardo cuarenta años) y Deuteronomio (libro
donde Moisés, antes de morir y dejar el liderazgo a Josué, repasó la ley con
todo el pueblo).
Tras la muerte de Moisés, sobrevienen las guerras por la
conquista de la tierra prometida liderada por Josué y, muerto este, sigue la
época de los “Jueces” (expertos en la ley, que administraban justicia). Varios
fueron también líderes militares que Dios levanto para liberar a Israel de sus
opresores. Uno de ellos fue Sansón.
El comienzo de la monarquía
El profeta Samuel fue el último de los jueces y es el nexo
entre la época de los Jueces y el comienzo de la monarquía. En su época, el
pueblo de Israel le solicitó al profeta la designación de un rey “como tienen
todas las naciones” (1 Samuel, 8:4-5). Hasta ese momento, el gobierno de Israel
había sido una “teocracia” (del griego “teo = dios” + “kratos = poder, dominio
o gobierno”), es decir, el rey era Dios mismo y gobernaba fundamentalmente a
través de:
[a] Jueces: conocedores de la ley, magistrados que administraban
justicia; y
[b] Profetas: Samuel fue el último de los jueces y
el “primer profeta” en el sentido de que fue el primero en ejercer el “oficio
profético” tal como se lo conoció después, aunque no fue el primero en
profetizar ya que, antes de él, habían profetizado Abraham, Moisés y Débora
(que junto con Barac, fue uno de los trece jueces);
A solicitud del pueblo, entonces, el profeta Samuel (por
orden de Dios) unge como rey a Saúl (1 Samuel, 10:1), dando así comienzo a la
“monarquía de Israel”. Ante las continuas desobediencias de Saúl, este es
desechado por Dios y, en su reemplazo, Samuel unge (también por orden de Dios)
a David (1 Samuel ,16:13). David reino durante cuarenta años y fue sucedido en
el trono de Israel por su hijo Salomón, que fue el que construyo el primer
templo para Dios. No obstante Salomón, en sus últimos años, cayó en la
idolatría ya que comenzó a adorar a múltiples dioses paganos, que eran los
dioses de todas las esposas y concubinas que tenía.
La división de Israel
en los reinos del norte y del sur
A raíz de la idolatría de Salomón (1 Reyes, 11:1-26), Dios
dividiría a Israel en dos reinos (1 Reyes, 11:30-31), pero no lo haría en vida
de Salomón, por amor a David su padre (1 Reyes, 11:34), sino en días de Roboam,
hijo y sucesor de Salomón (1 Reyes, 11:35-36).
Así pues, en días de Roboam, Israel se divide en dos reinos:
Así pues, en días de Roboam, Israel se divide en dos reinos:
[1] el reino del sur, compuesto por las tribus de JUDÁ
y BENJAMÍN, llamado “JUDÁ”, con capital en Jerusalén (donde estaba el templo);
y
[2] el reino del norte, compuesto por el resto de
las (diez) tribus, llamado “ISRAEL o EFRAÍN”, con capital en Samaria;
El comienzo de la
idolatría en el reino del norte
El reino del norte fue entregado por Dios a Jeroboam,
enemigo de Salomón. Pero Jeroboam no confió en Dios sino que tuvo temor de
perder su poder. Jeroboam sabía que el templo estaba en Jerusalén y también
sabía que todas las familias de Israel (incluidas las del reino del norte)
tendrían que descender anualmente al templo que estaba en Jerusalén (el reino
del sur) para adorar a Dios. El temor de Jeroboam era que el pueblo del reino
del norte (del cual él era el rey), de tanto descender a Jerusalén para adorar
a Dios en el templo, terminara por proclamar rey a Roboam, hijo de Salomón y
rey del reino del sur. Para evitar esto, Jeroboam inventa todo un sistema
religioso falso y levantó dos becerros de oro, conforme al modelo de becerro de
oro hecho por Aarón (uno en Bet-el y otro en Dan, de acuerdo a 1 Reyes, 12:29),
para que el pueblo del reino del norte los adore como dioses y no se dirija
hasta Jerusalén. Todo esto lo podemos ver en 1 Reyes, 12:26-33 (esta sección
tiene como título “El pecado de Jeroboam”).
Este es el comienzo de la idolatría y apostasía que jamás
ceso en el reino del norte, donde, entre otros, ejerció su duro ministerio
profético Elías, sucedido luego por Eliseo.
Un remanente piadoso
del reino del norte emigra al reino del sur
El establecimiento, por parte de Jeroboam, de este sistema
religioso falso, produjo dos resultados:
[1] la mayoría de las
personas que permanecieron en el reino del norte aceptaron la adoración a Baal,
junto con su costumbre inmoral de la prostitución ritual; y
[2] la mayoría de los
del remanente piadoso, que deseaban permanecer fieles a Dios y a su ley,
sufrían mucho cuando "dejaban ... sus posesiones" y se trasladaban al
reino del sur, a fin de adorar al Señor conforme a su revelación original y a
sus mandamientos. Jeroboam, para ministrar en este nuevo sistema religioso
falso, había nombrado sacerdotes "que no eran de los hijos de Leví";
2 Crónicas, 11:14 Porque los levitas dejaban sus ejidos
y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén: pues Jeroboam y sus hijos
los excluyeron del ministerio de Jehová. 11:15 Y él designó sus propios
sacerdotes para los lugares altos, y para los demonios, y para los becerros que
él había hecho. 11:16 Tras aquellos acudieron también de todas las tribus de
Israel los que habían puesto su corazón en buscar a Jehová Dios de Israel;
y vinieron a Jerusalén para ofrecer sacrificios a Jehová, el Dios de sus
padres. 11:17 Así fortalecieron el reino de Judá, y confirmaron a Roboam
hijo de Salomón,
No solo los descendientes de la tribu de LEVI (los
levitas), excluidos del sacerdocio por Jeroboam, descendieron a Judá y Jerusalén
sino que “Tras aquellos [los levitas] acudieron también de todas las tribus de
Israel”, lo cual significa que un remanente de TODAS LAS TRIBUS DEL REINO DEL
NORTE se refugió en el reino del sur.
Dios castigo al reino del norte provocando su caída y
conquista por los asirios en 722 a.C. (1 Reyes, 17). Los asirios se llevaron
cautivos a muchos israelitas del reino del norte a Asiria, pero dejaron algunos
en Samaria (capital del reino del norte), trayendo también gente de otras
tierras para repoblar dicha ciudad. Los matrimonios entre los israelitas dejados
en Samaria y los extranjeros traídos para repoblarla, dio origen al pueblo de
los “samaritanos” y, con ellos, a un sincretismo religioso (una mezcla
religiosa) entre el judaísmo ortodoxo y el paganismo traído por los
extranjeros. Esto fue lo que ocurrió con los idolatras del reino del norte,
pero un remanente fiel, compuesto por todas las tribus del reino del norte,
había escapado, años antes, al reino del sur.
Lo anterior significa
que, entre el reino del norte, hubo un remanente que, rechazando el sistema
religioso falso inventado por Jeroboam, huyo y se autoexilio en el reino del
sur, con el único fin de seguir adorando al único Dios verdadero. Este
remanente no solo escapo de la idolatría del reino del norte sino de su destrucción
y conquista por los asirios en 722 a.C..
El reino del sur: un reservorio de todas las tribus de
Israel
Con esto, el reino del
sur, cuya capital era Jerusalén (donde, además, estaba el templo) y que estaba
compuesto por las tribus de Judá y Benjamín, quedo conformado por descendientes
de todas las tribus de Israel. En el año 586 a.C., por las mismas
razones por las que había caído el reino del norte en 722 a.C. (idolatría y
apostasía), cae también el reino del sur (1 Reyes, 25) conquistado por el
imperio babilónico comandado por el rey Nabucodonosor, quien destruyo la ciudad
de Jerusalén y el templo.
También hubo exiliados
ya que Nabucodonosor deporto israelitas a Babilonia:
[1] en 605 a.C. fue
deportado un grupo de jóvenes selectos, entre los que se encontraba el profeta
Daniel y sus 3 amigos;
[2] en 597 a.C. fue
deportado otro grupo, entre los que se encontraba el profeta Ezequiel; y
[3] en 586 a.C. fue
deportado el último grupo;
Aquí también el Señor
preservo un remanente que, setenta años después del primer grupo deportado en
605 a.C., regresaría a Jerusalén.
Conclusión
Por todo lo anterior el
concepto de “las diez tribus perdidas de Israel” es totalmente ficticio. No hay
ni hubo jamás “diez tribus perdidas”. Dios jamás ha permitido que se “pierda”
nada. Todas las piezas están en su lugar y cumplirán su papel en el tiempo
establecido por Dios.
Si hubiera “diez tribus
perdidas” no podrían cumplirse jamás los siguientes pasajes del libro de Apocalipsis:
Apocalipsis, 7:2 Vi
también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios
vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el
poder de hacer daño a la tierra y al mar, 7:3 diciendo: No hagáis daño a
la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus
frentes a los siervos de nuestro Dios. 7:4 Y oí el número de los sellados: ciento
cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. 7:5
De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil
sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. 7:6 De la tribu de Aser,
doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de
Manasés, doce mil sellados. 7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados.
De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil
sellados. 7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de
José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
En pleno Apocalipsis (o
sea: en el futuro) habrá personas vivas (de carne y hueso), pertenecientes a todas
las tribus de Israel, que van a ser selladas. Si diez de las doce tribus
estarían “perdidas” esta profecía quedaría sin cumplimiento y sabemos que eso
no es posible (la Palabra de Dios siempre se cumple).
Finalmente, podemos
encontrar una confirmación de todo lo anterior en el NT:
Lucas, 2:25 Y he aquí
había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso,
esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre
él. 2:26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la
muerte antes que viese al Ungido del Señor. 2:27 Y movido por el Espíritu,
vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para
hacer por él conforme al rito de la ley, 2:28 él le tomó en sus brazos, y
bendijo a Dios, diciendo: 2:29 Ahora, Señor, despides a
tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 2:30 Porque
han visto mis ojos tu salvación, 2:31 La cual has
preparado en presencia de todos los pueblos; 2:32 Luz
para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.
Los versículos
anteriores hablan de un hombre piadoso llamado Simeón que esperaba la “Consolación
de Israel”, es decir, al Mesías y de que el Espíritu Santo (el otro Consolador)
que “estaba sobre el” le había prometido de que no moriría sin antes conocer al
Mesías. Movido por el Espíritu Santo, este hombre Simeón fue al templo donde se
encontró con María y José que estaban presentando a Jesús en el templo
“conforme al rito de la ley” y allí reconoció a Jesús como el Mesías y exclamo
“ahora Señor despides a tu siervo en paz porque han visto mis ojos tu
salvación”.
Lucas, 2:33 Y José y su
madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. 2:34 Y los
bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y
para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será
contradicha 2:35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean
revelados los pensamientos de muchos corazones.
Simeón dijo dos cosas
respecto del Mesías:
[1] está puesto para
caída y para levantamiento de muchos, es decir, para los que no crean en El
seria para condenación pero, para los que si crean en El, seria para salvación;
y
[2] una espada
traspasará tu misma alma, queriéndole advertir a María que tendría que ver a su
hijo crucificado;
Pero lo más importante,
respecto al tema que estamos tratando, es el siguiente pasaje:
Lucas, 2:36 Estaba
también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de
edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su
virginidad, 2:37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba
del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
Había allí una mujer,
profetisa, llamada Ana DE LA TRIBU DE ASER (una de las diez tribus del reino
del norte). Esto quiere decir que, en la época del Mesías (el NT) había en Jerusalén
descendientes de las tribus del reino del norte, con lo cual queda confirmada
la hipótesis de que jamás estuvieron perdidas. Siempre fue conservado (por
Dios) un remanente de TODAS LAS TRIBUS DE ISRAEL.
Los que se perdieron,
cuando los asirios conquistaron Samaria en 722 a.C., fueron personas
pertenecientes a las diez tribus del reino del norte que eran idolatras.
Los que no eran
idolatras, unos años antes habían comenzado a emigrar hacia el reino del sur
para adorar al único Dios verdadero.
DIOS TE BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra