martes, 14 de abril de 2020

NO HAY ATEOS


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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):




Ateísmo y agnosticismo

El “ateísmo” (del griego “a” = “sin” + “theo” = “dios” = “sin dios o dioses”) es la postura que afirma que no existe ningún tipo de deidad (divinidad o dios).

A diferencia del “ateísmo” (que afirma que no existe ningún dios) el “agnosticismo” (del griego “α” = “sin” + “gnosis” = “conocimiento” = “sin conocimiento”) es la postura que considera que la verdad acerca de la existencia o inexistencia de algún dios es incognoscible (que no se puede conocer).

En resumidas cuentas: mientras un “ateo” afirma que “no existe ningún dios”, un “agnóstico” afirma que “no es posible para el hombre conocer si existe o no algún dios”.

Por comodidad narrativa, de aquí en adelante, utilizaremos la palabra ateo, pero lo que digamos y las conclusiones a las que arribemos serán de aplicación también a los agnósticos.

Todos somos adoradores

En el programa del conocido periodista argentino Luis Novaresio (“LNE - LUIS NOVARESIO ENTREVISTA”), que se emite por el canal A24 de Argentina, el también conocido filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, en una entrevista realizada el 13/11/2018, nos regala esta genial ocurrencia:

“Muchos de nosotros, probablemente, seamos profundamente ateos, en relación a la religiones institucionales por lo menos. Si me preguntan ¿crees en el Dios judeo-cristiano?. Y no, me cuesta mucho. Ahora, si me preguntaran ¿crees en el amor?. Si ¿pero que tiene que ver?. ¿Crees o no en el amor?. Si ¿cómo no voy a creer?. ¿Y qué es el amor?. Es algo que me toma, un absoluto que genera en mí una trascendencia y la posibilidad de que la inmanencia de la existencia cobre un sentido total. Boludo, eso es Dios. O sea: te la das de ateo pero transferís la creencia a otra cosa”.

El video de la entrevista es el siguiente:




La frase se encuentra en el minuto 20:39.

Lo que está diciendo el filósofo (un ateo confeso) es que no hay ateos, porque un ateo ejercería – según el – una fe en un dios (y pone de ejemplo el amor) de una manera muy similar a la que lo hace un feligrés, de cualquier religión, con su dios.

El pecado de los ateos

La “negación de Dios” por parte de los hombres no es nueva y esta mencionada en la Biblia, aunque no está tipificada como un pecado en sí mismo.

Pablo escribe que, para Dios, su existencia es tan obvia que puede comprobarse a través de las cosas creadas. Peros los ateos, aun así, niegan su existencia. Ellos prefieren creer que la nada es capaz de engendrar algo antes que creer que todo lo que existe fue creado por Dios:

Romanos, 1:19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 1:20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

Pablo dice que la sabiduría sin Dios hizo necios a los hombres:

Romanos, 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 1:22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,

Los ateos en general se preguntan por qué el Dios de la Biblia no se presenta de una vez por todas tal como es, en lugar de exigir fe en el Evangelio. La pregunta es ¿creerían?.

Si cada vez que se topan con un hecho que no pueden explicar, inmediatamente buscan una explicación racional, desechando de inmediato cualquier explicación sobrenatural. Si un ateo, por ejemplo, experimentaría una “teofanía” (manifestación de la divinidad) ¿creería que le apareció Dios o buscaría ayuda en la ciencia médica (la psiquiatría) asumiendo que se está volviendo loco?. Y si un grupo de ateos experimentaran esa misma “teofanía” ¿creerían o hablarían más temprano que tarde de “sugestión colectiva”?. Así como hay gente predispuesta a “creer” (es cierto), también hay gente predispuesta a “no creer”, por lo tanto no creerá aunque le hagan un milagro en sus propias narices.

Por eso Pablo dice que, ya que los hombres, en su sabiduría, no buscaron a Dios, entonces Dios optó por salvar al hombre por medio de la predicación del Evangelio:

1 Corintios, 1:21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 

El pecado en que verdaderamente incurren los ateos es en el de “idolatría”. Todos los hombres son adoradores. El hombre fue creado para adorar. La pregunta no es si los hombres adoran sino que es lo que adoran. Nadie puede escaparse de la ancestral pulsión (impulso) de adorar algo o a alguien.

Se puede levantar un dios prácticamente de cualquier cosa. Ese dios que adora un ateo podría ser el amor (como el ejemplo que puso el filósofo citado anteriormente) o también puede ser el dinero, un auto, una profesión, el ego, el intelecto, la tecnología, la belleza física (culto al cuerpo), una ideología, un líder político, un club o una estrella de futbol, un músico, una banda de rock, un actor u otros. Y esta es la esencia de la idolatría: culto a lo creado y no al Creador.

Hay algo que resulta muy gracioso, por lo contradictorio. Por un lado vemos a los ateos burlándose de un feligrés (de cualquier religión), que se prosterna ante su dios, mientras se jacta de que él no se arrodilla ante nada y ante nadie. Por el otro, vemos a esos mismos ateos prosternándose ante uno o más “dioses” de los que hemos mencionado, adorándolos.

Otra cosa bastante graciosa es ver el intento desesperado de los ateos de relacionar la fe religiosa con la ignorancia. La lista de hombres de ciencia e intelectuales (a lo largo de la historia y contemporáneos) que han creído y creen en la existencia de un dios (sea cual fuere la religión de que se trate) es tan extensa, que debería darles vergüenza intentar establecer una relación de causa y efecto entre la razón y la fe.

Solo a modo de ejemplo, citaremos el caso del reconocido físico estadounidense y cristiano, William Daniel Phillips (5 de Noviembre de 1948), ganador del Premio Nobel de Física en el año 1997. ¿Habrá algún ateo cuyo atrevimiento llegue a tal punto de tildar a este científico de “ignorante”?.

La Biblia define la avaricia como el amor al dinero:

1 Timoteo, 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Y luego dice que la avaricia es idolatría:

Colosenses, 3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

Y no solamente la avaricia (el amor al dinero) puede transformase en un dios sino todo lo que mencionamos anteriormente: un auto, una profesión, el ego, el intelecto, la tecnología, la belleza física (culto al cuerpo), una ideología, un líder político, un club o una estrella de futbol, un músico, una banda de rock, un actor u otros.

Y la idolatría impide la entrada en el reino de Dios:

1 Corintios, 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 6:10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

El otro versículo clásico de la Biblia que incluye una lista de pecados que impiden la entrada al reino es:

Apocalipsis, 21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

En estos dos pasajes bíblicos (1 Corintios, 6:9-10, Apocalipsis, 21:8) están mencionados aquellos pecados que, si no nos arrepentimos y los confesamos (1 Juan, 1:9), impiden directamente nuestra entrada en el reino de Dios.

Conclusión

Según las Escrituras judeo-cristianas (la Biblia), los hombres son salvos por gracia, por medio de la fe y no por obras (Efesios, 2:8-9). Siendo la gracia la causa de la salvación (Efesios, 2:8), el “boleto de entrada” a esa gracia es la fe (Romanos, 5:2).

La Biblia define la fe del siguiente modo:

Hebreos, 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 

En esta definición general, la Biblia no dice fe en que, simplemente la define. Pero es claro que esa fe (esa convicción de lo que no se ve), no puede ser “en cualquier cosa”. Esa fe debe estar fuera de nosotros mismos y solo puede ser en lo que Cristo hizo en la cruz, es decir, en el Evangelio:

1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

Un ateo ejerce la fe tal cual la define la Biblia. Supongamos un ateo cuyo “dios” es la tecnología. Ese ateo “cree” en lo que la tecnología puede lograr, aunque todavía no lo vea, o sea tiene una convicción respecto de algo que todavía no puede ver (eso es la fe, según la Biblia).

Los ateos, básicamente, son idolatras. Tienen fe, pero esa fe no está puesta en el Evangelio, es decir, en lo que Cristo hizo en la cruz (1 Corintios, 15:1-4) sino en otras cosas que, como vimos, son “dioses”: en el amor, en sí mismos (en sus propias obras), en el mundo, en el sistema, en la humanidad, en la ciencia, en la tecnología, en su propio intelecto. Esos son los dioses que adoran los ateos y su fe esta puesta en ellos.

Por ende el ateísmo no existe, sencillamente porque no se verifica en la práctica. Como hemos dicho, nadie puede escapar de la ancestral pulsión de adorar. De lo único que se puede jactar un ateo es que no adora dioses invisibles, porque está visto que si adora “dioses visibles”. Y la adoración de “dioses visibles” es definida por el Dios de la Biblia judeo-cristiana como “idolatría”:

Éxodo, 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Como puede verse, no se trata de si adoras o no sino, simplemente, de que es lo que estas adorando.

No hay ateos en este mundo ni, por lo tanto, ateísmo. Los ateos tienen sus dioses y su fe, pero esa fe (y esos dioses) no pueden salvarlos.

Ese es su principal problema.


QUE DIOS LOS BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA