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1 PEDRO
Autor: Pedro
Tema: el sufrimiento por Cristo
Fecha: 60 – 63 d.C.
Propósito
Pedro escribió esta epístola para dar a los creyentes una perspectiva divina y eterna sobre su vida terrenal y una guía práctica a quienes ya se veían sometidos a la prueba de fuego del sufrimiento de los seguidores de Cristo en un ambiente pagano. A Pedro le interesaba que los creyentes no provocaran a los gobiernos sin necesidad y que siguieran el ejemplo de Jesucristo al sufrir en inocencia, justicia y nobleza.
Trasfondo
El
tono y el contenido de 1 Pedro son compatibles con lo que sabemos acerca de Simón
Pedro. Sus años de estrecho compañerismo con el Señor Jesucristo sirven de
fundamento a sus recuerdos de la muerte (1 Pedro, 1:11, 19, 2:21-24, 3:18, 5:1)
y resurrección de Jesucristo (1 Pedro, 1:3, 21, 3:21). De modo indirecto parece
referirse, incluso, a la aparición de Jesús a él, después de la resurrección,
en Galilea (1 Pedro, 2:25, 5:2, Juan, 21:15-23).
Pedro
dirige esta epístola “los expatriados de
la dispersión” por todas las provincias romanas de Asia Menor (1 Pedro, 1:1).
Algunos pudieran haber sido convertidos que respondieron al mensaje de Pedro el
día de Pentecostés y volvieron a sus respectivas ciudades con su fe recién
encontrada (Hechos, 2:9-10). A esos creyentes se les llama “extranjeros y
peregrinos” (1 Pedro, 2:11), para recordarles que su peregrinaje como creyentes
es en un mundo hostil a Jesucristo y del cual pueden esperar persecución. Es
probable que Pedro escribiera esta epístola en respuesta a los informes de
creyentes de Asia Menor de la creciente oposición (1 Pedro, 4:12-16) que
todavía no tenía la sanción gubernamental (1 Pedro, 2:12-17).
Pedro
escribió desde “Babilonia” (1 Pedro, 5:13). Esto puede entenderse literalmente
como el país de Babilonia en Mesopotamia o como una expresión figurada de Roma,
el centro supremo de la impiedad organizada del primer siglo. Aunque Pedro pudo
haber visitado alguna vez la gran colonia de judíos ortodoxos de Babilonia, se
puede explicar más fácilmente la presencia de Pedro, Silvano (1 Pedro, 5:12) y
Marcos (1 Pedro, 5:13) juntos en Roma (Colosenses, 4:10, el comentario de
Papías acerca de Pedro y Marcos en Roma), a principios de la década de los
setenta y no en Babilonia.
Es más probable que Pedro escribiera desde Roma entre 60 y 63 d.C. y, con seguridad, antes de que comenzara el terrible baño de sangre ordenado por Nerón en Roma en el año 64 d.C..
Autoría
Esta
es la primera de las dos epístolas del NT escritas por el apóstol Pedro (1
Pedro, 1:1, 2 Pedro, 1:1). Pedro testifica que escribió la primera epístola con
la ayuda de Silvano como su escriba (1 Pedro, 5:12). En el texto se refleja el
fluido griego de Silvano y su estilo de escribir, mientras que posiblemente el
griego menos fluido de Pedro aparece en su segunda epístola. Además, hay muchas
semejanzas entre esta epístola y los sermones de Pedro en el libro de los
Hechos.
Estructura
En 1
Pedro, el apóstol les recuerda a los creyentes:
[1] que tienen un glorioso
llamamiento y una herencia celestial en Jesucristo (1 Pedro, 1:2-5);
[2] que su fe y amor en esta vida
estarán sujetos a prueba y refinamiento y el resultado será alabanza, gloria y
honor en la manifestación del Señor (1 Pedro, 1:6-9);
[3] que esta gran salvación fue
predicha por los profetas del AT (1 Pedro, 1:10-12);
[4] que los creyentes deben llevar
una vida santa, muy distinta del mundo no regenerado que los rodea (1 Pedro,
1:13-21); y
[5] que los creyentes elegidos y
santificados (1 Pedro, 1:2) son:
[a] niños que están creciendo y
que necesitan la leche no adulterada de la Palabra (1 Pedro, 2:1-3);
[b] piedras vivas puestas en la
edificación de una casa espiritual (1 Pedro, 2:4-10); y
[c] forasteros que pasan por tierra extranjera (1 Pedro, 2:11-12), que deben vivir honrada y humildemente en sus relaciones con todas las personas durante su viaje (1 Pedro, 2:13 – 3:12);
El mensaje sublime de 1 Pedro se refiere a la sumisión y al sufrimiento del justo por amor a Cristo y según su ejemplo (1 Pedro, 2:18-24, 3:9 – 5:11). Pedro les asegura a los creyentes que, por su sufrimiento de justos, obtendrán el favor y la recompensa de Dios. En el contexto de esta enseñanza, respecto al sufrimiento de Cristo, Pedro subraya los temas interrelacionados de salvación, esperanza, amor, gozo, fe, santidad, humildad, temor de Dios, obediencia y sumisión.
Características especiales
Cinco
son las características principales de esta epístola:
[1] junto con Hebreos y
Apocalipsis, su mensaje se dirige a los creyentes que enfrentan la posibilidad
de una severa persecución por su identificación con Jesucristo;
[2] más que ninguna otra epístola
del NT, instruye sobre la reacción del creyente a la persecución y al
sufrimiento injustos (1 Pedro, 3:9 – 5:11);
[3] Pedro subraya la verdad que
los creyentes son extranjeros y peregrinos en la tierra (1 Pedro, 1:1, 2:11);
[4] a los creyentes del NT se les
aplican muchos títulos que el AT daba al pueblo de Dios (1 Pedro, 2:5, 9-10); y
[5] contiene uno de los pasajes
del NT de más difícil interpretación (1 Pedro, 3:19-20);
Cristo en 1 Pedro
Cristo es el “Príncipe de los pastores”
1
Pedro, 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis
la corona incorruptible de gloria.
Estudios
relacionados
Observaciones adicionales
La presciencia:
1 Pedro, 1:1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
Cuando la Biblia habla de la presciencia de Dios (Isaías, 42:9, Hechos, 2:23, 1 Pedro, 1:2), quiere decir que El conoce con exactitud la condición de todas las cosas y todos los acontecimientos, sean posibles, reales, futuros, pasados o predestinados (1º Samuel, 23:10-13, Jeremías, 38:17-20).
El término presciencia esta mencionado literalmente en la Biblia solo en 1 Pedro, 1:2 pero también esta aludido como “conocimiento anticipado” (y también por Pedro) en:
Hechos, 2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 2:23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;
La presciencia es un atributo de Dios por el que los acontecimientos futuros son conocidos por El de antemano y sin mediar ningún indicio objetivo de que están por ocurrir. Cuando la Biblia habla de predestinación (Jeremías, 1:5, Romanos, 9:21-24, Efesios, 1:4-5, 1 Pedro, 2:8, Judas, 1:4, Gálatas, 1:15-16, Romanos, 8:29-30) hay que entenderla a la luz de este concepto de presciencia.
La pregunta no es si Dios predestina (La Biblia dice que si
lo hace) sino que la pregunta sería en base a qué criterios lo hace. Como se
trata de un Dios santo, justo y misericordioso, es claro que no lo puede hacer
en función de unos criterios caprichosos o arbitrarios (Dios no puede violar
sus atributos). Podríamos decir, entonces, que Dios predestina en función de su
conocimiento anticipado del futuro.
Cristo predico, en espíritu, a los espíritus encarcelados:
Al respecto, Pedro escribe lo siguiente:
1 Pedro, 3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 3:19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 3:20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
Este versículo dice que Jesucristo fue a un lugar donde hay “espíritus encarcelados” (en cárceles espirituales), lo que parece ser el infierno y no es de extrañar porque Jesús mismo, mientras estuvo en la tierra, advirtió que descendería al infierno:
Mateo, 12:40 Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
1 Pedro, 3:19 dice que Jesús fue a predicar. Las dudas se generan en cuanto a quienes fueron los destinatarios de esa predica y el objeto de la misma (el por qué). El versículo dice que los destinatarios de la predica fueron “espíritus” encarcelados y no “almas” encarceladas.
Sabemos que los hombres son seres tripartitos, con espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses, 5:23) y también sabemos que, cuando un hombre muere, mientras su espíritu vuelve a Dios, que lo dio (Eclesiastés, 12:7), su alma va al cielo o al infierno, es decir, no hay “espíritus de hombres encarcelados” en el infierno, de modo que los espíritus encarcelados a los que hace referencia 1 Pedro, 3:19 tienen que ser ángeles, los cuales no tienen alma sino que son espíritus en sí mismos.
Y tienen que ser ángeles caídos, que habían pecado en los
días de Noé (1 Pedro,
3:20, 2 Pedro, 2:4-5). Los destinatarios de la predica, entonces, fueron espíritus o ángeles caídos (demonios) encarcelados en el infierno. La palabra “predicar” significa "propagar o extender una doctrina o una idea, haciéndolas públicas y patentes". Jesús murió en la cruz para salvar al hombre, no a los ángeles caídos (demonios). Para ellos, al igual que para Satanás, no hay perdón. De modo que el objeto de la predica de Jesucristo no fue evangelizar demonios (para los cuales no hay perdón) sino proclamarles su victoria en la cruz.
Los siguientes pasajes de la Segunda Epístola de Pedro parecen confirmar que la referencia es, entonces, a ángeles caídos o demonios encarcelados en el infierno y no a hombres:
2 Pedro, 2:4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; 2:5 y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;
Es importante dilucidar si Jesucristo, cuando descendió al infierno, predico a ángeles caídos (demonios) y/o también a almas de hombres, ya que algunos sostienen la idea de que Jesucristo descendió al infierno no solo a proclamar su victoria a los demonios (para los cuales no hay perdón) sino también a predicar el Evangelio a los hombres condenados hasta entonces, de modo que los condenados que creyeron en El pudieron escapar del infierno. En realidad no hay base bíblica para sostener esto, ya que 1 Pedro, 3:19 habla de que, en efecto, Jesucristo fue a predicar, pero a “espíritus” encarcelados, los cuales, como ya vimos, no se refieren a “almas” de hombres. Como quiera que sea, parece ser un hecho que Jesucristo, en efecto, si descendió al infierno.
Aunque toda la epístola es importante, no debiéramos dejar de leer y profundizar los siguientes pasajes:
[+] el propósito de las pruebas (1 Pedro, 1:7);
[+] el precio por el que fuimos comprados (1 Pedro,
1:18-19, 1 Corintios, 6:19-20);
[+] Jesucristo: piedra escogida y preciosa para los
que creen y piedra de tropiezo para los que no creen (1 Pedro, 2:6-8);
[+] otros títulos para la iglesia (1 Pedro, 2:9);
[+] la obligación de someterse a las instituciones
humanas (1 Pedro, 2:13-14, Romanos, 13:1-6);
[+] la conducta de los criados (1 Pedro, 2:18-20);
[+] la conducta de las esposas (1 Pedro, 3:1-6);
[+] la conducta de los esposos (1 Pedro, 3:7);
[+] la conducta de los creyentes en general (1 Pedro,
3:8, 4:7-11, 5:8-9);
[+] la conducta de los jóvenes (1 Pedro, 5:5);
[+] preparados para defender nuestra fe (1 Pedro,
3:15);
[+] padecer como cristianos: una buena señal (1 Pedro,
4:12-19);
[+] Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (1 Pedro, 1 Pedro, 5:5);
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA