martes, 30 de marzo de 2021

SERIE BOSQUEJOS DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA: # 58 - HEBREOS


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 HEBREOS 

Autor: desconocido 

Tema: el antiguo y el nuevo pacto 

Fecha: 67 – 69  d.C. (indeterminada) 

Propósito 

Hebreos se escribió principalmente para los creyentes judíos que, por estar padeciendo persecución y desaliento e influenciados por falsos maestros judaizantes, procuraban volver al Antiguo Pacto (el ritualismo de la ley de Moisés) después de haber abrazado al Nuevo Pacto (la gracia del cristianismo). El escritor procura fortalecer su fe en Cristo al explicar con cuidado la superioridad y finalidad de la revelación y la redención de Dios en Jesucristo. Demuestra que se han hecho obsoletas las previsiones de redención de Dios bajo al Antiguo Pacto por la venida de Jesucristo y el establecimiento del Nuevo Pacto mediante su muerte expiatoria. El escritor estimula a sus lectores:

[1] a avanzar hacia la madurez espiritual; y


[2] a no abandonar la fe en Jesucristo para volver a buscar la salvación en el Antiguo Pacto (la ley de Moisés); 

Trasfondo 

No se ha determinado el destino geográfico de esta epístola, aunque es probable que fuera Roma. El título del libro en los manuscritos griegos más antiguos es “a los hebreos”. Su contenido especifica  que la epístola se escribió para judíos que eran creyentes. El autor cita la “Septuaginta” (la traducción al griego del AT hebreo), lo cual indica que los lectores tal vez eran judíos de habla griega, en las afueras de Palestina. La frase “los de Italia os saludan” (Hebreos, 13:24) tal vez signifique que el autor escribía a Roma y enviaba saludos de creyentes italianos que vivían lejos de su patria. Tal vez la epístola iba dirigida a iglesias nacionales dentro de la comunidad eclesiástica mayor de Roma, algunas de las cuales estaban a punto de abandonar su fe en Jesucristo y volverse a su anterior fe judía, debido a la persecución, al consecuente desaliento y a la influencia de los falsos maestros judaizantes. 

Autoría 

El autor de la epístola no se identifica, ni en su título original ni en el libro, aunque era bien conocido de los lectores (Hebreos, 13:18-24). Por alguna razón, su identidad se perdió hacia fin del siglo I. Luego, en la tradición de la iglesia primitiva (siglos II al IV), se expresaron muchas opiniones diferentes sobre el posible autor de Hebreos. La opinión de que Pablo escribió Hebreos no prevaleció hasta el siglo V.

En la actualidad, muchos eruditos bíblicos conservadores creen que es improbable que Pablo sea su autor, ya que el pulido estilo de escritura alejandrino, el apoyo en la Septuaginta (la traducción al griego del AT hebreo), la manera de introducir las citas del AT, el método de argumentación y enseñanza, la estructura de los argumentos y la exclusión de toda identificación personal (siendo que Pablo firmo todas sus cartas), son todas características muy distintas de las de Pablo. Por otra parte, mientras que Pablo apela siempre a su revelación directa de Cristo (Gálatas, 1:11-12), el escritor de Hebreos se coloca entre los creyentes de segunda generación, a quienes les confirmaron el Evangelio testigos oculares del ministerio de Jesús (Hebreos, 2:3). Entre los hombres mencionados en el NT, la descripción que Lucas hace de Apolos (Hechos, 18:24-28) corresponde mejor al  carácter del autor de Hebreos.

Cualquiera que haya sido el autor de Hebreos, lo cierto es que escribió con la plenitud apostólica del Espíritu Santo y con el conocimiento, la revelación y la autoridad de apóstol. La falta de referencias en Hebreos a la destrucción del (segundo) templo de Jerusalén sugiere que el autor escribió la epístola antes del año 70 d.C.. 

Estructura 

Hebreos parece más un sermón que una epístola. El autor describe su trabajo como “palabra de exhortación” (Hebreos, 13:22). Tiene tres divisiones principales:

 

[1] en la primera, Jesús, el poderoso Hijo de Dios (Hebreos, 1:1-3), se declara como la plena revelación de Dios a la humanidad, superior a los profetas (Hebreos, 1:1-3), los ángeles (Hebreos, 1:4 – 2:18), Moisés (Hebreos, 3:1-6) y Josué (Hebreos, 4:1-11);


[2] la segunda, presenta a Jesucristo como el sumo sacerdote cuya capacidad (Hebreos, 4:14 – 5:10; 6:19 – 7:25), carácter (Hebreos, 7:26-28) y ministerio (Hebreos, 8:1 – 10:18) son perfectos y eternos; aquí hay una advertencia contra permanecer en la inmadurez espiritual; y


[3] la tercera (Hebreos, 10:19 – 13:17) exhorta con fuerza a los creyentes a perseverar en la fe, el sufrimiento y la santidad; 

Características especiales 

Siete son las características principales de esta epístola:

 

[1] su forma es singular entre las epístolas del NT: “comienza como un tratado, sigue como un sermón y concluye como una epístola” (Orígenes);


[2] es el libro más pulido del NT, ya que se acerca al estilo del griego clásico más que ningún otro escrito del NT (salvo, quizás, Lucas en Lucas, 1:1-4);


[3] es el único escrito del NT que desarrolla el concepto del ministerio de Jesús como sumo sacerdote;


[4] tiene una rica diversidad cristológica, pues da más de 20 nombres y títulos de Cristo;


[5] su palabra clave es “mejor” (13 veces); Jesús es superior a los ángeles y a todos los mediadores del AT; el ofrece el descanso, el pacto, la esperanza, el sacerdocio, la expiación por el sacrificio y la sangre y las promesas mejores;

[6] contiene el principal capítulo de la Biblia sobre la fe (Hebreos, 11); y


[7] está saturado de referencias y alusiones al AT, lo cual da buena información sobre la interpretación de los primeros creyentes en Cristo de la historia y de la adoración en el AT, en particular de la tipología; 

Cristo en Hebreos 

Cristo es nuestro “sumo sacerdote”. 

Hebreos, 3:1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; 

Hebreos, 7:26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;  

Hebreos, 9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,  

Estudios relacionados

Entendiendo Hebreos, 6:4-6

Hermenéutica

Las siete dispensaciones de Dios - # 5 La ley de Moisés

Las siete dispensaciones de Dios - # 6 La gracia

Diezmos y ofrendas. La vigencia de la ley de Moisés

Observaciones adicionales 

La epístola a los Hebreos contiene dos de los pasajes bíblicos más malinterpretados del NT a lo largo de la historia de la iglesia. Pasajes como Hebreos, 6:4-6 y Hebreos, 10-26-29 parecieran hablarnos de la perdida irreversible de la salvación si, luego de ser salvos, volvemos a pecar y de la apostasía personal (el abandono de la fe), sin ninguna posibilidad de retorno a la fe. Esto sucede porque, la epístola (en general) y los pasajes citados (en particular), suelen interpretarse “literalmente” sin tener en cuenta su contexto, dado fundamentalmente por el “para que” se escribió y, sobre todo, el “para quien” se escribió la epístola. 

En la iglesia primitiva había judíos y gentiles, que tenían en común el haber aceptado a Cristo como Señor y Salvador. La iglesia nació con los judíos: Jesús era judío, los doce apóstoles eran judíos y los primeros convertidos también lo eran. Luego, por medio de Pablo, el Evangelio se esparció también entre los gentiles (no judíos).

La Iglesia fue y es una “nueva raza humana”, que sale de entre judíos y gentiles (Efesios, 2:15-16). 

Sabemos que los judíos y los gentiles, que formaban parte de la iglesia primitiva, compartían el haber aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, pero ¿qué los diferenciaba?. 

Mientras los “gentiles convertidos”, antes de aceptar a Cristo, andaban como parias espirituales “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios, 2:11-12), los “judíos convertidos” contaban con toda una tradición de la que carecían los gentiles (Romanos, 3:1-2, Romanos, 9:4-5). 

Existe consenso en que la Epístola a los Hebreos fue escrita para demostrar la obsolescencia del Antiguo Pacto ahora reemplazado por el Nuevo Pacto, establecido a partir de la muerte expiatoria de Cristo en la cruz. 

Pregunta: ¿a quienes era necesario convencer de que el Antiguo Pacto había quedado obsoleto y de que había sido reemplazado por un Nuevo Pacto?.

Claramente a los judíos, que tenían la tradición del Antiguo Pacto y no a los gentiles, que no solo no tenían la menor idea de la tradición judía sino que, como lo marco el apóstol Pablo, andaban como parias espirituales “sin Dios y sin esperanza en el mundo” (Efesios, 2:11-12). 

Ahora ya tenemos el “contexto” de la Epístola a los Hebreos dado por  el “para que” (el propósito) y el “para quien” (el destinatario):

 

[1] el “para que”: para demostrar que el Antiguo Pacto quedo obsoleto y que fue reemplazado por el Nuevo Pacto a partir de la muerte expiatoria de Jesús en la cruz; y


[2] el “para quien”: para los judíos que se habían convertido al cristianismo (no para los gentiles); 

La Epístola a los Hebreos fue escrita para los judíos que se habían convertido al cristianismo, los cuales habían recibido el Evangelio pero estaban siendo influenciados (contaminados) por los “falsos maestros judaizantes” para que no dejaran de practicar los rituales del templo del judaísmo ortodoxo (Hechos, 15:5). Estos falsos maestros judaizantes estaban tratando de combinar la práctica del sistema levítico de sacrificios en el templo con el Evangelio (las “buenas nuevas”). A los nuevos creyentes gentiles les decían que, antes de convertirse al cristianismo, debían someterse al ritualismo judío (guardar la Ley de Moisés y circuncidarse) y a los nuevos creyentes judíos les decían que podían abrazar el cristianismo siempre que se mantuvieran dentro del judaísmo.

Algunos fariseos, contemporáneos a Pablo, si bien habían abrazado el cristianismo (habían creído en Jesús), sostenían que, al mismo tiempo, había que circuncidarse y guardar la ley de Moisés: 

Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.  

La refutación del Espíritu Santo para esta falsa doctrina judaizante, se encuentra:

 

[a] para los gentiles, en Hechos, 15 (cuando se celebró el “Concilio de Jerusalén”, donde se llegó a la conclusión - basada en los discursos de Pedro, primero y de Santiago, luego - de que no era necesario seguir abrazando la ley del Moisés, ni circuncidarse para lograr la salvación); y

[b] para los judíos, en la Epístola a los Hebreos; 

Aunque toda la epístola es importante, no debiéramos dejar de leer y profundizar los siguientes pasajes: 

[+] Jesús, superior a los ángeles (Hebreos, 1:4);

[+] Jesús, superior a Moisés (Hebreos, 3:3);

[+] Jesús, superior a Josué (Hebreos, 4:8-9);

[+] características de la palabra de Dios (Hebreos, 4:12);

[+] Jesús es el Sumo Sacerdote (Hebreos, 4:14-15, 5:6, 10, 6:20);

[+] la inmadurez espiritual (Hebreos, 5:11-14);

[+] advertencia contra abandonar el Nuevo Pacto para volver al Antiguo Pacto (Hebreos, 6:4-6, 10:26-29, Gálatas, 5:4);

[+] cómo se heredan las promesas de Dios (Hebreos, 6:12, 10:36);

[+] los diezmos (Hebreos, 7:1-2, 4-5);

[+] el sacerdocio de Cristo es superior al sacerdocio levítico (Hebreos, 7:11, 10:21);

[+] Jesús, nuestro intercesor (Hebreos, 7:23-28);

[+] Jesús, mediador de un mejor pacto (Hebreos, 8:6-7, 13, 12:24);

[+] el tabernáculo terrenal y el tabernáculo celestial (Hebreos, 9:2-7, 11-12, 9:24, 10:19-20);

[+] la sangre de Cristo superior a la de los animales (Hebreos, 9:13-14, 10:4);

[+] sin derramamiento de sangre no hay perdón (remisión) de pecados (Hebreos, 9:22);

[+] el sacrificio de Cristo (a diferencia del continuo sacrificio de animales) quita el pecado definitivamente (Hebreos, 9:25-26, 28, 10:10-14);

[+] la falsa doctrina de la reencarnación (Hebreos, 9:27);

[+] hacer la voluntad de Dios es mejor que cualquier sacrificio y ofrenda (Hebreos, 10:8-9, Samuel, 15:22);

[+] el error de dejar de congregarse (Hebreos, 10:25);

[+] la fe definida (Hebreos, 11:1);

[+] la fe permite entender realidades espirituales complejas (Hebreos, 11:3);

[+] los héroes de la fe (Hebreos, 11:4-5, 7-40);

[+] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos, 11:6);

[+] Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos, 12:2-3);

[+] la necesidad de la disciplina (Hebreos, 12:5-11);

[+] las raíces de amargura (Hebreos, 12:15);

[+] deberes cristianos (Hebreos, 13:1-19); 

 

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA