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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido es el mismo que los archivos de Word y Powerpoint y que lo expuesto mas abajo):
Mateo, 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
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Mateo, 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Ponernos en jueces de
nuestros hermanos es pecar contra la Autoridad de Dios, porque es pretender
hacer algo que solo está reservado a Él, que es juzgar. Asumir el papel de
jueces es, lisa y llanamente, pretender ocupar el lugar de Dios y ya sabemos
quién intento eso alguna vez: satanás, el suplantador. Por eso, el
enjuiciamiento, es una actividad puramente diabólica, alimentada por el
mismísimo infierno.
Como surge de las
Escrituras, Dios tolera más los pecados en contra de su Santidad que en contra
de su Autoridad.
Por un lado, podemos ver
que el rey David cometió adulterio con Betsabe y luego homicidio con Urías, su
esposo. Aunque esto trajo juicio sobre la vida y la familia de David, Dios le perdonó
la vida (2 Samuel, 12:1-13).
Por el otro, vemos a
Ananías y Safira cayendo muertos delante de Pedro, por haberse guardado una
parte del precio de venta de unas tierras que habían vendido para donar el dinero
de la venta a los apóstoles (Hechos, 5:1-10).
Podríamos estar de
acuerdo en que el pecado de David fue más grave que el de Ananías y Safira.
Mientras David cometió adulterio y mato a Urías, Ananías y Safira solo se
guardaron una parte del precio de venta de unas tierras que habían prometido
donar a los apóstoles. ¿Por que Dios le perdona, entonces, la vida a David y
mata a Ananías y Safira?. Porque el pecado de David fue en contra de la
Santidad de Dios, mientras que el pecado de Ananías y Safira fue en contra de
la Autoridad de Dios (robaron a Dios).
Enjuiciar a los demás (ponernos
en jueces) es un pecado en contra de la Autoridad de Dios, porque solo Dios es
el Único moralmente habilitado para juzgar, porque fue Jesucristo quien murió
en la cruz por nosotros y nuestros hermanos. Al enjuiciar a los demás, estamos
queriendo ocupar el lugar de Dios, porque pretendemos hacer lo que solo está
reservado a El.
Si no morimos por
nuestros hermanos, tampoco tenemos el derecho de juzgarlos.
El enjuiciamiento es el último
eslabón de una cadena de actitudes anticristianas ya que, antes del juicio,
siempre se manifiestan las siguientes fortalezas y espíritus inmundos: amor
frio, corazón endurecido, falta de perdón, rencor, odio, murmuración, crítica y
acusación.
Por lo general, quienes
asumen el papel de jueces dentro de la iglesia tienen serios problemas para
detectar sus propios errores. Por eso el Señor nos invita primeramente a hacer
algo:
Mateo, 7:3 ¿Y por
qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo? 7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la
paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 7:5 ¡Hipócrita! saca
primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del
ojo de tu hermano.
David, por su parte,
sabedor de que podría haber errores ocultos a nuestros ojos, oraba de la
siguiente manera:
Salmos, 19:12 ¿Quién
podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
Comprender y aceptar las
debilidades y fallas de nuestros hermanos, es comprender y aceptar nuestras
propias fallas y debilidades. Todos tenemos debilidades. Todos fallamos en
algo. Afortunadamente hay algo que nos cubre a todos y se llama GRACIA.
La GRACIA DE DIOS nos
convierte de mendigos a reyes. Cuando solo vemos las debilidades y fallas de
nuestros hermanos olvidándonos de nuestras propias fallas y debilidades, nos
alejamos solitos de la GRACIA y volvemos al estado de indigencia y miseria
espiritual del cual el Señor nos había sacado y es cuando, cual burdas
marionetas, más “se nos notan los piolines”.
Oración en contra del
espíritu de enjuiciamiento:
Señor Jesucristo, perdónanos
por ver solo las fallas y debilidades de nuestros hermanos y por ser incapaces
de ver nuestros propios errores, lo que nos lleva a ocupar tu lugar, erigiéndonos
en jueces de nuestros hermanos, pecando en contra de tu Autoridad. Oramos, como
el rey David, para que nos muestres y nos libres de los errores propios que nos
son ocultos.
Señor Jesucristo, con la
autoridad que hay en tu nombre y con el poder que hay en tu sangre, atamos,
reprendemos, echamos fuera, desalojamos a los lugares secos y vacíos, al
espíritu inmundo de enjuiciamiento y a todas las fortalezas y espíritus
inmundos que se manifiestan con el: amor frio, corazón endurecido, falta de
perdón, rencor, odio, murmuración, critica y acusación.
Atamos todos estos
espíritus inmundos y demonios y desatamos al Espíritu Santo y un espíritu de
amor, perdón y unidad sobre nuestra iglesia.
Rompemos, quebrantamos,
despedazamos, arruinamos, conquistamos, saqueamos, dejamos inhabitadas y
convertimos en anatema las fortalezas de enjuiciamiento, amor frio y corazón
endurecido y distribuimos sus bienes.
¿Qué significa “convertir
en anatema”?.
Significa consagrar para
Dios el lugar donde existía la fortaleza destruida, para que nada más,
contrario a Dios, pueda ser construido en ese lugar.
Basado en:
Josué, 6:26 En aquel
tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre
que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche
los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de la Palabra –
Ministerio Rey de Gloria