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Continuamos con el estudio sistemático y ordenado del
Libro de Apocalipsis.
No dejes de leer, para no perder el ‘hilo’ del estudio completo, los siguientes
post, en este mismo blog:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 1:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 1ª Parte:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 2ª Parte:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 3ª Parte:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 4:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 5:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 6:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 7:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 8 y 9:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 10 y 11 (hasta v.14):
Libro
de Apocalipsis – Cap. 11:15 y 12:17:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 13:
Libro
de Apocalipsis – Capitulo 14:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 15 y 16:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 17 y 18:
Libro
de Apocalipsis – Cap. 19 y 20:
Sigamos, ahora, con los capítulos 21 y 22 del Libro de
Apocalipsis:
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Habiendo llevado su descripción relacionada con el
destino de Satanás y la resurrección de los incrédulos a su conclusión en el
capítulo 20, Juan retorna ahora al principio del milenio para describir el
nuevo hogar para la Iglesia en el capítulo 21 y la nueva Tierra en el
capítulo 22. Nosotros sabemos eso porque la frase “un cielo nuevo y una tierra
nueva” también aparece en Isaías
65:17 al comienzo de un pasaje que describe a Israel durante el
Milenio.
Isaías, 65:17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos
y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al
pensamiento.
Tomemos un momento para confirmar la secuencia de Apocalipsis 21. Las personas que creen
que la Nueva Jerusalén no aparece sino hasta el final del Milenio no
se dan cuenta que Apocalipsis
20:7-15 es una inclusión entre paréntesis que Juan coloca para
continuar con su discusión del destino de Satanás y de las personas no salvas
hasta llevarla a su conclusión final. Esto es algo que Juan hizo varias veces
en la narrativa de Apocalipsis para ayudar a completar un pensamiento. (Por
ejemplo, en Apocalipsis 12:3-6 él
utilizó cuatro versículos para resumir la interferencia de Satanás en el plan
de Dios en el período que abarca desde su rebelión pre-adámica hasta la
Segunda Venida). En Apocalipsis 21 Juan
retorna al comienzo del Milenio para describir la Nueva Jerusalén.
Hay varias pistas en el texto que apoyan esta
interpretación. Primero, Apocalipsis
20 comienza, “cuando se cumplieron los mil años” lo cual indica
que, de un solo golpe, Juan había pasado hasta el final del Milenio. Segundo, Apocalipsis 21:1 es una cita
directa de Isaías 65:17 en
donde el contexto es claramente la Era del Reino de Israel, conocido
como el Milenio, y tercero, los primeros cinco versículos de Apocalipsis 22 son un resumen de Ezequiel 47:1-12, que también se
refiere a la Era del Reino en Israel. Si usted lo piensa por un
momento se dará cuenta de que no hay ninguna necesidad ni tampoco un propósito
para que haya un río de vida en la Nueva Jerusalén, siendo que esta es el
hogar exclusivo de la Iglesia redimida. Tampoco allí habrá más
enfermedad ni muerte, ni ninguna necesidad para la sanidad, como tampoco habrá
nadie presente de las naciones (Apocalipsis
22:27). Eso más la similitud de las palabras confirma que en Apocalipsis 22:1-2 Juan estaba
describiendo el Río de la Vida en la Tierra, tal y como Ezequiel
lo hizo.
Y luego, está la mención de los árboles que producen
diferentes clases de frutos cada mes en Apocalipsis 22:2. Esta referencia al tiempo
confirma que Juan no estaba hablando de la eternidad, la cual, por definición,
es la ausencia del tiempo.
La palabra traducida “nueva” en la cita de Juan de Isaías 65:17 también puede
significar refrescada o renovada. Esto se refiere al momento que Jesús llamó la
renovación de todas las cosas en Mateo
19:28 y que Pedro mencionó en Hechos 3:21. Esto se llevará a cabo al momento de la Segunda
Venida.
En el Rapto de la Iglesia el Señor nos
llevará a la casa de Su Padre para estar con Él en donde Él está (Juan 14:2-3). 1 Tesalonicenses 4:17 dice que
una vez que vayamos ahí, siempre estaremos allí. Esta es la Nueva
Jerusalén. Como veremos, Apocalipsis
22:1 muestra la Nueva Jerusalén descender del cielo y
prosigue describiendo una entidad demasiado grande como para estar situada en la
Tierra. Entonces, solamente se puede acercar a la Tierra.
En Mateo
24:29 Jesús dijo que el sol y la luna se oscurecerán al final de la
Gran Tribulación. Apocalipsis
21:22-27 describirá a las naciones que caminan a la luz de la
Nueva Jerusalén. Después de la Segunda Venida la Nueva
Jerusalén va a remplazar al sol como su fuente de luz.
Apocalipsis 21:22-27 también
muestra a los reyes de la tierra trayendo su esplendor a la Nueva
Jerusalén, pero dice que nada impuro podrá entrar en ella, solamente aquellas
personas cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del
Cordero, lo cual es una descripción de la Iglesia.
Al juntar todos estos versículos se nos muestra que
aun hay tres grupos de seres humanos durante el Milenio. Israel en la tierra
prometida, las naciones de la tierra aún en su estado natural, y la
Iglesia perfeccionada, viviendo en la cercanía de la Tierra pero
protegida de toda impureza. Una vez que empieza la eternidad, no quedará ningún
trazo de impurezas en la Creación de Dios (1 Corintios 15:24-25).
Pues bien, empecemos con nuestro estudio de Apocalipsis 21.
Apocalipsis
21:
La Nueva Jerusalén:
Apocalipsis, 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra
nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no
existía más.
Como mencioné, Jesús le llamó a esto “la regeneración
de todas las cosas” en Mateo 19:28.
Mateo, 19:28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que
en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su
gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos,
para juzgar a las doce tribus de Israel.
Según Romanos
8:19-22 la misma creación ha estado gimiendo y con dolores de
parto, aguardando a que los hijos de Dios sean revelados para que finalmente
pueda ser liberada de la esclavitud de la descomposición.
Romanos, 8:19 Porque el anhelo ardiente de la creación
es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 8:20 Porque la creación
fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la
sujetó en esperanza; 8:21 porque también la creación misma será libertada de la
esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 8:22
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora;
Los juicios de la Gran tribulación, sirvieron, en
parte, para preparar la Tierra para su restauración. Con toda probabilidad, su órbita
y su eje retornaran a su configuración original, produciendo de nuevo el
ambiente sub-tropical mundial del que disfrutaron nuestros primeros padres. Los
grandes océanos, testigos silenciosos de la enormidad del diluvio en tiempos de
Noé, serán trasladados hacia la atmósfera superior, restaurando el toldo de
vapor de agua que protegía a los primeros seres humanos, permitiendo el retorno
a la longevidad que ellos experimentaron (Isaías, 65:20).
Isaías, 65:20 No habrá más allí niño que muera de
pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien
años, y el pecador de cien años será maldito.
El fondo de los océanos será elevado y las montañas
serán bajadas, y la Tierra una vez más se parecerá al Planeta Edén
como era cuando Adán entró en escena. Su atmósfera no será más la guarida de
los demonios, y los cielos habrán sido purificados para siempre de la rebelión
de los secuaces que siguieron a Satanás.
Apocalipsis, 21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada
para su marido. 21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 21:4 Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. 21:5 Y el que estaba
sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo:
Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Observen que mientras Juan miraba la Nueva
Jerusalén descender del cielo, él no reportó que se posara en ninguna
parte de la tierra. A pesar de que está lo suficientemente cercana de la
Tierra como para que él pueda describirla con exactitud, no se encuentra
situada sobre la Tierra.
Y no se engañen creyendo que la frase “dispuesta como
una esposa” significa que la Nueva Jerusalén es la Esposa. No,
sino que la palabra “como” nos indica que Juan estaba comparando la Nueva
Jerusalén con una novia en su día de bodas. De la misma manera que no se
escatima ningún gasto para hacer que una novia luzca lo más bella posible para
su boda, de la misma manera ninguna creatividad de Dios se ha escatimado para
hacer del hogar de los redimidos Su máxima expresión de belleza.
Finalmente, esa sola muerte en una colina fuera de
Jerusalén, hizo que Dios y el hombre se pudieran reconciliar (Colosenses 1:19-20) y así se habrá
cumplido lo que Su corazón siempre ha anhelado: morar con Su creación. Porque
en la Iglesia, lo menos que Él hizo fue crear una nueva raza de seres
humanos, que son tan justos como Él es, y adecuados para morar en Su presencia.
Colosenses, 1:19 por cuanto agradó al Padre que en él
habitase toda plenitud,
1:20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están
en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la
sangre de su cruz.
Y de esa manera, el Creador del Universo ha hecho todo
nuevo, un Nuevo Cielo, una Nueva Tierra, y una Nueva Raza Humana. El daño
ocasionado en el Jardín del Edén por la serpiente ha sido reparado.
Apocalipsis, 21:6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el
Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré
gratuitamente de la fuente del agua de la vida. 21:7 El que venciere heredará
todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 21:8 Pero los cobardes e
incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los
idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego
y azufre, que es la muerte segunda.
En su primera carta a la Iglesia Juan había
hecho la pregunta retórica, “¿Quién
es el que vence al mundo? Y su respuesta es, “el que cree que Jesús es el Hijo
de Dios” (1 Juan 5:5).
Una vez más Dios aclara las alternativas. Jesús dijo, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Acérquese a Quien provee
el Agua Viva y beba de Él sin costo alguno, o permanezca en sus pecados y muera
para siempre.
1 Juan, 5:5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios?.
Juan, 7:37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús
se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba.
Apocalipsis, 21:9 Vino entonces a mí uno de los siete
ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y
habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del
Cordero. 21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró
la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 21:11
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. 21:12 Tenía un
muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres
inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 21:13 al
oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente
tres puertas. 21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos
los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Cuando Judas Iscariote traicionó al Señor y luego se
suicidó, los Doce eran discípulos, o estudiantes. Más tarde, los once
restantes, ahora Apóstoles (los enviados), votaron y escogieron a Matías para
remplazar a Judas. Nada más se dice sobre Matías, y no sabemos por qué.
Obviamente, al que seleccionó Dios fue a Pablo, el más prolífico de los autores
del Nuevo Testamento. Yo creo que será el nombre de Pablo el que veremos en uno
de estos cimientos.
Apocalipsis, 21:15 El que hablaba conmigo tenía una
caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 21:16 La
ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y
él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la
anchura de ella son iguales. 21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro
codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 21:18 El material de su muro
era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 21:19
y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra
preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata;
el cuarto, esmeralda; 21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo,
crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el
undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21:21 Las doce puertas eran doce
perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de
oro puro, transparente como vidrio.
Doce mil estadios corresponden a una distancia equivalente
a 2.240 kilómetros, lo que significa que si esta ciudad desciende sobre
Europa, cubriría todo desde Escandinavia a Gibraltar, y desde la costa de
España hasta el talón de Italia. Alternativamente, cubriría todo el Oriente
Medio, o toda la parte este de los EE.UU. desde Maine hasta la Florida, y
desde el Atlántico hasta el río Misisipi. Y teniendo 2.240 kilómetros de
altura, sería 4.000 veces más alta que el edificio más alto del mundo. Un globo
con un diámetro de 2.200 kilómetros tendría el tamaño de la sexta
parte de la Tierra o cerca de 2/3 del tamaño de la luna. Lo más
seguro es que sea un pequeño planeta o un satélite en órbita baja. Lo que
sabemos es que está dispuesta como una gigantesca ciudad con calles
pavimentadas con el oro más puro, tan puro que es casi transparente, y, según Juan 14:2 está llena de moradas
(mansiones).
Juan, 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay;
si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros.
Mientras que el nombre de estas piedras preciosas no
es el mismo en todos los idiomas, lo más seguro es que sean las piedras del
pectoral del Sumo Sacerdote.
Apocalipsis, 21:22 Y no vi en ella templo; porque el
Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 21:23 La ciudad no
tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios
la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 21:24 Y las naciones que hubieren sido
salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y
honor a ella. 21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche. 21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 21:27 No
entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino
solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
No solamente el hogar de los redimidos no necesita de
la luz del sol, sino de hecho, es la fuente de luz para las naciones de la
tierra. Sus reyes traen lo mejor de la producción de la tierra para nuestro
uso, a pesar de que los seres humanos naturales no pueden ingresar en ella.
Habiendo sido nosotros el Templo de Dios durante toda la era de la
Iglesia, ahora descubrimos que Él es nuestro para toda la eternidad.
Apocalipsis 22:
El río de agua de vida:
Apocalipsis, 22:1 Después me mostró un río limpio de
agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero. 22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río,
estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y
las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 22:3 Y no habrá más
maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán, 22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 22:5 No
habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del
sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los
siglos. 22:6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el
Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto.
Como vimos al principio, este mismo río con sus
árboles dando diferentes frutos cada mes y con sus hojas que tienen poder de
sanidad se describe en Ezequiel
47:1 y 12 como que fluye de debajo del lado sur del Templo de la
Ciudad Santa, ahora llamada Jehová Sama (Jehová Allí), en Israel (Ezequiel 48:35). Esto nos dice que
estamos de vuelta en la tierra, admirando el río de agua limpia que fluye a través
de la Ciudad Santa.
Según Zacarías
14:4-8, este río comienza a brotar abruptamente el día que el Señor
retorna, corriendo en dirección sur hacia el valle que acaba de ser formado por
el gigantesco terremoto que partió en dos el Monte de los Olivos, de este a
oeste. Una vez que llega allí, llena completamente ese valle, fluyendo hacia el
mar Mediterráneo en el oeste y hacia el mar Muerto en el este. Sus aguas
salutíferas refrescan el Mar Muerto y los peces del Mediterráneo ahora nadan en
abundancia (Ezequiel 47:9-10).
En el lugar en donde el río se divide hacia el este y
el oeste, lo que quedó de la ciudad de Jerusalén se sitúa en sus bancos. Pero
el viejo Monte del Templo, junto con el Domo de la Roca y la
Mezquita de Al Aksa, quedan en completas ruinas en el fondo del río, para
nunca más ser vistas. Todo esto estaba en el camino del terremoto, y el río se
los tragó, finalizando así siglos de contiendas sobre el lugar que Dios una vez
llamó la niña de Su ojo (Zacarías 2:8).
(Esto lo cubrimos en gran detalle en Apocalipsis 11:15-12:17).
Esto confirma que Juan está hablando del Milenio en la
Tierra y no de la eternidad. Y una vez más se nos dice de siervos que le
servirán a Él y reinarán con Él, pero que nunca son llamados Sacerdotes o
Reyes, y están en la Tierra no en la Nueva Jerusalén. Todas
estas personas son los mártires resucitados de la tribulación de Apocalipsis 7:9-14 y Apocalipsis 20:4.
La venida de Jesús:
Apocalipsis, 22:7 ¡He aquí, vengo pronto!
Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. 22:8 Yo
Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me
postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 22:9 Pero
él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos
los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. 22:10
Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el
tiempo está cerca. 22:11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es
inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía;
y el que es santo, santifíquese todavía.
Ser un testigo ocular de la culminación de la historia
humana es demasiado para Juan, así que cae a los pies del ángel que lo guiaba,
en un acto de adoración. Pero, a diferencia de ese otro ángel, aquel que empezó
todo este problema en su ansia por ser adorado (Satanás), éste reprende a Juan,
advirtiéndole que solamente debe de adorar a Quien merece ser adorado.
Juan fue llamado el discípulo a quien el Señor amó y
quien recibió la descripción más clara del fin de la era. Con anterioridad,
Daniel, llamado el profeta muy amado (Daniel
10:11), también había recibido descripciones detalladas del mismo
período de tiempo. Cuando Daniel pidió una aclaración se le dijo que las palabras
estaban cerradas y selladas hasta el tiempo del fin (Daniel 12:9).
Daniel, 10:11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está
atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido
enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Daniel, 12:9 El respondió: Anda, Daniel, pues estas
palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
Pero aquí se le dice a Juan que no selle las
palabras porque el tiempo está cerca. A través de toda la era de la
Iglesia, las profecías de Dios sobre los días finales de la tierra, estarán
disponibles para que todas las personas las puedan leer. Todas aquellas
personas que han estado tan predispuestas podrán ignorarlas y continuar en
desobediencia, y aquellas personas que las han leído y aplicado, pueden hacer
lo bueno y ser santos; pero el fin vendrá tal y como Juan lo vio, sin tener en
cuenta la respuesta de las personas.
Apocalipsis, 22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 22:13 Yo soy
el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
Este pasaje hace tres afirmaciones sobre el Señor. Él
es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, y el Primero y el Último.
Estos no son solamente pensamientos que se repiten.
Numerosas variaciones sobre la frase Alfa y Omega han
autografiado la obra más grandiosa de Dios desde el principio. La primera letra
del alfabeto griego es Alfa y la última es Omega. Es como si dijéramos “De la
A a la Z” en español. Las letras equivalentes en el idioma hebreo son
Alef y Tau. Estas dos letras aparecen, no traducidas, en un par de lugares
interesantes en las Escrituras Hebreas. Una se encuentra en Génesis 1:1, después de la frase “En
el principio creó Dios…” haciendo que en la versión hebrea se lea, “En el
principio creó Dios, el Alef y el Tau, los cielos y la tierra”. Para poder
darnos cuenta de esta redacción, debemos referirnos a una Biblia Interlineal
Hebrea.
El otro lugar en que aparece se encuentra en Zacarías 12:10, en donde en el texto
hebreo leemos, “Y mirarán a mí, el Alef y el Tau, a quien traspasaron…” Esta es
una profecía sobre Israel que reconoce la verdadera identidad del Mesías al
final de la era. Para los griegos Él es el Alfa y la Omega, el Cristo.
Para los hebreos Él es el Alef y el Tau, el Mesías.
La palabra griega traducida “principio” es “arjé” la
cual denota un orden de tiempo, lugar o rango. “Fin” viene de la palabra griega
“télos” que significa el resultado final o propósito, el límite superior. De
esta manera, Jesús es el primero en el orden del tiempo, lugar y rango (Colosenses 1:18), y representa el
resultado final y óptimo, que es el propósito del hombre, para ser uno con Dios
(Juan 17:20-23).
Colosenses, 1:18 y él es la cabeza del cuerpo que es
la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia;
Juan, 17:20 Mas no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 17:21 para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 17:22 La gloria que
me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 17:23
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo
conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me
has amado.
La palabra traducida “primero” es “prótos” y significa
lo óptimo, lo mejor. De aquí se deriva la palabra “prototipo”. Y “último” viene
de la palabra “escatos” que es un superlativo que significa lo postrero, lo más
lejos, lo final. El término “escatología” (el estudio de los tiempos finales)
se origina de esta palabra. Él es el prototipo, ante el cual todo lo demás será
comparado (Romanos 8:29), lo
postrero o ejemplo final de la raza humana (Hebreos 1:3), el único jamás nacido.
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también
los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Hebreos, 1:3 el cual, siendo el resplandor de su
gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con
la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados
por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas,
Y así, Él estaba allí antes del principio y estará
allí después del fin. Él representa el propósito final del hombre y es nuestro
ejemplo perfecto.
Apocalipsis, 22:14 Bienaventurados los que lavan sus
ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en
la ciudad. 22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las
iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de
la mañana.
Esta es la última de las siete bendiciones en
Apocalipsis. Las otras seis las encontramos en Apocalipsis 1:3, 14:13, 16:15, 19:9, 20:6, y 22:7.
Estas son las 7 bendiciones:
Apocalipsis 1:3 Bienaventurado el que lee, y los que
oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas;
porque el tiempo está cerca (1º Bendición).
Apocalipsis, 14:13 Oí una voz que desde el cielo me
decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en
el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras
con ellos siguen (2º Bendición).
Apocalipsis, 16:15 He aquí, yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y
vean su vergüenza (3º Bendición).
Apocalipsis, 19:9 Y el ángel me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios (4º Bendición).
Apocalipsis, 20:6 Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre
éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil
años (5º Bendición).
Apocalipsis, 22:7 ¡He aquí, vengo pronto!
Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro (5º Bendición).
Y la ultima que vimos:
Apocalipsis, 22:14 Bienaventurados los que lavan sus
ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en
la ciudad (7º Bendición).
Una última vez se nos recuerda que mientras que nosotros no somos judíos, el
Dios que adoramos sí lo es. La frase “la raíz y el linaje de David” nos
recuerda la profecía mesiánica de Isaías
11:1-3.
Isaías, 11:1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un
vástago retoñará de sus raíces. 11:2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová;
espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 11:3 Y le hará entender
diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni
argüirá por lo que oigan sus oídos;
Algunas versiones modernas de la Biblia han
traducido incorrectamente del hebreo Isaías 14:12, otorgándole a Satanás el título de Lucero de la
Mañana. Cuando se tradujo por primera vez la Biblia al idioma
latín, la palabra hebrea “jeilél”, se convirtió en Lucifer, o el portador de
luz, y así es como se originó ese nombre. Jeilél literalmente significa el que
brilla, pero su intención es la jactancia o el orgullo, llamando la atención
hacia sí mismo, o como sintiéndose el centro de todo.
Isaías, 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo
de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
La frase completa en Isaías 14:12 es Jeilél ben Sashar que significa el que
brilla, el hijo de la mañana. Nuestro
Señor Jesús es la única y sola Estrella Resplandeciente de la Mañana.
Apocalipsis, 22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen:
Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome
del agua de la vida gratuitamente.
Este es el recordatorio final del Señor de que el
precio de nuestra salvación ya ha sido pagado, y está disponible de manera
incondicional a cualquier persona que lo pida.
“Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8). ¿Cuántas veces tendrá que
decir Él que Él no creó a nadie sin esperanza?.
Apocalipsis, 22:18 Yo testifico a todo aquel que oye
las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas,
Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 22:19 Y si
alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro.
A pesar de esta clara advertencia, ha habido muchos
intentos de alegorizar o de espiritualizar este libro en algo diferente a lo
que nunca fue su intención de ser. Este libro de Apocalipsis no es ni historia,
ni alegoría, ni fantasía, sino que es profecía. Y esta se cumplirá tal y como Dios ha prometido, a
pesar de todos los esfuerzos para negarla.
Apocalipsis, 22:20 El que da testimonio de estas cosas
dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con todos vosotros. Amén.
Con esto concluimos nuestro estudio del Libro de
Apocalipsis.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!