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Introducción
Jack Kelley,
el reconocido ensayista bíblico norteamericano (lamentablemente fallecido en el
otoño americano de 2015), observa:
La palabra griega de la que proviene la palabra dispensación solamente aparece siete veces en el Nuevo Testamento y solamente la traduce Pablo como tal en dos ocasiones:
La palabra griega de la que proviene la palabra dispensación solamente aparece siete veces en el Nuevo Testamento y solamente la traduce Pablo como tal en dos ocasiones:
Efesios,
1:10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento
de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
Efesios, 3:9
y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los
siglos en Dios, que creó todas las cosas;
Otros
significados de esta palabra son comisión, mayordomía, administración, y
economía.
Los que
somos dispensacionalistas creemos que, a través de la historia, Dios ha tratado
con la humanidad en diferentes maneras y en diferentes tiempos como parte del
proceso de revelar Su carácter y Su plan para la humanidad y llamamos a estos
diferentes períodos “dispensaciones”.
Por ejemplo,
así como la salvación siempre ha sido por la fe, el camino a la salvación a
través de la mayor parte del Antiguo Testamento era a través de Israel y
requería también la obediencia a la Ley. Pero ese no es el caso durante la Era
de la Iglesia.
Por
consiguiente la manera como Dios trató con Israel en el Antiguo Testamento se
llevó a cabo durante una dispensación diferente a la forma como Él está
tratando con la Iglesia en el Nuevo Testamento. ¿Se entiende el punto?.
Las
dispensaciones divinas son siete:
[1] la
inocencia;
[2] la
conciencia;
[3] el
gobierno humano;
[4] la
promesa;
[5] la ley;
[6] la
gracia; y
[7] el
reinado milenial de Cristo (Apocalipsis, 20:4);
Las primeras
cinco se han cumplido, la sexta está en proceso de cumplimiento y la séptima comenzara
a cumplirse luego del rapto de la iglesia (1 Corintios, 15:51-52, 1
Tesalonicenses, 4:15-17).
En el
presente estudio nos centraremos en la quinta dispensación: la ley de Moisés.
Algo más que diez mandamientos
La ley de Moisés
fue un pacto que Dios hizo con Israel, en el cual les prometió una vida de paz
y plenitud si le obedecían:
Éxodo, 19:5
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis
mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
La parte más
icónica de la ley de Moisés son las tablas de la ley, que Moisés recibió de
Dios en el monte Sinaí, con los diez mandamientos:
[ 1 ] no
adoraras a otros dioses (Éxodo, 20:3-6);
[ 2 ] no cometerás
idolatría (Éxodo, 20:4-6);
[ 3 ] no
tomarás el nombre de tu Dios en vano (Éxodo, 20:7);
[ 4 ]
guardaras el día de reposo (Éxodo, 20:8);
[ 5 ]
honraras a tu padre y a tu madre (Éxodo, 20:12);
[ 6 ] no
mataras (Éxodo, 20:13);
[ 7 ] no cometerás
adulterio (Éxodo, 20:14);
[ 8 ] no
hurtaras (Éxodo, 20:15);
[ 9 ] no
mentiras (Éxodo, 20:16);
[10] no
codiciaras (Éxodo, 20:17);
Pero la ley
de Moisés no contiene solamente el decálogo de Éxodo, 20 sino un sinnúmero de disposiciones
de todo tipo:
[+] leyes
sobre esclavitud (Éxodo, 21:1-11);
[+] leyes
sobre actos de violencia (Éxodo, 21:12-25);
[+] leyes
sobre responsabilidades de amos y dueños (Éxodo, 21:26-36);
[+] leyes
sobre restitución (Éxodo, 22:1-15);
[+] leyes
humanitarias (Éxodo, 22:16-31, 23:1-12);
[+] leyes
sobre celebración de fiestas (Éxodo, 23:14-19; 34:18-26, Levítico, 16:1-34, Levítico,
23:1-44);
[+]
indicaciones para construir el tabernáculo (Éxodo, 26:1-37), el arca del
testimonio (Éxodo, 25:10-22) y el mobiliario: la mesa para el pan de la
proposición (Éxodo, 25:23-30), el candelero de oro (Éxodo, 25:31-40), el altar
de bronce (Éxodo, 27:1-8), el atrio del tabernáculo (Éxodo, 27:9-19), el altar
del incienso (Éxodo, 30:1-10) y la fuente de bronce (Éxodo, 30:17-21);
[+]
indicaciones sobre el aceite para las lámparas (Éxodo, 27:20-21, Levítico,
24:1-4);
[+]
indicaciones sobre las vestiduras y
consagración de los sacerdotes (Éxodo, 28:1-43, Éxodo, 29:1-37);
[+]
indicaciones sobre las ofrendas diarias (Éxodo, 29:38-46, Números, 28:1-8);
[+] indicaciones
sobre el dinero del rescate (Éxodo, 30:11-16);
[+]
indicaciones sobre el aceite de la unción y el incienso (Éxodo, 30:22-38);
[+]
indicaciones para cumplir con el día de reposo (Éxodo, 35:1-3);
[+] leyes
sobre los holocaustos (Levítico, 1:1-17);
[+] leyes
sobre las ofrendas (Levítico, 2:1-16);
[+] leyes
sobre las ofrendas de paz (Levítico, 3:1-17);
[+] leyes
sobre las ofrendas por el pecado (Levítico, 4:1-35, 5:1-13);
[+] leyes
sobre las ofrendas expiatorias (Levítico, 5:14-19, 6:1-7);
[+] leyes
sobre los sacrificios (Levítico, 6:8-30, 7:1-38);
[+] leyes
sobre animales limpios e inmundos (Levítico, 11:1-47);
[+] leyes
sobre la purificación de la mujer después del parto (Levítico, 12:1-8);
[+] leyes
sobre la lepra (Levítico, 13:1-59, 14:1-57);
[+] leyes
sobre impurezas físicas (Levítico, 15:1-33);
[+] leyes
sobre actos de inmoralidad prohibidos (Levítico, 18:1-30);
[+] leyes de
santidad y justicia (Levítico, 19:1-37);
[+] leyes sobre
penas por actos de inmoralidad (Levítico, 20:1-27);
[+] leyes
sobre la santidad de los sacerdotes (Levítico, 21:1-24);
[+] leyes
sobre la santidad de las ofrendas (Levítico, 22:1-33);
[+] leyes
sobre el reposo de la tierra y el jubileo (Levítico, 25:1-55);
[+] deberes
y tareas de los levitas (Números, 3:1-39, 4:1-49);
[+] ley
sobre la restitución (Números, 5:5-10);
[+] ley
sobre los celos (Números, 5:11-31);
[+] el voto
de los nazareos (Números, 6:1-21);
[+] la
celebración de la pascua (Números, 9:1-14);
[+] leyes
sobre las ofrendas (Números, 15:1-31);
[+] leyes
sobre el sostenimiento de sacerdotes y levitas (Números, 18:1-32);
[+] leyes de
purificación de los inmundos (Números, 19:1-22);
[+] ley de
los votos (Números, 30:1-16);
Como puede
apreciarse, la ley de Moisés, conformada por más de seiscientos preceptos,
excede largamente a los diez mandamientos de Éxodo, 20. La ley fue dada a Moisés
a lo largo de los libros de Éxodo, Levítico y Números. El libro de Deuteronomio
(que significa “segunda ley”) no contiene ninguna disposición nueva sino que
constituye un repaso de toda la ley dada anteriormente.
Consecuencias de desobedecer la ley de
Moisés
Muerto Moisés
(Deuteronomio, 34:1-12), Josué es designado como nuevo líder y es quien guía a
Israel en la conquista de la tierra prometida. Conquistada la tierra prometida
(aunque no en su totalidad) y muerto Josué (Jueces, 2:6-10), Israel inicia
sucesivos periodos de desobediencia y apostasía (Jueces, 2:11-23), pasando por
la apostasía de Salomón (1 Reyes, 11:1-40), lo cual derivo en la división de
Israel en el reino del sur (formado por las tribus de Judá y Benjamín, con
capital en Jerusalén, donde estaba el templo) y el reino del norte (formado por
las diez tribus restantes de Israel, con capital en Samaria).
