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Te dejo el video donde predico sobre el tema (el contenido es el mismo que los archivos de Word y Powerpoint y que lo expuesto mas abajo):
Mateo, 24:12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Te dejo el video donde predico sobre el tema (el contenido es el mismo que los archivos de Word y Powerpoint y que lo expuesto mas abajo):
Mateo, 24:12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Es inevitable que en este
mundo complejo, con diferentes niveles sociales, económicos y culturales, todos
nosotros nos causemos ofensas y heridas. Si fallamos en reaccionar con amor y
perdón y guardamos en nuestro espíritu la deuda que el ofensor nos debe, esa
amargura, ese dolor, esa ofensa, nos impedirá amar y orar debidamente. Esto nos
llevara a formar parte de esos muchos cuyo amor, según el Señor, se enfriara.
Muchas veces, las
experiencias dolorosas son permitidas por Dios para enseñarnos a perdonar, a
amar y orar por los que nos ofenden. Cuantas veces oímos decir, aun a los
cristianos: “yo ame pero me correspondieron muy mal” o “yo me comprometí a
servir y abusaron de mi o me rechazaron y por eso no pienso volver”. Estas
personas se retiran de su compromiso sin darse cuenta que su amor se va
enfriando.
Hay muchos que aun van a
la iglesia, leen la Biblia, oran, diezman, pero dentro de sus corazones se han
vuelto distantes y se han apartado poco a poco de otras personas y así se van
apartando de la demostración del amor de Dios.
Jesucristo dijo que en el
mundo vendrían tropiezos, refiriéndose a aquellas cosas que nos harían tropezar
para hacernos caer (la llamada “zancadilla del enemigo”). Ahora bien, hay veces
que personas buenas y siervos o siervas de Dios tienen un día malo y nos causan
tropiezo, con piedrecitas muy pequeñas, por cosas insignificantes (y no por una
roca grande).
No podemos formarnos una
opinión negativa sobre alguien (aunque lo merezca) y darle sitio al enemigo.
Esa opinión puede endurecer nuestro corazón y enfriar nuestro amor y nuestro
compromiso.
Es necesario que aún nos
amemos en nuestras imperfecciones. No hay uno perfecto. No hay alguno sin
falta. No hay nadie sin pecado. Por lo tanto, no podemos permitir que, a causa
de pequeñas faltas o debilidades humanas, el enemigo engrandezca cosas mínimas
para que aparezcan como grandes problemas que enfríen nuestro amor a Dios.
El objetivo de la
“fortaleza del amor frio” es conseguir que haya división en el cuerpo de
Cristo. Nadie puede alcanzar la plenitud del Reino de Dios en la tierra sin
estar comprometido con personas imperfectas a los largo del camino.
Las
siguientes son señales de que esta fortaleza ha sido edificada por satanás
dentro de una iglesia local.
Esta fortaleza:
Esta fortaleza:
[+] hace que pequeñas
ofensas que podamos sufrir de nuestros hermanos y siervos de Dios aparezcan
como “grandes ofensas”;
[+] endurece nuestro corazón,
enfría nuestro amor y disminuye nuestro compromiso con la obra;
[+] nos desenfoca de la perfección
de Cristo y nos enfoca en nuestra propias imperfecciones;
[+] trae división al
cuerpo de Cristo;
Oración para destruir la
fortaleza de amor frio:
Señor Jesucristo, con la
autoridad que hay en tu nombre y con el poder que hay en tu sangre, atamos,
reprendemos, echamos fuera, desalojamos a los lugares secos y vacíos, todo
espíritu inmundo que enfríe nuestro amor y todo espíritu que venga tras el: falta
de perdón y división.
Atamos todo espíritu
inmundo que enfríe nuestro amor, de falta de perdón y que traiga división y
desatamos al Espíritu Santo sobre nuestra iglesia.
Rompemos, quebrantamos,
despedazamos, conquistamos, saqueamos y convertimos en anatema, la fortaleza
del amor frio y distribuimos sus bienes.
¿Qué
significa “convertir en anatema”?.
Significa
consagrar para Dios el lugar donde existía la fortaleza destruida, para que
nada más, contrario a Dios, pueda ser construido en ese lugar.
Basado
en:
Josué,
6:26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de
Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su
primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus
puertas.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de La Palabra –
Ministerio Rey de Gloria