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HECHOS
Autor: Lucas
Tema: la expansión triunfante del Evangelio mediante el poder del Espíritu Santo
Fecha: 63 d.C.
Propósito
Lucas tiene por lo menos dos objetivos al relatar el origen de la iglesia:
[1] muestra que el Evangelio avanzó triunfante desde
las estrechas fronteras del judaísmo hasta el mundo gentil, a pesar de la
oposición y la persecución; y
[2] revela la función del Espíritu Santo en la vida y la misión de la iglesia, destacando el bautismo en el Espíritu como la provisión de Dios para capacitar a la iglesia para proclamar el Evangelio y continuar el ministerio de Jesús;
Lucas incluye tres ocasiones en que el bautismo del Espíritu fue acompañado de “el hablar en lenguas” (Lucas, 2:4 y ss., 10:45-46, 19:1-7).
Trasfondo
El libro de los Hechos, al igual que el Evangelio de Lucas, se dirigen a Teófilo (Hechos, 1:1). El Espíritu Santo inspiro a Lucas a escribirle a Teófilo con el fin de satisfacer la necesidad de la iglesia de los gentiles de un recuento completo del origen del cristianismo:
[1] el “primer tratado”, que es su Evangelio de la vida de Jesús; y
[2] este libro de Hechos, que es su relato del derramamiento del Espíritu Santo en Jerusalén y el desarrollo posterior de la iglesia primitiva;
Es evidente que Lucas fue un escritor experto, un historiador esmerado y un teólogo inspirado.
Hechos cubre, de modo selectivo, los primeros 30 años de la historia de la iglesia. El historiador de la iglesia (Lucas) sigue la expansión del Evangelio desde Jerusalén hasta Roma y menciona no menos de 32 países, 54 ciudades, 9 islas del Mediterráneo, a 95 personas y a varios funcionarios y administradores con sus títulos precisos. La arqueología no ha dejado de confirmar la asombrosa precisión de Lucas en todos los detalles. Como teólogo, Lucas describe con destreza la importancia de varias experiencias y acontecimientos de los primeros años de la iglesia.
En sus primeras etapas, las Escrituras del NT comprendían dos colecciones:
[1] los cuatro Evangelios; y
[2] las cartas de Pablo;
Hechos desempeño una función indispensable como eslabón entre las dos colecciones y está perfectamente puesto en su orden canónico actual (entre los cuatro Evangelios y las cartas de Pablo). Hechos, 13 – 28 proporcionan el marco histórico necesario para entender mejor el ministerio y las cartas de Pablo. Los pasajes en que Lucas emplea la expresión “nosotros” en Hechos (Hechos, 16:10-17, 20:5 – 21:18, 27:1 – 28:16), revelan su participación en los viajes de Pablo.
Autoría
Aunque no se menciona al autor en ninguno de los dos libros (el Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles), el testimonio unánime de la iglesia primitiva y la corroboración de la evidencia interna de ambos libros señalan a Lucas, “el medico amado” (Colosenses, 4:14), como el autor.
Estructura
Mientras que el Evangelio de Lucas relata “las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” (Hechos, 1:1), el libro de los Hechos describe lo que Jesús continuo haciendo y enseñando después de su ascensión, mediante el poder del Espíritu Santo obrando en sus apóstoles y en la iglesia primitiva y por medio de ellos. Cuando Jesús ascendió al cielo (Hechos, 1:9-11), la última orden a sus discípulos fue que esperaran en Jerusalén hasta que fueran bautizados con el Espíritu Santo (Hechos, 1:4-5).
El versículo clave es:
Hechos, 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Este pasaje contiene un resumen teológico y geográfico del libro: Jesús les promete a los discípulos que recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ellos para poder ser sus testigos:
[1] “en Jerusalén” (Hechos, 1 – 7);
[2] “en toda Judea, en Samaria” (Hechos, 8 – 12); y
[3] “hasta lo último de la tierra” (Hechos, 13 – 28);
Hechos contiene una combinación de la acción divina y la humana. Todos los creyentes, no solo los apóstoles, “predicaban la palabra por donde quiera que iban” (Hechos, 8:4). Los diáconos como Esteban y Felipe (Hechos, 6:1-6) se volvieron poderosos en el Espíritu Santo y en la fe, realizando “grandes prodigios y señales” (Hechos, 6:8) y conmoviendo aun ciudades enteras con el Evangelio (Hechos, 8:5-13).
Las personas piadosas:
[+]
oraban con fervor;
[+]
veían ángeles;
[+]
tenían visiones;
[+]
eran testigos de señales y prodigios;
[+]
expulsaban demonios;
[+]
sanaban a los enfermos; y
[+] proclamaban el Evangelio con gran valor y autoridad;
A pesar de los problemas dentro de la iglesia, tales como la tensión entre judíos y gentiles (no judíos), como puede verse en el Concilio de Jerusalén (Hechos, 15) y la persecución persistente de fuera de la iglesia por grupos religiosos y civiles, se ensalzaba el nombre del Señor Jesús, en palabra y obra y de ciudad en ciudad.
En Hechos, 1 – 12 el punto de partida para la expansión del Evangelio era Jerusalén y el instrumento humano principal que Dios usó para la propagación del Evangelio fue Pedro.
En Hechos, 13 – 28 el punto de partida para la obra misionera fue Antioquia de Siria y el instrumento humano principal que Dios uso para la propagación del Evangelio fue Pablo.
Hechos termina de modo abrupto con Pablo en Roma, esperando el juicio ante Cesar. Aunque el resultado del juicio queda en lo incierto, el libro termina con una nota de triunfo, con Pablo, aun prisionero, “predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Hechos, 28:31).
Características especiales
Nueve
énfasis o aspectos principales caracterizan el libro de los Hechos:
[1] la iglesia: Hechos revela la
fuente de poder de la iglesia y la verdadera naturaleza de su misión, junto con
los principios que deben gobernar la iglesia en cada generación;
[2] el Espíritu Santo: la Tercera
Persona de la Trinidad se menciona 50 veces; el bautismo en el Espíritu Santo y
su ministerio imparten:
[a] poder (Hechos,
1:8);
[b] valor (Hechos,
4:31);
[c] temor reverente
de Dios (Hechos, 5:3, 5, 11);
[d] sabiduría
(Hechos, 6:3, 10);
[e] dirección
(Hechos, 16:6-10); y
[ f] dones
espirituales (Hechos, 19:6);
[3] los mensajes de la iglesia
primitiva: Lucas relata con pericia los inspirados sermones de Pedro, Esteban,
Pablo, Santiago y otros, dando así información sobre la iglesia primitiva que
no se encuentra en ninguna otra parte del NT;
[4] la oración: los primeros
creyentes se dedicaban con devoción a orar, con regularidad y fervor, algunas
veces durante toda la noche, lo cual producía grandes resultados;
[5] señales y prodigios: estas
manifestaciones acompañaban la proclamación del Evangelio en el poder del
Espíritu Santo;
[6] la persecución: la
predicación del Evangelio con poder provocaba siempre la oposición y la
persecución religiosa y secular;
[7] de judíos a gentiles: en
Hechos, el Evangelio llega primero a los judíos y después a los gentiles (no
judíos);
[8] las mujeres: se hace mención
especial de mujeres que participaban en la obra cotidiana de la iglesia; y
[9] el triunfo: ninguna barrera (nacional, religiosa, cultural o racial), oposición y persecución, pudieron frustrar el avance del Evangelio;
Cristo en Hechos
Cristo es “el Espíritu Santo moviéndose entre los hombres”:
Hechos, 1:2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;
Hechos, 1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua,
mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hechos, 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Hechos, 10:38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Observaciones adicionales
Una nueva revelación
El libro de los Hechos de los Apóstoles esta puesto quirúrgicamente entre los cuatro Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y las cartas de Pablo, porque es un hilo conductor entre las enseñanzas que recibieron los apóstoles de Jesús (que pueden verse en los cuatro Evangelios) y lo que luego el propio Jesús reveló a Pablo.
El propio Jesús tuvo cuidado de no poner más cargas (en cuanto a revelaciones) sobre los apóstoles que caminaron con El:
Juan, 16:12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Y todo eso que Jesús tenía todavía por decir se lo revelo, luego, a Pablo:
Hechos, 9:15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 9:16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
Gálatas, 1:11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Por esto sabemos que Jesús revelo a Pablo cosas que intencionalmente decidió no revelar a los apóstoles que caminaron con El.
Al principio de la iglesia
Al principio, la salvación solo era de judíos (Juan, 4:22) hacia judíos (Mateo, 15:24). En este contexto, la salvación era a través del bautismo en agua para perdón de pecados y para recibir al Espíritu Santo:
Hechos, 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
En esta etapa, el bautismo era salvífico, es decir, era necesario para obtener la salvación.
De este modo el Espíritu Santo se recibía dos veces:
[1] como
parte de la salvación y mediante el bautismo en agua (Hechos, 2:38); y
[2] como parte del bautismo en el Espíritu Santo (prometido por Jesús en Hechos, 1:8 y cumplido en Hechos, 2:1-4);
La recepción del Espíritu Santo del apartado [2] no era (ni es) para salvación sino para recibir poder y ser equipado con algunos de los nueve dones del Espíritu Santo:
1 Corintios, 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu [1] palabra de sabiduría; a otro, [2] palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 12:9 a otro, [3] fe por el mismo Espíritu; y a otro, [4] dones de sanidades por el mismo Espíritu. 12:10 A otro, [5] el hacer milagros; a otro, [6] profecía; a otro, [7] discernimiento de espíritus; a otro, [8] diversos géneros de lenguas; y a otro, [9] interpretación de lenguas.
Siendo una señal distintiva de haber recibido este bautismo especial el "hablar nuevas lenguas".
Sin perjuicio de que el bautismo en el Espíritu Santo continua disponible para la iglesia actual y en las mismas condiciones que para la iglesia primitiva, hubo un cambio sustancial respecto del bautismo en agua y es que comenzó siendo salvífico y termino no siéndolo (situación que permanece en nuestros días).
El rechazo de Jesús y el cambio de paradigma
Los judíos rechazaron a Jesús no menos de tres veces:
[1] al
rechazar a Juan el Bautista, el precursor de Jesús (Mateo, 3:7-8, Lucas,
7:33-34);
[2] al rechazar al propio Jesús (Mateo, 27:22-25); y
[3] al rechazar y matar a Esteban (Hechos, 7:58 – 8:1);
Fue cuando Dios se volvió a los gentiles (no judíos), levantando a Pablo (Hechos, 9) como apóstol a los gentiles (Romanos, 11:13) y revelándole (Gálatas, 1:11-12, 2:1-2) el misterio del Evangelio (Romanos, 16:25-26, 1 Corintios, 15:3-4) consistente en que la salvación y la recepción del Espíritu Santo tendrían lugar, de aquí en más, por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
Y aquí puede verse el cambio de paradigma en cuanto a la salvación: de ser por medio del bautismo en agua (Hechos, 2:38), la salvación pasó a ser por gracia, por medio de la fe y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia puede ser definida como el favor inmerecido de Dios por medio del cual los hombres pueden ser salvos, vivir en santidad y obedecer sus mandamientos (aunque no de manera perfecta). La gracia es la actividad unilateral de Dios por medio de la cual Él está continuamente atrayendo las almas hacia sí mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación, el modo de acceder a ella es por medio de la fe (Romanos, 5:2) en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). A partir de aquí, el Espíritu Santo iba a recibirse, junto con la salvación, ya no por medio del bautismo en agua (Hechos, 2:38) sino por el oír con fe el Evangelio (Gálatas, 3:2).
El concilio de Jerusalén
El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas como complemento de su Evangelio, cuenta con 28 capítulos. La bisagra es el capítulo 15 (la mitad del libro) donde se celebra el famoso “Concilio de Jerusalén”.
La estructura del libro de los Hechos es la siguiente: mientras del capítulo 1 al 14, la figura central es Pedro y el epicentro geográfico es la iglesia de Jerusalén (la iglesia de los judíos), del capítulo 16 al 28, la figura central es Pablo y el epicentro geográfico es la iglesia de Antioquia (la iglesia de los gentiles). En el “medio”, en el capítulo 15, como dijimos, se celebra el famoso “Concilio de Jerusalén”.
¿Qué se discutió en ese concilio?. “Que se necesita para ser salvos”, nada más y nada menos.
Algunos judíos “que habían creído” (habían tenido fe), opinaron que, además, había que circuncidarse y guardar la ley de Moisés:
Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.
Estos judíos, pertenecientes a la secta de los fariseos dice el pasaje,
proponían, respecto de los nuevos convertidos:
[a] si
eran judíos, que podían abrazar el cristianismo, en tanto y en cuanto no
abandonaran los rituales del judaísmo ortodoxo; y
[b] si eran gentiles, que antes de abrazar el cristianismo, tenían que convertirse al judaísmo, circuncidándose y guardando la ley de Moisés;
Pero ¿qué es lo que, en realidad, se necesita para ser salvos, en opinión de Pedro y de Santiago?.
Escuchemos primero a Pedro:
Hechos, 15:7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 15:8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 15:9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
Ahora escuchemos a Santiago:
Hechos, 15:13 Y cuando ellos callaron, Jacobo (Santiago) respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 15:19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 15:20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 15:28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 15:29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación;
Como surge de sus propios discursos, podemos ver que ni para Pedro ni para Santiago era necesario circuncidarse ni guardar la ley (tener obras) para ser salvos, lo cual solo acontecía “por la gracia del Señor Jesús” (Hechos, 15:11). El evangelio de Pablo fue claramente respaldado por Pedro y Santiago.
La evolución en el pensamiento de Pedro
Recordemos lo que afirmo Pedro al principio:
Hechos, 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Si había un lugar donde volver mencionar el bautismo en agua como requisito para la salvación (Hechos, 2:38) era sin dudas el Concilio de Jerusalén (Hechos, 15). Pero Pedro prefirió hablar allí de “la gracia del Señor Jesús” (Hechos, 15:11). ¿Por qué Pedro no repitió en el Concilio de Jerusalén lo mismo que había dicho en Hechos, 2:38? Sin dudas, su pensamiento había evolucionado. Ahora Pedro se encolumnaba detrás del Evangelio revelado a Pablo. Y, por si hubiera alguna duda respecto del cambio en el pensamiento de Pedro, también nos hablará luego de la sangre de Jesús:
1 Pedro, 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
Como puede apreciarse, Pedro comenzó hablando del bautismo en agua (Hechos, 2:38) y termino hablando de la gracia (Hechos, 15:11) y de la sangre de Cristo (1 Pedro, 1:19).
El bautismo en agua, como requisito para la salvación, no volvió a ser mencionado por Pedro, ni en el Concilio de Jerusalén ni en sus dos Cartas, ni fue mencionado luego por Pablo en ninguna de sus Epístolas.
Y esto es lo que muestra el libro de los Hechos, el cambio de paradigma en cuanto a la salvación: el bautismo ya no sería salvífico (Hechos, 2:38) sino que, a partir de aquí, la salvación seria por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
DIOS TE BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA