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LAMENTACIONES
Autor: Jeremías
Tema: la tristeza presente y la esperanza futura
Fecha: 586 - 585 a.C.
Propósito
Jeremías escribió una serie de cinco lamentaciones para expresar su intensa tristeza y dolor emocional por la trágica devastación de Jerusalén, que comprende:
[1] la
humillante caída de la monarquía y del reino davídicos;
[2] la destrucción completa de los muros de la
ciudad, del templo, del palacio del rey y de la ciudad en general; y
[3] la lamentable deportación de la mayoría de los sobrevivientes a la lejana Babilonia;
“Jeremías se sentó a llorar y endechó con esta lamentación sobre Jerusalén”, dice un sobrescrito al libro en la Septuaginta (la traducción al griego del AT hebreo) y la Vulgata latina (la traducción del AT hebreo al latín). En el libro, la tristeza del profeta se vierte como la de los duelos en el funeral de un pariente intimo que haya muerto de manera trágica. Los lamentos reconocen que la tragedia fue el juicio de Dios sobre Judá, por siglos de rebeldía contra El, de parte de sus gobernantes y su pueblo. El día de rendir cuentas había llegado y fue sumamente terrible. En Lamentaciones, Jeremías no solo reconoció que Dios es recto y justo en todas sus acciones, sino también que es misericordioso y compasivo con los que esperan en El (Lamentaciones, 3:22-23, 32). De modo que Lamentaciones le dio al pueblo esperanza en medio de su desesperación y le permitió mirar más allá del juicio del momento a la restauración por Dios de su pueblo en el futuro.
Trasfondo
El título de este libro se deriva del subtitulo en las versiones griega y latina del AT, “Lamentaciones de Jeremías”. El AT hebreo lo incluye como uno de los cinco rollos (con Rut, Ester, Eclesiastés y Cantar de los Cantares), de la tercera parte de la Biblia hebrea, los hagiógrafos (“Escritos Santos”), cada uno de los cuales se leía por tradición en las fiestas judías.
Este libro se leía en el noveno día del mes de Ab (cerca de mediados de julio), cuando los judíos conmemoraban la destrucción de Jerusalén. La Septuaginta coloco Lamentaciones inmediatamente después de Jeremías, que es donde aparece en la mayoría de las Biblias en la actualidad.
La desolación de Jerusalén se describe en Lamentaciones con tanta claridad y colorido que indica que el autor la conoció como suceso reciente. Jeremías tendría entre 50 y 60 años cuando la ciudad cayó. Sufrió todo su trauma y lo forzaron a ir a Egipto en 585 a.C. (Jeremías, 41 – 44), donde murió (quizá martirizado) en la década siguiente. Así que es probable que el libro fuera escrito inmediatamente después de la destrucción de Jerusalén (586 – 585 a.C.).
Autoría
Que Jeremías fue el autor de Lamentaciones ha sido por mucho tiempo el consenso de las tradiciones judeocristianas. Entre las evidencias que respaldan esta conclusión están las siguientes:
[1] por 2 Crónicas, 35:25 se sabe
que Jeremías estaba acostumbrado a hacer lamentos o endechas; además, el libro
profético de Jeremías contiene referencias frecuentes a su llanto por la
devastación futura de Jerusalén (Jeremías, 7:29, 8:21, 9:1, 10, 20);
[2] la descripción grafica en
Lamentaciones de ese suceso catastrófico sugiere el relato de un testigo
ocular; Jeremías es el único escritor conocido del AT que presencio la tragedia
de Jerusalén en 586 a.C.;
[3] hay varios paralelos
temáticos y lingüísticos entre el libro de Jeremías y Lamentaciones; por
ejemplo, ambos libros atribuyen el sufrimiento de Judá y la destrucción de
Jerusalén al pecado persistente y la rebeldía contra Dios; en ambos libros,
Jeremías llama al pueblo de Dios “virgen hija” (Jeremías, 14:17, 18:13;
Lamentaciones, 1:15, 2:13);
Estos hechos junto con las semejanzas entre los dos libros en su estilo poético, señalan al mismo autor humano.
Estructura
El libro es una serie de cinco lamentos:
[1] el primero (Lamentaciones, 1)
describe la devastación de Jerusalén y el lamento del profeta por ella al
clamar a Dios con el alma angustiada; a
veces, su lamento se personifica como el de Jerusalén (Lamentaciones, 1:12-22);
[2] en su segundo lamento
(Lamentaciones, 2), Jeremías describe la causa de la devastación como al ira de
Dios dirigida hacia un pueblo rebelde que no quiso arrepentirse; el enemigo de
Judá fue el instrumento de juicio de Dios;
[3] el siguiente poema
(Lamentaciones, 3) exhorta a la nación al recordar que Dios es, en realidad,
misericordioso y fiel y que es bueno con los que esperan en El;
[4] el cuarto poema (lamentaciones, 4) reitera los temas de los tres
anteriores;
[5] en el poema final
(Lamentaciones, 5), después de la confesión del pecado y de la necesidad de
misericordia, Jeremías le pide a Dios que restaure a su pueblo;
Los cinco lamentos del libro, que corresponden a sus cinco capítulos, tienen, cada uno, veintidós versículos (excepto Lamentaciones, 3 que tiene veintidós multiplicado por tres, o sea sesenta y seis versículos). Veintidós es la cantidad de letras del alfabeto hebreo. Los primeros cuatro poemas son acrósticos alfabéticos, es decir, cada versículo (en Lamentaciones, 3 cada conjunto de tres versículos), comienza con una letra diferente del alfabeto hebreo, en sucesión de alef a tau. Esta estructura alfabética, además de ayudar a la memoria, realiza dos cosas:
[1] conlleva la idea de que las lamentaciones
son completas, que cubren todo de la A a la Z (en hebreo, de alef a tau); y
[2] al mantener las lamentaciones
dentro de esta estructura, el profeta se inhibe de repetir sus llantos y
quejidos sin fin; habría un fin para el lamento, así como algún día lo habría
para el exilio y la reconstrucción de Jerusalén.
Características especiales
Cinco aspectos o énfasis principales caracterizan el libro de Lamentaciones:
[1] aunque ocurren cantos de
lamentos, individuales y de la comunidad, en los Salmos y en los libros proféticos,
solo este libro de la Biblia (Lamentaciones) está compuesto exclusivamente de
poemas llenos de aflicción;
[2] su estructura literaria es
del todo poética y cuatro de los cinco lamentos poéticos del libro son
acrósticos; de conformidad con la estructura poética del libro, el quinto poema
también tiene veintidós versículos;
[3] aunque 2 Reyes, 25 y Jeremías, 52 describen el suceso histórico de la destrucción de Jerusalén, solo el libro de Lamentaciones refleja con claridad las emociones y sentimientos de los que experimentaron la catástrofe personalmente;
[4] en el centro del libro hay
una de las más enérgicas declaraciones acerca de la fidelidad y salvación de
Dios que se halla en la Biblia (Lamentaciones, 3:21-26); aunque Lamentaciones
comienza con un lamento (Lamentaciones,
1:1-2), de modo apropiado termina con una nota de arrepentimiento y esperanza
de la restauración (Lamentaciones, 5:16-22);
[5] no hay citas de este libro en
el NT y solo unas pocas alusiones posibles (Lamentaciones, 1:15 con
Apocalipsis, 14:19; Lamentaciones, 2:1 con Mateo, 5:35; Lamentaciones, 3:30 con
Mateo, 5:39; Lamentaciones, 3:45 con 1 Corintios, 4:13);
Cumplimiento en el NT
Aunque, como vimos, no se cita Lamentaciones en ninguna parte, en el NT está presente el siguiente principio:
Gálatas, 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Ningún pecado quedara sin castigo, aunque al final del camino, y debido fundamentalmente a la gracia del Señor, siempre está la posibilidad de la restauración.
Las lágrimas de Jeremías traen a la memoria las lágrimas de Jesucristo, que lloro por los pecados de Jerusalén, cuando previó su futura destrucción a manos de los romanos (Mateo, 23:37-38, Lucas, 13:34-35, 19:41-44).
Cristo en Lamentaciones
Cristo es “nuestro Profeta que gime”:
Lamentaciones, 2:19 Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
DIOS TE BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA