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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido es el mismo que los archivos de Word y Powerpoint y que lo expuesto mas abajo):
Introducción
Es
imposible pasar por esta vida sin ser agraviado, sin que alguien nos haya
ofendido alguna vez. Y muchas veces los ministros, nuestros pastores,
simplemente nos dicen: “bueno, pero el Señor nos manda perdonar, demos la otra
mejilla”. Y nosotros sabemos que la Biblia dice esto, pero hay situaciones que
nos roban la energía, que nos drenan: una ruptura sentimental, la pérdida de
amistad, una traición, etc.
Sea en un colegio, en la universidad, en el trabajo, en la familia, con los parientes, en la iglesia, siempre va a haber gente que, consciente o inconscientemente, nos va a lastimar, porque somos humanos, porque somos imperfectos. Cuando nos ofenden, metemos a alguien en una celda mental, nos ponemos en la puerta para no dejarlo ir y no lo liberamos más. Pero no solamente metemos preso a nuestro ofensor sino que nuestra propia prisión es peor que la de él.
Sea en un colegio, en la universidad, en el trabajo, en la familia, con los parientes, en la iglesia, siempre va a haber gente que, consciente o inconscientemente, nos va a lastimar, porque somos humanos, porque somos imperfectos. Cuando nos ofenden, metemos a alguien en una celda mental, nos ponemos en la puerta para no dejarlo ir y no lo liberamos más. Pero no solamente metemos preso a nuestro ofensor sino que nuestra propia prisión es peor que la de él.
El
guarda cárcel esta tan y más confinado que el propio prisionero. El prisionero
puede caminar en un espacio de 3m x 3m, mientras que el guarda cárcel solo
tiene 1m para moverse (la puerta). El guarda cárcel no se puede mover de ahí,
mientras que el preso, en algún momento del día, puede salir al patio, a
caminar. El preso puede descansar, pero el guarda cárcel no puede descansar en
horas de trabajo. Tiene que estar alerta que no haya un motín, que no haya una
fuga. El guarda cárcel si se va a casa, para descansar en la noche, pero no así
el guarda de la prisión del resentimiento. Nunca se va a casa. Te vas a la cama
y seguís enojado. Y seguís dándole vuelta a la historia.
A
diferencia del guarda cárcel, el guarda de la prisión del resentimiento no
descansa.
¿Por qué debemos perdonar?
Lucas, 6:37 No
juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad,
y seréis perdonados.
El Señor dice: evitas el
juicio con otro y yo lo evito contigo, no condenes y tampoco tendrás condena de
mi parte (porque algunos evitan el juicio y van directo a la condena), perdona
y yo te perdonare.
Esto debería cerrar
cualquier discusión sobre este tema. Este es un principio espiritual que,
incluso, está por encima de las doctrinas. Y nadie entiende esto mejor que
Jesús, porque, en el peor de los agravios, cuando estaba dando su último
suspiro en la cruz, El perdona a sus victimarios:
Lucas, 23:34 Y Jesús
decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron
entre sí sus vestidos, echando suertes.
Cuando el Señor hace esta
declaración en la cruz, deja una marca en los fundamentos de la fe cristiana,
porque el Señor, en ese momento, en lugar de orar como oro podría haber enviado
un ejército de ángeles que fulminaran a todos. En ese momento, la oración es
una ventana a la condición de nuestras almas: Jesús los perdona antes del
último suspiro.
El corazón de una persona
se ve en como ora cuando es agraviada. ¿Cómo se escuchan nuestras oraciones
cuando estamos ofendidos?.
Tipos
de ofensas
Podemos cometer el error
de meter todas las ofensas en una misma bolsa y decir: si te ofendieron, perdona
(y se terminó el mensaje). Pero tú piensas: no, yo necesito un tratamiento
porque lo que me paso es grave.
Las ofensas se dividen,
por lo menos, en tres categorías: categoría 1, categoría 2 y categoría 3. Antes
de ofenderte y ver si la ofensa que recibiste amerita tu pérdida de tiempo y
energía, deberías tratar de categorizarla.
Ofensas
categoría 1
Son ofensas menores. Son
el tipo de ofensas que deberían volar por fuera de nuestro radar y no deberían
preocuparnos. A diario, somos ofendidos con ofensas menores, pero muchos no
pueden categorizarlas (verlas) como ofensas menores o categoría 1 y entonces
las agrandan. Esto tiene que ver con nuestra actitud. Uno encuentra lo que está
buscando. Es como aquel que quiere encontrar la mancha en la limpieza. Y la
encuentra y no ve que el resto está limpio. Aquí debemos analizar cuál es
nuestra actitud frente a la vida.
Es inevitable que en este
mundo complejo, con diferentes niveles sociales, económicos y culturales, todos
nosotros nos causemos ofensas y heridas. Si fallamos en reaccionar con amor y
perdón y guardamos en nuestro espíritu la deuda que el ofensor nos debe, esa
amargura, ese dolor, esa ofensa, nos impedirá amar y orar debidamente.
Jesucristo dijo que en el
mundo vendrían tropiezos, refiriéndose a aquellas cosas que nos harían tropezar
para hacernos caer (la llamada “zancadilla del enemigo”). Ahora bien, hay veces
que siervos y siervas de Dios tienen un día malo y nos causan tropiezo, con
piedrecitas muy pequeñas, por cosas insignificantes (y no por una roca grande).
No podemos formarnos una
opinión negativa sobre alguien (aunque lo merezca) y darle sitio al enemigo.
Esa opinión puede endurecer nuestro corazón y enfriar nuestro amor y nuestro
compromiso.
Pablo nos advierte:
1 Corintios, 13:5 [el
amor] no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor;
Las ofensas categoría 1
revelan, es decir, sacan a la superficie el verdadero estado de nuestro
corazón. A medida que vamos creciendo y madurando en el Señor, deberíamos ser
capaces de meter cada vez más ofensas en esta categoría 1, es decir, en las
ofensas que van por fuera del radar. Debemos elegir que batallas pelear, que
peleas librar.
Cuando nos ofendemos por
estupideces, deberíamos orar así: Padre, perdóname porque no sé lo que hago.
¿Por qué solemos
reaccionar desproporcionadamente ante una ofensa menor?.
[+] nuestro ego fue
herido;
[+] nuestros defectos
quedaron expuestos;
[+] creer que tenemos una
vida con derecho a no tener problemas o a que nadie nos odie;
Cuenta una historia que
un piloto volaba en un avión de carga, por sobre el océano. De repente, ve que
hay ratas en el avión. Algunas, incluso, caminaban por entre sus pies. Como no
tenía donde aterrizar, desesperado, se comunica con su base. Es así que un piloto
más experimentado le recomienda que se eleve con el avión, para ganar altura.
Desorientado, pregunta cuál es el sentido de esa maniobra. Y desde la base, un
piloto más experimentado le responde que, si eleva el avión y gana altura, las
ratas morirán porque no soportan la presión.
De igual forma, debemos
elevarnos, es decir, volar alto, para que las ofensas menores (simbolizadas por
las ratas) desaparezcan y queden fuera de nuestro radar.
Ofensas
categoría 2
Ya no se trata de una
ofensa menor. Hablamos, ahora, de las ofensas que duelen. Ante este tipo de
ofensa, solemos reclamar a Dios que haga justicia. Queremos que, quien nos
ofendió y nos hizo daño, pague. Esto es inherente a la condición humana. Y esto
no daña al otro sino que nos daña a nosotros, daña nuestro sistema inmunológico
espiritual.
El Señor nos dice como
deberíamos actuar ante estas ofensas.
Mateo, 18:15 Por
tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si
te oyere, has ganado a tu hermano. 18:16 Más si no te oyere, toma aún
contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. 18:17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a
la iglesia, tenle por gentil y publicano.
[1]
Tenemos que IR:
Nosotros tenemos que
iniciar el proceso de restauración. Los pasajes que acabamos de leer dicen: “si
tu hermano peca contra ti, VE” (Mateo, 18:15). No importa quien empezó. Tenemos
que ir nosotros. Nosotros debemos dar el primer paso. Esto es algo que cuesta,
sobre todo cuando nosotros no hicimos nada y es el otro el que nos ofendió
gratuitamente.
[2]
Tenemos que estar a SOLAS:
No debemos hacer ningún
tipo de reunión con otros. No podemos hablarlo antes con otros. Los pasajes que
leímos dicen: “estando tu y el SOLOS”. No hables con nadie. Sorprende al
ofensor con lo que vas a decirle. Que el ofensor no pueda decirte: “si, ya se,
me entere que estuviste hablando mal de mí por meses ¿por qué no viniste hablar
primero conmigo?”. Era un problema de 2, ahora es un problema de 50.
[3]
Tenemos que ir con la intención de RECONCILIARNOS:
Los pasajes que leímos
dicen: “si te oyere, has GANADO a tu hermano”. Y para eso vamos: para GANAR a
nuestro hermano. No debemos ir a hablar con el otro a solas para hacerlo sentir
peor. Si vamos a atacar al otro, no nos va a escuchar porque la reacción
natural de cualquier persona es defenderse ante un ataque. Debemos ir para
RECONCILIARNOS. El 90% de los problemas se podrían resolver aplicando estos
principios;
[4]
Si no fuéramos oídos, debemos ir con algún TESTIGO, que puede ser un hermano de
la iglesia (amigo en común) o un anciano;
Ve,
ve a solas, ve para reconciliar la relación y ve AHORA (no dejes pasar el
tiempo), de modo que tu adoración, en el próximo culto, suba limpia:
Mateo, 5:23 Por
tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, 5:24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Si vas con el espíritu
correcto lo vas a arreglar y tu adoración va a ser bien recibida.
[5]
Finalmente, si no oye a los ancianos ni a la iglesia, déjalo ir. Los pasajes
que hemos leído dicen: “tenle por gentil y publicano”;
Podría suceder que,
cumpliendo todos los pasos que nos manda el Señor, aun así no podamos
reconciliarnos. Tenemos que dejarlo ir y liberarnos.
Pablo
escribe:
Romanos,
12:18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los
hombres.
No podemos controlar las
reacciones de la gente. Si el otro no quiere reconciliarse, nosotros somos
libres.
Resumen:
[1] tenemos que IR;
[2] tenemos que estar a
SOLAS;
[3] tenemos que ir con un
espíritu de RECONCILIACION;
[4] si se complica,
tenemos que ir con algún TESTIGO; y
[5] cumplidos los pasos
anteriores, lo DEJAMOS IR para ser libres;
Ofensas
categoría 3
No todos experimentan
este tipo de agravios: infidelidad, acoso sexual, abusos sexual, violación,
incesto, tragedias fatales, etc.. Son situaciones que te destrozan la vida tal
como la conocías.
¿Cómo hace un corazón
para perdonar estas tragedias?.
Las vidas de las personas
que han pasado por este tipo de agravios se divide en “antes y después de”.
Aquí hay que decidir entre vivir atado al rencor o perdonar. Se necesita una
clase especial de corazón para perdonar estos agravios y esto no ocurre de la
noche a la mañana.
El rencor es un veneno
que destruye el sistema inmunológico espiritual, como el SIDA destruye el
sistema inmunológico biológico o físico.
Las personas que han
sufrido este tipo de agravios normalmente necesitan someterse a un proceso de
sanidad interior, porque solo Dios es capaz de darles un corazón capaz de
perdonar esas situaciones.
Sea lo que fuere por lo
que hayas pasado, Dios te dice: crece, madura, perdona, libérate y viaja
liviano.
¿Qué
sucede si no perdonamos?
Mateo, 18:23 Por lo
cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con
sus siervos. 18:24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que
le debía diez mil talentos. 18:25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su
señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le
pagase la deuda. 18:26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba,
diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 18:27 El
señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
18:28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le
debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
18:29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo:
Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 18:30 Más él no quiso, sino
fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 18:31 Viendo sus
consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su
señor todo lo que había pasado. 18:32 Entonces, llamándole su señor, le
dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 18:33 ¿No
debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia
de ti? 18:34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta
que pagase todo lo que le debía. 18:35 Así también mi Padre celestial hará con
vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
En esta parábola el rey
es el Señor, nosotros somos los siervos y un consiervo es un hermano nuestro.
Aquí se nos enseña una verdad sobre el reino: de la misma forma que Él nos ha
perdonado una deuda impagable, nosotros estamos obligados a perdonar las deudas
(infinitamente menores) de nuestros hermanos para con nosotros.
Los verdugos, en esta
parábola, son los demonios. Todo aquel que no perdona a sus hermanos será
oprimido por demonios. ¿Hasta cuándo?. Hasta que perdone (los pasajes dicen
“hasta que pagase todo lo que le debía”) y esto es permitido por Dios.
Consideraciones
finales
La falta de perdón es una
fortaleza demoniaca que satanás construye, edifica, levanta y erige en nuestra
mente (sobre nuestra falta de perdón) y que sirve de habitación y guarida de
demonios. La falta de perdón da derecho legal a los demonios para que opriman a
un cristiano que mantiene una raíz de falta de perdón contra alguien y es la
fortaleza más común y la razón más frecuente de porque tantos cristianos son
oprimidos por demonios.
¿Por qué es la fortaleza
más común?. Porque es inevitable que en este mundo complejo, con diferentes
niveles sociales, económicos y culturales, todos nosotros nos causemos ofensas
y heridas. Si fallamos en reaccionar con amor y perdón y guardamos en nuestro
espíritu la deuda que el ofensor nos debe, la amargura y el dolor nos impedirán
llevar una vida de victoria y nos harán vivir, en cambio, una vida de opresión.
Muchas veces, las
experiencias dolorosas son permitidas por Dios para enseñarnos a perdonar, a
amar y orar por los que nos ofenden.
Oración contra el espíritu
o la fortaleza de falta de perdón
Señor Jesucristo, perdona
nuestra incapacidad para perdonar las ofensas de nuestros hermanos y aun las de
los hombres y danos un corazón perdonador y líbranos de los espíritus inmundos
y demonios que han construido sobre esta incapacidad y debilidad nuestra, una
fortaleza.
Perdonamos a (mencionar
al ofensor) por tal ofensa (describirla).
Señor Jesucristo, con la
autoridad que hay en tu nombre y con el poder que hay en tu sangre, atamos,
reprendemos, echamos fuera, desalojamos a los lugares secos y vacíos al
espíritu inmundo de la falta de perdón y a los espíritus inmundos y demonios
que vienen con el: amor frio y corazón endurecido.
Atamos estos espíritus
inmundos y demonios y desatamos al Espíritu Santo y un espíritu de perdón, amor
y unidad sobre nuestra iglesia.
Rompemos, quebrantamos,
despedazamos, arruinamos, conquistamos, saqueamos, dejamos inhabitadas y
convertimos en anatema las fortalezas de la falta de perdón, amor frio y
corazón endurecido y distribuimos sus bienes.
Una señal de que este
espíritu inmundo se encuentra activo en una iglesia local, es cuando, dentro de
la congregación, hay casos de cristianos que, llevando una vida de santidad y
de servicio, normalmente deben someterse a procesos de liberación por parte de
aquellos ministros que tienen ese ministerio.
Lo ideal aquí es que los
ministros indaguen e investiguen la posibilidad de que exista una raíz de falta
de perdón (pidiendo a Dios revelación), la que deberá ser tratada
personalmente, es decir, caso por caso.
La oración que puede
hacerse en cada caso es similar a la que hemos hecho con la salvedad de
mencionar los nombres de los ofensores contra quienes los oprimidos tienen
alguna raíz de falta de perdón, declarando el perdón.
¿Qué
significa “convertir en anatema”?.
Significa consagrar para
Dios el lugar donde existía la fortaleza destruida, para que nada más,
contrario a Dios, pueda ser construido en ese lugar.
Basado en:
Josué,
6:26 En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de
Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su
primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus
puertas.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de La Palabra –
Ministerio Rey de Gloria