Las
consecuencias de la desobediencia (Levítico, 26:14-46, Deuteronomio, 28:15-68),
se seguirían cumpliendo con las caídas del reino del norte, en 722 a.C. a manos
del imperio asirio y del reino del sur, en 586 a.C., a manos del imperio
babilónico comandado por el rey Nabucodonosor, quien destruyo Jerusalén y
saqueo el templo y se terminarían de cumplir con el rechazo del Mesías por
parte de Israel, con lo que Dios retiro su oferta del reino y los expulso de su
tierra:
Mateo,
21:43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y
será dado a gente que produzca los frutos de él.
Una de las
consecuencias de la desobediencia de Israel seria su dispersión:
Deuteronomio,
28:64 Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la
tierra hasta el otro extremo; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste
tú ni tus padres, al leño y a la piedra. 28:65 Y ni aun entre estas
naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará
Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma;
Lo cual
tiene su correlato en el NT en:
Lucas, 21:24
Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y
Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles
se cumplan.
La dispersión
(diáspora) de Israel profetizada por Moisés, sobrevino sobre Israel junto con
la destrucción del templo en 70 d.C., por haber rechazado al Mesías.
Jerusalén y
el Templo fueron destruidos (por segunda vez) por los romanos en el año 70 d.C.
cuando el general romano Tito, hijo del Emperador Vespasiano, sitió Jerusalén y
destruyó la ciudad y el Segundo Templo. En la ciudad de Roma, hay un monumento
de casi 2.000 años (el Arco de Tito), que conmemora la victoria de los
ejércitos romanos sobre Jerusalén. En los relieves del arco están
los tesoros que se llevaron de Jerusalén, incluida una escultura de oro de la
Menorah (el candelabro de siete brazos), tomada del Segundo Templo.
Jesús
profetizo que el templo seria desmontado “piedra por piedra”:
Mateo, 24:1
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para
mostrarle los edificios del templo. 24:2 Respondiendo él, les
dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada.
El ejército
romano desmontó el Templo judío, literalmente, “piedra por piedra”, para buscar
oro fundido del Templo quemado. Roma asesinó a más de un millón de judíos
en el 70 d.C. Flavio Josefo (el famoso historiador judío, autor del libro
“Antigüedades de los judíos”) fue testigo de estos eventos que más tarde
relató en su libro “Las Guerras judías”.
La razón de la ley de Moisés
Pablo explico
la razón por la cual fue dada la ley:
Romanos,
4:15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
Romanos,
5:13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no
se inculpa de pecado.
Antes de la
ley de Moisés, como es lógico, había pecado, pero no se podía inculpar a nadie.
Al no estar establecido que estaba bien y que estaba mal, no había transgresión
punible (castigable).
Por ejemplo,
sabemos que Dios estableció el matrimonio inicialmente dentro de la monogamia:
Génesis, 2:24
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne.
Pero esto
fue transgredido:
En Génesis
(la ley fue dada luego, en Éxodo) se nos relata la rivalidad existente entre
Raquel y Lea (Génesis, 30:1), las dos esposas de Jacob que, además, eran
hermanas (Génesis, 29:16).
Quebrantar Génesis,
2:24 casi siempre trajo como consecuencia el resquebrajamiento de la armonía
familiar. Por eso, en la ley de Moisés, aparece la siguiente norma:
Levítico,
18:18 No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival,
descubriendo su desnudez delante de ella en su vida.
Otro ejemplo
es el de Rubén, hijo de Jacob y de Lea y que era, además, el primogénito. Rubén
perdió la bendición de la primogenitura cuando, al morir Lea, se acostó con la
concubina de su padre Jacob. Cuando, antes de morir, Jacob bendice a sus hijos,
comienza por Rubén y dice:
Génesis,
49:3 Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi
vigor; Principal en dignidad, principal en poder. 49:4 Impetuoso como
las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu
padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado
Más tarde,
en la ley de Moisés, aparecería la siguiente disposición:
Levítico,
18:6 Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su
desnudez. Yo Jehová. 18:7 La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu
madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. 18:8 La
desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre.
Era
necesaria, entonces, una ley que definiera con claridad que era pecado y que no,
delante de Dios. Establecida la ley, rápidamente quedo claro que sería
incumplible.
Para Pablo y
para Santiago, la ley debía ser cumplida en su totalidad, ya que cualquier
incumplimiento en algunos de sus tantos puntos redundaba en una transgresión de
toda la ley:
Gálatas, 5:3
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a
guardar toda la ley.
Santiago,
2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se
hace culpable de todos. 2:11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio,
también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas,
ya te has hecho transgresor de la ley.
Para Pedro,
la ley de Moisés había sido un yugo que ni el, ni sus contemporáneos, ni sus
antepasados habían podido llevar:
Hechos,
15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
Para Pablo,
la ley de Moisés también era un yugo:
Gálatas, 5:1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Puesto de
manifiesto el pecado a causa de la ley y quedando claro que esta era
incumplible, las transgresiones debían ser expiadas con sangre y por esto,
conjuntamente con la ley, fue dado el sistema levítico de sacrificios de
animales en el templo:
[A] se
sacrificaban diariamente dos corderos sin defecto, de un año, uno a la mañana y
otro a la caída de la tarde, por los pecados del pueblo (Éxodo, 29:38-46, Números,
28:1-8);
[B] más todo
un sistema de ofrendas compuesto por:
[1] los holocaustos
(Levítico, 1:1-17);
[2] las
ofrendas (Levítico, 2:1-16);
[3] las
ofrendas de paz (Levítico, 3:1-17);
[4] las
ofrendas por el pecado (Levítico, 4:1-35, 5:1-13); y
[5] las
ofrendas expiatorias (Levítico, 5:14-19, 6:1-7);
[C] más un
día anual llamado “día de la expiación o yom kippur” (Levítico, 16:1-34), por
si hubiera quedado algún pecado sin expiar.
El “día de
la expiación o yom kippur” (Levítico, 16), merece un párrafo aparte.
La palabra
“expiación” (heb. kippurim, de kafar, que significa "cubrir")
encierra el concepto de cubrir el pecado al hacer un pago equivalente (rescate)
de modo que se haga la recompensa idónea por el pecado. La necesidad de la
expiación se originaba en el hecho de que el pecado de Israel, si no se
expiaba, lo sujetaría a la ira de Dios. Así que el propósito del “día de la
expiación” era proveer de un amplio sacrificio por todos los pecados que
pudieron no haberse expiado en los sacrificios ofrecidos durante todo el año
anterior. Con esto, el pueblo seria limpio de sus pecados del pasado año,
apartaría la ira de Dios hacia ellos y mantendría la comunión con El.
El día de la
expiación debía ser una reunión solemne, un día en el cual el pueblo ayunaba y
se humillaba delante del Señor. Esa reacción, recalcaba la gravedad del pecado
y el hecho de que la obra expiatoria de Dios era eficaz solo para los que
tenían un corazón contrito y una fe que persevera. En el día de la expiación,
se consumaba la expiación por todos los pecados y transgresiones no expiados
durante el año anterior. Tenía que repetirse cada año de la misma manera.
Por cuanto
Dios deseaba salvar a Israel, perdonar sus pecados y reconciliarlo consigo
mismo, proveyó un día de salvación al aceptar en su lugar la muerte de una vida
inocente (el animal que era sacrificado). Este animal llevaba la culpa y el
castigo de ellos y cubría sus pecados mediante su sangre derramada. Levítico 16
describe el “día de la expiación” como el día santo más importante del año
judío.
En este día,
el sumo sacerdote, vestido de vestiduras sagradas, primero se preparaba con
purificaciones especiales y luego, antes de hacer la expiación por los pecados
del pueblo, tenía que ofrecer un becerro por sus propios pecados. Después
tomaba dos machos cabríos y echaba suertes: uno se convertía en el sacrificio y
el otro era el “chivo expiatorio”.
El sacerdote
mataba al primer macho cabrío, tomaba su sangre, entraba al Tabernáculo, en el
santuario detrás del velo, donde estaba el Arca de la Alianza y esparcía la
sangre sobre el propiciatorio (la parte de arriba del Arca, donde estaban los dos
querubines enfrentados), poniendo así la sangre entre Dios y las Tablas de la
Ley que estaban debajo del propiciatorio (leyes que ellos habían violado pero
que, ahora, estaban cubiertas por la sangre). De esta manera se hacia la
expiación por los pecados de toda la nación. Finalmente, el sacerdote tomaba el
otro macho cabrío, ponía las manos sobre su cabeza, confesaba sobre ella todas
las iniquidades y rebeliones de los israelitas y lo enviaba al desierto,
simbolizando que sus pecados eran llevados fuera del campamento para
desaparecer y morir en el desierto.
Este “chivo
expiatorio” es un símbolo de Cristo, ya que el Señor, luego de que todos los
pecados de su pueblo fueron cargados sobre El, fue crucificado fuera de la
ciudad, en el Gólgota.
Una sombra de los bienes venideros
El pecado
siempre se levantó como una barrera (un muro) entre Dios y los hombres. Para
restablecer la comunión con Dios interrumpida a causa del pecado, era necesario
expiar (quitar de en medio) el pecado.
Y la
expiación solo se lograba derramando sangre:
Hebreos,
9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento
de sangre no se hace remisión.
La salvación
en el AT se lograba intentando cumplir las obras de la ley de Moisés y, al ser
esta incumplible, expiando las transgresiones a la misma con la sangre de los
animales que se sacrificaban. Esta era la esencia del pacto que Dios hizo con
Israel por medio de la ley de Moisés.
Pero la ley
de Moisés, como sostiene Pablo, solo fue una especie de guía o tutor para
conducirnos a la fe:
Gálatas,
3:23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados
para aquella fe que iba a ser revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido
nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la
fe. 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
La ley fue
nuestro tutor (eso significa “ayo”) para conducirnos a la fe, para llevarnos a
Cristo a fin de que fuésemos justificados solo por la fe. Venida la fe, ya no
estamos más bajo el ayo (bajo ese tutor). Puesto de manifiesto el pecado a
causa de la ley y visto y considerando que esta era incumplible, se haría
notoria la necesidad de un Salvador (Redentor).
Con su
sangre derramada en la cruz, el Señor introdujo un Nuevo Pacto (una nueva
dispensación), que reemplazo el Antiguo Pacto (la dispensación anterior).
El Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto
En el
ANTIGUO PACTO, la que se derramaba era la sangre de animales en los sacrificios
del templo (una y otra vez). En el NUEVO PACTO, la que se derramo fue la sangre
de Cristo en la cruz (una sola vez).
Como está
escrito:
Hebreos,
10:14 porque con una sola ofrenda hizo [Cristo] perfectos para siempre a los
santificados.
Hebreos,
9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del
verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante
Dios; 9:25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena [de
animales]. 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces
desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los
siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo
para quitar de en medio el pecado.
El ANTIGUO
PACTO no es el AT, sino que consiste en el derramamiento de la sangre de
animales (una y otra vez) en el sistema de sacrificios del templo descripto en
la LEY DE MOISES. El NUEVO PACTO no es el NT, sino que consiste en el
derramamiento de la sangre de Jesucristo en la cruz (una sola vez), descripto
en la Epístola a los Hebreos.
La Epístola
a los Hebreos (NT) fue escrita para demostrar la obsolescencia del ANTIGUO
PACTO, ahora reemplazado por el NUEVO PACTO, establecido a partir de la muerte
expiatoria de Cristo en la cruz.
Lo que fue
derogado y reemplazado es el ANTIGUO PACTO por el NUEVO PACTO: ya no es la
sangre de los animales, derramada una y otra vez en el templo, sino la sangre
de Jesucristo, derramada una sola vez en la cruz, la que expía (quita de en
medio) el pecado.
Cuando se
dice que el ANTIGUO PACTO quedo obsoleto (que no se usa en la actualidad, que
ha quedado claramente anticuado), lo que se quiere decir es que lo que quedo
obsoleto es el sistema levítico de sacrificios de animales inserto en la ley de
Moisés y no la propia LEY DE MOISÉS o los libros del AT, todo lo cual es
Palabra de Dios, que jamás quedara obsoleta. ¿A quién se le puede ocurrir que
los diez mandamientos, insertos en Éxodo, 20 ya no están vigentes?. No mataras,
no robaras, no adoraras a dioses ajenos, no cometerás adulterio ¿quedo, acaso,
todo esto sin vigencia?. Claro que no!.
Al respecto,
Jesús dijo:
Lucas,
16:17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una
tilde de la ley.
Y luego
agregó:
Mateo,
5:18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni
una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Pero el
cielo y la tierra todavía “no han pasado”. Esto está todavía en el futuro y es
mencionado en el libro de Apocalipsis:
Apocalipsis,
21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Y esto que
ve Juan (un cielo nuevo y una tierra nueva) ocurre al finalizar el reinado
milenial de Cristo (la séptima y última dispensación), es decir, mil años
después del retorno de Cristo a la tierra. Fíjense ustedes cuanto tiempo
todavía seguirá vigente la Ley de Moisés.
Lo único que
ya no está vigente de la LEY DE MOISES para la iglesia son:
[1]
disposiciones de orden civil;
[a] la “ley
de levirato” (Deuteronomio, 25:5-10); y
[b] las
leyes sobre esclavitud (Éxodo, 21:1-11, Deuteronomio, 15:12-18, Levítico,
25:39-40);
[2]
disposiciones de orden alimentario (Levítico, 11:7), lo cual fue abolido por el
Señor en el NT (Mateo, 15:11, Hechos, 10:9-16);
Para otras
cuestiones se aplican los siguientes principios:
En primer
lugar, cabe aclarar que la ley de Moisés del AT fue dada solo a Israel:
Salmos,
147:19 Ha manifestado sus palabras a Jacob, Sus estatutos y sus juicios a
Israel. 147:20 No ha hecho así con ninguna otra de las naciones; Y en cuanto a
sus juicios, no los conocieron. Aleluya.
El sabat y
el día del Señor:
La Biblia no
da evidencia de que alguna vez Dios les dijera a los gentiles que debían
observar el sabat. Mientras Cristo estuvo en la tierra, desde ya guardo el
sabat puesto que vivió bajo la dispensación de la ley, aunque no siguió las
reglas humanas de los fariseos (Marcos, 2:23-28).
Al inicio de
la iglesia, el primer día de la semana (el domingo, el día del Señor) fue un
día especial de comunión y adoración:
Hechos, 20:7
El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo
les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la
medianoche.
1 Corintios,
16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según
haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces
ofrendas.
Apocalipsis,
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran
voz como de trompeta,
El domingo
conmemora la resurrección de Cristo:
Mateo, 28:1
Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron
María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Juan, 20:1
El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro,
al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
Estos dos
días especiales, el sabat (el sábado) y el día del Señor (el domingo),
conmemoran cosas diferentes y no deben confundirse. Mientras el sabat se
relaciona a la antigua creación y se dio expresamente a Israel, el día del
Señor (el domingo) se relaciona a la nueva creación y pertenece a la iglesia.
Mientras el
sabat (que viene de la ley de Moisés) habla de 6 días de labor a los cuales
sigue un día de descanso, el día del Señor o el domingo (que proviene de la gracia)
habla de empezar la semana con descanso al cual le siguen las obras.
El sabat
pertenece a la "sombra" de la ley y no a la plena "luz" de
la gracia. Si algunos cristianos quieren adorar en el sabat pueden hacerlo,
pero no deben juzgar ni condenar a los creyentes que no se les unan:
Colosenses, 2:16
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta,
luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir;
pero el cuerpo es de Cristo.
La
observancia legalista del sabat es un regreso a la esclavitud:
Gálatas, 5:1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Por otra
parte, guardar el sabat puede revelar a un cristiano inmaduro que tiene una
conciencia débil (Romanos, 14:4-13).
Las fiestas
solemnes de Israel son siete:
[1] la
pascua (Levítico, 23:5);
[2] la
fiesta de los panes sin levadura (Levítico, 23:6);
[3] la
fiesta de las primicias (Levítico 23:10);
[4] la
fiesta de las semanas (Levítico, 23:15);
[5] la
fiesta de las trompetas (Levítico, 23:24);
[6] el día
de la expiación (Levítico, 16:1-34, Levítico, 23:27); y
[7] la fiesta
de los tabernáculos (Levítico, 23:34).
Más allá de
que nosotros pensamos que estas fiestas solo fueron dadas a Israel (Salmos,
147:19-20), cualquier cristiano puede celebrarlas, pero no por ello va a ser
“más cristiano o más espiritual” que otros cristianos que no las celebran:
Colosenses, 2:16
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta,
luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir;
pero el cuerpo es de Cristo.
Decimos
esto, en esta época donde existe una tendencia judaizante, al creer que por
tocar un shofar o hablar en hebreo somos “más espirituales” que los demás. No
olvidemos nunca que la iglesia es una “nueva raza humana” (un solo y nuevo
hombre), que surge de entre judíos y gentiles pero que no comparte el destino
con ninguno de los dos:
Efesios,
2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos
expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Palabras finales
La ley era
una “sombra de lo que habría de venir, un pálido reflejo de la realidad
venidera” por lo que, venida esa realidad, la ley ya no es eficaz:
Hebreos,
10:1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen
misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 10:2 De otra
manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una
vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. 10:3 Pero en estos sacrificios
cada año se hace memoria de los pecados; 10:4 porque la sangre de los toros y
de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Ahora es la
sangre de Cristo, ofrecida una sola vez en la cruz, la que quita
definitivamente el pecado:
Hebreos,
10:11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo
muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 10:12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 10:13 de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 10:14 porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Podemos ver
ahora, claramente, que la palabra “expiar” tiene connotaciones distintas según
estemos en el Antiguo o en el Nuevo Pacto. Mientras que, en el Antiguo Pacto, la
palabra “expiar” solo significaba “cubrir temporalmente” el pecado porque la
“la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”
(Hebreos, 10:4), en el Nuevo Pacto la palabra “expiar” significa “quitar de en
medio” el pecado (Hebreos, 9:26), porque Cristo “con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos, 10:14).
Jesús no
vino a derogar o a oponerse la ley, sino que vino a cumplirla:
Mateo,
5:17 No penséis que he venido para abrogar [suspender, dejar sin vigor] la
ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
Jesús, que vivió
una vida sin pecado, cumplió todos los puntos de la ley y luego camino hacia la
cruz, con lo cual nos libró a nosotros de cumplir lo incumplible:
Colosenses,
2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
Actualmente,
la salvación es por gracia (la causa), por medio de la fe (el medio) y no por
obras:
Efesios, 2:8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
La LEY (la
anterior dispensación) fue reemplazada por la GRACIA (la nueva dispensación),
la cual solo se aprovecha por medio de la fe en Jesucristo.
La fe es el
“boleto de entrada” a la GRACIA (la causa de la salvación):
Romanos, 5:1
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia
en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de
Dios.
Con el rapto
de la iglesia (1 Corintios, 15:51-52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17) concluirá la
GRACIA (la sexta y actual dispensación) y, luego de la Segunda Venida de
Cristo, al final de la Gran tribulación, comenzara la séptima y última
dispensación: el Reinado Milenial de Cristo (Apocalipsis, 20:4).
QUE DIOS LOS
BENDIGA A TODOS!!!
Marcelo D.
D’Amico
Maestro de
la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA