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Continuamos con el estudio sistemático y ordenado del Libro de Apocalipsis.
No dejes de leer, para no perder el “hilo” del estudio completo, los
siguientes post, en este mismo blog:
Libro de Apocalipsis – Capitulo 1:
Libro de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 1ª Parte:
Libro de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 2ª Parte:
Libro de Apocalipsis – Cap. 2 y 3 – 3ª Parte:
Sigamos, ahora, con el Capítulo 4 del Libro de Apocalipsis:
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Fuente:
El Trono En El Cielo
Apocalipsis, 4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el
cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube
acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.
Habiendo repasado las cosas que han sido (Apocalipsis 1) y las cosas que son (Apocalipsis 2—3), hemos llegado ahora a la tercera parte del
libro, las cosas que han de ser después de estas. Juan mira y ve una puerta
abierta, la misma sobre la que primeramente oyó cuando escribió la carta a la
iglesia de Filadelfia. Y de la misma manera que Pablo dijo lo que nos sucedería
(1º Tesalonicenses 4:16), Juan
escucha una fuerte voz que le ordena, “¡Sube acá!”.
1º Tesalonicenses, 4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero.
Apocalipsis, 4:2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un
trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 4:3 Y el aspecto del
que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había
alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
En un abrir y cerrar de ojos, Juan fue llevado en el tiempo, a ese momento
que todos soñamos, el Rapto de la Iglesia. Puesto que Juan estaba
viajando en el tiempo, debe de haber pasado por lo que decimos es una
experiencia fuera del cuerpo, ya que no se le había dado un cuerpo resucitado,
como el que se nos dará a nosotros, y con el que pronto regresaremos. Juan le
llamó a esa experiencia estar en el Espíritu.
Lo mismo le había sucedido a Pablo unos 40 años antes, cuando él también
fue trasladado al Trono de Dios (2
Corintios 12:1-4).
2 Corintios, 12:1 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las
visiones y a las revelaciones del Señor. 12:2 Conozco a un hombre en Cristo,
que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo
sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. 12:3 Y conozco al tal
hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), 12:4 que fue
arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre
expresar.
A Pablo no se le permitió decirlo, pero su memoria produjo suficiente
motivación para que él pudiera soportar las peores formas de persecución y de
sufrimiento. A diferencia de Pablo, a Juan se le ordenó que escribiera todo lo
que vio. El jaspe y la cornalina que vio son la primera y la última piedras en
el pectoral del Sumo Sacerdote, resumiéndolas todas, y el arco iris es un
símbolo de la gracia de Dios.
Apocalipsis, 4:4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi
sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con
coronas de oro en sus cabezas.
Estos 24 ancianos han confundido a muchas personas, pero eso no debe de ser
así. Su apariencia los delata. Todos tienen tronos, por lo tanto, son
gobernantes. Ellos rodean el Trono de Dios, por lo que lo asisten. Están
sentados, que es una señal de realeza. Están vestidos de blanco, por lo que son
justos. Tienen puesta la corona griega “estéfanos”, por lo que son victoriosos,
vencedores. Se les llama Ancianos, que es un título asociado más con el
cristianismo que con el judaísmo. Hasta el momento, aquí tenemos una fuerte
evidencia de que representan la Iglesia. Pero aun hay más.
El Nuevo Testamento contiene evidencia adicional de que estos 24 ancianos
representan la Iglesia. En Juan 1:12 se nos dice que debido a que
creemos en Jesús se nos ha dado la autoridad de ser hijos de Dios.
Juan, 1:12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Romanos 8:29 dice que cuando Dios
conoció de antemano que nosotros creeríamos, Él nos predestinó para que
fuésemos hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito
de muchos hermanos.
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos.
En Gálatas 4:4-7 leemos
que puesto que somos hijos de Dios, también somos herederos con Jesús.
Gálatas, 4:4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su
Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 4:5 para que redimiese a los que
estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 4:6 Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: ¡Abba, Padre! 4:7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por
medio de Cristo.
Romanos 8:16-17 confirma lo anterior:
Romanos, 8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es
que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Hebreos 2 enfatiza el punto que Jesús
fue temporalmente hecho un poco inferior a los ángeles, haciéndose hombre para
salvar a la humanidad. Habiendo hecho eso, Él fue coronado con gloria y honor y
todas las cosas fueron puestas bajo Sus pies.
Hebreos, 2:6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de
él, O el hijo del hombre, para que le visites? 2:7 Le hiciste un poco
menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le
pusiste sobre las obras de tus manos; 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies.
Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto
a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
Efesios 1:20-22 confirma lo anterior,
diciendo que cuando Él resucitó, Jesús ascendió a los cielos para sentarse a la
derecha de la majestad, muy por encima de cualquier principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra.
Efesios, 1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y
sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 1:21 sobre todo principado
y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en
este siglo, sino también en el venidero; 1:22 y sometió todas las cosas bajo
sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
Y finalmente Efesios 2:6-7 dice
que a nosotros también nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús.
Efesios, 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 2:7 para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros
en Cristo Jesús.
Puesto que los 24 ancianos no se encuentran en ninguna de las visiones del
trono de Dios en el Antiguo Testamento, estos deben de representar a la
Iglesia, sentada con el Señor a la diestra de Su majestad.
Pero aún hay más. A través de la Biblia hay un número de
profecías “cima a cima”, como Clarence Larkin las comenzó a llamar hace más de
100 años. Estas profecías toman la primera y la segunda venidas de Jesús en un
solo pasaje, y aun en una sola frase. Él las asemejó a las cimas de las
montañas entre las cuales existe un valle que está escondido a la vista del
profeta. Y así es el caso con las profecías a distancia. Los profetas registran
el mensaje de Dios pero por lo general no pueden determinar el lapso de tiempo
que los separa. Uno de los mejores ejemplos está en Isaías 9:6-7.
Isaías, 9:6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz. 9:7 Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de
Jehová de los ejércitos hará esto.
De toda esta profecía, solamente la primera mitad de la primera frase se ha
cumplido. El Niño nació y el Hijo fue dado. El resto espera la Segunda
Venida de Jesús, habiendo así dejado un espacio de tiempo entre cuando el
Hijo fue dado y Su toma definitiva del gobierno mundial.
La profecía de Daniel de las Setenta Semanas contiene un espacio similar
entre el versículo 26, en donde el pueblo de un príncipe que vendrá para destruir
la ciudad y el santuario y el versículo 27, cuando ese mismo príncipe confirma
un pacto con Israel. (Daniel 9:26-27).
Daniel, 9:26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la
ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones. 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Y lo mismo es cierto en Isaías
61:1-3.
Isaías, 61:1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió
Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel; 61:2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,
y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 61:3 a
ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y
serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Jesús citó este pasaje al comienzo de Su ministerio en Nazaret, pero se
detuvo en la coma que sigue después de “a proclamar el año de la buena voluntad del SEÑOR” (Lucas 4:18-19).
Lucas, 4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo
entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se
le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar
donde estaba escrito: 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados
de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los
ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 4:19 A predicar el año agradable del Señor.
El resto de la profecía describe la gran tribulación y la era del Reino que
aún están por venir.
Cada una de estas profecías contiene un lapso de tiempo que está oculto y
que se prolonga desde la primera venida a la segunda, similar a un rompecabezas
que está completo excepto por una pieza. La era de la iglesia es siempre esa
pieza faltante. Estas tres profecías son un ejemplo de lo que Larkin dijo
acerca las profecías “cima a cima”. En la Biblia hay un total de 24
de estas profecías, cada una con un espacio de tiempo dentro del cual se
ajusta la Iglesia, y que es el mismo número de los ancianos que rodean el
Trono de Dios.
Apocalipsis, 4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante
del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de
Dios.
4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal;
4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal;
Literalmente es el Espíritu séptuplo de Dios, que es una expresión
idiomática del Antiguo Testamento para el Espíritu Santo. El mar de vidrio se
caracterizaba en la tierra por la fuente de bronce para lavar que estaba
localizada fuera del Lugar Santo. Simbolizaba la Palabra de Dios. En
la tierra nos lavamos en Su Palabra (Efesios
5:26).
Efesios, 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra,
En el cielo estaremos “de pie sobre ella”. (¿Recuerda el himno, “De pie en
Sus promesas”?).
Apocalipsis, 4:6 y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres
vivientes llenos de ojos delante y detrás. 4:7 El primer ser viviente era
semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía
rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. 4:8 Y los
cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban
llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el
Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Estos son los cuatro querubines que protegen el Trono de Dios. En el
principio habían cinco, pero su líder los traicionó, tanto a ellos como a su
confianza, al rebelarse en contra de Dios y causar así la introducción de una
segunda voluntad en el universo. Lo llamamos por su principal actividad,
Satanás (que significa el acusador en hebreo) pero en Ezequiel 28:14 se le llama
“querubín grande, protector”.
Ezequiel, 28:14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo
monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 28:15
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad. 28:16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste
lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te
arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector.
Isaías 14:12 en el idioma hebreo nos brinda su nombre, “Heleyl ben Sachar,”
el que brilla, el hijo del amanecer.
Isaías, 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado
fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 14:13 Tú que decías en tu
corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré
mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14:14
sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Cuando la Biblia se tradujo al Latín en el Siglo IV, este nombre
se convirtió en Lucifer, que significa el portador de la luz, y la traducción
al español de la Biblia lo llama Lucero. Él no es la estrella
resplandeciente de la mañana, como algunas versiones modernas sostienen. Ese es
un título que el Señor Jesucristo utiliza para Él mismo (Apocalipsis 22:16).
Apocalipsis, 22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de
estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana.
La visión que tuvo Ezequiel del Trono de Dios muestra a cada querubín con
cuatro rostros, Isaías no describe sus rostros del todo, y Juan solamente les
da un rostro a cada uno, pero ya sea que fuese sobre un rostro o sobre cuatro,
los rostros son los mismos. Un león, un buey, un hombre y un águila. Estos se
pueden asemejar a los estandartes de los cuatro campamentos de Israel.
Los cuatro campamentos:
Cuando los judíos acampaban en el desierto después de haber salido de
Egipto, recibieron instrucciones para organizarse en cuatro sub-campamentos,
uno a cada extremo de los cuatro puntos cardinales, con el tabernáculo en el
centro. El primero se llamaba el Campamento de Judá, e incluía a Isacar y
Zabulón. Los miembros de estas tres tribus buscarían el estandarte de Judá, el
cual tenía como insignia un gran león bordado en él, para poder localizar su
posición. Siempre se situaba al este del tabernáculo. El segundo campamento se
llamaba Efraín el cual incluía a Manasés y Benjamín, y estaba siempre
localizado al otro extremo del tabernáculo, al oeste. La insignia de Efraín era
un toro. El tercer campamento era el de Rubén el cual incluía a Simeón y Gad.
Su insignia era el rostro de un hombre. Estaban localizados al sur del
tabernáculo. Y el cuarto campamento era el de Dan, con Aser y Neftalí, que
estaba localizado al norte. Su insignia era una gran águila.
Al mirar el campamento de Israel desde el cielo, Dios lo veía con el
tabernáculo en el centro y los cuatro sub-campamentos alrededor. El gran
estandarte al este, tenía la figura del León, y opuesto a él estaba el Buey. Al
sur estaba el rostro de un Hombre y opuesto a él un Águila. ¿Estaba Dios
modelando Su trono en el campamento de Israel con los cuatro estandartes
representando los cuatro rostros de los querubines?.
Los cuatro Evangelios:
Algunas personas también ven los cuatro Evangelios simbolizados en los
cuatro rostros. El León para Mateo, el Buey, siendo un animal de trabajo, para
Marcos, el Hombre para Lucas, y el Águila, un símbolo de la realeza, para Juan.
El Evangelio según Mateo fue escrito para los judíos y su propósito
era el demostrar quién era Jesús; presentando una evidencia abrumadora que
Jesús era el tan esperado Mesías de Israel: el León de Judá. La genealogía de
Mateo comienza con Abraham y prosigue hasta el Rey David (Mateo 1:1-17). La frase más común en
el Evangelio de Mateo es “en cumplimiento”. En el Evangelio según Mateo existen
más referencias sobre los eventos predichos en la profecía del Antiguo
Testamento que fueron cumplidos durante la vida de Jesús que en cualquiera otro
de los Evangelios. Unas copias parciales descubiertas en las Cuevas de Qumran
sugieren que el Evangelio según Mateo pudo haber sido originalmente escrito en
hebreo. El primer milagro, la limpieza de un leproso, era altamente simbólico
para Israel. La lepra era considerada como un castigo por el pecado, y limpiar
a un leproso significaba quitar el pecado de la nación. El Evangelio según
Mateo termina con la resurrección, que significa que la promesa de Dios para el
Reino de David permanecerá para siempre.
El Evangelio según Marcos es en realidad la narración de Pedro y fue
escrito a los romanos. Su propósito era el mostrar a Jesús como el siervo
obediente de Dios. Puesto que a nadie le importa la herencia de un siervo, en
Marcos no se da ninguna genealogía. La frase más común en Marcos es “de
inmediato,” por eso es que al Evangelio de Marcos se le llama el Evangelio
instantáneo, al darnos un cuadro tras otro de Jesús en plena acción. El primer
milagro de echar fuera un demonio, demuestra que el Dios a quien Jesús sirve,
era superior a cualquier otro dios, lo cual era un asunto de gran importancia
para la sociedad politeísta de Roma. El Evangelio según Marcos termina con la
ascensión, que significa que el trabajo del siervo se cumplió y por eso
regresaba a casa.
El Evangelio según Lucas nos muestra a Jesús como el Hijo del
Hombre, un título que Jesús con frecuencia utilizó para sí mismo, y fue escrito
para los griegos. Presenta el lado humano de Jesús, enfatizando Sus enseñanzas.
Los griegos eran famosos por su oratoria en forma de historias, por eso la
frase más frecuente de Lucas es “y sucedió”. La mayoría de las películas sobre
la vida de Jesús son tomadas del Evangelio según Lucas debido a su fluyente
influencia narrativa. La genealogía de Lucas lleva a Jesús hasta Adán, el
primer hombre (Lucas 3:21-38).
Puesto que los griegos, igual que los romanos, eran una sociedad politeísta,
Lucas usó la expulsión de un demonio como el primer milagro de Jesús, y terminó
el Evangelio que lleva su nombre con la promesa del Espíritu Santo, uniendo así
al hombre con Dios.
En el Evangelio según Juan, Juan le escribió a la iglesia
describiendo cómo fue que Jesús se sintió ante las reacciones de la gente sobre
Su ministerio. Este Evangelio es único en cuanto que se basa en siete milagros,
siete afirmaciones de “Yo Soy”, y siete discursos. Juan le pone poca atención a
la cronología, colocando algunas veces los eventos fuera del orden en que se
dieron (como la limpieza del templo en el capítulo 2), por su efecto en
presentar a Jesús como el Hijo de Dios. El Evangelio según Juan cubre solamente
un lapso de 21 días del total de los 3,5 años del ministerio de Jesús. 10
capítulos los dedica solamente a una semana de tiempo y un tercio de todos los
versículos del Evangelio de Juan describen solamente un día. Su genealogía
comienza antes del tiempo e identifica a Jesús con El Eterno, Quien estaba con
Dios y era Dios (Juan 1:1-2). La
frase más frecuente utilizada por Juan es “de cierto, de cierto” (en verdad, en
verdad). Su primer milagro fue la transformación del agua en vino, un acto de
enorme simbolismo por el cual Él “manifestó su gloria; y sus discípulos
creyeron en él” (Juan 2:11). El
Evangelio según Juan termina con la promesa de la Segunda Venida.
Apocalipsis, 4:9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra
y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos
de los siglos, 4:10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está
sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono, diciendo: 4:11 Señor, digno eres de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas.
Esta es otra insinuación sobre la identidad de los 24 ancianos. Al leerla
siempre nos recuerda las palabras de aquel himno que dice, “Santo, Santo,
Santo”, particularmente el verso, “arrojan sus coronas doradas sobre el mar de
cristal”. Su autor, Reginald Heber, era un clérigo anglicano. Él estaba
escribiendo sobre la Iglesia.
La próxima vez seremos testigos de la mayor transacción de bienes raíces en
la historia. No se lo pierda.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!!