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Te dejo el video donde predico sobre este tema (el contenido es el mismo que aparece mas abajo):
Introducción
Te dejo el video donde predico sobre este tema (el contenido es el mismo que aparece mas abajo):
En estos tiempos en los que el “evangelio de la prosperidad” ha conquistado los pulpitos de muchas iglesias, se hace necesario repasar lo que el Señor opino, cuando estuvo en la Tierra, sobre las riquezas.
Veremos:
[+] que las riquezas, en el
AT, eran una prueba de que el favor de Dios estaba con alguien;
[+] que, no obstante lo
anterior, cuando estuvo en la Tierra, Jesús critico abiertamente las riquezas y
a los que ponían su confianza en ellas, lo cual le valió la burla de los
fariseos; y
[+] que no deben confundirse las riquezas con la prosperidad ya que mientras las riquezas corrompen el corazón del hombre, la prosperidad es fundamentalmente para bendecir a otros y está regida por una ley espiritual establecida por Pablo en 2 Corintios, 9:6;
Las
riquezas en el AT
En el AT, las riquezas eran la
señal de que el favor de Dios estaba con alguien. Esto lo podemos ver
claramente en las figuras de los cuatro grandes patriarcas de Israel: Abraham,
Isaac, Jacob y José. Estos hombres llegaron a ser enormemente ricos y
prominentes en la sociedad de su tiempo.
Abraham fue un hombre muy
rico:
Génesis, 13:2 Y Abram era
riquísimo en ganado, en plata y en oro.
Génesis, 13:5 También Lot, que
andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. 13:6 Y la tierra no era
suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y
no podían morar en un mismo lugar.
Isaac (hijo de Abraham),
también fue un hombre extraordinariamente rico:
Génesis, 26:12 Y sembró Isaac
en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo
Jehová. 26:13 El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se
engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 26:14 Y tuvo hato de ovejas, y
hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron
envidia. 26:15 Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham
su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de
tierra. 26:16 Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque
mucho más poderoso que nosotros te has hecho.
Jacob (hijo de Isaac) también
fue un hombre enormemente rico lo cual puede verse en el relato que hace
Génesis, 30:37-43 acerca del aumento sobrenatural del ganado de Jacob mientras
servía a Laban. El relato termina de la siguiente manera:
Génesis, 30:43 Y se enriqueció
el varón [Jacob] muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y
camellos y asnos.
José (hijo de Jacob) no
solamente llego a ser rico sino muy poderoso en Egipto. Las palabras con las
que Faraón se dirigió a José, luego de que este interpretara el sueño sobre los
siete años de hambre, dan cuenta de esto:
Génesis, 41:38 y dijo Faraón a
sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el
espíritu de Dios? 41:39 Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho
saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 41:40 Tú estarás sobre
mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono
seré yo mayor que tú. 41:41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he
puesto sobre toda la tierra de Egipto. 41:42 Entonces Faraón quitó su
anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino
finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 41:43 y lo hizo subir en
su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso
sobre toda la tierra de Egipto. 41:44 Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón;
y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.
El caso de Job (contemporáneo
de Abraham) es similar al de los patriarcas:
Job, 1:1 Hubo en tierra de Uz
un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y
apartado del mal. 1:2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas. 1:3 Su
hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes,
quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que
todos los orientales.
Luego, cuando Dios restaura a
Job, aumento al doble sus posesiones:
Job, 42:10 Y quitó Jehová la
aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas
las cosas que habían sido de Job.
Si el favor de Dios estaba con
alguien, una de las pruebas de ese favor eran las riquezas y las posesiones.
Esta es la visión que predomino en el AT y también en la época de Jesús y que
los fariseos encarnaron como nadie. Por eso, cuando Jesús criticaba las
riquezas (ya lo veremos), los fariseos se burlaban de Él.
Jesús
y las riquezas
[+] Tesoros en el cielo
Mateo, 6:19 No os hagáis
tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones
minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla
ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
En Lucas 12:32-34 se relata lo
mismo.
El corazón de una persona (los
sentimientos, los pensamientos, los deseos, los valores, la voluntad y las
decisiones) es atraído por las cosas que son más importantes para ella. Si uno
atesora cosas terrenales, entonces su corazón estará esclavizado a tales cosas.
Si, en cambio, el reino de Dios, las cosas celestiales, su Palabra, su
presencia, su santidad y la relación de uno con El son su tesoro, entonces su
corazón será atraído por las cosas del reino de Dios y la vida de uno será
dirigida hacia el cielo, esperando el retorno del Señor.
[+] Dios y las riquezas
Mateo, 6:24 Ninguno puede
servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Servir
a las riquezas es darle tanto valor al dinero que [a] se ponga en el la
confianza y la fe, [b] se considere como la máxima seguridad y felicidad, [c]
se espere que garantice el futuro y [d] se le desee más que la justicia y el
reino de Dios. La acumulación de riquezas pronto domina la mente y la vida de
uno de manera que la gloria de Dios ya no es primordial. Las riquezas del mundo
hacen que sea muy difícil mantener a Dios como el centro de la vida.
Salomón
fue el que hablo del equilibrio entre estos extremos:
Proverbios,
30:8 No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; 30:9 No sea que
me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y
blasfeme el nombre de mi Dios.
Ni
mucho para que nos olvidemos de Dios, ni poco tal que nos veamos obligados, por
estar desesperados, a robar y deshonrar el nombre de Dios.
Jesús
reconocía no tener posesiones:
Mateo,
8:20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
El
evangelio de Lucas completa el cuadro de situación al mencionar cual fue la reacción de los
fariseos cuando Jesús critico las riquezas:
Lucas,
16:13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a
Dios y a las riquezas. 16:14 Y oían también todas estas cosas los
fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él.
Por
estas cosas los fariseos se burlaban de Jesús, es decir, porque era pobre (no
tenía posesiones) y hablaba contra las riquezas. Por esto (pensaban ellos) Jesús
no podía ser el Mesías. Ellos esperaban un Mesías político y militar, rico y
poderoso, que los librara del yugo de Roma y lo que Dios envió fue un Mesías
libertador espiritual, pobre, manso y humilde (Mateo, 11:29). Ellos pensaban:
si los grandes patriarcas habían sido ricos y poderosos, cuanto más debería
serlo el Mesías enviado por Dios.
Fueron
los fariseos los que sentaron las bases del “evangelio de la prosperidad”: si
eres hijo de Dios, no puedes ser pobre o, dicho al revés, si eres pobre,
entonces no puedes ser hijo de Dios.
[+] El
joven rico:
Mateo,
19:16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la
vida eterna? 19:17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno
sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
19:18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No
hurtarás. No dirás falso testimonio. 19:19 Honra a tu padre y a tu madre;
y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 19:20 El joven le dijo: Todo esto lo he
guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 19:21 Jesús le dijo: Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 19:22 Oyendo el joven esta palabra, se fue
triste, porque tenía muchas posesiones. 19:23 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el
reino de los cielos. 19:24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
En
Marcos, 10:17-25 y en Lucas, 18:18-25 se relata lo mismo.
Jesús
puso a prueba al joven rico en su punto más débil: su riqueza. Él no estaba
dispuesto a poner a Cristo por encima de sus posesiones. ¿Lo que dijo Cristo
significa que todos los creyentes deben
vender sus posesiones?. No, porque deben suplir para las necesidades de su
familia. Sin embargo, deben estar dispuestos a abandonar cualquier cosa que
pida el Señor.
[+]
El rico insensato
Lucas,
12:13 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la
herencia. 12:14 Más él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre
vosotros como juez o partidor? 12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes
que posee. 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La
heredad de un hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba
dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis
frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los
edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 12:19 y
diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años;
repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio,
esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién
será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con
Dios.
Hacer
de las ganancias o riquezas terrenales el deseo de la vida es un error fatal
que conduce a la perdición eterna. La palabra griega para “avaricia” es
“pleonexia” y literalmente significa “la sed por tener más”.
Si
bien es una verdad bíblica que todo cristiano debe trabajar para satisfacer sus
necesidades y las de su familia, también es cierto que, mientras trabaja para
cubrir esas necesidades, debe ser “rico para con Dios”, al buscar, ante todo,
su reino y su justicia.
Pablo y la avaricia
Pablo
define la avaricia como “el amor al dinero”:
1
Timoteo, 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de
muchos dolores.
Y
dice que la avaricia es una forma de “idolatría”:
Colosenses,
3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Y
aclara que ni los idolatras ni los avaros heredaran el reino de Dios:
1
Corintios, 6:9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, 6:10 ni los ladrones, ni
los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán
el reino de Dios. .
La prosperidad
La
prosperidad está regulada por la siguiente ley espiritual establecida por
Pablo:
2
Corintios, 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará. 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza,
ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios
para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
Hay
que trabajar para solventar el pan en nuestra casa, pero no hay que trabajar
por la prosperidad, la cual solo opera por este principio espiritual de
correspondencia o correlación entre la siembra y la cosecha: a una siembra
escasa le corresponde una cosecha escasa, mientras que a una siembra generosa
le corresponde una cosecha generosa.
Pablo
complementa la idea con el siguiente pasaje:
Efesios,
4:28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que
es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
La
prosperidad a la que debe aspirar todo cristiano es a la bendición económica y
material que le permita no solo pagar sus cuentas sino fundamentalmente:
[1]
abundar en toda buena obra (2 Corintios, 9:8); y
[2]
compartir con el que padece necesidad (Efesios, 4:28);
Se
trata de una prosperidad “sobrenatural”, suficiente como para mandar misioneros
al África, pagarle un suelo al pastor o predicador, hacer alguna obra de
caridad o bendecir a alguien. Toda prosperidad que se desee que no tenga estas
motivaciones cae inexorablemente en el terreno de avaricia.
Esta
ley de siembra y cosecha que rige la prosperidad, se cumple para todos, sean
creyentes o incrédulos:
Mateo,
5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen; 5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los
cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre
justos e injustos.
Hay
ateos multimillonarios que se convierten en filántropos y crean fundaciones de
beneficencia, porque ellos han descubierto que el dar es un principio bíblico
que tiene recompensa. Muchos libros escritos por “gurúes” del marketing y las
finanzas están basados en principios bíblicos (aunque no lo reconozcan). La
contracara de esto es que hay cristianos que son reticentes a (les cuesta) dar.
La
consecuencia de esto es una triste paradoja: por un lado, hay ateos
multimillonarios bendecidos por dar y, por el otro, hay cristianos que no pueden
despegar financieramente por su reticencia a dar (el destino eterno del alma -
a donde irá cada uno una vez muerto - es otra cuestión).
Palabras finales
La
prosperidad bíblica de la que habla el NT, como hemos visto, es la abundancia
de bienes económicos y materiales que no solo permite proveer para las
necesidades personales sino, fundamentalmente, “abundar en toda buena obra”, lo
cual va desde expandir la obra de Dios en la Tierra hasta compartir con
aquellos que pasan necesidad.
Cualquier
deseo de prosperidad que no se enfoque en estas cosas se enrola necesariamente
en las filas de la avaricia (el amor al dinero), para la satisfacción de los
deleites personales.
Muchos
cristianos piensan que la expresión “Jehová proveerá” o “Jehova-Jireh” (uno de
los 12 nombres de Dios), alude a un Dios proveedor de nuestros deseos, al mejor
estilo de un “genio” que habita en una lámpara que podemos frotar cada vez que
deseamos algo.
La
expresión “Jehová proveerá” o “Jehova-Jireh” se origina en el siguiente
versículo:
Génesis,
22:14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por
tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
Y
se refiere a la situación en la que Dios mando a Abraham que sacrifique a
Isaac. Cuando Abraham estaba a punto de degollar al niño, un ángel lo detuvo y
le mostro a sus espaldas “un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos, el
cual tomo Abraham y ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Génesis, 22:13).
En
esta escena, Isaac representa al hombre mientras que el carnero es el
sacrificio que Dios proveyó como sustituto, el cual es símbolo de Cristo.
A
esta provisión (de un sacrificio sustituto) alude la expresión “Jehova-Jireh” y
no a la provisión de nuestros deseos personales.
QUE
DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!
Marcelo
D. D’Amico
Maestro
de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA