lunes, 24 de febrero de 2020

OSEAS Y GOMER


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La historia del profeta Oseas (relatada en el libro del AT que lleva su nombre), retrata de un modo asombroso la forma en que Dios nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando.

Oseas es un joven profeta, que la Biblia narra que es soltero, esperando la mujer de su vida. La tradición, en aquel entonces, en Medio Oriente, era que un profeta debía desposar a una mujer virgen, a una mujer pura. Por eso siempre se aseguraban de que esas mujeres fueran hijas de otros profetas. No eran matrimonios arreglados, pero ni siquiera se les ocurría ver a mujeres que no anduvieran en el templo.

Pero Dios no manda a Oseas a buscar una esposa en el templo sino que le dice que, en lugar de buscarla entre las vírgenes, como era la tradición, la busque en la calle. Dios le da la orden de que vaya al peor vecindario de la ciudad y que ahí se case, luego de conocerla, con una prostituta.

Oseas, 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová. 1:3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

No es, como algunos afirman, que Gomer se prostituyo después de conocer a Oseas sino que el mandato de Dios fue claro: la mujer que Oseas debía elegir ya debía ser fornicaria.

Y Oseas, que es un hombre puro, un hombre que tiene que ver con las cosas de Dios, un hombre que estudia la Palabra y no está acostumbrado a este tipo de transacciones (de hecho no sabe dónde encontrar este tipo de mujeres), tiene una orden divina de ir y desposarla. Una mujer extraña, que es objeto de lujuria de extraños. Las propias mujeres detestan a mujeres así. Se llama Gomer la protagonista de esta historia de amor. Y allí va Oseas, el profeta, por orden divina.

Esta no es una historia que está en las Escrituras simplemente como un ejemplo de obediencia total (que lo es), que es la perspectiva desde la cual siempre se predica este mensaje. ¡Hay que obedecer como obedeció Oseas!, dicen muchos.

Entonces uno se imagina que Oseas va y hace esta transacción con esta mujer, Gomer, y que tiene que vivir con ella, con asco. Pero la obediencia de Oseas (que existió) no es lo medular de esta historia sino que lo medular es que Oseas amó a Gomer. Es decir, Oseas pudo haber ido a un sitio oscuro, en obediencia y decir “yo no quiero tener nada que ver con este tipo de mujer”. Pero cuando la vio, la amo. Oseas amo a Gomer y esto es lo esencial de esta historia.

Dios creo en Oseas una pasión e hizo que Oseas amara a una persona “difícil de amar”. Pregunta: ¿conocen ustedes personas “difíciles de amar”?, ¿hay, en la iglesia, personas “difíciles de amar”?. Cuando nos hacen esta pregunta, siempre pensamos en otro o en otros y jamás en nosotros mismos. Pero, mirándote al espejo ¿no serás también, al igual que Gomer, difícil de amar?. Pero Dios ama gente “difícil de amar”. ¿Cómo lo sé?. Porque yo estoy escribiendo esto y tú lo estás leyendo. Dios ama gente compleja, complicada, gente rota, gente controversial.

Esta mujer, Gomer, era una mujer que los adultos usaban y luego dejaban atrás. Y Oseas se acerca a Gomer para desenredar ese pasado. Y Oseas no la ve como una prostituta sino como una esposa, la ve como la madre de sus hijos. Y se enamoró. Oseas se enamoró de una mujer que perdió el respeto por sí misma. Todos, en ocasiones, hacemos algo que hace que perdamos el respeto por nosotros mismos. Cuando hay un error, cuando hay algo en el pasado que no debimos haber hecho y, sin embargo, lo hicimos (consciente o inconscientemente), sentimos que cargamos con algo más que un pasado de deterioro. Cargamos con un “muerto en el placar”, es decir, escondemos de la vista pública algo que nos avergonzaría que sepan los demás (nuestros cónyuges, nuestros hijos, nuestro pastor). Aún más: pensamos que podemos ocultar ese “muerto en el placar” a Dios.

Cargamos con una historia de abortos, de intentos de suicidio, de divorcios, de adulterio, de fornicación. Luego, cuando llegamos al Señor, empezamos a vivir una temporada de bendición y sentimos que ese pasado nos cobra una factura impaga. Demasiados “muertos en el placar”. Así estaba Gomer. Y ahora, un hombre santo y puro le propone matrimonio, pero ella todavía va a sangrar y no lo va a poder disfrutar. A Oseas no le importa la opinión ajena sobre su relación con Gomer. Está enamorado y le da a esta mujer dignidad.

Pero ¿cómo se puede tener un matrimonio santo cuando uno de los dos no lo es?. ¿Cómo puede haber una relación de santidad cuando uno de los dos no es santo?. ¿Cómo puede Dios amarte siendo Santo cuando tu no lo eres, cuando yo no lo soy?. Uno de los dos es pecador y, sin embargo, Dios nos trata como a su novia. Iremos a las Bodas del Cordero. O sea, Dios nos ve como una novia pura y no necesariamente porque seamos puros.

La mayoría venimos de vidas corruptas, deterioradas. Sin embargo, la santidad y el amor de Dios son tan grandes que Él puede formar una pareja de alguien que no es puro con alguien (El) que si lo es y esto es lo que está pasando con Oseas y Gomer. Oseas envuelve, con un manto, los hombros magullados de esta mujer. Saca con amor y dulzura el olor pútrido de la piel sobre la que estaba toda la lujuria de los hombres que habían transitado por ella. Y la transforma en “alguien”.

Ahora Gomer es la esposa de “Don Oseas”. ¿Qué es lo que borra las huellas del pasado?. El amor. Oseas ama a Gomer y la transforma en “alguien”. La saco de las calles y la metió en su casa. El la lleva a vecindarios para que se codee con otras damas y que nadie pregunte sobre su pasado. Oseas besa las heridas de Gomer. La perdona. No me cuentes le dice, si no suma. No quiero que me ocultes el pasado pero tampoco quiero revolverlo y hacerte sentir culpable. Así que Oseas la envuelve y va sanando de a poco. Porque Gomer ve en todos los hombres a un abusador y a un animal depredador sexual. Pero ahora tiene un hombre dulce, que la acompaña, que la dignifica, que no la usa, que no la ve como una cosa para dar placer. Y ella se empieza a sanar.

Y esto es exactamente lo que Dios hace con nosotros cuando nos empieza a tratar. Cada domingo, el Señor nos da una palabra que nos sana. Se mete en lo recovecos de nuestra alma, hace una búsqueda arqueológica de nuestros secretos más oscuros y es cuando experimentamos lo mismo que Gomer. Su esposo, Oseas, le dice a Gomer “eres una dama” y ella dice si, si. Pero cuando las cosas se complican, empezamos a ver los errores que cometimos en el pasado y a veces ese pasado nos gana, porque nos enlaza y nos tira para atrás.

Oseas percibe algo, porque un día la quiso abrazar y ella no le correspondió. No dice la Biblia que ella no lo amara pero, tal vez, ella no se sentía digna de tamaño amor. Gomer se sintió incomoda en un lugar cómodo. Esto sucede con muchas personas que tienen un “pasado pesado”. Las bendiciones que reciben les son poco familiares. Hay gente que dice “yo no merezco que me pase esto” o, peor aún, “esto es del diablo”. Y sienten culpa. Y cuando sientes culpa por algo que Dios te da, ofendes a Dios. ¿Cuánto puede soportar una pareja en la que él o ella dice te amo y el otro dice no, no?. ¿Quién puede sentirse bien cuando se da cuenta que el amor que el da no alcanza?. Y esto es lo que Gomer hace sentir a Oseas.

Esto le paso a Gomer y la Biblia dice que “volvió a sus amantes”:

Oseas, 3:1 Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas. 

Ahora Oseas debe ilustrar de una nueva manera el amor de Dios por Israel. Por lo visto, Gomer había abandonado a su esposo a fin de continuar su inmoral adoración de Baal. Pero Oseas nunca había renunciado a su amor por ella, aun cuando su corazón estaba quebrantado. Él debe ir y expresarle otra vez su amor y su cuidado por ella, tal como Dios haría por los israelitas, aun cuando ellos habían quebrantado su corazón al volverse a dioses ajenos.

Pero la historia se pone todavía más inquietante, porque la Biblia dice que tuvieron tres hijos:

Oseas, 1:4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. 1:5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

El nombre Jezreel del primer hijo de Oseas (que significa "Dios esparce") alude a la matanza de los 70 hijos del malvado rey Acab (que estaba casado con Jezabel), llevada a cabo por Jehú (2 Reyes, 10:1-8). Aunque Jehú fue alabado por ejecutar el justo juicio de Dios sobre la casa de Acab (2 Reyes, 10:30), fue demasiado severo.

Oseas, 1:6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.

El nombre “Lo-ruhama”, que literalmente significa “no compadecida” o “ella no recibe compasión ni amor”, implicaba que Dios había dicho que era tiempo de que se terminara su clemencia.

Oseas, 1:8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 1:9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.

El tercer hijo de Gomer se llamó “Lo-ammi”, que significa “no pueblo mío”. Esto daría a entender que este hijo no era de Oseas. El nombre del niño simbolizaba la interrupción de la relación de pacto como consecuencia de la continua rebeldía contra Dios y a causa de la idolatría.

La Biblia da a entender que el tercer hijo no era de Oseas. Tal vez los primeros dos tampoco lo eran, porque la Biblia habla de “hijos de fornicación”:

Oseas, 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación;

Pero Oseas la siguió amando. La Biblia no dice que Oseas pidió lo que en ese momento no existía: un examen de paternidad. Oseas no era un hombre pusilánime, poco inteligente, que no se diera cuenta. Pero la seguía amando. O sea que, Gomer, estando bajo la dignidad de Oseas, todavía le seria infiel (como nosotros a Dios).

¿Quién puede decir que, desde que recibió a Cristo en el corazón, jamás fue infiel a Dios?. Nadie. ¿Quién no tuvo hijos bastardos, vástagos que no fueron gestados por el Padre, mientras que estábamos en una relación con Dios?. Porque lo que ocurre es que, cuando Dios ama, aun protege y provee incluso para aquello que no salió de su voluntad y de su propósito divino. Muchos de nosotros cometimos errores que son como vástagos. No hablamos de hijos literalmente. Hablamos de empleos o sociedades en las que nos involucramos sin consultar a Dios, de relaciones fallidas, de decisiones que tomamos sin siquiera orar. ¿Y que hace Dios con estos “hijos” que no fueron concebidos bajo su voluntad?. Aun los protege y provee. ¿O Dios no ha provisto para tus errores?. ¿O Dios no te ha bendecido aun cuando hiciste las cosas mal?. Aun Dios bendice a esos “niños” que nacieron de la carne. Muchos venimos con errores cometidos en el pasado que, cuando llegamos e El, Dios proveyó y amo. Dios no te dice: tú eres una madre soltera, deshazte de ese hijo bastardo y luego ven a la iglesia! o tuviste una vida licenciosa, arregla todos los problemas que ocasionaste y luego ven a la iglesia en santidad!.

Y un día Oseas va al armario y se da cuenta que falta ropa, va al tocador y esta el set de maquillaje, pero Gomer ya no está. Se fue. Como no se va a ir, si ella es una víctima del pasado. Está atrapada en esa casa, como un animal enjaulado y, aunque trata de avanzar, siempre retrocede hacia su crisis original. No culpen a Gomer. Sucede que un día ella se cansa de fingir. No debe haber peor cosa que estar con alguien al que no amas y tratar de consolidar esa relación a fuerza de disciplina, cuando no sientes nada.

El “espíritu de Gomer” nunca se ha ido de la iglesia. Tenemos un espíritu de adulterio espiritual cuando no amamos y cuando no nos sentimos amados. Y no hay peor cosa que fingir lo que uno no siente. Matrimonios que fingen lo que no sienten, pero siguen por el “qué dirán”. Gente que está en el ministerio y no ama el ministerio, pero esta por el “qué dirán” o, lo que es peor, por el dinero del diezmo. Y, cuando sucede esto, tarde o temprano tú te vas a escapar (con escandalo o sin escandalo).

¿Y que hace Dios?. Lo que hace Oseas, que parece ridículo. Oseas toma una linterna y sale a buscar a su esposa por la noche. Un hombre de bien no debería preguntarle a otros hombres por el paradero de su esposa. Sin embargo, Oseas esta tan desesperado que en la noche grita ¡Gomer!, ¡Gomer!.

Al igual que Oseas, a Dios no le importa salir a buscarte, ir a tu sitio más oscuro, al lugar de la pornografía, al lugar que en que estas perdido y decir yo estoy dispuesto a amarte si tan solo regresas a casa. Tan solo tienes que volver a casa y él te cambiara.

Los amigos de Oseas le dice ¡olvídala!, que se haya ido es lo mejor que te pudo pasar. Pero el verdadero amor no olvida. Es Dios buscando al que fallo. Cada domingo trae un mensaje que te cala el corazón y, si no, es mirando un video de una predica o escuchando una canción. Dios se empecinó con tu vida. Es un sabueso. Te alejas y te atrae. Entiende primero que eres amado y recién ahí vas a poder dar amor. Si no, no puedes amar. No hay persona más difícil de amar que aquel que no da nada ni quiere recibir tampoco nada.

Y Gomer se fue no porque le guste la prostitución sino porque se siente poca cosa, para tamaño hombre y Oseas la vuelve a encontrar dice la Biblia:

Oseas, 3:2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada.

Lo más probable es que ahora Gomer estaba endeudada y a punto de ser vendida como esclava, como lo permitían las leyes. Ahora Gomer está en una mesa de esclavos. Algo salió mal. Un esclavo es un eslabón un poco más bajo que las prostitutas, porque, por ser mujer, seguirá dando favores sexuales pero ahora gratuitos, porque será esclava de quien la compre. Y cuando Oseas la ve, Gomer estaba casi irreconocible. La estaban subastando como si no valiera nada, mientras los hombres se mofaban de ella.

¿Y que hace Oseas?. Busca en su billetera, todo lo que tiene. Busca en los bolsillos. Y Oseas se vacío los bolsillos y la compro.

Oseas fue y la redimió a un gran precio para él. Esa reacción de Oseas ejemplifica el amor redentor de Dios por los pecadores, quienes no tienen manera de redimirse, liberarse ni salvarse a sí mismos.

Y le dijo Oseas:

Oseas, 3:3 Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

Y los hombres se rieron de Oseas porque ¿quién paga tanto por tan poco?......

¿Quién paga tanto por tan poco?....

¡El Padre da la sangre de su Hijo por tan poco porque te ama!. Oseas compra a Gomer, la redime. De la misma forma Dios vació sus bolsillos y dijo ¿qué puedo dar para comprar?. A mi Hijo Unigénito, se respondió:

Juan, 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Dios te compro para que no seas esclavo sino para que seas esposa otra vez. Te compro para que seas libre y lo elijas.

La historia de amor más grande jamás contada ha sido escrita con tinta roja (la sangre de Dios).

Este estudio esta basado en el siguiente video de Dante Gebel:







DIOS LOS BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA