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Te dejo tambien el video de la predica que hice respecto de este mismo tema (es el mismo contenido de los archivos de Word y Powerpoint y tambien de lo expuesto mas abajo):
Introducción
En
Efesios, 6:12 Pablo escribe: No tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Lo que Pablo quiere decir en este pasaje es que nuestra lucha no es
contra “personas de carne y hueso” sino contra “demonios”, es decir, contra
seres espirituales malignos, que responden a satanás y los divide en cuatro
categorías:
[1] Principados;
[2] Potestades;
[3] Gobernadores de las tinieblas de este siglo;
y
[4] Huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes;
No vamos a describir aquí cada categoría de
demonio, porque no es el objeto de este estudio. Tengamos en cuenta, si, que los
más poderosos son los PRINCIPADOS.
Pablo
habla acerca de una “lucha” y de que esa “lucha” no es contra “carne y sangre”
(cosas físicas) sino contra “seres espirituales” malignos, que responden a
satanás y esto es lo que se conoce con el nombre de GUERRA ESPIRITUAL.
Y
en esta guerra, satanás usa su ejército de demonios para enviarlos básicamente
contra tres cosas:
[a]
personas, a nivel individual y a nivel familia (aquí los demonios oprimen o
atormentan personas);
[b]
iglesia como cuerpo (aquí los demonios son enviados por satanás para destruir a
la iglesia en general y a alguna iglesia local en particular);
[c]
territorio o zona geográfica (aquí los demonios son enviados no contra
personas, ni contra la iglesia, sino que son enviados para controlar una zona
geográfica o territorio);
Ejemplos
de demonios que satanás envía contra cada nivel:
[a]
Demonios enviados contra personas: alcoholismo, tabaquismo, adicción a las
drogas, lujuria, avaricia, etc.;
[b]
Demonios enviados contra la iglesia: critica, acusación, murmuración, falta de
perdón, falsa doctrina, etc.;
[c]
Demonios enviados para controlar un territorio: narcotráfico, aborto,
violencia, etc.;
Hay
demonios que satanás envía contra una persona y también para controlar un
territorio (alcoholismo, tabaquismo, lujuria, aborto, etc.).
Satanás
puede enviar, por ejemplo, un demonio de lujuria y adulterio contra una persona
o familia y también puede asignar este mismo demonio para controlar un
territorio o área geográfica donde predominan los prostíbulos. Aquí la guerra
espiritual debe librarse a nivel personal y también a nivel territorial.
Los
que son particulares son los espíritus inmundos o demonios que satanás envía
para destruir a la iglesia. El objetivo de estos demonios no es controlar (y
destruir) una persona o un territorio geográfico, sino controlar (y destruir)
la iglesia en general (como cuerpo de Cristo) y alguna iglesia local, en
particular.
Por
ejemplo, espíritus inmundos de murmuración, acusación, falta de perdón o falsa
doctrina, si bien terminan controlando el comportamiento de sus miembros, están
desencadenados a priori contra la iglesia y no contra las personas. La guerra
de satanás es, aquí, contra la iglesia.
Los
demonios o espíritus inmundos que normalmente satanás envía para destruir a la
iglesia son:
[+]
espíritu de crítica o acusación;
[+]
espíritu de murmuración;
[+]
espíritu de falta de perdón;
[+]
espíritu de enjuiciamiento;
[+]
espíritu de Jezabel;
[+]
espíritu de Absalón;
[+]
espíritu de estupor y letargo;
[+]
espíritu de religiosidad;
[+]
espíritu de legalismo;
[+]
espíritu de confusión babilónica;
[+]
espíritu de error religioso;
[+]
espíritu de falsa doctrina;
[+]
espíritu del fariseo;
[+]
espíritu de Grecia;
[+]
espíritu de anticristo;
[+]
espíritu de Madian;
[+]
espíritu de avaricia o Mamon;
[+]
espíritu de Nabucodonosor;
De
todos estos espíritus, el presente estudio se centrara en el ESPIRITU DEL
FARISEO.
El
espíritu del fariseo
Al igual que el espíritu
de Grecia, este espíritu también es enemigo de la revelación (con lo cual son
“primos hermanos”). Pero, a diferencia del espíritu de Grecia (que busca
intelectualizar el conocimiento de la Palabra de Dios) este espíritu del fariseo
busca, además, tergiversar y sacar de contexto la Palabra de Dios, impulsando a
aquellos que estudian las Escrituras a reemplazar las verdades incluidas en la
Palabra de Dios por interpretaciones humanas.
Las
siguientes son señales de que este espíritu se encuentra activo dentro de una
iglesia local.
Este espíritu del fariseo:
[+] reemplaza las
verdades contenidas en la Palabra de Dios por interpretaciones humanas;
[+] es enemigo de la
verdad;
[+] es un espíritu de
control;
[+] es un espíritu enemigo
de la fe;
[+] es un espíritu de envidia,
critica y acusación;
[+] desprecia las almas
de los perdidos;
[+] es un espíritu de
hipocresía y soberbia;
[+] saca de contexto y
tergiversa la Palabra de Dios;
[+] imposibilita la
revelación;
[+] es enemigo del evangelio
de la gracia;
[+] es un espíritu de
religiosidad o de error religioso;
[+] fomenta el legalismo;
[+] trae maldición a las
iglesias que controla;
[+] retarda la venida de
Cristo;
[+] inspira el “evangelio
de la prosperidad”;
[+] atrae a otros espíritus
inmundos;
[+] causa división en el
cuerpo de Cristo ya que, de las tergiversaciones de la Palabra de Dios que
produce e inspira, surgen las sectas;
El
fariseísmo en la Biblia
Para comprender como se
mueve este espíritu inmundo, que sigue activo en nuestros días, solo debemos
detenernos en algunos pasajes bíblicos que describen la conducta de los
fariseos que disputaron con Jesús.
[+]
Reemplaza las verdades contenidas en la Palabra de Dios por interpretaciones
humanas:
Jesucristo disputo con
los fariseos de su época acusándolos de colocar sus tradiciones y sus
interpretaciones de la ley por encima de la Palabra de Dios:
Mateo,
15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando
dijo: 15:8 Este pueblo de labios me honra; Mas su
corazón está lejos de mí. 15:9 Pues en vano me honran, Enseñando
como doctrinas, mandamientos de hombres.
Marcos, 7:3 Porque los
fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos,
si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Marcos, 7:13 invalidando
la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y
muchas cosas hacéis semejantes a estas.
[+]
Es enemigo de la verdad:
Jesucristo dijo de sí
mismo que Él era la Verdad:
Juan, 14:6 Jesús le
dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí.
Y los fariseos eran
enemigos de Jesús:
Mateo, 12:14 Y salidos
los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
Los fariseos prefirieron
sacrificar la Verdad y no el sistema religioso nacional de Israel (con su ley,
sus interpretaciones de la ley y sus tradiciones de hombres).
Así lo manifestó el
propio Caifás:
Juan, 11:49 Entonces
Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis
nada; 11:50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el
pueblo, y no que toda la nación perezca.
[+]
Es un espíritu de control
Caifás quería mantener
vivo el sistema religioso imperante en Israel, aun a costa de muerte de Jesús,
para mantener el control sobre el pueblo.
Por esto puede decirse
que el espíritu del fariseo es un espíritu que tergiversa, manipula y sacrifica
la verdad para mantener el control. El espíritu del fariseo es, en esencia, un
espíritu de control.
[+]
Es enemigo de la fe
El espíritu del fariseo
impide, a aquellos a quienes controla, creer en lo que no pueden ver:
Mateo, 12:38 Entonces
respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro,
deseamos ver de ti señal.
Mateo, 16:1 Vinieron los
fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del
cielo.
Marcos, 8:11 Vinieron
entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del
cielo, para tentarle.
[+]
Es un espíritu de envidia, crítica y acusación
El espíritu del fariseo
seduce a la iglesia para sacarla de las perfecciones de Cristo y sumergirla en
nuestras propias imperfecciones. Cuando este espíritu nos usa contra otros,
primeramente nos provoca a celos o a temor. Segundo, nos sentimos amenazados
por el éxito de otras personas y buscamos justificarnos a nosotros mismos
engrandeciendo las faltas de los otros. Y, mientras más crece nuestro celo, más
manipula este demonio nuestros pensamientos.
Los fariseos tenían
envidia de Jesús:
Juan, 12:19 Pero los
fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va
tras él.
Mateo, 27:17 Reunidos,
pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a
Jesús, llamado el Cristo? 27:18 Porque sabía que por envidia le habían
entregado.
Por eso estaban todo el
tiempo criticándolo:
Marcos, 2:18 Y los
discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron:
¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos
no ayunan?
Marcos, 7:5 Le
preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no
andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos
inmundas?
Y buscaban motivo para
acusarlo de algo:
Lucas, 6:7 Y le acechaban
los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin
de hallar de qué acusarle.
[+]
Desprecia las almas de los perdidos
Pablo escribe:
2 Corintios, 6:14 No os
unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 6:15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el
incrédulo?
Delante de Dios, las
personas se dividen en dos categorías: los que están en Cristo y los que no lo
están. Por lo tanto, los creyentes no deben asociarse voluntariamente, ni estar
en intima asociación con los incrédulos, porque tales relaciones pueden echar a
perder su relación con Cristo. Esto incluye sociedad en los negocios, ordenes
secretas (logias), citas amorosas, matrimonio y amistades íntimas. La
asociación de creyentes con incrédulos debe limitarse a la que se precisa para la convivencia
social y económica o para mostrar a los incrédulos el camino de la salvación.
No obstante, tampoco podemos
aislarnos del mundo porque, en definitiva, en el mundo están las personas que
tenemos que rescatar para Cristo.
No debemos olvidar esto
que escribe Pablo:
2 Corintios, 5:18 Y todo
esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio
el ministerio de la reconciliación; 5:19 que Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
El espíritu del fariseo
inspira, en aquellos a quienes controla, un desprecio totalmente anti bíblico
por los pecadores:
Marcos, 2:16 Y los
escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores,
dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y
pecadores?
Lucas, 5:30 Y los
escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué
coméis y bebéis con publicanos y pecadores?
Lucas, 15:1 Se acercaban
a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
15:2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
15:2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
Lo que satanás quiere es
una iglesia auto acuartelada, aislada al mejor estilo de las abadías y
monasterios de la Edad Media, sin la más mínima interacción con el mundo.
[+]
Es un espíritu de hipocresía y soberbia
Lucas, 11:43 ¡Ay de
vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las
salutaciones en las plazas.
Este tipo de actitudes
caracterizan a quienes son controlados por el espíritu del fariseo.
Pero hay palabra de Dios
para ellos:
Lucas, 14:7 Observando
cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una
parábola, diciéndoles: 14:8 Cuando fueres convidado por alguno a
bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú
esté convidado por él, 14:9 y viniendo el que te convidó a ti y a él,
te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último
lugar. 14:10 Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último
lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más
arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la
mesa. 14:11 Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se
humilla, será enaltecido.
En esta parábola de
Lucas, 14:7-11, el Señor equipara el reino de los cielos (y la iglesia) a una
fiesta de bodas y nos recomienda no intentar ocupar los primeros lugares sino
ocupar, con humildad, los últimos lugares para que el Señor, a su tiempo (en su
kayros) nos exalte y nos de el lugar que verdaderamente nos corresponde.
Los fariseos, en cambio y
como dice el Señor, amaban ocupar las primeras sillas en la sinagoga, porque se
sentían superiores al resto, lo cual es soberbia espiritual.
Por esto, quienes son
controlados por este espíritu, actúan como los fariseos de la época de Jesús,
buscando ocupar lugares de preeminencia en la iglesia, donde el Señor no los ha
puesto, para exaltarse a si mismos.
No hagamos como los
fariseos y seamos humildes, esperando que el Señor, en su tiempo (en su kayros)
nos de el lugar que verdaderamente nos corresponde y que, sin dudas, será el
mejor.
[+]
Saca de contexto y tergiversa la Palabra de Dios
En el Evangelio de Juan,
podemos leer los siguientes pasajes:
Juan, 8:3 Entonces los
escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio, 8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en el acto mismo de adulterio. 8:5 Y en la ley nos mandó
Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?.
Los pasajes anteriores
son bien conocidos. Los fariseos habían sorprendido a una mujer en el mismo
acto de adulterio y la presentaron a Jesús para que se expidiera sobre el
asunto. El final de la historia también es conocido: Jesús contesta que el que
se encuentre libre de pecado que arroje la primera piedra. Todos sueltan sus
piedras mientras la mujer se va en paz, con la recomendación de Jesús de que no
pecar más.
No obstante, lo más
interesante aquí no es como termina la historia, a causa de la sabia
contestación de Jesús, sino lo que los fariseos dicen a Jesús al recordarle lo
que manda la ley de Moisés: que Moisés, en la ley, mando apedrear a “tales
mujeres”.
Pero la ley de Moisés no
dice eso sino lo siguiente:
Levítico, 20:10 Si un
hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la
adúltera indefectiblemente serán muertos.
El adulterio no puede ser
cometido sino por un hombre y una mujer (jamás por una mujer sola). Es por eso
que, con buen tino y dentro de lo dura que era, la ley de Moisés mandaba
apedrear a los dos. La ley de Moisés no dice en ningún lugar que solo hay que
apedrear a las “tales mujeres”, como plantearon los fariseos. ¿Cómo se les
escapo este detalle a los fariseos?. ¿Acaso no eran maestros de la ley?.
[+]
Imposibilita la revelación
Para hacer tropezar la
verdad (a Jesucristo), el espíritu del fariseo saca de contexto y tergiversa la
Palabra de Dios, obstaculizando la revelación divina.
Por eso, mientras a Pedro
(que era iletrado) le fue revelado que Jesús era el Mesías prometido a Israel,
los fariseos (que eran maestros de la ley) jamás pudieron vislumbrar al Mesías en
Jesús:
Mateo, 16:15 Él les
dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16:16 Respondiendo Simón Pedro,
dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 16:17 Entonces le respondió
Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló
carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
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Es enemigo del evangelio de la gracia
Hechos, 15:5 Pero algunos
de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es
necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Algunos fariseos,
contemporáneos a Pablo, si bien habían abrazado el cristianismo (habían creído
en Jesús), sostenían que, al mismo tiempo, había que circuncidarse y guardar la
ley de Moisés.
Pablo sostuvo desde el
principio que la salvación era solo por gracia, por medio de la fe y no por
obras:
Efesios, 2:8 Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Cuando Pablo predicaba su
evangelio de la gracia, que le había sido revelado por Jesucristo, sus enemigos
no eran ni los romanos, ni los griegos sino los (falsos) maestros judaizantes, fariseos
en cuanto a la ley, que decían a los nuevos convertidos al cristianismo, si
eran judíos, que no debían abandonar el judaísmo, es decir, que debían seguir
guardando la ley de Moisés y, a los gentiles (no judíos), que, antes de
convertirse al cristianismo, primero tenían que convertirse al judaísmo y
circuncidarse.
Aquí la ley de Moisés y
la circuncisión son sinónimos de obras, es decir, estos falsos maestros negaban
la gracia que predicaba Pablo añadiendo obras, a la fe necesaria para la
salvación.
Algunos de estos falsos maestros
ya se habían infiltrado en la iglesia de Galacia. Por esto Pablo escribe la
carta a los Gálatas, para combatir este problema:
Primero les pregunta con
ironía:
Gálatas, 3:2 Esto solo
quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o
por el oír con fe?.
Obviamente Pablo sabía y
predicaba que el Espíritu Santo y la salvación se recibían por la fe (no por
obras). Luego, en un intento por hacerles ver su error, les explica:
Gálatas, 5:1 Estad, pues,
firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud. 5:2 He aquí, yo Pablo os digo que si os
circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 5:3 Y otra vez testifico a
todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 5:4 De
Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis
caído.
Pablo les escribe a los
gálatas, que estaban siendo influenciados por estos falsos maestros
judaizantes, para que se mantengan firmes en “la libertad con que Cristo los
hizo libres de (guardar) las obras de la ley” y para que no vuelvan a colocarse
ese yugo otra vez.
Y a los que se querían
circuncidar y justificar por la ley, es decir, a los que pretendían “salvarse
por las obras”, les dice “de Cristo os desligasteis” y “de la gracia habéis
caído”. Pablo les aclara además que, aquellos que estaban rechazando la gracia
y pretendían salvarse por las obras de la ley, tendrían que “guardar toda la
ley”.
¿Por qué Pablo dice
esto?. Por lo que dice Santiago en:
Santiago, 2:10 Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se hace
culpable de todos.
Por último, si serian
nuestras obras las que nos salvan ¿para que murió Cristo de la peor muerte?.
¿No hubiese sido más fácil (y menos doloroso) que Dios nos hubiese dado
igualmente su Evangelio y, el que creía, tenía vida eterna y, el que no,
condenación eterna?.
Por eso Pablo escribe en
Gálatas:
Gálatas, 2:21 No desecho
la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás
murió Cristo.
La duda de Pablo es básica
pero no por ello menos crucial: si la salvación (la justicia) fuese por
nuestras obras (la ley), entonces ¿Cristo no habrá muerto en vano?.
Para Pablo, la
justificación (salvación) es solo por medio de la fe:
Romanos, 3:22 la justicia
de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Porque no hay diferencia, 3:23 por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios, 3:24 siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
¿Por qué el espíritu del
fariseo luchaba contra Pablo y sigue luchando, hoy día, contra el evangelio
predicado por Pablo?.
Por lo que expresa Pablo
en:
1 Corintios, 3:10
Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto
puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo
sobreedifica. 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo.
Pablo es el arquitecto
que puso el fundamento y los pilares fundacionales de la iglesia.
Como se sabe, Pablo no
conoció personalmente a Jesucristo, como el resto de los apóstoles (Pedro,
Santiago, Juan, etc.). No obstante, tuvo un encuentro con el Cristo Resucitado,
camino a Damasco, mientras perseguía a la iglesia. La historia de la “conversión
de Saulo”, que no referiremos aquí, es bien conocida. Luego de su conversión,
Pablo no se pone en contacto enseguida con los apóstoles. Lo hizo recién
después de pasados 3 años. Y cuando tuvo contacto, el mismo fue más que breve:
15 días con Pedro y un rato con Santiago. Escuchemos a Pablo:
Gálatas, 1:15 Pero cuando
agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su
gracia, 1:16 revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los
gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, 1:17 ni subí a
Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví
de nuevo a Damasco. 1:18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para
ver a Pedro, y permanecí con él quince días; 1:19 pero no vi a ningún otro
de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.
Y el mismo Pablo se
encarga de decir que su evangelio no lo recibió de ningún hombre sino
directamente de Jesucristo:
Gálatas, 1:11 Mas os hago
saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo.
Ahora bien ¿qué opinaban
los apóstoles que si habían convivido con Jesucristo, acerca del evangelio de
la gracia que predicaba Pablo?. ¿Opinaron?. Si opinaron ¿es posible conocer esa
opinión?. Desde luego.
El libro de los Hechos de
los Apóstoles, escrito por Lucas como complemento de su evangelio, nos permite,
en efecto, conocer esa opinión, en cabeza de Pedro primero y Santiago después.
El libro de los Hechos cuenta con 28 capítulos. La bisagra es el capítulo 15
(la mitad del libro) donde se celebra el famoso “Concilio de Jerusalén”.
La estructura del libro
de los Hechos es la siguiente: mientras del capítulo 1 al 14, la figura central
es Pedro y el epicentro geográfico es la iglesia de Jerusalén (la iglesia de
los judíos), del capítulo 16 al 28, la figura central es Pablo y el epicentro
geográfico es la iglesia de Antioquia (la iglesia de los gentiles). En el
“medio”, en el capítulo 15, como dijimos, se celebra el famoso “Concilio de
Jerusalén”. ¿Qué se discutió en ese concilio?. “Que se necesita para ser
salvos”, nada más y nada menos. ¿Y qué se necesita para ser salvos, en opinión
de Pedro y de Santiago?. Escuchemos primero a Pedro:
Hechos, 15:7 Y después de
mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis
cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca
la palabra del evangelio y creyesen. 15:8 Y Dios, que conoce los corazones, les
dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 15:9 y
ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus
corazones. 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la
cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos.
Ahora escuchemos a
Santiago:
Hechos, 15:13 Y cuando
ellos callaron, Jacobo (Santiago) respondió diciendo: Varones hermanos,
oídme. 15:19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se
convierten a Dios, 15:20 sino que se les escriba que se aparten de las
contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 15:24 Por
cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos
orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando
circuncidaros y guardar la ley, 15:28 Porque ha parecido bien al Espíritu
Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas
necesarias: 15:29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre,
de ahogado y de fornicación;
Como surge de sus propios
discursos, podemos ver que ni para Pedro ni para Santiago era necesario
circuncidarse ni guardar la ley (tener obras) para ser salvos, lo cual solo
acontecía “por la gracia del Señor Jesús” (Hechos, 15:11). El evangelio de
Pablo fue claramente respaldado por Pedro y Santiago.
Por último y para que se
entienda. No estamos diciendo que un cristiano no tenga que tener obras. Las
obras, en definitiva, son la manifestación externa (el fruto) de la fe que
decimos tener. Lo que intentamos decir es que, esas obras, no nos salvan por la
sencilla razón de que no son nuestras sino de Dios. Y es ahora cuando todos los
pasajes de Efesios, 2 escritos por Pablo cobran sentido:
Efesios, 2:8 Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Las buenas obras en las
que se manifiesta nuestra fe, como dice Pablo, fueron preparadas por Dios de
antemano, es decir, están totalmente inspiradas por el Espíritu Santo. No son
nuestras. No somos salvos por nuestras obras sino que somos capaces de hacer
buenas obras porque somos salvos, es decir, porque el Espíritu Santo mora en
nosotros.
Imaginemos que la
salvación es como un árbol. La raíz está enterrada y no se ve. El fruto, en
cambio, esta arriba, en la copa del árbol y es lo que se ve. La raíz de ese
árbol llamado salvación es la fe, que es de lo que habla Pablo, mientras que el
fruto de ese árbol son las obras, que es de lo que habla Santiago en Santiago,
2:14-17.
Isaías, 26:12 Jehová, tú
nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.
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Es un espíritu de religiosidad o de error religioso
El espíritu del fariseo,
enemigo del evangelio de la gracia, es el autor intelectual de un falso
evangelio que no salva, porque es un sincretismo (una mezcla) entre la ley y la
fe. Por esto, el espíritu del fariseo es también un espíritu de religiosidad o
de error religioso.
En materia de salvación,
la ley y la fe son conceptos mutuamente excluyentes, motivo por el cual no
pueden mezclarse en un mismo evangelio (no pueden convivir). Por eso Pablo
escribe:
Gálatas, 3:23 Pero antes
que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe
que iba a ser revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo,
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la
fe. 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
La palabra “ayo”
significa “tutor” o “custodio”. La ley fue nuestro tutor (nuestro guarda) para
conducirnos a la fe. Como dice Pablo: la ley fue nuestro tutor para llevarnos a
Cristo a fin de que fuésemos justificados solo por la fe. Venida la fe, ya no
estamos más bajo el ayo (bajo ese tutor).
Este falso evangelio (fe
+ ley o fe + obras), se levantó casi desde el principio contra el evangelio que
predicaba Pablo (gracia + fe):
Hechos, 15:5 Pero algunos
de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es
necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Como puede verse, Pablo
tuvo que luchar contra este enemigo desde el principio y más que contra ningún
otro (incluidos griegos y romanos).
¿Cuál es el interés del
espíritu del fariseo en pervertir el evangelio de la gracia?.
El interés principal es
hacernos creer que somos participes de nuestra salvación con nuestras propias
obras (los católicos han ido más allá en este punto, al creer que nuestras
buenas obras son directamente una “moneda de pago” para comprar nuestra
salvación).
El espíritu del fariseo
es astuto y sabe que no puede eliminar la fe de la ecuación de la salvación.
Por eso, como se relata en el libro de los Hechos, aunque algunos fariseos
“habían creído” (habían tenido fe) inmediatamente pusieron los requisitos de circuncidarse
y guardar la ley de Moisés:
Hechos, 15:5 Pero algunos
de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es
necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Contrariando el evangelio
de Pablo:
Efesios, 2:8 Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Satanás y sus demonios
buscan todo el tiempo y por todos los medios impedir que Dios sea glorificado.
Y una de las formas de evitar que Dios sea glorificado es vaciar de propósito
la cruz de Cristo. Cuando somos controlados por este espíritu del fariseo, creemos
que, en efecto, la fe nos ha salvado, pero también creemos que participamos en
nuestra salvación, con nuestras propias obras y es aquí donde somos funcionales
al espíritu del fariseo.
Al pensar que
participamos de nuestra salvación con nuestras obras, no permitimos que Cristo
se lleve el 100% de la gloria por nuestra salvación y es en este punto donde
este espíritu cumple con su cometido y cobra su recompensa.
Y, como ya sabemos, Dios
no comparte su gloria con nadie:
Isaías, 42:8 Yo Jehová;
este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
[+]
Es un espíritu de confusión y mentira
Además de ser un espíritu
de error religioso, el espíritu del fariseo es también un espíritu de confusión
y mentira. Un ejemplo claro de esto es que, quienes están bajo el control de
este espíritu, no pueden comprender las diferencias que hay entre la ley de
Moisés y la gracia (entre los dos pactos).
De tal suerte, suelen
afirmar, entre otras cosas, que, de la misma forma que el Espíritu Santo
abandono a Sansón, también puede abandonar, hoy en día, a un creyente de la
iglesia neo testamentaria. (*)
(*) Aunque parezca una broma,
esta es la postura doctrinal de una importante Biblia de estudio que circula en
las iglesias, utilizada por pastores y ministros.
Quienes esto afirman, se
basan en el siguiente pasaje del libro de Jueces:
Jueces, 16:20 Y le dijo:
¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo:
Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya
se había apartado de él.
Los que así piensan,
están mezclando las cosas (una especialidad del espíritu del fariseo) más que
en una ensalada.
En el libro de los Jueces
podemos ver:
Jueces, 14:6 Y el
Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien
despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni
a su madre lo que había hecho.
Jueces, 14:19 Y el
Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta
hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que
habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su
padre.
Los
pasajes anteriores dicen claramente que el Espíritu Santo “venia” sobre Sansón
y, cada vez que lo hacía, ahí se manifestaba su fuerza sobrenatural. Pero el
Espíritu Santo no moraba en Sansón, que es un personaje bíblico del AT y que,
por lo tanto, estaba bajo la ley y no bajo la gracia.
En
la época de Sansón “nadie” tenía al Espíritu Santo “morando consigo”, porque
todavía no había venido Cristo, ni había muerto y resucitado, ni había venido
el segundo Consolador que es el Espíritu Santo. Por lo tanto, el Espíritu Santo
nunca se fue de Sansón sencillamente porque jamás moro en él. Solo venia sobre
Sansón, circunstancialmente, hasta que no vino más, que fue lo que realmente sucedió.
Una
cosa es que alguien que moraba en tu casa te abandone y otra, muy distinta, es que
alguien que solía visitarte, deje de hacerlo.
En
la era de la iglesia, a diferencia del AT, el Espíritu Santo viene a morar con
el creyente y es “sellado” en él, como lo dice Pablo:
1
Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Efesios,
1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
El
Espíritu Santo es sellado en nosotros, dice Pablo. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta que
pecamos la primera vez?. No, hasta la redención de la posesión adquirida, es
decir, hasta el rapto de la iglesia, que es cuando se va a completar nuestra
redención.
Beneficios
exclusivos para la iglesia:
[+]
el rapto de la iglesia (1 Corintios, 15:51-52);
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resucitar en el rapto antes de que resuciten los santos del AT (1 Corintios,
15:51-52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17, Daniel, 12:1-2); y
[+]
que el Espíritu Santo more en nosotros (1 Corintios, 3:16 y 6:19);
Nadie
en el AT tuvo jamás los privilegios que tiene la iglesia. Nadie en el AT tuvo
jamás al Espíritu Santo morando consigo de la forma en que mora en un creyente
de la iglesia.
Jesucristo
dijo:
Lucas,
16:16 La ley y los profetas eran hasta Juan;
El
Juan que Jesús menciona aquí es “el Bautista” (el precursor de Jesús). Es
decir, el AT (Antiguo Testamento) no termina en Malaquías sino en Juan el
Bautista. Como Juan el Bautista murió primero que Jesús, jamás paso por la
experiencia de que el Espíritu Santo morara en él, por la sencilla razón de que
esto solo ocurrió después de la muerte de Jesús: el Padre envió el Segundo
Consolador (el Espíritu Santo) una vez que el Primer Consolador (Jesucristo)
murió, resucito y ascendió.
Juan,
16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si
no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo
enviaré.
Como
Juan el Bautista pertenece al AT y el Espíritu Santo jamás moro en él, pueden
comprenderse ahora estas palabras de Jesús:
Mateo,
11:11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado
otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los
cielos, mayor es que él.
El
más pequeño de la iglesia (NT) es mayor que Juan el Bautista (AT).
[+] Es un espíritu de
legalismo
El
espíritu del fariseo también fomenta el legalismo, porque reduce el evangelio a
una serie de preceptos a cumplir (o a transgredir) y presenta a Dios como un
juez implacable, premiador o castigador de nuestros actos (exactamente lo que
ocurría en la ley de Moisés), negando la eficacia de la gracia.
Por otra parte, en lugar
de centrarse en el mensaje de Jesús y en los milagros que hacía, los fariseos
ponían el énfasis en cuestiones de forma:
Mateo, 12:2 Viéndolo los
fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en
el día de reposo.
Lucas, 6:2 Y algunos de
los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los días
de reposo?
Lucas, 6:6 Aconteció
también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba
allí un hombre que tenía seca la mano derecha. 6:7 Y le acechaban los
escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de
hallar de qué acusarle.
[+] Acarrea maldición
a las iglesias que controla
En
las iglesias donde gobierna este espíritu, el evangelio de Pablo no puede ser
predicado y por esto este espíritu trae maldición sobre las iglesias que logra
controlar.
Al
suplantar el evangelio de Pablo (gracia + fe) por el falso evangelio que
inspira (fe + obras), el espíritu del fariseo activa la siguiente maldición con
la que Pablo blindo su evangelio:
Gálatas, 1:7 No que haya
otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo. 1:8 Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 1:9 Como
antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
[+]
Retarda la venida de Cristo
Jesús dijo:
Mateo, 24:14 Y será
predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas
las naciones; y entonces vendrá el fin.
Muchos de nosotros nos
preguntamos si, en efecto, el evangelio no ha sido predicado ya en todo el mundo,
más con los avances tecnológicos que, hoy día, también están al alcance de la
iglesia: internet, teléfonos móviles inteligentes donde se pueden ver videos de
predicas y escuchar la “Biblia hablada”, etc. Incluso, también hay que
reconocer que hay muchas más iglesias que antes.
Particularmente tengo la
sensación de que el evangelio, en efecto, casi hay sido predicado en todo el
mundo, pero (siempre hay un pero) ¿ha sido ADECUADAMENTE predicado?.
Al suplantar el evangelio
de Pablo (gracia + fe) por el falso evangelio que inspira (fe + obras), el
espíritu del fariseo no solo logra que las personas no sean salvas sino que,
además, logra otro objetivo, tal vez más importante: retardar la vuelta de Cristo.
En la condición que pone Jesús,
en su afirmación de Mateo, 24:14, para el fin (y, por ende, para su vuelta), el
evangelio que se predique en todo el mundo debe ser el “evangelio del Reino”,
que es el de Pablo.
Es necesario, entonces, que se levanten
ministros, hombres y mujeres de Dios, que desalojen al espíritu del fariseo de
las iglesias que controla, para que pueda ser predicado el “evangelio del Reino
en todo el mundo”. Entonces (y solo entonces) vendrá el fin y, con él,
Jesucristo.
[+]
Inspira el llamado “evangelio de la prosperidad”
Mateo, 8:20 Jesús le
dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Lucas, 16:13 Ningún
siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro,
o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas. 16:14 Y oían también todas estas cosas los fariseos, que
eran avaros, y se burlaban de él.
En los pasajes anteriores
podemos ver dos cuestiones:
[1] Jesús era pobre; y
[2] Jesús criticaba las
riquezas;
Por esto los fariseos se
burlaban de Él. Es más. Una de las cuestiones por las que más dudaban los
fariseos de que Jesús podía ser el Mesías es que no era rico ni tenia
posesiones.
Y acá puede rastrearse
uno de los orígenes del denominado “evangelio de la prosperidad”: si sos hijo de Dios, entonces no podes ser pobre o, dicho al revés, si sos pobre, no podes
ser hijo de Dios.
[+]
Atrae a otros espíritus inmundos
Cuando el espíritu del
fariseo controla una iglesia, la vacía de la gracia de Dios (y de la presencia del
Espíritu Santo) y la llena de control, manipulación, envidia, critica, acusación,
hipocresía, soberbia, religiosidad, legalismo y maldición y estos son los
nombres de los espíritus inmundos que atrae este espíritu. El espíritu del
fariseo es quien encabeza hoy día (y desde siempre) la ofensiva contra iglesia
porque, detrás de él, vienen los demás espíritus inmundos.
Donde no se predica el
evangelio verdadero (el de la gracia, que es el de Pablo), gobierna el espíritu
inmundo del fariseo y el lugar se transforma en habitación y guarida de todo
espíritu inmundo:
Apocalipsis, 18:2 Y clamó
con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho
habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda
ave inmunda y aborrecible.
Consideraciones
finales
El espíritu del fariseo
no desapareció cuando desaparecieron físicamente los líderes religiosos que
disputaron con Jesús. El mismo espíritu del fariseo que controlo a aquellos
líderes sigue activo hoy, dentro de la iglesia.
Quienes son controlados
por este espíritu en nuestros días (por lo general lideres), normalmente se
acercan a las Escrituras no en busca de la verdad sino en busca de aquellos
pasajes bíblicos que justifican (creen ellos) sus propias interpretaciones de
las Escrituras, las que heredaron de las asambleas a las que pertenecen o en las
cuales se han formado.
Estas personas tienen una
posición tomada respecto de algún tópico de las Escrituras y buscan en las
mismas no la verdad sino, simplemente, pasajes que justifiquen esa posición tomada
que, en realidad, es previa a cualquier búsqueda de la verdad.
Podemos ver en este
proceso una deshonestidad que es manifiesta, porque no hay un intento de
búsqueda de la verdad (orando a Dios para que traiga revelación) sino que lo
que se pretende es acomodar las Escrituras a una creencia que, en realidad, es
previa y está por encima de cualquier intento de búsqueda de la verdad.
Quienes así proceden en su corazón, nada
deben esperar de Dios en materia de revelación. Por esto, quienes son
controlados por este espíritu, no pueden acceder a la revelación de la Palabra.
Oración contra el
espíritu del fariseo:
Señor Jesucristo, con la
autoridad que hay en tu nombre y con el poder que hay en tu sangre, atamos,
reprendemos, echamos fuera, desalojamos de nuestra iglesia, a los lugares secos
y vacíos, al espíritu inmundo del fariseo y a todos los demonios que vienen
detrás de el: control, manipulación, envidia, critica, acusación, hipocresía,
soberbia, religiosidad, legalismo y maldición.
Atamos todos estos
demonios y desatamos al Espíritu santo y un espíritu de sabiduría de lo alto
sobre nuestra iglesia.
Rompemos, quebrantamos,
despedazamos, conquistamos, saqueamos y convertimos en anatema, las fortalezas
del espíritu inmundo del fariseo y distribuimos sus bienes.
¿Qué
significa “convertir en anatema”?.
Significa
consagrar para Dios el lugar donde existía la fortaleza destruida, para que
nada más, contrario a Dios, pueda ser construido en ese lugar.
Basado
en:
Josué,
6:26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de
Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su
primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus
puertas.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de la Palabra -
Ministerio Rey de Gloria