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Fue cuando Dios decidió dejar a las naciones no exterminadas para probar a Israel:
Te dejo un video donde predico acerca de este tema (el contenido es el mismo que el expuesto mas abajo):
Introducción
Introducción
En Génesis, 10 la Biblia habla
de la descendencia de los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet):
Génesis, 10:1 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio.
Génesis, 10:1 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio.
Génesis, 10:6 Los hijos de Cam:
Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
Génesis, 10:8 Y Cus
engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. 10:9
Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así
como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová.
La Biblia Reina-Valera dice de
Nimrod: “vigoroso cazador delante de Jehová” (Génesis, 10:9), Pero la Escritura
original dice “vigoroso cazador en oposición a Dios” (en contra de Dios).
O sea que Nimrod, personaje
central en la historia de la torre de Babel y que estaba en contra de Dios, es
descendiente de Noé, por la línea de Cam.
Ya en relación a la torre de
Babel, en el libro de Génesis, podemos leer:
Génesis, 11:1 Tenía entonces
toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 11:2 Y aconteció
que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y
se establecieron allí. 11:3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos
ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y
el asfalto en lugar de mezcla. 11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una
ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si
fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.
Nimrod sedujo a la humanidad
para que todos se juntaran en un único lugar con el fin de construir una torre
que llegara al cielo. Hacerse un nombre quiere decir hacerse fama, “por si
fuéramos esparcidos sobre la faz de la Tierra” (Génesis, 11:4). O sea: esta
gente sabía perfectamente que estaba desobedeciendo a Dios, ya que, esparcirse
sobre la faz de la Tierra era, precisamente el mandato de Dios cuando creo al
hombre:
Génesis, 1:28 Y los bendijo
Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla;
¿Qué hizo Dios?.
Génesis, 11:5 Y descendió
Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los
hombres. 11:6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos
tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir
ahora de lo que han pensado hacer. 11:7 Ahora, pues, descendamos, y
confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.
Finalmente, se terminó
cumpliendo el mandato de Dios:
Génesis, 11:8 Así los esparció
Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la
ciudad.
La palabra “Babel” significa
“confusión” o “Dios confunde”:
Génesis, 11:9 Por esto fue
llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de
toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.
La
torre de Babel como símbolo de la desobediencia
¿Fue la torre de Babel tan
solo la historia de un grupo de hombres, liderados por un tal Nimrod, que
simplemente se rebelaron y desobedecieron a Dios?. Desde ya, no.
La torre de Babel, además de
ser una historia real, es figura y símbolo de desobediencia y de toda obra contraria
a la voluntad de Dios, la cual (como la torre de Babel bíblica), estará siempre
condenada al fracaso.
En general, una “torre de
Babel” es toda obra hecha por los hombres sin tener en cuenta la voluntad de
Dios en cuanto:
[1]
al qué (el objeto, la obra en sí misma);
[2]
al cómo (la forma, el modo); y
[3]
al cuándo (el tiempo, la oportunidad);
El
“como” y el “cuando”, por su parte, suelen estar interrelacionados, ya que
normalmente la desobediencia en cuanto a la forma (el cómo) es hija
(consecuencia directa) de la impaciencia, es decir, de no saber (o no querer) esperar
los tiempos de Dios (el cuándo).
[+] La torre de Babel en
cuanto a la obra en sí misma (el objeto o el “que”)
Aquí puede suceder que:
[1]
desobedezcamos una instrucción directa de Dios;
[2]
hagamos algo que Dios no nos ha mandado;
Cuando
desobedecemos una instrucción directa de Dios:
Un ejemplo de esto es cuando
Dios le ordenó al recién ungido rey de Israel Saúl, a través del profeta
Samuel, destruir por completo al pueblo de Amalec (a su rey, a su pueblo - hombres,
mujeres, niños - y a sus animales), para castigar lo que hizo Amalec a Israel
al “oponérsele en el camino cuando subía de Egipto” (1 Samuel, 15:2-3).
Pero Saúl desobedeció las órdenes
de Dios y, si bien mato al pueblo de Amalec, perdono la vida a su rey y a lo
mejor de sus animales:
1 Samuel, 15:7 Y Saúl derrotó
a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de
Egipto. 15:8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató
a filo de espada. 15:9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor
de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y
de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y
despreciable destruyeron.
Por lo cual a Dios le peso
haber ungido a Saúl rey de Israel:
1 Samuel, 15:10 Y vino palabra
de Jehová a Samuel, diciendo: 15:11 Me pesa haber puesto por rey a Saúl,
porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se
apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.
Saúl puso la excusa de no
haber matado a los animales para “sacrificarlos a Jehová” (un sacrificio que
Dios no había demandado):
1 Samuel, 15:15 Y Saúl
respondió: porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para
sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.
