Introducción
En el libro de Mateo podemos encontrar las
siguientes palabras de Jesucristo:
Mateo, 7:21 No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos.
Lisa y llanamente, Jesucristo está diciendo que no
todo el que lo llame Señor será salvo.
Pero ¿quiénes son lo que llamarían Señor a
Jesucristo y podrían no entrar en el reino de los cielos?. ¿Los incrédulos?.
¿Los ateos?. ¿Los científicos?. ¿Los que profesan otras religiones?. Ninguno de
estos llamaría jamás “Señor” a Jesucristo: algunos por su incredulidad y otros
porque llaman “señor” a otros dioses. Los únicos que llaman “Señor” a
Jesucristo son, en principio, los cristianos (católicos y protestantes).
Entonces, lo que Jesús está diciendo es que “de entre los que se proclamen
cristianos, no todos los que me llamen Señor serán salvos”.
Jesucristo, cuando dijo estas palabras de Mateo,
7:21, estaba anticipando lo que sería una (triste) realidad dentro de la
iglesia, a lo largo de su historia: que habría gente que, a pesar de confesar
su nombre, no sería salva. Por estas palabras de Jesucristo podemos llegar a la
conclusión de que “no todo el que dice que es cristiano verdaderamente lo es”.
Los
tibios
Los “tibios” son aquellos que se autoproclaman
cristianos, pero que la Biblia ya anticipa que no son salvos y también estas
son “palabras de Jesucristo”:
Apocalipsis, 3:15 Yo conozco tus obras, que ni
eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 3:16 Pero por
cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
La Biblia habla entonces de lo que podríamos llamar
las tres “temperaturas espirituales”:
[1] fríos;
[2] calientes; y
[3] tibios;
¿Quiénes son los “fríos”?. Son los “incrédulos” y,
por supuesto, están “fuera de la iglesia”.
¿Quiénes son los “calientes”?. Son los creyentes
activos “llenos del Espíritu Santo”, los cristianos verdaderos y, por supuesto,
están “dentro de la iglesia”.
¿Quiénes son y donde están los tibios?.
El Evangelio que Pablo predicó no lo aprendió de
ningún hombre sino que le fue revelado por Jesucristo (Gálatas, 1:11-12). Y lo
que Pablo predico es que la salvación es por gracia, por medio de la fe en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia puede ser definida como el favor
inmerecido de Dios por medio del cual los hombres pueden ser salvos, vivir en
santidad y obedecer sus mandamientos. La gracia es la actividad unilateral de
Dios por medio de la cual Él está continuamente atrayendo las almas hacia sí
mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación, el modo
de acceder a ella es por medio de la fe (Romanos, 5:2) en el Evangelio (1
Corintios, 15:3-4):
1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer
día, conforme a las Escrituras;
Por más gracia que haya (y vaya si la hay) sin fe
en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) la salvación no acontece. ¿Por qué?.
Porque:
[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia
(Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8); y
[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos, 11:6);
Los “tibios” son personas que han confesado a
Cristo de labios, pero lo han hecho sin fe, es decir, no han creído en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4). Sabemos, por Pablo, que el Espíritu Santo se
recibe, junto con la salvación, por oír con fe el Evangelio (Gálatas, 3:2).
Como estas personas no han creído el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4), el Espíritu
Santo jamás ha venido a morar (1 Corintios, 3:16, 6:19), ni muchos menos ha
sido sellado en ellas (Efesios, 1:13-14, Efesios, 4:30, 2 Corintios, 1:21-22),
motivo por el cual el Espíritu Santo nunca ha podido comenzar su obra de
convicción de pecado, de justicia y de juicio en ellas (Juan, 16:8). Y ya
sabemos que el Espíritu Santo no puede morar, ni mucho menos obrar en un
incrédulo (Juan, 14:17).
Estas personas normalmente están bautizadas, participan
de la Santa Cena e, incluso, de algunas actividades de la iglesia. Pero son personas
que no son salvas y que, por lo tanto, continúan perdidas.
¿Cómo sabemos que “están dentro de la iglesia”?.
La iglesia es el cuerpo de Cristo:
Romanos, 12:5 así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
1 Corintios, 12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo
de Cristo, y miembros cada uno en particular.
Efesios, 4:12 a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Jesucristo dice que los vomitara de su boca, lo
cual significa que los tibios están en la “boca de Cristo”, es decir, están
“dentro del cuerpo de Cristo”.
¿Cómo sabemos que no son salvos?.
Jesucristo dice que serán “vomitados”, lo cual
implica “salir del cuerpo”. Ellos no participaran del “rapto de la iglesia”, al
igual que los incrédulos.
Estos cristianos conocen el Evangelio, pero no
están convertidos. Han confesado a cristo pero no han creído (si hubiesen creído,
el Espíritu Santo hubiese venido sobre ellos y hubiesen sido transformados). El
postrer estado de ellos viene a ser peor que el primero, como dice Pedro:
2 Pedro, 2:20 Ciertamente, si habiéndose ellos
escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y
Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer
estado viene a ser peor que el primero. 2:21 Porque mejor les hubiera sido
no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido,
volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 2:22 Pero les ha
acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca
lavada a revolcarse en el cieno.
No se pierdan el detalle de los anteriores pasajes.
Pedro pone énfasis en la palabra “conocer” que viene del griego “gnosis”. La
palabra “creer”, en cambio, viene del griego “pistis” y no es usada por Pedro
en estos pasajes. Pedro solo usa la palabra “gnosis” en sus diversas formas.
Estas personas “conocieron” el Evangelio pero no lo han “creído”. Conocer no es
creer. Si hubiesen creído (tenido fe) el Espíritu Santo hubiese venido sobre
ellos y serian salvos y no “tibios y vomitados”.
Los
antinomianistas
La palabra viene del griego “anomos” que, a su vez,
viene de dos raíces griegas: “a” (que significa “no o sin”), y “nomos”
(que significa “ley”), con lo cual la palabra “antinomianismo” significa “sin
ley”.
El antinomianismo se refiere, en suma, a la
práctica (herética) de vivir sin la debida consideración de la rectitud de
Dios, a emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y
confiar en ella para ser limpio del pecado, sin condiciones. En otras palabras,
ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces podemos pecar
cuanto queramos y, aun así, seguir siendo salvos.
Pablo escribe:
Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el
pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por
la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Pablo explico la razón por la cual fue dada la ley:
Romanos, 4:15 Pues la ley produce ira; pero donde
no hay ley, tampoco hay transgresión.
Romanos, 5:13 Pues antes de la ley, había pecado en
el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
Antes de la ley de Moisés, como es lógico, había
pecado, pero no se podía inculpar a nadie. Al no estar establecido que estaba
bien y que estaba mal, no había transgresión punible (castigable).
Acto seguido, Pablo agrega:
Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los
que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Romano, 6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 6:15 ¿Qué, pues?
¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera.
Los que creen en esta herejía no son salvos y es
muy fácil de comprobar.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe en el
Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia es el favor inmerecido de Dios por medio
del cual podemos ser salvos, podemos obedecer (aunque no de manera perfecta)
los mandamientos de Dios y podemos llevar una vida con la santidad que Dios
exige. La gracia es la actividad unilateral llevada a cabo por Dios por medio
de la cual Él está atrayendo todo el tiempo las almas hacia sí mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación,
accedemos a ella por medio de la fe (Romanos, 5:2). La fe debe estar puesta en
lo que hizo Cristo en la cruz, es decir, en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4).
Cuando oímos el Evangelio con fe (cuando lo creemos), junto con la salvación
recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual no solo viene a morar (1
Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado en nosotros (Efesios,
1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Una vez que el Espíritu Santo viene a morar en
nosotros, comienza su obra, siendo una de ellas la convicción de pecado (Juan,
16:8), lo cual significa que, cada vez que pecamos (aun siendo salvos), el
Espíritu Santo nos convencerá de que hemos pecado y nos guiara primero al
arrepentimiento y luego a la confesión (1 Juan, 1:9). Pablo dice que, aquel que
comenzó en nosotros la buena obra (el Espíritu Santo), la perfeccionara (la
hará cada vez mejor), hasta el día de Jesucristo, es decir, hasta el día del
rapto de la iglesia (Filipenses, 1:6). Es Dios morando en nosotros el que
produce en nosotros tanto el querer (dejar de pecar) como el hacer (el que
podamos lograrlo) por su buena voluntad (Filipenses, 2:13).
Como puede apreciarse, aquel que, malinterpretando
la gracia, confiesa a Cristo y vuelve, una y otra vez, en forma continua, a
revolcarse en el barro cenagoso del pecado, no tiene al Espíritu Santo morando
consigo, es decir, no es salvo, el Espíritu Santo jamás comenzó en el obra
alguna motivo por el cual mucho menos podrá perfeccionarla (Filipenses, 1:6).
El Espíritu Santo se recibe por el oír el Evangelio
con fe:
Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Es decir, sin fe el Espíritu Santo no puede
recibirse (Juan, 14:17).
Esto sucede con una innumerable cantidad de
personas que han confesado a Cristo pero lo han hecho sin fe (sin creer) en el
Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Por más gracia que haya (y vaya si la hay) sin
fe la salvación no acontece porque:
[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia
(Romanos, 5:2), que es la causa de la salvación (Efesios, 2:8); y
[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos,
11:6);
Jesucristo mismo hablo contra esta herejía:
Mateo, 7:22 Muchos me dirán en aquel día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les
declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Estas personas a las que les habla Jesucristo
aparentemente son cristianas.
Ellos le dicen al Señor, en tu nombre:
[a] profetizamos, es decir, tienen el “don de
profecía” (1 Corintios, 12:10);
[b] echamos fuera demonios, es decir, tiene el
“ministerio de liberación” (Marcos, 16:17); e
[c] hicimos muchos milagros, es decir, “tienen el
don de milagros y sanidades” (1 Corintios, 12:9-10);
Es decir, son personas que aparentemente son
cristianas, actúan dentro de la iglesia y tienen dones y ministerios. Casi
“cristianos modelos”. Pero Jesucristo los echa.
¿Por qué los estará echando el Señor?. ¿Acaso no
vio todo lo que ellos hicieron?.
Juan, 6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de
vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás. 6:36 Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no
creéis. 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí
viene, no le echo fuera.
La frase “hacedores de maldad” (de Mateo, 7:23) proviene
del griego, de la palabra “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos”
significa “ley”, es decir, “sin ley” (antinomianismo). Lo que Cristo está
diciendo es: “apártense de mi los de ustedes que, confesando mi nombre como
Señor, vivieron en la Tierra como si yo nunca les hubiera dado una ley para
obedecer”.
Muchos dicen “soy cristiano”, pero ni saben lo que
son las leyes de Cristo. No les importa. Cristo está diciendo: “tú dices que
eres mi discípulo pero vives tu vida como si nunca te hubiera dado una ley para
obedecer, tú vives como quieres y haces todo conforme a tus pensamientos, todo
conforme a la carne y a lo que el mundo está haciendo y dices que yo soy tu
Señor, eso es mentira, apártate de mí”.
Una última pregunta: ¿cómo puede ser que Dios use
gente así, que ni siquiera es salva?. Los rechazados de Mateo, 7:22-23 le dicen
al Señor “profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros” y Jesucristo no los contradice. La clave
está en que, a pesar de no ser salvos, hicieron todo eso en el nombre de
Jesucristo. Dios no respalda al predicador sino que respalda el nombre de su
Hijo, que es “nombre sobre todo nombre” (Filipenses, 2:9) y respalda su Palabra,
que siempre se cumple (Isaías, 46:10-11, Isaías, 55:11).
La
cizaña
Mateo, 13:24 Les refirió otra parábola,
diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; 13:25 pero mientras dormían los hombres, vino su
enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 13:26 Y cuando salió la
hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 13:27 Vinieron
entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 13:28 Él les
dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que
vayamos y la arranquemos? 13:29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la
cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 13:30 Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a
los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla;
pero recoged el trigo en mi granero.
Nuevamente aquí las palabras son de Jesucristo.
El Señor es Jesucristo y el campo es la iglesia. El
trigo representa a los verdaderos cristianos y la cizaña sembrada por el
enemigo (Satanás) representa a los siervos de Satanás disfrazados de
cristianos. La parábola enseña que cuando se le pregunto al Señor si quería que
se arrancara la cizaña, El contesto que no porque “no sea cosa que, juntamente
con la cizaña, se arranque también el trigo”. El Señor propuso, en cambio
“dejar crecer lo uno y lo otro hasta la siega (cosecha)”, lo cual da a entender
que los verdaderos cristianos tendrían que convivir con estos verdaderos
siervos de Satanás infiltrados dentro de la iglesia.
Son los “obreros fraudulentos” de los que habla
también Pablo:
2 Corintios, 11:13 Porque éstos son falsos apóstoles,
obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. 11:14 Y
no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de
luz. 11:15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan
como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.
¿Dónde están estos siervos de Satanás?. Dentro de
la iglesia. ¿Son salvos?. Por supuesto que no. Actúan dentro de la iglesia,
aparentan ser cristianos pero son siervos de Satanás.
Los
anticristos
Constituye una herejía cualquier enseñanza que
redefina la persona de Jesucristo: negar su deidad (divinidad), su nacimiento
virginal, su vida sin pecado, su resurrección física.
Juan también habla del anticristo en:
1 Juan, 2:18 Hijitos, ya es el último tiempo; y
según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 2:19 Salieron de
nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros;
El apóstol Juan dice “ya es el último tiempo”, es
decir, Juan creía que en su época ya se vivían los “últimos tiempos”. Muchos de
nosotros, a su vez, creemos que los últimos tiempos son estos que estamos
viviendo ahora. Pero ¿cuáles son los últimos tiempos?. Los “últimos tiempos”
comenzaron a vivirse inmediatamente después de la cruz de Cristo. Ahí “se dio
vuelta el reloj de arena” e inicio la cuenta regresiva, hasta el rapto de la
iglesia, en primer lugar, y hasta la segunda venida de Cristo, en segundo
lugar. Con la cruz de Cristo el reloj profético de Dios (que es Israel) se
detuvo en la “semana 69”. Queda por cumplirse aún una última semana de años (7
años), que es la Tribulación, para que se termine de cumplir la profecía de
“las 70 semanas de Daniel” (Daniel, 9:24-27).
El apóstol Juan habla aquí de los “anticristos”, es
decir, de una actitud de muchos. Cuando escuchamos la palabra “anticristo” la
relacionamos de inmediato con un personaje que aparece en Apocalipsis, 13:1 que
vendrá a liderar la última rebelión contra Dios en los últimos siete años de
las historia del gobierno humano (la semana 70 de Daniel). Este personaje, que
aparecerá en los últimos días, también es mencionado por Daniel (Daniel, 9:27)
y por Pablo (2 Tesalonicenses, 2:3-10). Esto es cierto, pero también es cierto
que “anticristo” es una actitud contra Cristo, su obra en la cruz y su reino.
De hecho, los que tienen esa actitud son dominados por uno de los espíritus
inmundos o demonios desencadenados por satanás contra de la iglesia llamado,
precisamente, el “espíritu de anticristo”.
¿Y quién es anticristo?.
1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso,
sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que
niega al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene
al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre;
Es anticristo el que niega que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios.
Otros pasajes similares contra esta enseñanza
herética (también de Juan) son:
1 Juan, 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino
probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido
por el mundo. 4:2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que
confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 4:3 y todo
espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y
este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y
que ahora ya está en el mundo.
1 Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es
el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios;
1 Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al
que ha sido engendrado por él;
Todo aquel que niegue la divinidad de Jesucristo es
anticristo:
Tito, 2:13 aguardando la esperanza bienaventurada y
la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
Colosenses, 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio
de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres,
conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 2:9 Porque en él
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
Pero lo más importante es lo que dice Juan respecto
de los anticristos. Él dice “salieron de nosotros para que se manifestase
que no todos son de nosotros”. No se pierdan este detalle. Los anticristos
están dentro de la iglesia, no fuera. Tenemos la tendencia a pensar que los
anticristos son los ateos, los científicos, los que profesan otras religiones,
es decir, solemos pensar que los anticristos están afuera de la iglesia, pero
Juan dice que están adentro, cuando dice “no todos son de nosotros”. Juan no se
está refiriendo a los que están fuera de la iglesia, que ya sabemos que no son
de nosotros. Se está refiriendo a los que están dentro de la iglesia.
El
destino eterno de los falsos cristianos
Los falsos cristianos que pertenecen a estos
cuatros grupos que hemos nombrado, por supuesto, no son salvos:
[1] los tibios, serán vomitados por el Señor
(Apocalipsis, 3:15-16);
[2] los antinomianistas, serán rechazados por el
Señor (Mateo, 7:22-23);
[3] la cizaña, será atada en manojos y quemada
(Mateo, 13:24-30);
[4] los anticristos, dice Juan, no son de nosotros,
es decir, no son salvos (1 Juan, 2:18-19);
Un dato interesante es que, a excepción de los
anticristos, de los cuales habla Juan en 1 Juan, 2:18-19, de los otros tres
tipos de falsos cristianos (los tibios, los antinomianistas y la cizaña) habla
Jesucristo en persona.
Pregunta: si alguien, perteneciente a alguno de
estos cuatro grupos de falsos cristianos, se muere esta noche y se va al
infierno ¿podemos afirmar que “perdió” su salvación?. No, de ninguna manera,
porque la Biblia ya anticipa que nos son salvos y están todos metidos en la
iglesia. Cuanta gente no salva que hay dentro de la iglesia!!!.
El
destino eterno de los verdaderos cristianos
En contraste con estas cuatro categorías de falsos
cristianos que acabamos de mencionar (los tibios, los antinomianistas, los siervos
de satanás infiltrados en la iglesia y los anticristos) tenemos a los que verdaderamente son salvos, que son
los verdaderos cristianos mencionados en:
Juan, 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las
conozco, y me siguen, 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 10:29 Mi Padre que me las
dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Aquí también habla Jesucristo en persona y habla de
sus ovejas, que escuchan su voz y lo siguen y que no perecerán jamás, porque su
Padre se las dio y nadie las puede arrebatar de la mano de su Padre porque su
Padre mayor que todos es.
Jesucristo tiene a los salvos en su mano y luego
viene el Padre y envuelve la mano de Cristo.
¿Quién puede arrebatar estas ovejas de la mano de
Dios?.
Como bien lo expresa Pablo:
Romanos, 8:35 ¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? 8:36 Como está escrito: Por causa de ti somos
muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 8:37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó. 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – MINISTERIO REY DE GLORIA