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Por el autor del blog:
He leído en la Internet varios artículos acerca de
si podemos o no perder nuestra salvación. Estoy particularmente interesado en
analizar el asunto desde una perspectiva distinta:
Veamos que dice la Biblia al respecto:
Hebreos, 10:26 Porque si pecáremos
voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no
queda más sacrificio por los pecados, 10:27 sino una horrenda expectación de
juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 10:28 El que
viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere
irremisiblemente. 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el
que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la
cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 10:30
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor.
Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 10:31 ¡Horrenda cosa es caer en manos
del Dios vivo!.
2 Pedro, 2:20 Ciertamente, si habiéndose
ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor
y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. 2:21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que
después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue
dado. 2:22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a
su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Una lectura rápida del Evangelio de
Hebreos y de la 2ª Carta de Pedro (aunque hay mas pasajes que advierten sobre
lo mismo), nos dice no solo que la salvación SI puede perderse sino que,
además, el postrer estado vendría a ser peor que el primero, refiriéndose
claramente a que hubiese sido mejor no haber conocido nunca el Evangelio, que
haberlo conocido y luego haberse apartado de él.
Pablo de Tarso, por su parte, dice:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no
por obras, para que nadie se gloríe.
Somos salvos por gracia (la voluntad
de Dios de reconciliarse con el hombre), por medio de la fe (en su hijo,
nuestro Señor Jesucristo). No por obras (para que nadie se jacte, porque “no
hay bueno ni aun uno, que merezca la salvación”).
Romanos, 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos,
porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
Aquí Pablo quiere persuadirnos de que
no abusemos de la gracia, de esa voluntad de Dios de reconciliarse con nosotros,
por la sencilla razón de que un día esa gracia (esa voluntad), tocara a su fin.
Isaías, aconseja buscar a Dios
mientras pueda ser hallado:
Isaías, 55:6 Buscad a Jehová mientras
puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 55:7 Deje el impío su
camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
O sea que esa gracia terminara. Luego
sobrevendrá la ira de Dios.
Hasta acá, consejos y advertencias de
los profetas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
No obstante, profundizando un poco más
en la lectura de la Biblia, nos
encontramos con los siguientes pasajes, también de Pablo de Tarso (el Apóstol-Profeta
más prolífico de todo el Nuevo Testamento, a quien nuestro Señor Jesucristo le
revelo gran parte del Evangelio):
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 8:30 Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué significan estas palabras de
Pablo?.
Jack Kelley, el reconocido ensayista
bíblico, nos lo explica claramente:
“Si usted es salvo, Dios lo sabía
desde antes que creara la Tierra.
Previo a darle a Adán su primer
aliento, Él miró sobre toda la vasta extensión del tiempo y vio el momento en
que usted tomaría esa decisión voluntaria e independiente para servirlo a Él
(Él lo sabía de antemano). Es en ese momento cuando Dios hace una reservación
para usted en el Reino, jurando que nunca borrará su nombre del libro (Él
predestinó). Cuando llegó el momento correcto Él le habló a su corazón, sabiendo
que usted respondería (Él llamó). Y cuando usted lo hizo Él le purificó de
todos sus pecados, considerándolo a usted desde ese momento en adelante, como
si nunca hubiera pecado (Él justificó). Y un día, pronto, Él le dará a usted un
cuerpo nuevo eterno y un lugar cerca de Él en Su Reino (Él glorificó) (Romanos 8:29-30). En el contexto del tiempo usted tomó
su propia y libre decisión para aceptar el perdón que Jesús adquirió para
usted. Pero habiendo visto el fin desde el principio, Él siempre supo que usted
lo haría. Durante toda su vida Él le ha estado observando, preparándole para el
día en que usted tomaría esa decisión. Y desde entonces, Él le ha protegido,
porque Él ha prometido que nunca perderá a nadie que se le haya dado (Juan 6:39-40). Él sabe que es el trabajo del pastor
guardar a las ovejas. Y Él es el Buen Pastor”. Esta es la llamada “Doctrina de
la Seguridad Eterna”.
Juan, 6:39 Y esta es la voluntad del
Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada,
sino que lo resucite en el día postrero. 6:40 Y esta es la voluntad del que me
ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y
yo le resucitaré en el día postrero.
Veamos que le dice Dios al profeta
Jeremías, cuando lo llama para convertirlo precisamente en profeta:
Jeremías, 1:5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones. 1:6 Y yo dije: ¡Ah! ¡ah,
Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 1:7 Y me dijo Jehová: No
digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que
te mande. 1:8 No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte,
dice Jehová. 1:9 Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He
aquí he puesto mis palabras en tu boca.
Te conocí antes que te formases en el
vientre de tu madre, te santifique antes de que nacieras y te di por profeta a
las naciones. Interesante ¿verdad?.
Conclusión:
El tema puede mirarse desde dos
perspectivas:
a)
nuestra
propia perspectiva; y
b)
la
perspectiva de Dios;
Desde nuestra propia perspectiva, la
salvación SI puede perderse.
Desde la perspectiva de Dios, NO,
sencillamente porque Dios siempre supo quién iba a ser fiel hasta el final. Pero
esto lleva a otra conclusión: si desde nuestra propia perspectiva la salvación
SI puede perderse, significa que (si eso ocurre) nunca fuimos realmente salvos
(a pesar de que en algún momento nos creímos salvos, Dios sabía de antemano que
NO).
Y la única perspectiva que cuenta
aquí, es la de Dios, porque, como le dijo Dios al profeta Isaías:
Isaías, 55:8 Porque mis pensamientos
no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 55:9
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Las profecías contenidas en la Biblia, están para que se cumplan,
precisamente porque Dios ha mirado sobre la vasta extensión del tiempo y,
sabiendo lo que va a ocurrir, ha querido advertir a Su pueblo.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!!