Por esta desobediencia, Saúl
seria desechado como rey de Israel y reemplazado por David:
1 Samuel, 15:22 Y Samuel dijo:
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se
obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 15:23
Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría
la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también
te ha desechado para que no seas rey.
La Palabra de Dios es clara: obedecer
y prestar atención a las instrucciones de Dios es mejor que cualquier
sacrificio (orar, ayunar u ofrendar). Saúl ejecuto las órdenes de Dios solo en
forma parcial, pensando que algunas decisiones podían quedar libradas a su
propio criterio. Por esto Saúl fue desechado como rey de Israel, reemplazado
por David y su casa, extinta.
Otro
caso es la desobediencia de Israel al conquistar la tierra prometida. La orden
de Dios era destruir a todas las naciones enemigas. Pero Israel desobedeció:
Josué, 17:13 Pero cuando los
hijos de Israel fueron lo suficientemente fuertes, hicieron tributario al
cananeo, mas no lo arrojaron.
Israel no tuvo cuidado de
destruir a todos los cananeos, ya que los convirtieron en tributarios. Los
israelitas querían el beneficio y la riqueza obtenida del trabajo forzado y del
tributo de los cananeos. Ellos comprometieron la voluntad de Dios por dinero y
comodidad. Haber dejado con vida a los cananeos fue la semilla de la apostasía
(por idolatría) profetizada por Moisés antes de morir y que se concretó durante
el periodo de los “jueces” (individuos a quienes Dios levanto periódicamente,
luego de la muerte de Josué, para guiar y liberar a los israelitas después de
que ellos se habían descarriado y habían caído bajo la opresión de las naciones
enemigas no exterminadas durante las guerras por la conquista de la tierra
prometida):
Jueces, 2:1 El ángel de Jehová
subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la
tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás
mi pacto con vosotros, 2:2 con tal que vosotros no hagáis pacto con los
moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no
habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? 2:3 Por tanto, yo
también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para
vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero.
Fue cuando Dios decidió dejar a las naciones no exterminadas para probar a Israel:
Jueces, 3:1 Estas, pues, son
las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos
que no habían conocido todas la guerras de Canaán; 3:2 solamente para que
el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a
los que antes no la habían conocido: 3:3 los cinco príncipes de los
filisteos, todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que habitaban en el
monte Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta llegar a Hamat.
Como pudimos ver en los casos
de Saúl y de Israel, que no exterminaron por completo a sus enemigos,
desobedecer una orden directa de Dios tiene (siempre) consecuencias no deseadas.
Cuando
hacemos algo que Dios no nos ha mandado:
Uno
de los principales problemas en la iglesia es que muchos cristianos no conocen
su ministerio y su propósito (su llamado). Conocer nuestro llamado, evitara que
hagamos cosas que Dios jamás nos ha encomendado.
Por ejemplo. Mi ministerio es
el de “maestro de la Palabra” (uno de los cinco ministerios de la iglesia,
junto con el de apóstol, profeta, evangelista y pastor). El propósito, a su
vez, siempre queda definido por el ministerio. En este caso, mi propósito es
“edificar el cuerpo de Cristo” (la iglesia).
También soy concertista de guitarra.
Sin embargo no tengo un llamado de levita o adorador. Por consiguiente, si yo insistiera
en ser músico de mi iglesia, estaría pretendiendo hacer algo para lo que Dios
no me ha llamado (aunque se trate de algo que, en este caso, sepa hacer bien).
Aunque es evidente que existen
“familias sacerdotales” (de padres pastores, hijos pastores), los llamados no
se heredan, ni se obtienen “por apellido”.
También existen casos de personas
que, controladas por un espíritu absalónico (de rebelión), se levantan en
contra de sus líderes y abandonan sus iglesias, por lo general arrastrando parte
de la misma, con el objetivo de montar otra iglesia. El daño, en estos casos,
resulta ser doble: por un lado, atrás queda una iglesia dividida y herida y,
por el otro, adelante habrá una iglesia condenada al fracaso, porque no hay un
llamado que la respalde. La apertura de una nueva iglesia es, en este caso,
hija de una rebelión y no de un llamado.
Lo mismo ocurre cuando se
decide abrir una obra por un simple deseo personal (sin que medie una
rebelión), donde tampoco exista un llamado de Dios.
Hacer una obra sin el
consentimiento y llamado de Dios (incluso si esa obra tiene toda la apariencia
de ser una obra para Dios), transforma esa obra en una “torre de Babel” y a sus
hacedores en rebeldes.
[+]
La torre de Babel en cuanto a la forma y el tiempo (el “como” y el “cuando”)
Puede suceder también que la
obra que pretendemos hacer cuente con la aprobación de Dios, pero equivocamos
la forma de llevarla a cabo porque no estamos dispuestos a esperar el “tiempo
de Dios”. Por lo general, esto también tiene consecuencias no deseadas.
Como hemos dicho, el “como” y
el “cuando” suelen estar interrelacionados, ya que normalmente la desobediencia
en cuanto a la forma (el cómo) es hija de la impaciencia, es decir, de no saber
(o no querer) esperar los tiempos de Dios (el cuándo).
El “cuando” tiene que ver con
el “tiempo”. En el griego bíblico los términos más usados para “tiempo” son “cronos”
y “kairós”.
Veamos el significado de éstas
palabras:
Cronos: es
el tiempo como lo ve el hombre, el tiempo terrenal, el tiempo cronometrado.
Las unidades de medida de
nuestro tiempo son: milenio, siglo, año, mes, día, hora, minutos y segundos. Es
el tiempo del hombre.
Kairós:
lapso indeterminado de tiempo en el que algo importante sucede, tiempo
oportuno, tiempo favorable, momento señalado y preciso.
Mientras “cronos” indica “cantidad”,
“kairós” indica “calidad”.
Kairós, es el tiempo oportuno
y diseñado desde el cielo, dónde Dios interviene en la vida de los hombres de
una manera sobrenatural y poderosa. Es un tiempo diseñado en el cielo, que se
manifiesta en la tierra, para bendición de los hombres.
Son las “temporadas de Dios”,
de las cuales habla Salomón:
Eclesiastés, 3:1 Todo tiene su
tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 3:2 Tiempo
de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo
plantado; 3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y
tiempo de edificar; 3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de
endechar, y tiempo de bailar; 3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de
juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 3:6
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de
desechar; 3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y
tiempo de hablar; 3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de
guerra, y tiempo de paz.
Jesús acuso a los fariseos de
no saber reconocer los tiempos de Dios:
Lucas, 12:56 ¡Hipócritas!
Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís
este tiempo?
Mateo, 16:1 Vinieron los
fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del
cielo. 16:2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís:
Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. 16:3 Y por la mañana:
Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que
sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no
podéis!
En el tiempo “cronos” de los
hombres, podemos concluir a veces que Dios se está tardando con cierta
respuesta o milagro, pero Dios sabe qué, cuándo y cómo lo hará.
La hermana de Lázaro dijo a
Jesús:
Juan, 11:21 Y Marta dijo a
Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero los milagros o
intervenciones divinas no ocurren cuando queremos o esperamos, sino en el “kairós”,
es decir en el tiempo de Dios.
Puede que lo que queremos
hacer en nuestro corazón sea una obra de Dios pero ¿es el tiempo?. No saber
reconocer el tiempo de Dios, hace que una obra que, en principio, es de Dios la
hagamos de un modo con el que Dios no podría estar de acuerdo.
Ejemplos bíblicos de esto:
[+] Abraham quería tener un
hijo y esto estaba en la voluntad de Dios (Génesis, 15:3-4). Abraham recibió la
promesa de un hijo a los 75 años y la misma se cumplió (en Isaac) cuando tenía
100 años (Génesis, 21:5). Pero en el medio aparecieron las dudas y Abraham (de
86 años) tuvo un hijo con Agar, la esclava de su esposa Sara (que era estéril),
al que llamo Ismael (Génesis, 16:15-16). Consecuencia no deseada: Ismael fue el
padre de la raza árabe (los ismaelitas), que han sido y todavía son los
enemigos acérrimos de Israel (Génesis, 16:12).
[+] Jacob, siendo menor que
Esaú, quería la bendición de la primogenitura y esto estaba en la voluntad de
Dios (Génesis, 25:23-26). Pero Jacob obtuvo su primogenitura de manera
ilegítima cuando, incitado por su madre Rebeca, robo a Esaú la bendición de la
primogenitura, engañando a su padre Isaac (ciego, viejo y enfermo), haciéndose
pasar por Esaú (Génesis, 27:1-40). Consecuencia no deseada: Jacob debió huir de
Esaú para que este no lo matara (Génesis, 27:41) y debió vivir en el exilio (Génesis,
28:1-5), donde fue engañado por su suegro Laban (Génesis, 29:25) y jamás volvió
a ver a su madre Rebeca.
Podemos ver aquí dos ejemplos
concretos donde los protagonistas (Abraham y Jacob) deseaban cosas que, en
principio, estaban también en la voluntad de Dios (Dios también las quería para
ellos), pero las quisieron tener en un tiempo y, por lo tanto, en una forma,
que no eran los establecidos por Dios. Y esto, desde ya, genero consecuencias
no deseadas.
Palabras finales:
Una verdadera obra de Dios no
solo es hacer lo que Dios nos ha mandado sino hacerlo en el tiempo y en la
forma establecidos por Dios. Todo lo demás es voluntarismo y egoísmo "disfrazado
de servicio a Dios”.
A veces, cuando pretendemos,
obstinadamente, hacer algo para Dios y solo cosechamos una frustración tras
otra, deberíamos preguntarnos si no nos está ocurriendo lo mismo que a Nimrod y
su gente:
Génesis, 11:6 Y dijo Jehová:
He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado
la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 11:7
Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno
entienda el habla de su compañero.
De aquí surge un principio
bíblico y es el siguiente: toda vez que pretendamos hacer algo por fuera de la
voluntad de Dios, Él nos estorbará y siempre se terminara cumpliendo Su
propósito:
Génesis, 11:8 Así los esparció
Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la
ciudad.
Debiéramos, entonces,
replantearnos no solo si lo que pretendemos hacer esta en la voluntad de Dios
sino si es el tiempo oportuno para hacerlo. ¿Sera lo que Dios nos pidió? y, si
es lo que Dios nos pidió ¿debemos hacerlo ahora o esperar?.
Dios está esperando que lo
consultemos y no solo cuando queremos hacer una obra para el reino, sino
también en nuestro diario vivir: al cambiar de empleo, al cambiar de casa, al
tomar un crédito, al cambiar de iglesia. Jesucristo, desde ya, es nuestro
Salvador pero ¿es también nuestro Señor?.
Muchas veces queremos que Dios
“nos envíe a las naciones” pero no somos capaces de cumplir con pequeños
mandatos del Señor: haz ese llamado, ve a ver a tal persona y soluciona los
problemas que tienes con ella, haz esa ofrenda.
Y aquí se cumple otro
principio espiritual:
Mateo, 25:23 Su señor le
dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor.
Dicho de otro modo: si en las
pequeñas cosas (lo poco) no hemos sido capaces de obedecer ¿cómo podrá encomendársenos lo
sublime (lo mucho)?.
En las cosas del Señor, a
veces es preferible no tener tan claro lo que tenemos que hacer, con lo cual se
fortalece nuestra dependencia de Él. Pero vivimos en un mundo y, sobre todo, en
Occidente y no podemos escapar de su impronta.
Al respecto, Alejandro Dolina (conocido conductor radial, escritor e intelectual argentino) dice lo siguiente:
Mientras que en el Occidente la duda es vista como una debilidad, en el Oriente la duda es símbolo de sabiduría.
Al respecto, Alejandro Dolina (conocido conductor radial, escritor e intelectual argentino) dice lo siguiente:
Mientras que en el Occidente la duda es vista como una debilidad, en el Oriente la duda es símbolo de sabiduría.
En el Occidente, por ejemplo,
un buen líder es aquel que ve el problema de inmediato y rápidamente toma partido y actúa.
El buen líder es aquel que no duda jamás. En el Oriente, en cambio, cuando no se tienen todas las respuestas, ante la duda, se suspende el juicio. En Occidente, por el contrario, vivimos emitiendo juicios tremendos, todo el tiempo, sobre todo y sobre todos.
En Occidente, la duda tiene mala prensa y, en cambio, tiene buena prensa
el líder que no duda jamás y que siempre actúa de inmediato. Y esto permite
la siguiente reflexión: que suerte tiene esa persona (y, al mismo tiempo, que
peligrosa es esa persona), que jamás es asaltada por la más mínima duda, siendo
que la duda es la manifestación más clásica de la inteligencia.
Hasta aquí, la opinión de Alejandro Dolina.
Hasta aquí, la opinión de Alejandro Dolina.
A veces, como dijo el Señor,
debiéramos ser capaces de dejarnos llevar más por los vientos del Espíritu:
Juan, 3:8 El viento sopla
de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
En el libro de Jeremías
podemos leer:
Jeremías, 18:1 Palabra de
Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 18:2 Levántate y vete a casa del
alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 18:3 Y descendí a casa del
alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 18:4 Y la vasija de barro
que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según
le pareció mejor hacerla. 18:5 Entonces vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 18:6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa
de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así
sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Cuando tenemos dudas, somos un
barro húmedo y blando en las manos de Dios (el alfarero). En cambio, cuando
tenemos todo demasiado claro, somos un barro seco y duro que el Señor tiene que
literalmente romper (aunque la mano del Señor nos hiere lo menos que le es
posible) para volver a moldearnos.
Derribemos las torres de Babel
que hay en nuestra vida (toda obra que no tenga en cuenta la voluntad de Dios)
y busquemos hacer Su voluntad, como escribe Pablo:
Romanos, 12:2 No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!
Marcelo
D. D’Amico
Maestro
de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA