martes, 30 de marzo de 2021

UNA NOCHE EN GETSEMANÍ

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Te dejo el video donde predico acerca de este tema (el contenido del video es el mismo que el expuesto mas abajo):


Introducción

Cada Semana Santa conmemoramos la muerte en la cruz y posterior resurrección de nuestro Señor Jesucristo. También recordamos la Ultima Cena, no solo en Semana Santa sino cada vez que celebramos el sacramento de la Santa Cena del Señor, una vez al mes, en nuestras congregaciones, participando del cuerpo y de la sangre de Cristo a través de las especies del pan y del vino. Sin embargo, solemos pasar por alto uno de los eventos más importantes (creo yo) de toda la historia de la redención: la noche que Jesús pasó en el Huerto de Getsemaní, en víspera de la cruz. Por supuesto que la cruz es el punto culminante de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, el lugar donde la iglesia fue redimida, purificada y salvada del infierno. Pero quiero referirme, más bien, a lo que sucedió, luego de la Ultima Cena y antes de la cruz, en el Huerto de Getsemaní.

El Huerto de Getsemaní es una pequeña arboleda que consta de ocho olivos centenarios ubicados al pie del Monte de los Olivos, a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Su nombre deriva de la expresión aramea “gat semãnê”, que significa "prensa de aceitunas” (donde se extrae el aceite de oliva).

De acuerdo al libro de Mateo, luego de la (ultima) cena pascual y antes del arresto y de la cruz, Jesús llega con sus discípulos a un lugar (que solía visitar) llamado Getsemaní, toma a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y, apartándose del resto, les pide que velen mientras El, triste y angustiado, ora al Padre. 

Nuestro Señor repite la misma oración tres veces:

[1] Mateo, 26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú;

[2] Mateo, 26:42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad; y

[3] Mateo, 26:44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras;

Al finalizar cada una de estas tres oraciones, el Señor vuelve al lugar donde estaban sus discípulos y los encuentra durmiendo. La primera vez los reprende (Mateo, 26:40-41), la segunda vez no les dice nada (Mateo, 26:43) y la tercera los libera y los exime de toda carga (Mateo, 26:45).

Esa noche, el Señor tuvo miedo:

Mateo, 26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Porque fue crucificado en debilidad:

2 Corintios, 13:4 Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros.

Como hombre y no como Dios:

Filipenses, 2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 

Los dos huertos

Lo que se había corrompido en un huerto (Edén), a causa de la desobediencia de (el primer) Adán, debía restaurarse en un huerto (Getsemaní) a causa de la obediencia de (el segundo Adán) Jesucristo (1 Corintios, 15:45).

Romanos, 5:19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. 

Getsemaní: un lugar de presión, tristeza y angustia, pero también de victoria

Dijimos más arriba que el nombre Getsemaní deriva de la expresión aramea “gat semãnê”, que significa "prensa de aceitunas” (donde se extrae el aceite de oliva). En dicha prensa, la aceitunas son presionadas de tal manera que liberan casi todo el aceite que poseen. Getsemaní es un lugar de presión, de tristeza y de angustia extremas.

Esa noche, en el Huerto de Getsemaní, nuestro Señor:

[+] estuvo muy triste y angustiado (Mateo, 26:37-38); y

[+] fue “presionado” de tal manera que sufrió una condición muy rara en la que se suda (transpira) sangre; bajo mucha presión, los pequeños vasos capilares de las glándulas sudoríparas pueden romperse y mezclarse, de esta manera, la sangre con el sudor;

Lucas, 22:44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 

En esta condición, nuestro Señor oro al Padre y dice la epístola a los Hebreos:

Hebreos, 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

El “temor reverente” de Cristo se manifestó en que, luego de los “ruegos y de las suplicas”, sometió su voluntad a la voluntad del Padre: “más hágase tu voluntad y no la mía” (Mateo, 26:39, 42, 44).

¿Qué habrá hecho el Padre?. La Biblia dice que le mostro algo. ¿Qué le mostro?. Yo creo que le mostro el futuro:

Hebreos, 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

El Padre le mostro nuestro gozo de ser salvos por su muerte en la cruz, situación que, en ese momento, todavía estaba en el futuro.

En la cruz fue consumada (Juan, 19:30) la victoria de Jesucristo sobre satanás y sus demonios (Colosenses, 2:15). Pero esa victoria se inició en Getsemaní cuando Jesucristo, a solas y en oración, sometió su propia voluntad a la voluntad del Padre (“hágase tu voluntad y no la mía”) y es aquí donde Jesucristo aplasto la cabeza de satanás:

Génesis, 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Como nota de color, si viste la película “La pasión de Cristo” (“The passion of the Crist”), de Mel Gibson, recordaras que es en la escena del Huerto de Getsemaní donde Jesucristo le aplasta la cabeza a una serpiente que aparece de la nada.

Nuestro propio Getsemaní

Todos nosotros debemos llevar una cruz en esta vida:

Mateo, 16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Si todos tenemos que pasar por una cruz, es lógico que debamos pasar, previamente, también por un Getsemaní, ese lugar de presión, angustia y tristeza donde, a solas y en oración, debemos someter nuestra propia voluntad a la voluntad del Padre, repitiendo las palabras Cristo: Padre, si fuera posible, pasa de mí esta copa, PERO SEA HECHA TU VOLUNTAD Y NO LA MIA.

Si subimos a la cruz sin haber pasado por Getsemaní (sin haber sometido nuestra voluntad a la voluntad del Padre), lo único que vamos a hacer es agonizar, sin consumar absolutamente nada. La “cruz sin Getsemaní” es una cruz totalmente estéril (sin propósito), por lo tanto no es la cruz de Cristo sino la cruz de satanás. Y lo peor que nos puede suceder es estar llevando la cruz de satanás y creer que es la cruz de Cristo. Lo único que engendra la cruz de satanás es resentimiento para con Dios, porque no entendemos por qué, si estamos llevando una cruz, nunca terminamos de obtener la victoria. Te preguntaras entonces ¿cómo saber si estamos llevando la cruz de Cristo?. Para contestar esta pregunta, debieras preguntarte si, antes de subir a la cruz, pasaste por Getsemaní, es decir, si sometiste tu voluntad a la voluntad del Padre. Si pasaste por Getsemaní (si ya sometiste tu voluntad a la voluntad del Padre), entonces estas llevando la cruz de Cristo y, tarde o temprano, obtendrás la victoria. Si no pasaste por Getsemaní, yo te sugiero que bajes de la cruz y vayas a encontrarte con el Padre en Getsemaní y allí sometas tu voluntad a la voluntad del Padre y el Padre, como hizo con su Hijo, te entregara la victoria allí mismo. Luego, cuando camines hacia la cruz, ya no te parecerá tan pesada, ni tan dolorosa.

Dos tipos de cruces

Como sabemos, Jesús fue crucificado junto con dos ladrones:

Lucas, 23:32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 23:33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Con esto se cumplió la siguiente profecía de Isaías:

Isaías, 53:12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Si alguien observaba el cuadro podía “contar” tres cruces: la de Jesucristo y las dos de los malhechores.

Los dos ladrones murieron en la cruz, junto con Cristo, pero:

[+] mientras uno, blasfemó:

Lucas, 23:39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.

[+] el otro creyó:

Lucas, 23:40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Los dos ladrones pasaron por la cruz y murieron. Pero, mientras el que blasfemo y no se arrepintió murió y se fue el infierno, el otro, que se arrepintió y creyó, entro con Cristo en el paraíso. Hay, entonces, dos tipos de cruces: la cruz maldita y la cruz bendita.

La cruz maldita es la cruz de satanás y es la cruz de los rebeldes.

Palabras finales

Es absolutamente imposible crucificar la carne y morir a ella si, al igual que Cristo, previamente no sometemos nuestra voluntad a la voluntad del Padre en Getsemaní.

Porque:

Mateo, 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

 

QUE DIOS LOS BENDIGA!

Marcelo D. D’Amico

Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA