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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Vamos a estar analizando
pasajes tanto del AT como del NT y veremos que opina Dios al respecto. En la
mayoría de los países desarrollados existe la pena capital para los homicidas
intencionales. Quizá el caso más emblemático es el de EEUU. Muchas veces,
quienes habitamos en países subdesarrollados vemos esta práctica como inhumana
y arbitraria, preguntándonos ¿quién es el hombre para quitar la vida a otro
hombre?.
Muchos cristianos todavía se preguntan (yo mismo me lo pregunte alguna vez) si corresponde o no la pena de muerte para todos aquellos que hayan quitado la vida a otra persona. ¿Corresponde o no, en definitiva, la pena de muerte para los homicidas?. ¿Cómo hacemos para conciliar al Dios de perdón y amor redentor que predicamos con la institución de la “pena capital”?.
Muchos cristianos todavía se preguntan (yo mismo me lo pregunte alguna vez) si corresponde o no la pena de muerte para todos aquellos que hayan quitado la vida a otra persona. ¿Corresponde o no, en definitiva, la pena de muerte para los homicidas?. ¿Cómo hacemos para conciliar al Dios de perdón y amor redentor que predicamos con la institución de la “pena capital”?.
Desde que nos convertimos
en cristianos, la Palabra de Dios (la Biblia) pasa a ser “nuestra ley”, sin
importar lo que “las leyes de los hombres” digan respecto al tema en cuestión.
Esto no significa que los cristianos tengamos que rebelarnos contra las
disposiciones gubernamentales del mundo y los gobiernos. De hecho es un mandato
de Dios obedecer a las autoridades de turno, porque las mismas han sido
puestas, ya sea para bendición o maldición, por Dios.
1 Pedro, 2:13 Por causa
del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a
superior, 2:14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de
los malhechores y alabanza de los que hacen bien.
Romanos, 13:1 Sométase toda
persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de
Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 13:2 De modo que
quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que
resisten, acarrean condenación para sí mismos.
Significa, más bien, que
las disposiciones legales estatuidas por los hombres no siempre se alinean con
la ley de Dios. Es más, en estos últimos
tiempos está ocurriendo que las leyes de los hombres están directamente en
contra de la Palabra de Dios. El profeta Isaías se refiere a esto cuando afirma
“a lo malo llaman bueno y a lo bueno malo”.
Isaías, 5:20 ¡Ay de los
que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y
de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por
amargo!
Por ejemplo, la ley del
aborto es una disposición legal de los hombres en clara contraposición con la
Palabra de Dios, porque, quieran los hombres o no, se trata lisa y llanamente
de un homicidio.
Éxodo, 23:26 No habrá
mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus
días.
Si la Biblia no
mencionara nada respecto a la pena de muerte, es decir, si Dios nunca se
hubiera expedido, entonces nos podríamos permitir el privilegio de dudar, como
cristianos, sobre este tema. Pero, como suele suceder con los temas
trascendentales, Dios si ha hablado y muy claramente.
Comenzamos
Los pasajes bíblicos que
veremos, tanto del AT como del NT, demuestran claramente que, quien priva de la
vida intencionalmente a otra persona debe morir. No castigar
con la pena de muerte a los asesinos contamina la tierra y trae
maldición sobre ella. La Palabra de Dios, incluso, distingue entre los
homicidas y los asesinos. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros?. La
intencionalidad. Homicida es toda aquella persona que mata a otra. Por
consiguiente, todos los asesinos son homicidas, pero no todo homicida es un
asesino. ¿Qué es lo que convierte a un homicida en un asesino?. La
intencionalidad.
Números, 35:33 Y no
contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la
tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella,
sino por la sangre del que la derramó.
Lo anterior significa que
la tierra es limpiada de la sangre derramada solo por la sangre del que la
derramo. En el AT, dejar de darle muerte a un homicida, contaminaba y corrompía
la tierra. La "contaminación" significa que, dejar de vengar la
muerte de la persona inocente, haría que Dios retirara su presencia, bendición
y ayuda de la tierra. La santidad y la justicia de Dios exigían que no se
dejara impune a ningún homicida.
Génesis, 9:6 El que
derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a
imagen de Dios es hecho el hombre.
Dios procuro preservar la
santidad de la vida humana al refrenar el homicidio en la sociedad y lo hizo de
dos maneras:
[1] al recalcar que los
seres humanos han sido creados a Su imagen y que la vida de ellos es sagrada
para El; y
[2] al instituir la pena
capital, ordenando que todo homicida sea castigado con la muerte.
Éxodo, 21:12 El que
hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 21:13 Más el que no
pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo
te señalaré lugar al cual ha de huir. 21:14 Pero si alguno se
ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi
altar lo quitarás para que muera.
Estos pasajes son
interesantísimos ya que distinguen dos tipos de homicidio:
[1] el homicidio
accidental o no intencional (Éxodo, 21:12-13); y
[2] el homicidio con
alevosía o intencional (Éxodo, 21:14);
El siguiente versículo,
incluso, exime de culpabilidad a quien mate en defensa de su propiedad:
Éxodo, 22:2 Si el ladrón
fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no
será culpado de su muerte.
En el NT también se
reafirma la autoridad de los gobiernos para usar la espada para la pena
capital: Hechos, 25:11; Romanos, 13:3-4; Mateo, 26:52.
Hechos, 25:11 Porque si
algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si
nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A
César apelo [Pablo de Tarso se defiende de quienes lo acusan].
Romanos, 13:3 Porque los
magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.
¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de
ella; 13:4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo,
teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador
para castigar al que hace lo malo [Pablo de Tarso habla de los jueces].
Mateo, 26:52 Entonces
Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen
espada, a espada perecerán [Jesucristo, cuando estaba siendo arrestado y Pedro –
el Apóstol – saco su espada y corto la oreja de uno de los soldados].
Para los que dicen que la pena de muerte era bíblica solo en tiempos del
AT, deberían releer Romanos, 13:4 donde Pablo, hablando de los jueces, dice que
estos son servidores de Dios y “llevan la espada” para castigar a los malos, en
una clara alusión a la pena de muerte, ya que la “espada” es un arma para
matar.
Por su parte, Jesucristo (Mateo, 26:52) dijo que “todos los que tomen
espada, a espada perecerán”. En Lucas, 16:16 podemos leer “La ley y los
profetas eran hasta Juan [el bautista]”. O sea que los dichos de Jesucristo (y
mucho más los de Pablo, que es posterior) pertenecen al NT, donde también, como
vemos, aparece mencionada la pena capital.
Homicidas
accidentales
¿Qué ocurría en el AT con los “homicidas accidentales”?. Ya adelantamos
algo cuando vimos el pasaje de Éxodo, 21:13:
Éxodo, 21:12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.
21:13 Más el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus
manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir.
Cuando Josué conquisto, por medio de la guerra, la tierra prometida, la
única tribu que no recibió herencia de tierra (a la cual no se le asigno
porción de tierra alguna) fue la tribu de LEVI, es decir, los levitas, porque
su herencia no sería de tierra sino el sacerdocio. No obstante se les dieron a
los levitas, dentro de la tierra conquistada, algunas ciudades entre las cuales
estaban las llamadas “ciudades de refugio”.
Estas ciudades servían precisamente de refugio para los que hubieran
matado a alguien en forma totalmente accidental, para protegerlos del “pariente
vengador” del muerto. Algún pariente del muerto podría intentar una venganza.
El vengador no podía “tocar” al homicida accidental mientras estuviera en
algunas de las ciudades de refugio. El homicida estaba a salvo, pero tenía que
permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sacerdote de dicha
ciudad. Por supuesto que todo esto era viable en tanto y en cuanto hubiera
quedado claro que el homicida no tuvo, en su momento, la menor intención de
matar. Caso contrario, por más que el homicida se hubiera escapado a alguna de
estas ciudades de refugio, debía ser entregado por los ancianos y el sacerdote
de la ciudad en manos del vengador para su muerte.
Deuteronomio, 19:3 Arreglarás los caminos, y dividirás en tres partes la
tierra que Jehová tu Dios te dará en heredad, y será para que todo homicida
huya allí. 19:4 Y este es el caso del homicida que huirá allí, y vivirá: aquel
que hiriere a su prójimo sin intención y sin haber tenido
enemistad con él anteriormente; 19:5 como el que fuere con su prójimo al
monte a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para cortar algún
leño, saltare el hierro del cabo, y diere contra su prójimo y éste muriere;
aquél huirá a una de estas ciudades, y vivirá; 19:6 no sea que el vengador de
la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le alcance por ser largo el
camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado a muerte por
cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente. 19:11 Pero si
hubiere alguno que aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare
contra él y lo hiriere de muerte, y muriere; si huyere a alguna de estas
ciudades, 19:12 entonces los ancianos de su ciudad enviarán y lo sacarán
de allí, y lo entregarán en mano del vengador de la sangre para que
muera. 19:13 No le compadecerás; y quitarás de Israel la sangre
inocente, y te irá bien.
Palabras
finales
A veces los cristianos tenemos ciertos problemas para terminar de
entender la Palabra de Dios. A veces queremos ser mas misericordiosos que Dios
y eso, claro está, además de ser imposible es una verdadera afrenta para el
único Dios verdadero. Esto nos pasa debido a la influencia que ha tenido en
nosotros el llamado “cristianismo humanista”. Pero la Palabra de Dios es clara.
A veces, da la sensación de que la Iglesia de Dios no quiere tomar las
responsabilidades que Jesucristo le ha delegado. Muchas veces los cristianos no
queremos asumir el papel de jueces, diciendo “no somos quienes para juzgar”.
Si sos cristiano y pensas esto, te tengo una mala noticia: sí somos
quienes para juzgar, lo que no debemos hacer es condenar, porque para condenar
ya esta Satanás con su ministerio de acusación. Pero si somos quienes para
juzgar, porque somos hijos de Dios. Juzgar significa “discernir o separar”.
Jesucristo no nos prohibió quitar la paja del ojo de nuestro hermano sino que
nos recomendó que, antes de hacerlo, quitáramos la viga del nuestro y que, una
vez hecho esto, estaríamos en condiciones de reconvenir a nuestros hermanos.
Lucas, 6:41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano,
y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 6:42 ¿O cómo puedes
decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no
mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de
tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de
tu hermano.
Nosotros tenemos autoridad sobre Satanás y sus demonios, es decir, sobre
los que verdaderamente gobiernan el mundo. Los cristianos estamos destinados a
ser “reyes y sacerdotes” juntamente con Cristo.
Apocalipsis, 1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los
muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre, 1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para
Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén.
¿Y qué hace un rey?. Decreta, ordena, juzga, administra, proclama. Si no
somos nosotros lo que estamos en condiciones de decir lo que está bien y lo que
está mal, entonces ¿quien esta condiciones?. ¿Los inconversos?. ¿Queres ver
donde dice la Biblia que no solo podemos juzgar al mundo sino que, además, se
nos adelanta que vamos a juzgar hasta ángeles?. Mira:
1º Corintios, 6:2 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al
mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de
juzgar cosas muy pequeñas? 6:3 ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los
ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?.
¿Esta Satanás especialmente interesado en que ningún país en la tierra
aplique la pena de muerte?. La respuesta es sí. Dejar de aplicar la pena de
muerte para los homicidas intencionales equivale a no vengar la sangre
derramada. Y esto hace que se retire la presencia de Dios, trayendo maldición
sobre la tierra. Y maldición es lo que Satanás necesita para permanecer
entronizado en el mundo.
Es el pecado del hombre y la desobediencia a Dios lo que mantiene a
Satanás en el trono del mundo. Satanás inspira la oposición a la pena de
muerte. ¿Lo hace porque es piadoso?. No, lo hace porque basta que Dios diga una
cosa para que el diga lo contrario.
2 Corintios, 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza
como ángel de luz.
QUE DIOS LOS
BENDIGA A TODOS!!!!!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – MINISTERIO REY DE GLORIA