martes, 13 de julio de 2021

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

 


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Introducción 

La ley de Moisés contiene más de seiscientos preceptos (seiscientos trece, para ser exactos). Pero sin dudas, su parte más icónica es la de los diez mandamientos (el decálogo), que fueron escritos en las famosas tablas de piedra, por Dios mismo, dos veces: [1] cuando Dios dio los mandamientos a Moisés por primera vez (Éxodo, 31:18) y [2] cuando Moisés quebró las tablas primeras a causa del episodio del becerro de oro (Éxodo, 32, Éxodo, 34:1).

Los diez mandamientos son: 

[ 1 ] No tendrás dioses ajenos delante de mi (Éxodo, 20:3);

[ 2 ] No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos  (Éxodo, 20:4-6);

[ 3 ] No tomarás el nombre de Dios en vano (Éxodo, 20:7);

[ 4 ] Guardaras el día de reposo (Éxodo, 20:8-11);

[ 5 ] Honra a tu padre y a tu madre (Éxodo, 20:12);

[ 6 ] No mataras (Éxodo, 20:13);

[ 7 ] No cometerás adulterio (Éxodo, 20:14);

[ 8 ] No robaras (Éxodo, 20:15);

[ 9 ] No hablaras contra tu prójimo falso testimonio (Éxodo, 20:16);

[10] No codiciaras (Éxodo, 20:17); 

Los primeros tres mandamientos tratan de nuestra relación con Dios. El cuarto (el único de los 10 mandamientos que ya no está vigente) y quinto mandamiento tienen que ver con la adoración (a Dios) un día a la semana y la honra (a nuestros padres), respectivamente. Los últimos cinco mandamientos condenan pecados básicos: matar, cometer adulterio, robar, mentir y codiciar. El único mandamiento con promesa es el quinto: honrar a nuestros padres para que nuestra vida se alargue en la tierra (Efesios, 6:2). 

Antes de comenzar, es necesario hacer la siguiente aclaración. Muchos confunden el Antiguo Pacto con el AT y el Nuevo Pacto con el NT. De tal suerte, sostienen que, como el Nuevo Pacto reemplazo al Antiguo Pacto (es cierto), el AT ya no está vigente por haber sido (también) reemplazado por el NT. 

Mientras que las expresiones Antiguo Pacto y Nuevo Pacto hacen referencia a la forma de obtener la salvación antes y después de Cristo: 

[+] En el Antiguo Pacto (la ley), la salvación operaba por la fe en Dios y sus promesas y por la obediencia a la ley de Moisés y, al ser esta incumplible (Gálatas 5:3, Santiago, 2:10), derramando sangre (Hebreos, 9:22) de animales en el templo, una y otra vez (Hebreos, 9:25, 10:1, 4), cada vez que la ley era transgredida. 

[+] En el Nuevo Pacto, la salvación opera por gracia, por medio de la fe (Efesios, 2:8-9) en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), es decir, en lo que Cristo hizo en la cruz. Ya no es la sangre de animales, derramada una y otra vez (Hebreos, 9:25, 10:1, 4, 11), sino la sangre de Cristo, derramada una sola vez (Hebreos, 10:12, 14), la que quita definitivamente el pecado (Hebreos, 9:26). 

Al respecto, puedes ver un estudio en mi blog, denominado “Oísteis que fue dicho a los antiguos” (pincha Aqui).



Las expresiones AT y NT hacen referencia a la Palabra de Dios soltada antes y después de Cristo. 

Como podemos ver, no tiene nada que ver una cosa con la otra. La Palabra de Dios es imperecedera y jamás quedara obsoleta (sin uso), motivo por el cual el AT (que es Palabra de Dios) tampoco quedara obsoleto como si quedo obsoleto el Antiguo Pacto (que ya no salva). 

Al respecto, Jesús dijo: 

Lucas, 16:17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. 

Y luego agregó: 

Mateo, 5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 

Pero el cielo y la tierra todavía “no han pasado”. Esto está todavía en el futuro y es mencionado en el libro de Apocalipsis: 

Apocalipsis, 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 

Y esto que ve Juan (un cielo nuevo y una tierra nueva) ocurre al finalizar el reinado milenial de Cristo (la séptima y última dispensación), es decir, mil años después del retorno de Cristo a la tierra. Fíjense ustedes cuanto tiempo todavía seguirá vigente la Ley de Moisés. 

Lo único que ya no está vigente de la LEY DE MOISES para la iglesia son: 

[1] disposiciones de orden civil; 

[a] la “ley de levirato” (Deuteronomio, 25:5-10); y

[b] las leyes sobre esclavitud (Éxodo, 21:1-11, Deuteronomio, 15:12-18, Levítico, 25:39-40); 

[2] disposiciones de orden alimentario (Levítico, 11:7), lo cual fue abolido por el Señor en el NT (Mateo, 15:11, Hechos, 10:9-16); 

Por último, una perlita para los que sostienen que hoy no es necesario diezmar, por tratarse el diezmo de una institución que viene de AT (que, según ellos, habría quedado obsoleto):

Hebreos, 7:8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. 

El autor de Hebreos escribe “aquí (en la tierra) reciben (verbo en tiempo presente, que denota una acción continua) los diezmos hombres mortales”. Hebreos fue escrito bajo la dispensación de la gracia, motivo por el cual, de la cruz para acá quien, teniendo ingresos regulares, no diezma está robando a Dios (Malaquías, 3:8-9). Fin de la discusión. 

[ 1 ] No tendrás dioses ajenos delante de mi (Éxodo, 20:3); 

Este mandamiento prohibía el politeísmo que caracterizaba todas las religiones del antiguo Cercano Oriente. El judaísmo ortodoxo y el cristianismo, suponen una fe monoteísta (Deuteronomio, 6:4). Israel no debía adorar ni invocar ninguno de los dioses de las demás naciones. 

Cuando se aplica a los creyentes del NT, este mandamiento quiere decir, al menos, tres cosas: 

[1] La adoración de los creyentes debe dirigirse solo a Dios. No puede haber adoración alguna, ni oración, ni búsqueda de dirección y ayuda de “dioses ajenos”, espíritus, ni personas que hayan muerto (Levítico, 17:7, Deuteronomio, 6:4, 32:17, Salmos, 106:37, 1 Corintios, 10:19-20). Este primer mandamiento se dirige, sobre todo, contra la adoración de espíritus (demonios) mediante el espiritismo, la adivinación y otras formas de idolatría (Deuteronomio, 18:9-22); 

[2] Los creyentes deben consagrarse totalmente a Dios. Solo Dios, con su voluntad revelada y su Palabra inspirada, puede guiar la vida de ellos (Mateo, 4:4); y 

[3] Los creyentes deben tener como propósito en la vida el buscar y amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, confiando en que El provea lo que es bueno para su vida (Deuteronomio, 6:5, Salmos, 119:2, Mateo, 6:33, Filipenses, 3:8, Mateo, 22:37, Colosenses, 3:5). 

[ 2 ] No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.  (Éxodo, 20:4-6); 

Este pasaje hace referencia a dos cuestiones: 

[1] la idolatría; y

[2] la iniquidad ancestral y los pecados de cada generación; 

[1] la idolatría; 

La prohibición de la adoración de otros dioses (Éxodo, 20:3), exigía que no se hiciera ninguna imagen de ellos (Deuteronomio, 4:19, 23-28), ni podía nadie hacer una imagen del Señor Dios mismo. 

Él es demasiado grandioso para que se le represente con cualquier cosa hecha por manos humanas. Cuando se aplica a los creyentes en Cristo, el segundo mandamiento prohíbe el hacer imágenes de Dios o de animales para el propósito de la adoración, la oración o de cualquier clase de ayuda espiritual (Deuteronomio, 4:15-16). El principio de este mandamiento se aplica igualmente a las tres personas de la Trinidad. 

[a] Es imposible que ninguna imagen o cuadro de Dios represente verdaderamente la gloria y el carácter personal de Dios (Isaías, 40:18); 

[b] Dios es tan trascendental, tan santo e inescrutable, que cualquier imagen de Él lo afrenta y disminuye su verdadera naturaleza y lo que Él ha revelado sobre sí mismo (Éxodo, 32:1-6); y 

[c] No deben basarse el punto de vista y los conceptos del creyente acerca de Dios en imágenes o cuadros de Él, sino en la Palabra de Dios y en su revelación en la persona y la obra de Jesucristo (Juan, 17:3); 

[2] la iniquidad ancestral y los pecados de cada generación; 

Al respecto, puedes ver un estudio en mi blog, denominado “Nuestro pecado y la iniquidad de nuestros ancestros” (pincha Aqui).

Por un lado, Dios dice que visitara “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Éxodo, 20:4-5, Deuteronomio, 5:8-9) y, por el otro, dice que “cada uno morirá por su propio pecado” (Deuteronomio, 24:16).  ¿En qué quedamos?.

Lo que Dios visita “de los padres sobre los hijos” hasta la tercera y cuarta generación es la “maldad” y no el “pecado”. De hecho, ni Éxodo, 20:4-5 ni Deuteronomio, 5:8-9 (que replica Éxodo, 20:4-5) mencionan la palabra “pecado” sino “maldad”. 

Se trata de la “iniquidad” o “maldad ancestral”. Cada cual es responsable por sus propios “pecados” pero la “iniquidad” es algo que afecta a clanes familiares enteros, de generación en generación. Si no aparece alguien en el clan familiar que logre romper esa “atadura de maldad”, la “iniquidad” seguirá afectando a ese clan familiar por generaciones. 

El pecado es tan solo el fruto de la “iniquidad”, es la parte superficial y visible de algo que está profundamente arraigado en el ser humano. El pecado es tan solo las ramas, lo exterior de un gran árbol que viene creciendo y robusteciéndose de generación en generación. La “iniquidad” es la verdadera raíz de donde surge todo el mal en nosotros y es ahí donde debemos echar el hacha. 

La gran mayoría de los creyentes confiesan sus pecados a Dios, pero jamás le han pedido que borre sus iniquidades. Por esta causa siguen padeciendo la consecuencia de terribles maldiciones financieras, o de enfermedades familiares incurables, destrucción familiar, divorcios, accidentes y tragedias que no deberían ocurrir estando bajo la protección de un Dios que es Todopoderoso. No es lo mismo el fruto [el pecado] que la raíz [la iniquidad]. 

Un ejemplo concreto en la Biblia es el del rey David. Veamos la genealogía que Mateo usa para demostrar que Jesús desciende de David: 

Mateo, 1:5 Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 1:6 Isaí engendró al rey David. 

Rahab fue la prostituta de Jericó cuya vida perdono Josué por haber ocultado a los espías que habían ido a inspeccionar la ciudad (Josué, 2). Rahab fue perdonada porque creyó en el Dios de Israel. Pero había sido prostituta (cometido adulterio). Rahab engendro a “Booz” (1ª generación), Booz engendro a “Obed” (2ª generación), Obed engendro a “Isaí” (3ª generación) e Isaí engendro a “David” (4ª generación). La historia es conocida: David no pudo cortar la iniquidad y, siendo la 4ª generación desde Rahab, cometió “adulterio” con Betsabé y homicidio con su esposo Urías (2 Samuel, 11 y 12). 

La vida que llevo Rahab, antes de su conversión, atrajo hacia ella y hacia sus descendientes, un “espíritu inmundo de adulterio” que, como vimos, tarde o temprano afecto a uno de sus descendientes (el rey David). 

Si David no hubiese adulterado, la “iniquidad” se cortaba con él y hubiese desaparecido de su clan (recordemos que Dios visita la maldad hasta la “cuarta generación”). Pero cuando David cometió adulterio, la  cuenta volvió a comenzar. De ahí en más, la tragedia visito la familia de David una y otra vez. 

[ 3 ] No tomarás el nombre de Dios en vano (Éxodo, 20:7); 

Tomar el nombre de Dios “en vano” incluía el hacer una falsa promesa con Él (Levítico, 19:12, Mateo, 5:33-37), pronunciarlo de modo insincero o irreflexivo o maldecir y blasfemar (Levítico, 24:10-16). El nombre de Dios debe ser reverenciado, exaltado y respetado como profundamente sagrado y debe emplearse solo de una manera santa (Mateo, 6:9). 

El rey Salomón escribió: 

Eclesiastés, 5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?  

[ 4 ] Guardaras el día de reposo (Éxodo, 20:8-11); 

Al respecto, puedes ver en mi blog un estudio denominado “Esa tendencia a judaizar” (pincha Aqui). 

Este es el único de los 10 mandamientos que ya no está vigente para la iglesia del NT. 

El sabat y el día del Señor: 

La Biblia no da evidencia de que alguna vez Dios les dijera a los gentiles que debían observar el sabat. Mientras Cristo estuvo en la tierra, desde ya guardo el sabat puesto que vivió bajo la dispensación de la ley, aunque no siguió las reglas humanas de los fariseos (Marcos, 2:23-28). 

Al inicio de la iglesia, el primer día de la semana (el domingo, el día del Señor) fue un día especial de comunión y adoración: 

Hechos, 20:7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. 

1 Corintios, 16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. 

Apocalipsis, 1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, 

El domingo conmemora la resurrección de Cristo: 

Mateo, 28:1 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. 

Juan, 20:1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 

Estos dos días especiales, el sabat (el sábado) y el día del Señor (el domingo), conmemoran cosas diferentes y no deben confundirse. Mientras el sabat se relaciona a la antigua creación y se dio expresamente a Israel, el día del Señor (el domingo) se relaciona a la nueva creación y pertenece a la iglesia. 

Mientras el sabat (que viene de la ley de Moisés) habla de 6 días de labor a los cuales sigue un día de descanso (representa salvación por obras), el día del Señor o el domingo (que proviene de la gracia) habla de empezar la semana con descanso al cual le siguen las obras (representa salvación por gracia). 

El sabat pertenece a la "sombra" de la ley y no a la plena "luz" de la gracia. Si algunos cristianos quieren adorar en el sabat pueden hacerlo, pero no deben juzgar ni condenar a los creyentes que no se les unan: 

Colosenses, 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 

La observancia legalista del sabat es un regreso a la esclavitud: 

Gálatas, 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 

Por otra parte, guardar el sabat puede revelar a un cristiano inmaduro que tiene una conciencia débil (Romanos, 14:4-13). 

Las fiestas solemnes de Israel son siete: 

[1] la pascua (Levítico, 23:5);

[2] la fiesta de los panes sin levadura (Levítico, 23:6);

[3] la fiesta de las primicias (Levítico 23:10);

[4] la fiesta de las semanas (Levítico, 23:15);

[5] la fiesta de las trompetas (Levítico, 23:24);

[6] el día de la expiación (Levítico, 16:1-34, Levítico, 23:27); y

[7] la fiesta de los tabernáculos (Levítico, 23:34). 

Más allá de que nosotros pensamos que estas fiestas solo fueron dadas a Israel (Salmos, 147:19-20), cualquier cristiano puede celebrarlas, pero no por ello va a ser “más cristiano o más espiritual” que otros cristianos que no las celebran: 

Colosenses, 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. 

Decimos esto, en esta época donde existe una tendencia judaizante, al creer que por tocar un shofar o hablar en hebreo somos “más espirituales” que los demás. No olvidemos nunca que la iglesia es una “nueva raza humana” (un solo y nuevo hombre), que surge de entre judíos y gentiles pero que no comparte el destino con ninguno de los dos (Efesios, 2:15-16). 

[ 5 ] Honra a tu padre y a tu madre (Éxodo, 20:12); 

Al respecto, puedes ver en mi blog un estudio denominado “Leyes y principios espirituales” (pincha Aqui). 

Pablo escribió: 

Efesios, 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 6:2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 6:3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 

La Biblia no dice “no mataras y te ira bien”. Es no mataras y punto, sino serás un asesino. No hay promesa en ningún mandamiento, sino solo en uno: honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida. 

La Biblia no dice honra a tu padre y a tu madre “solo si se lo merecen”. Este mandamiento no tiene que ver con ellos sino que tiene que ver contigo, para que te vaya bien. ¿Qué es honrar?. Es respetarlos y saber que hicieron los mejor que pudieron. El Señor te dice: no te estoy pidiendo una opinión, es una orden (un mandamiento). Porque tu perteneces a un proyecto más grande que tú mismo. No me importa, te dice el Señor, si tus padres fueron buenos o malos. Si quieres que te vaya bien, tienes que honrarlos (es un principio espiritual). Si no honras a tus padres, no podre bendecirte, dice el Señor. Y, si tus padres están muertos, honrarlos es no guardarles rencor. 

Este mandamiento incluye todas las acciones necesarias de atención, apoyo material, respeto y obediencia a los padres (Efesios, 6:1-3, Colosenses, 3:20). Prohíbe palabras poco amables y acciones injuriosas. 

[1] Dios exigió la pena de muerte para cualquier persona que golpeara o maldijera a su padre o a su madre (Éxodo, 21:15, 17), lo cual demuestra la importancia que Dios le da al respeto por los padres (Efesios, 6:1); y 

[2] relacionado con este mandamiento, está el deber reciproco de los padres de amar a sus hijos y enseñarles el temor de Jehová y los caminos de Dios (Deuteronomio, 4:9, 6:6-7, Efesios, 6:4); 

[ 6 ] No mataras (Éxodo, 20:13); 

Al respecto, puedes ver en mi blog un estudio denominado “La pena de muerte y la Biblia” (pincha Aqui). 

En el AT el homicidio debía castigarse con la muerte: 

Números, 35:30 Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera. 35:31 Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá. 35:33 Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.  

Lo anterior significa que la tierra es limpiada de la sangre derramada solo por la sangre del que la derramo. En el AT, dejar de darle muerte a un homicida, contaminaba y corrompía la tierra. La "contaminación" significa que, dejar de vengar la muerte de la persona inocente, haría que Dios retirara su presencia, bendición y ayuda de la tierra. La santidad y la justicia de Dios exigían que no se dejara impune a ningún homicida. 

Génesis, 9:6 El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. 

Esto, en cuanto al homicidio premeditado. Pero el mismo podía ser también accidental. Por eso la Biblia distingue dos tipos de homicidio: 

[1] el homicidio accidental o no intencional (Éxodo, 21:12-13); y 

[2] el homicidio con alevosía o intencional (Éxodo, 21:14); 

Los homicidas intencionales, está claro, debían morir pero ¿qué ocurría en el AT con los “homicidas accidentales”?. 

Éxodo, 21:12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 21:13 Más el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. 

Cuando Josué conquisto, por medio de la guerra, la tierra prometida, la única tribu que no recibió herencia de tierra (a la cual no se le asigno porción de tierra alguna) fue la tribu de LEVI, es decir, los levitas, porque su herencia no sería de tierra sino el sacerdocio. No obstante se les dieron a los levitas, dentro de la tierra conquistada, algunas ciudades entre las cuales estaban las llamadas “ciudades de refugio”. 

Estas ciudades servían precisamente de refugio para los que hubieran matado a alguien en forma totalmente accidental, para protegerlos del “pariente vengador” del muerto.

Algún pariente del muerto podría intentar una venganza. El vengador no podía “tocar” al homicida accidental mientras estuviera en algunas de las ciudades de refugio. El homicida estaba a salvo, pero tenía que permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sacerdote de dicha ciudad (Deuteronomio, 19:3-6). 

Dentro del homicidio accidental, se encontraba el homicidio “en defensa propia”. El siguiente versículo exime de culpabilidad a quien mate en defensa de su propiedad: 

Éxodo, 22:2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte. 

En el NT la situación no es muy distinta, ya que el NT también reafirma la autoridad de los gobiernos para usar la espada para la pena capital: 

Hechos, 25:11 Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo [Pablo de Tarso se defiende de quienes lo acusan]. 

Romanos, 13:3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 13:4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo [Pablo de Tarso habla de los jueces]. 

Mateo, 26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán [Jesucristo, cuando estaba siendo arrestado y Pedro – el Apóstol – saco su espada y cortó la oreja de uno de los soldados]. 

Para los que dicen que la pena de muerte era bíblica solo en tiempos del AT, deberían releer Romanos, 13:4 donde Pablo, hablando de los jueces, dice que estos son servidores de Dios y “llevan la espada” para castigar a los malos, en una clara alusión a la pena de muerte, ya que la “espada” es un arma para matar. 

Por su parte, Jesucristo (Mateo, 26:52) dijo que “todos los que tomen espada, a espada perecerán”. O sea que los dichos de Jesucristo (y mucho más los de Pablo, que es posterior) pertenecen al NT, donde también, como vemos, aparece mencionada la pena capital. 

[ 7 ] No cometerás adulterio (Éxodo, 20:14); 

Al respecto, puedes ver en mi blog un estudio denominado “El divorcio en la Biblia” (pincha Aqui). 

Como no es el objeto reproducir todo este estudio aquí, solo diremos lo siguiente: 

Además de lo prescripto en Génesis, 2:24 (la institución y bendición del matrimonio), Dios dio dos mandamientos más: 

[+] Éxodo, 20:14 No cometerás adulterio; 

[+] Levítico, 20:10 Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos; 

Pero en la misma “ley de Moisés” aparece reglamentada una excepción a Génesis, 2:24 (“serán una sola carne”): la CARTA DE DIVORCIO. O sea que el divorcio (la posibilidad de “romper” el matrimonio) ya estaba contemplada en el AT, puntualmente en Deuteronomio, 24:1-4. 

La “carta de divorcio” solo podía ser emitida: 

[a] por el hombre, hacia la mujer; y

[b] “por haber hallado en ella alguna cosa indecente”, siempre y cuando no se tratara de adulterio, pecado para el cual, como vimos, solo cabía la muerte (Levítico, 20:10) y no una  carta de divorcio; 

¿Qué debemos entender por “alguna cosa indecente” - que no fuera adulterio - que motivara a los hombres del AT a emitir la carta de divorcio?. Básicamente la situación en la que un esposo descubría en la mujer, después de que se había celebrado la ceremonia nupcial, falta de castidad pre marital. 

La carta de divorcio era un documento legal dado a la mujer a fin de quebrantar el pacto matrimonial, protegerla y liberarla de toda obligación con su anterior esposo. Después de recibir el certificado de divorcio, la mujer podía volver a casarse. Sin embargo, nunca debía volver a su anterior esposo si se terminaba su segundo matrimonio. 

Pero ¿por qué Dios tuvo que permitir en la ley que entrego a Moisés la posibilidad de que la mujer fuera repudiada por su marido mediante la carta de divorcio?. 

Jesucristo mismo lo explica en el NT: 

Mateo, 19:7 Le dijeron [los fariseos]: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? 19:8 Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; más al principio no fue así. 

Jesucristo les contesta a los fariseos que, a los hombres del AT, se les había permitido repudiar a sus mujeres “por la dureza de vuestro corazón”, dando a entender que jamás había estado en la mente de Dios permitir que el matrimonio se rompiera, a menos que fuera por adulterio, en cuyo caso el matrimonio quedaba disuelto por la muerte (ejecución) del cónyuge adúltero. 

No obstante, los hombres del AT habían abusado del repudio mediante la carta de divorcio, rompiendo sus vínculos con sus mujeres israelitas para casarse con mujeres extranjeras (prohibido en la ley de Moisés), probablemente más jóvenes y bonitas que las mujeres israelitas. Dios abomina (aun hoy) romper el matrimonio por este tipo de causas egoístas. Este es el escenario que describe Malaquías, que es el mismo escenario postexílico (después del exilio de 70 años en Babilonia) descripto en los libros de Esdras y Nehemías (Malaquías, 2:11-16). 

Las únicas tres causales que Dios acepta para considerar disuelto el matrimonio, con posibilidad de contraer nuevas nupcias, son: 

[1] Adulterio (Mateo, 19:9);

[2] Matrimonio mixto (1 Corintios, 7:12-16); y

[3] Muerte de alguno de los cónyuges (Romanos, 7:2, 1 Corintios, 7:39); 

Fuera de estas causales, aunque los cónyuges se separen de hecho, para Dios el matrimonio sigue vigente y cualquier relación que los cónyuges separados inicien con otras personas, luego de su separación, implicara entrar en una relación de adulterio. 

Nos centraremos en el adulterio como causal de disolución del matrimonio. 

Al respecto, Jesucristo establece: 

Mateo, 19:9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 

Marcos, 10:10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, 10:11 y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; 10:12 y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. 

De los pasajes de Mateo y Marcos que acabamos de leer, se desprende que si el repudio, ya sea del hombre hacia la mujer o de la mujer hacia el hombre, es por causa de fornicación (la excepción que plantea Jesucristo) entonces es posible (solo para el cónyuge engañado) separarse y casarse con otra persona y no caer en adulterio. 

Las personas que se divorcian por causas distintas a la fornicación (por ejemplo, por problemas de convivencia, porque “se acabó el amor”, etc.), si se vuelven a casar o, aún sin casarse, mantienen relaciones con otras personas, cometen pecado de adulterio (porque para Dios sus matrimonios anteriores siguen vigentes), haciendo participe del pecado de adulterio a la persona con la que se están relacionando ahora, sin importar la condición de esta última, es decir, si esta nueva persona es soltera o casada. 

Debe quedar claro algo muy importante: 

La persona que es víctima del adulterio no está obligada a disolver su matrimonio, ya que puede perdonar a su cónyuge adultero y proseguir con la relación. Demás está decir que es fundamental que el cónyuge adultero se arrepienta de corazón. No obstante, si lo desea puede exigir el divorcio, quedando libre para volver a casarse, si lo desea. 

No obstante, aunque el adultero se arrepienta y su pecado de adulterio sea perdonado por Dios, la Biblia establece que esa afrenta jamás será borrada: 

Al respecto, el rey Salomón escribe: 

Proverbios, 6:32 Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace. 6:33 Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada. 

[ 8 ] No robaras (Éxodo, 20:15); 

Este mandamiento prohíbe robar dinero o cualquier otra cosa que pertenezca a otro. Pero “robar” no solo es sustraer por la fuerza (a punta de pistola o cuchillo) bienes a otras personas. También se incluye la poca ética comercial: 

Levítico, 19:36 Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto.  

Este mandamiento exige honradez en todas las relaciones humanas. 

[ 9 ] No hablaras contra tu prójimo falso testimonio (Éxodo, 20:16); 

Este mandamiento protege el nombre y la reputación de otras personas. Nadie debe dar falso testimonio sobre el carácter o las acciones de otros. Se debe hablar de otras personas de una manera imparcial y justa (Levítico, 19:16, Juan, 8:44, 2 Corintios, 12:20). Este mandamiento también se aplica a la mentira en general (Levítico, 6:2-3, Proverbios, 14:5, Colosenses, 3:9). 

Para acusar falsamente a nuestro Señor Jesucristo, los fariseos quebrantaron este mandamiento: 

Mateo, 26:59 Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 26:60 y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, 26:61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. 26:62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 26:63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 26:64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 26:65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 26:66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! 

¿Por qué se necesitaban dos testigos?. Porque así lo exigía la ley de Moisés: 

Deuteronomio, 17:6 Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo.  

Deuteronomio, 35:30 Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el homicida; más un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera. 

Mateo, 18:16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 

2 Corintios, 13:1 Esta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto. 

Recordemos que nuestro Señor Jesucristo vivió bajo la dispensación de la ley. 

[10] No codiciarás (Éxodo, 20:17); 

La codicia incluye el deseo o anhelo de todo lo que es censurable o que pertenece a otra persona. Pablo afirma que este mandamiento revela lo grave del carácter pecaminoso de los seres humanos (Romanos, 7:7-13). Esta ley, así como las otras, pone al descubierto la depravación de hombres y mujeres y los llaman a que busquen la gracia y la fuerza moral de Dios (Lucas, 12:15-21, Romanos, 7:24-25, Efesios, 5:3). Solo mediante el poder regenerador del Espíritu Santo se puede llevar una vida que agrade a Dios (Romanos, 8:2). 

 

DIOS TE BENDIGA! 

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra - Ministerio REY DE GLORIA

domingo, 11 de julio de 2021

CONSEJOS PARA ESTUDIAR LA BIBLIA


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Introducción 

Sin ánimo de agotar una lista, me he permitido formular algunas recomendaciones para un adecuado estudio de las Escrituras. Las mismas han surgido de mi propia experiencia en el estudio de la Biblia y en el ejercicio de mi ministerio (maestro de la Palabra). Espero que sean de provecho para todos aquellos que deseen estudiar el Evangelio con una mayor profundidad que el común denominador.

Algunas recomendaciones útiles 

[+] No hay sabiduría ni revelación sin el esfuerzo que conlleva el estudio personal de la Biblia; 

El siguiente pasaje (junto a otros) es uno de los más malinterpretados de las Escrituras: 

Santiago, 1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 

Pareciera ser que Santiago nos estaría diciendo: si usted quiere conocer y entender la Biblia, solo pídale a Dios y el conocimiento descenderá sobre usted de manera totalmente sobrenatural. ¿Dios puede hacer esto?. Sí, claro. El único problema con esto es que Dios casi nunca trabaja de esta manera. 

No hay ninguna posibilidad de conocer y comprender adecuadamente (integralmente) las Escrituras sin el esfuerzo que requiere su lectura y estudio. 

[+] La Biblia es la única y suficiente fuente de revelación (sola scriptura); 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “¿Por qué somos protestantes?” (pincha Aqui).

Para nosotros (los cristianos protestantes) no hay ninguna otra fuente de revelación aparte de las Escrituras. Los libros, los sermones y los estudios sobre la Biblia, escritos por los hombres, son importantes pero jamás deben reemplazar a la Escritura como (única y suficiente) fuente de revelación. 

El principio de “sola scriptura” es uno de los cinco principios (“cinco solas”) de la Reforma Protestante. Este principio de “sola scriptura” (del latín: “solo la Escritura”) nos enseña que solo la Palabra de Dios (la Biblia) es la única fuente de revelación para el cristiano. Sin perjuicio de la importancia de la utilización de herramientas muy útiles como, por ejemplo, la hermenéutica bíblica, lo cierto es que la Biblia no necesita nada fuera de ella misma para ser interpretada (2 Pedro, 1:20-21) y, además, es el Espíritu Santo el que nos guía hacia toda verdad (Juan, 16:13). 

Lo anterior se opone directamente a las enseñanzas tradicionales de la iglesia católica, según la cual la Biblia sólo puede ser interpretada fielmente por medio de “la tradición y el magisterio”. 

A diferencia de los protestantes, que no afirmamos nada que no surja directamente de la Biblia, los católicos, al tomar como fuente de revelación “la tradición y el magisterio”, suelen realizar una serie de afirmaciones respecto de las cuales a veces resulta difícil sino imposible encontrar un sustento bíblico adecuado. 

¿Qué es la "tradición y el magisterio" en la iglesia católica?. 

Empecemos por la "tradición": 

Según los católicos, la "tradición apostólica" o "sagrada tradición", es la parte de la Palabra revelada por Dios que no fue registrada en la Biblia, pero que sigue viva en la iglesia. Según este enfoque, los apóstoles transmitieron a los obispos (sus sucesores) todo lo que recibieron de Cristo y aprendido del Espíritu Santo y los obispos, a su vez, lo transmitieron a todas las generaciones de cristianos, hasta el fin de los tiempos. 

La tradición escrita está en la Biblia y se denomina Sagrada Escritura, mientras que la que permanece oral no tiene un nombre específico, sino que recibe el nombre genérico de "tradición". 

Así las cosas, para los católicos la "revelación" tiene dos partes: Escritura y tradición. 

Por ende, todo lo que los católicos afirmen y que no tenga sustento en las Escrituras, provendría de revelaciones divinas no registradas en las Escrituras, pero igualmente validas (al mismo nivel de la Biblia). 

Este concepto de "tradición oral" cobro especial relevancia durante la Contrarreforma (la respuesta de la iglesia católica a la Reforma Protestante) y fue la respuesta católica al principio protestante de "sola scriptura". 

Los protestantes, desde ya, desconocemos esta "tradición oral" (Palabra de Dios revelada no escrita en la Biblia) y que los católicos equiparan a la Palabra de Dios escrita (la Biblia), sobre todo cuando las revelaciones provenientes de esa "tradición oral" contradicen  seriamente (como ya veremos) las Escrituras. 

Jesucristo disputo con los fariseos de su época (de la misma forma que hoy disputaría con los católicos) por colocar sus tradiciones y sus interpretaciones de la ley por encima de la Palabra de Dios: 

Mateo, 15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 15:8   Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. 15:9  Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. 

Marcos, 7:3 Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.  

Marcos, 7:13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.  

Sigamos por el "magisterio": 

Según los católicos, el "magisterio de la iglesia" es la función y autoridad de enseñar que tienen el Papa (magisterio pontificio) y los obispos que están en comunión con el (de donde se desprende que, los que no estamos "en comunión" con el Papa - acaso los protestantes - no tenemos autoridad para enseñar la Palabra de Dios). 

Desde ya los protestantes rechazamos también este concepto de "magisterio" según el cual la iglesia romana es la única que tiene autoridad para enseñar la Palabra de Dios. 

[+] La Biblia es la “verdad absoluta” y, como tal, su aceptación por nosotros debe ser total; 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “La armadura de Dios” (pincha Aqui).

En Efesios, el apóstol Pablo detalla los componentes de la “armadura de Dios”: 

Efesios, 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 6:14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 6:15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 6:16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 

¿Por qué, de todas las cosas de que consta una armadura, Pablo comienza por el cinturón?. Podría haber empezado por la espada del Espíritu, el escudo de la fe, la coraza de justicia, por cualquier cosa. Pero no lo hizo. ¿Por qué?. 

El cinturón tenía un rol primordial en la función de la armadura del soldado. Era el que sostenía la vaina y sin ella no se podía colocar la espada. Es imposible imaginar a un soldado listo y preparado para la guerra, pero sin su cinturón y, por lo tanto, sin su arma. La palabra “ceñir” significa “asegurar”. El cinturón “asegura” todas las otras piezas de nuestra armadura. Pablo dice “ceñidos vuestros lomos con la verdad”. La verdad, entonces, debiera adherirse a nosotros como el cinturón se adhiere al cuerpo. 

¿Qué es la verdad? 

Juan, 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 

Jesús, orando al Padre, da una clara y correcta definición de verdad: la Palabra de Dios. 

Las Escrituras fueron inspiradas por Dios: 

2 Timoteo, 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  

La expresión griega traducida como “inspirada por Dios” literalmente significa “que tiene el aliento de Dios”. Él inspiró toda la Biblia para revelarnos su verdad. Todas sus promesas, mandamientos y palabras son “la verdad”. Si Dios dice algo, no hay fuerza que lo pueda detener (Isaías, 14:27). 

¿Qué tiene que ver la verdad con el cinturón? 

Como cristianos, debemos examinar todas las cosas y luego solo retener lo bueno (la verdad), desechando todo lo demás (1 Tesalonicenses, 5:21). Debemos estar convencidos de que nuestros principios y creencias son absolutamente verdaderas. 

Un cinturón rodea la cintura. La verdad debe estar a nuestro alrededor y escrita en nuestros corazones (Proverbios, 3:3-4), es decir, nuestra convicción debe ser total.

El cinturón usado en el uniforme romano, como hemos aprendido, proporcionaba un lugar para colocar la espada del soldado. Nuestra espada, la espada del Espíritu, probablemente necesita una vaina. La verdad es vital porque, como el cinturón del soldado romano, nos permite llevar la espada del Espíritu y usarla efectivamente. 

¿Cuáles son los peligros de no usar un cinturón?. 

El mundo en el que vivimos nos enseña que la verdad absoluta no existe, que el bien y el mal son “relativos”, que no hay absolutos sino solo opiniones diferentes e igualmente válidas. Todo sería, según este “relativismo” imperante, una cuestión de perspectiva. 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “El relativismo y sus vertientes” (pincha Aqui).

Pero la Biblia enseña que la verdad es la Palabra de Dios, que el bien y el mal está definidos por él y que hay absolutos eternos e inamovibles, que no pueden ser alterados por las opiniones de nadie. Pablo escribió a los romanos diciéndoles “no se conformen a este mundo” (Romanos, 12:2). En parte, ello significa no ser partícipes de un sistema de creencias que dice que la verdad absoluta es un mito.

Imagine un cinturón al que le falta un pedazo. No importa cuán pequeño sea el trozo que falte: el cinturón no sirve. Para poder cumplir cabalmente con su función debe ser de una sola pieza y estar completo. 

Tratar de vivir el camino de Dios sin creer totalmente en su validez es como tratar de sostener la espada en un cinturón que no está completo y es inútil. Nuestra confianza en Dios y su Palabra deben ser sólidas, sin fracturas o nos encontraremos sin armas. No importa cuán efectivo sea el resto de nuestra armadura, sin nuestra espada somos inútiles. Necesitamos escudriñar correctamente la palabra de Dios (la Biblia) para saber en qué creemos y por qué. 

[+] La actitud que mantengamos frente a la Biblia es fundamental para la apertura de las puertas de la revelación; 

En Hebreos podemos leer: 

Hebreos, 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 

¿Qué significa esto?. 

Significa, lisa y llanamente, que, sin importar si la leemos o no, la Biblia nos lee primero. La Biblia no solo tiene poder para juzgar a los que la rechazan (Juan, 12:48) sino que, además, discierne (que también significa juzgar) los pensamientos y las intenciones del corazón de quienes la aceptan (Hebreos, 4:12). Sea que la rechacemos o que la aceptemos, la Palabra de Dios hace y hará algo con nosotros (Isaías, 55:11). 

Nuevamente la Biblia hablando de la mente y del corazón. No es la primera vez que la Biblia habla de estos dos componentes. En Filipenses Pablo nos explica cómo surge el fruto de la paz (Gálatas, 5:22-23) y dice que, cuando esa paz, que sobrepasa todo entendimiento, venga sobre nosotros, guardara  nuestro corazón y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses, 4:6-7). Nuestra mente porque las batallas suceden allí. Nuestro corazón, porque de lo que hay en el corazón habla la boca (Mateo, 12:34-35, Lucas, 6:45). 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “Los frutos del Espíritu” (pincha Aqui).

La Biblia conoce perfectamente los pensamientos y las intenciones del corazón de quienes nos acercamos a ella para su estudio. Debemos acercarnos “como niños”. ¿Cuál es la actitud de los niños?. Preguntar todo (a Dios y a Siervos que posean un mayor conocimiento bíblico) y no dar nada por sentado. Más allá de la doctrina que impere en la iglesia en la cual nos congregamos o en las asambleas que nuclean a esta última, debemos acercarnos a la Biblia con la única intención de buscar la verdad y nada más que la verdad. Esto parece algo elemental, pero lo cierto es que muchos se acercan a las Escrituras no en busca de la verdad sino en busca de aquellos pasajes bíblicos que justifican sus propias interpretaciones de las Escrituras (2 Pedro, 1:20, Mateo, 15:7-9, Marcos, 7:3, 13), las que heredaron de la iglesia en la que se congregan o de las asambleas que nuclean a esta última. 

Estas personas tienen una posición tomada respecto de algún tópico de las Escrituras y buscan en las mismas no la verdad sino, simplemente, pasajes que justifiquen esa posición tomada que, en realidad, es previa a cualquier intento de búsqueda de la verdad. Podemos ver en este proceso una deshonestidad que es manifiesta, porque no hay un intento de búsqueda de la verdad (orando a Dios para que traiga revelación) sino que lo que se pretende es acomodar las Escrituras a una creencia que, en realidad, es previa y está por encima de cualquier intento de búsqueda de la verdad. Quienes así proceden en su corazón, nada deben esperar de Dios en materia de revelación. 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “El espíritu del fariseo” (pincha Aqui).

Hay un único Evangelio (Gálatas, 1:7), ya que lo contrario sería una herejía (Gálatas, 1:8-9). No obstante, hay diferentes grados de entendimiento del Evangelio.  Esto tiene que ver con el grado de madurez de cada uno y depende exclusivamente de Dios (1 Corintios, 3:6-7). Esto es así porque no todos tenemos la misma manera de procesar el Evangelio, por eso Jesucristo decidió revelar a Pablo (Gálatas, 1:11-12), a quien no conoció personalmente mientras estuvo en la tierra, lo que no pudo revelar a los apóstoles con quienes si había convivido (Juan, 16:12). 

No es conveniente que un líder diga “acá se cree esto”, porque puede que Dios, en materia de revelación, abra en otras personas puertas que no se le abrieron a ese líder. A lo largo de toda la historia de la redención (a lo largo del AT y NT) la revelación de la Palabra de Dios fue gradual, a distintos hombres y en distintas épocas y hoy sigue siendo de la misma manera, aunque las revelaciones actuales no puedan considerarse “nuevas Escrituras”. 

[+] El Maestro de la Biblia en la iglesia del NT es el Espíritu Santo; 

Nuestro Señor Jesucristo expreso su total dependencia del Padre (Juan, 5:19) y dijo que ni Él ni el Espíritu Santo hablarían por su cuenta (Juan, 12:49, 16:13), dando a entender que la fuente de la Palabra es el Padre. También dijo que el Maestro era El (Mateo, 23:10) y que, cuando El no estuviera, el Espíritu Santo seria el que nos enseñaría (Juan, 16:13). 

Los que tenemos el ministerio de enseñanza de la Palabra somos comúnmente llamados “maestros de la Palabra”, pero solo somos un instrumento usado por el Espíritu Santo para edificar al cuerpo de Cristo (la iglesia). Desde que Jesucristo volvió al Padre, el verdadero Maestro de la Biblia de la iglesia del NT es el Espíritu Santo de Dios. 

Ya lo dijo Pablo: 

1 Corintios, 3:6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 3:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. 

Apolos era un discípulo de Pablo. Muchos en la iglesia de Corinto (una iglesia con muchos dones pero caracterizada por su “carnalidad”) decían “nosotros somos de Pablo”, mientras que otros decían “nosotros somos de Apolos” (1 Corintios, 3:4). Esto habla del error de seguir a los hombres y no a Dios. 

Los hombres somos imperfectos y, a veces, podemos tener una doctrina incompleta y aun equivocada. Pero si seguimos a Dios vamos a ser guiados por su Espíritu “hacia toda verdad” (Juan, 16:13). 

[+] El Evangelio es basto, es complejo y nosotros, encima, somos reticentes a leer, estudiar y obedecer las Escrituras; 

Hebreos, 5:11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 5:12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 5:13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 5:14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. 

El anterior pasaje es tan claro que no requiere mayor elucidación. El Evangelio es extenso (mucho que decir), es profundo (difícil de explicar) y, para colmo de males, nosotros somos rebeldes y perezosos (tardos para oír). 

Antes de sentarnos a leer/estudiar la Biblia, debemos comprender esto, no para desalentarnos sino, más bien, para ser conscientes de lo que la tarea implica. 

[+] Debemos estar dispuestos a aceptar nuevas revelaciones (ampliatorias o modificatorias) de Dios acerca de lo que ya creíamos saber; 

El conocimiento del Evangelio, según hemos dicho, requiere de nuestro esfuerzo personal, es gradual y depende de Dios, por lo que es un proceso dinámico, es decir, se trata de una película y no de una foto. Lo que creemos comprender en un momento puede que se modifique (total o parcialmente) con el tiempo. Esto sucede porque, si seguimos estudiando las Escrituras, nuestro conocimiento de ellas se va ampliando, con lo cual cada vez tenemos más y mejores elementos, que nos invitan a repensar todo el tiempo lo que creíamos saber. Esto es muy distinto de ser movidos por todo viento de doctrina (Efesios, 4:14) y tiene más que ver con una madurez que nos permite abordar temas, que ya teníamos vistos, con una mejor “caja de herramientas”. Esto, claro está, puede llevarnos a ampliar o directamente rever un tema que creíamos dominar o respecto del cual creíamos que ya no había más nada para agregar. 

Modificar y aun rectificar lo que creíamos saber es una manifestación no solo de inteligencia sino, fundamentalmente, de evolución. Particularmente desconfío de las personas que se jactan de pensar lo mismo “desde hace treinta años”. Yo me pregunto ¿no aprendieron nada nuevo desde su última adquisición de conocimientos, no incorporaron ningún elemento nuevo que los haya invitado, alguna vez, a rever una postura?. Quienes así piensan, pretender convencernos de que la coherencia es un valor es sí mismo. Pero la coherencia no es un valor en sí mismo sino un atributo o una característica neutra, es decir, ni buena ni mala. ¿Por qué?. Porque se puede ser coherente en el acierto o en el error, en lo bueno y también en lo malo. Pongamos por caso a Hitler. Él pensaba que los judíos eran un problema y que, por lo tanto, debían ser exterminados y casi lo consigue. Hitler fue coherente. ¿Es esto un valor?. 

Por otra parte, el Evangelio es tan profundo que, como dice Paul Washer, vamos a estar toda la eternidad estudiándolo. Él dice que el Evangelio es como una montaña y, los que tenemos un ministerio con la Palabra, somos como “mineros”, cavando más y más profundo, tratando de llegar al corazón de la montaña, para extraer todos los tesoros que están enterrados en sus profundidades. Se puede ir tan profundo como se desee. No tiene límites.

Lo que estamos diciendo es que nos podemos conformar con la superficie del Evangelio o, en cambio, podemos bucear en las profundidades del mismo en busca de sus tesoros más preciados, que casi nunca están en la superficie. 

Por ultimo (y esto lo digo por experiencia propia), a menos que se trate de una herejía (una enseñanza contraria a la Biblia), debemos tener cuidado con no desechar, más temprano que tarde, a algún siervo (pastor, predicador, maestro, profeta, etc.) a quien veníamos siguiendo, porque, en algún momento, haya dicho algo que no entendimos muy bien o respecto de lo cual aún no estamos lo suficientemente maduros (y preparados) como para comprender. 

[+] Es imposible estudiar la Biblia sin un marco de referencia doctrinal; 

En cuanto al marco doctrinal, debemos tener en cuenta dos elementos: 

[a] el protestantismo; y

[b] el dispensacionalismo;

[a] el protestantismo; 

Sacando el islam, el judaísmo ortodoxo y otras religiones, dentro del cristianismo, no ser católico implica ser, lisa y llanamente, protestante. Esto (queramos o no) ya nos coloca en una “vereda doctrinal”. 

Ya dentro del protestantismo y sacando las sectas (mormones, testigos de Jehová, etc.), podemos ser bautistas o pentecostales, conforme hayan influido en nosotros las ideas de Juan Calvino o de Jacobo Arminio, respectivamente. 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “Calvinismo” (pincha Aqui).

Sin embargo, los cristianos no católicos debiéramos comprender que, ante todo, somos protestantes. Si comprendemos cabalmente lo que implicó la Reforma Protestante, rápidamente nos daremos cuenta que el “calvinismo” es una extensión del protestantismo más puro, es decir, que las ideas de Calvino tienen su fuente en la Reforma Protestante. De modo que la Reforma Protestante es un marco de referencia doctrinal obligado e imprescindible para estudiar la Biblia. 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “¿Por qué somos protestantes?” (pincha Aqui).

[b] el dispensacionalismo; 

El otro elemento  que termina de configurar el marco doctrinal para un adecuado estudio de las Escrituras es el “dispensacionalismo”, entendiendo por el mismo el sistema o modelo que divide la historia de la redención en siete dispensaciones, es decir, en siete formas diferentes en que Dios ha tratado con la humanidad a lo largo de la historia: 

[1] la inocencia (de la creación a la caída de Adán);

[2] la conciencia (de la caída de Adán al diluvio);

[3] el gobierno humano (del diluvio a Abraham);

[4] la promesa (de Abraham a Moisés);

[5] la ley de Moisés (de Moisés a la cruz);

[6] la gracia (de la cruz al rapto de la iglesia); y

[7] el reino milenial (de la segunda venida de Cristo hasta la eternidad); 

Entre la [6] y la [7] dispensación se reanudara la [5] dispensación, de la cual faltan siete años por cumplirse, periodo conocido como las “la semana 70 de Daniel”. 

Al respecto puedes ver en mi blog dos estudios: 

[1] “Las siete dispensaciones de Dios” (pincha Aqui); y

[2] “Las setenta semanas de Daniel” (pincha Aqui);

Es imposible la comprensión cabal de la Biblia sin el modelo dispensacionalista. La [5] y [6] dispensación (la ley de Moisés y la gracia, respectivamente) dominan las Escrituras desde Éxodo al rapto de la iglesia, de modo que es imposible comprender prácticamente el 90% de la Biblia si no se conocen estas dos dispensaciones (estos dos pactos). 

[+] Es imprescindible conocer los principios de la hermenéutica para arribar siempre a una interpretación adecuada de las Escrituras; 

Al respecto puedes ver en mi blog un estudio denominado “Hermenéutica” (pincha Aqui).

Sin perjuicio de que creemos que la Biblia no necesita nada fuera de ella misma para ser interpretada (2 Pedro, 1:20-21) y que es el Espíritu Santo el que nos guía hacia toda verdad (Juan, 16:13), creemos también que la hermenéutica es la mejor herramienta conocida para evitar los errores y malas interpretaciones que parecen ser comunes en estos días. 

La hermenéutica, en general, es la “técnica o método de interpretación de textos antiguos”. La hermenéutica bíblica, en particular, es el “conjunto de principios cuyo cumplimiento conduce a una adecuada interpretación de la Biblia”. 

La hermenéutica tiene una “regla de oro” y es el “principio de interpretación literal” según el cual la Biblia quiere decir exactamente lo que está escrito en ella, a menos que cuestiones históricas, gramaticales, contextuales, simbólicas o de otra índole, indiquen que deba suspenderse el principio de interpretación literal y recurrirse a algún otro principio de interpretación. 

Y de aquí surgen los principios de interpretación alternativos a la literalidad (la regla de oro) y son: 

[+] Principio de interpretación histórico;

[+] Principio de interpretación gramatical;

[+] Principio de interpretación contextual;

[+] Principio de interpretación simbólico; 

Otros principios hermenéuticos: 

[+] Principio de consistencia o coherencia interna de las Escrituras;

[+] Principio de la primera mención;

[+] Principio de interpretación de pasajes los bíblicos menos claros a la luz de los más claros, sobre un mismo tópico (nunca al revés); 

Existen algunas otras reglas y principios para aplicar a la interpretación de la Palabra de Dios, pero si se aplican estos que hemos mencionado, tendremos una buena oportunidad de evitar los errores y malas interpretaciones que, como hemos dicho, parecen ser comunes en estos días.

Veremos cómo aplicando tan solo este puñado de principios que hemos mencionado, podremos salvar cualquier contradicción que se suscite entre dos o más pasajes, lo cual nos conducirá no solo a interpretar siempre las Escrituras de manera correcta sino, también, con un enfoque integral. 

 

DIOS TE BENDIGA! 

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA