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Introducción
La
oración bíblica es al Padre, en el nombre del Hijo (Jesucristo) y en el poder
del Espíritu Santo.
Primero que nada, nos
colocamos la “armadura de Dios” (Efesios, 6:11-17)
Antes
de comenzar cada oración, debemos colocarnos la armadura de Dios. En el nombre
de Jesús:
[1]
nos colocamos el yelmo de la salvación, que es la esperanza de la salvación en
nuestra mente, como casco que protege nuestra cabeza y nuestra mente de todos
los dardos de fuego del maligno;
[2]
nos colocamos la coraza de justicia;
[3]
nos ceñimos con el cinturón de la verdad;
[4]
nos calzamos con el apresto del Evangelio de la Paz;
[5]
tomamos el escudo de la fe; y
[6]
desenvainamos la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios;
Sobre
el significado de cada parte de la armadura, puedes ver en mi blog un estudio
denominado “La armadura de Dios” (pincha Aqui).
[+] Presentamos la persona
delante del Señor;
Padre,
te presentamos, delante de tu trono de gracia, la vida de _____________
(mencionar a la persona).
[+] Bendecimos a la persona;
Bendecimos
a _____________ (mencionar a la
persona), con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
[+] Cubrimos a la persona;
Padre,
cubrimos a ________________ (mencionar a la persona) con la sangre preciosa,
bendita y eterna de tu Hijo Jesucristo.
Padre,
hacemos un vallado (Job, 1:10) alrededor de ________________ (mencionar a la
persona), en el glorioso nombre de tu Hijo Jesucristo, levantamos y edificamos
(Jeremías, 1:10) a su alrededor una verdadera muralla espiritual de bendición y
protección que resulte impenetrable para satanás y sus demonios.
Padre,
en el nombre de tu Hijo Jesucristo, te rogamos que, en esta hora, estés
enviando ángeles guerreros, espíritus ministradores que, con sus espadas
desenvainadas y comandados por un príncipe del cielo, actúen a favor de ________________
(mencionar a la persona), acampen alrededor de su vida y guarden su entrada y
su salida (Salmos, 34:7, 91:11), desde ahora y para siempre.
[+] Reprendemos los demonios
que sepamos que están oprimiendo a la persona;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, atamos, reprendemos, echamos fuera y desalojamos a los
lugares secos y vacíos, todo espíritu inmundo, todo demonio, todo principado,
toda potestad, toda hueste espiritual de maldad en las regiones celestes, todo
gobernador de las tinieblas de este siglo (Efesios, 6:12), que satanás haya
enviado contra _______________ (mencionar a la persona): todo espíritu inmundo
de __________, __________, ____________, ___________ y ____________ (mencionar
los nombres de los demonios que sepamos que oprimen a la persona; ejemplo:
tabaquismo, alcoholismo, lujuria, adulterio, etc.).
[+] Cuando hay una enfermedad,
podemos arrancarla del cuerpo de la persona y ordenarle a la parte afectada que
comience a funcionar normalmente de acuerdo al diseño de Dios o que ciertos
parámetros médicos vuelvan a su nivel normal;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, arrancamos (Jeremías, 1:10) de ______________ (mencionar a la
persona) la ______________ (nombrar la enfermedad) y le ordenamos a ____________
(mencionar el parámetro) que retroceda hasta el límite medicamente establecido y
le ordenamos a su ____________ (mencionar el órgano afectado) que comience a
funcionar de acuerdo al diseño establecido por ti para el normal funcionamiento
de su cuerpo, aun desde antes de la fundación del mundo y antes de que fuese
formado en el vientre de su madre.
AMEN.
Sustento
bíblico:
Salmos,
34:7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los
defiende.
Salmos,
91:11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus
caminos.
Job,
1:10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al
trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra.
Jeremías,
1:10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para
arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para
plantar.
Efesios,
6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Respecto
de la cobertura con la sangre de Cristo, puedes ver el sustento bíblico en un
estudio, en mi blog, denominado “La sangre de Cristo” (pincha Aqui).
Puedes bajar este post como archivo de Word pinchando Aqui
Introducción
La
oración bíblica es al Padre, en el nombre del Hijo (Jesucristo) y en el poder
del Espíritu Santo.
Primero que nada, nos
colocamos la “armadura de Dios” (Efesios, 6:11-17)
Antes
de comenzar cada oración, debemos colocarnos la armadura de Dios. En el nombre
de Jesús:
[1]
nos colocamos el yelmo de la salvación, que es la esperanza de la salvación en
nuestra mente, como casco que protege nuestra cabeza y nuestra mente de todos
los dardos de fuego del maligno;
[2]
nos colocamos la coraza de justicia;
[3]
nos ceñimos con el cinturón de la verdad;
[4]
nos calzamos con el apresto del Evangelio de la Paz;
[5]
tomamos el escudo de la fe; y
[6]
desenvainamos la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios;
Sobre
el significado de cada parte de la armadura, puedes ver en mi blog un estudio
denominado “La armadura de Dios” (pincha Aqui).
Versículo en el cual basar la
oración
Un
versículo en el que podríamos basar una oración por nosotros es el siguiente:
Zacarías,
10:1 Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os
dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno.
La
lluvia tardía era la que caía en el tiempo de la cosecha. La cosecha es lo que
pedimos al Señor. Los relámpagos, son las señales que anteceden a la lluvia y a
la cosecha y la hierba verde representa lo que hemos pedido al Señor.
Oración
Padre,
en el nombre de tu Hijo Jesucristo y bajo esta palabra de Zacarías, 10:1, yo te
pido para mí:
[+]
Estabilidad emocional y madurez espiritual;
[+]
Estabilidad económica y financiera;
[+]
Que me libres de las deudas (en caso de tenerlas);
[+]
Que me bendigas en todo lo que yo emprenda (sea lo que fuere), con los recursos
que ya me diste y que ya tengo (Eclesiastés, 9:10, 1 Samuel, 10:7), no solo
para proveer para mí y para mi familia (1 Timoteo, 5:8), sino para abundar en
toda buena obra (2 Corintios, 9:8) y para compartir con el que padece necesidad
(Efesios, 4:28);
[+]
La activación y, sobre todo, el desarrollo de mis dones y de mi/s ministerio/s;
[+]
Más revelación de tu Palabra;
[+]
Que me des la salud suficiente como para que yo pueda servirte de la mejor
manera posible;
[+]
Que continúes y profundices en mi tu obra de santificación personal para lo
cual, en esta hora y delante de tu Trono de Gracia, yo renuncio, en el poder de
tu Santo Espíritu, a toda obra de la carne (Gálatas, 5:17-21); yo rompo,
quebranto, despedazo, conquisto, saqueo, distribuyo sus bienes, dejo inhabitada
y convierto en anatema, como hizo tu Siervo Josué con Jericó (Josué, 6:26),
toda fortaleza demoniaca que satanás y sus demonios hayan construido,
levantado, edificado y erigido en mi mente, sobre la base de mis debilidades y
convierto en anatema cada lugar donde había una fortaleza que acaba de ser
derribada, para que nada más contrario a tu autoridad, a tu santidad y a tu
soberanía sobre mi vida pueda volver a ser construido, levantado, edificado y
erigido por satanás y sus demonios en esos lugares; Padre, te pido especial
ayuda con este punto porque sé que esta batalla no se gana con mi fuerza sino
solamente con tu Santo Espíritu (Zacarías, 4:6);
[+]
Que no permitas que, a causa de mi pecado y de mis fallas, se me cauterice la
conciencia al punto de que ya no sea capaz de auto examinarme (2 Corintios,
13:5), discernir y juzgar mi propio pecado (1 Corintios, 11:31-32);
[+]
Que tomes el control definitivo en aquellas áreas de mi vida donde aún no estas
presente al 100%;
[+]
Que ya no gobiernen más mis emociones en mí sino solo tu Santo Espíritu;
[+]
Que, por medio de tu Santo Espíritu, ejerzas tu señorío en mi vida y me ayudes
a llevar mis pensamientos cautivos a los pies de tu Hijo Jesucristo (2
Corintios, 10:5);
[+]
Que me revistas de un espíritu de temor de ti (Proverbios, 8:13, Isaías, 11:2);
enséñame Señor no solo a aborrecer el mal sino también a rechazar todo aquello
que no edifica (1 Corintios, 10:23);
[+]
Que me enseñes a hacer tu voluntad (Mateo, 7:21);
[+]
Que aparezcan y se desarrollen en mí los nueve frutos del Espíritu (Gálatas,
5:22-23);
[+]
La manifestación del Espíritu Santo en mi vida y la señal inequívocade esa manifestación que es el hablar nuevas
lenguas conforme a la promesa de tu Hijo de Hechos, 1:8 y al cumplimiento de
esa promesa en Hechos, 2:1-4 (orar por esto solo aquellos que aún no hayan
recibido el bautismo en el Espíritu Santo);
[+]
Que, por medio de tu Santo Espíritu, me lleves a mi destino profético
(Filipenses, 1:6, 2:13);
[+]
Que hagas que se cumpla toda la palabra profética que soltaste sobre mi vida,
por medio del Espíritu Santo, a través de tus siervos los verdaderos profetas
que me han hablado de tu parte (Isaías, 46:9-10, 55:10);
[+]
Que me afiances como un/a siervo/a y como un/a Varón/a tuyo/a;
[+]
Que el carácter de tu Hijo Jesucristo se vea reflejado y mi y que la luz de su
rostro me ilumine;
[+]
Que tu gloria, Padre, resplandezca sobre mi rostro (Éxodo, 34:29);
[+]
Que me enseñes, por medio de tu Santo Espíritu, a entregarle mis cargas a tu
Hijo Jesucristo (Mateo, 11:28);
[+]
Que, por medio de tu Santo Espíritu, expandas mi dependencia de tu Hijo
Jesucristo (Juan, 15:5);
[+]
Que me libres de los errores que me son ocultos, presérvame también de las
soberbias y no permitas que se enseñoreen de mi (Salmos, 19:12-13);
Padre,
que todas estas peticiones se cumplan en mi vida en tu “tiempo kayros” y no en mí
“tiempo cronos”.
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Introducción
La
oración bíblica es al Padre, en el nombre del Hijo (Jesucristo) y en el poder
del Espíritu Santo.
Primero que nada, nos
colocamos la “armadura de Dios” (Efesios, 6:11-17)
Antes
de comenzar cada oración, debemos colocarnos la armadura de Dios. En el nombre
de Jesús:
[1]
nos colocamos el yelmo de la salvación, que es la esperanza de la salvación en
nuestra mente, como casco que protege nuestra cabeza y nuestra mente de todos
los dardos de fuego del maligno;
[2]
nos colocamos la coraza de justicia;
[3]
nos ceñimos con el cinturón de la verdad;
[4]
nos calzamos con el apresto del Evangelio de la Paz;
[5]
tomamos el escudo de la fe; y
[6]
desenvainamos la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios;
Sobre
el significado de cada parte de la armadura, puedes ver en mi blog un estudio
denominado “La armadura de Dios” (pincha Aqui).
[+] Presentamos al Señor el
territorio o zona geográfica donde se encuentra la iglesia;
Apoyando
una mano sobre el mapa (hasta finalizar la oración), oramos:
Padre,
en el nombre de tu Hijo Jesucristo, te presentamos delante de tu trono de
gracia esta tierra donde se encuentra la IGLESIA ________________ (mencionar el
nombre del Ministerio) en la calle ___________, N° ______, Barrio __________________,
Localidad ____________, en el Partido de ____________________, Provincia de
_________________ (debemos ser lo más específicos posible).
[+] Bendecimos la tierra y a
sus habitantes;
Padre,
bendecimos esta tierra, su territorio y su gente, con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo Jesús, Señor Nuestro.
[+] Cubrimos la tierra y sus
habitantes con la sangre de Cristo;
Padre,
cubrimos esta tierra, su territorio y su gente, con la sangre preciosa, bendita
y eterna de tu Hijo Jesucristo.
[+] Debemos pedir perdón por
los pecados (como si los hubiésemos cometido nosotros mismos) de los que
habitan en la tierra por la cual estamos orando;
Padre,
en el nombre de tu Hijo Jesucristo, te pedimos perdón por los pecados del
pueblo que habita en esta tierra (Daniel, 9:4-20), empezando por los nuestros.
Te rogamos, Señor, que derrames sobre ellos el mismo amor, gracia, misericordia
y perdón que derramaste nosotros. No nos tengas en cuenta nuestros pecados e
iniquidades, borra nuestra maldad y nuestra rebelión, por amor de Tu Nombre.
[+] Atamos a los hombres y
mujeres fuertes, siervos de satanás (los brujos) que operan en el territorio
por el que estamos orando y atamos a los demonios que los sirven;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, atamos a los hombres y mujeres fuertes (Marcos, 3:27),
siervos de satanás, que operan en esta tierra y atamos a todo espíritu inmundo
y demonio que satanás a puesto a disposición de ellos.
[+] Cancelamos todo trabajo de
hechicería, brujería y magia negra;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, cancelamos todo trabajo de hechicería, brujería y magia negra
hecho por los siervos de satanás que operan en esta tierra, en contra de este territorio
y su gente y desalojamos, a los lugares secos y vacíos, todo espíritu inmundo y
todo demonio que satanás ha desencadenado contra de esta tierra, su territorio
y su gente, a causa de esos trabajos de hechicería, brujería y magia negra.
[+] Cancelamos todo pacto
celebrado con satanás y sus demonios;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, cancelamos todo pacto celebrado no solo por los actuales
habitantes de esta tierra sino también por sus ancestros, con satanás y sus demonios,
para entronizarlos, adorarlos, darles la bienvenida, intercambiar favores con
ellos y recibir de ellos poderes, conocimiento y revelación de lo oculto.
[+] Cancelamos toda maldición;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, cancelamos toda maldición proferida no solo por los actuales
habitantes de esta tierra sino también por sus ancestros en contra de sí mismos
(auto maldiciones), de sus semejantes, de la tierra y aun contra su propia
descendencia.
[+] Reprendemos a los
espíritus inmundos y demonios enviados por satanás contra la iglesia;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, atamos, reprendemos, echamos fuera y desalojamos
violentamente a los lugares secos y vacíos, todo espíritu inmundo, todo
demonio, todo principado, toda potestad, toda hueste espiritual de maldad en
las regiones celestes, todo gobernador de las tinieblas de este siglo (Efesios,
6:12), que satanás ha desencadenado contra la IGLESIA ______________________
(mencionar el nombre del Ministerio):
Todo
espíritu inmundo de:
[+]
Crítica y Acusación;
[+]
Falta de perdón, Murmuración y Enjuiciamiento;
[+]
Jezabel, Absalón y Estupor y letargo;
[+]
Religiosidad, Legalismo, Confusión babilónica, Error religioso y Falsas
doctrinas;
[+]
El espíritu inmundo del Fariseo y el Espíritu inmundo de Grecia;
[+]
Anticristo, Madián, Avaricia o Mamón y Nabucodonosor;
[+] Destruimos las fortalezas
que satanás y sus demonios hayan levantado dentro de la iglesia;
Padre,
con la autoridad que hay en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con el poder que
hay en su sangre, rompemos, quebrantamos, despedazamos, arruinamos,
conquistamos, saqueamos, distribuimos sus bienes, dejamos inhabitada y
convertimos en anatema toda fortaleza (2 Corintios, 10:4) que satanás y sus
demonios hayan construido, levantado, edificado y erigido dentro de la IGLESIA (mencionar
el nombre del Ministerio), toda fortaleza de ______________ (las fortalezas
tienen los mismos nombres que los espíritus enviados contra la iglesia).
[+] Bendecimos la iglesia;
Padre,
bendecimos la IGLESIA ________________________ (mencionar el nombre del
Ministerio), sus cabezas ministeriales, resto de los ministros y la
congregación de hermanos, con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo Jesús, Señor nuestro.
[+] Cubrimos la iglesia con la
sangre de Cristo;
Padre,
cubrimos la IGLESIA _________________________ (mencionar el nombre del
Ministerio), sus cabezas ministeriales, resto de los ministros y la
congregación de hermanos, con la sangre preciosa, bendita y eterna de tu Hijo
Jesucristo.
[+] Hacemos un vallado
alrededor de la iglesia;
Padre,
hacemos un vallado (Job, 1:10) alrededor de la IGLESIA ___________________ (mencionar
el nombre del Ministerio) en el glorioso nombre de tu Hijo Jesucristo y
levantamos a su alrededor una verdadera muralla espiritual de bendición y
protección, que resulte impenetrable para satanás y sus demonios.
[+] Invocamos a los ángeles
guerreros de Dios;
Padre,
en el nombre de tu Hijo Jesucristo, te rogamos que estés enviando a tus ángeles
guerreros, espíritus ministradores que, con sus espadas desenvainadas y
comandados por un príncipe del cielo, actúen a favor de la cabeza ministerial
de la IGLESIA ______________________ (mencionar el nombre del Ministerio) del
resto de los ministros y de la congregación de hermanos, que acampen alrededor
de sus vidas y que guarden su entrada y su salida (Salmos, 34:7, 91:11), desde
ahora y para siempre.
Sustento
bíblico:
Salmos,
34:7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los
defiende.
Salmos,
91:11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus
caminos.
Job,
1:10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al
trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra.
Jeremías,
1:10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para
arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para
plantar.
Daniel,
9:4-20 (Daniel confiesa el pecado de su pueblo).
Marcos,
3:27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus
bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
Efesios,
6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
2
Corintios, 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
Respecto
de la cobertura con la sangre de Cristo, puedes ver el sustento bíblico en un
estudio, en mi blog, denominado “La sangre de Cristo” (pincha Aqui).
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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Existen
no pocos predicadores (algunos de ellos de cierto renombre) que sostienen que
invocar la sangre de Cristo no es bíblico.
Quienes
nos congregamos en iglesias pentecostales, solemos invocar la sangre del Señor
en oraciones de cobertura por nosotros mismos o por terceras personas o,
incluso, cuando hacemos oraciones para liberar a alguien que está siendo
oprimido por demonios. Quienes participamos en liberación sabemos del terror
que sienten los demonios cuando el ministro que lleva adelante la liberación
invoca la sangre del Señor.
Argumentos en contra
Quienes
se oponen a esta práctica (invocar la sangre de Cristo), argumentan que no hay
una sola situación en la Biblia en que pueda verse a alguien invocando la
sangre del Señor, bajo ninguna circunstancia. Por lo tanto, toman esta práctica
como exclusivamente pentecostal y sin la menor base bíblica.
Por
supuesto que la Biblia habla de la sangre del Señor. Pablo dice que fuimos
comprados por precio (1 Corintios, 6:20) y Pedro dice que el precio pagado fue
la sangre de Cristo (1 Pedro, 1:18-19). Pero la Biblia nada dice (es cierto)
sobre invocar la sangre del Señor como cobertura, para echar fuera demonios o
para lograr otro cometido.
Argumentos a favor
Sin
embargo, no basta con que algo no este específicamente mencionado en las
Escrituras para afirmar que no es bíblico o que no surge de la Biblia. Debemos
aprender a diferenciar la “letra fría” del “espíritu de las Escrituras”.
Esta
discusión, por ejemplo, es muy popular en el Derecho. Lo que se pretende, al
interpretar la ley, es no solo ver lo que está escrito en ella (la “letra fría
de la ley”), sino el “valor supremo” que los legisladores pretendieron proteger
al sancionar esa norma (el “espíritu de la ley”) y en esto es en lo que debe
hacer especial hincapié un magistrado a la hora de aplicar la ley.
Por
ejemplo, mientras la borrachera esta mencionada en la Biblia como un pecado (1
Corintios, 6:10), el fumar no lo está. ¿Significa esto que el emborracharse
es un pecado y el fumar no lo es?. En lugar de quedarnos “dando vueltas” en la
“letra fría de las Escrituras” (discutiendo si la Biblia dice o no dice), debemos
escudriñarlas para ver cuáles son los “principios rectores” que subyacen en ellas
y analizar toda situación a la luz de estos últimos. Esto significa aplicar “el
espíritu de las Escrituras”.
Nuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo:
1
Corintios, 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros? 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le
destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
1
Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Si
destruimos nuestro cuerpo (sea de la manera que fuere), destruimos el “templo
de Dios” y por eso, dice Pablo, seremos destruidos (1 Corintios, 3:17). Este es
el “principio rector” que hay que aplicar, en lugar de hurgar en las Escrituras
para ver si estas mencionan el beber, el fumar, el drogarse u otra cosa. Aunque,
a diferencia de la borrachera, la Biblia no hace mención respecto del fumar o el
drogarse, se trata de actos que, en definitiva, destruyen nuestro cuerpo (el “templo
de Dios”), por lo que, en ausencia de toda norma específica al respecto,
corresponde aplicar el “principio rector” consagrado en 1 Corintios, 3:17. El
“valor supremo” que pretenden proteger las Escrituras, en este caso, es el “templo
de Dios” (nuestro cuerpo). Por ende, todo lo que destruya el “templo de Dios”,
aunque no esté mencionado en las Escrituras, entra en colisión directa con ellas,
no por una norma específica sino por aplicación del “principio rector” de 1
Corintios, 3:17 (el “espíritu de las Escrituras”).
Por
lo explicado hasta aquí y aunque sea cierto que no hay nadie en la Biblia
cubriéndose con la sangre de Cristo o invocando la misma para echar fuera un
demonio, la sangre del Señor no debiera ser descartada tan rápidamente como
herramienta de protección.
La sangre de Cristo sigue
activa
Otro
argumento en contra de invocar la sangre de Cristo es que la misma ya fue
derramada hace casi 2000 años y ya “hizo su trabajo”, que fue limpiarnos de
nuestros pecados. Para quienes así piensan, la sangre de Cristo es como una
foto vieja, descolorida, que ya no tiene ningún efecto en nuestras vidas. Pero
se equivocan, porque la sangre de Cristo sigue activa.
Todas
las generaciones de cristianos posteriores a la cruz, aun después de
convertidos, continuaron y continúan pecando:
1
Juan, 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y
la verdad no está en nosotros.
El
apóstol Juan dice “si decimos”, es decir, se incluye, motivo por el cual está
hablando de la iglesia (nadie representa mejor a la iglesia que el apóstol Juan).
Para Juan, quien, autoproclamándose cristiano, no reconoce que, aun después de
convertido, hay pecado en su vida, no es un cristiano verdadero (la verdad no
está en el).
1
Juan, 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Pero,
gracias a Dios, en el versículo siguiente, Juan nos da la solución: la
confesión. Cada vez que nos equivocamos y confesamos nuestros pecados, el Señor
nos perdona y nos vuelve a limpiar. Estas son “acciones continuas”, porque
continuamente estamos equivocándonos y confesando. Pero ¿qué es lo que nos
vuelve a limpiar?. La sangre de Cristo, claro.
La
sangre de Cristo fue derramada una sola vez (Hebreos, 10:10, 12), de otro modo el
Señor hubiera tenido que bajar a morir una y otra vez en la cruz, cada vez que
nos equivocamos (Hebreos, 9:26). El poder redentor de la sangre de Cristo es
eterno (Hebreos, 10:14) y es la confesión (1 Juan, 1:9) la que hace que esa
sangre, derramada una sola vez, nos vuelva a limpiar cada vez que pecamos y
confesamos. La sangre de Cristo puede hacer esto porque sigue activa desde que
fue derramada.
Este
es el “principio rector” por el que muchos cristianos invocamos la sangre de
Cristo.
Quienes
dicen que no es bíblico invocar o apelar a la sangre de Cristo, no entienden 1
Juan, 1:9. Quienes se jactan de no invocar nunca la sangre de Cristo, no se dan
cuenta de que eso es exactamente lo que hacen cada vez que confiesan sus
pecados (1 Juan, 1:9), a menos, claro está, que jamás confiesen sus pecados al
Señor.
Confesar
nuestros pecados (1 Juan, 1:9) es invocar la sangre de Cristo para que nos
vuelva a limpiar de toda maldad.
Conclusión
Para
Pablo, la salvación es por gracia, por medio de la fe (Efesios, 2:8-9) en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4). ¿Y qué dice el Evangelio?:
1
Corintios, 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
El
Evangelio habla de la muerte de Jesús por nuestros pecados (también habla de su
sepultura y de su resurrección) y, si habla de su muerte, también habla del
derramamiento de su sangre. La sangre de Cristo es el corazón de la “teología
de la salvación”.
Aunque
su nombre es sobre todo nombre (Filipenses, 2:9) y no hay otro nombre en el que
podamos ser salvos (Hechos, 4:12), el nombre de Jesús está indisolublemente
ligado a su obra en la cruz. Si Cristo no hubiese derramado su sangre en la
cruz, su nombre seria apenas un nombre y no alcanzaría para salvarnos.
No
fue el nombre de Jesús, ni fue su vida ejemplar, no fueron sus sermones, ni su
bondad, no fueron sus milagros, ni su sabiduría, fue su sangre la que nos salvó
del infierno que merecíamos.
El
único interesado en que no clamemos a la sangre de Jesucristo es aquel que fue
derrotado por ella y ya sabemos de quien se trata:
Colosenses,
2:15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió
públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):
¿Qué es el “libre albedrio”?
El
“libre albedrio” es la creencia según la cual las personas tienen el
poder de elegir y tomar sus propias decisiones. Es la potestad que el ser
humano tiene de obrar según considere y elija. Esto significa que las personas tienen
naturalmente libertad para tomar sus propias decisiones, sin estar sujetos a
presiones, necesidades, limitaciones, condicionamientos o a una
predeterminación divina.
Mientras
que la “libertad” de acción es la capacidad de actuar, el “libre
albedrío” es, primeramente, la capacidad de decidir o elegir que,
eventualmente, se traduce luego en la acción correspondiente. En suma: mientras
la “libertad” es la capacidad de actuar libremente y “libre albedrio” es la
capacidad de decidir o elegir como actuar.
Se
puede hablar del “libre albedrio” desde dos puntos de vista:
[1]
desde el punto de vista filosófico; o
[2]
desde el punto de vista religioso;
El punto de vista filosófico
Al
hablar del “libre albedrio” desde el punto de vista filosófico, debemos hablar
de diferentes corrientes de pensamiento como:
[+]
el “determinismo”, según el cual todos los eventos son el resultado inevitable
de una causa previa, es decir, todo lo que pasa tiene una razón de ser;
[+]
el “indeterminismo”, contrario al “determinismo” (y una forma del “libertarismo”)
según el cual el “libre albedrío” realmente existe y esa libertad hace que las
acciones sean un efecto sin una causa previa;
[+]
el “compatibilismo”, según el cual el “libre albedrio” aún existe en un
universo “determinista”, es decir, aunque todo tenga una razón de ser, hay
libertad de elección;
Nota:
la filosofía que acepta tanto el “determinismo” como el “compatibilismo” se
llama el “determinismo suave”.
[+]
el “incompatibilismo”, según el cual es imposible creer en la existencia del “libre
albedrio” en un universo “determinista”, es decir, todo tiene una razón de ser
por lo que no puede existir libertad de elección;
Nota:
la filosofía que acepta tanto el “determinismo” como el “incompatibilismo” se
llama el “determinismo radical o severo”.
[+]
“libertarismo”, según el cual los individuos tienen plena libertad de elección
y, por lo tanto, rechaza el “determinismo”;
Como
no es el objeto del presente estudio, nada más diremos sobre el “libre
albedrio” desde el punto de vista filosófico. No obstante, los anteriores
conceptos se dieron para ver como influyeron en el pensamiento religioso o, más
precisamente, en la teología cristiana de la salvación.
El punto de vista religioso
Sacando
otras religiones (el judaísmo, el islam, etc.), el cristianismo falso o
infiltrado (el catolicismo romano) y las sectas cristianas (testigos de Jehová,
mormones, etc.), dentro del cristianismo verdadero (protestante), existen dos
corrientes bien diferenciadas: el calvinismo y el arminianismo. Al respecto
puedes ver, en mi blog, un estudio denominado “Calvinismo” (pincha Aqui).
Influenciados
por “calvinistas” y “arminianos”, dentro del espectro protestante (evangélico),
a su vez, hoy tenemos a “bautistas” y “pentecostales”, estos últimos llamados,
un poco peyorativamente, “carismáticos” por los “bautistas”.
Desde
el punto de vista del cristianismo, el “libre albedrio” significa que las personas, en cuanto a su salvación o
condenación, tienen plena libertad para tomar sus propias decisiones, sin estar
sujetas a una predeterminación (¿predestinación?) divina.
En
relación al “libre albedrio” y en cuanto a la salvación o a la condenación de
nuestras almas, en general podemos decir que, mientras los “bautistas”
(influenciados por el “calvinismo”) suelen adoptar alguna forma de
“determinismo”, los “pentecostales” (influenciados por el “arminianismo”) suelen
ser “indeterministas” pudiendo, incluso, existir, entre ambos, una tercera
posición al aceptar la existencia del “libre albedrio” aun en un contexto “determinista”
(“compatibilismo”).
Traduzcamos:
[1]
doctrina sustentada por los “bautistas” (“calvinistas”): no existe el
“libre albedrio” porque la salvación, más allá de nuestras acciones
(elecciones) personales, es el resultado inevitable de la predeterminación (¿predestinación?)
divina (“determinismo”); o
[2]
doctrina sustentada por los “pentecostales” (“arminianos”): existe el “libre
albedrío” porque la salvación es el resultado de nuestras acciones (elecciones)
personales, sin ningún tipo de intervención o predeterminación divina; o
[3]
doctrina sustentada por unos y por otros: existe el “libre albedrio”
solo desde nuestra perspectiva, pero en un contexto en el que la salvación, más
allá de nuestras acciones (elecciones) personales, es el resultado inevitable
de la predeterminación (¿predestinación?) divina (“compatibilismo”);
Nota
1: Nosotros adherimos a la doctrina del apartado [3].
Nota
2: Hemos puesto entre signos de interrogación la palabra “predestinación”, que
es sinónimo de “predeterminación”, ya que la “doctrina de la predestinación
divina” (sustentada por el “calvinismo” y que, desde ya, analizaremos) es
fundamental para comprender el verdadero alcance del “libre albedrio”.
Razones que debilitan la idea
del “libre albedrio pleno”
Hay
algunas razones por las que conviene desconfiar de la existencia del “libre
albedrio pleno”, a saber:
[+]
los hombres no pueden acercarse (ni elegir) a Cristo por si mismos;
Jesucristo
dijo:
Juan,
6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere;
y yo le resucitaré en el día postrero. 6:45 Escrito está en los
profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al
Padre, y aprendió de él, viene a mí.
Juan,
15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros,
y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;
para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
No
obstante, alguien podría afirmar que, si bien es cierto que Cristo “eligió” a
sus apóstoles (Juan, 15:16), esto no significa que nos elegiría también a
nosotros. Para los que pretenden limitar la “elección” de Cristo solo a sus
apóstoles va el siguiente versículo:
Juan,
17:20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos, 17:21 para que todos sean
uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
Cristo
oro por nosotros (las generaciones venideras) al igual que oro por sus
apóstoles.
Si
no podemos acercarnos a Cristo por nuestros propios medios (el Padre nos lleva)
y no lo elegimos nosotros a El sino El a nosotros, la idea del “libre albedrio”
pleno comienza a perder un poco de fuerza desde el vamos.
[+]
la fe inicial para alcanzar la salvación no es nuestra;
Pablo
escribe:
Efesios,
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Para
Pablo, la causa de la salvación es la gracia. ¿Qué es la gracia?. La gracia es
el favor inmerecido de Dios, por medio del cual podemos ser salvos, obedecer
los mandamientos de Dios (aunque no de manera perfecta) y ser santos. La gracia
es la actividad unilateral de Dios, por medio de la cual El está todo el tiempo
atrayendo las almas hacia sí mismo. La gracia es una de las principales actividades
de Dios (Juan, 5:17).
Y
el medio para acceder a esta gracia (la causa de la salvación) es la fe en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4). La fe es el “boleto de entrada” a la gracia
(Romanos, 5:2).
Pablo
dice, además, que “esto no de vosotros, pues es don de Dios”. La palabra “don”
significa aquí “regalo”. Ahora bien ¿qué es lo que no es nuestro sino un regalo
de Dios?.
La
salvación, que es por gracia, por medio de la fe. Esto significa que ni la
salvación, ni ninguno de los elementos necesarios para alcanzarla (que son la
gracia y la fe) son nuestros. Ya sabemos que la gracia no es nuestra sino que es
una actividad divina (Juan, 5:17), pero ¿qué pasa con la fe?. Para Pablo, la fe
por medio de la cual accedemos a la gracia (Romanos, 5:2), tampoco es nuestra.
Pablo
afirma que la salvación “no es por obras, para que nadie se gloríe”, es decir,
para que nadie pueda jactarse delante de Dios de haberse salvado por sus
propios méritos. No nos podemos jactar ni siquiera de nuestra fe, es decir, de
haber creído en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4).
Pablo
reafirma esta idea cuando escribe:
Romanos,
3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de
las obras? No, sino por la ley de la fe. 3:28 Concluimos, pues, que el
hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Toda
jactancia en cuanto a la salvación queda excluida, dice Pablo, por la “ley de
la fe”. No hay nada, en cuanto a su salvación, de lo que el hombre pueda
jactarse.
Sin
embargo algunos creen que la fe es una “respuesta humana” a la predicación del
Evangelio, en el sentido de que hay un predicador predicando el Evangelio y hay
un auditorio donde mientras algunos (que “aceptan” el Evangelio) se salvan,
otros (que lo “rechazan”) se condenan. Para ellos, la fe es un “acto humano
unilateral”, rechazando toda intervención divina. Pero, como acabamos de
demostrar, esta idea no tiene sustento en las Escrituras.
Analicemos
la cuestión con algo de lógica. Si la salvación es por fe y no por obras, como
lo afirma Efesios, 2:8-9, entonces la fe no puede ser una obra humana, de otro
modo el pasaje escrito por Pablo encerraría una contradicción. Si la fe
califica como obra humana, entonces, por definición, no puede salvarnos. Por lo
tanto, la fe que nos salva tiene que provenir 100% de Dios. ¿Se entiende el
punto?.
Al
oír con fe el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), no solamente somos salvos sino
que, además recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual no solo viene a
morar (Juan, 14:17, 1 Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado
(Efesios, 1:13-14, 4:30, 2 Corintios, 1:21-22) en nosotros. Aquí, el Espíritu
Santo ya ejecuto su obra en nosotros, consistente en convencernos [1] de
pecado, [2] de justicia y [3] de juicio (Juan, 16:8) y es cuando van a empezar
a aparecer los nueve frutos del Espíritu, siendo la fe uno de ellos (Gálatas,
5:22-23). O sea, el fruto de la fe va aparecer por el solo hecho de que el
Espíritu Santo está morando y sellado en nosotros.
Para
colmo, Pablo escribe estas inquietantes palabras:
2
Tesalonicenses, 3:2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque
no es de todos la fe.
Ni
la fe inicial para salvación (Efesios, 2:8-9), ni la fe como fruto del Espíritu
(Gálatas, 5:22-23), son nuestras, con lo cual la idea del “libre albedrio” pleno
continúa perdiendo fuerza.
[+]
es Dios el que abre el corazón (y no el hombre), para que impacte el Evangelio;
Cuando
el Evangelio se predica fuera de la Iglesia o se lee la Palabra de Dios en
privado, no todos, en ese momento, son convencidos de pecado (Juan, 16:8) y de
su necesidad de Cristo.
Es
por eso que hay dos llamamientos:
[1]
un “llamamiento externo”; y
[2]
un “llamamiento interno”;
El
“llamamiento externo” puede ser descripto como “palabras del predicador” pero,
para que la salvación opere, ese “llamamiento externo” debe ser acompañado
(complementado) por el “llamamiento interno” del Espíritu Santo de Dios.
Una
ilustración de esta enseñanza es la siguiente situación descripta en el Libro
de los Hechos de los Apóstoles:
Hechos,
16:13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía
hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían
reunido. 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de
la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el
corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Pablo
estaba predicando en la ciudad de Filipos, a la vera de un rio y, entre su
auditorio, había una mujer llamada Lidia, vendedora de purpura, que estaba
escuchando lo que Pablo decía. Pablo (el predicador) habló al oído de Lidia y
este es el “llamamiento externo”, pero el Señor habló al corazón de Lidia y
este es el “llamamiento interno”. Los hombres (varones y mujeres), por su misma
naturaleza, resisten el Evangelio de Dios y por eso es necesario el llamado de
Dios.
Esto
explica porque, ante una misma predicación, algunos son impactados por el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), mientras que, para otros, el Evangelio
permanece todavía oculto (2 Corintios, 4:3).
¿Cuántas
veces nosotros mismos hemos escuchado el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), sin
mayores consecuencias, hasta que ¡zas!, el velo nos fue corrido y fuimos
impactados?.
Tampoco
somos nosotros los que abrimos nuestro corazón para que el Evangelio (1
Corintios, 15:3-4) nos impacte sino que es Dios, con lo cual la idea del “libre
albedrio” pleno termina de perder fuerza del todo.
La “doctrina de la
predestinación divina”
Al
respecto, puedes ver un estudio que hicimos hace algún tiempo, denominado
“Doctrina de la predestinación divina” (pincha Aqui).
Como
ya dijimos en ese estudio, sabemos que Dios predestina (Romanos, 9:21-24,
Efesios, 1:4-5, 1 Pedro, 2:8, Judas, 1:4), incluso sabemos que lo hace en forma
individual (Jeremías, 1:5, Gálatas, 1:15-16), motivo por el cual la pregunta no
es si Dios predestina (podemos ver que si lo hace), sino que la pregunta sería
en base a qué criterios predestina. Como se trata de un Dios santo, justo y
misericordioso, es claro que no lo puede hacer en función de unos criterios
caprichosos o arbitrarios (Dios no puede violar sus atributos). Podríamos
decir, entonces, que Dios predestina en función del “conocimiento anticipado”
que Él tiene del futuro.
El
conocido atributo de Dios denominado “omnisciencia”, que quiere decir que Dios todo
lo sabe, incluye (además del pasado y del presente), el conocimiento de lo
porvenir:
Isaías,
46:9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy
Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 46:10 que anuncio lo
por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho;
que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;
Este
“conocimiento del futuro” esta aludido en la Biblia como “presciencia” (1
Pedro, 1:2) y también como “conocimiento anticipado” (Hechos, 2:22-23). La “presciencia”
es un atributo de Dios por el que los “acontecimientos futuros” son conocidos
por El de antemano y sin mediar ningún indicio objetivo de que están por
ocurrir.
Cuando
la Biblia habla de “predestinación” hay que entenderla a la luz de este
concepto de “presciencia” o “conocimiento anticipado”. La “predestinación” por
parte de Dios no es, entonces, caprichosa ni arbitraria sino que Dios
predestina en función de lo que ya vio que va a ocurrir en el futuro.
Dios no tiene nuestras
limitaciones físicas
Nuestra
existencia física tiene lugar en cuatro dimensiones: en el espacio
tridimensional (largo, ancho y alto) y a lo largo del tiempo.
Pero
Dios no está limitado a estas dimensiones en las que el hombre existe. Dios es
un ser espiritual (Juan, 4:24) y también es luz (1 Juan, 1:5), por lo que, en
esencia, Dios un ser de otra dimensión, que no tiene ninguna de nuestras
limitaciones. Por eso no debe extrañarnos (aunque no podamos comprenderlo) que
Dios pueda ver anticipadamente el futuro en las dimensiones en las que nos
movemos nosotros.
La predestinación como
doctrina
Los
que niegan la doctrina de la predestinación sostienen que la predestinación de
la que habla Romanos, 8:29-30 (versículos que veremos a continuación), se
refiere a la iglesia considerada como un cuerpo colectivo y no a personas
individuales. Pero la predestinación a nivel individual está presente en la
Biblia, en el AT, respecto de Jeremías (Jeremías, 1:5) y, en el NT, respecto de
Pablo (Gálatas, 1:15-16).
Los
pasajes que pueden considerarse el sustento bíblico por excelencia de la “doctrina
de la predestinación” los escribió el apóstol Pablo:
Romanos,
8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. 8:30 Y a los que predestinó,
a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó.
Jack
Kelley (reconocido ensayista bíblico norteamericano, lamentablemente fallecido
en el otoño americano de 2015), lo explica maravillosamente bien:
Si
usted es salvo, Dios lo sabía desde antes que creara la Tierra. Previo a darle
a Adán su primer aliento, Él miró sobre toda la vasta extensión del tiempo y
vio el momento en que usted tomaría esa decisión voluntaria e independiente
(“libre albedrio”) para servirlo a Él (Él lo sabía de antemano).
Es
en ese momento cuando Dios hace una reservación para usted en el Reino, jurando
que nunca borrará su nombre del libro (Él predestinó). Cuando llegó el momento
correcto Él le habló a su corazón, sabiendo que usted respondería (Él llamó). Y
cuando usted lo hizo Él le purificó de todos sus pecados, considerándolo a
usted, desde ese momento en adelante, como si nunca hubiera pecado (Él
justificó). Y un día, pronto, Él le dará a usted un cuerpo nuevo eterno y un
lugar cerca de Él en Su Reino (Él glorificó) [Romanos 8:29-30].
En
el contexto del tiempo usted tomó su propia y libre decisión (“libre albedrio”)
para aceptar el perdón que Jesús adquirió para usted. Pero habiendo visto el
fin desde el principio, Él siempre supo que usted lo haría. Durante toda su
vida Él le ha estado observando, preparándole para el día en que usted tomaría
esa decisión. Y desde entonces, Él le ha protegido, porque Él ha prometido que
nunca perderá a nadie que se le haya dado (Juan, 6:39-40). Él sabe que es el
trabajo del pastor guardar a las ovejas. Y Él es el Buen Pastor.
El
vocablo griego traducido “conoció de antemano” significa tener un conocimiento
previo, o conocer con anterioridad, y la palabra traducida “predestinó”
significa asignar. La palabra traducida “llamar” proviene de la raíz que
significa mandar, ordenar, o alentar. La palabra “justificar” significa rendir
a una persona como justa, y “glorificar” significa alabar, elogiar, aumentar o
celebrar, hacerlo glorioso.
En
términos simples Pablo estaba diciendo que Dios tenía un conocimiento previo de
todas las personas que lo escogerían a Él y nos asignó un lugar en Su reino en
ese momento. Usted podría decir que Dios hizo una reservación para nosotros por
adelantado. En el momento apropiado en nuestra vida Él nos anima a tomar la
decisión que Él ya sabía que tomaríamos y, cuando lo hicimos, Él aplicó el pago
que ya había hecho por nuestros pecados, borrando la pizarra y justificándonos
así como Él es justo. En el Rapto/Resurrección Él nos glorificará para siempre.
Ahora
miremos a lo que Pablo no dijo en Romanos, 8:29-30. Él no mencionó ninguna
pérdida entre cualquiera de los cinco pasos. Los que Dios conoció de antemano
son los que Él predestinó. Los que Él predestinó son los que Él llamó. Los que
Él llamó son los que Él justificó, y los que Él justificó son los que Él
glorificó.
Ninguna
persona se cae en las rajaduras y ninguna entra en el proceso a la mitad del
mismo. Él conocía a todas las personas antes que Él empezara y Él no pierde a
ninguna de ellas en el proceso.
La
respuesta se encuentra en nuestro entendimiento del tiempo. Como seres físicos
estamos gobernados por las leyes del tiempo. Estas leyes nos restringen de dos
maneras importantes. Solamente podemos mirar hacia atrás (podemos ver el
pasado, pero no podemos volver allí para cambiarlo) y nos estamos adentrando
constantemente en el futuro (pero no sabemos lo que este nos deparará). Pero
Dios no tiene esas limitaciones. Él puede ver el fin desde el principio, y
conocía todo lo que sucedería en Su creación antes de que sucediera:
Isaías,
46:9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy
Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 46:10 que anuncio lo
por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho;
que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;
Sin
embargo, el conocer todo desde el principio no es lo mismo que controlar todo
lo que sucede. Dentro del contexto del tiempo, nosotros tomamos nuestras
propias decisiones y somos responsables de nuestras propias acciones (“libre
albedrio”). Podemos demostrar esto de una manera simple cuando miramos un video
de un evento deportivo que ya ha sucedido. Cuando se tomó el video los
jugadores y entrenadores hacían el mejor esfuerzo para ganar, empleando ciertas
estrategias durante el juego las cuales ellos creían que les ayudarían a ganar,
y cambiando esas estrategias cuando la situación lo ameritaba.
Cuando
estamos mirando ese video no estamos controlando el comportamiento de los
jugadores puesto que ya sabemos el resultado que producirá su comportamiento. Y
así que mientras están haciendo lo mejor que pueden creyendo que van a ganar,
ya nosotros sabemos el resultado antes de empezar a mirar ese video. La vida es
infinitamente más compleja pero el principio es el mismo. Igual que los
jugadores en el juego, nosotros tomamos nuestras propias decisiones acerca de cómo
vivir nuestra vida (“libre albedrio”), pero Dios conoce cuál va a ser el
resultado de esas decisiones, y Él sabía eso desde antes que nuestra vida
empezara.
Aquí
es donde está la gran diferencia entre Dios y nosotros. Mientras que miramos
ese video, estamos limitados a ser observadores pasivos. Nada podemos hacer
para influenciar el comportamiento de los jugadores. Pero Dios no se contenta
de ser un observador pasivo. Él quiere que todos sean salvos, y de manera
continua obra para influenciar nuestro comportamiento.
Conclusión
Hay
un mostrador y, por lo tanto, hay dos lados.
De
un lado del mostrador estamos nosotros, tomando nuestras propias decisiones.
Del
otro lado del mostrador está Dios, conociendo el futuro en detalle, sabiendo
exactamente lo que pasará e influyendo en nosotros (dándonos la fe inicial para
salvarnos, abriendo nuestro corazón para ser impactados por el Evangelio, animándonos
a tomar la decisión que Él siempre supo que tomaríamos, etc.), para que las
cosas terminen exactamente como El vio anticipadamente que terminarían.
Podemos
decir, entonces, que, desde nuestra perspectiva existe “libre albedrio”, pero dentro
de un contexto “determinado” por el conocimiento anticipado que Dios tiene del
futuro y, por ende, “condicionado” por la influencia divina.
Para
Dios no habrá “sorpresas” (de ningún tipo) y de esto da cuenta el siguiente
versículo:
Apocalipsis,
13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban
escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio
del mundo.
Los
nombres de los que adorarán al anticristo durante el Apocalipsis, no fueron
borrados del “libro de la vida del Cordero” sino que “nunca estuvieron escritos
allí”, porque Dios siempre supo quienes adorarían al anticristo.
Existe
el “libre albedrio” solo desde nuestra perspectiva, pero en un contexto en el
que la salvación, más allá de nuestras acciones (elecciones) personales, es el
resultado inevitable de la “predestinación divina” (“compatibilismo”).