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Fuente:
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Mateo, 16:21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que
le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los
principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer
día. 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo:
Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 16:23 Pero él,
volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres
tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres.
En la versión de Mateo sobre este intercambio podemos leer lo que Pedro
dijo y que causó tan fuerte respuesta. Su reacción a la profecía del Señor
había sido, “Señor, ten compasión
de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mateo 16:22). Esa fue una afirmación
emocional, hecha sin pensar y producto del deseo de proteger al Señor de
cualquier daño, y pronunciada por pura motivación. Usted y yo podríamos haber
dicho algo como “sobre mi cadáver.”
A pesar de que la respuesta del Señor fue en extremo fuerte, no salió de
improviso como la de Pedro. Recuerden, Jesús no podía decir nada por Sí mismo.
En vez de ello, Él explicó:
Juan, 12:50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo
que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
¿Estaba Jesús diciendo que no importa lo bien intencionado o puro del
motivo, si lo que decimos no está de acuerdo a la voluntad de Dios, sino que al
contrario refleja los deseos humanos, realmente proviene de Satanás?.
Averigüémoslo.
1 Corintios, 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente.
Durante el tiempo que pasaron con el Señor, con frecuencia, parecía que los
discípulos no entendían nada de lo que les hablaba Jesús. Más de una vez, Él
parecía haber agotado Su paciencia con ellos. Mateo 15:1-20 es un buen ejemplo:
Algunos fariseos habían criticado a Jesús porque Sus discípulos no
practicaban la ceremonia tradicional del lavamiento de manos antes de comer.
Jesús respondió señalándoles los ejemplos cuando sus tradiciones contradecían la
Ley de Dios. Los llamó hipócritas y les dijo que lo que entra en la boca
de la persona no es lo que la contamina, sino lo que sale de ella. Cuando los
discípulos le dijeron que los fariseos se habían ofendido por Sus comentarios,
Jesús les contó una parábola de un ciego guiando a otro ciego. Pedro no la
entendió y le pidió a Jesús que la explicara. “¿También ustedes están aún sin entendimiento?” Jesús exclamó,
y luego les dijo que las cosas que entran por la boca y van al estómago, luego
salen del cuerpo, pero las cosas que salen de la boca provienen del corazón, e
incluyen malos pensamientos de toda clase. Eso es lo que nos hace inmundos,
dijo Él. No lo que comemos sin lavarnos las manos.
Y en el siguiente capítulo de Mateo, ellos malinterpretaron Su referencia a
la “levadura” de los fariseos. A pesar de que Él recientemente había creado, de
la nada, suficiente pan para alimentar a una multitud de gente, ellos creían
que era porque no habían traído pan. Dándose cuenta de la discusión de ellos,
Jesús les preguntó:
Mateo, 16:8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de
vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? 16:9 ¿No entendéis aún, ni os
acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas
recogisteis? 16:10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas
recogisteis? 16:11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije
que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? 16:12
Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del
pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Aún después de la resurrección, algunos de ellos no entendieron. De camino
a Emaús luego de escuchar a los dos cabizbajos discípulos recordando los
eventos que culminaron en Su crucifixión, Jesús dijo, “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para
creer todo lo que los profetas han dicho!” Y mientras caminaban
juntos Él les explicó las profecías del Antiguo Testamento acerca de Su muerte
y resurrección (Lucas 24:13-27).
Luego nos enteramos que los discípulos no recibieron el Espíritu Santo sino
hasta el atardecer después de la resurrección del Señor (Juan 20:22).
Juan, 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo.
A pesar de los tres años de que el mismo Señor les estuvo enseñando, eso no
constituía un sustituto de ese don. Los sermones de Pedro en Hechos 2:14-41 y Hechos 3:11-26 muestran la
asombrosa diferencia que el Espíritu Santo puede hacer en una persona.
De esto podemos ver que no debemos sorprendernos cuando un incrédulo no
puede entender la palabra de Dios. Después de todo nosotros tampoco podíamos
entenderla antes de ser creyentes. Pero eso no necesariamente quiere decir que
una persona con el Espíritu Santo de inmediato va a entender las cosas de Dios,
y automáticamente va a ceder su voluntad a Dios como los discípulos lo
hicieron. Eso significa que a diferencia de los no creyentes, a nosotros se nos
ha dado el potencial para poder entender las cosas de Dios y seguir Su voluntad
para con nosotros. Pero para darnos cuenta de ese potencial debemos permitirle
al Espíritu Santo que re-entrene nuestras mentes.
Efesios, 4:22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 4:23 y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad.
Pablo dejó en claro que esto es algo que nosotros tenemos que decidir
hacer. Debemos dejar a un lado nuestro viejo yo, el cual ha sido viciado en las
maneras del mundo, y vestirnos del nuevo yo, la nueva creación que somos cuando
aceptamos la muerte del Señor como pago total por nuestros pecados (2 Corintios 5:17).
2 Corintios, 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Debemos hacernos nuevos en la actitud de nuestra mente.
Una actitud es simplemente el hábito de un pensamiento. Como no creyentes
todos hemos desarrollado hábitos en la forma de pensar. Los obtenemos al estar
expuestos al mundo que nos rodea, y puesto que todo el mundo está bajo el
control del maligno (1 Juan 5:19),
muchas de las actitudes que nos formamos son opuestas a las cosas de Dios, y no
se alejaron de nosotros simplemente por ser ahora creyentes.
1 Juan, 5:19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el
maligno.
Tenemos que decidir intercambiar nuestras viejas y mundanas actitudes por
las que son nuevas y piadosas. Y a pesar de estar llenos del Espíritu Santo,
eso toma tiempo y práctica. Recuerden, Él solamente se encuentra aquí para “guiarnos
a toda la verdad” (Juan 16:13),
no para “controlarnos”.
Juan, 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Por eso es que a Él se le llama Consejero en vez de comandante. Nosotros
aún tenemos que tomar la decisión de permitirle cambiar la manera como
pensamos. La razón del porqué tantas personas creyentes aun viven de la misma
manera y desean las mismas cosas como antes de ser salvas es que no han tomado
esta decisión, y por lo tanto, el Espíritu Santo no las ha cambiado (Mateo 13:22).
Mateo, 13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la
palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa.
Romanos, 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional. 12:2 No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Ofrecer nuestro cuerpo como sacrificio vivo significa escoger vivir de una
manera que plazca a Dios en agradecimiento por el invaluable regalo de la
salvación. Renovar nuestras mentes significa rechazar cualquier actitud mundana
que no sea consistente con la palabra de Dios y reemplazarla con la que sí es.
En 1 Corintios 6:19-20 Pablo
nos recuerda que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que hemos sido
comprados a un precio.
1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a
Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Según 1 Pedro 1:18-19,
ese precio no fue ni plata ni oro sino la sangre preciosa de Cristo:
1 Pedro, 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de
vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como
oro o plata, 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación,
Y cuando nos pusimos de acuerdo con Dios para que esto se constituyera como
el pago total por nuestros pecados, Él puso Su sello de propiedad en nosotros y
puso Su Espíritu en nuestros corazones como un depósito como garantía para lo
que viene (2 Corintios 1:22).
2 Corintios, 1:22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras
del Espíritu en nuestros corazones.
Ahora nosotros le pertenecemos a Él, y nada puede cambiar eso.
El mundo nos dice que podemos escoger el estilo de vida, la vocación y la
cosmovisión que queramos. Pero Pablo dijo que experimentemos el total beneficio
de la voluntad de Dios en nosotros, y permitirle a Él que nos de la vida
abundante que Él desea para nosotros (Juan
10:10).
Juan, 10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Aquí no hay ningún sacrificio real involucrado, porque cuando nosotros nos
deleitamos en el Señor, Él nos dará las peticiones de nuestros corazones (Salmo 37:4).
Salmos, 37:4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las
peticiones de tu corazón.
La mayoría de las personas no se dan cuenta del verdadero deseo de sus
corazones, sino que tarde o temprano se conforman con algo menor. Es solamente
aquellas personas que se deleitan en Él las que pueden mirar hacia adelante con
la seguridad de obtenerlo todo.
1 Pedro, 1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed
sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo
sea manifestado; 1:14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia; 1:15 sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 1:16 porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Así las cosas, todo lo que no proviene de Dios realmente es de Satanás. Aún
las cosas de este mundo que creemos haber escogido libremente son en la
realidad una ilusión, porque si no nos acercan a Dios nos están acercando a Su
enemigo. No existe ninguna posición independiente, ni intermedia, entre estos
dos extremos. Por ejemplo, ¿realmente creemos que al excluir a Dios de nuestra
sociedad hemos obtenido mayor libertad para nosotros? ¿O es la evidencia que
nos rodea la que nos lleva a la conclusión que solamente hemos adquirido un
nuevo amo, uno que no tiene nuestros mejores intereses en el corazón? ¿Al haber
abandonado a Dios no es que nos estamos conformando a los malvados deseos que
las personas tenían cuando vivían ignorantes de Él?.
Miren a su alrededor. ¿Son ustedes más felices?. ¿Están más seguros?.
¿Están mejor nuestros hijos?. ¿Pueden ellos mirar hacia el futuro a una vida de
oportunidad y de promesa?. ¿Podemos confiar en nuestros funcionarios elegidos,
para que no nos traicionen?. ¿Han mejorado los prospectos para el futuro?. ¿Existe
alguna evidencia de que la vida está mejor en una sociedad que se ha liberado
de Dios?.
El Rey David tenía en mente nuestros días cuando profetizó:
Salmos, 2:1 ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas
vanas? 2:2 Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos
Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: 2:3 Rompamos sus ligaduras, Y
echemos de nosotros sus cuerdas. 2:4 El que mora en los cielos se reirá; El
Señor se burlará de ellos. 2:5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará
con su ira. 2:6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.
Mientras que esta profecía verá su cumplimiento total en la Batalla de
Armagedón, es razonable concluir que el mundo ya está abierto a rebelarse en
contra de Dios. ¿Puede Su ira haber quedado muy atrás?.
1 Pedro 1:13-16 contiene un buen consejo
para nosotros sobre quienes el fin de la era ha llegado. Debemos preparar
nuestras mentes para la acción, ser auto controlados, y poner nuestra esperanza
totalmente en la gracia que se nos dará cuando Jesucristo sea revelado. Para mí
esto significa estar listos para salir, no entrar en pánico, y confiar en la
promesa del Señor de rescatarnos antes que la ira venidera sea derramada (1 Tesalonicenses 1:10).
1 Tesalonicenses, 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó
de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
Debemos alejarnos de los deseos malignos de este mundo y ser santos, como
Aquel que nos llamó es santo, y no depender que el mundo de alguna manera se va
a poner a derecho con Dios, sino, en su lugar, mantenernos enfocados en Su plan
para nuestro futuro.
Recuerden, la santidad no es una función del comportamiento, es una función
de propósito. Ser santo es encontrarse uno apartado para Dios, y el claro
mensaje de la Biblia es que el pueblo de Dios debe estar apartado del
mundo. No estamos para conformarnos a las maneras del mundo (Romanos 12:2) o ser engañados por sus
promesas (Mateo 13:22) o
atesorar sus riquezas (Mateo 6:19).
Romanos, 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Mateo, 13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la
palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan
la palabra, y se hace infructuosa.
Mateo, 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
Hemos sido redimidos del mundo y apartados para Él. A pesar de que por un
poquito más aún estamos en el mundo, no pertenecemos al mundo (Juan 18:36).
Juan, 18:36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a
los judíos; pero mí reino no es de aquí.
Nuestra ciudadanía está en el Cielo (Filipenses 3:20) y nuestro destino es morar allí.
Filipenses, 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde
también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
2 Corintios, 4:18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no
se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas.
Cualquier cosa menos que esta, es no tener la mente en las cosas de Dios
sino en las cosas del hombre.
Mateo, 16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de
Dios, sino en las de los hombres.
En la primera parte de este estudio nos dimos cuenta de que Jesús estaba
explicándoles a Sus discípulos sobre Su próxima y terrible experiencia en
Jerusalén en donde Él sufriría mucho en manos de los principales sacerdotes y
maestros de la ley culminando en Su muerte y resurrección. Pedro le había
tomado aparte y lo reprendió.
Mateo, 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Esto dio como resultado la cortante orden del Señor de “¡Aléjate de Mí,
Satanás!”.
No cometan ustedes el error, de muchas personas, de creer que solamente
estamos llamados a quitar el pecado de nuestras vidas. Pedro no estaba
cometiendo ningún pecado grave cuando el Señor lo reprendió. Él solamente tenía
en su mente las cosas de los hombres en vez de las cosas de Dios.
La frase “las cosas de los hombres”, se refiere a las cosas que normalmente
no contamos entre nuestros pecados. Estas cosas pueden incluir:
a) el patriotismo;
b) las buenas
obras;
c) el ecumenismo;
d) la
auto-determinación;
e) la
auto-dependencia;
f) los logros
personales y otras.
Proverbios, 14:12 Hay camino que al hombre le parece
derecho; Pero su fin es camino de muerte.
Era natural que Pedro quisiese proteger al Señor de lo que se venía. Ellos
habían sido compañeros constantes durante más de tres años y además de conocer
que Jesús era el Mesías prometido de Israel, Pedro había desarrollado un cariño
genuino hacia Él. Aún expresó que moriría antes de negar al Señor (Mateo 26:35) y se enfrentó solo
con una espada desenvainada en contra de varias docenas de soldados entrenados,
en un intento de prevenir Su arresto (Juan
18:10). Si Pedro se hubiese salido con la suya, habría impedido
que se hubieran llevado al Señor y lo hubiera ocultado rápidamente en un lugar
seguro. Cualquier hombre capacitado físicamente habría querido hacer lo mismo.
En la narración de Mateo del arresto del Señor, podemos ver claramente revelada
la diferencia entre las cosas de Dios y las cosas del hombre.
Mateo, 26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque
todos los que tomen espada, a espada perecerán. 26:53 ¿Acaso piensas que no
puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de
ángeles? 26:54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es
necesario que así se haga?.
Jesús no estaba ante ningún peligro, como Pedro suponía, sino que estaba
obedeciendo la voluntad de Dios. Los eventos de esa noche y del siguiente día
habían sido pre-ordenados, y mientras que Él pudo haberlos detenido en
cualquier momento, Jesús estuvo de acuerdo desde el principio del tiempo de
permitir que eso sucediese. Era la única manera por la cual la humanidad podía
tener la esperanza de la salvación. La bien intencionada defensa de
Pedro era contraria a la voluntad de Dios y solamente habría
ocasionado su propia muerte.
Un autor de novelas históricas de mayores ventas sugirió que Judas pudo
haber tenido buenas intenciones también. Ese autor especuló que Judas se había
convencido a sí mismo de que las discusiones entre Jesús y las autoridades
religiosas se originaron solamente por un malentendido. A diferencia de los
demás discípulos, Judas provenía de una familia bien conectada en Jerusalén y
conocía a algunos de estos líderes. Él creyó que ellos eran sinceros y si
solamente podía hacer que Jesús se sentara a hablar con ellos estaba seguro de
que podrían resolver sus diferencias. El autor dijo que ese fue el motivo que
lo impulsó a cometer su acto de traición. Le pareció que esa era la única
manera de organizar una reunión entre ellos. Después él se dio cuenta de su
error y se llenó de remordimiento. “Yo
he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4).
Por supuesto nosotros no sabemos de seguro cuáles fueron sus motivos, pero
lo anterior no es una especulación sin sentido. Judas bien pudo haber
simplemente tenido en mente las cosas de los hombres, cosas como discusiones,
acomodos, y compromisos. Y Satanás pudo haber utilizado sus deseos para
tentarlo a traicionar al Señor.
Santiago dijo que Dios no nos tienta, sino que cada uno de nosotros es
tentado cuando por sus propios deseos es atraído y seducido. Él dijo que los
deseos dan a luz el pecado y el pecado da a luz la muerte. (Santiago 1:13-15). Es una adaptación
de Proverbios 14:12 y
nos dice que aun las intenciones honorables nos pueden hacer caer en pecado si
se basan en las cosas de los hombres en vez de las cosas de Dios.
Permanece en mí:
Jesús nos advirtió de permanecer en Él. Él dijo que si lo hacemos
produciremos mucho fruto, pero apartados de Él nada podemos hacer (Juan 15:4-5).
Juan, 15:4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí. 15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados
de mí nada podéis hacer.
Nosotros aquí nos damos cuenta de que Él no estaba hablando de nuestra
salvación. En primer lugar, la salvación no es un evento por producir frutos. Y
con anterioridad Jesús había dicho que una vez que somos salvos nadie nos puede
quitar de Sus manos (Juan 10:27-30).
Juan, 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 10:28 y
yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano. 10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre. 10:30 Yo y el Padre uno somos.
La palabra “nadie” nos incluye a nosotros. Pablo dijo que una vez que somos
salvos ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, porque hemos sido comprados
por un precio (1 Corintios 6:19-20)
y Dios ha puesto Su sello de propiedad en nosotros garantizando lo que está por
venir (2 Corintios 1:21-22). No
podemos zafarnos aun si quisiéramos.
No, Jesús no estaba hablando de nuestra salvación, sino que estaba hablando
acerca de permanecer en Su voluntad. Permanecer en Su voluntad requerirá que le
entreguemos nuestra vida a Él. Debemos dejar de conformarnos a este mundo y
permitir ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1-2).
Cuando estamos en Su voluntad es que podemos producir fruto, pero cuando estamos apartados de Su voluntad no
podemos lograr nada de valor para el Reino. Y no se les olvide que
cuando le entregamos nuestra vida a Él, Él nos dará los deseos de nuestro
corazón (Salmo 37:4). Él dijo
que vino para darnos vida y vida en abundancia (Juan 10:10). Es un negocio de ganar-ganar.
Este es otro sesgo de las cosas del hombre versus las cosas de Dios. Cuando
nos encontramos en Su voluntad hacemos las cosas bajo Su dirección y en Su
poder. Estamos haciendo las cosas de Dios, y no importa lo minúsculo que los
resultados nos parecieran, en Sus ojos estos son como oro, plata y piedras
preciosas.
Pero cuando actuamos fuera de Su voluntad estamos actuando bajo nuestra
propia iniciativa y poder. Eso quiere decir que estamos haciendo las cosas de
los hombres y no importa lo mucho que creemos que hemos logrado, a los ojos de
Dios el resultado es como madera, heno y hojarascas (1 Corintios 3:12-13).
1 Corintios, 3:12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 3:13 la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
Eso es debido a que las cosas de los hombres obran en beneficio de Satanás
y no son de más valor al Reino como las ramas que son cortadas y echadas en el
fuego y se queman (Juan 15:6).
Juan, 15:6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
Suficiente para las buenas intenciones:
Si aun las buenas intenciones pueden usarse para guiarnos al pecado, ¿cómo
estaríamos, entonces, en condiciones de conocer la diferencia entre las cosas
de Dios y las cosas del hombre?. La Biblia nos muestra varias
maneras.
Primero, la presencia del Espíritu Santo es la que nos da el poder de
discernimiento. (Como ya lo hemos visto, Pedro carecía de ese poder, puesto que
aún no había recibido el Espíritu Santo.) Algunas veces este discernimiento
viene en forma de una “comprobación” a nuestro espíritu. Esa es una advertencia
del Espíritu Santo para detenernos a pensar, y con frecuencia se manifiesta
como una falta de paz sobre una decisión que debemos tomar o una dirección en
la que vamos.
Otras veces podemos decir que algo no proviene de Dios porque está en
conflicto con lo que sabemos acerca de la Palabra de Dios. Pablo lo
describió en Hechos 17:11,
advirtiéndonos a escudriñar las Escrituras para ver si lo que estamos
escuchando es consistente con la palabra de Dios.
Hechos, 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica,
pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así.
En 2 Corintios 10:3-5 él
explicó eso con más detalles. Él escribió:
2 Corintios, 10:3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la
carne; 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas
en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5 derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo,
Aquí es donde nuestro conocimiento de la palabra de Dios es muy importante.
Una “fortaleza” es una creencia fuertemente arraigada. Si es contraria a
nuestro conocimiento de Dios es parte del viejo yo el cual Pablo nos dijo que
desecháramos puesto que estamos siendo renovados en la actitud de nuestra mente
(Efesios 4:22-24).
Dependiendo de Dios:
Un ejemplo. Para muchas personas, la autoconfianza es una creencia
fuertemente establecida, que algunas veces se expresa en un esfuerzo por
guardar dinero y bienes en contra de un futuro incierto. ¿Pero, es contraria a
nuestro conocimiento de Dios?. Una y otra vez la Biblia discute en
contra de la autoconfianza. Jesús dijo:
Mateo, 18:3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
¿Es que los niños tienen autoconfianza? En cuanto a nuestra salvación se
refiere, ¿es que no debemos depender totalmente en la obra completa de Cristo
en vez de tratar de logarla por nuestros propios medios? (Efesios 2:8-9).
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
¿Y es que Jesús nos alentó a guardar tesoros en la Tierra, o
específicamente Él habló en contra de eso?.
Mateo, 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni
hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón.
¿Y no es que Jesús le llamó necio al agricultor adinerado por haber derribado
su “pequeño” granero para construir uno más grande para guardar el exceso de su
cosecha? (Lucas 12:16-21).
Lucas, 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un
hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo:
¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré:
derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis
frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes
guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios
le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de
quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con
Dios.
El Señor sabía que una vez que uno empieza a acumular para el futuro, eso
nunca será suficiente.
No. Él nos dijo que no nos preocupásemos por estas cosas, sino que
buscáramos primeramente Su Reino y Su justicia y todas las cosas que
necesitamos nos serán dadas (Mateo
6:31-34).
Mateo, 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos,
o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero
vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas. 6:34 Así que, no os afanéis por el día de mañana,
porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
La actitud de autoconfianza es una fortaleza. Es parte del viejo yo, el
cual se nos ha dicho que desechemos porque está en contra del conocimiento de
Dios. Debemos llevarlo cautivo en obediencia a Cristo, y la manera como lo
hacemos es obedeciendo Sus enseñanzas. Él dijo de no preocuparse por el futuro (Mateo 6:34) sino más bien darles
generosamente a aquellas personas que están en necesidad, porque Dios ama al
dador alegre (2 Corintios 9:6-7).
2 Corintios, 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 9:7
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad,
porque Dios ama al dador alegre.
Él dijo que el hacer eso es la mejor forma de asegurar que siempre vamos a
tener lo suficiente para nosotros mismos (2 Corintios 9:11).
2 Corintios, 9:11 para que estéis enriquecidos en todo para toda
liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.
Escogiendo obedecerle a Él, es como somos hechos nuevos en la actitud de
nuestra mente.
Volviéndonos monárquicos:
Un conocido maestro bíblico respondió a la pregunta acerca de si él era un
Demócrata o un Republicano, de la siguiente manera: “Ninguno de los dos”,
respondió. “Yo soy monárquico, estoy esperando a mi Rey que viene.”
Otro ejemplo de las cosas de los hombres es el patriotismo, especialmente
entre los estadounidenses. Por motivos que desconozco, recientemente me
desperté una mañana con las palabras de “My Country Tis Of Thee” [Mi País Te
Pertenece a Ti] corriendo por mi mente. Luego de haberlas entonado mentalmente,
seguí con “América the Beautiful” [Los Bellos Estados Unidos] y finalmente con
“The Star Spangled Banner” [La Bandera de Mi Patria]. Brotaron lágrimas de
mis ojos ante lo profundo del amor que le tengo a mi país. Por un corto
instante, el hecho de que los Estados Unidos de los que me enamoré ya no son
los mismos Estados Unidos que existen hoy en día, fue irrelevante.
Voluntariamente admito que este amor es una fortaleza en mi mente.
Pero el pensamiento de que los Estados Unidos en sus mejores días podían
haber competido con el futuro que Dios tiene planeado para aquellas personas
que le aman, es una pretensión que está en contra del conocimiento de Dios y
tuve que recordarme a mí mismo de que esa era parte de mi viejo yo al que tuve
que renunciar en el proceso de ser renovado en la actitud de mi mente. (Efesios 4:22-24).
Filipenses, 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero
una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo
que está delante, 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús.
Cuando me convertí en un creyente, me convertí en hijo de Dios (Juan 1:12) y en ciudadano del Cielo (Filipenses 3:20), y eso es parte del
reino que reside temporalmente en este mundo pero que no es de este mundo (Juan 18:36). En ese momento yo tomé la
decisión de buscar Su Reino y Su justicia porque ninguna persona puede servir a
dos señores. Y a pesar de que atesoro los recuerdos que tengo por haber crecido
en los Estados Unidos, sé que son solamente parte de mi vida temporal aquí.
Pero no dejaré que estos nublen la visión que Dios me ha dado del Reino que Él
tiene guardado para nosotros, porque esa vida sí permanecerá por toda la
eternidad (2 Corintios 4:18). No
quiero devolverme al pasado. Quiero ser llevado al glorioso futuro que Él nos
ha prometido.
Escogí estos dos ejemplos porque actualmente son populares en nuestro
pensamiento nacional. No tenemos ni el tiempo ni el espacio aquí para explorar
todas las cosas del hombre que han formado las actitudes de nuestra mente. Pero
si seguimos la dirección de Pablo en Romanos 12:1-2 podremos comprobar y aprobar cuál sea la voluntad
de Dios—Su buena voluntad, agradable y perfecta. Entonces cada uno de nosotros
vamos a distinguir entre las cosas de Dios y las cosas del hombre en nuestra
vida, y así podremos decirle a las cosas del hombre que continúan ocupando
nuestros pensamientos, “¡Aléjate de mí, Satanás, quieres hacerme tropezar!”.
Selah.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!