jueves, 9 de julio de 2020

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO


Puedes bajar este post como archivo de Word pinchando Aqui o como archivo de PowerPoint pinchando Aqui

Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):



Introducción

Los frutos del Espíritu son nueve:

Gálatas, 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 

[1] amor;

[2] gozo;

[3] paz;

[4] paciencia;

[5] benignidad;

[6] bondad;

[7] fe;

[8] mansedumbre; y

[9] templanza;

Aunque algunos aparecen antes que otros, finalmente deberían aparecer y resultar visibles todos los frutos (los nueve) en la vida de un cristiano. Desde nuestra conversión, estos frutos van apareciendo y madurando de a poco, como ocurre con el fruto de cualquier árbol. Aparecen por el solo hecho de tener al Espíritu Santo morando (Juan, 14:17, 1 Corintios, 3:16, 6:19), sellado (Efesios, 1:13-14, 4:30, 2 Corintios, 1:21-22) y ejecutando su obra en nosotros (Juan, 16:8).

[1] El fruto del amor

Como estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (Génesis, 1:26) y Dios es amor (1 Juan, 4:8), el amor debería ser el atributo de Dios que primero se vea reflejado en nosotros y tal vez por eso Pablo lo menciona en primer lugar en su lista de los nueve frutos del Espíritu (Gálatas, 5:22-23).

Para Pablo: 

[+] todos los dones espirituales juntos sin amor no son nada (1 Corintios, 13:1-3);

[+] cuando venga lo perfecto, es decir, cuando estemos en la Nueva Jerusalén celestial, los dones como la profecía, las lenguas y aun la ciencia acabaran, pero el amor nunca dejara de ser (1 Corintios, 13:8-10); y

[+] el amor está por encima de todo (1 Corintios, 13:13); 

Características del amor según Pablo (1 Corintios, 13:4-7): 

[ 1 ] es sufrido;

[ 2 ] es benigno;

[ 3 ] no tiene envidia;

[ 4 ] no es jactancioso;

[ 5 ] no se envanece;

[ 6 ] no hace nada indebido;

[ 7 ] no busca lo suyo;

[ 8 ] no se irrita;

[ 9 ] no guarda rencor;

[10] no se goza de la injusticia;

[11] se goza de la verdad;

[12] todo lo sufre;

[13] todo lo cree;

[14] todo lo espera; y

[15] todo lo soporta;

El primer y el segundo mandamiento de los cuales depende toda la ley y los profetas (Mateo, 22:40) tienen que ver con el amor: [1] amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente (Mateo, 22:37-38) y [2] amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo, 22:39).

Aún más, para Juan Dios es amor: 

1 Juan, 4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 4:8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 

[2] El fruto del gozo 

Gozo es aquella profunda alegría espiritual que el Espíritu Santo infunde en los corazones de quienes deciden seguir a Dios, aun en el medio de la aflicción, de la tristeza y de las pruebas (Santiago, 1:2). Se trata, entonces, de una alegría espiritual, infundida por el Espíritu Santo y, por lo tanto, sobrenatural. 

El apóstol Pablo nos alentó a estar siempre gozosos (1 Tesalonicenses, 5:16), pero en el mundo abunda la aflicción y la tristeza: 

Juan, 16:33 En el mundo tendréis aflicción; 

Cuando no somos capaces de auto examinarnos (2 Corintios, 13:5) y, por ende, de juzgar y confesar (1 Juan, 1:9) nuestros pecados, el Señor tiene que juzgarnos y disciplinarnos (Hebreos, 12:5-8) para que no seamos condenados con el mundo (1 Corintios, 11:31-32), lo cual trae tristeza a nuestra vida: 

Hebreos, 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. 

El fruto del gozo no implica ausencia de aflicción y de tristeza sino que aparece precisamente a causa de ellas y es una promesa de que, tras aquellas, vendrá un gozo que nadie podrá quitarnos. El siguiente pasaje habla de la tristeza como un estado presente y del gozo como un estado futuro: 

Juan, 16:20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. 16:21 La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 16:22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. 

[3] El fruto de la paz 

La paz que da Dios es sobrenatural: 

Juan, 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 

Pablo nos explica cómo surge el fruto de la paz: 

Filipenses, 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

 

[a] no tenemos que estar ANSIOSOS POR NADA (la ANSIEDAD retarda el surgimiento del fruto de la PAZ);

 

[b] tenemos, en cambio, que comunicar nuestras PETICIONES a Dios por medio de la ORACION (por más que Dios todo lo vea, todo lo escuche y todo lo sepa, es importante HABLAR);

 

[c] tenemos que dar GRACIAS ANTICIPADAS por la respuesta divina, aunque la misma todavía no haya llegado; 

Y recién cuando hagamos esto, Pablo dice que la PAZ de Dios hará dos cosas en nosotros: 

[1] guardara nuestro corazón; y

[2] guardara nuestros pensamientos; 

La paz sirve para guardar nuestro corazón y nuestra mente. Nuestra mente porque las batallas suceden allí. Nuestro corazón, porque de lo que hay en el corazón habla la boca (Mateo, 12:34-35, Lucas, 6:45). 

Mateo, 12:34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 12:35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 

Lucas, 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. 

Si en nuestro corazón hay amargura, nuestra boca hablara amargura. Si en nuestro corazón hay resentimiento, nuestra boca hablara de resentimiento. La boca habla lo que hay en el corazón. 

Y tenemos que tener mucho cuidado con lo que hablamos, porque en nuestra boca hay poder. ¿Por qué?. 

Porque: 

[1] por un lado, Dios creo todo (a excepción del hombre) hablando; y

[2] por el otro, nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (Génesis, 1:26); 

Por eso, en nuestro hablar hay poder para bendecir o maldecir, a nosotros mismos y a los demás. 

Estamos cableados, programados por Dios, para que, por nuestra boca, salga lo que hay en nuestro corazón (eso dice la Escritura). Por eso, para conocer el corazón de alguien no es necesario ser profeta, ni es necesaria la revelación de Dios. Si quieres conocer lo que hay en el corazón de alguien, solo tienes que escucharlo hablar. Escúchalo hablar y te vas a dar cuenta de que es lo que gobierna su corazón. 

[4] El fruto de la paciencia 

La paciencia puede ser definida como la actitud que lleva a alguien a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. Ese “alguien” puede ser Dios mismo o nosotros.

[+] la paciencia es un atributo de Dios; 

Romanos, 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 

Romanos, 15:5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 

[+] la paciencia debiera ser un atributo del pueblo de Dios; 

Como la paciencia es un atributo divino (Romanos, 3:25, 15:5) y estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (Génesis, 1:26), la paciencia también debiera ser un atributo nuestro: 

Romanos, 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 

Efesios, 4:2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 

Colosenses, 3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 

2 Tesalonicenses, 3:5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.

Apocalipsis, 2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 

Apocalipsis, 2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 

Apocalipsis, 3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. 

Apocalipsis, 13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. 

Apocalipsis, 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 

[+] la paciencia debería ser también un atributo de los ministros de Dios; 

Pablo habla de su paciencia como ministro (apóstol) de Dios: 

2 Corintios, 6:4 antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 

En 1 y 2 Timoteo y Tito (las denominadas “cartas pastorales de Pablo”), Pablo aconseja a los ministros de Dios, que el mismo levantó, tener paciencia: 

1 Timoteo, 6:11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.

2 Timoteo, 3:10 Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, 

2 Timoteo, 4:2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Tito, 2:2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 

[+] la paciencia es esencial para alcanzar las promesas de Dios; 

Hebreos, 6:12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. 6:13 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, 6:14 diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. 6:15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. 

Hebreos, 10:36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 

Hebreos, 12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 

[+] la paciencia es fruto de las pruebas; 

Romanos, 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 

Santiago, 1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 

No hay otra forma que aparezca el fruto de la paciencia que no sea a través de las pruebas. 

[+] la venida del Señor requiere paciencia; 

Santiago, 5:7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. 5:8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. 

[+] la paciencia fue un atributo de los hombres de Dios del AT; 

Santiago, 5:10 Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. 5:11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo. 

Los frutos de la [5] benignidad y [6] la bondad 

Estos dos frutos se tratan juntos porque se parecen (aunque no son lo mismo). 

Mientras la “bondad” (del griego, “agathosune”) es una cualidad moral, la “benignidad” (del griego, “crestotes”) es la manifestación externa de esa bondad en acciones concretas. Es la diferencia entre “ser bueno” (bondad) y “hacer el bien” (benignidad). El mismo razonamiento resulta aplicable a la “maldad” (ser malo) y a la “malignidad” (hacer el mal). 

Sabemos que Dios es bueno y he aquí una cualidad moral suya: 

Salmos, 136:1 Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia. 

Pero también sabemos que la bondad de Dios se manifestó (y he aquí su “benignidad”) en su amor por los hombres, aun cuando estos cometieron todo tipo de injusticias y delitos: 

Tito, 3:3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 3:4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 

Dios es bueno y, además, benigno al manifestar esa bondad enviando a su Hijo para que todo aquel que en El crea no se pierda, tenga vida eterna y viva por El (Juan, 3:16, 1 Juan, 4:9). 

Otra diferencia entre estos dos frutos es que, mientras la “benignidad” describe los aspectos más amables de la “bondad”, esta última incluye también hacer el bien a otros pero por medios no necesariamente amables. Cuando Cristo purificó el templo (Mateo, 21:12-13) o denuncio a los escribas y fariseos (Mateo, 23:13-36), no fue necesariamente amable, aunque lo hizo por bondad. 

Debemos, entonces, no solamente ser buenos sino, además, hacer el bien (practicar la bondad).

[7] El fruto de la fe 

Existen tres tipos de fe a los que podemos acceder los cristianos, a saber: 

[1] la fe inicial para salvación (Efesios, 2:8-9, Romanos, 5:2);

[2] la fe como uno de los nueve frutos del Espíritu Santo (Gálatas, 5:22-23); y

[3] la fe como uno de los nueve dones del Espíritu Santo (1 Corintios, 12:8-10); 

El primer tipo de fe (la fe inicial para salvación de Efesios, 2:8-9) nos es dada por Dios para poder creer en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4), ser salvos y recibir el Espíritu Santo (Gálatas, 3:2). Esta fe es un don (regalo) de Dios. 

Una vez salvos, la fe se desarrolla y madura como un fruto, por el solo hecho de ser salvos y tener al Espíritu Santo morando (1 Corintios, 3:16, 6:19) y sellado en nosotros (Efesios, 1:13-14). Cuando este fruto madura, es una única medida de fe, igual para todos los cristianos: 

Romanos, 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 

Pablo no está diciendo que una medida de fe, particular y única, es decir, distinta, fue repartida a cada uno, sino que está hablando de la medida de la fe, también única pero universal, es decir, para todo el mundo igual. No es UNA medida de fe sino LA medida de fe. 

2 Pedro, 1:1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 

Pedro está diciendo: la misma fe sobrenatural que opera en mi opera también en ustedes. 

La fe es una ley: 

Romanos, 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 

La ley de la fe (por ser precisamente una ley) opera equitativamente en todos aquellos que tienen a Cristo en el corazón. Algo no puede ser categorizado como una ley si no aplica de la misma manera para todos y en donde quiera.

Por último, tenemos la fe como uno de los nueve dones del Espíritu Santo. Esta fe aparece cuando recibimos el bautismo en el Espíritu Santo y siempre y cuando seamos equipados con este don. Se trata de la fe que “mueve montañas”. Este tipo de fe no es para todos los cristianos. 

[8] El fruto de la mansedumbre 

La “mansedumbre” es la virtud que modera nuestra ira y sus consecuencias desagradables y evita todo resentimiento y rencor a causa del comportamiento de los demás. La mansedumbre aparece en el NT presentada como un rasgo distintivo de la predicación de Jesús. 

Es una de las bienaventuranzas del Sermón del Monte: 

Mateo, 5:5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 

Jesucristo dijo: 

Mateo, 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 

Esta mansedumbre que los Evangelios atribuyen a Jesús queda finalmente ejemplificada con la aceptación de su calvario y muerte, después de ser fortalecido por un ángel para que hiciera la voluntad de Dios. 

Finalmente, los mansos son enseñables y están dispuestos a aceptar la disciplina de Dios, aunque por el momento pueda parecer gravosa (Hebreos, 12:11). 

[9] El fruto de la templanza 

La templanza es la virtud que sirve para moderar los deseos destructivos y las pasiones desordenadas que muchas veces nos dominan. La pasión normalmente se la relaciona con el deseo sexual irrefrenable pero también está asociada con otro tipo de sentimientos destructivos. 

La palabra pasión puede ser definida como:

 

[1] sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos; y

 

[2] sentimiento de amor vehemente, especialmente manifestado en el deseo sexual;

Pablo habla de crucificar la carne con “sus pasiones y deseos” (Gálatas, 5:24), de hacer morir en nosotros las “pasiones desordenadas” (Colosenses, 3:5) y recomienda a Timoteo “huir de las pasiones juveniles” (2 Timoteo, 2:22). Santiago, por su parte, atribuye las guerras y los pleitos a “vuestras pasiones” (Santiago, 4:1). 

Nos han mal enseñado (y hemos mal aprendido) que “la carne” es sinónimo de sexo (lascivia, lujuria, masturbación, fornicación, adulterio, etc.). Esto es cierto, pero “carne” también es idolatría, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias, etc. (Gálatas, 5:19-21). Alguien podría no fornicar y, aun así, cometer todas estas últimas abominaciones. La templanza nos ayuda a contener todo deseo y pasión desordenada (sexual y no sexual). 

Conclusión 

Como vimos, cada fruto del Espíritu tiene un propósito:

 

[1] el fruto del amor, nos ayuda a amar a Dios, a nuestro prójimo y aun a nuestros enemigos;

[2] el fruto del gozo, nos ayuda a sentir alegría, aun en el medio de la aflicción, de la tristeza y de las pruebas;

[3] el fruto de la paz, nos ayuda a guardar nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús;

[4] el fruto de la paciencia, nos ayuda a soportar contratiempos y dificultades para alcanzar las promesas de Dios;

[5] el fruto de la benignidad, nos ayuda a hacer el bien, como Dios lo ha hecho con nosotros;[6] el fruto de la bondad, nos ayuda a ser buenos como Dios lo es;

[7] el fruto de la fe, nos ayuda no solo a creer que Dios existe sino a creer en sus promesas;

[8] el fruto de la mansedumbre, nos ayuda a moderar nuestra ira, a la vez que nos hace enseñables y nos ayuda a soportar la disciplina del Señor;

[9] el fruto de la templanza, nos ayuda a controlar nuestros deseos, sentimientos y pasiones destructivas; 

Los frutos del Espíritu no aparecen por arte de magia. ¿Queremos el fruto del amor?. Entonces Dios nos va a hacer pasar por situaciones en las que tendremos la oportunidad de mostrar cuanto somos capaces de amar. ¿Queremos el fruto de la paciencia?. Entonces Dios nos va a hacer pasar por pruebas y tribulaciones, las cuales, como vimos, producen paciencia. ¿Queremos el fruto de la mansedumbre?. Entonces Dios nos va a hacer pasar por situaciones en las que vamos a tener la oportunidad de demostrar lo mansos que somos. Porque por nuestros frutos seremos conocidos (Mateo, 7:20). 

Tratemos, iglesia, de que vayan apareciendo en nosotros los nueve frutos del Espíritu porque, como dijo Jesucristo, “por nuestros frutos seremos conocidos” (Mateo, 7:20). 

 

DIOS TE BENDIGA!

 

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA