viernes, 26 de junio de 2020

EL GRAN DILEMA DE LAS ESCRITURAS



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Según Paul Washer, el reconocido predicador norteamericano:

La gran pregunta de toda la Escritura, que se resume según Pablo en Romanos, 3 es esta: ¿cómo puede Dios ser realmente justo y, al mismo tiempo, justificar al impío?. ¿Cómo puede ser hecho esto?.

En el AT tenemos una revelación de Dios a Moisés

Éxodo, 34:5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. 34:6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; 34:7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado;

¿Puedes ver dentro de este texto el problema?. Cuando dice que “que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” es una forma hebrea de apilar un término sobre otro, para decir que Dios perdona todo tipo y clase de pecado. Sin embargo, la afirmación siguiente nos lleva a una gran confusión, cuando dice “que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. ¿Cómo puede ser esto verdad?. ¿Cómo puedes tener ambas cosas en el mismo pasaje, en relación al mismo Dios?.

Salmos, 32:1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 32:2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.

¿Acaso Dios cubre el pecado?. Alguien podría pensar que esa es la estrategia (cubrir el pecado) de los jueces corruptos de la tierra, pero no de Dios. Pero ¿Cómo puede un Dios Santo y Justo y, al mismo tiempo, “cubrir el pecado”?.

El dilema ético, moral, teológico y filosófico es este: Adán debía morir, Noé debía morir, Abraham debía morir, David debía morir, todos ellos debían morir, si Dios es un Dios Justo. ¿Cómo puede, entonces, cubrir el pecado y ser justo?.

Proverbios, 17:15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos son igualmente abominación a Jehová. 

Ahora entramos al NT, especialmente a Romanos, 3 y 4 y ¿qué oímos?. Oímos oraciones de hombre, apóstoles y ángeles. ¿Acerca de qué?. De que Dios justifica al impío y de eso escribimos coros y de eso predicamos. Exaltamos el perdón de Dios por el impío. Pero aquí está el gran problema. Lo dice en la Biblia (y la Escritura no puede ser quebrantada), que cualquiera que justifique al impío es una abominación para el Señor. Así que ¿cómo el Señor justifica al impío?. Esta es la gran pregunta del Evangelio. Sin embargo es descuidada hoy, la gente no lo entiende hoy. Ninguno de los atributos de Dios es enseñado suficientemente hoy en la iglesia.

Vamos al libro de Miqueas. Aquí se nos revela parte de la respuesta a este dilema.

Miqueas, 7:18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 7:19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. 

Nosotros escribimos canciones sobre esto. Dios ha tomado nuestro pecado y lo ha arrojado al suelo y lo ha puesto bajo los pies. Nuestro Dios ha tomado nuestro pecado, ha hecho una bola de papel y lo ha arrojado al mar, para que nunca más sea visto y nos regocijamos. Pero esto no tiene absolutamente ningún sentido si no lo interpretamos cristológicamente. La respuesta a este dilema está en esto: Dios tomo tu pecado y lo puso sobre el perfecto Cristo y a Él lo ha pisoteado bajo sus pies, bajo la ira de Dios. Dios tomo el pecado de sus elegidos, Dios quito el pecado de su iglesia, envolvió todo el pecado y lo echo sobre Cristo y después arrojo a Cristo al mar de su ira. La única forma que Dios, de acuerdo a Pablo, en que puede ser justo y justificar al impío es porque hay un rescate, porque hay una propiciación, hay un sacrificio!, tan puro, tan poderoso, tan agradable a Dios que satisfizo las demandas de la justicia de Dios. Satisface y apaga su ira.

Ahora, a la luz de esto, miremos el siguiente texto:

2 Corintios, 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Leemos esto y lo primero que pensamos es que Cristo “guardo la ley”. Nació y vivió bajo la ley, El guardo la ley. Esto es cierto, pero es mucho más poderoso que eso. ¿Cuál crees que es el pecado más grande?. ¿Crees que podría ser romper el mayor mandamiento: amaras al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza?. Déjame decirte algo: no ha habido jamás un hombre en este planeta, de todos los miles de años de la humanidad, de los miles de millones de personas que han caminado sobre la tierra, nunca ha habido, de toda esa multitud, una sola persona, que por una sola fracción de segundo, haya amado al Señor su Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y con toda su fuerza. Sin embargo, Jesucristo no tuvo ni un solo segundo que no amara al Señor su Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza.

Jesús hizo lo que ninguno de nosotros podía hacer.

Lo anterior es una desgrabación del siguiente video de Paul Washer:





DIOS TE BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA