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SAMUEL
Autor: Anónimo
Tema: reinado de David
Fecha: fines del siglo X a.C.
Propósito
2
Samuel continúa la historia profética del carácter teocrático de la monarquía
de Israel. Ilustra de modo profundo, a través del reinado y la vida de David,
las condiciones del pacto para Israel como las expuso Moisés en Deuteronomio:
la obediencia del pacto da como resultado las bendiciones de Dios y el descuido
de la ley de Dios produce maldiciones y juicio (Deuteronomio, 27 al 30).
Trasfondo
Como 1 y 2 Samuel fueron al principio un solo libro en el AT hebreo, el trasfondo de 2 Samuel ya se expuso en 1 Samuel. No obstante, se puede anotar que, mientras los sucesos de 1 Samuel (que van desde el nacimiento de Samuel hasta la muerte de Saúl) cubren casi un siglo (1105 – 1010 a.C.), 2 Samuel registra solo el reinado de David, o sea, un periodo de cuarenta años (1010 – 970 a.C.).
Autoría
Vale lo mismo que lo dicho para 1 Samuel:
El tema de la paternidad literaria incluye a 1 y 2 Samuel como una sola unidad literaria. Como parte de 1 Samuel y todo el libro de 2 Samuel fueron escritos después de la muerte de Samuel, este sirvió solo como un autor contribuyente (1 Samuel, 10:25).
La composición final fue escrita por un historiador profético inspirado que uso varias fuentes, inclusive las crónicas de Samuel (2 Samuel, 1:18, 1 Crónicas, 27:24, 29:29). Se desconoce la identidad de ese historiador inspirado. El libro se terminó probablemente poco después de 930 a.C., pues 1 Samuel parece que supone la división del reino (1 Samuel, 27:6) y 2 Samuel termina con los últimos días de David.
Estructura
La historia completa de la vida de David se extiende desde 1 Samuel, 16:1 hasta 1 Reyes, 2:11. 2 Samuel comienza con la muerte de Saúl y la unción de David en Hebrón como rey de Judá por siete años y medio (2 Samuel, 1 al 4). El resto del libro se enfoca en los treinta y tres años siguientes de David como rey de todo Israel en Jerusalén (2 Samuel, 5 al 24).
La
parte divisoria del libro y de la vida de David es su adulterio con Betsabé y
el asesinato de Urías (2 Samuel, 11). Antes de este capítulo oscuro, David
representaba muchos de los ideales de un rey teocrático.
Con el favor, la sabiduría y la unción de Dios, David:
[1] capturo Jerusalén de los jebuseos y la hizo su capital (2 Samuel, 5);
[2] devolvió el Arca del Pacto a Jerusalén,
en medio de mucho regocijo y celebración (2 Samuel, 6); y
[3] sometió a los enemigos de
Israel, comenzando con los filisteos (2 Samuel, 8 al 10);
Su fuerte liderazgo atraía a “hombre valientes” e inspiraba una lealtad intensa. David comprendía que Dios lo había establecido por rey de Israel y reconocía abiertamente la autoridad de Dios sobre él y la nación. Dios prometió proféticamente que un descendiente de David se sentaría en su trono y cumpliría a la perfección el papel de rey teocrático (2 Samuel, 7:12-17, Isaías, 9:6-7, 11:1-5, Jeremías, 23:5-6, 33:14-16).
Sin embargo, después de los pecados trágicos de adulterio y homicidio de David, la desintegración moral y la rebeldía plagaron a su familia (2 Samuel, 12 al 17) y a toda la nación (2 Samuel, 18 al 20). La gran bendición nacional se cambió a juicio nacional. Aunque David sinceramente se arrepintió y experimento la misericordia del perdón de Dios (2 Samuel, 12:13, Salmos, 51), las consecuencias de su transgresión continuaron hasta el fin de su vida y aun después (2 Samuel, 12:7-12). No obstante, Dios no repudio el rey David como había repudiado a Saúl (1 Samuel, 15:23). En realidad, al amor de David a Dios (véanse tan solo sus Salmos) y su aborrecimiento de toda clase de idolatría, lo convirtieron en el ejemplo y la medida para todos los reyes siguientes de Israel (2 Reyes, 18:3, 22:2). 2 Samuel, termina cuando David compra la era de Arauna, que llego a ser el sitio futuro del (primer) templo (2 Samuel, 24:18-25), que finalmente construiría Salomón (1 Crónicas, 22:8-9, 2 Samuel, 7:12-13).
Características especiales
Cinco aspectos o énfasis principales caracterizan 2 Samuel:
[1] registra sucesos clave del
reinado de cuarenta años del rey David, inclusive su captura de Jerusalén de
los jebuseos y su conversión de ella en el centro político y religioso de
Israel; su vida cae exactamente en el medio entre Abraham y Jesucristo;
[2] el eje del libro (2 Samuel, 11) registra los trágicos pecados de David, que involucran a Betsabé y a su esposo Urías:
En 2 Samuel, 11 se nos relata lo siguiente:
Betsabé era la esposa de un soldado
(Urías, heteo) del ejército de David. Mientras Urías estaba de campaña (en la
guerra), David cometió adulterio con su esposa Betsabé. Betsabé queda
embarazada y se lo comunica a David, quien hace volver a Urías de la guerra
(aunque la guerra todavía continuaba) y lo alienta a que vaya y “duerma” con su
esposa (para “tapar” el embarazo). Urías se niega argumentando que él no podía
ir alegremente a dormir con su esposa mientras “sus hermanos estaban en el
fragor de la batalla”.
Ante tamaño acto de dignidad de
Urías, David lo envía nuevamente a la guerra con una carta que debía entregar a
Joab (el general de los ejércitos de David), en la que David sugería a Joab que
ponga a Urías en lo más álgido de la batalla, donde seguramente moriría. Este
fue casi un asesinato por encargo de parte de David, para quedarse
definitivamente con Betsabé.
David cometió un doble pecado:
adulterio (se acostó con la mujer de otro), seguido de homicidio. Dios saco a
la luz el pecado de David por medio del profeta Natán (2 Samuel, 12). Aun así,
Dios lo perdono, pero el niño que fue engendrado en adulterio murió. No
obstante, este no fue el único castigo que tuvo que soportar David. Aunque
luego engendro con Betsabé a Salomón (a quien amo Dios), la vida familiar de
David estuvo, hasta su muerte, signada por asesinatos, violencia, intrigas,
violaciones y tragedias de todo tipo, lo cual indica que ningún pecado queda
sin castigo, se trate de quien se trate.
Mateo, 1:6 Isaí engendró al rey
David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
En el libro de Mateo queda
registrada la afrenta del pecado cometido por David al aclarar (y recordar) que
David engendro a Salomón “de la que fue mujer de Urías”, cumpliéndose, una vez
más, la Palabra de Dios:
Proverbios, 6:32 Mas el que
comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace.
6:33 Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada.
El historiador profético autor de
2 Samuel pone énfasis en que, aunque David cometió el adulterio y el homicidio
en secreto, Dios juzgo el pecado abiertamente en todos los planos de la vida de
David, su familia y la nación.
[3] revela un principio
importante y perdurable en cuanto al liderazgo en el reino de Dios: mientras
mayores sean el favor y la unción de Dios sobre la vida de un líder, tanto
mayor será el juicio de Dios si ese líder viola la confianza de Dios al cometer
una transgresión moral o ética;
[4] los capítulos que describen
los efectos progresivos de la transgresión de David sobre su familia y la nación
toda (2 Samuel, 12 al 21), revelan que el bienestar de todo un pueblo está
ligado inexorablemente a la condición espiritual y moral de su líder;
[5] destaca la constante lección
moral de que el éxito y la prosperidad a menudo llevan a la flaqueza moral y al
fracaso moral:
2 Samuel, 11:1 Aconteció al año
siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a
Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y
sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. 11:2 Y sucedió un día, al
caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado
de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la
cual era muy hermosa. 11:3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le
dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
El anterior pasaje relata que,
“en el tiempo que salen los reyes a la guerra” (2 Samuel, 11:1) David se había
quedado en Jerusalén, en el palacio y fue ahí donde vio a Betsabé y cometió el
adulterio, lo cual da a entender que, cuando la vida es lo suficientemente
ociosa y relajada es cuando aparecen las mayores tentaciones.
Cumplimiento en el NT
El reinado de David hasta el pecado con Betsabé (2 Samuel, 1 al 10) es un tipo o símbolo del reinado del Rey mesiánico. Su establecimiento de Jerusalén como ciudad santa, el don de Dios para el en el pacto davídico (2 Samuel, 7) y su recepción de la promesa profética de un reino eterno, señalan hacia el final “Hijo de David”, Jesucristo y a su reino presente y futuro reino como se revela en el NT (Isaías, 9:7, Mateo, 21:9, 22:45, Lucas, 1:32-33).
Cristo en 2 Samuel
Cristo es “nuestro profeta fiel”:
1 Samuel, 2:35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
1 Samuel, 3:20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.
DIOS TE BENDIGA!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA