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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Introducción
Las siete fiestas del Señor están
repletas de simbolismo y ameritan un cuidadoso estudio. Es importante notar el
orden de estas siete fiestas, porque nos dan el “calendario profético”, tanto para
Israel como para la iglesia.
El año religioso empezaba con la Pascua, la cual es un cuadro de la muerte de Cristo. Al día siguiente del sabat Pascual (un domingo), los Israelitas celebraban la Fiesta de las Primicias, que es un cuadro de la resurrección del Señor de entre los muertos. La semana siguiente a la Pascua se dedicaba a la Fiesta de los Panes sin Levadura, cuando se eliminaba toda levadura de las casas. Esto ilustra la santificación de los creyentes al quitar el pecado de sus vidas. Todo esto ocurría en el primer mes del año (Nisán). Cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias está el Pentecostés del NT, la llegada del Espíritu Santo sobre la iglesia. En el séptimo mes (Tishri) se celebraban tres fiestas. Abría el mes la Fiesta de las Trompetas, recordándonos de la reunión del pueblo de Dios cuando el Señor vuelva. El décimo día era el Día de la Expiación, ilustrando el limpiamiento del pueblo de Dios. Y, desde el decimoquinto día hasta el vigésimo, los judíos celebraban con gozo las Fiesta de los Tabernáculos, que es un símbolo de las bendiciones del reino futuro.
El año religioso empezaba con la Pascua, la cual es un cuadro de la muerte de Cristo. Al día siguiente del sabat Pascual (un domingo), los Israelitas celebraban la Fiesta de las Primicias, que es un cuadro de la resurrección del Señor de entre los muertos. La semana siguiente a la Pascua se dedicaba a la Fiesta de los Panes sin Levadura, cuando se eliminaba toda levadura de las casas. Esto ilustra la santificación de los creyentes al quitar el pecado de sus vidas. Todo esto ocurría en el primer mes del año (Nisán). Cincuenta días después de la Fiesta de las Primicias está el Pentecostés del NT, la llegada del Espíritu Santo sobre la iglesia. En el séptimo mes (Tishri) se celebraban tres fiestas. Abría el mes la Fiesta de las Trompetas, recordándonos de la reunión del pueblo de Dios cuando el Señor vuelva. El décimo día era el Día de la Expiación, ilustrando el limpiamiento del pueblo de Dios. Y, desde el decimoquinto día hasta el vigésimo, los judíos celebraban con gozo las Fiesta de los Tabernáculos, que es un símbolo de las bendiciones del reino futuro.
El pueblo de Dios es un pueblo
esparcido que debe reunirse, un pueblo pecador que debe limpiarse y un pueblo
sufriente al que se le debe dar gozo. El largo periodo (alrededor de tres
meses) entre Pentecostés y la Fiesta de las Trompetas habla de la presente edad
de la iglesia, cuando Israel se ha dejado a un lado debido a que rechazo a su Mesías.
La Pascua
La Pascua marca el nacimiento de
la nación de Israel y su liberación de la esclavitud. Este gran suceso también
es símbolo de Cristo y de su obra en la cruz (Juan, 1:29, 1 Corintios, 5:7-8, 1
Pedro, 1:18-20).
Como muchos saben, Dios comisiono
a Moisés para que libere a su pueblo Israel de Egipto. Ante la negativa de Faraón
y antes de la décima y última plaga (la muerte de los primogénitos) Dios envió
nuevas plagas sobre Egipto:
[1] la plaga de sangre;
[2] la plaga de ranas;
[3] la plaga de piojos;
[4] la plaga de moscas;
[5] la plaga en el ganado;
[6] la plaga de ulceras;
[7] la plaga de granizo;
[8] la plaga de langostas;
[9] la plaga de tinieblas;
La paciencia de Dios con Faraón
se agotó y su juicio final (la muerte de los primogénitos) era inminente:
Éxodo, 11:1 Jehová dijo a Moisés:
Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os
dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 11:2 Habla
ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina,
alhajas de plata y de oro. 11:3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos
de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de
Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 11:4
Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio
de Egipto, 11:5 y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el
primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la
sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias.
Nótese que la muerte vendría a
“todos los primogénitos” (Éxodo, 11:5). ¿Por qué?. Porque todos hemos pecado
(Romanos, 3:23) y la paga del pecado es muerte (Romanos, 6:23). Dios especifica
que el “primogénito” morirá y esto habla del rechazo de Dios a nuestro primer
nacimiento. Mientras no se conviertan, todas las personas son “primogénitos”, lo
cual significa que no han “nacido otra vez” (Juan, 3:3).
Desde el punto de vista humano,
no hay diferencia entre el primogénito de Egipto y el de Israel. La diferencia
fue la aplicación de la sangre del cordero sacrificado en el dintel sobre la
puerta y en los postes laterales de las casas de los israelitas:
Éxodo, 12:7 Y tomarán de la
sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo
han de comer.
Éxodo, 12:12 Pues yo pasaré
aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra
de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en
todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 12:13 Y la sangre os será por señal
en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no
habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Éxodo, 12:21 Y Moisés convocó a
todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras
familias, y sacrificad la pascua. 12:22 Y tomad un manojo de hisopo, y
mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos
postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de
las puertas de su casa hasta la mañana. 12:23 Porque Jehová pasará
hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos
postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras
casas para herir.
La sangre del cordero sacrificado
debía untarse en la puerta de la casa. La palabra “lebrillo” puede significar
“umbral”, de modo que la sangre del cordero quedaba en el lugar hueco del
umbral.
La sangre se aplicó al dintel
sobre la puerta y en los postes laterales. Cualquiera que entraba o salía de la
casa pasaba por la sangre. Cristo fue sacrificado en el día catorce del mes de Nisán,
justo cuando los corderos pascuales se estaban ofreciendo. La sangre del cordero
pascual es símbolo de la sangre de Cristo. Todos somos pecadores, pero los que
hemos confiado en Cristo estamos “bajo su sangre” y esta es la más importante
diferencia entre los cristianos y el mundo incrédulo.
El cordero escogido:
Los judíos tenían un calendario
civil y religioso y la Pascua marca el principio de su año religioso (Éxodo,
12:1). La muerte del cordero marca un nuevo comienzo, así como la muerte de
Cristo lo hace para el pecador que cree.
[a] Antes de ser sacrificado:
El cordero debía seleccionarse en
el décimo día (Éxodo, 12:3) e inmolarse “entre las dos tardes” del día catorce
y quince del mes de Nisán (Éxodo, 12:6).
Así Cristo fue el Cordero
ordenado desde antes de la fundación del mundo:
1 Pedro, 1:20 ya destinado desde
antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por
amor de vosotros,
[b] Sin macha:
El cordero debía ser macho y sin
mancha, un símbolo del perfecto Cordero de Dios en quien no hay mancha ni
contaminación:
Éxodo, 12:5 El animal será sin
defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.
1 Pedro, 1:19 sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
[c] Probado:
Desde el décimo día (donde eran
seleccionados) hasta el día catorce (donde eran sacrificados), la gente
vigilaba a los corderos para asegurarse de que eran satisfactorios. De igual
manera, Cristo fue probado y observado durante su ministerio terrenal, en
especial durante la última semana, antes de ser crucificado.
El cordero inmolado:
Un cordero vivo era una cosa
hermosa, pero… ¡no podía salvar!. No somos salvos por el ejemplo de Cristo o su
vida sino que somos salvos por su muerte.
¿Por qué debía derramarse sangre?.
Hebreos, 9:22 Y casi todo es
purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace
remisión.
Levítico, 17:11 Porque la vida de
la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el
altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.
Matar un cordero parecía necio a
los egipcios (Egipto es símbolo del mundo), pero siempre fue la manera de Dios
para traer salvación:
1 Corintios, 1:18 Porque la
palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan,
esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1:19 Pues está escrito: Destruiré
la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 1:20
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este
siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 1:21 Pues ya que en
la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó
a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 1:22 Porque
los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 1:23 pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero,
y para los gentiles locura;
Éxodo, 12:8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 12:9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 12:10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 12:11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
A menudo, descuidamos esta
importante parte de la Pascua: la Fiesta de los Panes sin Levadura. La levadura
es símbolo del pecado: trabaja en silencio, corrompe e hincha y solo se quita
con fuego. Los judíos tenían que quitar toda levadura de sus casas en la
temporada de la Pascua y, durante siete días, no podían comer pan leudado.
La Fiesta de los Panes sin
Levadura es símbolo:
[1] del pueblo de Dios limpiándose
del pecado en su vida; y
2 Corintios, 7:1 Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y
de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
[2] del pueblo de Dios alimentándose
del Cordero para tener fuerza para el viaje:
La sangre del cordero fue
suficiente para salvar de la muerte, pero la gente tenía que comer del cordero
para recibir fuerza para su viaje y peregrinaje. La salvación es apenas el
comienzo. Debemos alimentarnos en Cristo si hemos de tener fuerzas para seguirle.
Los cristianos somos peregrinos,
siempre listos para las órdenes del Señor de avanzar:
Éxodo, 12:11 Y lo comeréis así:
ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en
vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.
El cordero debía cocerse al
fuego, lo cual habla de los sufrimientos de Cristo en la cruz. Nada debía
dejarse para más tarde. Ninguna “sobra” puede satisfacer al creyente, porque
necesitamos un Cristo entero. Necesitamos una obra completa en la cruz. Incluso
mas, las sobras pueden dañarse y esto arruinaría el tipo, porque Cristo no vio corrupción
(Salmos, 16:10). Es triste, pero demasiadas personas en la iglesia reciben el
Cordero como salvación de la muerte, pero no se alimentan todos los días del
Cordero.
La Fiesta de las Primicias
Levítico, 23:9 Y habló Jehová a
Moisés, diciendo: 23:10 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis
entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote
una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. 23:11 Y
el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el
día siguiente del día de reposo* la mecerá. 23:12 Y el día que ofrezcáis
la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a
Jehová. 23:13 Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada
con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de
vino, la cuarta parte de un hin. 23:14 No comeréis pan, ni grano tostado,
ni espiga fresca, hasta este mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de
vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que
habitéis.
Esta fiesta estaba reservada para
la tierra de Canaán (la tierra prometida), cuando la gente tendría campos y
cosechas. Sería imposible celebrar tal fiesta en el desierto. El día después
del “sabat Pascual” (domingo, el primer día de la semana), el sacerdote mecía
la primera gavilla de trigo ante el altar, como una señal de que la cosecha
completa pertenecía al Señor. Este es un símbolo de la resurrección de nuestro
Señor, puesto que Pablo le llama “las primicias”:
1 Corintios, 15:20 Mas ahora
Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho. 15:21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por
un hombre la resurrección de los muertos.
Adorar en el día del Señor (el
domingo) no fue una invención de la iglesia, como muchos creen, ya que, como
podemos ver, estaba escrito en el calendario de Dios siglos antes.
La Fiesta de Pentecostés
La palabra “Pentecostés” significa “cincuenta” y, precisamente, cincuenta días después de la resurrección de Cristo vino el Espíritu Santo (Hechos, 2). Durante cuarenta días, Cristo ministro a sus discípulos (Hechos, 1:3) y durante otros diez días ellos oraron y esperaron a que llegara el Pentecostés.
Levítico, 23:17 De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.
La “ofrenda del nuevo grano” (Levítico, 23:16) se componía de dos hogazas de pan, lo cual simboliza a los judíos y a los gentiles bautizados en un solo cuerpo (la iglesia) por el Espíritu Santo:
1 Corintios, 12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Ahora se permite la levadura (Levítico, 23:17), lo cual es símbolo de que hay pecado en la iglesia de hoy.
El sacerdote presenta ahora dos panes y no gavillas de trigo (Levítico, 23:20), porque ahora los creyentes han sido unidos en Cristo por el Espíritu (1 Corintios, 12:13).
Es después de Pentecostés que tenemos la larga brecha cuando no hay fiestas. Hay tres fiestas en el primer mes (Nisán) y tres en el séptimo (Tishri), con Pentecostés entre ellas: Pascua, Primicias, Panes sin Levadura - Pentecostés – Trompetas, Día de la Expiación, Tabernáculos.
Esta larga brecha habla de la presente edad: la era de la iglesia. Israel ha rechazado al Cordero, por lo que no puede recibir al Espíritu Santo hasta que no reciba al Mesías. Israel esta esparcido por el mundo, por lo que no tiene ni templo, ni sacerdocio, ni sacrificio, ni rey. ¿Cuál es su futuro?. Se ve en las siguientes tres fiestas.
Levítico, 23:23 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 23:24 Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. 23:25 Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Como nación, a Israel se le instruía mediante las señales de los sacerdotes que tocaban las trompetas (Números, 10). La Fiesta de las Trompetas ilustra la reunión de Israel cuando las trompetas de Dios los llamaran desde los extremos de la tierra:
Isaías, 27:12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno. 27:13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.
Mateo, 24:29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 24:30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 24:31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
Pero las trompetas no solo se tocaran en la 2° Venida de Cristo (Mateo, 24:29-31) sino también en el rapto de la iglesia:
1 Corintios, 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
1 Tesalonicenses, 4:15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 4:17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Los judíos tocaban la trompeta para congregar a la asamblea y esto es lo que nuestro Señor hará cuando reúna (en el rapto) a sus hijos. Los judíos también tocaban trompetas para la guerra y, una vez que Jesucristo haya sacado a todos sus hijos de la tierra (en el rapto), declarara la guerra a las naciones.
El Día de la Expiación
En Israel, a lo largo del año, el pecado se expiaba de la siguiente
manera:
[a] se sacrificaban diariamente dos corderos sin defecto, de un año, uno
a la mañana y otro a la caída de la tarde, por los pecados del pueblo (Éxodo,
29:38-46, Números, 28:1-8);
[b] más todo un sistema de ofrendas compuesto por:
[1] los holocaustos (Levítico, 1:1-17);
[2] las ofrendas (Levítico, 2:1-16);
[3] las ofrendas de paz (Levítico, 3:1-17);
[4] las ofrendas por el pecado (Levítico, 4:1-35, 5:1-13); y
[5] las ofrendas expiatorias (Levítico, 5:14-19, 6:1-7);
El Día de la Expiación o Yom Kippur era un día (anual) de ayuno y aflicción,
en el cual se expiaban los pecados que no se hubieran cubierto a lo largo del
año, por medio del sistema de sacrificios y ofrendas señalados en los apartados
[a] y [b] anteriores.
Características del Día de la Expiación o Yom Kippur:
[a] el sacerdote debía estar solo;
Levítico, 16:17 Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando
él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho
la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel.
Ningún levita podía ayudar en este importante rito. El sumo sacerdote tenía
que oficiar solo. Así ocurrió con nuestro Señor Jesucristo, Sumo Sacerdote
según la orden de Melquisedec (Hebreos, 4:14-16). Solo Él pudo pagar el precio
por el pecado. Su nación lo rechazo, sus discípulos lo abandonaron y huyeron y
el Padre le desamparo un instante antes de morir en la cruz. Nuestro Señor
Jesucristo resolvió solo la cuestión del pecado, de una vez por todas.
[b] Tenía que dejar a un lado sus gloriosos vestidos;
Levítico, 16:4 Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo
tendrá calzoncillos de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de
lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después
de lavar su cuerpo con agua.
Esto es un símbolo de la venida de nuestro Señor a la tierra como un ser
humano. Dejo a un lado los ropajes de su gloria y tomo la forma de Siervo, como
escribe Pablo:
Filipenses, 2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual
a Dios como cosa a que aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 2:8 y estando en
la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz.
[c] El
Lugar Santísimo;
El tabernáculo
constaba de las siguientes secciones:
En el Lugar Santísimo, que era el
lugar más sagrado del tabernáculo y que se encontraba al final del mismo y después
de un velo, se encontraba el Arca de la Alianza:
El Arca de la Alianza contenía en
su interior las tablas con los diez mandamientos. La parte superior del Arca,
donde había dos querubines enfrentados con las alas desplegadas, se llamaba “Propiciatorio”
y sobre el mismo el sumo sacerdote vertía la sangre de los animales que habían
sido sacrificados.
Sobre el Arca, a su vez, se
manifestaba la Gloria de Dios, como una luz, llamada “Shekinah”:
De este modo, la sangre quedaba
entre las tablas, cuyas leyes habían sido transgredidas y la Gloria de Dios (la
Shekinah).
Al Lugar Santísimo solo podía
entrar el sumo sacerdote (Aarón y sus sucesores) y no en todo momento:
Levítico, 16:2 Y Jehová dijo a
Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario
detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no
muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.
[d] El sumo sacerdote entraba al
Lugar Santísimo tres veces:
[1] con el incienso, que es símbolo
de la gloria de Dios:
Levítico, 16:12 Después tomará un
incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños
llenos del perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. 16:13 Y
pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume
cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.
El incienso precedía a la sangre
porque el propósito de la salvación es glorificar a Dios (Efesios, 1:6, 12,
14). Jesús murió no solo para salvar a los pecadores perdidos y darles vida
sino para que Dios fuera glorificado (Juan, 17:1-5).
[2] con la sangre del sacrificio
por sí mismo:
Levítico, 16:6 Y hará traer Aarón
el becerro de la expiación que es suyo, y hará la reconciliación por sí y por
su casa.
Levítico, 16:11 Y hará traer
Aarón el becerro que era para expiación suya, y hará la reconciliación por sí y
por su casa, y degollará en expiación el becerro que es suyo.
Levítico, 16:14 Tomará luego de
la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al lado
oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella
sangre.
[3] con la sangre derramada por
el pueblo:
Levítico, 16:5 Y de la
congregación de los hijos de Israel tomará dos machos cabríos para expiación, y
un carnero para holocausto.
Levítico, 16:7 Después tomará los
dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del
tabernáculo de reunión. 16:8 Y echará suertes Aarón sobre los dos machos
cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. 16:9 Y hará
traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo
ofrecerá en expiación. 16:10 Más el macho cabrío sobre el cual cayere la
suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la
reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.
Levítico, 16:15 Después degollará
el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre
detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del
becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.
El sumo sacerdote entraba al
Lugar Santísimo primero con el incienso (Levítico, 16:12-13). Después regresaba
a rociar la sangre del becerro por su propio pecado y el de su casa (Levítico,
16:14) y, finalmente, tomaba el macho cabrío designado para morir (Levítico,
16:9), lo mataba como una ofrenda por el pecado del pueblo y entraba al Lugar Santísimo,
por tercera y última vez, llevando la sangre del macho cabrío para rociarla
sobre el propiciatorio y así cubrir los pecados de la nación (Levítico, 16:15).
Luego, llegaba el turno del macho
cabrío que había quedado vivo:
Levítico, 16:20 Cuando hubiere
acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará
traer el macho cabrío vivo; 16:21 y pondrá Aarón sus dos manos sobre la
cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los
hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así
sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un
hombre destinado para esto. 16:22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí
todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío
por el desierto.
El sumo sacerdote colocaba sus
manos sobre la cabeza del animal y confesaba los pecados del pueblo,
transfiriendo simbólicamente la culpa al animal inocente. A esta cabra se la
enviaba lejos al desierto, para nunca más volverla a ver, lo cual es símbolo de
la remoción de los pecados de la nación. Por supuesto, estos ritos no quitaban
el pecado, puesto que las ceremonias tenían que repetirse año tras año. Pero
fueron un símbolo de lo que Cristo haría al morir de una vez por todas por los
pecados del mundo.
Este “chivo expiatorio” es un
símbolo de Cristo, ya que el Señor, luego de que todos los pecados de su pueblo
fueron cargados sobre El, fue crucificado fuera de la ciudad, en el Gólgota.
Levítico, 16:23 Después vendrá
Aarón al tabernáculo de reunión, y se quitará las vestiduras de lino que había
vestido para entrar en el santuario, y las pondrá allí. 16:24 Lavará luego
su cuerpo con agua en el lugar del santuario, y después de ponerse sus vestidos
saldrá,
Luego de completada la tarea, el
sumo sacerdote se quitaba sus vestidos humildes de lino y se ponía los de
gloria. Esto es símbolo de la resurrección y ascensión de Cristo, quien, después
de acabar su obra en la cruz, regreso al Padre en su anterior gloria.
Levítico, 16:29 Y esto tendréis
por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis
vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora
entre vosotros. 16:30 Porque en este día se hará expiación por vosotros, y
seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. 16:31 Día de
reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo.
Levítico, 16:34 Y esto tendréis
como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los
pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó.
El Día de la expiación era un día
de reposo (Levítico, 16:31), en el cual los israelitas no debían realizar ningún
tipo de trabajo. Esto es símbolo de que la salvación no es por obras sino por
la gracia de Dios (Efesios, 2:8-9).
Levítico, 23:33 Y habló Jehová a
Moisés, diciendo: 23:34 Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince
días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová
por siete días. 23:35 El primer día habrá santa convocación; ningún
trabajo de siervos haréis. 23:36 Siete días ofreceréis ofrenda encendida a
Jehová; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida
a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis.
Levítico, 23:39 Pero a los quince
días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis
fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día
será también día de reposo. 23:40 Y tomaréis el primer día ramas con fruto
de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de
los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete
días. 23:41 Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será
estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la
haréis. 23:42 En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de
Israel habitará en tabernáculos, 23:43 para que sepan vuestros
descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando
los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
Durante siete días los judíos debían
vivir en cabañas o tabernáculos, recordándoles la provisión y protección de
Dios cuando estuvieron en el desierto. Pero también hay una futura Fiesta de
los Tabernáculos para Israel, que será cuando el Rey haya sido recibido y la nación
restaurada (Zacarías, 14:16-21). Así, esta fiesta habla del futuro reino
milenial que Dios ha prometido para los judíos. La Fiesta de los Tabernáculos seguía
a la cosecha (Levítico, 23:39), lo cual nos enseña que Dios reunirá toda su
cosecha antes de que Cristo establezca su reino terrenal. La de los Tabernáculos
debía ser una fiesta de regocijo y no de tristezas.
Hasta aquí las siete fiestas
solemnes de Israel detalladas en Levítico, 16 y 23.
La Fiesta de Hanukkah
Esta fiesta no forma parte de las
siete fiestas tradicionales de Israel (Levítico, 16 y 23). Se incorporó después.
Tras la muerte de Alejandro Magno, cuatro de sus generales, tomaron el reino:
Lisímaco, Seleuco, Ptolomeo y Casandro. Uno gobernó Siria, otro Egipto, otro
Arabia y otro Israel. Y de Siria (gobernada por Seleuco, quien fundó la
dinastía seleucida) salió Antíoco Epifano o Antíoco IV, que profano el templo
de Israel, levantando una imagen de Zeus dentro del mismo y sacrificando un
cerdo en el altar (esta es la “abominación desoladora” de la que hablo el
profeta Daniel).
ANTÍOCO IV
En 167 a.C., Antíoco IV organizó una expedición contra Jerusalén, la
cual saqueó. Según el Libro de los Macabeos, promulgó varias ordenanzas de tipo
religioso: trató de suprimir el culto a Jehová, prohibió el judaísmo,
suspendiendo toda clase de manifestación religiosa, mandó que se comieran
alimentos considerados impuros y trató de establecer el culto a los dioses
griegos. Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos llamados
Macabeos consiguieron levantar a la población en su contra y lo
expulsaron.
Los Macabeos fueron una familia numerosa judía, que tomaron las armas
contra los griegos. Y ellos ganaron muchos adeptos. De aquí surgieron los
“zelotes”, que representaron la resistencia armada judía durante la época de la
dominación romana (Barrabas era “zelote”). El imperio griego fue enfrentado por
una minoría judía: los Macabeos.
Cuando la ciudad de Jerusalén estaba sitiada ocurrió un milagro
impresionante, que dio origen a una de la fiesta de Hanukkah. El (segundo)
templo vivió uno de sus días más difíciles. La “Menorah” es el conocido
candelabro de siete brazos que Dios había ordenado construir a Moisés y que se
encontraba en el templo. Este candelabro tenía que permanecer encendido de día
y de noche (no podía apagarse nunca).
Lo que hacía arder a este candelabro era aceite de oliva. Pero la ciudad
de Jerusalén se encontraba sitiada (rodeada) por los griegos y no
había manera de conseguir más aceite, con lo cual este candelabro amenazaba con
apagarse, motivo por el cual los sacerdotes judíos estaban desesperados.
Cuenta la historia que uno de los levitas encontró, en unos pasadizos
secretos del templo, una botella, sin abrir, que contenía aceite de oliva. Este
levita corrió entonces al sumo sacerdote y le mostro la botella que había
encontrado, con el aceite de oliva para hacer arder el candelabro.
La porción encontrada de aceite de oliva en la botella alcanzaba solo
para un día, pero, milagrosamente, alcanzo para hacer arder el candelabro
durante 8 días. Por eso también hay un candelabro que tiene nueve brazos, con nueve
velas y es el candelabro de “Hanukkah”. “Hanukkah” es el nombre de una fiesta
que también se la conoce como la Fiesta de las Luces o la Fiesta de la Dedicación,
recordando la gesta de los Macabeos. ¿Porque tiene nueve velas este
candelabro?. Porque con una vela se van encendiendo las otras ocho, porque el
milagro duro ocho días. Al final de los ocho días Israel venció a los griegos.
Un milagro de Dios, un milagro de sobrevivencia. Los judíos tuvieron que
desarmar el altar, donde se había sacrificado el cerdo, y construir un nuevo
altar. Por eso a la fiesta de “Hanukkah” también se la llama “Fiesta de la Dedicación”,
porque tuvieron que re-dedicar el altar nuevamente a Dios. Sacar las piedras y
colocar nuevas piedras y hacer nuevos sacrificios en el nuevo altar. En esta
fiesta de “Hanukkah”, el candelabro de nueve velas no se enciende todo de
golpe, sino que se enciende una vela por noche.
Recién en la octava noche el candelabro arde completo. Si Israel no
hubiese vencido en la gesta de los Macabeos, Jesucristo no hubiese nacido,
porque lo que pretendían los griegos (impulsados por Satanás, claro está) era
exterminar al pueblo judío, a la nación de Israel, para que precisamente el
Mesías no venga. Tal es la relevancia histórica de la fiesta del “Hanukkah”.
¿Participo el Mesías, en sus días en la tierra, de esta fiesta?.
Juan, 10:22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era
invierno, 10:23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 10:24 Y
le rodearon los judíos y le dijeron: Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú
eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 10:25 Jesús les respondió: Os lo he
dicho, y no creéis;
El versículo anterior dice que “celebrábase en Jerusalén la fiesta de la
dedicación”. La dedicación del templo, sin dudas la fiesta de “Hanukkah”. Era
invierno, dice el versículo. Esto es a mediados de diciembre (Kislev, en el
calendario judío), que es cuando los judíos celebran esta fiesta. Esta fiesta
es tan importante que el mismísimo Mesías la vivió en sus días.
La
Fiesta del Purim
Esta fiesta tampoco forma parte de las siete fiestas tradicionales de
Israel (Levítico, 16 y 23) y su origen lo podemos encontrar en los sucesos que se
relatan en el libro de Ester.
Uno de los propósitos del libro de Ester es proveer una crónica y el
trasfondo histórico de la fiesta judía de Purim (Ester, 3:6-7; 9:26-28) y así
mantener vivo, para las generaciones venideras, el recuerdo de la gran
liberación del pueblo judío en Persia.
Después que los persas conquistaron al imperio babilónico en 539 a.C., el
centro de gobierno de los judíos exiliados se transfirió a Persia. La capital,
Susa, es el lugar de la historia de Ester, durante el reinado de Asuero (su
nombre hebreo), también llamado Jerjes I (su nombre griego) o Jshayarsha (su
nombre persa), que gobernó en 486-465 a.C.. El libro de Ester cubre los años
483-473 a.C. del reinado de Asuero (Ester, 1:3; 3:7) y la mayoría de los
sucesos ocurren en 473 a.C..
Ester llego a ser reina de Persia en 478 a.C. (Ester, 2:16). Cronológicamente,
el episodio de Ester en Persia cae entre Esdras 6 y 7, es decir, entre el
primer regreso de judíos exiliados desde Babilonia y Persia a Jerusalén en 538
a.C., bajo la dirección de Zorobabel (Esdras, 1 al 6) y el segundo regreso
dirigido por Esdras en 457 a.C. (Esdras 7-10).
Aunque el libro de Ester se coloca después de Nehemías en el AT, sus
acontecimientos, en realidad, ocurrieron 30 años antes del regreso de Nehemías
a Jerusalén (en 444 a.C.) para reconstruir el muro. Mientras que los libros postexílicos
de Esdras y Nehemías tratan asuntos que involucran al remanente judío que
regresó a Jerusalén, Ester registra un suceso de crucial importancia entre los
judíos que permanecieron en Persia. La importancia de la reina Ester no se ve
solo en que salvo a su pueblo de la destrucción, sino también en que aseguro su
protección en una tierra extranjera (Ester, 8:17, 10:3). Este acto providencial
hizo posible el servicio de Nehemías (como copero) en la corte del rey
Artajerjes (hijo y sucesor de Asuero o Jerjes I) varias décadas después, así
como también su elección para reconstruir el muro de Jerusalén.
Si Ester y los judíos (incluido Nehemías) hubieran perecido en Persia, el
remanente desamparado en Jerusalén tal vez nunca hubiera reconstruido su ciudad
y el resultado de la historia judía postexilica, de seguro, hubiera sido muy
diferente. Aunque se desconoce el autor del libro de Ester, es evidente en el
libro que conocía personalmente las costumbres persas, el palacio de Susa y
detalles acerca del rey Asuero, lo cual implica que el autor probablemente
vivía en Persia durante el periodo descripto en el libro. Además, el aprecio
del autor por los judíos y su conocimiento de las costumbres judías sugieren
que fue judío. Es probable que el autor fuera un contemporáneo más joven que
Mardoqueo y que este le dio mucha de la información de primera mano del libro,
el cual se puso en su forma actual después de la vida de Mardoqueo (Ester,
10:1-3).
El libro de Ester presenta un análisis de cinco personajes principales de
la historia:
[1] el rey persa Asuero;
[2] su primer ministro, Aman;
[3] Vasti, la reina que precedió
a Ester;
[4] Ester, la hermosa joven judía
que llego a ser reina; y
[5] Mardoqueo, el justo primo de
Ester que la adopto como hija y la cuido en su juventud.
Ester, por supuesto, es la heroína de la historia, Aman es el villano y
Mardoqueo es el héroe que, como el objeto principal del desprecio de Aman, es
vindicado y exaltado al fin. La figura clave de los sucesos del libro es
Mardoqueo, pues influyo en la reina Ester dándole consejos justos.
La providencia de Dios está presente en todas partes del libro. Se ve
primero en la selección de una virgen judía llamada Hadasa (hebreo), Ester
(persa) o Esther (griego), para reina de Persia en una hora crucial de la
historia judía (cap. 1-2 y 4:4). La providencia de Dios es otra vez evidente
cuando Mardoqueo, el primo de Ester que la había criado como su hija (Ester,
2:7), oyó por casualidad un complot para asesinar al rey, lo expuso, salvo al
rey y su hecho quedo registrado en las crónicas reales (Ester, 2:19-34), lo
cual el rey descubrió de modo providencial en el momento preciso, durante el
desvelo de una noche (Ester, 6:1-14). Aman, primer ministro del rey Asuero, que
odiaba a Mardoqueo y a todos los judíos, concibió una trama horrible y
persuadió con engaño al rey de emitir un decreto para aniquilar a todos los
judíos el 13 del mes de Adar (Ester, 3:13).
Mardoqueo le insistió a Ester que intercediera ante el rey por los judíos.
Después de un ayuno de tres días por todos los judíos, Ester arriesgo la vida
al aproximarse al trono del rey sin haber sido invitada (Ester, 4), recibió el
favor del rey (Ester, 5:1-4) y le informó el complot de Aman. Posteriormente,
el rey hizo ahorcar a Aman en la misma horca que este había preparado para
Mardoqueo (Ester, 7:1-10). Un segundo decreto del rey les permitió a los judíos
triunfar sobre sus enemigos (Ester, 8:1 - 9:16).
Esto llego a ser una ocasión de gran celebración y el comienzo de la
fiesta anual de Purim (Ester, 9:17-32). El libro concluye con una nota acerca
de la fama de Mardoqueo (Ester, 10:1-3).
El día catorce del duodécimo mes, los judíos descansaron y se regocijaron
por la liberación de Dios. Mardoqueo se sintió impulsado a declarar festivos
los días catorce y quince del mes de Adar (el mes doce) para que los judíos
conmemoraran la gran liberación y es así que, hasta nuestros días, los judíos celebran
la Fiesta de Purim.
El significado de “Purim” se explica en:
Ester, 9:26 Por esto llamaron a estos días Purim, por el nombre Pur. Y
debido a las palabras de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo
que llevó a su conocimiento,
El plural de “Pur” (en hebreo: “suerte”) es “Purim”.
Los
años especiales
El sistema económico de Israel se basaba en tres principios
fundamentales:
[1] Dios poseía la tierra y tenía el derecho de controlarla;
Levítico, 25:23 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra
mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo.
[2] Dios poseía al pueblo, porque lo había redimido de la esclavitud de
Egipto;
Levítico, 25:38 Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de
Egipto, para daros la tierra de Canaán, para ser vuestro Dios.
Levítico, 25:42 Porque son mis siervos, los cuales saqué yo de la tierra
de Egipto; no serán vendidos a manera de esclavos.
Levítico, 25:55 Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos
míos, a los cuales saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
[3] los judíos eran una familia (“tu hermano”) y debían preocuparse los
unos por los otros;
Levítico, 25:25 Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su
posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano
hubiere vendido.
Levítico, 25:35 Y cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú
lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. 25:36 No tomarás
de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá
contigo.
Levítico, 25:39 Y cuando tú hermano empobreciere, estando contigo, y se
vendiere a ti, no le harás servir como esclavo.
Josué y el ejército judío conquistaron la tierra de Canaán, pero fue Dios
el que designo la heredad (Josué, 13 al 21). EL pueblo “poseía” la tierra y
disfrutaba de sus productos, pero Dios la poseía en propiedad y determinaba
como se usaría.
El año
sabático
Levítico, 25:1 Jehová habló a Moisés en el monte de Sinaí,
diciendo: 25:2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado
en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová. 25:3 Seis
años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus
frutos. 25:4 Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para
Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. 25:5 Lo que de suyo
naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no
vendimiarás; año de reposo será para la tierra. 25:6 Mas el descanso de la
tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu
extranjero que morare contigo; 25:7 y a tu animal, y a la bestia que
hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer.
El calendario judío del AT funcionaba en una serie de “sietes”. El séptimo
día de la semana era el “sabat”. Siete semanas después de la Pascua venia el Pentecostés
y el séptimo mes del año se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos. Cada
séptimo año era el “año sabático” y, después de siete años sabáticos, venia el
año del “jubileo”.
El “año sabático” era la manera de Dios de permitir que la tierra
descansara y restaurara su productividad. Al pueblo no se le permitía tener una
cosecha formal ese año, pero cualquiera podía comer del producto de los campos
y huertos. Dios prometió proveer abundantes cosechas durante el sexto año, de
modo que observar el año sabático era, en realidad, una prueba de fe para el
pueblo. Era también una expresión del amor de Dios por los pobres de la tierra
(Éxodo, 23:11).
Todas las deudas debían remitirse al final del séptimo año:
Deuteronomio, 15:1 Cada siete años harás remisión. 15:2 Y esta es la
manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de
su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a
su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová.
Los siervos (esclavos) judíos se suponía que debían servir solo seis
años:
Éxodo, 21:2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo
saldrá libre, de balde.
El año sabático era un tiempo de descanso y renovación para la tierra, el
pueblo y los animales que la trabajaban. Era también la oportunidad para un
nuevo comienzo para los que habían experimentado dificultades financieras.
Por desobedecer, entre otras, esta ley (la del año sabático) sobrevino a
Israel los setenta años de desolación (exilio en Babilonia) profetizados por Jeremías.
2 Crónicas, 36:21 para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de
Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de
su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.
El pasaje anterior da a entender que:
[a] una de las razones del exilio que duro setenta años, fue el descanso
que los judíos no habían dado a la tierra (por su avaricia); y
[b] la Palabra de Dios siempre se cumple;
Jeremías profetizo contra el reino del sur, conformado por las tribus de Judá
y Benjamín, con capital en Jerusalén (donde estaba el templo). El reino del
norte, conformado por las otras diez tribus, con capital en Samaria, ya había caído
(también por su desobediencia) en 722 a.C. bajo el dominio asirio.
Es así que Jeremías profetiza el exilio de sesenta años:
Jeremías, 25:8 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por
cuanto no habéis oído mis palabras, 25:9 he aquí enviaré y tomaré a todas
las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi
siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas
estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por
burla y en desolación perpetua. 25:10 Y haré que desaparezca de entre
ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de
desposada, ruido de molino y luz de lámpara. 25:11 Toda esta tierra será
puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia
setenta años.
En cumplimiento de esta profecía de Jeremías, el imperio babilónico,
comandado por el rey Nabucodonosor, invade, en 586 a.C., el reino del sur, destruyendo
la ciudad de Jerusalén y el templo.
Los profetas, a menudo condenaron a los líderes judíos y ricos por tratar
despiadadamente a los pobres. Si se hubiera observado la ley del año sabático,
se hubiera impedido que los pobres perdieran sus tierras y que los ricos
acumularan grandes propiedades y, probablemente (porque hubo algunas otras
razones, entre ellas, la idolatría), la profecía de Jeremías de los setenta años
de exilio no hubiese existido.
Durante la Fiesta de los Tabernáculos, en cada año sabático, los
sacerdotes debían leer y explicar al pueblo el libro de Deuteronomio (donde Moisés
repaso toda la ley, antes de morir):
Deuteronomio, 31:9 Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes
hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos
de Israel. 31:10 Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años,
en el año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos, 31:11 cuando
viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él
escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos.
Era algo así como una conferencia bíblica que duraba una semana, durante
la cual se le recordaba al pueblo lo que Dios había hecho por ellos y de lo
que, a su vez, El esperaba de ellos. El pueblo de Dios necesitaba que alguien
le enseñara su Palabra, porque cada nueva generación necesitaba aprenderla y
las viejas generaciones necesitaban recordarla.
El año
del jubileo
Levítico, 25:23 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. 25:24 Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis rescate a la tierra.
La palabra “jubileo” procede de la palabra “yobel”, que significa “cuerno de carnero”. Este año especial se anunciaba con el toque de trompetas en el Día de la Expiación o Yom Kippur. De esta manera, el año comenzaba con ayuno y arrepentimiento conforme la nación confesaba sus pecados al Señor (Levítico, 16).
Durante el año del jubileo, el pueblo reclamaba la tierra que se había vendido, de modo que no saliera del control de la familia o tribu. Y los judíos que compraran propiedad calcularían el precio hasta el próximo año del jubileo, cuando la tierra volvería a su dueño original. Cuanto alimento produciría en ese tiempo era una consideración principal. Como en el año sabático, la tierra debía descansar durante el año del jubileo. El pueblo tenía que confiar en que Dios les proveería lo que necesitaban para el año sabático (el año cuarenta y nueve), el año del jubileo (el año cincuenta) y el año cincuenta y uno (cuando volverían a sembrar). No habría nueva cosecha sino hasta el año siguiente.
El pueblo no poseía la tierra, por lo que no podían venderla para siempre (Levítico, 25:23). Dios les dio la tierra (Génesis, 12:1-3, 15:7, 17:8, Deuteronomio, 5:16) y les permitió usarla, pero siempre la controlaría El. El pueblo debía andar en el temor del Señor y no usar su riqueza para oprimirse mutuamente.
Los esclavos se liberaban durante este año especial y así las familias se reunían de nuevo.
El año del jubileo señala la edad del reino, cuando Cristo Jesús reinara en gloria y cumplirá las promesas hechas al pueblo judío. En un sentido espiritual, el año del jubileo es un símbolo de nuestra vida cristiana. En Lucas, 4:16-19, el Señor cita Isaías, 61:1-2:
Lucas, 4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 4:19 A predicar el año agradable del Señor.
Al leer del AT en la sinagoga aquel sabat en Nazaret, Jesucristo se detuvo en “el año agradable del Señor” (Lucas, 4:19), que se refiere al año del jubileo. El Señor no leyó “el día de la venganza de nuestro Dios” (Isaías, 61:2), porque ese día de juicio no vendrá sino hasta que Dios haya concluido su programa presente de “tomar de ellos pueblo para su nombre” (Hechos, 15:14).
QUE DIOS LOS BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA