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Hola a todos. Que Dios los
bendiga. Mi nombre es Marcelo. Soy argentino, tengo 41 años y soy profesional
(Contador, UBA). Después de haber leído un montón de libros para graduarme
y de haber leído, ademas, por gusto (me gusta la literatura) a varios autores
(Borges, Bioy Casares, Cortázar, etc.), en los últimos años (y, sobre todo, en
el último tiempo: 2 años, digamos), me propuse encarar una lectura
comprensiva de la Biblia, la Palabra de Dios. Debo aclarar, antes que
nada, que no comencé la mencionada 'lectura comprensiva' de la Biblia,
producto de haber tenido una 'revelación' o haber sido 'llamado'. No. Me
crie, si, en un contexto familiar cristiano (no católico), en el que mi abuela,
siendo yo muy chico, me contaba, una y otra vez, las historias de la Biblia,
del Antiguo y Nuevo Testamento: Daniel en el foso de los leones, Sansón y
Dalila, David contra Goliat, las predicas de Jesús, así también como su muerte
en la cruz y su posterior resurrección. Mi madre continuo, lógicamente,
con esa tradición. Vi también, a lo largo de mi infancia y adolescencia,
innumerables películas acerca de Jesús de Nazaret: Rey de Reyes, El Manto
Sagrado, Jesús de Nazaret (de Franco Sefirelli), etc. O sea: sabia bastante (o
yo creía ingenuamente que sabia bastante) acerca de la obra y el mensaje de
Cristo, pero técnicamente yo jamás había agarrado la Biblia para leerla.
Tampoco me congregaba en una iglesia (sigo sin hacerlo, aunque mas
adelante, en otros post o comentarios, explicare porque). O sea: estaba en
la situación en la que, en el mejor de los casos, hoy se encuentran muchísimos
cristianos.
Pero me pasó algo (siempre nos pasa algo) que, de alguna manera me
acerco en serio a Cristo y a su Padre: la gran crisis que sufrió la Argentina
en 2001 (y los 2 o 3 años que duro), la consecuente falta de empleo y, para más
remate, la muerte de mi padre en 2005, producto de una enfermedad terminal.
Recuerdo mis largas noches de vigilia en el hospital donde él se
encontraba internado. Bueno, en una de esas noches, estando yo en mi casa y preparándome
para ir al hospital, a suplantar a mi hermana, agarre una Biblia y me fui. Esa
noche me leí los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento: Marcos, Mateo, Lucas y
Juan. Y, desde ahí, de a poquito, comencé a leerla más asiduamente y también a
estudiarla, bajando de la internet numerosos estudios bíblicos y viendo videos
cristianos de predicas de estudiosos de la Palabra de Dios. Fue como que me
dije: bueno, vos invertiste mucho tiempo en leer doctrinas de hombres. Qué tal
si pones el mismo esfuerzo (como mínimo) en leer e intentar
comprender la Doctrina de Dios. Y me sorprendió (y no deja de sorprenderme)
la enorme sabiduría (bendita y eterna como su hacedor) que contiene este
libro.
Yo comencé a leer la Biblia y a
acercarme a Dios en uno de los peores momentos de mi vida. Suele suceder. Pero
lo difícil no es acercarse. Lo difícil es mantenerse cerca cuando empieza a
irte bien. Hoy, gracias a Dios, me va bien y sigo cerca. Hoy puedo entender las
palabras del Apóstol Pedro (1 Pedro, 4:12): "Amados, no os sorprendáis del
fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de
Cristo...".
El sufrimiento es natural al
Evangelio de Cristo. Cuando crucificaron a nuestro Señor, lo hicieron en
medio de dos malhechores. Uno se arrepintió y el otro, en cambio, blasfemo.
Pero ¿que diferencia hubo entre los dos, si ambos padecieron y terminaron muriendo
en la cruz?. El que se había arrepentido, no fue liberado de la cruz. La
diferencia fue que uno salto al paraíso y el otro al infierno. La cruz bendita
y la cruz maldita. Nadie se libra de llevar una cruz en esta vida. Tratemos de
que sea la cruz bendita, la de Nuestro Señor Jesucristo.
Quisiera terminar con
una especie de fabula con moraleja, que escuche por ahí: había un señor que
siempre se quejaba de que la cruz que Cristo le había dado era muy pesada y se
dijo: si tuviera la oportunidad de hablar con él, le pediría que me la cambie,
porque esta es muy pesada. Un día soñó con Jesús y se lo dijo: Señor, esta
cruz que tú me has dado es muy pesada ¿podrías cambiármela?. Si, le dijo el
Señor: elige cualquiera de estas cruces que están por acá. Este señor,
entonces, arrojo la cruz que llevaba a un lado y comenzó a revolver
entre una pila de cruces. Eligio una y le pareció muy pesada (mas pesada
que la que había desechado). La descarto. Luego eligió otra que le pareció, en
cambio, muy liviana. También la descarto. Siguió revolviendo hasta que, al fin,
encontró una que le quedaba justa. Y dijo: ya esta Señor, con esta me quedo. El
Señor lo miro, se rio y le dijo: pero si es la misma cruz que viniste a pedir
que te cambiara......
Porque Dios no nos dará mas carga
que la que podamos llevar.-
Hice este blog para comenzar a
compartir, con todos los que lo deseen, los mensajes maravillosos que contiene
la Palabra de Dios y, sobre todo, su parte profética para estos tiempos que
corren. Yo creo que son los últimos.-
El arrepentimiento solo es
un PRIVILEGIO de los vivos.-
QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!