martes, 1 de enero de 2019

LA LEY DE LA FE


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¿Está bien orar para que nuestra fe sea aumentada?

Lucas, 17:3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. 17:4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. 17:5 Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.

Jesús resucito muertos, sano enfermos, pero no fue hasta que hablo acerca de la ofensa y del perdón que ellos, los apóstoles, pidieron más fe. La oración “auméntanos la fe” en una oración que se ha hecho popular y está, supuestamente, avalada por este pasaje bíblico.

La fe es como un esclavo o un sirviente

Sin embargo no nos detenemos en la respuesta de Jesús:

Lucas, 17:6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.

En principio, parece que Jesús no contesta la pregunta. Pero lo que les está diciendo es que “ustedes ya tienen fe, lo que sucede es que no la están utilizando”.

Jesús continúa hablando y no cambia de tema:

Lucas, 17:7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 17:8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? 17:9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. 17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

¿Por qué nos parece, otra vez, que Jesús está cambiando de tema cuando lo único que hicieron los apóstoles es pedirle más fe?.

Lo que está diciendo Jesús es esto: si tuvieras un siervo ¿lo pondrías a trabajar?. Por supuesto. La servidumbre y la esclavitud eran parte de la vida diaria en los tiempos de Jesús. En los tiempos de Jesús los sirvientes eran usados. Por eso Jesús utiliza la figura de la servidumbre para explicar cómo opera la fe.

Lo que el Señor está queriendo decir es lo siguiente: tienes que poner a trabajar tu fe de la misma forma que un señor lo hace con su siervo o esclavo.

Jesús no está cambiando de tema sino que está diciendo: la fe tiene que servirte como un esclavo, la fe no es algo que va y viene sino que tú tienes que saber cómo opera la fe.

La fe humana y la fe sobrenatural

Todo ser humano, desde que nace, de algún modo utiliza la fe. Por ejemplo, para cruzar un semáforo en verde, tu cruzas en fe sabiendo que, del otro lado, está en rojo, es decir, tienes fe que del otro lado se detuvieron. Nadie baja de su automóvil, antes de cruzar, a preguntar ¿se van a detener?. No puedes hacer eso en cada esquina. Tú ves verde y cruzas “en fe”.

Tienes que salir a manejar en fe sino no llegas nunca a tu destino. Cuando te vas a sentar en una silla, tienes que tener fe en que la silla te va a sostener. No estás preguntando, antes de sentarte, de que material está hecha ni como estará hecha. Simplemente te sientas.

La fe humana está conectada con los sentidos.

Si tú ves que la silla está rota o tambaleando, no te sientas. De igual forma, si tú ves que, aunque tengas al semáforo a tu favor (verde) del otro lado viene un auto y todo indica que no se detendrá, entonces tú no avanzas, aunque tengas el semáforo a tu favor.


Ahora, la fe sobrenatural, la fe de Dios, es sobrehumana. De hecho te congregas en una iglesia o lees la Biblia, porque crees en cosas que jamás pudiste comprobar ni percibir. Nunca has visto a Dios. Nunca has visto al diablo. Por esta fe sobrenatural hemos entendido que Cristo vino a la tierra a morir por nuestros pecados y por la misma fe sabemos que también resucito.

Hebreos, 11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Y por esta misma fe sabemos que Jesús regresara pronto por su pueblo. Todo es fe.

A diferencia de la fe humana, la fe sobrenatural no está conectado a nuestros sentidos.

¿Cómo podemos echar fuera demonios, sanar enfermos, declararnos sanos?. Es con la fe sobrenatural. Con la fe humana, no perdonaríamos a nadie dos veces en un mismo día.


Por eso, cuando Jesús les dijo que debían perdonar siete veces al día a quien pecara contra ellos si siete veces se arrepintiera, los discípulos le dijeron “aumenta nuestra fe”.

Una única “medida” de fe

Romanos, 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

Pablo no está diciendo que una medida de fe, particular y única, es decir, distinta, fue repartida a cada uno, sino que está hablando de la medida de la fe, también única pero universal, es decir, para todo el mundo igual. No es UNA medida de fe sino LA medida de fe.

No es que Dios da a algunos un cucharon de fe y a otros un gotero de fe. Dios no hace acepción de personas en términos de los que nos regaló en la cruz. Jesús murió en la cruz y dijo “hecho esta”. No podemos decir “a mí se me murió un ser querido porque me toco poquita fe”.

¿Y cuál es esa medida de fe, que es LA medida de la fe?. La SUFICIENTE. Crees y el milagro ocurre. No crees y el milagro no ocurrirá.

No es que un paralitico es sanado y queda rengo o cojo o un ciego es sanado y queda tuerto porque tuvieron un 50% de fe.

Hay algo que provoca confusión y es la historia del centurión de Mateo, 8. Para los que no conocen la historia, llega un centurión romano a Jesús y le dice: Rabid, tengo un criado mío muy enfermo, pero ni vengas a mi casa, solo di la palabra y mi criado sanara, a lo que Jesús contesta “ni aun en Israel he hallado tanta fe”. De acá que mucho dicen “hay tanta fe” o “hay poca fe”. Hasta Jesús lo dijo.

Pero esta historia con el centurión ocurre antes de que se perfeccionara el nuevo pacto. La obra redentora de Jesús aún no estaba completa. Jesús todavía no había muerto ni, por ende, había resucitado ni le había entregado la autoridad a la iglesia. Cuando este milagro ocurre y cuando ocurrieron otros milagros en el viejo pacto, los santos del AT no tenían acceso a la fe sobrenatural sino que tenían que poner su fe natural o humana (y vaya que la tenían) en las promesas de Dios.

Pero nosotros, luego de que Cristo muere y resucita (después de esta historia con el centurión romano), Él envía el Espíritu Santo sobre nosotros y es cuando aparecen los nueve frutos del Espíritu:

Gálatas, 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 

¿Qué es un fruto?. Algo que está en la planta y crece de manera natural y va a salir cuando tenga que salir.

La fe, entonces, es un fruto o es algo que Dios tiene que aumentar (no puede ser las dos cosas a la vez). La fe, claro está, es un fruto que esta por el solo hecho de haber aceptado a Cristo y de que, a consecuencia de ello, tengamos al Espíritu Santo morando con nosotros.

Cuando Jesucristo dice en la cruz, antes de expirar, CONSUMADO ES, significa que esa única medida de fe, igual para todos, nos fue dada. Es LA medida de fe.

Como opera esta fe

Si sigues enfermo o no has prosperado o todavía tienes problemas en tu casa, no es porque tengas un problema de fe sino que tienes un problema de conocimiento. No sabes lo que tienes y entonces no lo has podido usar.

Si no enciendes el interruptor de la luz en tu casa, te quedas a oscuras y esto nada tiene que ver con la planta generadora de energía eléctrica. La fe opera como una ley.

El apóstol Pedro tenía esa fe sobrenatural de Dios: sanó un cojo en la entrada del templo, resucitó a Dorcas de la muerte y sanó enfermos con su sombra.

2 Pedro, 1:1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:

Pedro está diciendo: la misma fe sobrenatural que opera en mi opera también en ti.

¿Cuándo obtuviste esa fe?. Esa medida de fe te fue dada cuando Jesús dijo en la cruz “consumado es”. En ese momento (y cuando te convertiste, es decir, cuando naciste de nuevo) te fue dada LA medida de fe que se necesita para cualquier milagro. Lo uses o no lo uses, la tienes (es indistinto). Tiene que ver con que si conoces lo que tienes o no.

La fe es una ley

Romanos, 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe

La ley de la fe (por ser precisamente una ley) opera equitativamente en todos aquellos que tienen a Cristo en el corazón. Algo no puede ser categorizado como una ley si no aplica de la misma manera pata todos y en donde quiera. Pero la mayoría no cree que la fe sea gobernada por una ley.

Si alguien se tira de un edificio, del piso 8 o 9, se va a matar porque está operando la “ley de la gravedad”. ¿Sera que Dios lo quiso ver morir?. ¿Sera que el Señor lo castigó al no hacerlo flotar en el aire?. No. Dios no va a cambiar la ley de gravedad para salvar su vida. Esta persona salto y está violando una ley. Y Dios no puede violar sus propias leyes.

Y la Biblia dice que la fe también es una ley. La ley de la fe es una ley que incluso Dios respeta. Es como una restricción que se autoimpuso Dios a sí mismo. Si muchas veces no te sanas, no te logras comprar la casa, no sales de la pobreza, etc., no es porque Dios es soberano y quiere que estés en esa situación sino porque no están cumpliendo la ley de la fe o la estas violando. No tienes fe, no siembras, no cosechas. Si tú no cumples la ley de la fe no tendrás sus beneficios. Ahora, si tú cumples la ley de la fe, la fe se activa. Tienes que cumplir la ley de la fe con corazón de niño.

Entonces tenemos que aprender cómo opera esa ley. Porque si no entendemos la ley de la fe, como la gravedad, nos podemos matar. Hay gente que se muere sin que Dios haya querido que se muera, que es pobre sin que Dios quiera que sea pobre y que es infeliz sin que Dios quiera que sea infeliz. Dios dice: yo hice toda la obra en la cruz, todos los regalos te los di allí, que lo entiendas o no entiendas es tu problema, pero tienes la medida de fe que tuvo y tiene todo el mundo: la de Cristo y los apóstoles. Si lo crees, entonces ya no me hables más de la montaña sino háblale a la montaña de mí, dice el Señor.

Hace 4.000 años atrás la ley de la electricidad ya existía. Sin embargo, hombres santos como Abraham o como Moisés no pudieron disfrutar de la electricidad. ¿Por qué?. ¿Les falto fe?. No. La ley de la electricidad estaba allí, antes que el hombre la descubriera, ya Dios la había puesto en la tierra. Los hombres santos del AT eran ignorantes de esa ley (no la conocían).

Hay personas que pasan necesidades porque desconocen el poder de Dios, son ignorantes de lo que Dios les regalo. Son personas santas, son personas piadosas pero ignoran las leyes de Dios y, entre ellas, la ley de la fe.

La incredulidad contamina y drena la fe

La incredulidad contrarresta la fe, provocando un cortocircuito. La incredulidad drena y contamina la fe.

La mayoría de las personas en la iglesia guardan las oraciones no contestadas en una carpeta a la que llaman “Dios es soberano”.

Muchos ministros, por ejemplo, cuando oran por un enfermo, lo hacen así: “Señor, si es tu voluntad, sánalo y, si no, tu eres soberano”. Es verdad que Dios es soberano, pero no podemos orar con falta de fe. Si no ocurre el milagro, decimos, es porque Dios no quiso. Esto no es lo que el Señor nos dejó en las Escrituras. Él dice: tú tienes que contrarrestar la incredulidad con fe.

Jesús va al monte, junto con tres discípulos, a transfigurarse, donde se encuentra con Elías y Moisés. Mientras tanto, el resto de los discípulos lidiaban con un endemoniado. Cuando Jesús vuelve, se acerca el padre del endemoniado y le dice “tengo un hijo lunático, endemoniado y tus discípulos no lo pudieron liberar”.

Jesús no dijo “solo yo puedo reprender demonios” sino que dijo “generación incrédula, hasta cuando voy a estar con ustedes” y no se lo dijo al padre del muchacho sino a sus discípulos:

Mateo, 17:14 Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: 17:15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 17:16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. 17:17 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.

Jesús ya los había entrenado y les había dado autoridad pero, aun así, los discípulos no habían podido con este caso.

Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Pero tenemos un cristianismo incrédulo. El mismo enojo que tuvo Jesús con sus discípulos, lo tiene también hoy con nosotros.

Mateo, 17:18 Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. 17:19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 17:20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. 17:21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

Jesús resuelve el caso y luego sus discípulos le preguntan por qué ellos no habían podido hacerlo. Ellos pensaban que Jesús les diría “porque ustedes no son como yo”. Pero Jesús les dice “por vuestra poca fe”, es decir, por vuestra incredulidad. Y les dice más: “este género, sale con ayuno y oración”.

Este pasaje de Mateo, 17:21 es, junto con otros, uno de los pasajes más malinterpretados de toda la Biblia. Jesús no puede estar hablando aquí del género de demonio que afectaba al muchacho porque si no, lo de Mateo, 10:1 no sería cierto.

Lo recordamos:

Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.

Allí Jesús les había dado autoridad sobre los espíritus inmundos para para sanar TODA enfermedad y TODA dolencia. Por lo tanto, no podría el Señor ahora establecer una excepción y decirles que bueno, para echar fuera a algunos demonios, en realidad, se necesitaba “algo más” sobre lo cual Él no les había informado o que la autoridad que les había dado no era sobre todo espíritu, porque hay algunos “más complicados que otros”.

El género al que se refiere el Señor, que se va con oración y ayuno, es el de la INCREDULIDAD que estaba afectando a los discípulos y que les habían impedido expulsar al demonio que atormentaba al hijo de aquel hombre. El género de la INCREDULIDAD de los discípulos es el que se va con oración y ayuno y no el demonio que atormentaba al muchacho.

Por eso no debes pedir más fe sino llevar tu incredulidad a cero, que fe ya hay la suficiente, desde la cruz del calvario. La fe es una, no crece sino que es semejante a un grano de mostaza, como dice el Señor.

Este estudio esta basado en la siguiente predica de DANTE GEBEL:





MARCELO D. D’AMICO
Maestro de la Palabra – Ministerio Rey de Gloria