lunes, 24 de febrero de 2020

OSEAS Y GOMER


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La historia del profeta Oseas (relatada en el libro del AT que lleva su nombre), retrata de un modo asombroso la forma en que Dios nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando.

Oseas es un joven profeta, que la Biblia narra que es soltero, esperando la mujer de su vida. La tradición, en aquel entonces, en Medio Oriente, era que un profeta debía desposar a una mujer virgen, a una mujer pura. Por eso siempre se aseguraban de que esas mujeres fueran hijas de otros profetas. No eran matrimonios arreglados, pero ni siquiera se les ocurría ver a mujeres que no anduvieran en el templo.

Pero Dios no manda a Oseas a buscar una esposa en el templo sino que le dice que, en lugar de buscarla entre las vírgenes, como era la tradición, la busque en la calle. Dios le da la orden de que vaya al peor vecindario de la ciudad y que ahí se case, luego de conocerla, con una prostituta.

Oseas, 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová. 1:3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

No es, como algunos afirman, que Gomer se prostituyo después de conocer a Oseas sino que el mandato de Dios fue claro: la mujer que Oseas debía elegir ya debía ser fornicaria.

Y Oseas, que es un hombre puro, un hombre que tiene que ver con las cosas de Dios, un hombre que estudia la Palabra y no está acostumbrado a este tipo de transacciones (de hecho no sabe dónde encontrar este tipo de mujeres), tiene una orden divina de ir y desposarla. Una mujer extraña, que es objeto de lujuria de extraños. Las propias mujeres detestan a mujeres así. Se llama Gomer la protagonista de esta historia de amor. Y allí va Oseas, el profeta, por orden divina.

Esta no es una historia que está en las Escrituras simplemente como un ejemplo de obediencia total (que lo es), que es la perspectiva desde la cual siempre se predica este mensaje. ¡Hay que obedecer como obedeció Oseas!, dicen muchos.

Entonces uno se imagina que Oseas va y hace esta transacción con esta mujer, Gomer, y que tiene que vivir con ella, con asco. Pero la obediencia de Oseas (que existió) no es lo medular de esta historia sino que lo medular es que Oseas amó a Gomer. Es decir, Oseas pudo haber ido a un sitio oscuro, en obediencia y decir “yo no quiero tener nada que ver con este tipo de mujer”. Pero cuando la vio, la amo. Oseas amo a Gomer y esto es lo esencial de esta historia.

Dios creo en Oseas una pasión e hizo que Oseas amara a una persona “difícil de amar”. Pregunta: ¿conocen ustedes personas “difíciles de amar”?, ¿hay, en la iglesia, personas “difíciles de amar”?. Cuando nos hacen esta pregunta, siempre pensamos en otro o en otros y jamás en nosotros mismos. Pero, mirándote al espejo ¿no serás también, al igual que Gomer, difícil de amar?. Pero Dios ama gente “difícil de amar”. ¿Cómo lo sé?. Porque yo estoy escribiendo esto y tú lo estás leyendo. Dios ama gente compleja, complicada, gente rota, gente controversial.

Esta mujer, Gomer, era una mujer que los adultos usaban y luego dejaban atrás. Y Oseas se acerca a Gomer para desenredar ese pasado. Y Oseas no la ve como una prostituta sino como una esposa, la ve como la madre de sus hijos. Y se enamoró. Oseas se enamoró de una mujer que perdió el respeto por sí misma. Todos, en ocasiones, hacemos algo que hace que perdamos el respeto por nosotros mismos. Cuando hay un error, cuando hay algo en el pasado que no debimos haber hecho y, sin embargo, lo hicimos (consciente o inconscientemente), sentimos que cargamos con algo más que un pasado de deterioro. Cargamos con un “muerto en el placar”, es decir, escondemos de la vista pública algo que nos avergonzaría que sepan los demás (nuestros cónyuges, nuestros hijos, nuestro pastor). Aún más: pensamos que podemos ocultar ese “muerto en el placar” a Dios.

Cargamos con una historia de abortos, de intentos de suicidio, de divorcios, de adulterio, de fornicación. Luego, cuando llegamos al Señor, empezamos a vivir una temporada de bendición y sentimos que ese pasado nos cobra una factura impaga. Demasiados “muertos en el placar”. Así estaba Gomer. Y ahora, un hombre santo y puro le propone matrimonio, pero ella todavía va a sangrar y no lo va a poder disfrutar. A Oseas no le importa la opinión ajena sobre su relación con Gomer. Está enamorado y le da a esta mujer dignidad.

Pero ¿cómo se puede tener un matrimonio santo cuando uno de los dos no lo es?. ¿Cómo puede haber una relación de santidad cuando uno de los dos no es santo?. ¿Cómo puede Dios amarte siendo Santo cuando tu no lo eres, cuando yo no lo soy?. Uno de los dos es pecador y, sin embargo, Dios nos trata como a su novia. Iremos a las Bodas del Cordero. O sea, Dios nos ve como una novia pura y no necesariamente porque seamos puros.

La mayoría venimos de vidas corruptas, deterioradas. Sin embargo, la santidad y el amor de Dios son tan grandes que Él puede formar una pareja de alguien que no es puro con alguien (El) que si lo es y esto es lo que está pasando con Oseas y Gomer. Oseas envuelve, con un manto, los hombros magullados de esta mujer. Saca con amor y dulzura el olor pútrido de la piel sobre la que estaba toda la lujuria de los hombres que habían transitado por ella. Y la transforma en “alguien”.

Ahora Gomer es la esposa de “Don Oseas”. ¿Qué es lo que borra las huellas del pasado?. El amor. Oseas ama a Gomer y la transforma en “alguien”. La saco de las calles y la metió en su casa. El la lleva a vecindarios para que se codee con otras damas y que nadie pregunte sobre su pasado. Oseas besa las heridas de Gomer. La perdona. No me cuentes le dice, si no suma. No quiero que me ocultes el pasado pero tampoco quiero revolverlo y hacerte sentir culpable. Así que Oseas la envuelve y va sanando de a poco. Porque Gomer ve en todos los hombres a un abusador y a un animal depredador sexual. Pero ahora tiene un hombre dulce, que la acompaña, que la dignifica, que no la usa, que no la ve como una cosa para dar placer. Y ella se empieza a sanar.

Y esto es exactamente lo que Dios hace con nosotros cuando nos empieza a tratar. Cada domingo, el Señor nos da una palabra que nos sana. Se mete en lo recovecos de nuestra alma, hace una búsqueda arqueológica de nuestros secretos más oscuros y es cuando experimentamos lo mismo que Gomer. Su esposo, Oseas, le dice a Gomer “eres una dama” y ella dice si, si. Pero cuando las cosas se complican, empezamos a ver los errores que cometimos en el pasado y a veces ese pasado nos gana, porque nos enlaza y nos tira para atrás.

Oseas percibe algo, porque un día la quiso abrazar y ella no le correspondió. No dice la Biblia que ella no lo amara pero, tal vez, ella no se sentía digna de tamaño amor. Gomer se sintió incomoda en un lugar cómodo. Esto sucede con muchas personas que tienen un “pasado pesado”. Las bendiciones que reciben les son poco familiares. Hay gente que dice “yo no merezco que me pase esto” o, peor aún, “esto es del diablo”. Y sienten culpa. Y cuando sientes culpa por algo que Dios te da, ofendes a Dios. ¿Cuánto puede soportar una pareja en la que él o ella dice te amo y el otro dice no, no?. ¿Quién puede sentirse bien cuando se da cuenta que el amor que el da no alcanza?. Y esto es lo que Gomer hace sentir a Oseas.

Esto le paso a Gomer y la Biblia dice que “volvió a sus amantes”:

Oseas, 3:1 Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas. 

Ahora Oseas debe ilustrar de una nueva manera el amor de Dios por Israel. Por lo visto, Gomer había abandonado a su esposo a fin de continuar su inmoral adoración de Baal. Pero Oseas nunca había renunciado a su amor por ella, aun cuando su corazón estaba quebrantado. Él debe ir y expresarle otra vez su amor y su cuidado por ella, tal como Dios haría por los israelitas, aun cuando ellos habían quebrantado su corazón al volverse a dioses ajenos.

Pero la historia se pone todavía más inquietante, porque la Biblia dice que tuvieron tres hijos:

Oseas, 1:4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. 1:5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

El nombre Jezreel del primer hijo de Oseas (que significa "Dios esparce") alude a la matanza de los 70 hijos del malvado rey Acab (que estaba casado con Jezabel), llevada a cabo por Jehú (2 Reyes, 10:1-8). Aunque Jehú fue alabado por ejecutar el justo juicio de Dios sobre la casa de Acab (2 Reyes, 10:30), fue demasiado severo.

Oseas, 1:6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.

El nombre “Lo-ruhama”, que literalmente significa “no compadecida” o “ella no recibe compasión ni amor”, implicaba que Dios había dicho que era tiempo de que se terminara su clemencia.

Oseas, 1:8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 1:9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.

El tercer hijo de Gomer se llamó “Lo-ammi”, que significa “no pueblo mío”. Esto daría a entender que este hijo no era de Oseas. El nombre del niño simbolizaba la interrupción de la relación de pacto como consecuencia de la continua rebeldía contra Dios y a causa de la idolatría.

La Biblia da a entender que el tercer hijo no era de Oseas. Tal vez los primeros dos tampoco lo eran, porque la Biblia habla de “hijos de fornicación”:

Oseas, 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación;

Pero Oseas la siguió amando. La Biblia no dice que Oseas pidió lo que en ese momento no existía: un examen de paternidad. Oseas no era un hombre pusilánime, poco inteligente, que no se diera cuenta. Pero la seguía amando. O sea que, Gomer, estando bajo la dignidad de Oseas, todavía le seria infiel (como nosotros a Dios).

¿Quién puede decir que, desde que recibió a Cristo en el corazón, jamás fue infiel a Dios?. Nadie. ¿Quién no tuvo hijos bastardos, vástagos que no fueron gestados por el Padre, mientras que estábamos en una relación con Dios?. Porque lo que ocurre es que, cuando Dios ama, aun protege y provee incluso para aquello que no salió de su voluntad y de su propósito divino. Muchos de nosotros cometimos errores que son como vástagos. No hablamos de hijos literalmente. Hablamos de empleos o sociedades en las que nos involucramos sin consultar a Dios, de relaciones fallidas, de decisiones que tomamos sin siquiera orar. ¿Y que hace Dios con estos “hijos” que no fueron concebidos bajo su voluntad?. Aun los protege y provee. ¿O Dios no ha provisto para tus errores?. ¿O Dios no te ha bendecido aun cuando hiciste las cosas mal?. Aun Dios bendice a esos “niños” que nacieron de la carne. Muchos venimos con errores cometidos en el pasado que, cuando llegamos e El, Dios proveyó y amo. Dios no te dice: tú eres una madre soltera, deshazte de ese hijo bastardo y luego ven a la iglesia! o tuviste una vida licenciosa, arregla todos los problemas que ocasionaste y luego ven a la iglesia en santidad!.

Y un día Oseas va al armario y se da cuenta que falta ropa, va al tocador y esta el set de maquillaje, pero Gomer ya no está. Se fue. Como no se va a ir, si ella es una víctima del pasado. Está atrapada en esa casa, como un animal enjaulado y, aunque trata de avanzar, siempre retrocede hacia su crisis original. No culpen a Gomer. Sucede que un día ella se cansa de fingir. No debe haber peor cosa que estar con alguien al que no amas y tratar de consolidar esa relación a fuerza de disciplina, cuando no sientes nada.

El “espíritu de Gomer” nunca se ha ido de la iglesia. Tenemos un espíritu de adulterio espiritual cuando no amamos y cuando no nos sentimos amados. Y no hay peor cosa que fingir lo que uno no siente. Matrimonios que fingen lo que no sienten, pero siguen por el “qué dirán”. Gente que está en el ministerio y no ama el ministerio, pero esta por el “qué dirán” o, lo que es peor, por el dinero del diezmo. Y, cuando sucede esto, tarde o temprano tú te vas a escapar (con escandalo o sin escandalo).

¿Y que hace Dios?. Lo que hace Oseas, que parece ridículo. Oseas toma una linterna y sale a buscar a su esposa por la noche. Un hombre de bien no debería preguntarle a otros hombres por el paradero de su esposa. Sin embargo, Oseas esta tan desesperado que en la noche grita ¡Gomer!, ¡Gomer!.

Al igual que Oseas, a Dios no le importa salir a buscarte, ir a tu sitio más oscuro, al lugar de la pornografía, al lugar que en que estas perdido y decir yo estoy dispuesto a amarte si tan solo regresas a casa. Tan solo tienes que volver a casa y él te cambiara.

Los amigos de Oseas le dice ¡olvídala!, que se haya ido es lo mejor que te pudo pasar. Pero el verdadero amor no olvida. Es Dios buscando al que fallo. Cada domingo trae un mensaje que te cala el corazón y, si no, es mirando un video de una predica o escuchando una canción. Dios se empecinó con tu vida. Es un sabueso. Te alejas y te atrae. Entiende primero que eres amado y recién ahí vas a poder dar amor. Si no, no puedes amar. No hay persona más difícil de amar que aquel que no da nada ni quiere recibir tampoco nada.

Y Gomer se fue no porque le guste la prostitución sino porque se siente poca cosa, para tamaño hombre y Oseas la vuelve a encontrar dice la Biblia:

Oseas, 3:2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada.

Lo más probable es que ahora Gomer estaba endeudada y a punto de ser vendida como esclava, como lo permitían las leyes. Ahora Gomer está en una mesa de esclavos. Algo salió mal. Un esclavo es un eslabón un poco más bajo que las prostitutas, porque, por ser mujer, seguirá dando favores sexuales pero ahora gratuitos, porque será esclava de quien la compre. Y cuando Oseas la ve, Gomer estaba casi irreconocible. La estaban subastando como si no valiera nada, mientras los hombres se mofaban de ella.

¿Y que hace Oseas?. Busca en su billetera, todo lo que tiene. Busca en los bolsillos. Y Oseas se vacío los bolsillos y la compro.

Oseas fue y la redimió a un gran precio para él. Esa reacción de Oseas ejemplifica el amor redentor de Dios por los pecadores, quienes no tienen manera de redimirse, liberarse ni salvarse a sí mismos.

Y le dijo Oseas:

Oseas, 3:3 Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

Y los hombres se rieron de Oseas porque ¿quién paga tanto por tan poco?......

¿Quién paga tanto por tan poco?....

¡El Padre da la sangre de su Hijo por tan poco porque te ama!. Oseas compra a Gomer, la redime. De la misma forma Dios vació sus bolsillos y dijo ¿qué puedo dar para comprar?. A mi Hijo Unigénito, se respondió:

Juan, 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Dios te compro para que no seas esclavo sino para que seas esposa otra vez. Te compro para que seas libre y lo elijas.

La historia de amor más grande jamás contada ha sido escrita con tinta roja (la sangre de Dios).

Este estudio esta basado en el siguiente video de Dante Gebel:







DIOS LOS BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA

sábado, 8 de febrero de 2020

LAS FIESTAS DE ISRAEL Y LOS AÑOS ESPECIALES





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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):




Introducción

Las siete fiestas del Señor están repletas de simbolismo y ameritan un cuidadoso estudio. Es importante notar el orden de estas siete fiestas, porque nos dan el “calendario profético”, tanto para Israel como para la iglesia.

El año religioso empezaba con la Pascua, la cual es un cuadro de la muerte de Cristo. Al día siguiente del sabat Pascual (un domingo), los Israelitas celebraban la Fiesta de las Primicias, que es un cuadro de la resurrección del Señor de entre los muertos. La semana siguiente a la Pascua se dedicaba a la Fiesta de los Panes sin  Levadura, cuando se eliminaba toda levadura de las casas. Esto ilustra la santificación de los creyentes al quitar el pecado de sus vidas. Todo esto ocurría en el primer mes del año (Nisán). Cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias está el Pentecostés del NT, la llegada del Espíritu Santo sobre la iglesia. En el séptimo mes (Tishri) se celebraban tres fiestas. Abría el mes la Fiesta de las Trompetas, recordándonos de la reunión del pueblo de Dios cuando el Señor vuelva. El décimo día era el Día de la Expiación, ilustrando el limpiamiento del pueblo de Dios. Y, desde el decimoquinto día hasta el vigésimo, los judíos celebraban con gozo las Fiesta de los Tabernáculos, que es un símbolo de las bendiciones del reino futuro.

El pueblo de Dios es un pueblo esparcido que debe reunirse, un pueblo pecador que debe limpiarse y un pueblo sufriente al que se le debe dar gozo. El largo periodo (alrededor de tres meses) entre Pentecostés y la Fiesta de las Trompetas habla de la presente edad de la iglesia, cuando Israel se ha dejado a un lado debido a que rechazo a su Mesías.

La Pascua





La Pascua marca el nacimiento de la nación de Israel y su liberación de la esclavitud. Este gran suceso también es símbolo de Cristo y de su obra en la cruz (Juan, 1:29, 1 Corintios, 5:7-8, 1 Pedro, 1:18-20).

Como muchos saben, Dios comisiono a Moisés para que libere a su pueblo Israel de Egipto. Ante la negativa de Faraón y antes de la décima y última plaga (la muerte de los primogénitos) Dios envió nuevas plagas sobre Egipto:

[1] la plaga de sangre;
[2] la plaga de ranas;
[3] la plaga de piojos;
[4] la plaga de moscas;
[5] la plaga en el ganado;
[6] la plaga de ulceras;
[7] la plaga de granizo;
[8] la plaga de langostas;
[9] la plaga de tinieblas;

La paciencia de Dios con Faraón se agotó y su juicio final (la muerte de los primogénitos) era inminente:

Éxodo, 11:1 Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 11:2 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 11:3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 11:4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 11:5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.

Nótese que la muerte vendría a “todos los primogénitos” (Éxodo, 11:5). ¿Por qué?. Porque todos hemos pecado (Romanos, 3:23) y la paga del pecado es muerte (Romanos, 6:23). Dios especifica que el “primogénito” morirá y esto habla del rechazo de Dios a nuestro primer nacimiento. Mientras no se conviertan, todas las personas son “primogénitos”, lo cual significa que no han “nacido otra vez” (Juan, 3:3).

Desde el punto de vista humano, no hay diferencia entre el primogénito de Egipto y el de Israel. La diferencia fue la aplicación de la sangre del cordero sacrificado en el dintel sobre la puerta y en los postes laterales de las casas de los israelitas:

Éxodo, 12:7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.

Éxodo, 12:12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 12:13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.

Éxodo, 12:21 Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. 12:22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 12:23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.

La sangre del cordero sacrificado debía untarse en la puerta de la casa. La palabra “lebrillo” puede significar “umbral”, de modo que la sangre del cordero quedaba en el lugar hueco del umbral.

La sangre se aplicó al dintel sobre la puerta y en los postes laterales. Cualquiera que entraba o salía de la casa pasaba por la sangre. Cristo fue sacrificado en el día catorce del mes de Nisán, justo cuando los corderos pascuales se estaban ofreciendo. La sangre del cordero pascual es símbolo de la sangre de Cristo. Todos somos pecadores, pero los que hemos confiado en Cristo estamos “bajo su sangre” y esta es la más importante diferencia entre los cristianos y el mundo incrédulo.

El cordero escogido:

Los judíos tenían un calendario civil y religioso y la Pascua marca el principio de su año religioso (Éxodo, 12:1). La muerte del cordero marca un nuevo comienzo, así como la muerte de Cristo lo hace para el pecador que cree.

[a] Antes de ser sacrificado:

El cordero debía seleccionarse en el décimo día (Éxodo, 12:3) e inmolarse “entre las dos tardes” del día catorce y quince del mes de Nisán (Éxodo, 12:6).

Así Cristo fue el Cordero ordenado desde antes de la fundación del mundo:

1 Pedro, 1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

[b] Sin macha:

El cordero debía ser macho y sin mancha, un símbolo del perfecto Cordero de Dios en quien no hay mancha ni contaminación:

Éxodo, 12:5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.

1 Pedro, 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

[c] Probado:

Desde el décimo día (donde eran seleccionados) hasta el día catorce (donde eran sacrificados), la gente vigilaba a los corderos para asegurarse de que eran satisfactorios. De igual manera, Cristo fue probado y observado durante su ministerio terrenal, en especial durante la última semana, antes de ser crucificado.

El cordero inmolado:

Un cordero vivo era una cosa hermosa, pero… ¡no podía salvar!. No somos salvos por el ejemplo de Cristo o su vida sino que somos salvos por su muerte.

¿Por qué debía derramarse sangre?.

Hebreos, 9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Levítico, 17:11 Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

Matar un cordero parecía necio a los egipcios (Egipto es símbolo del mundo), pero siempre fue la manera de Dios para traer salvación:

1 Corintios, 1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1:19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 1:20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 1:21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 1:22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 1:23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

La Fiesta de los Panes sin Levadura



Éxodo, 12:8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 12:9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 12:10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 12:11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.

A menudo, descuidamos esta importante parte de la Pascua: la Fiesta de los Panes sin Levadura. La levadura es símbolo del pecado: trabaja en silencio, corrompe e hincha y solo se quita con fuego. Los judíos tenían que quitar toda levadura de sus casas en la temporada de la Pascua y, durante siete días, no podían comer pan leudado.

La Fiesta de los Panes sin Levadura es símbolo:

[1] del pueblo de Dios limpiándose del pecado en su vida; y

2 Corintios, 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

[2] del pueblo de Dios alimentándose del Cordero para tener fuerza para el viaje:

La sangre del cordero fue suficiente para salvar de la muerte, pero la gente tenía que comer del cordero para recibir fuerza para su viaje y peregrinaje. La salvación es apenas el comienzo. Debemos alimentarnos en Cristo si hemos de tener fuerzas para seguirle.

Los cristianos somos peregrinos, siempre listos para las órdenes del Señor de avanzar:

Éxodo, 12:11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.

El cordero debía cocerse al fuego, lo cual habla de los sufrimientos de Cristo en la cruz. Nada debía dejarse para más tarde. Ninguna “sobra” puede satisfacer al creyente, porque necesitamos un Cristo entero. Necesitamos una obra completa en la cruz. Incluso mas, las sobras pueden dañarse y esto arruinaría el tipo, porque Cristo no vio corrupción (Salmos, 16:10). Es triste, pero demasiadas personas en la iglesia reciben el Cordero como salvación de la muerte, pero no se alimentan todos los días del Cordero.


La Fiesta de las Primicias


Levítico, 23:9 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 23:10 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. 23:11 Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo* la mecerá. 23:12 Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová. 23:13 Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin. 23:14 No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis.

Esta fiesta estaba reservada para la tierra de Canaán (la tierra prometida), cuando la gente tendría campos y cosechas. Sería imposible celebrar tal fiesta en el desierto. El día después del “sabat Pascual” (domingo, el primer día de la semana), el sacerdote mecía la primera gavilla de trigo ante el altar, como una señal de que la cosecha completa pertenecía al Señor. Este es un símbolo de la resurrección de nuestro Señor, puesto que Pablo le llama “las primicias”:

1 Corintios, 15:20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

Adorar en el día del Señor (el domingo) no fue una invención de la iglesia, como muchos creen, ya que, como podemos ver, estaba escrito en el calendario de Dios siglos antes.

La Fiesta de Pentecostés


Levítico, 23:15 Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo,* desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. 23:16 Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo* contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.

La palabra “Pentecostés” significa “cincuenta” y, precisamente, cincuenta días después de la resurrección de Cristo vino el Espíritu Santo (Hechos, 2). Durante cuarenta días, Cristo ministro a sus discípulos (Hechos, 1:3) y durante otros diez días ellos oraron  y esperaron a que llegara el Pentecostés.

Levítico, 23:17 De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.

La “ofrenda del nuevo grano” (Levítico, 23:16) se componía de dos hogazas de pan, lo cual simboliza a los judíos y a los gentiles bautizados en un solo cuerpo (la iglesia) por el Espíritu Santo:

1 Corintios, 12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Ahora se permite la levadura (Levítico, 23:17), lo cual es símbolo de que hay pecado en la iglesia de hoy.

El sacerdote presenta ahora dos panes y no gavillas de trigo (Levítico, 23:20), porque ahora los creyentes han sido unidos en Cristo por el Espíritu (1 Corintios, 12:13).

Es después de Pentecostés que tenemos la larga brecha cuando no hay fiestas. Hay tres fiestas en el primer mes (Nisán) y tres en el séptimo (Tishri), con Pentecostés entre ellas: Pascua, Primicias, Panes sin Levadura - Pentecostés – Trompetas, Día de la Expiación, Tabernáculos.

Esta larga brecha habla de la presente edad: la era de la iglesia. Israel ha rechazado al Cordero, por lo que no puede recibir al Espíritu Santo hasta que no reciba al Mesías. Israel esta esparcido por el mundo, por lo que no tiene ni templo, ni sacerdocio, ni sacrificio, ni rey. ¿Cuál es su futuro?. Se ve en las siguientes tres fiestas.


La Fiesta de las Trompetas



Levítico, 23:23 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 23:24 Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. 23:25 Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.


Como nación, a Israel se le instruía mediante las señales de los sacerdotes que tocaban las trompetas (Números, 10). La Fiesta de las Trompetas ilustra la reunión de Israel cuando las trompetas de Dios los llamaran desde los extremos de la tierra:

Isaías, 27:12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno. 27:13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.

Mateo, 24:29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 24:30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 24:31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Pero las trompetas no solo se tocaran en la 2° Venida de Cristo (Mateo, 24:29-31) sino también en el rapto de la iglesia:

1 Corintios, 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

1 Tesalonicenses, 4:15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Los judíos tocaban la trompeta para congregar a la asamblea y esto es lo que nuestro Señor hará cuando reúna (en el rapto) a sus hijos. Los judíos también tocaban trompetas para la guerra y, una vez que Jesucristo haya sacado a todos sus hijos de la tierra (en el rapto), declarara la guerra a las naciones.

El Día de la Expiación




En Israel, a lo largo del año, el pecado se expiaba de la siguiente manera:

[a] se sacrificaban diariamente dos corderos sin defecto, de un año, uno a la mañana y otro a la caída de la tarde, por los pecados del pueblo (Éxodo, 29:38-46, Números, 28:1-8);

[b] más todo un sistema de ofrendas compuesto por:

[1] los holocaustos (Levítico, 1:1-17);
[2] las ofrendas (Levítico, 2:1-16);
[3] las ofrendas de paz (Levítico, 3:1-17);
[4] las ofrendas por el pecado (Levítico, 4:1-35, 5:1-13); y
[5] las ofrendas expiatorias (Levítico, 5:14-19, 6:1-7);

El Día de la Expiación o Yom Kippur era un día (anual) de ayuno y aflicción, en el cual se expiaban los pecados que no se hubieran cubierto a lo largo del año, por medio del sistema de sacrificios y ofrendas señalados en los apartados [a] y [b] anteriores.

Características del Día de la Expiación o Yom Kippur:

[a] el sacerdote debía estar solo;

Levítico, 16:17 Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel.

Ningún levita podía ayudar en este importante rito. El sumo sacerdote tenía que oficiar solo. Así ocurrió con nuestro Señor Jesucristo, Sumo Sacerdote según la orden de Melquisedec (Hebreos, 4:14-16). Solo Él pudo pagar el precio por el pecado. Su nación lo rechazo, sus discípulos lo abandonaron y huyeron y el Padre le desamparo un instante antes de morir en la cruz. Nuestro Señor Jesucristo resolvió solo la cuestión del pecado, de una vez por todas.

[b] Tenía que dejar a un lado sus gloriosos vestidos;

Levítico, 16:4 Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua.

Esto es un símbolo de la venida de nuestro Señor a la tierra como un ser humano. Dejo a un lado los ropajes de su gloria y tomo la forma de Siervo, como escribe Pablo:

Filipenses, 2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

[c] El Lugar Santísimo;


El tabernáculo constaba de las siguientes secciones:


En el Lugar Santísimo, que era el lugar más sagrado del tabernáculo y que se encontraba al final del mismo y después de un velo, se encontraba el Arca de la Alianza:


El Arca de la Alianza contenía en su interior las tablas con los diez mandamientos. La parte superior del Arca, donde había dos querubines enfrentados con las alas desplegadas, se llamaba “Propiciatorio” y sobre el mismo el sumo sacerdote vertía la sangre de los animales que habían sido sacrificados.

Sobre el Arca, a su vez, se manifestaba la Gloria de Dios, como una luz, llamada “Shekinah”:



De este modo, la sangre quedaba entre las tablas, cuyas leyes habían sido transgredidas y la Gloria de Dios (la Shekinah).

Al Lugar Santísimo solo podía entrar el sumo sacerdote (Aarón y sus sucesores) y no en todo momento:

Levítico, 16:2 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.

[d] El sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo tres veces:

[1] con el incienso, que es símbolo de la gloria de Dios:

Levítico, 16:12 Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. 16:13 Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.

El incienso precedía a la sangre porque el propósito de la salvación es glorificar a Dios (Efesios, 1:6, 12, 14). Jesús murió no solo para salvar a los pecadores perdidos y darles vida sino para que Dios fuera glorificado (Juan, 17:1-5).

[2] con la sangre del sacrificio por sí mismo:

Levítico, 16:6 Y hará traer Aarón el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por su casa.
Levítico, 16:11 Y hará traer Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo.

Levítico, 16:14 Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre.

[3] con la sangre derramada por el pueblo:

Levítico, 16:5 Y de la congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y un carnero para holocausto.

Levítico, 16:7 Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. 16:8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. 16:9 Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. 16:10 Más el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.

Levítico, 16:15 Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.

El sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo primero con el incienso (Levítico, 16:12-13). Después regresaba a rociar la sangre del becerro por su propio pecado y el de su casa (Levítico, 16:14) y, finalmente, tomaba el macho cabrío designado para morir (Levítico, 16:9), lo mataba como una ofrenda por el pecado del pueblo y entraba al Lugar Santísimo, por tercera y última vez, llevando la sangre del macho cabrío para rociarla sobre el propiciatorio y así cubrir los pecados de la nación (Levítico, 16:15).

Luego, llegaba el turno del macho cabrío que había quedado vivo:

Levítico, 16:20 Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; 16:21 y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. 16:22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.

El sumo sacerdote colocaba sus manos sobre la cabeza del animal y confesaba los pecados del pueblo, transfiriendo simbólicamente la culpa al animal inocente. A esta cabra se la enviaba lejos al desierto, para nunca más volverla a ver, lo cual es símbolo de la remoción de los pecados de la nación. Por supuesto, estos ritos no quitaban el pecado, puesto que las ceremonias tenían que repetirse año tras año. Pero fueron un símbolo de lo que Cristo haría al morir de una vez por todas por los pecados del mundo.

Este “chivo expiatorio” es un símbolo de Cristo, ya que el Señor, luego de que todos los pecados de su pueblo fueron cargados sobre El, fue crucificado fuera de la ciudad, en el Gólgota.

Levítico, 16:23 Después vendrá Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las vestiduras de lino que había vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. 16:24 Lavará luego su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de ponerse sus vestidos saldrá,

Luego de completada la tarea, el sumo sacerdote se quitaba sus vestidos humildes de lino y se ponía los de gloria. Esto es símbolo de la resurrección y ascensión de Cristo, quien, después de acabar su obra en la cruz, regreso al Padre en su anterior gloria.

Levítico, 16:29 Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. 16:30 Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. 16:31 Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo.

Levítico, 16:34 Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó.

El Día de la expiación era un día de reposo (Levítico, 16:31), en el cual los israelitas no debían realizar ningún tipo de trabajo. Esto es símbolo de que la salvación no es por obras sino por la gracia de Dios (Efesios, 2:8-9).

La Fiesta de los Tabernáculos



Levítico, 23:33 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 23:34 Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días. 23:35 El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. 23:36 Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis.

Levítico, 23:39 Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo. 23:40 Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días. 23:41 Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. 23:42 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, 23:43 para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.

Durante siete días los judíos debían vivir en cabañas o tabernáculos, recordándoles la provisión y protección de Dios cuando estuvieron en el desierto. Pero también hay una futura Fiesta de los Tabernáculos para Israel, que será cuando el Rey haya sido recibido y la nación restaurada (Zacarías, 14:16-21). Así, esta fiesta habla del futuro reino milenial que Dios ha prometido para los judíos. La Fiesta de los Tabernáculos seguía a la cosecha (Levítico, 23:39), lo cual nos enseña que Dios reunirá toda su cosecha antes de que Cristo establezca su reino terrenal. La de los Tabernáculos debía ser una fiesta de regocijo y no de tristezas.

Hasta aquí las siete fiestas solemnes de Israel detalladas en Levítico, 16 y 23.

La Fiesta de Hanukkah


Esta fiesta no forma parte de las siete fiestas tradicionales de Israel (Levítico, 16 y 23). Se incorporó después. Tras la muerte de Alejandro Magno, cuatro de sus generales, tomaron el reino: Lisímaco, Seleuco, Ptolomeo y Casandro. Uno gobernó Siria, otro Egipto, otro Arabia y otro Israel. Y de Siria (gobernada por Seleuco, quien fundó la dinastía seleucida) salió Antíoco Epifano o Antíoco IV, que profano el templo de Israel, levantando una imagen de Zeus dentro del mismo y sacrificando un cerdo en el altar (esta es la “abominación desoladora” de la que hablo el profeta Daniel).

ANTÍOCO IV


En 167 a.C., Antíoco IV organizó una expedición contra Jerusalén, la cual saqueó. Según el Libro de los Macabeos, promulgó varias ordenanzas de tipo religioso: trató de suprimir el culto a Jehová, prohibió el judaísmo, suspendiendo toda clase de manifestación religiosa, mandó que se comieran alimentos considerados impuros y trató de establecer el culto a los dioses griegos. Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos llamados Macabeos consiguieron levantar a la población en su contra y lo expulsaron.

Los Macabeos fueron una familia numerosa judía, que tomaron las armas contra los griegos. Y ellos ganaron muchos adeptos. De aquí surgieron los “zelotes”, que representaron la resistencia armada judía durante la época de la dominación romana (Barrabas era “zelote”). El imperio griego fue enfrentado por una minoría judía: los Macabeos.

Cuando la ciudad de Jerusalén estaba sitiada ocurrió un milagro impresionante, que dio origen a una de la fiesta de Hanukkah. El (segundo) templo vivió uno de sus días más difíciles. La “Menorah” es el conocido candelabro de siete brazos que Dios había ordenado construir a Moisés y que se encontraba en el templo. Este candelabro tenía que permanecer encendido de día y de noche (no podía apagarse nunca).

Lo que hacía arder a este candelabro era aceite de oliva. Pero la ciudad de Jerusalén se encontraba sitiada (rodeada) por los griegos  y no había manera de conseguir más aceite, con lo cual este candelabro amenazaba con apagarse, motivo por el cual los sacerdotes judíos estaban desesperados.

Cuenta la historia que uno de los levitas encontró, en unos pasadizos secretos del templo, una botella, sin abrir, que contenía aceite de oliva. Este levita corrió entonces al sumo sacerdote y le mostro la botella que había encontrado, con el aceite de oliva para hacer arder el candelabro.

La porción encontrada de aceite de oliva en la botella alcanzaba solo para un día, pero, milagrosamente, alcanzo para hacer arder el candelabro durante 8 días. Por eso también hay un candelabro que tiene nueve brazos, con nueve velas y es el candelabro de “Hanukkah”. “Hanukkah” es el nombre de una fiesta que también se la conoce como la Fiesta de las Luces o la Fiesta de la Dedicación, recordando la gesta de los Macabeos. ¿Porque tiene nueve velas este candelabro?. Porque con una vela se van encendiendo las otras ocho, porque el milagro duro ocho días. Al final de los ocho días Israel venció a los griegos. Un milagro de Dios, un milagro de sobrevivencia. Los judíos tuvieron que desarmar el altar, donde se había sacrificado el cerdo, y construir un nuevo altar. Por eso a la fiesta de “Hanukkah” también se la llama “Fiesta de la Dedicación”, porque tuvieron que re-dedicar el altar nuevamente a Dios. Sacar las piedras y colocar nuevas piedras y hacer nuevos sacrificios en el nuevo altar. En esta fiesta de “Hanukkah”, el candelabro de nueve velas no se enciende todo de golpe, sino que se enciende una vela por noche.

Recién en la octava noche el candelabro arde completo. Si Israel no hubiese vencido en la gesta de los Macabeos, Jesucristo no hubiese nacido, porque lo que pretendían los griegos (impulsados por Satanás, claro está) era exterminar al pueblo judío, a la nación de Israel, para que precisamente el Mesías no venga. Tal es la relevancia histórica de la fiesta del “Hanukkah”.

¿Participo el Mesías, en sus días en la tierra, de esta fiesta?.

Juan, 10:22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, 10:23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 10:24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 10:25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis;

El versículo anterior dice que “celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación”. La dedicación del templo, sin dudas la fiesta de “Hanukkah”. Era invierno, dice el versículo. Esto es a mediados de diciembre (Kislev, en el calendario judío), que es cuando los judíos celebran esta fiesta. Esta fiesta es tan importante que el mismísimo Mesías la vivió en sus días.


La Fiesta del Purim


Esta fiesta tampoco forma parte de las siete fiestas tradicionales de Israel (Levítico, 16 y 23) y su origen lo podemos encontrar en los sucesos que se relatan en el libro de Ester.

Uno de los propósitos del libro de Ester es proveer una crónica y el trasfondo histórico de la fiesta judía de Purim (Ester, 3:6-7; 9:26-28) y así mantener vivo, para las generaciones venideras, el recuerdo de la gran liberación del pueblo judío en Persia.

Después que los persas conquistaron al imperio babilónico en 539 a.C., el centro de gobierno de los judíos exiliados se transfirió a Persia. La capital, Susa, es el lugar de la historia de Ester, durante el reinado de Asuero (su nombre hebreo), también llamado Jerjes I (su nombre griego) o Jshayarsha (su nombre persa), que gobernó en 486-465 a.C.. El libro de Ester cubre los años 483-473 a.C. del reinado de Asuero (Ester, 1:3; 3:7) y la mayoría de los sucesos ocurren en 473 a.C..

Ester llego a ser reina de Persia en 478 a.C. (Ester, 2:16). Cronológicamente, el episodio de Ester en Persia cae entre Esdras 6 y 7, es decir, entre el primer regreso de judíos exiliados desde Babilonia y Persia a Jerusalén en 538 a.C., bajo la dirección de Zorobabel (Esdras, 1 al 6) y el segundo regreso dirigido por Esdras en 457 a.C. (Esdras 7-10).

Aunque el libro de Ester se coloca después de Nehemías en el AT, sus acontecimientos, en realidad, ocurrieron 30 años antes del regreso de Nehemías a Jerusalén (en 444 a.C.) para reconstruir el muro. Mientras que los libros postexílicos de Esdras y Nehemías tratan asuntos que involucran al remanente judío que regresó a Jerusalén, Ester registra un suceso de crucial importancia entre los judíos que permanecieron en Persia. La importancia de la reina Ester no se ve solo en que salvo a su pueblo de la destrucción, sino también en que aseguro su protección en una tierra extranjera (Ester, 8:17, 10:3). Este acto providencial hizo posible el servicio de Nehemías (como copero) en la corte del rey Artajerjes (hijo y sucesor de Asuero o Jerjes I) varias décadas después, así como también su elección para reconstruir el muro de Jerusalén.

Si Ester y los judíos (incluido Nehemías) hubieran perecido en Persia, el remanente desamparado en Jerusalén tal vez nunca hubiera reconstruido su ciudad y el resultado de la historia judía postexilica, de seguro, hubiera sido muy diferente. Aunque se desconoce el autor del libro de Ester, es evidente en el libro que conocía personalmente las costumbres persas, el palacio de Susa y detalles acerca del rey Asuero, lo cual implica que el autor probablemente vivía en Persia durante el periodo descripto en el libro. Además, el aprecio del autor por los judíos y su conocimiento de las costumbres judías sugieren que fue judío. Es probable que el autor fuera un contemporáneo más joven que Mardoqueo y que este le dio mucha de la información de primera mano del libro, el cual se puso en su forma actual después de la vida de Mardoqueo (Ester, 10:1-3).

El libro de Ester presenta un análisis de cinco personajes principales de la historia:

[1] el rey persa Asuero;
[2] su primer ministro, Aman;
[3] Vasti, la reina que precedió a Ester;
[4] Ester, la hermosa joven judía que llego a ser reina; y
[5] Mardoqueo, el justo primo de Ester que la adopto como hija y la cuido en su juventud.

Ester, por supuesto, es la heroína de la historia, Aman es el villano y Mardoqueo es el héroe que, como el objeto principal del desprecio de Aman, es vindicado y exaltado al fin. La figura clave de los sucesos del libro es Mardoqueo, pues influyo en la reina Ester dándole consejos justos.

La providencia de Dios está presente en todas partes del libro. Se ve primero en la selección de una virgen judía llamada Hadasa (hebreo), Ester (persa) o Esther (griego), para reina de Persia en una hora crucial de la historia judía (cap. 1-2 y 4:4). La providencia de Dios es otra vez evidente cuando Mardoqueo, el primo de Ester que la había criado como su hija (Ester, 2:7), oyó por casualidad un complot para asesinar al rey, lo expuso, salvo al rey y su hecho quedo registrado en las crónicas reales (Ester, 2:19-34), lo cual el rey descubrió de modo providencial en el momento preciso, durante el desvelo de una noche (Ester, 6:1-14). Aman, primer ministro del rey Asuero, que odiaba a Mardoqueo y a todos los judíos, concibió una trama horrible y persuadió con engaño al rey de emitir un decreto para aniquilar a todos los judíos el 13 del mes de Adar (Ester, 3:13).

Mardoqueo le insistió a Ester que intercediera ante el rey por los judíos. Después de un ayuno de tres días por todos los judíos, Ester arriesgo la vida al aproximarse al trono del rey sin haber sido invitada (Ester, 4), recibió el favor del rey (Ester, 5:1-4) y le informó el complot de Aman. Posteriormente, el rey hizo ahorcar a Aman en la misma horca que este había preparado para Mardoqueo (Ester, 7:1-10). Un segundo decreto del rey les permitió a los judíos triunfar sobre sus enemigos (Ester, 8:1 - 9:16).

Esto llego a ser una ocasión de gran celebración y el comienzo de la fiesta anual de Purim (Ester, 9:17-32). El libro concluye con una nota acerca de la fama de Mardoqueo (Ester, 10:1-3).

El día catorce del duodécimo mes, los judíos descansaron y se regocijaron por la liberación de Dios. Mardoqueo se sintió impulsado a declarar festivos los días catorce y quince del mes de Adar (el mes doce) para que los judíos conmemoraran la gran liberación y es así que, hasta nuestros días, los judíos celebran la Fiesta de Purim.

El significado de “Purim” se explica en:

Ester, 9:26 Por esto llamaron a estos días Purim, por el nombre Pur. Y debido a las palabras de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que llevó a su conocimiento,

El plural de “Pur” (en hebreo: “suerte”) es “Purim”.

Los años especiales

El sistema económico de Israel se basaba en tres principios fundamentales:

[1] Dios poseía la tierra y tenía el derecho de controlarla;

Levítico, 25:23 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.

[2] Dios poseía al pueblo, porque lo había redimido de la esclavitud de Egipto;

Levítico, 25:38 Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios.

Levítico, 25:42 Porque son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra de Egipto; no serán vendidos a manera de esclavos.

Levítico, 25:55 Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.

[3] los judíos eran una familia (“tu hermano”) y debían preocuparse los unos por los otros;

Levítico, 25:25 Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano hubiere vendido.

Levítico, 25:35 Y cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. 25:36 No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo.

Levítico, 25:39 Y cuando tú hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo.

Josué y el ejército judío conquistaron la tierra de Canaán, pero fue Dios el que designo la heredad (Josué, 13 al 21). EL pueblo “poseía” la tierra y disfrutaba de sus productos, pero Dios la poseía en propiedad y determinaba como se usaría.


El año sabático




Levítico, 25:1 Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: 25:2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová. 25:3 Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. 25:4 Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. 25:5 Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra. 25:6 Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo; 25:7 y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.

El calendario judío del AT funcionaba en una serie de “sietes”. El séptimo día de la semana era el “sabat”. Siete semanas después de la Pascua venia el Pentecostés y el séptimo mes del año se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos. Cada séptimo año era el “año sabático” y, después de siete años sabáticos, venia el año del “jubileo”.

El “año sabático” era la manera de Dios de permitir que la tierra descansara y restaurara su productividad. Al pueblo no se le permitía tener una cosecha formal ese año, pero cualquiera podía comer del producto de los campos y huertos. Dios prometió proveer abundantes cosechas durante el sexto año, de modo que observar el año sabático era, en realidad, una prueba de fe para el pueblo. Era también una expresión del amor de Dios por los pobres de la tierra (Éxodo, 23:11).

Todas las deudas debían remitirse al final del séptimo año:

Deuteronomio, 15:1 Cada siete años harás remisión. 15:2 Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová.

Los siervos (esclavos) judíos se suponía que debían servir solo seis años:

Éxodo, 21:2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde.

El año sabático era un tiempo de descanso y renovación para la tierra, el pueblo y los animales que la trabajaban. Era también la oportunidad para un nuevo comienzo para los que habían experimentado dificultades financieras.

Por desobedecer, entre otras, esta ley (la del año sabático) sobrevino a Israel los setenta años de desolación (exilio en Babilonia) profetizados por Jeremías.

2 Crónicas, 36:21 para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

El pasaje anterior da a entender que:

[a] una de las razones del exilio que duro setenta años, fue el descanso que los judíos no habían dado a la tierra (por su avaricia); y

[b] la Palabra de Dios siempre se cumple;

Jeremías profetizo contra el reino del sur, conformado por las tribus de Judá y Benjamín, con capital en Jerusalén (donde estaba el templo). El reino del norte, conformado por las otras diez tribus, con capital en Samaria, ya había caído (también por su desobediencia) en 722 a.C. bajo el dominio asirio.

Es así que Jeremías profetiza el exilio de sesenta años:

Jeremías, 25:8 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, 25:9 he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. 25:10 Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. 25:11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.

En cumplimiento de esta profecía de Jeremías, el imperio babilónico, comandado por el rey Nabucodonosor, invade, en 586 a.C., el reino del sur, destruyendo la ciudad de Jerusalén y el templo.

Los profetas, a menudo condenaron a los líderes judíos y ricos por tratar despiadadamente a los pobres. Si se hubiera observado la ley del año sabático, se hubiera impedido que los pobres perdieran sus tierras y que los ricos acumularan grandes propiedades y, probablemente (porque hubo algunas otras razones, entre ellas, la idolatría), la profecía de Jeremías de los setenta años de exilio no hubiese existido.

Durante la Fiesta de los Tabernáculos, en cada año sabático, los sacerdotes debían leer y explicar al pueblo el libro de Deuteronomio (donde Moisés repaso toda la ley, antes de morir):

Deuteronomio, 31:9 Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. 31:10 Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, 31:11 cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos.

Era algo así como una conferencia bíblica que duraba una semana, durante la cual se le recordaba al pueblo lo que Dios había hecho por ellos y de lo que, a su vez, El esperaba de ellos. El pueblo de Dios necesitaba que alguien le enseñara su Palabra, porque cada nueva generación necesitaba aprenderla y las viejas generaciones necesitaban recordarla.

El año del jubileo


Levítico, 25:8 Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. 25:9 Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. 25:10 Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia. 25:11 El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos, 25:12 porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis. 25:13 En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión. 25:14 Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano. 25:15 Conforme al número de los años después del jubileo comprarás de tu prójimo; conforme al número de los años de los frutos te venderá él a ti. 25:16 Cuanto mayor fuere el número de los años, aumentarás el precio, y cuanto menor fuere el número, disminuirás el precio; porque según el número de las cosechas te venderá él. 25:17 Y no engañe ninguno a su prójimo, sino temed a vuestro Dios; porque yo soy Jehová vuestro Dios.

Levítico, 25:23 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. 25:24 Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra.

La palabra “jubileo” procede de la palabra “yobel”, que significa “cuerno de carnero”. Este año especial se anunciaba con el toque de trompetas en el Día de la Expiación o Yom Kippur. De esta manera, el año comenzaba con ayuno y arrepentimiento conforme la nación confesaba sus pecados al Señor (Levítico, 16).

Durante el año del jubileo, el pueblo reclamaba la tierra que se había vendido, de modo que no saliera del control de la familia o tribu. Y los judíos que compraran propiedad calcularían el precio hasta el próximo año del jubileo, cuando la tierra volvería a su dueño original. Cuanto alimento produciría en ese tiempo era una consideración principal. Como en el año sabático, la tierra debía descansar durante el año del jubileo. El pueblo tenía que confiar en que Dios les proveería lo que necesitaban para el año sabático (el año cuarenta y nueve), el año del jubileo (el año cincuenta) y el año cincuenta y uno (cuando volverían a sembrar). No habría nueva cosecha sino hasta el año siguiente.

El pueblo no poseía la tierra, por lo que no podían venderla para siempre (Levítico, 25:23). Dios les dio la tierra (Génesis, 12:1-3, 15:7, 17:8, Deuteronomio, 5:16) y les permitió usarla, pero siempre la controlaría El. El pueblo debía andar en el temor del Señor y no usar su riqueza para oprimirse mutuamente.

Los esclavos se liberaban durante este año especial y así las familias se reunían de nuevo.
El año del jubileo señala la edad del reino, cuando Cristo Jesús reinara en gloria y cumplirá las promesas hechas al pueblo judío. En un sentido espiritual, el año del jubileo es un símbolo de nuestra vida cristiana. En Lucas, 4:16-19, el Señor cita Isaías, 61:1-2:

Lucas, 4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 4:19 A predicar el año agradable del Señor.

Al leer del AT en la sinagoga aquel sabat en Nazaret, Jesucristo se detuvo en “el año agradable del Señor” (Lucas, 4:19), que se refiere al año del jubileo. El Señor no leyó “el día de la venganza de nuestro Dios” (Isaías, 61:2), porque ese día de juicio no vendrá sino hasta que Dios haya concluido su programa presente de “tomar de ellos pueblo para su nombre” (Hechos, 15:14).


QUE DIOS LOS BENDIGA!



Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA